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Inmigración y literatura: cuentos


    1. Italianos
    2. Judíos
    3. Ingleses
    4. Irlandeses
    5. Belgas
    6. Suizos
    7. Alemanes
    8. Notas

    En esta monografía me refiero a algunos de los cuentos en los que se trata el tema de la inmigración que llegó a la Argentina entre 1850 y 1950.

    Italianos

    En "Pedrìn", Fèlix Lima presenta a un hijo de italianos que se avergûenza de su origen. Sus padre lo visitan en el estudio, en el que el abogado "encendiò un cigarrillo y se ubicò en amplìsimo sillòn de bùfalo. Cruzò las piernas, echò humo y apoyò la cabeza en el casquete de brin de aquel". Ante el desdèn del hijo, el padre exclama: "-Decalo, vieca. Estarà trabacando de arquentino…" (1).

    En "La conquista de Buenos Aires", de Enrique Loncán, Cicerón vuelve a la vida en el siglo XX y emprende un viaje del que se arrepentirá amargamente. Estas palabras lo impulsaron a realizar la travesía: "más allá del Atlante existe una ciudad nueva, maravillosa, pletórica de esperanzas. Es la tierra prometida de los inmigrantes, la meta de los destinos fantásticos y las riquezas fabulosas. Se cuentan por millares los hijos del Lacio que en Buenos Aires hicieron fortuna… ¿Por qué no la harías tú también, Marco Tulio Cicerón, que llevas en tu sangre lo más puro de la raza latina y en tu mente todo el genio de la estirpe inmortal?" (2).

    Hacia América parte un hombre desde Italia. Por amor al marido emigrado tiempo antes, la madre abandona a sus hijas, llevando al hijo varón, en el cuento "El tren de medianoche" de Syria Poletti. La escritora recuerda así este episodio: "En ese instante, momento en que mi madre me dejó para reunirse con mi padre en tierras de América, nacen el drama y la rebeldía, pero también la revelación de la soledad y su misterio. Fue como si de pronto se hubiesen abierto las compuertas de la vida adulta, y, al mismo tiempo, asomara la certeza de otro llamado. Al irse, mi madre respondía a un llamado ineludible. Yo también, con el tiempo, respondería a un llamado" (3).

    Doménico, un campesino italiano herido durante una huelga en Buenos Aires, en 1919, siente nostalgia de su país. El personaje creado por María del Carmen García "Se quedó pensando en su casa de Pescara, la casa de sus padres, las paredes amarillas, las viejas tejas rotas, descoloridas, que cobijaban en una cocina y en una sola habitación a una numerosa familia de doce almas. Su casa estaba entre colinas, de forma que desde allí no podía ver el mar, pero bastaba con que subiera hasta una cumbre vecina para que apareciera, como en una visión divina, el brillo enceguecedoramente azul de las aguas del golfo, la alta y diáfana línea del horizonte, tan alta que daba la impresión de un mar suspendido en el aire. Y los barcos de todos los calados y los veleros con una fiesta de velas al viento que semejaban una eterna despedida. (…) Esa tarde de verano, agobiante y triste, en que se sentía tan solo y tan dolorido, el recuerdo de su ‘paese’ lo envolvía en una nube dulce de nostalgia" (4).

    Un amor imposible causa la emigración de un italiano, creado por Josè Luis Cassini: "El mismo día en que Enrico se hizo cargo de la sastrería, el único auto de la villa se detuvo enfrente. El chofer entró: ‘La hija del Patrón se va a casar con un doctor de Zóppola, como él ha dispuesto; y aquí te manda este dinero a cuenta del traje de novia que le vas a confeccionar’. Enrico lo entregó y se embarcó. Para no ver jamás el mar viajó tierra adentro, hasta el centro de la Argentina; hasta su huerta, en medio de la manzana del medio del pueblo" (5).

    El casamiento es una de las formas en las que el inmigrante se integra a la nueva sociedad. En un texto de Fray Mocho vemos a dos argentinas intentando una alianza matrimonial con un inmigrante, mas la misma no se da porque el italiano declara estar casado ya en su país. Ante esta situación, la tía de la joven lo increpa: "-¿Y que más quedrá este condenao?… ¡Se necesita ser un gringo afilador, pa crer que una muchacha como mi sobrina sea capaz de fijarse en él si no es para casarse!… ¿Pa qué estarán los criollos?… ¡Aura mismo le habi’avisar al escribiento que no habías sido lo que parecés… condenao!… ¡Si hasta facha e’criminal en tu tierra t’estoy encontrando… verás con quién te has metido a tirar tiros al aire!…" (6).

    En "La casa endiablada" de Eduardo L. Holmberg, aparecen italianos de humilde condición, carreros y verduleros, a los que se considera holgazanes y supersticiosos (7).

    En "Desarraigo", cuento de Ana María de Benedictis, el narrador, que piensa en emigrar de la agobiada Argentina del siglo XXI, se arrepiente, evocando una historia familiar vinculada con la guerra: "Recordó que una mañana muy temprano llegó una carta bordeada de una franja verde, blanca y roja; que la abrió su abuela materna y comenzó a secarse las lágrimas con el delantal; (…) esperaron en la vereda a su padre. (…) Su madre, Mariana, había muerto hacía ya quince días. El correo tardaba mucho y él hacía quince años que no la veía. Recordó el duelo a distancia y el dolor de tanta ausencia amontonada, de tantos besos perdidos y de tanta soledad impuesta por un país destruido por la guerra" (8).

    Españoles

    María del Carmen García es autora de un cuento en el que presenta a unos asturianos que se quedaron en la ciudad de Buenos Aires: "Se acomodaron en una pieza de pensión en La Boca, paso obligado para todo humilde recién llegado, después del Hotel de Inmigrantes y antes de alcanzar el soñado terrenito propio" (9).

    Patricio Pron, escritor santafesino, seleccionó para integrar una antología un cuento en el que menciona un hotel anterior al que conocemos. El protagonista de "La espera" "era porteño. Había nacido allá por 1908 en La Boca, en el Hotel de Inmigrantes, un día de lluvias frías. Sus padres, llegados hacia días de Cataluña, le habían transmitido casi sin saberlo esa sensación de ya no pertenecer a ninguna parte, ni a Cataluña ni a Buenos Aires". El edificio al que Pron se refiere ha sido adquirido por la Fundación Andreani para la construcción de su nueva sede (10).

    Para conjurar la nostalgia, algunos inmigrantes traen de su tierra algo que les resulta especialmente querido: un retrato, un mantón, fotos… O el olivo que la española plantó en el fondo de su casa, en el cuento "Don Paulino", de Marita Minellono (11).

    En la provincia de Buenos Aires se afinca el protagonista de un cuento de Arturo M. García: "Don Javier Echegaray y Tarragona, oriundo de San Sebastián en el país vasco y como su nación, fuerte de temperamento, férrea voluntad, constante en el trabajo y perseverante en sus ideas había llegado a la Argentina a los doce años con unas ansias inconmensurables de hacerse la América (12).

    Cuando "Doña Conce", la gallega del cuento de Jorge Dietsch, ve que se acerca su fin, pide sus zapatos, "e incorporándose en la cama, comenzó a bailar. Bailaba para adentro, se veía en la mirada y la sonrisa, con una gracia joven y movimientos que debían ser de tal agilidad que en la habitación entró un viento fresco de montañas, con olores de campo y de menta. Tarareaba al mismo tiempo una música tan extraña y bella que quienes escuchaban, a pesar de la gravedad de las circunstancias, no pudieron evitar acompañarla con movimientos de pies. Luego, agotada de tanta danza, apoyó la cabeza en la almohada, respiró profundo varias veces, y cerró los ojos sin dejar la sonrisa, como soñando un buen sueño" (13).

    Escribì mi cuento "Volver a Galicia", basàndome en una anécdota familiar. Acerca de esta mujer, digo: "Hasta que no lograra pisar esa tierra, nada tendría valor para ella, porque le faltaba su punto de partida, el origen que la había llevado a ser quien era" (14).

    Judíos

    En un cuento de Susana Goldemberg, dice un inmigrante al despedirse de su familia: "Argentina. El nombre raro. Otro país. Del otro lado del mar. Papá trató de explicarme: -Es un país grande, rico, generoso. Allí respetan a todos los hombres del mundo que quieran trabajar sus tierras. No importa en qué templo o en qué idioma le hablen a Dios" (15).

    En el cuento de Luis León, "Izmir, Vísperas de Pésaj", judíos de Esmirna preparan su viaje hacia la "Aryintina, como Ierushalám, tierra prometida de leche y miel…" (16).

    En "Chacarita, Vísperas de Pésaj", otro judío, esta vez un sefaradí proveniente de Esmirna, recuerda con disgusto su paso por el hotel de inmigrantes: "Cuarenta días en el vapor no fueron menos que cuarenta años en el desierto, y al llegar, ese hotel. Parecido a la timaraná de Chesmé, igual a ese manicomio donde murió Doudou, su madre que nunca lo abandonaba, y comenzó a dejarlo un día, de a poco, en su cerebro, poco a poco hasta olvidar quién era su único hijo, y otro día se fue entre esas paredes ajenas. Esas inmensas salas llenas de camas, donde cada uno hablaba de lo suyo y sin que nadie los entienda" (17).

    Marcelo Birmajer evoca su experiencia en la primaria. A propósito de un hecho que está relatando, dice: "La historia transcurre en el colegio Doctor Hertzl, una institución judío-laica donde cursé hasta el cuarto grado de la escuela primaria. No pasé de cuarto grado porque el estudio simultáneo del inglés, el hebreo y el castellano, sumado a una confusa situación familiar, me dejó varado en una dislexia consistente en escribir el castellano de derecha a izquierda, como el hebreo; y el hebreo de izquierda a derecha, como el castellano. Sin duda podría haberme presentado como atracción en un circo grafológico, pero no era la habilidad más indicada para cursar regularmente el cuarto grado" (18).

    Alberto Gerchunoff dejò, en el cuento "El dìa de las grandes ganancias", testimonio de su època de vendedor ambulante, durante la adolescencia. "Necesitaba poco para ababdonar el comercio a que me dedicaba. Era yo entonces alumno del colegio nacional. Habìa dado examen de primer año, encontràndome imposibilitado para continuar los cursos. Me faltaba el dinero para la matrìcula, carecìa de libros, del traje de cierta apariencia, a fin de que los camaradas de aula no se burlasen demasiado de mi aspecto gringo. Fueron estas circunstancias que me relacionaron con el jocundo Rondelli y nuestro convenio comercial quedò establecido sin intervenir leyes ni escribanos" (19).

    Los inmigrantes padecen las secuelas de la guerra. En un cuento de Sebastián Jorgi, un hombre dice a su mujer: "A la semana de vivir juntos, mamá Freda se largaba a llorar todas las noches en la habitación contigua. Vos me explicaste que estuvo en el Ghetto de Varsovia y no quiere dormir sola porque tiene mucho miedo de sólo pensar que los nazis la llevarán a la casona del fondo del campo" (20).

    En su cuento "El cardenal", Márgara Averbach escribe: "Yo siempre habìa querido un cardenal. En ese entonces, habìa muchos en los àrboles de la casa de las tìas, como flores rojas màs ràpidas que las otras. Y el abuelo, -que había nacido en una ciudad de Europa y después se había visto obligado a convertirse en gaucho judío, una conjunción inimaginable para él, supongo- me habìa prometido cazar uno para mì ese verano" (21).

    De otro agricultor judío, "Aarón" y su esposa dice María Inés Krimer: "Nadie pudo explicar por qué terminaron ahí, perdidos en el medio de la pampa, cuando parientes y amigos se habían dirigido a las colonias de Santa Fe, Entre Rios y Chaco" (22).

    El bisabuelo de Zahira Juana Ketzelman llegó a Azul con su familia, pero, molesto por la actitud de los lugareños para con sus hijas casaderas, se fue de esa localidad (23).

    Eduardo L. Holmberg evoca en "La pipa de Hoffmann" a un judío alemán que "Conocía profundamente la historia y la literatura antiguas, las pocas reliquias de la edad media, y era capaz de apreciar los grandes hechos y los grandes hombres de los tiempos modernos y contemporáneos" (24).

    Ingleses

    En "Nelly", EduardoL. Holmberg se refiere a un inglés, "un caballero perfecto, vinculado a la Legación británica" (25).

    En "Un sepelio atmosfèrico (Crònica de 1891)", Juan Carlos Dàvalos relata el destino que un astrònomo inglès radicado en Salta eligiò para sus restos: "A toque de clarines, la ceremonia dio comienzo a las 3, hora en que el globo, totalmente hinchado, cernìase por encima de la muchedumbre apeñuscada. Debajo del globo, sobre una mesa, notàbase un bulto largo, especie de tùmulo cubierto por un amplio trapo negro: ahì estaba el cadàver de Mr. Stop (26).

    En "La noche de la cruz de plata" -uno de los cuentos por los que Jorge Torres Zavaleta mereció el Premio Fortabat en 1987-, la guerra, que parecía tan lejana, tan europea, llegó a la Argentina. El escritor evoca esa contienda. Tan argentino se siente el hijo de Miss Lucy que, cuando se declara la guerra de las Malvinas, se alista para combatir a los ingleses. Muere en el combate, luchando contra los soldados de la nación de sus padres. Miss Lucy, al enterarse de la muerte del joven, "pensó que de lejos, sin advertirlo, sus compatriotas la habían mutilado" (27).

    Irlandeses

    En uno de los cuentos de Tréboles del sur, Juan José Delaney plantea la situación de una inmigrante que ve frustradas sus ambiciones, principalmente por el obstáculo que es para ella el desconocimiento del lenguaje, aunque, en lo que respecta a lo material, se muestra agradecida: "no puedo pasar por alto la buena acogida que los irlandeses todos hemos tenido en este suelo; difícilmente brazos deseosos de trabajar no encuentren recompensa", dice la mujer" (28).

    Belgas

    En varios cuentos de Horacio Quiroga aparecen inmigrantes. Uno de estos cuentos es "Van-Houten", que toma su tìtulo del apellido del protagonista, un "belga, flamenco de origen", al que "se le llamaba alguna vez Lo-que-queda-de-Van-Houten, en razòn de que le faltaba un ojo, una oreja, y tres dedos de la mano derecha. Tenìa la cuenca entera de su ojo vacìo quemada en azul por la pòlvora. En el resto era un hombre bajo y muy robusto, con barba roja e hirsuta. El pelo, de fuego tambièn, caìale sobre una frente muy estrecha en mechones constantemente sudados. Cedìa de hombro a hombro al caminar y era sobre todo muy feo, a lo Verlaine, de quien compartìa casi la patria, pues Van-Houten habìa nacido en Charleroi" (29).

    Suizos

    En "La casa endiablada", de Eduardo L. Holmberg, es asesinado un colono suizo: "De las prolijas investigaciones hechas, y gracias a un interrogatorio bien llevado, en presencia de testigos fidedignos, el 17 quedò convicto de haber asesinado traidoramente a Nicolàs Leponti, a quien llevò con engaños hasta la casa de Luis Fernàndez. El suizo querìa comprar gallinas de raza, y sabiendo el 17 que aquella casa estaba sola, se dirigiò a ella y allì consumò el crimen" (30).

    Alemanes

    Narra Jorge Luis Borges en "El sur": "El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de una iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una biblioteca municipal en la calle Córdoba y se sentía hondamente argentino. Su abuelo materno había sido aquel Francisco Flores, del 2 de infantería de línea, que murió en la frontera de Buenos Aires, lanceado por Catriel; en la discordia de sus dos linajes, Juan Dahlmann (tal vez a impulso de la sangre germánica) eligió el de ese antepasado romántico, o de muerte romántica" (31).

    …..

    Quienes se establecieron en la nueva tierra aparecen en estos cuentos con sus sentimientos, sus costumbres y peculiaridades; son personajes de ficciòn entrañables, aùn en sus defectos.

    Notas

    1. Lima, Fèlix: "Pedrìn", en Fray Mocho, Fèlix Lima y otros – Los costumbristas del 900. Buenos Aires, CEAL, 1980.
    2. Loncàn, Enrique: "La conquista de Buenos Aires", en Ultimas charlas de mi amigo. Buenos Aires, El Ateneo, 1936.
    3. Poletti, Syria: "El tren de medianoche", en Mi mejor cuento. Buenos Aires, Oriòn, 1974.
    4. García, María del Carmen: Cuentos de gringos, en Fasola, Fanny y Garcìa, Marìa del Carmen: Cuentos de criollos y de gringos Buenos Aires, Vinciguerra, 1996. .
    5. Cassini, José Luis: "El mar en los ojos", en Rotary Club. Còmite de Cultura. Ramos Mejìa, 1994.
    6. Fray Mocho: Cuentos. Buenos Aires, Huemul, 1966.
    7. Holmberg, Eduardo L.: Cuentos fantàsticos. Buenos Aires, Hachette, 1957.
    8. De Benedictis, Ana Marìa: en El Tiempo, Azul, 24 de marzo de 2002.
    9. García, Marìa del Carmen: op. cit.
    10. Pron, Patricio: en De manos abiertas – Cuentos por adolescentes. Buenos Aires, Tu Llave, 1992.
    11. Minellono, Marita: "Don Paulino", en Reuniòn.
    12. García Arturo: "El còctel", en el grillo, Buenos Aires,
    13. Dietsch, Jorge: en El Tiempo, Azul, 14 de marzo de 1999.
    14. González Rouco, María: "Volver a Galicia", en El Tiempo, Azul, diciembre de 1998.
    15. Goldemberg, Susana: en Cuentos de la bobe. Buenos Aires, Sudamericana.
    16. León, Luis: "Izmir. Vìsperas dePèsaj", en SEFARaires, Nº 1, mayo de 2002.
    17. León, Luis: "Chacarita. Vìsperas de Pèsaj", en SEFARaires, Nº 2, junio de 2002.
    18. Birmajer, Marcelo: en No es la mariposa negra. Buenos Aires, Sudamericana, 2000.
    19. Gerchunoff, Alberto: "El dìa de las grandes ganacias", en Cuentos de ayer. Buenos Aires, Ediciones Selectas Amèrica, Tomo I, Nº 8, 1919.
    20. Jorgi, Sebastiàn Antonio: "Tardes del Lorraine", en Tardel del Lorraine. Buenos Aires, Ediciones del Valle, 1996.
    21. Averbach, Màrgara: "El cardenal", en Aquì donde estoy parada. Còrdoba, Alciòn, 2002.
    22. Krimer, Marìa Inès: en El Tiempo, Azul, 9 de febrero de 1997.
    23. Ketzelman, Zahira Juana: en el grillo. Suplemento: Gabinete de Letras y Arte, Nº 9. Buenos Aires, 2000.
    24. Holmberg, Eduardo L.: op.cit.
    25. Holmberg, Eduardo L.: ibìdem
    26. Dàvalos, Juan Carlos: en La muerte de Sarapura Antologìa. Buenos Aires, CEAL, 1980.
    27. Torres Zavaleta, Jorge: "La noche de la cruz de plata", en El palacio de verano. Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1987.
    28. Delaney, Juan Josè: Moira Sullivan. Buenos Aires, Corregidor, 1999.
    29. Holmberg, Eduardo L.: op. cit.
    30. Quiroga, Horacio: en Los desterrados- El regreso de Anaconda. Buenos Aires, Losada, 1997.
    31. Borges, Jorge Luis: en Ficciones. Buenos Aires, Sur, 1944.

     

     

    Trabajo enviado por

    María González Rouco

    Lic. en Letras UNBA, Periodista Profesional Matriculada