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Religión moral y valores

Enviado por yanellanieto


    1. Evangelización en Africa
    2. Situación presente
    3. Problemas actuales de la iglesia en Arica.
    4. Evangelización de la familia africana
    5. Bibliografía
    6. Anexos

    INTRODUCCION

    África es un gran continente que ha vivido y vive momentos históricos difíciles, pero que a pesar de ello ofrece también al mundo signos de esperanza. 

    Los países del norte de África, en los primeros siglos antes de la llegada de los musulmanes, fueron la patria de los fundadores del monaquismo, de grandes teólogos y escritores como Orígenes, San Atanasio, Tertuliano, San Cipriano, San Agustín, además de tres papas. Los escritos de estos autores africanos pertenecen al patrimonio universal de la Iglesia. Actualmente nos encontramos allí con países musulmanes con fuertes grupos fundamentalistas como Argelia y Libia.

    El centro y el sur del continente africano permanecieron inexplorados hasta la mitad del siglo XVIII. A fines del mismo, empezó una intensa actividad misionera con resultados sorprendentes. La Iglesia de Africa es la más joven y creciente de todas las Iglesias. Este crecimiento se realizó muchas veces en medio de luchas y persecuciones. Muchos cristianos testimoniaron su fe con el sacrificio de la vida.

    En el siglo XIX, las grandes potencias coloniales europeas se «repartieron» el continente africano como se reparte un pastel. Cada uno escogió la parte que más le interesaba sin importarle nada de las situaciones geográficas, raciales, tribales y culturales de los pueblos africanos. De esta manera los africanos se vieron subyugados por «dueños» que buscaban exclusivamente sus intereses estratégicos y económicos.

    Pero Dios miró con amor a los africanos y precisamente en el siglo pasado suscitó grandes misioneros, quienes vieron en los habitantes de África a personas redimidas por la cruz de Cristo, hermanos a quienes había que llevar la luz del Evangelio.  

    Entre ellos destaca Daniel Comboni. El intuyó que «la hora de África» había llegado; es decir, la hora en que también los negros tenían que llegar a ser miembros de la Iglesia católica por la fe en Cristo y por el bautismo. 

    Comboni escribía en 1864: «Salvar a África por medio de África» y el Papa Pablo VI durante su visita a Uganda en 1969 gritaba: «África, sé evangelizadora de ti misma. Irradia la luz del Evangelio sobre todos tus hijos».

    El Sínodo africano celebrado en Roma ha sido un signo de la gran vitalidad de la Iglesia africana que trata de responder de una manera evangélica a los grandes desafíos que presenta hoy este continente: guerras fratricidas con la secuela de refugiados y desplazados, modelos de desarrollo impuestos por intereses extranjeros con la complicidad de las clases africanas dominantes, la inculturación en los ámbitos de la liturgia, los estudios bíblicos, el matrimonio, etc.; los pobres, los enfermos de SIDA, el aborto, etc., etc.

    Actualmente, la Iglesia Católica es minoritaria en Africa. De los 700 millones de habitantes del continente, tan sólo 112 millones son católicos (un 14,9%). Es el continente que menor porcentaje de sacerdote tiene: hay un sacerdote por cada 4.406 católicos, mientras que en el resto del mundo hay, en promedio, un sacerdote por cada 2.342 católicos.

    Hay muchos obispos, sacerdotes y religiosos autóctonos; también hay un gran número de laicos comprometidos y catequistas que son los principales animadores de las comunidades cristianas.

    Estas últimas viven con fervor y entusiasmo la fe recibida y no faltan los que testimonian su fidelidad a Cristo hasta con el martirio.

    África tiene mucho que aportar a la Iglesia universal desde su peculiaridad con su eclesiología llamada «Iglesia familia»; y, aunque todavía hay extensas zonas de primera evangelización, el Papa Juan Pablo II, vislumbrando esa «nueva época misionera», exhorta a los africanos diciendo: «No solamente salvar a África con África, sino también evangelizar otros pueblos con misioneros africanos.

    EVANGELIZACIÓN EN AFRICA

    La primera ola

    La cristiandad en Africa no es una experiencia reciente ni tampoco un producto del colonialismo: sus raíces se ahondan en la era Apostólica.

    La Iglesia floreció en el norte de este continente 600 años antes que naciera el Islam. En aquellos tiempos Egipto y el Norte de Africa con sus grandes teólogos, como Atanasio y Agustín, fueron las figuras mas importantes de la Iglesia Universal. Desafortunadamente, debido a las invasiones de los Arabes que comenzaron en el 640 dC, la expansión del cristianismo se la llevó el viento. Llegó a extinguirse en el Norte de Africa, pero ha sobrevivido hasta hoy en Egipto, con una minoría oprimida pero significante.

    La segunda ola

    La historia que sigue a la presencia cristiana en Africa fue por muchos siglos como un pequeño riachuelo que atravesaba el desierto. La Divina Providencia, sin embargo, no ha permitido que se seque, y hoy en día se ha transformado en un río que fluye por todo el continente.

    Cuando Cartago, que fue el último bastión cristiano en el Norte de Africa, cayó en un ataque de los Árabes en el año 697, el Rey Mercurio asentó su autoridad en Nubia estableciendo un reino cristiano que se extendió desde Assuán al Nilo Azul. Cuando este reino sucumbió a los ataques de los turcos islamitas en 1270, hubo un renacimiento de la Iglesia Etíope, ya con 900 años de existencia. La restauración de la dinastía de Salomón bajo Ykumo Amlak y las reformas religiosas de Takla Haymanot, el gran padre del monaquismo Copto, trajo nueva vida a este singular reino cristiano. Hubo una cultura cristiana floreciente en las montañas de Etiopía, semejante a la de la Europa medieval, hasta que una gran parte fue destruida en la guerra santa del Islam, en 1527.

    Pero a partir de esta fecha ya hubo otro rey que llevo la antorcha de la fe: Alfonso, rey del Congo, el primer cristiano al sur del Sahara. Durante 20 años, trabajó incansablemente por crear un reino cristiano, y en 1526, junto con su hijo, el Obispo Henry, organizó un programa de evangelización, para llevarlo a todas las provincias de su reino. Durante más de 300 años, sus sucesores tuvieron contactos con Roma; durante siglo y medio, llamaron a 450 capuchinos a su país.

    Los Reyes del Congo estaban pidiendo a Roma desesperadamente más misioneros, cuando en 1792 se construyó la primera misión permanente en Sur Africa por los Moravianos, y en Africa Occidental, se estableció la primera iglesia de esclavos libres que regresaban de América. Lo que pasó en realidad fue que en muchos lugares los que regresaban y los esclavos libres echaron los cimientos de la actual Iglesia Africana. A partir de su establecimiento, reunieron los esfuerzos para traer la Buena Noticia de la salvación a las comunidades tribales y al corazón del continente.

    La tercera ola

    El período pre-colonial -desde alrededor 1800 hasta 1880- fue realmente el período heroico de las modernas misiones. Como prueba, es suficiente recordar los 100 misioneros austríacos, quienes, del 1852 al 1862, penetraron el Nilo hasta Gondokoro, al sur de Sudan. Todos murieron por ataques de fiebre, excepto el famoso Comboni. Luego, vinieron los Padres Blancos, quienes trataron, varias veces, de cruzar el Sahara con la esperanza de alcanzar la misteriosa ciudad de Timbuktu, pero en el camino, les mataron sus propios guías. Una influencia más duradera fue reservada a las muchas misiones protestantes quienes siguieron las huellas del gran explorador Livingstone, cuya actividad abrió el paso para que otros misioneros, en la región de los Grandes Lagos y en el Zaire, tuvieran una influencia mayor.

    Durante estos primeros intentos, a pesar de que tuvieron muchos obstáculos y la mayoría de las misiones se establecieron con esclavos liberados, algunas comunidades cristianas reunieron a los habitantes de la floreciente Africa Occidental. En Africa Oriental el núcleo del reino cristiano estaba en la corte de Kabaka.

    La mayoría de las iglesias africanas, sin embargo, se desarrollaron durante el período colonial (1880/1960). Este período trajo a Africa mucha infraestructura moderna que ha facilitado el trabajo de evangelización. Lo que el hombre blanco no entendió en aquél tiempo, era cuanto sufría Africa por esta invasión europea que puso a todo el continente en una condición de inferioridad. Aquellos que sabían la historia se encontraron en el momento de la independencia con serias dudas: ¿se acabaría la cristiandad al irse el colonialismo?

    La situación presente

    Hoy, después de treinta años de independencia, dos hechos han salido a relucir abiertamente. Los cristianos africanos han sido capaces de distinguir la sustancia del cristianismo de su aspecto europeo externo. Los que descartaron ambos y abrazaron el Islam, o se pasaron a la religión de sus antepasados, fue una pequeña minoría. La desaparición de los misioneros ha sido un fenómeno transitorio que ha tocado sólo a unos pocos países. Es un hecho incuestionable que, estadísticamente, desde 1990 la cristiandad se ha transformado en la religión más difundida en la mayor parte de Africa, excepto en Africa Occidental. Pero incluso aquí la cristiandad se ha establecido fuertemente.

    El segundo punto es que, a pesar de que se ha consolidado, la cristiandad en Africa tiene serios problemas. Un problema es la infiltración del secularismo, especialmente evidente en los centros urbanos.

    El segundo problema es la división entre las muchas denominaciones cristianas que han heredado de las iglesias madres. Aquí, más que en cualquier otro país, este proceso fragmentario, aparentemente sin fin, continúa, y es alimentado con el constante influjo de nuevas sectas y la tendencia africana de juntarse en pequeñas comunidades. Esto es más evidente en las iglesias cristianas independientes.

    La atracción que estos grupos están comenzando a tener entre los habitantes con un mejor nivel de educación tiene algo que ver con un tercer problema, que es la inculturización. A pesar de que muchos cristianos se sienten en casa con los aspectos europeos de su Iglesia y se consideran como una parte integrante de la tradición cristiana, un creciente número de creyentes siente la necesidad de una encarnación mas profunda de su propia fe dentro de la personalidad africana. La gran parte de los líderes de las iglesias han entendido la necesidad de inculturización, pero no su urgencia. Solamente un pequeño grupo está buscando soluciones convenientes, que vayan más allá de la introducción de canciones locales en la liturgia.

    Un asunto, sin embargo, es cierto: La cristiandad africana ha hecho suya la Biblia, y al menos, en lo que se refiere a los católicos, está preocupada por valorar más los Sacramentos. Hay una esperanza muy bien fundada, que Africa pronto se transformará no sólo en un Continente del Tercer Mundo, sino en el tercer poder entre la cristiandad del Este y del Oeste, o como dijo un profeta africano (Blyden): "La reserva espiritual del mundo".

    PROBLEMAS ACTUALES DE LA IGLESIA EN ÁFRICA

    Los Obispos de África se encuentran frente a dos interrogantes fundamentales: La Iglesia, ¿cómo debe desarrollar su misión evangelizadora al aproximarse el año 2000? Los cristianos africanos, ¿cómo podrán ser testigos cada vez más fieles del Señor Jesús? Para ofrecer adecuadas respuestas a estos interrogantes los obispos, antes y durante la Asamblea especial, han examinado los principales desafíos que debe afrontar hoy la comunidad eclesial africana.

    Evangelización en profundidad

    El primer y fundamental dato puesto de relieve por los Padres sinodales es la sed de Dios de los pueblos africanos. Para no defraudar esta expectativa, los miembros de la Iglesia deben ante todo profundizar su fe. En efecto, la Iglesia, precisamente porque es evangelizadora, debe comenzar "por evangelizarse a sí misma". Es necesario que afronte el desafío derivado de "este tema de la Iglesia que se evangeliza, a través de una conversión y una renovación constantes, para evangelizar el mundo de manera creíble".

    El Sínodo ha visto la urgencia de proclamar en África la Buena Nueva a millones de personas todavía no evangelizadas. La Iglesia respeta y estima ciertamente las religiones no -cristianas profesadas por numerosísimas personas en el continente africano, porque constituyen la expresión viva del espíritu de amplios sectores de la población, aunque "ni el respeto ni la estima hacia estas religiones, ni la complejidad de las cuestiones planteadas implican para la Iglesia una invitación a silenciar ante los no cristianos el anuncio de Jesucristo. Al contrario, la Iglesia piensa que estas multitudes tienen derecho a conocer la riqueza del misterio de Cristo (cf Ef 3,8) dentro del cual creemos que toda la humanidad puede encontrar, con insospechada plenitud, todo lo que busca a tientas acerca de dios, del hombre y de su destino, de la vida y de la muerte, de la verdad".

    El primer y fundamental dato puesto de relieve por los Padres sinodales es la sed de Dios de los pueblos africanos. Para no defraudar esta expectativa, los miembros de la Iglesia deben ante todo profundizar su fe. En efecto, la Iglesia, precisamente porque es evangelizadora, debe comenzar "por evangelizarse a sí misma". Es necesario que afronte el desafío derivado de "este tema de la Iglesia que se evangeliza, a través de una conversión y una renovación constantes, para evangelizar el mundo de manera creíble".

    El Sínodo ha visto la urgencia de proclamar en África la Buena Nueva a millones de personas todavía no evangelizadas. La Iglesia respeta y estima ciertamente las religiones no -cristianas profesadas por numerosísimas personas en el continente africano, porque constituyen la expresión viva del espíritu de amplios sectores de la población, aunque "ni el respeto ni la estima hacia estas religiones, ni la complejidad de las cuestiones planteadas implican para la Iglesia una invitación a silenciar ante los no cristianos el anuncio de Jesucristo. Al contrario, la Iglesia piensa que estas multitudes tienen derecho a conocer la riqueza del misterio de Cristo (cf Ef 3,8) dentro del cual creemos que toda la humanidad puede encontrar, con insospechada plenitud, todo lo que busca a tientas acerca de dios, del hombre y de su destino, de la vida y de la muerte, de la verdad".

    Otro desafío señalado por los Padres sinodales se refiere a las diversas formas de división que es necesario superar gracias a una sincera práctica del diálogo. Con razón se ha puesto de relieve que, dentro de las fronteras heredadas de las potencias coloniales, la coexistencia de grupos étnicos, tradiciones, lenguas e incluso religiones diversas, a menudo encuentra obstáculos debido a graves hostilidades recíprocas. "Las oposiciones tribales ponen a veces en peligro, si no la paz, al menos la búsqueda del bien común para el conjunto de la sociedad, creando así dificultades a la vida de las Iglesias y a la acogida de pastores de otro origen étnico". Por esto la Iglesia en África se siente interpelada por el deber preciso de superar dichas divisiones. También desde este punto de vista, la Asamblea especial ha subrayado la importancia del diálogo ecuménico con las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, así como del diálogo con la religión tradicional africana y con el Islam. Además, los Padres se han preguntado con qué medios se puede alcanzar dicha meta.

    Un desafío importante, subrayado casi unánimemente por las Conferencias Episcopales de África en las respuestas a los Lineamenta, es el matrimonio cristiano y la vida familiar. Lo que está en juego es mucho: en efecto, "el futuro del mundo y de la Iglesia pasa a través de la familia".

    Otro tema fundamental que la Asamblea especial ha puesto de relieve es la atención de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada: es necesario discernirlas con sabiduría, acompañarlas con formadores capaces y controlar la calidad de la formación que se les ofrece. De la solicitud puesta en la solución de este problema depende que se realice la esperanza de un florecimiento de vocaciones misioneras africanas, como requiere el anuncio del evangelio en cualquier parte del continente e incluso más allá de sus confines.

    En África se siente muy vivamente esta exigencia de aplicación del evangelio a la vida concreta. ¿Cómo se podría anunciar a Cristo en ese inmenso continente, olvidando que coincide con una de las zonas más pobres del mundo? ¿Cómo se podría no tener en cuenta la historia, tejida de sufrimientos, de una tierra donde muchas naciones luchan aún contra el hambre, la guerra, las rivalidades raciales y tribales, la inestabilidad política y la violación de los derechos humanos? Todo ello constituye un desafío a la evangelización".

    Todos los documentos preparatorios, así como las discusiones durante la Asamblea, han puesto ampliamente de relieve el hecho de que cuestiones como la pobreza creciente en África, la urbanización, la deuda internacional, el comercio de armas el problema de los refugiados y los prófugos, los problemas demográficos y las amenazas que pesan sobre la familia, la emancipación de las mujeres, la propagación del sida, la supervivencia en algunos lugares de la práctica de la esclavitud, el etnocentrismo y la oposición tribal, son parte de lo desafíos fundamentales examinados por el Sínodo.

    Con qué recursos la Iglesia en África logrará superar los desafíos antes mencionados

    Con qué recursos la Iglesia en África logrará superar los desafíos apenas mencionados? "El más importante, después de la gracia de Cristo, es el pueblo. El Pueblo de Dios-entendido en el sentido teológico de la Lumen gentium, un pueblo que abarca a los miembros del Cuerpo de Cristo en su totalidad-ha recibido el mandato, que es al mismo tiempo un honor y un deber, de proclamar el mensaje evangélico (…). Es preciso preparar, motivar y fortalecer a toda la comunidad para la evangelización, a cada uno según su función específica dentro de la Iglesia". Por esto, el Sínodo ha puesto fuertemente el acento en la formación de los agentes de la evangelización en África. Ya he recordado la necesidad de la formación apropiada de los candidatos al sacerdocio y de quienes son llamados a la vida consagrada. La Asamblea ha prestado igualmente debida atención a la formación de los fiel es laicos, reconociendo su papel insustituible en la evangelización de África. En particular, se ha puesto justamente el acento en la formación de los catequistas laicos.

    Se impone una última pregunta: la Iglesia en África ¿ha formado suficientemente a los laicos para que asuman con competencia sus responsabilidades civiles y consideren los problemas de orden sociopolítico a la luz del evangelio y de la fe en Dios? Esto es seguramente un cometido que interpela a los cristianos: ejercer en el tejido social un influjo dirigido a transformar no solamente las mentalidades, sino las mismas estructuras de la sociedad, de modo que se reflejen mejor los designios de Dios sobre la familia humana. Precisamente por esto he propuesto para los laicos una formación completa que les ayude a llevar una vida plenamente coherente. La fe, la esperanza y la caridad no pueden dejar de orientar el comportamiento del auténtico discípulo de Cristo en cualquier actividad, situación y responsabilidad. Puesto que "evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad", los cristianos deben ser formados para que vivan las exigencias sociales del evangelio, de modo que su testimonio se convierta en un desafío profético ante todo lo que perjudica el verdadero bien de los hombres y de las mujeres de África, como de cualquier otro continente.

    Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación" (Mc 16,15).

    Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación" (Mc 16,15). Este es el mandato que, antes de subir al Padre, Cristo resucitado dejó a los apóstoles: "Ellos salieron a predicar por todas partes…" (Mc 16,20).

    "La tarea de la evangelización de todos los hombres, constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar". La Iglesia, nacida de la acción evangelizadora de Jesús y de los Doce, es a su vez enviada, "depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada (…). La Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma". En lo sucesivo, "la Iglesia misma envía a los evangelizadores. Ella pone en su boca la Palabra que salva". Como el Apóstol de los gentiles, la Iglesia puede decir: "Predicar el evangelio (…) es un deber que me incumbe. Y, !ay de mí si no predicara el evangelio!" (1Cor 9, 16).

    La Iglesia anuncia la Buena Nueva no sólo a través de la proclamación de la palabra que ha recibido del Señor, sino también mediante el testimonio de la vida, gracias al cual los discípulos de Cristo dan razón de la fe, de la esperanza y del amor que hay en ellos (cf 1Pe 3,15).

    Este testimonio que el cristiano da de Cristo y del evangelio puede llegar hasta el sacrificio supremo: el martirio (cf Mc 8,35). En efecto, la Iglesia y el cristiano anuncian a Aquel que es "señal de contradicción"(Lc 2,34). Proclaman a "un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles" (1Cor 1,23). Como he dicho antes, además de los ilustres mártires de los primeros siglos, África puede gloriarse de sus mártires y santos de la época moderna.

    La evangelización tiene por objeto "transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad". En el Hijo único, y por medio de Él, se renovarán las relaciones de los hombres con Dios, con los demás hombres, con la creación entera. Por eso el anuncio del evangelio puede contribuir a la transformación interior de todas las personas de buena voluntad que tienen el corazón abierto a la acción del Espíritu Santo.

    Evangelización de la familia

    El futuro del mundo y de la Iglesia pasa a través de la familia". En efecto, la familia no solamente es la primera célula de la comunidad eclesial viva sino que lo es también de la sociedad. En África, particularmente, la familia representa el pilar sobre el cual está construido el edificio de la sociedad. Por esto el Sínodo considera la evangelización de la familia africana como una de las mayores prioridades, si se quiere que asuma, a su vez, el papel de sujeto activo en la perspectiva de la evangelización de las familias por medio de las familias.

    Desde el punto de vista pastoral, esto es un verdadero desafío, dadas las dificultades de orden político, económico, social y cultural que los núcleos familiares en África deben afrontar en el contexto de los grandes cambios de la sociedad contemporánea. Aun adoptando los valores positivos de la modernidad, la familia africana debe, por tanto, salvaguardar sus propios valores esenciales.

    CONCLUSIÓN

    Con la elaboración de este trabajo he podido aprender mas acerca de cómo se desenvuelve la religión en el África como a sido su proceso de evangelización ya que en muchos países practicaban otros cultos y tradiciones religiosas muy diferentes a las nuestras, y como se ha llevado acabo la tarea de llevar la palabra de nuestro Señor Jesucristo a ese continente que también tiene esa hambre y sed de justicia. Cumpliéndose la palabra de nuestro Señor Jesucristo que dijo id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

    Es bueno saber que en lugares tan remotos hay personas llenas de amor y con esa disposición de dar a conocer el nombre que es sobre todo nombre el nombre de Cristo Jesús nuestro salvador. Realmente ha sido una experiencia enriquecedora la realización de este trabajo.

     

    BIBLIOGRAFÍA

    http://www.conferenciaepiscopal.es

    www.encuentra.com

    20documentos/africa.htm

    www.misiones.catholic.net/africa.htm

    http://www.ciofs.org

    ANEXOS

    Información Importante:

    Cantidad de países: 53

    Superficie: 30.272.922 km2

    Población: 765.800.000

    Población urbana: 37%

    Lenguas: 2.011 (30% de las lenguas del mundo)

    Expectativa de vida: 50,7 años

    Mortalidad Infantil: 98,6 de cada mil nacidos vivos.

    Sin agua potable: 46,6%

    Adultos alfabetizados: 57,9%

    Producto Bruo Interno: 537.247 millones de dólares

    Renta per cápita: 722 dólares

    Panorama Religioso

    Cristianos

    * Católicos: 112.871.000

    * Protestantes: 176.098.000

    * Ortodoxos: 32.880.000

    352.538.000

     

    14,9%

    23,2%

    4,3%

    46,50%

    Musulmanes

    306.606.000

     

    40,50%

    Religiones Tradicionales

    90.365.000

     

    11,90%

    Hinduistas

    2.378.000

     

    0,30%

    Judíos

    290.000

     

    0,03%

    Budistas

    136.000

     

    0,01%

    Otros

    4.587.999

     

    0,70%

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    Monjas en visita evangelista a Kenia (África)

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    Grupo de niños africanos recibiendo la palabra del Evangelio

     

    Yanella Nieto

    MINISTERIO DE EDUCACION

    COLEGIO ELENA CHAVEZ DE PINATE