- El Sistema Monetario Internacional (SMI)
- El sistema de Bretton Woods
- Sistema Monetario Europeo (EMU)
- Mercado financiero internacional
- Comercio internacional
- Riesgos cambiarios
- Riesgos políticos
- Bibliografía
El Sistema Monetario Internacional (SMI)
Expresión que designa el conjunto de reglas elaboradas por los estados para garantizar, con respecto a la moneda, una estabilidad de los cambios; también se aplica al conjunto de instituciones encargadas de controlar y organizar los cambios monetarios entre los distintos países.
La exigencia de una colaboración internacional en materia monetaria deriva de la propia naturaleza del comercio internacional, que constituye una riqueza para las naciones, pero también una fuente potencial de desequilibrios monetarios. En efecto, la mayoría de los países que comercian con el extranjero registran tanto déficit como superávit comerciales que provocan fluctuaciones de sus monedas en el mercado de cambios, es decir, que el valor de una moneda expresado en otra moneda (la peseta en dólares estadounidenses, por ejemplo), puede verse modificado en función de los resultados comerciales, pero también en función de fenómenos especulativos.
Los movimientos de los tipos de cambio no favorecen el intercambio de bienes y servicios entre naciones, en tanto en cuanto las empresas dependen de estos cambios y tienen que enfrentarse a riesgos que pueden disuadirlas a la hora de comerciar. El aspecto negativo de la ausencia de unas reglas que permitan organizar el comercio sobre una base estable de tipos de cambios, queda de manifiesto en periodos de enfrentamiento entre naciones. En la década de 1930, los estados europeos limitaron la convertibilidad externa de su moneda, y se vieron inmersos en un proceso de devaluación competitiva incesante, que consistía en reducir el valor de sus monedas respectivas con el fin de favorecer las exportaciones, pero que se anulaban unas a otras, produciendo así una contracción en los cambios internacionales y una serie de medidas proteccionistas. Frente a este peligro, y ante la necesidad de favorecer los cambios de bienes y servicios, los países, para desarrollar el comercio internacional, trataron de elaborar un sistema de pagos internacional que garantizara la seguridad de las transacciones.
El objetivo de un sistema monetario internacional es el de asegurar una cierta estabilidad en los tipos de cambio. Este último, por tanto, no puede basarse en un sistema de cambios flotantes, según el cual, el valor de la moneda lo determina sólo el juego de la oferta y la demanda en el mercado de cambio. Por el contrario, un sistema de cambio fijo es aquel en el que los bancos centrales tienen que mantener constantemente la paridad de sus monedas respectivas, es decir, comprar o vender divisas para sostener o modificar la cotización de su moneda, teniendo en cuenta eventualmente los márgenes de fluctuación entre las monedas, decididos de manera concertada. Así es que las autoridades monetarias dejan fluctuar las divisas dentro de unos márgenes y no intervienen en el mercado de cambios mientras dichas variaciones no superen los márgenes establecidos. En el marco de un sistema monetario internacional, el sistema de cambio puede ser, de este modo, relativamente flexible.
Para que haya un cambio fijo es necesario que exista un patrón de referencia, una unidad de medida común entre las monedas cuya cotización sea estable. La moneda también puede servir de patrón de referencia (el dólar, por ejemplo), y a menudo sucede que monedas artificiales sirven de unidad monetaria a nivel internacional; tales son los casos del ECU (unidad de cuenta de la Unión Europea (UE) hasta la entrada en vigor del euro) o los derechos especiales de giro (DEGS) utilizados por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero las monedas artificiales sólo aseguran parcialmente las funciones de reserva y pago indispensables en las verdaderas monedas y, por lo tanto, apenas se utilizan para financiar los déficit de balanza de pagos. La liquidez de la que disponen los países miembros del Sistema Monetario Internacional son el oro y las divisas que son aceptadas en todo el mundo, actualmente: el dólar estadounidense, el yen japonés y el euro.
El Fondo Monetario Internacional
Nacido en el contexto del sistema monetario y económico internacional ideado en Bretton Woods en 1944, el FMI pasó a convertirse, desde entonces, en uno de los principales organismos internacionales en esta materia. Michel Lelart reseña en el siguiente texto los principales puntos de su organización y funcionamiento. Como los acuerdos de Bretton Woods organizaron la convertibilidad y la estabilidad de las monedas, hacía falta una institución que garantizara el respeto de las reglas, que tenían, como hemos visto, un cierto número de excepciones. Pero el papel del Fondo Monetario fue también el de dar a los países miembros los medios para intervenir en el mercado para sostener su moneda y no obligarlos a establecer o mantener restricciones.
Los países miembros del Fondo, a cada país se le atribuye una cuota que corresponde a su suscripción de capital y determina al mismo tiempo la ayuda que podrá obtener y el derecho de voto que podrá ejercer.
Las emisiones son las operaciones más comunes del Fondo. Pero esta expresión no se menciona en los estatutos, los cuales siempre hablan de compras. Estas operaciones tienen unas características particulares que combinan a la vez cambio y crédito.
Es una operación de cambio por la cual el país en dificultad cede al Fondo su propia moneda que es una moneda débil y recibe en contrapartida la moneda de otro país miembro excedentario y, por tanto, con una moneda fuerte. Las reservas del Fondo en divisas varían continuamente y cada vez posee menos divisas de los países excedentarios y más de las monedas que atraviesan déficits de balanza de pagos. No corre riesgo de cambio, pues el país debe garantizar el valor en oro de las reservas del Fondo en su moneda. Cada vez que se devalúa, o se deprecia fuertemente en el mercado, el país debe abonar una cantidad suplementaria. En el caso contrario, el país se lo reembolsa reduciendo las reservas del Fondo en la cuenta de su banco central.
Se trata de una operación de crédito por dos razones. Por un lado, el país que compra la moneda de otro país al Fondo debe devolverla dentro de un cierto tiempo. El Fondo habla de rescatar su propia moneda, lo que debe ser realizado por un país al final de su ejercicio por una cantidad que tiene en cuenta la variación de sus reservas y que da lugar a cálculos muy complejos. Además, el país que efectúa una emisión debe pagar una comisión fija de un 0,5 % que se añade al precio de la moneda que compra. Deben, sobre todo, pagar cada trimestre una comisión e interés sobre la cantidad emitida que no ha sido todavía rescatada.
Se puede observar la originalidad de estas emisiones, o, como dice el Fondo, de estas compras. Se trata de una operación de cambio, algo así como si a un turista que compra divisas antes de salir de viaje se le obligara a pagar un interés hasta que, en seis meses o en tres años, lo reembolse a su banco. Aquí el turista es un país que, cediendo su moneda al Fondo, no pierde nada, pues él crea su propia moneda. Las divisas que obtiene en contrapartida representan un aumento neto de sus reservas.
La situación acreedora o deudora de un país depende, en consecuencia, del nivel de reservas del Fondo en su moneda en relación con su cuota. Pero cada vez que un país efectúa una emisión, o una compra, las reservas del Fondo en su moneda varían lo mismo que las reservas en la moneda que él suministra o en la que recibe. La posición de dos países se ve afectada cada vez en sentido inverso. Aunque hay una compensación global entre las posiciones deudoras y las crediticias. Pero, según las emisiones, el Fondo mantiene cada vez más las monedas débiles y cada vez menos las fuertes. No corre ningún riesgo de cambio, como hemos visto, pero puede enfrentarse a un problema de liquidez.
Las modalidades de estas operaciones han sido reformadas más importantes decididas por los administradores. A las amortizaciones previstas por los estatutos se añadió una obligación de rembolsar la emisión en varios pagos escalonados, cualquiera que sea la situación del país y su nivel de reservas. Estos reembolsos contractuales se han convertido en la regla, la amortización estatutaria fue sustituida por una obligación de compra anticipada para cuando la situación del país mejorara. El baremo de comisiones fue reemplazado por un tipo fijado anualmente de manera que se equilibren poco a poco los resultados de cada ejercicio. En lo sucesivo se pagará una remuneración al país con posición crediticia de acuerdo con su proporción de oro inicial, puesto que el Fondo cede su moneda en las emisiones realizadas por otros países. Estas monedas son elegidas por medio de un procedimiento que el Fondo tuvo que inventar: éstos son los famosos
Esta cuestión no fue zanjada en Bretton Woods. Los estatutos preveían solamente que el país que deseara comprar una moneda debía declarar «que esta moneda es actualmente necesaria para efectuar pagos compatibles con las disposiciones del presente acuerdo». El problema se plantea rápidamente al cuestionar si el Fondo debe aceptar esta declaración. Los administradores decidieron que el Fondo beneficiara al país que deseara utilizar su tramo de reservas «con una presunción eminentemente favorable». Pero para las emisiones en los tramos de crédito, el Fondo podría verificar dicha declaración examinando si el país ha resuelto las dificultades de naturaleza temporal y si la política que pretende adoptar será suficiente para superar dichas dificultades durante ese periodo. Con el fin de facilitar las emisiones, el Fondo sugirió a los países debatir con él no en el momento de la emisión, sino anteriormente, para asegurar que se podrá proceder a ellas en el momento necesario. De ahí viene la política del aseguramiento de las emisiones o, como se dice en la actualidad, del acuerdo de confirmación. Se trata de un intercambio de cartas entre el país y el Fondo que prevén el escalonamiento de las emisiones, las medidas que el país se compromete a tomar para conseguir ciertos resultados y el calendario de sus consultas con el Fondo. Estas diferentes cláusulas, que no arrastran ninguna obligación formal para el país, constituyen los elementos del principio de condicionalidad oficialmente reconocido en la primera enmienda de 1969. Este procedimiento fue aplicado primero a los países industrializados que negociaron con el Fondo un programa de estabilización, antes de ser utilizado en los países en vías de desarrollo que negocian un programa de ajuste. De hecho, el papel esencial del Fondo depende más y cada vez con mayor evidencia de la naturaleza de estas condiciones que del total de las emisiones que los países miembros puedan solicitar.
La crisis del sistema monetario internacional
El sistema de Bretton Woods dejó de funcionar de manera satisfactoria a partir del momento en que la confianza en el dólar, clave del sistema, cayó por completo. Por varias razones (principalmente un alto nivel de inflación y un crecimiento del déficit comercial americano derivado de las guerras de Corea y de Vietnam), una gran especulación contra el dólar se desarrolló a partir de finales de la década de 1960, empujando a Estados Unidos a poner fin a la convertibilidad en oro del dólar el 15 de agosto de 1971, e incluso a devaluar su moneda (acuerdos de Washington de 1971). En 1973, los bancos centrales europeos dejaron de apoyar el dólar y dejaron de evaluar sus monedas con respecto al dólar. Esta crisis supuso el fin del sistema de cambio fijo basado en el patrón dólar y la llegada de la fluctuación generalizada de monedas. Los convenios de Jamaica, firmados en 1976, marcaron el abandono de los cambios fijos en beneficio de los cambios fluctuantes, poniendo así fin al sistema de Bretton Woods.
Desde 1976, los países son libres de adoptar el régimen de cambio que quieran. Se puede hablar del patrón divisa. Una divisa puede servir de patrón de cambio internacional sin tener que mantener su convertibilidad en oro. El valor de una moneda se fija con respecto a otras, lo que se llama la "cesta de divisas". Estados Unidos, Japón, Canadá o Suiza eligieron dejar que sus monedas fluctúen. Otros países prefirieron establecer un tipo de cambio para su moneda tomando como referencia la divisa de algún país con el que guardase relación comercial (por ejemplo el dólar, o el marco para los países que comercian con Alemania). Otra modalidad es la de los países que se han acogido a una unidad de cuenta (el ECU, unidad monetaria europea para los países de la Comunidad Europea, dentro del marco del Sistema Monetario Europeo) con el fin de sacar el mayor provecho posible de los tipos de cambio estables, pero flexibles. Para combatir los posibles desórdenes del mercado de cambios, muy ligados a los desequilibrios de Estados Unidos, los grandes países industrializados buscaron, en la década de 1980, una cooperación para favorecer una intervención acordada de los bancos centrales sobre el mercado de cambios: los acuerdos del Plazza (septiembre de 1985) y los del Louvre (febrero de 1987), permitieron bajar, y luego estabilizar, el dólar (tendente a grandes fluctuaciones en ese periodo). La irrupción en 1999 del euro como moneda de la UE conllevará un nuevo cambio del SMI por cuanto supone la fusión de monedas tradicionalmente empleadas en el cambio internacional (el marco, el franco). Sólo podrá valorarse su incidencia tras la culminación el 1 de marzo de 2002 de su fase transitoria.
Sistema Monetario Europeo (EMU)
Es el único sistema de integración monetaria regional actualmente en operación. El mismo tiene su origen en la Unión Monetaria Europea (mejor conocida como Serpiente Europea), nacida en 1973 como resultado de la flotación del dólar con respecto a todas las monedas europeas. Cuando Europa formó su primera unión monetaria buscaba un mecanismo que garantizara una estabilidad en la fluctuación de los valores de sus monedas entre sí, para desarrollar el desarrollo del comercio internacional. El Sistema Monetario europeo, en forma actual, fue creado en marzo de 1979 como sucesor de la Unión Monetaria Europea. Participan en él las monedas de todos los países miembros del Mercado Común Europeo, con excepción del dracma griego, la libra esterlina y el escudo de Portual.
Los países miembros del Sistema Monetario Europeo son Francia, Alemania Occidental, Italia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Irlanda y España. Además son miembros del Mercado Común Europeo, gran Bretaña, Grecia y Portugal; pero estas naciones no lo son del Sistema Monetario Europeo, por lo que no participan en los convenios de fijación de sus paridades con relación a ECU. Sin embargo ECU establece sus valores tomando en consideración no solamente los valores relativos de las monedas del Sistema Monetario Europeo, sino la libra esterlina, el dracma griego y el escudo portugués. El Sistema Monetario Europeo y el ECU no se deben confundir, mientras el Sistema Monetario Europeo es un sistema de unión monetaria, o sea, compromiso por parte de ciertos países de mantener paridades fijas entre sus monedas; el ECU, por el contrario, se usa para determinar el valor de una unidad en cuenta en relación a los valores del mercado de diversas monedas componentes de una cesta. Aunque el ECU se utilice para fijar la paridad relativa de las monedas del Sistema Monetario Europeo, tiene sin embargo, componentes diferentes a las monedas de los países miembros del Sistema Monetario Europeo.
Fijación de paridades bajo el EMS
El mecanismo del Sistema Monetario Europeo consiste en definir una paridad fija de todas las monedas de los países miembros, en relación con la Unidad de Cuenta Europea (ECU). Cada moneda tiene una divergencia permitida de su paridad central con respecto al ECU de más o menos 2.25% en cualquier dirección. Esto significa que cada moneda podrá fluctuar positiva o negativamente con relación a su paridad central sin necesidad de que tenga que intervenir el mercado para estabilizar la moneda. Las variaciones permitidas en el caso de la peseta española son de más o menos 6% de su paridad definida.
Bajo el sistema del EMS, las paridades centrales de las ocho monedas participantes se fijan en base a una paridad con respecto a cada moneda, en relación con el ECU, la cual se denomina paridad central con el ECU. Está paridad central está expresada como unidades de cada moneda, en relación al valor del ECU.
En base a la paridad central con el ECU se desarrollan las paridades bilaterales de las monedas entre sí. Estas relaciones se obtienen cruzando las paridades centrales en relación con el ECU de cada moneda, con cada una de las monedas restantes en el sistema, de donde se obtienen las paridades bilaterales centrales y se desarrolla la red de paridades centrales entre las monedas de un mismo sistema.
Bajo el sistema de la unión monetaria una vez que las divergencias en el valor del mercado de una moneda lleguen a su punto máximo, el país miembro está obligado a vender su moneda para mantener las divergencias permitidas. Si la moneda llega a su punto de divergencia mínima, el país miembro está obligado a comprar su moneda de modo de mantener el valor fijo.
Mercado financiero internacional
Abarca toda operación de transferencia de recursos financieros entre un país y otro. La operación de financiamiento internacional incluye:
1. Transferencia de recurso a través de endeudamientos internacionales.
2. Asunto de pasivos por parte de empresas o personas de un país con empresas, bancos o instituciones financieras de otro país. Fundamentalmente deudas originadas en transferencia de bienes y servicios entre residentes.
3. Toda otra operación de transferencia de recursos de capital inclusive inversiones internacionales.
4. Las misiones de bonos internacionales.
Para que exista un financiamiento internacional no importa que la moneda en la cual este denominada la operación de endeudamiento sea moneda doméstica del acreedor (normalmente un banco o institución financiera) o una moneda externa. Así, existe un endeudamiento internacional cuando un banco norteamericano otorga préstamos denominados en dólares a una empresa en Taiwan.
Estructura de los mercados financieros internacionales
Está formado por proveedores y tomadores de fondo.
Proveedores de fondo
1. Instituciones de financiamiento.
2. La banca comercial internacional.
3. Los bancos centrales.
4. Personas naturales.
Tomadores de fondo
1. Entes públicos.
2. Sector privado internacional.
3. Agencias financieras institucionales.
Tipos de créditos internacionales
1. Créditos a empresas multinacionales.
2. Créditos al sector público.
3. Créditos a bancos extranjeros.
4. Crédito al sector privado externo.
5. Créditos singulares y créditos sindicados.
6. Créditos para proyectos.
7. Créditos de exportación.
8. Arrendamiento internacional.
El comercio internacional consiste en la transferencia de bienes y servicios o el otorgamiento de préstamos e inversiones que cruzan las fronteras de un país a otro. La expansión del comercio internacional, especialmente a partir de la segunda postguerra ha pasado a construir una de las bases fundamentales de los servicios económicos de la mayoría de los países del mundo.
Aunque el comercio internacional siempre ha sido importante, a partir del siglo XVI empezó a adquirir mayor relevancia; con la creación de los imperios coloniales europeos, el comercio se convirtió en un instrumento de política imperialista. La riqueza de un país se medía en función de la cantidad de metales preciosos que tuviera, sobre todo oro y plata. El objetivo de un imperio era conseguir cuanta más riqueza mejor al menor costo posible. Esta concepción del papel del comercio internacional, conocida como mercantilismo, predominó durante los siglos XVI y XVII.
El comercio internacional empezó a mostrar las características actuales con la aparición de los estados nacionales durante los siglos XVII y XVIII. Los gobernantes descubrieron que al promocionar el comercio exterior podían aumentar la riqueza y, por lo tanto, el poder de su país. Durante este periodo aparecieron nuevas teorías económicas relacionadas con el comercio internacional.
En 1776, el economista escocés Adam Smith propugnaba en su obra La riqueza de las naciones que la especialización productiva aumenta la producción total. Smith creía que para poder satisfacer una demanda creciente de bienes de consumo, los recursos limitados de un país debían asignarse de modo eficaz a los procesos productivos. Según la teoría de Smith, un país que comercia a escala internacional debe especializarse en producir los bienes en los que tiene ventaja absoluta, es decir, los que produce con menores costos que el resto de los países. El país exportaría parte de estos bienes para financiar las importaciones de otros que los demás producen con menores costos. La obra de Smith representa el punto de partida de la escuela clásica de pensamiento económico.
Medio siglo después, el economista inglés David Ricardo refinó esta teoría del comercio internacional. La teoría de Ricardo, que sigue siendo aceptada por casi todos los economistas actuales, subraya la importancia del principio de la ventaja comparativa. A partir de éste, se deduce que un país puede lograr ganancias si comercia con el resto de los países aunque todos los demás produzcan con menores costos. Hay ventaja comparativa cuando los costos de producción y los precios percibidos son tales que cada país produce un producto que se venderá más caro en el exterior de lo que se vende en el mercado interior. Si cada país se especializa en la producción de los bienes y servicios en los que tiene ventaja comparativa, el resultado es un mayor nivel de producción mundial y mayor riqueza para todos los estados que comercializan entre sí.
Además de esta ventaja fundamental hay otras ganancias económicas derivadas del comercio internacional. Éste aumenta la producción mundial y hace que los recursos se asignen de forma más eficiente, lo que permite a los países (y por tanto a los individuos) consumir mayor cantidad y diversidad de bienes. Todos los países tienen una dotación limitada de recursos naturales, pero todos pueden producir y consumir más si se especializan y comercializan entre ellos.
Como se ha señalado, la aparición del comercio internacional aumenta el número de mercados potenciales en los que un país puede vender los bienes que produce. El incremento de la demanda internacional de bienes y servicios se traduce en un aumento de la producción y en el uso más eficiente de las materias primas y del trabajo, lo que a su vez aumenta el nivel de empleo de un país. La competencia derivada del comercio internacional también obliga a las empresas nacionales a producir con más eficiencia, y a actualizarse a través de la innovación.
La importancia del comercio internacional varía en función de cada economía nacional. Ciertos países sólo exportan bienes con el fin de aumentar su mercado nacional o para ayudar en el aspecto económico a algunos sectores deprimidos de su economía. Otros dependen del comercio internacional para lograr divisas y bienes para satisfacer la demanda interior. Durante los últimos años se considera al comercio internacional como un medio para fomentar el crecimiento de una determinada economía; los países menos desarrollados y las organizaciones internacionales están fomentando cada vez más este patrón de comercio.
El comercio internacional se divide en comercio bilateral y el comercio multilateral. El comercio multilateral es aquel donde los pagos de los bienes y servicios correspondientes a operaciones de exportación e importación se hacen mediante la entrega de sumas de dinero, la cual generalmente conlleva una operación de cambio internacional. El 95% del comercio internacional es multilateral. El comercio internacional, por lo tanto, para su desarrollo requiere que se desarrolle un sistema eficiente de pago, que permita que los países importadores tengas medios de pago suficientes para poder cancelar los bienes y servicios importados; y que los exportadores, a medida que crece el comercio puedan desarrollar mecanismos financieros internacionales que les permitan el diferimiento del pago de sus exportaciones, sin que ello conlleve a un riesgo superior al riesgo de crédito en su mercado doméstico.
El comercio bilateral consiste fundamentalmente en lo que se llama la permuta o trueque internacional por lo que el exportador recibe como compensación de su exportación unos bienes y servicios producidos por el importador, se llama bilateral porque se desarrolla entre dos países.
Este tipo de comercio no constituye la parte fundamental del comercio internacional y además, por ser bilateral, tiene la desventaja de que le niega a ciertos países la habilidad de poder escoger los tipos de bienes o servicios que va a recibir como consecuencia de la operación de exportación o importación que está realizando.
Restricciones públicas al comercio internacional
Dada la importancia del comercio internacional para una economía concreta, los gobiernos a veces restringen la entrada de bienes foráneos para proteger los intereses nacionales. La intervención de los gobiernos puede ser una reacción ante políticas comerciales emprendidas por otros países, o puede responder a un interés por proteger un sector industrial nacional poco desarrollado. Desde que surgió el comercio internacional moderno, los países han intentado mantener una balanza comercial favorable, es decir, exportar más de lo que importan.
En una economía monetaria, los bienes no se intercambian por otros bienes, sino que se compran y venden en el mercado internacional utilizando unidades monetarias de un Estado. Para mejorar la balanza de pagos (es decir, para aumentar las reservas de divisas y disminuir las reservas de los demás), un país puede intentar limitar las importaciones. Esta política intenta disminuir el flujo de divisas de un país al exterior.
Con excepción de las operaciones del comercio bilateral, toda operación de comercio internacional eventualmente se paga con una moneda de alguna de las partes, y por ello se crea el riesgo de cambio internacional, y nacen los mecanismos de financiamiento internacional. Por cuanto el pago diferido es necesario para muchas operaciones en el comercio internacional se han creado mecanismos de financiamiento a corto plazo, a mediano plazo y a largo plazo.
Las compañías trasnacionales operan en numerosos mercados extranjeros diferentes, buena parte de sus costos e ingresos se basan en monedas extranjeras. Para comprender el riesgo cambiario provocado por las fluctuaciones en los tipos de cambio entre dos divisas, se examinarán tanto las relaciones existentes entre varias divisas como un impacto de sus fluctuaciones.
El estudio de los sistemas monetarios internacionales es importante para la economía internacional, ya que el estudio del comercio internacional y sus efectos en la economía interna, en parte, van a depender de la forma y de los mecanismos utilizados para fijar la paridad del cambio de una moneda con respecto a otra. Un país gana o pierde sus ventajas para competir en el mercado internacional si el mecanismo de cambio devalúa o revalúa la paridad de su moneda.
Las principales divisas de mundo han mantenido una relación flotante. Dentro de las divisas consideradas como más importantes se encuentran la libra inglesa, el franco suizo, el marco alemán, el franco francés, el yen japonés, el dólar canadiense, el euro y el dólar estadounidense.
En el caso de las principales divisas, la existencia de una relación flotante significa que al valor de cualquiera de ambas respecto de la otra se le permite fluctuar todos los días. Por el contrario, muchas de las divisas menos importantes del mundo tratan de mantener una relación fija o semifija respecto de una de las divisas principales, una combinación de divisas importante o algún tipo de norma cambiaria internacional.
En un día cualquiera la relación entre dos importantes divisas contendrá dos tipos de cifras: el tipo de cambio de mercado (la cotización del día) y el tipo de cambio anticipado (forward).
Efectos de la fluctuación de la divisa
Las compañías trasnacionales enfrentan riesgos cambiarios tanto en el caso de tratos flotantes como fijos. En casos de las divisas flotantes pueden servir para ilustrar esos riesgos flotantes. La oferta y la demanda internacional, así como los elementos económicos y políticos internos y externos, influyen en la determinación de los tipos de cambios del mercado y anticipados entre las divisas. Las compañías trasnacionales no pueden controlar los elementos externos, por lo que se exponen a cambios potenciales en los tipos de cambio en forma de apreciación o depreciación. Es decir, que estos cambios pueden afectar a su vez los ingresos, costos y utilidades. En el caso de divisas de relaciones fijas entre sí, los riesgos también son producto de los elementos ya mencionados. Estos cambios oficiales, al igual que los provocados por el mercado, en caso de las divisas flotantes, también pueden afectar a las operaciones de las trasnacionales y su posición financiera.
Se refiere a la aplicación por el gobierno anfitrión de reglas y procedimientos específicos que puedan resultar en la continuidad o embargo de las operaciones de una compañía extranjera en ese país. Por lo común, el riesgo político se manifiesta en forma de una nacionalización, expropiación o confiscación. En general, los activos y operaciones de una empresa extranjera pasar a poder del gobierno anfitrión y por lo regular sin la compensación adecuada.
Este tipo de riesgo presenta dos modalidades básicas: macro y micro. El riesgo macropolítico significa que a causa del cambio político, revolución o adopción de nuevas políticas por el gobierno anfitrión, todas las empresas extranjeras en el país se verán sujetas al riesgo político. El riesgo micropolítico se refiere al caso de una empresa en particular, una industria especifica o una compañía de cierto país extranjero se ven sujeta a la apropiación por parte de gobierno anfitrión.
Ejemplo 1
Las cifras de balance general y del estado de resultado corresponden a la divisa local, el franco suizo (Sf). Con base en el tipo de cambio de Sf 1.50/US$ al 31 de diciembre de 1994. La compañía trasnacional convirtió los estados a dólares estadounidenses. Para mayor facilidad, se parte del supuesto de que se espera que las cifras locales se mantengan sin cambio durante 1995. En consecuencia, el 1 de enero de 1995 la subsidiaria espera que sus cifras en francos suizos al 31 de diciembre de 1995 sean iguales a las correspondientes al 31 de diciembre de 1994. Sin embargo, a causa del cambio en el valor del franco suizo en relación con el dólar, de Sf 1.50/US$, los valores convertidos a dólares de las partidas del balance genera, junto con el valor de las utilidades en dólares al 31 de diciembre de 1995, son mayores que los del año anterior, cambios exclusivamente debidos a las fluctuaciones del tipo de cambio.
Cada una de las cuentas de los estados financieros implica complejidades adicionales. Es importante distinguir, por ejemplo, si l endeudamiento de una subsidiaria se encuentra en la totalidad en la moneda local, en dólares estadounidenses o en varias divisas. Además, también es importante especificar en qué divisas están expresados los ingresos y los costos. Los riesgos mencionados se relacionan con lo que se conoce con el riesgo contable. En otras palabras las fluctuaciones del tipo de cambio afectan a cuentas particulares de los estados financieros. Un elemento diferente de riesgo, tal vez más importante, concierne al riesgo económico, el impacto potencial de fluctuaciones en el tipo de cambio sobre el valor de la empresa. Debido a que los ingresos futuros, y por tanto las utilidades netas, pueden estar sujetos a variaciones en el tipo de cambio, es obvio que, como parte de su riesgo diversificable total, el valor presente de las utilidades netas derivadas de operaciones extranjeras poseerá un elemento como reflejo de la apreciación (revaluación) o depreciación (devaluación) de varias divisas respecto del dólar estadounidense.
Caso 1
Arenas y riesgo movedizos para General Motors y Citibank en Arabia Saudita
La economía de Arabia Saudita prospero una vez concluida la tormenta de desierto, lo que para las empresas estadounidenses significó utilidades que muchos consideraron ofensivas. General Motors vendió Caprices y Cadillacs de la marca chevrolet por un valor de $600millones de dólares. Sin embargo, a escasa distancia de las opulentas y accidentalizadas zonas residenciales de la capital se esparcen poblados muy pobres cuya creencia religiosas los vuelven a menudo contra los Estados Unidos. Al tiempo que en 1992, el banco saudista-estadounidense de Citibank obtenía ganancias por $300 millones de dólares, bandas religiosas asolaban las calles agrediendo a personas de atuendo "inadecuado". La tensión aumentó al informarse que el rey Fahd, de inclinaciones pro-estadounidenses, se hallaba enfermo. A pesar de que el aparato gubernamental de ese país ha demostrado su eficacia, como lo comprueba el buen funcionamiento de la Saudi Arabia Oil Company, de propiedad estatal, se tenía un descenso en los ingresos petroleros desembocara en la aproximación y nacionalización de instalaciones estadounidenses por parte de fracciones fundamentalistas.
Aunque todos los países están expuestos a riesgos políticos, la inestabilidad política del Tercer Mundo es la causa de que, por lo general, la situación de las compañías trasnacionales sea ahí más vulnerable. Al mismo tiempo, algunos de estos países poseen los mercados más promisorios para los bienes y servicios que ofrecen las trasnacionales. El dilema es entonces cómo participar en operaciones e inversiones extranjeras en estos países evitándose o reduciéndose al mínimo el riesgo político potencial.
Las trasnacionales en los últimos años han recurrido a ciertas un tanto complejas mediante las que, con base a la información histórica disponible, "expertos internacionales" predicen las posibilidades de inestabilidad política de un país anfitrión y sus efectos potenciales sobre las operaciones de la compañía trasnacional. Sin embargo, los acontecimientos ocurridos en Irak y Yugoslavia, entre otros, han puesto en evidencia las limitaciones de tales técnicas y reforzado la utilidad de los enfoques positivos.
– Brigham, Eugene F. "Fundamentos de Administración Financiera". McGRAW – HILL. México, 2001.
– Van Horne, James C. " Administración Financiera ". Pearson Educación. México, 1997.
Autor:
Guzmán, Omar
León, Yina
Malavé, Yndhira
Velásquez, Margitt
Enviado por:
Iván José Turmero Astros
PROFESOR: Ing. Andrés Blanco
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉCNICA
"ANTONIO JOSÉ DE SUCRE"
VICE-RECTORADO PUERTO ORDAZ
DEPARTAMENTO DE INGENIERÍA INDUSTRIAL
CÁTEDRA: INGENIERÍA FINANCIERA
SECCIÓN: T1
PUERTO ORDAZ, FEBRERO DE 2003