Descargar

Comentario del libro de Gianni Vattimo, Diálogos con Nietzsche. Ensayos 1961-2000 (página 2)


Partes: 1, 2

La capacidad para hacer historia es aquella que permite elevarse por encima del proceso, decidiendo y creyendo en la propia decisión. Cuando al fluir de los acontecimientos se le asigna una dirección y un significado, la decisión individual pierde sentido, creciendo la devoción al hecho, el servilismo a los poderes triunfantes, la sumisión al devenir, el optimismo y la rigurosidad en el análisis a la acción directa.

Volvemos a necesitar un nuevo paréntesis para elogiar la abrumadora coherencia de este filósofo, que rotundamente ataca (bajo nuestra interpretación) a la comunión de individuos que viven ideológicamente bajo el manto de esos "poderes triunfantes", tanto por su privilegiada posición dentro del ámbito académico de la historia, que les llevan a congraciarse con los poderes políticos que les dirigen, como por el posicionarse a favor de hechos históricos donde se realzan figuras y personajes que no merecen las edificantes manifestaciones que reciben por los estudiosos de la historia, estableciendo un vicioso círculo de falsedades sobre personajes históricos probadamente grotescos, lo que finalmente perjudica en sumo grado la divulgación y asimilación de la cultura en la sociedad.

Vattimo continúa su discurso alegando que para Nietzsche, esta apología de un proceso dirigido que trasciende al individuo intenta buscar un significado en la realidad, cuando el único significado posible es la propia asignación del hombre con su creatividad.

En el concepto de enfermedad histórica Nietzsche abarca desde el historicismo del siglo XIX, que contempla la historia como un desarrollo necesario hacia un fin concreto, hasta el posterior relativismo histórico.

En la "Segunda Intempestiva" afirma que lo que constituye la enfermedad de la historia es la imposibilidad de trascender el proceso, degenerando la relación con el pasado en una doble relación opuesta de lucha para liberarse, así como el configurarse como un paraíso perdido y anhelado. En ambos casos el pasado no depende de nuestra decisión, por lo que vacía de contenido el presente.

Por otra parte Vattimo incide en que la historia entendida como ciencia, que tiene el pasado como su objeto de estudio propio, desarrolla la absoluta insensibilidad de los valores y su jerarquía. En primer lugar el historiador presupone que todo lo que ha ocurrido en la historia es comprensible, por lo que ababa mediocratizando los grandes hechos. Además la historia es entendida como producto de determinadas situaciones, relativizando todas las cosas y destruyendo su valor.

En nuestra opinión este filósofo se revela como un ser de extraordinaria actualidad, con una lucidez tremendamente crítica y, por tanto, increíblemente rica y plural. Además a continuación argumenta que la historia es el fundamento y expresión de la sociedad de masas moderna, en la que las exigencias de producción requieren un tipo medio de hombre, informado pero carente del sentido de la individualidad, gregario y sin raíces, como el periodista, meramente al servicio del momento.

La enfermedad histórica, en definitiva, sintetiza los males de nuestra civilización decadente. Tenemos grandes nociones históricas a nivel intelectual, pero sin interiorizar su relación con la vida real, produciendo un desequilibrio entre el contenido interno y la forma de nuestra civilización, culta y bárbara a la vez. El exceso de estudios históricos produce una convicción respecto a la caducidad de las cosas, incrementando nuestro escepticismo sobre la realidad, por lo que genera egoísmo.

  • La relación auténtica con el pasado

Nietzsche analiza los modos posibles de relacionarse con el pasado, en base a la historiografía monumental, las antigüedades y la crítica. Su legitimidad radica en que el elemento histórico esté al servicio del elemento no-histórico, es decir, la vida en su significado creativo.

La actividad correcta frente al pasado consiste en otorgar prioridad al elemento no-histórico frente al histórico. Significa que el pasado se observa con objeto de servir a la acción en curso, con la finalidad de intensificar y facilitar el presente.

En nuestra opinión, el autor quiere establecer una historia a modo de metáfora (no-historia) en contraposición a la historia de la actualidad, factual, que desarrolla los vicios de la enfermedad histórica. Nuevamente se nos ofrece un campo que no se había ni siquiera expuesto en las clases universitarias de historia, a pesar de haber incidido en numerosas ocasiones sobre una teoría que contemplase la disciplina como enseñanzas para el presente (historia metáfora), lo que nos lleva a concluir el interés deliberado del profesor por manipular la teoría y el método histórico, para intentar mostrarse como algo "científico" y "riguroso".

Para Nietzsche el ser establece su horizonte mental en base a la fuerza plástica, teniendo capacidad de aceptación y rechazo a sus límites mentales. Vattimo señala que cuanto menor sea esta plasticidad, mayor es el peligro de que la historia caiga en la enfermedad histórica, lo que ocurre en nuestro tiempo.

Nietzsche argumenta en "Sobre utilidad y prejudicio" que la historia, en cuanto que está al servicio de la vida, debe estar vinculada como una potencia no histórica. Esta apropiación del pasado representa entonces la verdadera objetividad o justicia histórica.

Por otra parte Nietzsche habla de fuerzas eternizantes para vencer la enfermedad histórica, vinculado al concepto de ilusión, como el arte, que hace olvidar el devenir y se introduce en un clima no-histórico, favorable a la acción creativa.

Nietzsche propone el ejemplo de los griegos en época presocrática, cuyo sentido no-histórico dio lugar a una cultura rica y fecunda, en una relación instintiva, irreflexiva y espontánea, contraria a la curiosidad de querer abarcarlo todo, típico de la decadencia helenística y de nuestros tiempos.

En la "Segunda intempestiva" Nietzsche propone que mientras la historia como ciencia implica un distanciamiento fundamental del pasado, y su reducción a objeto de conocimiento preciso y abstracto, los mitos colectivos son un modo de sentir las raíces, puesto que el pasado vive como tradición y no ha sido objetivado, signos de vivir en el presente.

Vatttimo explica que se trata de invertir la relación de historia-vida, que implica una valoración diferente de la función del individuo y una intervención de fuerzas eternizantes como el arte o la religión. La enfermedad histórica conduce al individuo a la integración en un proceso general, determinado por las condiciones de su vida y justificando un desarrollo universal. Nietzsche argumenta que la vida es al revés, transcurriendo en la creatividad, novedad e irreductibilidad del presente al pasado.

La historia de esas novedades creativas, en una atmósfera no histórica que implique el olvido del devenir, exige esas fuerzas eternizantes cuya ilusión sitúan al hombre del tiempo y del futuro, como noción de eternidad para que la vida prosiga.

En este aspecto el arte es un antídoto para la enfermad histórica, una ilusión que hace olvidar el devenir, creando la unidad que constituyen la fisonomía y estilo propio de cada época o personalidad. El arte es sinónimo de la creatividad de la vida, opuesta al reflejo mecánico del pasado o del mundo real, como señalan Heidegger y Nietzsche en "La voluntad del poder".

Nietzsche plantea que la superación de la enfermedad histórica no puede ser un retorno al mito, porque nuestra civilización es distinta y cosmopolita. Por tanto Vattimo afirma que la tarea del historiador debe ser de carácter negativo, relejar la irracionalidad de los actos humanos y destruir la visión providencialista de la historia, como señala Nietzsche en "Sobre utilidad y perjuicio".

  • Nihilismo e Historicismo.

Para Vattimo el nihilismo se define y desarrolla en la enfermedad histórica, entendido como la atribución de un sentido y un final al mundo, justificando lo que acontece mediante razones que van más allá del hecho.

El razonamiento nihilista de Nietzsche implica que la experiencia histórica muestra que en devenir histórico no hay un orden providencial, ni sentido general y por tanto no hay orden, sentido o valor de las cosas. En conclusión el hombre pierde el anclaje que pueda proporcionar acción al mundo.

En cuanto al sentido histórico del nihilismo, Vattimo explica cómo se presenta un doble juicio negativo y positivo a la vez, porque es índice de debilidad y pérdida de iniciativa por parte del hombre, y por tanto negativo, pero destruye las construcciones providencialistas de la historia, dando vía libre para una nueva iniciativa en el mundo histórico.

Nihilismo e historicismo, típico de nuestra civilización, señalan tanto una orientación general de la cultura como la psicología individual del ser humano moderno. Vattimo afirma que en la "Segunda intempestiva" Nietzsche señala cómo el hombre contemporáneo es incapaz de abstraerse de lo inmediato, limitándose a querer egoístamente en los pequeños intereses, ligados a la enfermedad histórica.

Resulta extremadamente interesente para el joven estudiante comprender la argumentación de Nietzsche, que señala una pérdida de la fe y el orden providencial de las cosas, en el que el hombre vive su vida psíquica como un ser hipersensible, incapaz de no reaccionar inmediatamente, lo que no es signo de fuerza sino debilidad, porque la acción no es iniciativa del agente, sino respuesta a un estímulo externo que la dirige y condiciona.

La incapacidad de aceptar la tradición, característica de la mentalidad moderna, se vincula a esta idea, indicando una incapacidad de la voluntad de querer más allá del momento, en una perspectiva que contemple largos períodos pasados y futuros, como señala Nietzsche en "La voluntad del poder". Esta incapacidad para establecer una relación adecuada con el pasado se acompaña de técnicas artificiales y fantásticas para su recuperación, como la ingestión de alcohol o el amor por la historia, que desde la psicología indica una identificación con la imaginación sobre el pasado.

El problema de la temporalidad y la relación con el pasado son, para Vattimo, la raíz de la enfermedad histórica, pero juntos constituyen la esencia misma del hombre. El nihilismo es, para Nietzsche, al mismo tiempo un fenómeno histórico y la condición universal del hombre que no ha resuelto el problema de su temporalidad. Asegura que ninguna época histórica ha podido no ser nihilista, puesto que donde hubiera pensamiento primaba el espíritu de venganza, principal consecuencia de ese problema de la temporalidad, y e liberarse del peso del pasado.

El problema del conocimiento histórico y la formación de la idea nietzscheana de la verdad

La experiencia del conocimiento histórico en Nietzsche radica, según Vattimo, en los fundamentos de la concepción de la verdad, que permaneció inalterado en sus planteamientos filosóficos y lo distanció de Schopenhauer, profundizando en el tema sin contradecirse.

El autor otorga una especial importancia a la experiencia filológica en la formación nietzscheana de la verdad, como modelo ideal de conocimiento y ámbito para el replanteamiento general del problema de la existencia, vinculándolo con la tradición filosófica europea. Vattimo vincula a Nietzsche con la tradición humanista, entendiendo que para éste la filología significaba el problema de nuestra relación con el pasado.

En primer lugar en "El nacimiento de la tragedia" Nietzsche acaba con el mito clasicista de lo griego, puesto que la idea misma de lo clásico está ligada a un modo decadente de pensar la relación con el pasado. Vattimo afirma que Nietzsche sustituirá la idea de lo clásico por lo trágico, en base a nuestro modo auténtico o no decadente de situarse respecto al pasado. Allí es donde se desarrolla y se reflexiona sobre la verdad. La historia plantea el problema historiográfico del modo correcto de relacionarse con el pasado, que significa el problema de la noción de verdad.

2.1 Filología y verdad: "infinitud" del hecho histórico.

En la segunda "Consideración intempestiva" se plantea la problemática de la filología y el conocimiento histórico, que para Vattimo se hace cuestionando la noción de verdad como adecuación de la proposición al dato, que había dominado toda la tradición metafísica. Argumenta una desproporción entre el objeto a estudiar y el método con el que se intenta su aproximación.

Para Nietzsche es necesario profundizar en el significado de esta desproporción, basado en un estudio de carácter erudito de la civilización con rasgos poéticos, y por tanto estética, no erudita.

Además de estos dos sentidos radicalmente opuestos de la estética, hay otro en el que la conciencia histórica debe ser estética para ser auténtica, la unidad del estilo artístico. Esta es la unidad orgánica y definida de una civilización, caracterizada por una forma determinada.

Vattimo concluye que la civilización como un hecho estético, por tanto, debe comprenderse como un todo orgánicamente estructurado. Pero el filólogo-erudito (historiador) no comprende el pasado de forma totalizante, porque no tienen un punto de vista general sobre el mundo. Sin embargo la comprensión histórica es para Vattimo el concebir los hechos a partir de presupuestos filosóficos, puesto que hecho histórico es para Nietzsche algo "infinito nunca reproducible plenamente"[3], y por tanto nunca puede se objeto de una representación total y orgánica.

El texto histórico ofrece infinitas posibilidades de lectura, que se concreta en la medida en que se eligen presupuestos, definiendo una perspectiva concreta. Para Nietzsche la verdadera razón por la que el erudito no puede comprender el hecho histórico es que constituye algo viviente en su actualidad, mientras el erudito lo momifica y agota, entendiéndolo como algo muerto.

La pretensión de objetividad del filólogo, separando el hecho de nosotros y definiéndolo, hace que se escape su naturaleza.

La historicidad consiste en una imperfección que no se contempla del todo, idea que choca con el ideal positivista y cientifista del conocimiento científico de la verdad como objetividad.

2.2 Determinación y apertura del horizonte historiográfico.

La comprensión historiográfica de Nietzsche es entendida por Vattimo como un acto de la vida, y no cómo imposible reflejo objetivo del hecho, incluyendo la perspectiva del propio filólogo.

El hecho de juzgar, interpretar y reconstruir el pasado en virtud de presupuestos filosóficos, es para Nietzsche la mayor fuerza del presente. La verdad del conocimiento histórico se concibe como justicia, orden de una fuerza que establece los hechos, asignándoles un lugar y estableciéndolos en una jerarquía, como señala en "La voluntad del poder".

En definitiva Vattimo expone que el modo adecuado de comprender los hechos históricos es encontrarlos de manera viva, es decir, abiertos y sometidos a la interpretación y organización por nuestra parte, quedando la objetividad, sometida a la profundización. Señala que "la única adecuación posible en la comprensión histórica es la fuerza instituyente de una interpretación que, al vivir, da vida al pasado cuando lo comprende"[4].

En opinión de Nietzsche cuando el historiador pretende determinar un hecho histórico, le quita toda apertura al infinito, es decir, al carácter imperfecto del acontecimiento, momificándolo en la historia. Para Vattimo, Nietzsche da validez a las preguntas contrafactuales como eje de la historia, puesto que ésta se construye con eventualidades.

El rechazar esta premisa da lugar a la historia actual, una historia desde el punto de vista del éxito, que supone un derecho, una razón.

Nietzsche rechaza esta historiografía justificadora porque transforma la estructura del hecho histórico, algo posible, para convertirlo en algo concluido, que se trata de justificar a posteriori.

Esta conciencia desplegada en el devenir de las cosas hace perder toda capacidad de acción a la historia, típico del filisteo del siglo XIX, que presenta un conocimiento indiferente de la historia, cambiando su falta de estilo, de unidad y orden en el sentido de justicia, por un único estilo posible, pretendidamente progresista y objetivo.

2.3 La irracionalidad de la historia.

La exigencia de comprender la historia en la verdadera naturaleza del acontecimiento, solo es posible para Nietzsche entendiendo que el conocimiento histórico como un hecho histórico a su vez.

Vattimo señala que la tarea del filólogo-historiador es, para Nietzsche, sacar a la luz lo irracional, base y cultura de la civilización clásica. Por ello debe ser explícito, comprendiendo el trasfondo terrible y malvado de las grandes producciones espirituales.

Para Vattimo esta idea de lo irracional del espíritu, se vincula con la reflexión sobre la experiencia filológica antes que el pesimismo de Schopenhauer.

Se trata de poner en evidencia lo irracional, en coherencia con el conocimiento histórico como un acto vital. Argumenta que nuestra cultura es improductiva porque no reconoce la irracionalidad que está en la base del mundo clásico, por nuestra visión decadente de lo clásico como modelo unitario y positivo, causante de admiración. "Por tanto la tarea del filólogo es generar enemistad entre la cultura actual y la antigua"[5], porque la consideración cerrada y erudita de la historia implica una "identificación hegeliana de lo real con lo racional"[6], y por tanto, la imposibilidad del reconocimiento de la irracionalidad de los acontecimientos humanos.

El reconocimiento de esa no-racionalidad de la historia en el sentido hegeliano, es para Vattimo condición indispensable para tomar una posición viva ante esta, que implique la elección y decisión. En virtud de esta actitud viva, el pasado se convierte en un hecho de la vida, como algo imperfecto que nunca se completa.

Apreciamos una crítica certera contra la pretendida "historia total" de la escuela historicista alemana, comandada por Ranke a finales del siglo XIX, que se encuadraría bajo la óptica Nietzsche, en una arquetipo de la enfermedad de la historia y su obsesión por el objetivismo científico de los procesos históricos.

2.4 El problema de la verdad en el escrito. "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral".

La relación entre las producciones espirituales y su fondo irracional, vinculada a la reflexión metodológica sobre el conocimiento histórico de Nietzsche, adquiere a partir de 1873, para Vattimo, el rango dedicado al problema de la verdad. Señala asimismo que en el escrito sobre la verdad y la mentira Nietzsche alude a la historia, en relación a las producciones espirituales del hombre, como metáforas, consideradas como realidades por la utilización de un grupo social determinado como bases de su vida común.

Nietzsche afirma que del carácter metafórico de las producciones espirituales del hombre, deriva la imposibilidad del conocimiento histórico objetivo, idea que pasaremos a considerar capitales para nuestro enfoque sobre el estudio de la historia. Como hemos mencionado anteriormente, el estudiante puede sentir un cierto temor por parte de la "comunidad científica" ante la extrema subjetividad e irrealidad en que se haya su paradigma, base especulativa que no tiene ni tendrá nunca (gracias a Nietzsche podemos confirmarlo) la veracidad totalizante que pretenden los historiadores profesionales.

Nietzsche afirma que estando lo irracional por debajo de estas construcciones metafóricas de las producciones espirituales, será la codicia, la crueldad y la ferocidad el límite oscuro del conocimiento. En "Sobre verdad y mentira" la referencia a lo irracional sirve para criticar la visión metafísica de la verdad como adecuación de la proposición al dato, para fundamentar la relación con la verdad como una relación interpretativa.

Vattimo señala que en "Wir Philologen" esta relación interpretativa se define como relación vital, como acto de la vida que corresponde a otro acto de la vida, y sólo así es captado, respetado y conservado. "Tanto la irracionalidad como la imperfección indican el carácter abierto de la existencia"[7], que pone en crisis la concepción de la verdad como objetiva y evidente.

En "Sobre verdad y mentira", Nietzsche afirma que no hay un vínculo inmediato de la realidad al hombre, que construirá sus esquemas históricos como producto de una actividad metafórica, bases asumidas de toda sociedad.

Por tanto todas las ciencias son históricas, puesto que nunca tienen que ver con las cosas, siempre con las metáforas, es decir, las producciones espirituales y el lenguaje.

Nietzsche escribe en la misma obra la relación entre el historiador y el pasado. El único modo de conocer es interpretar, organizar libremente mediante una elección consciente y explícita, es decir, un acto vital. Vattimo afirma que nunca se está, sin embargo, ante la vida y la naturaleza, puesto que sólo son metáforas, producciones espirituales que necesitan una interpretación.

Por tanto no podemos establecer una distinción sustancial entre el conocimiento humano, los signos, y las cosas, puesto que todo son acontecimientos culturales, con una deliberada y evidente matiz subjetiva.

 

 

Autor:

Martín Han Stutz Lucca

[1] Ibid. p. 33.

[2] Ibid. p. 36.

[3] Ibid. p. 89

[4] Ibid. p. 94

[5] Ibid. p.98

[6] Ibid. p. 99

[7] Ibid. p. 101

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente