Veamos cómo desde su conformación inicial, en el enamoramiento o galanteo, se percibe la evolución o las diferencias en comparación con otras épocas o momentos históricos.
En diferentes épocas y culturas han existido diversas costumbres de establecer contactos para conformar una relación de pareja. En los últimos milenios, a partir de la propiedad privada y la sociedad patriarcal, estos acercamientos se han caracterizado por el protagonismo del hombre, donde éste tradicionalmente ha conducido el galanteo y la mujer ha debido esperar a ser cortejada.
Ahora la mujer juega un papel más activo produciéndose un alivio del rol masculino en este sentido, pues había mayor presión desde el momento en que debían llevar la conducción del proceso. Históricamente se ha visto el cortejo en el poder de los hombres, incluso los términos que se utilizan como conquista y galanteo denotan la acción exclusiva del sexo masculino. La imagen del enamoramiento siempre fue en muchas sociedades la del varón conquistador y la de la mujer que acepta, recibe su conquista, aunque aún subsisten tabúes en torno a éstos.
Con el paso inexorable del tiempo también evoluciona el amor, la forma en que se relacionan ambos sexos, cómo seducen, la edad en que se comienza a tener pareja y relaciones sexuales. Con respecto a la primera etapa en la conformación de la pareja se está desarrollando una forma moderna que se le hace llamar "descarga" entre los adolescentes y jóvenes o "relaciones musicales" entre los que tiene un poco más edad. Pienso que estas alternativas de relación se desarrollan como un emergente de los cambios en las expectativas que tienen las personas en la búsqueda de pareja, y se encuentra matizado por el nombrado temor al compromiso, al amor y a la entrega, el descubrir nuestra identidad al otro.
Ahora bien, ¿Cuáles son los fines por lo que las personas forman pareja en la actualidad?
A diferencia de otras épocas en que las personas se unían con el propósito de procrear y educar los futuros hijos, dentro de los fines principales de la pareja de hoy se encuentra la búsqueda de placer y la satisfacción personal y sexual. Antiguamente, incluso, las personas renunciaban a sus sueños o su propia felicidad por la de la propia pareja. No era bien visto que una persona tratara de exigir por su propia satisfacción.
En las parejas tradicionales la relación se medía según criterios de estabilidad, la pareja exitosa era la que sobrevivía en el tiempo, pero hoy el éxito consiste en la búsqueda del amor y la satisfacción personal de cada miembro. Si nos dan a escoger en estos momentos entre la estabilidad y la felicidad individual, la balanza seguramente pesará a favor de esta última.
Según la doctora Beatriz Torres, en su libro "Hablemos de sexualidad" afirma que las parejas modernas pueden vivenciar mayor satisfacción cuando poseen un proyecto en común, sin embargo, el desarrollo personal es hoy un objetivo importante que se persigue aun a costa de rupturas, traslados, cambios de trabajo, adquisición de nuevas aptitudes y análisis de uno mismo. En este proceso, la pérdida y el duelo acompañan al crecimiento y la afirmación de la individualidad.
La concepción del amor eterno, de que la pareja debe perdurar por siempre, y por otro lado el mito de la "media naranja" han cambiado, dando una visión más realista de la relación de pareja. En la actualidad se percibe como un vínculo entre dos personas por un tiempo indeterminado. Por supuesto, esto no quiere decir que las funciones de la pareja de satisfacción personal y disfrute individual han desaparecido.
Según la misma autora otro factor que se debe tener en cuenta es que las personas quieren "ser felices" aquí y ahora, y no se espera, lo cual provoca muchas veces que las parejas se separen, sin que sea siempre el momento más adecuado para la ruptura, sino que todavía podrían resolverse conflictos y aspectos disarmónicos. Sin embargo, la tendencia a resolver la situación lo más rápido posible hace que no se marque un compás de espera ni se desarrollen estrategias para mejorar la relación.
En la actualidad la pareja encuentra como solución inmediata a sus problemas la disolución de la misma. Antiguamente se trataba de preservar por todas las vías la unión y sólo se tomaba esta actitud como situación extrema. El componente pasional en este caso resalta como uno de los más importantes, y las personas lo refieren con mucha frecuencia: "cuando no queda química se perdió todo". Esto, sin embargo, no debe ser visto como algo negativo, ya que rompe con los preceptos de la pareja eterna. Si bien debemos promover una mayor estabilidad en pareja, también se debe estimula la ruptura cuando se convierte en fuente de displacer.
Entonces, ¿eso quiere decir que la pareja se encuentra en un período de transición hacia un nuevo modelo de relación?
Por supuesto, estos cambios confluyen con otros valores y concepciones más convencionales, entrando en contradicción con frecuencia. Por un lado los vínculos exigen transformaciones al interno de la pareja y en las actitudes de las personas, y por el otro trata de preservar a toda costa viejos cánones. Por eso, pensamos que se encuentra en un periodo de tránsito, donde se evidencia un enfrentamiento de nuevos juicios morales y valores con los ya existentes. Así, continúan poniéndose de manifiesto fenómenos como los celos y la infidelidad.
¿Qué fenómenos en la actualidad se encuentran influyendo en las relaciones de pareja?
La aparición e intensificación en los últimos años de la epidemia del SIDA, ha cambiado mucho la forma de percibir y vivir la pareja. Por un lado, podría pensarse que debido al peligro que enfrenta cada persona que se expone a una relación desprotegida, produce que muchos hombres y mujeres revaloricen la importancia de una relación duradera, estable y segura, tanto en las hetero como las homosexuales, al menos en el plano de las expectativas. Sin embargo, la promiscuidad y la sensación de invulnerabilidad continúan exponiendo a las personas. Por otro lado, esta problemática de salud, relevante a escala mundial, ha traído como consecuencia que hoy en día se vivencie el vínculo con cierto nivel de angustia o desconfianza. Pero, además, si lo llevamos al plano de la sexualidad, estas se convierten prácticamente en un entorpecimiento de la intimidad y el abandono en la pareja, haciendo protagonista junto a los miembros de la misma los medios de protección ante las ITS y el SIDA. En este sentido, entran en conflicto la necesidad de una entrega plena basada en la confianza y el amor y por otro lado la necesidad de protegerse.
Otro fenómeno de importancia que está incidiendo en Cuba es la presión doméstica. Aracelys Bedevia, hace referencia en su artículo "El amor no es esa fiera que llevamos dentro", a estudios realizados en la Facultad de Psicología en la Universidad de la Habana, donde se demuestra que de 5 de la tarde a 9 de la noche hay una cierta celeridad en la rutina cotidiana por las presiones domésticas, y por tanto la familia sufre un proceso de alta desnutrición emocional, de pérdida de mensajes de carácter afectivo y poco uso del lenguaje de los sentimientos. Aunque después se rescata el afecto, las frases que se dicen unos a otros en ese horario de relación más íntima implican en muchos casos órdenes secas, chantajes emocionales o "etiquetas".
En la actualidad se está produciendo una sobrevaloración, con respecto a otras épocas, a partir de las dificultades económicas que ha atravesado el país desde los años 90, de atributos físicos y económicos en la selección de la pareja por encima de los espirituales. Aunque no resulta la generalidad, es un fenómeno que está emergiendo con fuerza, influenciado además por una sociedad de consumismo que nos llega en cada momento desde los países capitalistas.
Como muchas personas insisten en pensar ¿la pareja se encuentra en crisis? o como opinan otros ¿va a desaparecer?
Beatriz Torres, en su libro, "Hablemos de sexualidad" nos refiere que en diversas investigaciones se ha encontrado en nuestro país un grupo importante de adolescentes y jóvenes que dicen afrontar en su vida amorosa un debilitamiento de ciertos valores con respecto a esta, evidenciándose en la proliferación de la promiscuidad, el cambio frecuente de pareja y la intensificación de la infidelidad. Señala, además, como uno de los problemas más frecuentes la vivencia de insatisfacción con las relaciones amorosas, como una "crisis" afectiva ante la insuficiencia de amor, estabilidad y felicidad en el seno de la pareja y la tendencia de relaciones sexuales superficiales desprovistas de afecto. Esto lo asocian las personas a inmadurez para afrontar la relación producto de una educación insuficiente para vivir en pareja.
"Muchos teóricos plantean que la pareja de hoy está en crisis y va a desaparecer. Para sustentar esto citan las altas tasas de divorcio, una menor frecuencia de lazos matrimoniales, la existencia de familias multiparentales que imponen nuevos códigos y sistemas de relaciones, unido todo a los clásicos conflictos de la pareja como los celos y la infidelidad y nuevas situaciones como el temor a la intimidad emocional. Esto es real, pero no se puede a su vez negar que la mayoría de las personas continuamos viviendo con intensidad la necesidad del otro, de vivir en pareja, por lo cual es un proyecto que está cambiando, que impone nuevos códigos, valores, pero que no va a desaparecer, sino que se encuentra sujeto a modificaciones." (Torres, B., 2006)
Ahora bien, más que la pareja se piensa que el amor está desapareciendo, ¿es esto cierto?
Como hemos visto, el amor permeado a través de la historia, la sociedad y la cultura por la violencia, el consumismo, las normas e intereses sociales, económicos, la homofobia, así como el temor a contraer enfermedades de transmisión sexual, ha llegado a nuestros días como resultado de las diversas formas amorosas que han existido y están matizadas por supuesto, por determinantes personológicos e individuales. Quizás todos estos aspectos hayan hecho olvidar, ignorar y hasta manipular su verdadera esencia, y nos haya hecho pensar en la posibilidad de su desaparición, sin embargo, el amor es por encima de todo el sentimiento esencial para la vida en pareja.
¿Y con respecto a la creencia de muchos acerca del "amor eterno"?
A través de la literatura, la música y los medios de comunicación masiva, aparejado a muchos mitos se defiende en nuestra cultura, aunque ya no con tanta fortaleza como en otros tiempos, la creencia del "amor eterno". Aparejado a esto se encuentra el mito del amor romántico y de la "media naranja".
En este sentido refiere la doctora Patricia Arés: "Ocurre que el deseo amoroso en muchas parejas actuales es construido sobre la base del mito "amor para siempre", "amor espiritual y carnal", "amor en reciprocidad", "integridad e identidad de valores", pero se produce a la vez mucho dolor y frustración, porque se pone en juego la contradicción entre el mito en el cual creo y lo que vivo en la realidad." (Arés, P., 1995)
El amor romántico o dependiente como bien podríamos llamarle, se manifiesta continuamente en canciones de cada época, expresándose como un mito, así como una manera inmadura de amar. Implica subordinación, incapacidad del ser humano para hacerle frente a la adversidad, constituye muchas veces una oda al sufrimiento, y si le prestamos un poco de atención, hasta al suicidio, porque "sin ti" no existe la posibilidad de vivir. Lo cierto es que esta forma de expresar los afectos, más que amor, constituye un tipo de chantaje, con implicaciones degradantes de la autoestima de cada persona.
Muchos en la actualidad se cuestionan una posible extinción del amor, y junto a él, del romanticismo. Incluso, muchos opinan que las nuevas generaciones ya no se detienen en el preámbulo romántico que tradicionalmente ha antecedido a la formación de la pareja, sino que pasan directamente al romance, perdiendo con ello las sensaciones propias del momento. Científicamente estas dudas no están demostradas, pero sí el hecho de que se está generando un cambio en las relaciones entre el hombre y la mujer, en lo que se espera de la relación, en los valores y requerimientos que se vuelcan en la misma, en la ruptura con modelos tradicionales de relación, en especial el mito del amor romántico. Cierto es que los tiempos de Romeo y Julieta pasados están, las frases se acortan y se vuelven más "prácticas", el tiempo no se hace esperar, el sexo inclusive se convierte muchas veces en un objetivo bien inmediato.
Pienso que los sentimientos y emociones no han variado mucho, al igual que las sensaciones propias de la relación de pareja, y aunque en cierta medida, como norma un tanto generalizada, se han perdido algunos detalles, esto no necesariamente constituye una característica negativa de la pareja moderna, sólo resulta una forma diferente de manifestarse.
La alta prevalencia de divorcios, la infidelidad, la promiscuidad, así como otras transformaciones a nivel social y cultural que atentan contra la satisfacción en el ámbito de la pareja nos hace pensar que el amor se encuentra en crisis. Afortunadamente, la mayoría de los estudiosos del tema concuerdan en que el ser humano aún conserva su capacidad de amar, y que como generalidad aún continúa siendo el amor el principal motivo que une a las personas, sin contar que constituye un eslabón importante en el proyecto de vida y las expectativas personales. Mucho menos, pienso que va a desaparecer la pareja como comentan algunos. Lo que sí es cierto es que están emergiendo otras necesidades en el vínculo, deseamos amar, pero de una manera menos posesiva y más autónoma, libre de prejuicios que entorpezcan nuestro desarrollo individual. De alguna forma, aunque de manera gradual y en contraposición con el modelo que nos vende los medios masivos de difusión, se está rompiendo con el llamado mito de la "media naranja".
Este mito, instaurado, desde tiempos inmemorables, constituye una construcción idealizada del vínculo amoroso, que promueve la fusión entre las dos personas, perdiéndose el espacio intersubjetivo de cada uno. Es, a mi entender, una visión bien pesimista de la relación, que prescribe la dependencia afectiva entre el hombre y la mujer, convirtiendo en una estructura rígida la pareja, donde cada uno es un ser incompleto que se complementa con esa persona ideal que además, por cierto, podemos pasarnos toda la vida en su búsqueda. Constituye una forma rígida de percibir las relaciones de pareja, donde si no tenemos la "suerte" de encontrarnos con nuestra media naranja, estaremos destinados a no ser felices y no disfrutar del vínculo. Si a esto le agregamos los costos que conlleva una separación con esa persona, nos resulta más difícil el duelo que desde otro paradigma nos resultaría más transitable, y menos doloroso.
En la actualidad, a nuestra consideración, se está produciendo en las personas un fenómeno de singular expresión, que limita la completa entrega en la relación de pareja, donde las personas frenan sus posibilidades plenas de dar y recibir afecto. Lo denominaremos miedo a la intimidad o miedo al amor.
Actualmente existe una tendencia a sentir temor a mostrarnos tal como somos ante nuestra pareja y desarrollar la necesidad de construirnos una coraza de afectos en la relación, que logre defender nuestra individualidad. Esto se manifiesta en el miedo a sentirnos vulnerables ante el amor, a ser felices, a entregarnos por temor a la frustración: se ama con reservas, por pedazos.
Ahora bien, ¿Vivir en pareja implica la pérdida de nuestro espacio como persona?
Por supuesto que no, como analizamos anteriormente, se trata de compartir proyectos en común, afinidades, afectos, entre otros aspectos, pero jamás perder nuestra individualidad, nuestro espacio psicológico y mucho menos nuestra identidad. No se trata de un vínculo fusional dependiente o que respalde desde su concepción el mito del amor romántico, sino que vivenciemos esa relación con satisfacción personal. Con respecto a esto, muchas personas temen convivir en pareja, vivir como matrimonio, en otras palabras, asumir responsabilidades y compromisos.
Ahora bien, a lo largo de este artículo hemos hecho referencia a la importancia de los aspectos genéricos en la evolución de la pareja actual, ¿cómo se manifiesta este fenómeno en la actualidad?
Las pautas de género establecidas en nuestra época, asumidas en mayor o menor medida por todos, dificultan muchas veces la comunicación entre las personas. ¿Es posible entonces un encuentro pleno y verdadero entre ambos? ¿Los estamos preparando para que se comprendan, se complementen o para que se sometan o rivalicen entre ellos?
B. Castellanos y A. González, en su libro "Sexualidad y géneros" dividen la influencia del patriarcado en dos épocas fundamentales: las sociedades patriarcales tradicionales y las contemporáneas. En las primeras surge el predominio masculino y aparecen las relaciones de poder, subordinación y discriminación con relación a la mujer a partir de una doble moral, donde se realiza una separación de los roles y funciones de ambos en la sociedad, se exalta el erotismo del hombre mientras que se inhibe el de la mujer reduciéndolo a fines reproductivos en el contexto matrimonial y donde la prostitución constituye la única vía de independencia económica de la mujer de aquella época.
Por su parte, en las sociedades contemporáneas la estructura social continúa siendo androcéntrica aunque con una aplicación menos rígida de la doble moral tradicional, iniciándose una redefinición de valores y modelos sexuales más flexibles y humanos, se construye un nuevo significado del erotismo femenino con independencia del matrimonio y la reproducción, aunque continúa siendo discriminada de otras maneras. Se evidencia además, una progresiva modificación de actitudes en las relaciones entre los sexos. Finalmente las autoras señalan que se produce con el advenimiento de esta nueva forma de patriarcado un enfrentamiento entre los modelos y valores tradicionales con los actuales.
Hoy el cambio se hace inminente y constituye una emergencia social, ya que lo asignado tradicionalmente desde los roles a hombres y mujeres no es asumido por muchos con la conformidad y pasividad que caracterizaban los tiempos más antiguos. Sin embargo, la transición a una forma de relación menos dicotómica y asimétrica entre los sexos y por ende la ruptura de lo tradicional, aún se torna difícil al encontrarnos anclados en una sociedad patriarcal que se resiste al cambio. Aunque en ocasiones desde lo social se pretenda que hombres y mujeres permanezcan tan distantes como el sol y la luna, se trata entonces de aumentar lo más posible, los eclipses que los mantienen unidos.
CONCLUSIONES
- En estos momentos existe una mayor demanda al interior de la relación, la personalidad de los miembros se ve más comprometida con la satisfacción.
- La concepción del amor eterno, los mitos de la "media naranja" y del "amor romántico" han cambiado, dando una visión más realista de la relación de pareja.
- Nada apunta hacia la desaparición de la pareja, pero sí hacia una ruptura con modelos tradicionales de relación.
- Está emergiendo la necesidad de cambios desde lo asignado tradicionalmente a los roles femeninos y masculinos, los cuales no son asumidos por muchos con la conformidad y pasividad de otros tiempos. Sin embargo, la ruptura de lo tradicional, aún se torna difícil al encontrarnos anclados en una sociedad patriarcal que se resiste al cambio.
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Autor:
Lic. Keytel García Rodríguez
Psicóloga, Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ)
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