La idiosincrasia ¿un concepto estático o dialéctico? Manifestaciones en el contexto cubano
Enviado por Ignacio Suayero Morales
Resumen
En tiempos de la postmodernidad, percibir los procesos y fenómenos de forma dialéctica como cosmovisión del mundo, permite reconocer que las contradicciones, cambios, y transformaciones que se dan en los mismos; elementos que hoy ocurren con una dinámica más acelerada y controversial. La idiosincrasia de los pueblos es la base de sus tradiciones, y cultura, las que se ven asediadas por la intervención, la transculturación, la trasgresión de patrones socioculturales extrangerizantes y otros fenómenos nocivos que hacen que se replanteen las bases conceptuales y epistemológicas de los procesos que en ese contexto tienen lugar.
PALABRAS CLAVES
Idiosincrasia, dialéctica, cubano.
Introducción
El reconocer que la idiosincrasia del cubano, constituye la identificación representativa de un pueblo alegre por naturaleza, emprendedor, que se ríe de sus propias desgracias y sabe levantarse de entre los más disímiles vericuetos de la existencia; no es para nada congeniar con una idea errónea, pero si a modo de ver de algunos con los que se coincide, una definición superficial de lo que en realidad sugiere esta categoría en la cubanidad, que más que estática es dialéctica y se contrapone, coexiste y desarrolla a partir de la cotidianeidad y el momento socio-histórico concreto que vive la Cuba de hoy.
Partiendo de la etimología de la palabra idiosincrasia, esta constituye un vocablo que proviene del griego idios (peculiar) unido a synkrasis (temperamento). O sea, se refiere a las peculiaridades contenidas en la forma de ser, hacer, vivir, y expresar: sentimientos, relaciones, cultura, y tradiciones que se proyectan de forma incomparada en una colectividad como la nuestra.
No obstante, cuando caminamos por las calles de cualquier pueblo o ciudad, nos encontramos con una serie de irregularidades idiosincráticas que nos hacen replantearnos ese carácter ideal o estático del ser cubanos.
Desarrollo
Entre los múltiples catalogados efectos nocivos que visualizados a diario, los que indudablemente impactan en ese marco, y que desde fuera de nuestras fronteras nos distinguen, y desde dentro nos consolidan identitariamente como seres únicos e irrepetibles entre todos los seres del orbe, pueden enumerarse fenómenos del andar habitual, entre los que citamos los símbolos extranjerizantes. Se trata de emblemas, signos y modas que van denotan formas de lucir vestuarios, con prendas llamativas que nos alejan de los caracteres establecidos en las tradiciones y cultura del buen vestir, emanado del mosaico de culturas dominantes, inmigrantes y entremezcladas que hicieron y hacen que el cubano luzca orgullosamente en cualquier época del año, pasarela de reality show, contexto informal o protocolar la guayabera, renovada en su fabulosa versión contemporánea de guayamisa. Porque entonces, las políticas culturales y comerciales se debaten en promocionar, vender e inundar la sociedad cubana, con prendas que nada aportan a la preservación de la identidad nacional.
Mis colegas, y yo en particular no tenemos nada que objetar en que cada quien haga de sí mismo, la persona que a nivel particular y social quiera ser y mostrar, pero lo que si resulta dañino es observar como muchos jóvenes, aún a costa de su salud e imagen, inundan su piel con los tan de moda "pircing", los que ubican hasta en los lugares más insospechados.
Por otra parte, si bien somos herederos privilegiados del segundo idioma más hablado y difundido a nivel internacional, lo que además de identificarnos, forma parte de nuestra idiosincrasia, en la actualidad constituye un problema a tener en cuenta la aparición cada vez más frecuente, de situaciones comunicativas descontextualizadas, las que se encuentran fuera del canon cubano, para apuntar a un lenguaje cada vez más preñado de anglicismos, vulgaridades, obscenidades, cubanismos y otras categorías que ni siquiera los lingüistas han podido clasificar. Lástima que se trate de una Cuba, que al ser colonizada y dominada por la metrópoli española del siglo XV, nos legara pudiera señalarse como elemento cultural positivo, ese que Víctor Hugo designara "el idioma para hablar con los dioses".
Hace ya algún tiempo, en una conferencia magistral escuché por una muy prestigiosa psicóloga, socióloga, coterránea y docente nuestra, que el cubano es por condicionamiento histórico un ser beligerante. Fundamento arraigado a nuestra idiosincrasia y emergido de la rebeldía pujante del exterminado aborigen autóctono, de la irrefrenable ira del negro esclavizado, de las ansias de libertad del criollo, de las más de tres décadas de guerras emancipadoras, y de la revolución triunfante; seguida de la lucha de nuestro pueblo a adversidades económicas, sociales, políticas, y diplomáticas que a nivel psicológico y de la memoria histórica nos ubican como una colectividad que siempre está a un paso del enfrentamiento.
Esto no quiere decir en ninguna medida, que este núcleo básico configurado como reflejo de nuestra lucha por la justicia, la verdad y las ideas, se maximice a un contexto en el cual adquiera expresiones de agresividad sin límites y anti-valores que caracterizan manifestaciones de delitos, corrupción e indisciplinas sociales, las que como reto actual todos estamos convocados a erradicar.
Sin embargo, la realidad nos conlleva a declarar que aunque la esencia de nuestra idiosincrasia se mantiene en alguna forma intacta contra vientos y mareas, existen efectos lógicos e históricos que tergiversan esa "cuba de caña, tabaco y ron" valorizada de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado. O como bien dijera ese cantautor seguido por multitudes es imposible encontrar "un cubano sin sabor". Si bien ese sabor no sea dimanado de la rumba, el son o la guaracha, sino del sincopa de un reguetón nocturno.
No obstante, es bueno reconocer que entre la características que singulariza nuestra identidad y cubana se encuentran un sin número de virtudes que elevan en su gran mayoría la calidad humana de nuestra sociedad.
La solidaridad, aún cuando de forma invasiva, se ha visto perneada por la incidencia de manifestaciones que no le son inherentes, transita en manos de profesionales de diversas ramas del saber por países de todas las latitudes. Esta es la solidaridad auténtica, la que no consiste en dar lo que nos sobre, sino en compartir lo que tenemos para el bien común. Esta es la solidaridad que se fundamenta en la idea del maestro que: "patria es humanidad".
La alegría del cubano es parte de su idiosincrasia. No se explica solo por la posibilidad de que seamos latinos y además caribeños; sino que además son múltiples las razones que cuentan el peso de nuestra alegría. La comunicación extraverbal y desenfadada, rasgos distintivos de esa alegría son el soporte y articulación de las relaciones interpersonales, las que van de lo sublime a lo ridículo, pues se encuentran en cada momento actitudes inadecuadas que afean esta característica de tan importantísimo valor axiológico.
En una actividad de socialización de conocimientos científicos sobre la temática se encuentran tres posiciones que resultan interesantes para reflexionar:
Los absolutistas: consideran que la idiosincrasia del cubano es un elemento transformado en su totalidad, y que desemboca en una nueva forma de concebir en la postmodernidad nuestra cultura y modo de vida.
Los relativistas: Consideran el rescate de tradiciones, aún cuando descontextualizadas para las nuevas generaciones, la tabla de salvamento a la idiosincrasia ortodoxa que conciben y que pretenden fomentar a través de todas las vías posibles.
Los existencialistas: han perdido la fe en el mejoramiento humano, mas no en la utilidad de la virtud. Explican que las transformaciones sociales, económicas, políticas y de otras naturalezas, impactan en la idiosincrasia nacional, transformándola en un fenómeno que no se atreven a catalogar aún.
Los términos son divididos como se puede apreciar; sin embargo, todos los extremos a consideraciones de los autores de este artículo son malos. Es evidente que el mundo se encuentra sumido en una era de cambios y transformaciones, que muchas de las veces no experimentamos en su totalidad por la rapidez en que ocurren; elementos que impactan indudablemente en la subjetividad humana, y de conjunto transforman la forma en que se concibe la forma de ser, hacer y convivir.
Conclusiones
Esta crónica nos conduce a llamar la reflexión de teóricos y cubanos en general, para dialogar sobre quienes somos y quienes seremos en los próximos lustros, si preservamos o cambiaremos sustancialmente nuestra idiosincrasia, esta que siempre quisiéramos mantener con ese eslogan que nos conmuta a decir "Cuba que linda es Cuba".
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Autor:
MSc. Carlos Viltre Calderón.
Profesor Asistente. Filial Universitaria Municipal de Cultura Física de Banes.
Licenciado en Educación, Especialidad Mecanización.
Lic. Marla Escalona Feria.
Profesora Asistente. Filial Universitaria Municipal de Ciencias Médicas "Urselia Díaz Báez" de Banes.
Licenciada en Enfermería.
Lic. Osdanis Hernández Sánchez
Asistente Técnica para la Docencia. Hospital Materno Infantil Universitario "Luis Mario Cruz Cruz" de Banes.
Licenciada en Enfermería.