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El pintor ruso Vasily Vereschaguin vida y obra

Enviado por Blas Nabel Pérez


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    El pintor ruso Vasily Vereschaguin vida y obra. – Monografias.com

    El pintor ruso Vasily Vereschaguin vida y obra.

    El pintor ruso, Vasíli Vasílievich Vereschaguin nació el 26 de octubre de 1842 en el poblado de Cherepovets, provincia de Novgorod región caracterizada por sus espesos bosques y sus vastas estepas, donde la familia había poseído propiedades durante varias generaciones. La abuela materna de Vereschaguin era una tártara de rara hermosura, casada con un terrateniente de noble estirpe, que la envió a buscar al Cáucaso, es por ello que él se complacía en decir que tenía tres cuartas partes de ruso y una de tártaro. A decir verdad, ciertos rasgos de su expresiva fisonomía revelan su sangre de origen oriental.

    En su infancia y durante sus vacaciones tanto en la aldea Petrovka, donde vivían sus padres como en el poblado Liubiets de Cherepoviets, Vereschaguin fue testigo del trabajo esclavo de los sirgadores, hombres que tiraban de las carretas de los comerciantes. Quedó conmocionado por la vida trágica de los pobladores, que ante una situación sin salida se veían obligados a convertirse prácticamente en animales. Expresó sus vivencias sobre la humillación y avasallamiento de la dignidad humana en la serie Personajes insignificantes. Entre los que resaltan las imágenes de los sirgadores.

    Siendo aún niño se manifestó en él su afición al arte, pues dibujaba todo cuanto veía; pero su familia, considerando que dar al joven la carrera por él indicada sería rebajarse socialmente, a su modo de ver, resolvió destinarle a la marina. En consecuencia, con sólo ocho años fue enviado a una escuela náutica en Tzarkoie para su posterior ingreso en el cuerpo de cadetes del Zar. Es así como en 1853 ingresa en la Escuela de Guardiamarinas de San Petersburgo y realiza su primer viaje por mar en 1858. Mientras seguía su carrera militar, asistía a clases nocturnas de arte, que era lo que a el realmente le gustaba

    No tardó en distinguirse, pero sin dejar por eso de consagrarse a su estudio artístico en todos los ratos de ocio. Con la ayuda de su madre, pudo al fin vencer la oposición del padre, y aunque éste le aseguró que si se empeñaba en ser pintor no le daría jamás un centavo, los sentimientos generosos se sobrepusieron al fin a la severidad del padre, que de vez en cuando entregaba a su hijo sumas de no poca importancia. Abandona su prometedora carrera militar para dedicarse a la pintura.

    Entretanto, el joven Vasily había ganado dos cursos en la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo, donde comenzó a disgustarle al pseudo-clasicismo; y aunque obtuvo medalla de plata por la composición presentada, "Ulises dando muerte al pretendiente de Penélope", inutilizó esta última después, asegurando que le era forzoso cambiar de escuela, porque siendo esencialmente amante del naturalismo estaba en completa oposición con lo antiguo. La educación académica se basaba completamente en el clasicismo y eso no satisfacía al joven por lo que dejó la Academia.

    Su éxito pictórico le sirvió, entre otras cosas, para reconciliarse con su familia, con la que había dejado de tener contacto tras su decisión de abandonar la carrera militar. Al cabo de poco tiempo, el instinto de Vereschaguin lo impulsó a viajar; y después de un rápido pero instructivo recorrido por París, los Pirineos y Alemania, y buscando nuevos horizontes marchó al Cáucaso para estudiar en su fuente los asuntos orientales que le atraían mucho. Allí, realizo muchos dibujos y se dedicó a las costumbres y gentes locales, a la vez pasó una etapa como profesor de dibujo.

    El Cáucaso, sedujo de tal forma a Vereschaguin, que redundó sustancialmente en su trabajo futuro. Su receptividad visual se acentúa – él trata de captar los tonos de la luz en dependencia del carácter y la fuerza de la iluminación. Realiza estudios en la mañana, durante el crepúsculo, a pleno sol y hasta en la noche. El carácter de sus bocetos es más variado. Es aquí donde Vereschaguin es más ingenioso en la transmisión de la luz, la factura, el volumen: experimenta libremente, prueba diferentes combinaciones de colores, diferentes densidades y audaces modulaciones. Su paleta finalmente se libera de la oscuridad condicional, el colorido adquiere una instrumentación más rica, el color – insignificante – antes que la candidez y el brillo.

    Con la ayuda de su familia, se trasladó en 1864 a París. No tardó en aparecer en el "Tour du Monde" un relato muy gráfico, escrito e ilustrado por el propio Vereschaguin, dando cuenta de su primera excursión al Oriente, en cuyo texto demostró que era tan apto para manejar la pluma como el pincel. Tres álbumes llenos de acuarelas y de dibujos fueron el resultado de aquella visita.

    "Mi álbum – escribió Vereschaguin – revela mi afán; y esta vez ha sido tan considerable el número de mis bocetos en el Cáucaso, que Geromé no pudo menos que manifestar su asombro. Sin embargo los colores se me resisten siempre, y por lo mismo prefiero trabajar con mi pincel". (1)

    En París, él se había presentado ante el pintor Jean-León Gérome, y con su habitual dinamismo, le solicitó que le admitiera para aprender – ¿Quién le ha enviado a ud a mi?- preguntó Geromé. Sus pinturas, le respondió sencillamente Vereschaguin. La franqueza del joven y sus obras le recomendaron ante el maestro, que accedió a la repentina petición. Jean-León Gérome era pintor y estuatario francés de estilo académico que había alcanzado fama en la pintura de historia, del cual Vereschaguin tomó su estilo y temas históricos y militares; así como su documentada interpretación de ambientes y personajes. A partir de ese entonces Vereschaguin trabajó dos años con él, y asistió al mismo tiempo a la Escuela de Bellas Artes (Ecole des Beaux-arts).

    Así, fue el primero en emanciparse de las reglas tradicionales, y su energía con la que enfrentó a los que le criticaban hizo comprender a estos que no era un hombre común. Se opuso a copiar a los antiguos maestros; y también rehusó servirse de colores, alegando que él no se creía con suficiente aptitud para ello.

    El nuevo artista no permaneció largo tiempo en París, para su estudio – comprendía Vereschaguin – no eran suficientes las escenas de una refinada civilización; en Paris la Academia seguía también los standards clásicos y la práctica de copiar obras maestras. Necesitaba el espacio libre, la naturaleza salvaje; y es así que en las vacaciones de 1865 saliendo de París se dirigió a las regiones caucásicas, bosquejando todo cuanto veía a su paso, "con ardiente frenesí".

    En el año 1867 terminó el aprendizaje de Vereschaguin, que continuó de nuevo en el ambiente poético del Oriente. Sólo necesitaba un empuje para lanzarse, una oportunidad para emprender la marcha, y afortunadamente no tardó en presentarse bajo la forma de una expedición rusa a las estepas del Asia Central con el objetivo de castigar a los merodeadores turcomanos, que cometían numerosas depredaciones. Se enroló voluntario en el ejército ruso en Turkestan y participó en acciones militares contra el Emir de Buhara.

    El general Kaufmann acababa de ser nombrado jefe de las fuerzas expedicionarias, y Vereschaguin solicitó ser admitido como artista voluntario, lo cual se le concedió, nombrándosele alférez para facilitarle los medios. En aquel momento Vereschaguin tuvo una perspectiva un espacioso campo de acción, y pudo estudiar el Oriente como pocos pintores lo habían hecho antes, porque penetró con sus pinceles donde los demás habían pasado sólo con la pluma. Realiza investigaciones etnográficas en la región. Allí conoció la guerra a fondo mejor que ningún artista pudiese conocerla antes; por eso la ha representado con tanta verdad, desnuda del oropel y de los caprichosos accesorios con que las retrataban hasta ese momento los artistas, más aún que los historiadores; y también ha hecho ver cuan horrible, sangriento y repugnante es en realidad el espectáculo de esa lucha entre gobernantes-poderosos.

    A partir de ese momento, el Vereschaguin combatiente, cada vez que conocía del inicio de una guerra de esta índole preparaba sus pinceles y pedía autorización para agregarse al Estado Mayor adonde se iba a realizar sus bocetos, pero no desde donde acostumbraban a hacerlo los oficiales de rango o corresponsales – que seguían con anteojos de larga vista los movimientos de las grandes masas de ejércitos – sino al natural, bajo el fuego enemigo, con un valor y una serenidad imperturbables. Mientras estuvo con el general Kauffman, Vereschaguin no se limitó a bosquejar y pintar, sino que también participó el combate. Durante la defensa de la ciudad de Samarcanda, quedó sitiado junto a seiscientos cincuenta y ocho soldados entre los que se encontraba el pintor. La ciudad estaba cercada por una horda de feroces turcomanos y cuando los rusos comenzaron a desanimarse, el artista, olvidando sus pinturas al ver que el enemigo acababa de fijar su estandarte en las murallas, reunió a su gente en el momento crítico, con un arma en la mano amenazó a los que huían y les obligó a prepararse para la defensa. En la batalla, que duró ocho días, Vereschaguin actuó como un verdadero militar.

    Por su valiente comportamiento en la defensa de Samarcanda Para recompensar el heroísmo del artista, se le concedió la Cruz de San Jorge, la más alta condecoración militar; pero Vereschaguin en un inicio rehusó este honor, como siempre hizo con cuantas le ofrecieron, alegando que el arte es un estado libre y que cuando busca semejantes recompensas deja de ser digno de su alta misión. Posteriormente la acepto y fue la única que llevó en su pecho durante toda su vida.

    A su regreso del Turquestan – en 1871 – se establece en Munich, donde compró una mansión, y construyó su primer estudio al aire libre: era una especie de habitación movible, montada en ruedas que se deslizaban, en forma circular, por unos raíles como los del tranvía. El artista había tomado la idea de los instrumentos que se usan para las observaciones astronómicas; y en su nuevo estudio le era fácil colocar su modelo de modo que estuviese bien iluminado por la luz directa del día, mientras que él trabajaba en el interior con toda comodidad. Allí permaneció tres años trabajando con las notas y material recopilado durante sus viajes por el Turquestán y el Cáucaso. Treinta lienzos, ochenta y un bocetos ciento treinta y tres dibujos fue el resultado de su trabajo que dio lugar a su primera muestra. Vereschaguin consideraba como única forma de dirigirse al publico la Exposición Personal, es por ello en vida organizo mas de sesenta exposiciones en prácticamente casi todas las ciudades europeas, en estados Unidos y mayores ciudades de Rusia. Permanecía durante la presentación de estas, a veces servía de guía a los visitantes, así conoció innumerables personalidades de todos los ámbitos, con muchos de los cuales trabó amistad, entre ellos: el físico e inventor, Thomas Alba Edinson, el pianista y compositor, Fransz List, el reconocido critico Alexandr Benua, el escritor y pensador, Lev N. Tolstoi, el escritor y humorista Mark Twain y muchos otros.

    En 1872, Vereschaguin, participa en la Exposición Mundial de Londres y en 1873, inaugura su primera Exposición en el Palacio de Cristal de Londres, la cual estaba conformada por los cuadros del Turquestán. La misma tuvo un enorme éxito. Cuando se dio a conocer el número y la variedad de sus pinturas no se hizo esperar la difamación. Entre otras murmuraciones decían que no era posible que fuera obra de una sola persona. No obstante, la prensa inglesa alabó las obras de Vereschaguin con justo entusiasmo. El Spectator, entre otros diarios, después de asegurar – que en nada se asemejaban a lo que se había visto antes- concluía su artículo diciendo: "Por su belleza y bizarría son únicas en su género" (2)

    Entre las notables pinturas presentadas por Vereschaguin llamó la atención especialmente la que se titula "Contemplando el Trofeo"; representa un patio de rica arquitectura, donde el blanco mármol y las columnas esculpidas constituyen un majestuoso conjunto; en el suelo se ve un montón de cabezas cortadas, y el Emir las contempla con desdén, empujando con el pie una que se ha rodado, separándose de las demás; alrededor están sus cortesanos, cuyas fisonomías no revelan disgusto alguno, ni piedad ante aquel sangriento espectáculo.

    Poco después de su regreso del Turquestán, en 1869, se expusieron algunos de sus cuadros en San Petersburgo, donde produjeron honda sensación, los que llevan por título "Ataque sorprendido" y "Defensa de la ciudadela" en los que el artista pretende expresar la situación vivida durante su estancia en el Turquestán. Esos cuadros impresionaron de tal modo al Zar Alejandro II, que los conservó en su gabinete particular hasta su muerte.

    Vereschaguin considera la guerra como una inmensa calamidad, como un terrible azote, como una especie de danza de la muerte. El que haya presenciado alguna vez la guerra y visto después sus obras sabrá apreciar justamente su mensaje. Esta idea se refleja con mayor crudeza en el lienzo que lleva por título "Apoteosis de la Guerra" considerado entre las 100 mejores piezas de la pintura mundial.

    edu.red

    Apoteosis de la Guerra,

    El cuadro pertenece a la subserie "Bárbaros", que aunque enmarcada dentro de la Serie del Turquestan incluye varias obras que Vereschaguin decidió separarlas por su significado psicológico. No son escenas de batallas, sino momentos antes o después de los combates, escenas destinadas a revelar el lado oculto de la guerra; acciones que sorprenden por su crueldad. Vereschaguin toma como tema las conquistas de Tamerlan*, el conquistador de los siglos XIV-XV quien dejaba tras de si pirámides de cráneos humanos, extraño monumento que, no sólo Tamerlán, sino otros conquistadores en toda Asia erigieron para recordar sus hazañas guerreras. En los tiempos en que el pintor estuvo Asia Central esta orden también la daban los Khanes.

    * Tamerlan (Timar Lenk), conquistador tártaro de Samarcanda. Coronado rey de Transoxiana (1370-1405) fue el fundador de la dinastía de los timúridas. Se propuso continuar la obra de Gengis Khan por lo que se le considera el creador del segundo imperio mongol.

    La pintura representa una de esas pirámides en medio del desierto muerto, quemado por el sol, con árboles secos, un pueblo depredado; a los lejos las casas destruidas y en el centro sobre la pirámide los cuervos. En un inicio, el pintor pensó nombrarle al lienzo "El triunfo de Tamerlan", pero prefirió darle un mayor significado psicológico con el de: "Apoteosis de la Guerra", señalando en su parte inferior: "Dedicado a todos los grandes conquistadores: pasados, presentes y futuros". Con su duro realismo y a la vez épico el cuadro se convirtió en famoso símbolo de toda la Serie del Turquestan. El Zar Alejandro II – quien gustaba que le llamaran libertador – prefirió desestimar su existencia, es probable que le halagara, que el pintor lo comparará con Tamerlán. Vereschaguin logra una asombrosa divulgación del lienzo, sumada a la que ya había alcanzado públicamente con sus mordaces cuadros de batallas.

    Según refiere, Ezequiel García Enseñat:

    "El pensador ha dejado cuadros de una profunda ironía contra la guerra, algunos de los cuales han sido adoptados como emblemas a favor de la paz universal. En la Exposición de 1900, las sociedades consagradas a promulgar aquella generosa utopía, colocaron en lugar de honor de sus instalaciones el cuadro de Vereschaguin, La Apoteosis de la Guerra, que representa un campo yermo en el que se levanta un montón de cráneos sobre el cual se cierne una bandada de cuervos. El efecto que otros artistas han obtenido por medio del símbolo como Stuck con su "Conquistador", lo ha logrado más intenso el artista ruso copiando la horrible realidad" (3)

    Entre sus lienzos llama la atención "Acción de Gracias", en el que se ve al sepulcro de Tamerlán ante el cuál un Emir y su Séquito dan gracias a Dios por las victorias alcanzadas. Para demostrar su inferioridad como partes de la obra, Vereschaguin colocó a los personajes en un ángulo del lienzo; la arquitectura del sagrado recinto presenta un conjunto majestuoso, con sus columnas de mármol, sus arabescos de oro y sus soberbias balaustradas, contra las cuales se apoya la tumba. La composición es magnífica, rica en luz y en detalles.

    Toda la colección fue trasladada después a San Petersburgo donde la compró el mecenas I. N. Tretiakov, Vereschaguin impuso tres condiciones; que las pinturas no saldrían de Rusia, que no se truncaría la colección; y que se permitiría al público verla. Tretiakov aceptó generosamente, y hasta mando a construir una sala especial para colocar en su Galería los cuadros. En esa oportunidad el mecenas, Tretiakov* – guía ideológico de los Peredvizhniki (Los Ambulantes), – escribió sobre sus pinturas:

    "Todas las obras son de un alto nivel artístico. No conozco si en la actualidad exista algún pintor semejante a él, tanto aquí, como en el extranjero. Es realmente asombroso". (4)

    Mijailovich Tretiakov, pintor y dibujante ruso maestro del género histórico y del retrato, critico de arte. Contrario al arte académico fue el iniciador de "la revuelta de los catorce", que terminó con la expulsión de estos de la academia. Bajo la influencia de los revolucionarios-demócratas Kramskoi adoptó la concepción del elevado papel del pintor en la sociedad, lso principios del realismo, la esencia moral y nacional del arte. Fue uno de los principales organizadores e ideólogos de la Asociación de Exposiciones Ambulantes (Peredvizhniki).

    Las pinturas de la Serie Turquestán dejo estupefacto a sus contemporáneos, lo que mostraba Vereschaguin era totalmente nuevo, original e inesperado. Un mundo no visto antes, claro en su veracidad y característica. Resaltaban los colores y la novedad del mensaje, la técnica en nada semejante a la de los pintores rusos de aquel momento. Muchos de estos la consideraron un arte extraño y foráneo al arte ruso. Solo Kramskoi* valoró positivamente la obra al señalar:

    • "La Serie del Turquestán – es un brillante éxito de la nueva escuela rusa, su logro indiscutible es el haber levantado altamente el espíritu del ruso, hacerle que su corazón palpite, es un orgullo que Vereschaguin

    sea ruso, enteramente ruso". (5)

    * Ivan Nikolaevich Kramskoi (1837-1887). Pintor y crítico, reconocido ideólogo y pedagogo. Uno de los cabecillas de la rebelión contra la Academia, es considerado como el ideólogo del arte realista ruso. Dirigente máximo de los Peredvizhniki (Los Ambulantes), gremio de reconocidos artistas rusos, fundado en 1870 para promover el arte más allá de las fronteras hegemónicas de la Academia de Artes de San Petersburgo. Bajo la dirección de Kramskoi el grupo lucho por la victoria del realismo y se convirtió en la escuela del arte ruso de vanguardia. Su pintura se centró mayoritariamente en el retrato, buscando como protagonistas a intelectuales, escritores y otros artistas, es decir, a los nuevos héroes de la época. Se trata de representaciones sencillas, de fondos lisos y neutros, pero dotadas de una acusada fuerza espiritual y moral.

    El lugar central de esta serie lo ocupan los cuadros de batallas, los que tuvieron gran éxito tanto en Rusia como en otros países, definiendo en lo adelante la línea fundamental de la creación de Vereschaguin. En sus más tempranos lienzos, ya el pintor presentaba una protesta contra las "guerras de conquista". El carácter antibélico de las obras fue el resultado de profundas meditaciones y observaciones vitales del autor, el que imprimió al arte de batallas la verdad que hasta ese momento no conocía el pueblo ruso. El convirtió a los soldados rusos en héroes de sus lienzos, representándolos como eran, simples ciudadanos, sólo que vestidos de uniformes militares y con armas.

    El pintor domina ya libremente el pincel, con resonantes y saturados colores trasmite el ardiente cielo del sur, la verde estepa primaveral, el frescor de las cimas de las montañas cubiertas de nieve y la compleja ornamentación de las construcciones antiguas de Samarcanda.

    Muchos de los cuadros que pinto de las batallas en Asia Central no gustaron a los oficiales del ejército y lo acusaron de falta de patriotismo. El pintor reflejó lo que veía en el campo de batalla lo más fielmente posible, mostrando incluso derrotas rusas. Como resultado de esto, le obligaron a romper algunos cuadros.El pintor Ilia E. Repin * referiría penetrantes palabras sobre el pintor:

    "Vereschaguin es el mas grande pintor de su época (…) el abre nuevos caminos en el arte. Es una personalidad colosal, este es realmente un bagatir. Vereschaguin es un súper-pintor, y como tal un super-hombre" (6)

    * Iliá Efímovich Repin, destacado pintor y escultor. En 1878 Repin se unió a la Asociación de artistas Peredvizhniki (Itinerantes). La fama de Repin se extendió a raíz de su pintura Los sirgadores del Volga, una obra que denuncia de un modo impactante el duro sino de estas personas. Sus obras, enmarcadas en el realismo, contienen a menudo una gran profundidad psicológica y exhiben las tensiones del orden social existente. Fue puesto como ejemplo para ser imitado por los artistas del realismo socialista.

    A consecuencia de esto abandonó Rusia durante dos años. No obstante, fue prohibida la presentación de sus obras y su reproducción en libros, periódicos y revistas. Durante treinta años el gobierno zarista no compró ni un solo cuadro del pintor, a pesar de que ya había adquirido renombre mundial.

    En 1874 el Consejo de dirección de la Academia de Bellas Artes de Rusia le concede el grado de Profesor por su "renombre y excepcionales trabajos en la actividad artística", no obstante Vereschaguin renuncia públicamente al grado concedido.

    Entretanto Vereschaguin marcha por segunda ocasión al Oriente, que seguía atrayéndole realiza viajes, esta vez a Arkángel, Siberia, China, el Tibet y Japón. Esta vez está resuelto a ir a la India, y quiso que le acompañara su esposa, con la cual se había casado en Munich. Viajó en 1874 y la estadía duró algo más de dos años durante la cual la pareja sufrió no pocas privaciones; pero como su visita coincidió con la del Príncipe de Gales, apoyado por éste Vereschaguin pudo ver la India como el deseaba: quería estudiar tipos y castas para representar el indecible encanto de ese singular país. Cuando el artista fue a visitar el Himalaya subió hasta el pico más alto, acompañado de su esposa, sin hacer caso de los que trataron de disuadirle. Quería estudiar desde allí los efectos de la nieve y de las nubes, y después de esa visita pintó un cuadro en el cual represento la Cordillera del Himalaya con sus picos cubiertos de "nieves eternas": el conjunto era soberbio; y difícil es que nadie pudiera pintar la nieve como Vereschaguin, pues sabe expresar la sensación del frío con admirable elocuencia.

    Durante sus dos viajes a la India (en 1872-74, 1882-83) realizó una serie de obras. Reflejó en algunos de sus cuadros la opresión del pueblo indio bajo el gobierno colonial británico, entre las que se destaca, La procesión de elefantes de los jefes ingleses y nativos de Jeypore, 1875 – 1879.

    Más de ciento cincuenta bocetos de asuntos indios y orientales que Vereschaguin hizo durante su estancia en París, al regreso de la India, en el estudio construido para él durante su ausencia. En Maisón-Lafitte, a corta distancia de París se encontraba situado el estudio, construido a su manera; ubicado en el claro de un bosque, circundado por árboles, sin mas compañía que la de su esposa, ambos compartían la soledad, él trabaja sin descanso y vivía a su gusto. Pocas personas le visitaban, trabajaba de la mañana a la noche, y sólo salía a pasear con sus dos temibles dogos.

    Vereschaguin parecía estar satisfecho en su enorme estudio – 100 pies de longitud por 50 de ancho y 30 de altura. Esto le permitía pintar cuadros de grandes dimensiones, el estudio también era movible como el de Munich, aunque más grande. Desde que habita Maisón-Lafitte se dedica a las pinturas de la India, para "englobarlas en dos colecciones" – según sus palabras – con el objetivo de ganar el dinero necesario para beneficio en la fundación de varias escuelas

    Se encontraba aún en Maisón-Lafitte cuando estalla la guerra ruso-turca – La Guerra liberación nacional en los Balcanes- como le llamaron en Rusia, ya que las Republicas Balcánicas eran consideradas, países hermanos. Por consideración a su esposa no había querido separarse antes de ella cuando se produjeron las complicaciones con Serbia, pero en esta ocasión no pudo resistir ya más; aunque se oponía a la guerra, creyó que era su deber participar; ansiaba trasladarse al lugar de la acción para estudiar y se dirige al cuartel general de los rusos donde fue muy bien recibido por el Zar y su séquito, que a la sazón se encontraban allí. Se le facilitaron todos los medios para que pudiera seguir el curso de la campaña.

    Accediendo a los deseos del Gran Duque Nicolás, Vereschaguin se agregó al cuerpo de guardias mandado por Skobeliev. En carta llena de patriotismo, le escribe a un amigo:

    "Voy en el destacamento de avanzada, la división de los cosacos dirigida por el general Skobeleev, y tengo la esperanza de que antes que yo, nadie se encuentre con los soldados turcos". (7)

    Diez cuadros reflejan el periodo invernal de la guerra, de los cuales el más popular es "Shipka-Sheinovo. Skobeliev en Shipka". El lienzo cierra el ciclo sobre la guerra ruso-turca. El combate en Sheinovo fue el 9 de enero de 1878 después del cual se entregó el Ejercito Turco del sur de Vessel-Pashi fue un momento critico, en el que se definió la victoria.

    Este es el único trabajo de la Serie de los Balcanes que se dedica al momento de la victoria: el general M. D. Skobelev en su caballo blanco corre velozmente salundando a la caballería. Tras él, el abanderado y el pintor que se ha hecho representar con un abrigo blanco. La composición está lejos de cómo se muestra la victoria según los cánones académicos, ya que el pintor no muestra la apoteosis personal del General en jefe, sin dejar de mostrar "la otra cara de la medalla"- el caro precio de la guerra. Según refiere Vereschaguin, en sus memorias, después del combate estuvo caminando largamente antes de la llegada de la oscuridad, camino sólo por el campo, observando las poses y las caras de los muertos.

    Resuelto a verlo todo, había insistido para que se le permitiera servir en un torpedero, puesto peligroso que a toda costa quiso ocupar, por más que trataran de disuadirle, habiéndole dicho el jefe de las fuerzas: "Rusia tiene muchos centenares de oficiales, pero no dos pintores como usted".

    No obstante se le permitió integrarse a la tripulación del legendario "Shutka", que fue atacado por los barcos turcos. Su obstinación habría de costarle una grave herida que le tuvo dos meses el hospital de Bucarest, donde renegaba de su suerte por no haber podido seguir en su expedición más allá de los Gandes Balcanes. Apenas se hubo restablecido, marchó apresuradamente a Plevna, y pudo llegar a tiempo para presenciar la destrucción de la fortaleza.

    Fue testigo de la batalla por la defensa campaña de Plevna y manifiesta que al día siguiente de esta, los hospitales del campamento estaban atestados de heridos, porque la lucha había sido más encarnizada de lo que se creía; los médicos debieron convertirse en héroes, y los hermanos de la caridad no tenían tiempo para acudir a todas partes, más a pesar de esto, los mayormente heridos debieron pasar dos o tres días sin que se les atendiera en lo más mínimo, y muchos de ellos se hallaban casi sumergidos en el barro y el agua de la lluvia.

    El ancho camino desde Plevna al Danubio estaba completamente ocupado por los furgones de las ambulancias y todo tipo de carros llenos de heridos que volvían a sus casas; pero la mala construcción de los vehículos por una parte y el polvo y el calor por otra, hacía imposible la curación para muchos, porque sus heridas se convertían en espantosas llagas, declarándose la gangrena en la mayoría de los casos. Vereschaguin observó detenidamente todos estos detalles para no omitir nada en sus cuadros, y a fin de demostrar que la guerra no se reduce a un belicoso aparato, a una exposición de elegantes uniformes y briosos caballos.

    Lo mismo sucedió con los heridos de los turcos: el camino de Plevna estaba lleno, aunque se habían distribuido muchos en las casas de la población, y nadie se cuidaba de aquellos infelices. Vereschaguin cuenta que habiendo entrado a una granja, preguntó a su propietario si tenía en su casa algún herido turco – "algunos había" – contestó con indiferencia el hombre, – pero creo que algunos de ellos han muerto ya; si usted quiere vamos a verlos". – Así diciendo, le condujo a un cobertizo, y Vereschaguin pudo ver que estaba lleno de cadáveres: muchos de aquellos infelices se habrían podido salvar si no se les hubiese olvidado. La guerra ruso-turca le ofreció de nuevo otra oportunidad para documentarse sobre los horrores de la guerra. Esto le proporcionó temas para pintar cuadros que puede considerarse como los más expresivos en el género, y también de los más propios para execrar los horrores de la guerra.

    En el cuadro "En Plevna antes del ataque" la composición está realizada bajo el principio de la asimetría, lejos de la ponderación académica. En el primer plano a la izquierda: el Estado Mayor. En las caras, los movimientos de todos los personajes reflejan emoción, tensión. El paisaje representa un espacio abierto, que se eleva en el horizonte. A lo lejos, al fondo el cielo lleno de nubarrones interceptados por el humo de los disparos de los amenazantes reductos de Plevna. El resto del espacio, en el cuadro, está cubierto por la cadena de soldados: figuras, cabezas, armas, capotes, botas, camisas, uniformes, se mezclan en un todo indivisible que se oculta como para respirar mejor.

    Se ven solo dos o tres caras en ellas la paciente tranquilidad se refleja en la sencillez del comportamiento de los combatientes, incluso en el momento de extremo peligro hay una disposición de ánimo generalizada, como de costumbre. El ritmo de la acción que entrelaza las figuras de los soldados refuerza la impresión de unidad – física y psicológica – y una disposición de la masa soldadesca como de algo monolítico.

    Al pintor le interesaba mas, representar la psicología de las masas de las personas en la guerra, que la psicología individual de cada persona. En este cuadro como en otros se percibe la voz de la naturaleza: alrededor de los soldados los árboles cortados por el tronco, símbolo de la tragedia.

    Vereschaguin refleja como figura central del cuadro, "El Emperador Alejandro II en Plevna" al Zar, que había arribado con su séquito a Plevna el 30-31 de agosto de 1877, desde la colina donde miran se nota a lo lejos en la profundidad una cuenca cubierta de círculos de humo producidos por el armamento, aunque la batalla no esta representada. El Emperador – el único que aparece sentado en su silla de campaña – en su tensa figura está resumida la tensión del momento y cuidadosamente oculta la inquietud. La brusca asimetría de la composición y el triste paisaje otoñal crean un ambiente de presentimiento de la desgracia. La batalla fue un fracaso para el ejército ruso con grandes pérdidas, por lo que Alejandro II decide tomar Plevna por asedio.

    El Zar Alejandro II, al ver los lienzos del artista, manifestó a las personas que le rodeaban: "Ese hombre es un revolucionario". Vereschaguin, por su parte, aseguraba que no era ningún agitador. No obstante, su utilidad radicaba en que era muy temible con su arte; pues expresó gráficamente sus principios, y combatió el barbarismo de los déspotas con armas mucho más contundentes.

    Cuando los cuadros de la colección, fueron expuestos en San Petersburgo provoco la furia del futuro heredero de la corona, el que manifestó: "El que ha pintado esto es un loco". A pocos pasos de él se hallaba Vereschaguin, quien se limitó a responder: "Siempre he dicho que mis pinturas no eran propias para los palacios". Al día siguiente, Vereschaguin recibió la orden de presentarse en la residencia ducal, porque el príncipe deseaba conocerle más de cerca. El artista obedeció, pero después de haber hecho antesala durante mucho tiempo, le dijeron que su Alteza Imperial no estaba en disposición de recibirle ese día, y que por lo tanto debería volver al siguiente día. Vereschaguin no consideró oportuno obedecer en esta segunda ocasión, y sin perder tiempo salió de Rusia, pues temía que se le impusiera un viaje involuntario de algunos años a la Siberia.

    El Emperador ruso no quedaría tal vez muy satisfecho de su condescendencia con el artista porque éste, que ya en sus pinturas sobre la guerra del Turquestán había representado todo cuanto vio con una verdad comprometedora, ahora que estaba en toda su fuerza y vigor, no podía menos de representar en el lienzo asuntos de fuerza incisiva, que demostraban con los mas vivos colores, como nunca se había mostrado antes, al horror y la miseria que a los pueblos ocasionan las sangrientas luchas de los gobernantes.

    Así, cuando algunos diarios le adjudicaron el epíteto de "el Horacio Vernet de Rusia*, sobrada razón tuvo Vereschaguin para juzgarse indignamente calumniado, porque en sus lienzos no glorifica la lucha de los Reyes; más bien satiriza a los déspotas ambiciosos, por lo creía se le debía considerar como un moralista entre los pintores. A los que le censuraban por representar horrores les contestó que sus pinturas no eran nada en comparación con las espantosas realidades que él había presenciado.

    *Horase Vernet. Pintor francés que en sus obras representa las batallas glorificando la guerra (1789-1863)

    La guerra ruso-turca además de ofrecerle una nueva oportunidad para documentarse sobre la realidad de la guerra; hizo sentir a Vereschaguin de cerca sus trágicas consecuencias, al perder a su hermano, lo que contribuyó a reforzar su vocación antibelicista. En las posiciones de avanzada de la batalla por Plevna se encontraban también sus dos hermanos – Alexander y Serguei.

    A nadie extrañará que en enero de 1878, Vereschaguin se viese afectado de una fuerte afección de nervios, a consecuencia de los horrores que había presenciado. Recuperado después de tomar parte, en calidad de secretario en las negociaciones de paz, volvió a París donde quiso utilizar sus más recientes impresiones.

    La serie Los Balcanes es considerada la culminación de la obra de Vereschaguin. Creada en su estudio de Paris con los bocetos traídos de Bulgaria, a donde viajó en dos ocasiones una a Shipka y después a Plevna. Durante dos años (1878-1879) y padeciendo de los nervios, se encerró tiempo durante el cual concluyó los alrededor de treinta cuadros referidos a los episodios fundamentales de la guerra; los "poemas lacónicos" como él les llamó. Varios lienzos referidos al más trágico acontecimiento, el tercer ataque a Plevna y dos de ellos "Vencedores" y "El vencedor. Réquiem por los caídos" a los sangrientos combates en Telishe.

    Vereschaguin, pinta una escena de la que fue testigo: un regimiento al completo pereció en un ataque en campo abierto. Esta imagen del funeral absurdo en un campo sembrado de cadáveres desnudos que apenas aparecen entre las yerbas – lo cual molestó al zar – significó un osado alegato antibélico.

    En este lienzo prácticamente no hay representación de acciones ni movimientos. Su expresividad está condicionada por la idea dominante del paisaje – un enorme campo bajo el lúgubre cielo y una tormenta que se cierne sobre los cuerpos que cubren el terreno – el espectador los ve como si su imaginación los adivinara.

    La entonación dramática del paisaje se refuerza por dos figuras acentuadas en el plano delantero a la izquierda. Solo dos personas rinden tributo fúnebre a la memoria de los miles de caídos: el sacerdote con vestidura negra y el sacristán militar. Ningún oficial superior fue capaz de con su presencia honrar la memoria de los tendidos en "el campo de muertos".

    El cuadro está clasificado como una imagen representativa del paisaje de la guerra, trágica y cruda, que se convierte en símbolo de la calamidad de la guerra.

    En 1880 había terminado la serie de lienzos, los cuales envió a la exposición de San Petersburgo; Tretiakov, su protector, los compró casi todos, y nuevamente Vereschaguin, destinó la suma a obras caritativas. Esta vez quiso dotar a varias escuelas de música y de dibujo, y también a algunos colegios donde había alumnas que cursaban medicina, pues sabía muy bien la importancia de los auxilios de las mujeres en el campo de batalla. En los años siguientes, las pinturas de Vereschaguin se exhibieron en la mayor parte de las capitales europeas; y el artista destinó de nuevo a favor de la educación cuantas cantidades obtuvo.

    Atraído por la India, vuelve a visitarla en 1882, y a su regreso trajo consigo un enorme número de bocetos. Enamorado de este país se dedica a pintar una colección de veinte grandes cuadros que ilustrarán la historia de la India, desde los primeros tiempos. La colección estaba destinada al príncipe de Gales, futuro Eduardo VII, protector y amigo personal del artista ruso.

    En cierta ocasión le solicitaron ver los bocetos sobre la India y respondió:

    "Yo llevo en la cabeza la idea de mi composición, y la maduro por espacio de seis meses, o con mas frecuencia durante uno, dos, tres, cuatro o cinco años; pero pasado ese tiempo la traslado al lienzo ya arreglada, faltándome sólo añadir algunos pequeños detalles. Tal vez tenga esto sus inconvenientes, pues puede suceder que me sea necesario introducir modificaciones, con frecuencia costosas; mas por otra parte, utilizo mi primer impulso en la pintura y no en el bosquejo. No me siento capaz de ocuparme dos veces el mismo asunto". (8)

    Sobre la India fueron realizados más de ciento cincuenta bocetos, Vereschaguin quedo deslumbrado por la originalidad y elevada cultura – sólo en Japón vuelve a ver algo semejante – por tal acabado en todo, sobre todo en la arquitectura de los conventos y en la pintura mural antigua; en las danzas rituales, la pantomima, y en los trajes y utensilios domésticos, los considera lo más exótico que ha visto.

    De su obra se realizaron diversas exposiciones en Londres, Viena o Berlín, ciudad esta última donde tuvo una especial acogida por su tremendo realismo. Según algunos críticos de la época, lo que se mostraba era demasiado gráfico; el pueblo no tenía la necesidad de contemplar la barbarie de la guerra de un modo tan explícito. Se llegó a prohibir a los soldados que fueran a ninguna exposición del artista por motivos psicológicos.

    Al respecto Alexandr Benua* señaló:

    "Es digno recordar, como hace veinte años las exposiciones de Vereschaguin estaban repletas y la extraordinaria y asombrosa impresión que causaron sus abigarrados y sangrientos cuadros. Estas exposiciones organizada en un local sin la luz del día, cubiertas de extraños objetos de otros países y las plantas tropicales colocadas produjeron un terrible e insuperable efecto. Recordamos claramente como se aglomeraban ante esos enormes cuadros-iluminados por lámparas eléctricas-una impenetrable y creciente masa de pueblo". (9)

    * Alexandr Nikolaevich Benua (1870-1960), pintor-grafico, diseñador teatral, editor, escritor e importante crítico de arte. Representante del arte moderno ruso. Después de 1917 tomó parte activa en la conservación de monumentos del arte y la antigüedad de Rusia y en 1918 paso a dirigir la sección de museos. En su obra como pintor predominaron los temas históricos, dos de ellos ocuparon su atención: "Petersburgo siglo XVIII- comienzo del XIX"; y la "Francia de Ludovico XIV". En 1926 se traslada a Francia donde obtiene gran renombre como critico de arte.

    Partes: 1, 2
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