Sexualidad Masculina: desvistiendo mitos, descubriendo realidades. (página 2)
Enviado por Dunia Chappotin Rodriguez
Dentro de las prácticas reconocidas en la literatura, la masturbación en la adolescencia y la juventud desde el punto de vista estadístico es la más común; según datos de diferentes investigaciones, es reconocida por el 70 – 90 % de los hombres y por un 30-60% de las mujeres. Como plantea el conocido sexólogo Sviadosch:"la masturbación moderada en la juventud por lo general tiene un carácter de autorregulación de la función sexual. La misma contribuye a la disminución de la excitabilidad sexual elevada y es inofensiva". (Citado por Kon 1990, p. 122).
En relación a esto encontramos el criterio de Guibert (2006), quien plantea que la masturbación cumple además la función de mitigar la soledad y la considera como una válvula de escape de la tensión emocional y el estrés en general. En consecuencia la masturbación constituye un acto beneficioso para nuestra salud física y mental al provocar frecuentes orgasmos que redundan en gran placer ya sean autoprovocados o provocados por otro. (Citado por Rodríguez. D. y Carpio, 2008)
Al respecto Quintana (2007), también considera la masturbación, como un método conveniente y eficaz en la prevención de las infecciones de transmisión sexual, así como el uso del condón y la abstinencia sexual.
Es así que vemos la masturbación como una práctica sexual que puede proporcionar gran placer y ser una vía de autodescubrimiento perfectamente normal. Siendo una práctica que puede realizarse en cualquier etapa de la vida, sin que sea considerada como una señal de anormalidad física o psíquica, siempre y cuando se respete laࠩndividualidad de otros y no se convierta en una obsesión para la persona que la practica.
El coito ""es el acto por medio del cual se realiza la introducción del pene en la vagina y después de algunos minutos de frotamiento por medio de un movimientote vaivén entre pene y vagina, se desencadena el orgasmo en ambos participantes y la eyaculación del pene del varón (Aguilar, 2002, p.71). Sin embargo otros autores amplían este concepto más allá de la penetración del hombre a la mujer definiendo así que el coito "壯nstituye la unión sexual biológica y psicológica del hombre con la mujer, o de dos personas del mismo sexo con la intención de obtener respuesta sexual completa e intenso placer sexual, generalmente con penetración del pene en vagina o ano, o fuerte frotación de las vulvas". (Guibert, 2006, p. 216).
Consideramos el coito como la acción sexual que incluye la penetración, ya sea con el objetivo de obtener, proporcionar placer erótico, comunicarnos con nuestra pareja sexual y/oࠣon el fin de la reproducción. La satisfacción, el placer emocional y sexual, así como la huella que de la relación coital quede, están en dependencia del deseo de ambos, de los sentimientos que se demuestren, las circunstancias en que tiene lugar la relación coital, así como la responsabilidad con que se asuma, cuidando no dañar al otro y evitando los efectos no deseados.
Los juegos sexuales en el joven y el adulto desempeñan un papel importantísimo pues son los responsables de llevar lenta y progresivamente a la excitación sexual, durante la actividad precoital normal, pudiendo llegarse incluso al orgasmo sin penetración. Se describen diversas formas de juegos sexuales, todos ellos basados en la estimulación de las zonas erógenas. Tiene gran importancia en la terapéutica de las disfunciones sexuales (Peláez, 2003, citado por Rodríguez. D. y Carpio, 2008)
Se considera además que "嬡s caricias y los juegos sexuales son experiencias que permiten ir ganando en conocimiento de uno mismo y de la pareja. Facilitan el mutuo descubrimiento de las zonas que en sus cuerpos les producen placer, enseñan el control de sus sensaciones, entrenan la comunicación, y lo más importante, van a ir conjugando el deseo sexual con los sentimientos de ternura y lealtad". (Díaz, C., 1999, p. 18).
En este sentido valoramos el juego sexual como la actividad, entre dos personas, de estimulación sensorial mutua, que comprende besos, caricias sexuales por todo el cuerpo sin llegar al coito, como resultado del deseo sexual que se experimenta y con la intención de excitarse, posibilitando el conocimiento mutuo de las diferentes zonas erógenas.
Otras prácticas muy comunes en parejas homosexuales y heterosexuales son el llamado sexo oral y sexo anal (más común este en prácticas homosexuales) "岥laciones buco-genitales de una persona hacia otra o recíproco y el sexo anal cuando la penetración es a través del orificio anal". (Cancio, Hernández y Pérez,ࠣitado por Rodríguez, D. y Carpio, 2004).
Todas estas prácticas sexuales que pueden ser o no ser aceptadas resultan válidas siempre que se realicen con el consentimiento de ambos miembros de la pareja y les proporcionen placer. De no ser así el pleno disfrute de la sexualidad se puede ver obstaculizado por la presencia de algún trastorno o disfunción que la mayoría de los casos genera࠭uchas vivencias negativas a la par de afectaciones en sus relaciones interpersonales. Se estima que actualmente en Latinoamérica cerca de la mitad de los hombres en edad productiva sufren de algún tipo de trastorno sexual (Gorguet, 2008.), estimado que evidencia que este problema esta presente en gran parte de la población masculina.
Rubio, en 1982 considera que: "La Disfunción Sexual es la alteración más o menos persistente, de alguno o de todos los eventos que conforman el ciclo de la respuesta sexual humana". (Citado en Pino. E. y Sepúlveda. E., 2000., p.10). La disfunción sexual se caracteriza por una alteración del deseo sexual, por cambios psicofisiológicos en el ciclo de la respuesta sexual y por las vivencias de malestar y problemas interpersonales.ࠌas disfunciones sexuales se clasifican en cuatro grupos: trastornos del deseo, trastornos de la excitación, trastornos orgásmicos y trastornos sexuales por dolor.SM-IV, 1995).
Para señalar la naturaleza del inicio del trastorno sexual pueden utilizarseࠬos siguientes subtipos: de toda la vida, que indica que el trastorno sexual ha existido desde el inicio de la actividad sexual, y adquirido, indicando que el trastorno sexual ha aparecido después de un período de actividad sexual normal. De acuerdo con el contexto en el que aparece el trastorno sexual, puede ser general, lo que indica que la disfunción sexual no se limita a ciertas clases de estimulación, de situaciones o de compañeros, o puede ser situacional, cuando una disfunción sexual se limita a ciertas clases de estimulación, de situaciones o de compañeros.
Entre los factores etiológicos asociados al trastorno sexual encontramos los factores psicológicos, que son de gran importancia en el inicio, la gravedad, la exacerbación o la persistencia del trastorno; las causas psicológicas se extienden en una gama que va desde las distracciones exteriores y las relaciones de parejas tensas, hasta notables fallas en el desarrollo de la personalidad. La disfunción sexual puede ser ocasionada también por una enfermedad médica o inducida por sustancias, sin dejar de mencionar que todosࠥstos factores pueden combinarse. (DSM- IV,. 1995).࠼/font>
Los trastornos del deseo sexual en los hombres son: el deseo sexual hipoactivo que tiene como característica esencial la ausencia o deficiencia de fantasías sexuales y de deseos de actividad sexual que࠰rovocan malestar o dificultades interpersonalesࠠy no se debe a los efectos fisiológicos de una sustancia (fármacos incluidos) o a una enfermedad médica (estos tres últimos criterios son comunes a todos los trastornos). Existe en quien padece este trastorno poca motivación para buscar estímulos adecuados. Generalmente estas personas no inician casi nunca la relación sexual y sólo la llevan a cabo con muy poca disposiciónࠣuando es la pareja quien lo decide. El trastorno por aversión al sexo es conocido como la aversión y la evitación activa del contacto sexual genital con la pareja, el individuo sufre ansiedad, miedo o aversión a la hora de intentar una relación sexual con otra persona. La aversión al contacto genital se centra en algún aspecto particular del sexo como࠳ecreciones genitales, penetración vaginal, etc. Algunos individuos muestran repulsión por todos los estímulos de tipo sexual, incluso los besos y los contactos superficiales.
Los trastornosࠤe la fase de excitación sexual en el hombre son: el trastorno de la erección en el varón que se manifiesta como la incapacidad persistente o recurrente, para obtener o mantener una erección apropiada hasta el final de la actividad sexual. Se estima que en Estados Unidos que entre 10 y 20 millones de hombres padecen este trastorno o sea, el 52 % entre 40 y 70 años lo padecen en distinto grado el trastorno aumenta con la edad y llega hasta el 67 % a los 70 años y es además el primer motivo de consulta en los servicio sexológicos (Cabello, 2002, citado por Gorguet Pi, 2008.). Ugarte y Barroso en México en 2001,ࠨallaron una tasa de trastorno de la erección de 9.7 % en 1800 hombres de entre 18 a 40 años. (Citado por Gorguet Pi, 2008)
Dentro de las alteraciones en la fase orgásmica en los hombres encontramos el Trastorno orgásmico masculino caracterizado por la ausencia o el retraso persistente o recurrente del orgasmo tras una fase de excitación sexual normal. Para juzgar si el orgasmo se encuentra retrasado, se debe tener en cuenta la edad del individuo y si la estimulación recibida es apropiada en cuanto al objeto, la intensidad y la duración; en la forma más frecuente de trastorno orgásmico masculino el varón no consigue llegar al orgasmo durante el coito, pero puede eyacular con otros tipos de estimulación, por ejemplo, manual u oral. La eyaculación precoz: consiste en la aparición de un orgasmo y eyaculación persistente o recurrente en respuesta a una estimulación sexual mínima antes, durante o poco tiempo después de la penetración y antes de que la persona lo desee. Se debe tener en cuenta factores que influyen en la duración de la fase de excitación, como son la edad, las parejas o situaciones nuevas y la frecuencia de la actividad sexual. Según Kolodny, Masters y Johnson (1987), entre el 15 y el 20 % de los varones estadounidenses presentan al menos un grado moderado de eyaculación precoz. Una investigación mostró que en Europa que la prevalencia del trastorno oscila entre el 15 % y el 40 % en la población masculina, (Cavalcanti 2005),࠹ una investigación en Caracas durante 10 años demostró una incidencia de eyaculación precoz de 43 % (Hernández – Serrano y cols., 2005, citado en Gorguet Pi, 2008.)
Dentro de los trastornos sexuales por dolor encontramos la dispareunia cuya característica esencial es elࠤolor genital durante el coito. Y aunque esta es su forma de aparición más común también puede aparecer antes o después de la relación sexual. En éstas el dolor puede describirse como superficial durante la penetración o como profundo ante los movimientos coitales.
El trastorno sexual debido a una enfermedad médica debe diagnosticarse solamente si se puede explicar de manera completa por los efectos directos de una enfermedad médica. Generalmente, la historia clínica del enfermo proporciona los datos para esta consideración, sobre los que se basa el clínico para realizar el diagnóstico.
La característica esencial del trastorno sexual inducido por sustancias consiste en una alteración sexual clínicamente significativa que provoca malestar acusado o dificultad en las relaciones interpersonales. Según sea la sustancia consumida, el trastorno puede alterar el deseo y la excitación sexual, así como el orgasmo, o producir dolor. Se considera que la alteración puede explicarse en su totalidad por los efectos fisiológicos directos de alguna sustancia (p. ej. drogas, fármacos o exposición a tóxicos). Este diagnóstico se establece en vez del de intoxicación por sustancias sólo cuando los síntomas sexuales exceden de los que habitualmente se asocian a la intoxicación y son de la suficiente gravedad como para merecer atención clínica independiente.
Siempre debemos considerar que aunque las causas que determinan la disfunción sexual no sean propiamente psicológicas, si el trastorno tiene una repercusión subjetiva, sobretodo en la autoestima del hombre, pues muchos consideran que menoscaba su virilidad, haciendo que aumenten las expectativas sobre el desempeño sexual lo que genera la denominada ansiedad de ejecución reiterándose la alteración en la respuesta sexual. (Masters y Johnson, 1967).
Aunque es habitual la negaciónࠍ y ocultación de estas disfunciones, debido precisamente a la importancia del sexo en la vida del individuo, su incidencia en la población masculina es muy significativa como demuestran los diversos estudios.
La vivencia como categoría de análisis en la expresión de la Sexualidad Humana
La sexualidad es una dimensión psicológica, plástica, flexible que se desarrolla a partir de la relación entre lo biológico y lo social. Cada persona experimenta su sexualidad de forma distinta, a partir de su perspectiva individual; resulta única e irrepetible como la personalidad. Este carácter personalizado de la sexualidad como expresión de la identidad, permite explicar la diversidad de formas de vivirla y sentirla, su flexibilidad y plasticidad, el hecho de que sus caminos no estén predestinados y que cada cual pueda transitarlos de un modo único. Las particularidades de la sexualidad dependen y se relacionan con los rasgos de la personalidad y a su vez estos se expresan a través de la sexualidad.
La categoría vivencia resulta ineludible para comprender el carácter singular de la sexualidad. La unidad en el estudio de la personalidad y el medio es la vivencia, y fue definida como "la relación interior del niño con uno u otro momento de la realidad. Toda vivencia es una vivencia de algo, no hay vivencia sin motivo como no hay acto consciente que no fuera acto de consciencia de algo" (Vygostki, 1997, p. 383).
La vivencia es una experiencia emocional relacionada con algo que se encuentra fuera de la persona, y cómo esto es experimentado por el sujeto. La vivencia posee una orientación biosocial, es algo intermedio entre la personalidad y el medio, revela lo que significa el momento dado del medio para la personalidad. En la vivencia se refleja, por una parte el medio en su relación con cada sujeto, el modo en que este lo vive y por otra se pone de manifiesto las peculiaridades de su propio yo.
Una interesante propuesta para el análisis de esta categoría, que a nuestro entender facilita y objetiviza la exploración psicológica, es la realizada por L. Fernández quien considera que el reflejo psicológico en el hombre no se produce de modo fragmentado o caótico, sino que adquiere su especificidad. Nos dice que el mismo puede expresarse en términos de imagen, refiriéndose a su adecuación cognitiva o congruencia con los elementos de la realidad histórica y social en la cual el hombre se inserta como individualidad. Esto puede expresarse en términos de vivencia. Al respecto entiende la vivencia como el reflejo, a escala psicológica, del grado de satisfacción de las necesidades que le proporciona al hombre, sus relaciones con la realidad. Se trata aquí, del sentido psicológico de lo reflejado, de su impacto emocional, del significado que la realidad alcanza para el sujeto, en función de sus necesidades y motivos. Los sentidos personales adquieren mayor intensidad en la medida en que se van articulando entre sí, formando reales configuraciones. Se produce aquí, una fuerte imbricación y organicidad entre los procesos psicológicos de naturaleza afectiva y cognitiva. (Fernández, 2002).
El valor metodológico de esta categoría para el análisis del comportamiento humano es planteado por su propio creador "la vivencia es el camino más idóneo para el análisis de las relaciones del hombre con el medio, es la unidad que permite comprender el carácter de su influencia" pues es "el nudo en el cual están atadas las influencias y circunstancias externas e internas". (Citado por Calvo y Rodríguez. L., 2008).
Permite la vivencia un análisis más integral de la personalidad humana pues en si misma encierra de manera interrelacionada y dinámica lo externo y lo interno, el medio y lo que el propio individuo aporta según el nivel que halla alcanzado, lo afectivo y lo cognitivo tal y como se da en el ser humano. Estas características unidas a su papel regulador la hacen ideal para la comprensión de la subjetividad humana.
Concebimos la personalidad como la categoría que designa la especificidad de la subjetividad humana. "僯nstituye una configuración sistémica y estable, de los principales contenidos y operaciones psicológicas que caracterizan la función reguladora y autorreguladora del sujeto en su expresión integral, quien, en los distintos momentos de su comportamiento, tiene que actualizarlas ante las situaciones concretas que enfrenta mediante sus decisiones personales". (González, F., 1989, p.16).
La personalidad es un reflejo activo, mediatizado, construido de la realidad objetiva, también subjetiva y que alcanza su máxima influencia cuando es vivenciada. Su función es la de orientar, dirigir el comportamiento, regularlo y autorregular.
Entendemos por emoción la experimentación directa, inmediata de cualquier sentimiento. Se distinguen por la existencia de matices de placer y desagrado, estando vinculada a la satisfacción o la insatisfacción de necesidades de la persona. En este sentido se caracterizan como positivas y como negativas. Los sentimientos son el reflejo en el cerebro del hombre, de las relaciones que establece con el medio, donde experimenta las necesidades con los objetos que tienen significado para él. (Bello, y Casales, 2004).
Entre los aspectos estructurales se encuentran las formaciones psicológicas primarias conformadas por motivos, normas, valores, actitudes, rasgos y otras. Las necesidades como anteriormente expresamos están determinando la vivencia en la medida de su satisfacción. Las necesidades dinamizan y orientan al sujeto en su expresión comportamental de relación con objetos y personas, esta unidad esta mediatizada por la acción de la personalidad en su vínculo con el medio (Fernández, 2003)
Así "嬡s necesidades constituyen dos tipologías básicas con significados funcionales comportamentales diferentes: carencia y deseo. Por un lado la necesidad supone la falta de algo, en este caso la necesidad se ilustra como carencia, supone déficit. Como otro tipo se encuentra la necesidad que supone el logro y se asume en formas de activación y búsqueda". (Calviño 2001., citado en Quevedo, 2006, p. 37). Dichas necesidades se caracterizan por ser estables, insaciables, las superiores determinadas por la cultura percibiéndose vivencialmente de acuerdo a su momento de expresión. Su satisfacción no está allí donde el sujeto se encuentra con el objeto, sino en el proceso dinámico de interrelación que se produce entre ambos, en el cual las vivencias negativas y positivas se hayan en perenne interjuego.
En la literatura psicológica se afirma que las necesidades al estar integradas en un sistema jerarquizado, propio del individuo, se manifiestan en todos los ámbitos vitales del mismo, de tal manera que no podemos delimitar necesidades para actividades, todas ellas se expresan con la prioridad dada de acuerdo con la situación por la personalidad. (Bozhovich, 1978; Maslow, 1991). Es así que estas necesidades integradas del individuo también regulan la expresión de la sexualidad
Los motivos a su vez, como contenido estructurales de la personalidad componen la forma en que la misma "塳ume sus diferentes necesidades, las que elaboradas y procesadas por ella, encuentran su expresión en sus distintas manifestaciones concretas de tipo conductual, reflexivo y valorativo, las cuales le dan sentido, dirección y fuerza a la personalidad." (González, F., 1989, p.29).
La autovaloración como formación psicológica de la personalidad, integra de modo articulado un concepto de sí mismo, en el que aparecen cualidades, capacidades, intereses y motivos, de manera precisa, generalizada y con relativa estabilidad y dinamismo. Constituye un resultado de las reflexiones, valoraciones y vivencias del sujeto sobre sí mismo y sobre los contenidos esenciales de su propia personalidad. La concepción que el individuo elabore sobre sí mismo, influirá en gran medida en la configuración de las otras formaciones psicológicas de su personalidad.
De igual manera la expresión y el sentido psicológico que alcanzan las vivencias, están en función de los propios recursos psicológicos que posee la persona y que se han ido desarrollando en las interacciones que establece con el medio. Apoyado en sus recursos personológicos, el individuo mediatiza la realidad y actualiza dichos recursos ante las exigencias de la misma, elabora expectativas, valora, reflexiona, siente, selecciona, adopta posiciones, decide, vivencia, elabora sus conflictos, atribuyéndole sentido a sus experiencias.
La sexualidad, como toda dimensión humana está mediatizada por vivencias, la exploración y descripción de estas harán posible el estudio de su naturaleza compleja y dinámica abordándola de manera integral.
La sexualidad no se limita simplemente a una respuesta física, sino que comprende una experiencia mucho más compleja, donde van a influir aspectos de orden social, cultural, psicológico y biológico. Las personas desde su individualidad y el momento actual en que viven, asumen de manera singular la forma de manifestar y regular su conducta sexual; dadas sus experiencias y vivencias en la vida.
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Autor:
Lic.Dunia Chappotin Rodríguez.
Profesora de la Universidad de Cienfuegos "Carlos Rafael Rodríguez", filial Aguada de Pasajeros, Cuba.
Año: 2011
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