Rescate de Tradición Cultural Local, su valor como potencial para el turismo
Enviado por María Elena Díaz Díaz
Resumen
Toda sociedad va acumulando su acervo de elementos culturales, ya sean bienes materiales, ideas o experiencias que han hecho suyos a lo largo de la historia, con conciencia de por qué los creó o los adoptó. Algunos mantienen plena vigencia como recurso para practicar o reproducir su vida social, en tanto que otros han perdido algo del vigor pasando a formar parte de su historia porque, o se han perdido, u olvidado.
La época que transcurre da prioridad a la cultura con relevancia de su conocimiento y práctica, por el papel protagónico que tiene en el desarrollo cada sociedad; mucho más cuando han adoptado como elemento de base económica al turismo, actividad que se desenvuelve en las más modernas exigencias del mundo, condicionada por los acelerados avances científico-tecnológicos. Lo moderno y lo tradicional han de tener una estimulante combinación, evitando que la tradición pase a formar parte de historias pasadas, renovando su significado en lo moderno y empleándolo sabiamente, para aumentar el potencial de recursos culturales, que como plataforma de desarrollo, se suma a la actividad turística.
Abstract:
Every society accumulates through history, its cultural heritage, wetter they are material goods, ideas or experiences, being aware of why they were created or adopted. Some are fully in effect as a resource to practice or reproduce its social lifer while others have lost their effect and have become a part of history because they have been lost or forgotten for ever.
Our present times emphasizes culture and the importance of its knowledge and practice due to the leading role it has in the development of societies; much more important it is when present societies have taken tourism as an economic element, more and more demanding in the modern world as a result of the accelerated scientific and technical progress. The modern and traditional elements have to have a stimulating combination, avoiding tradition becomes an ancient history, renovating its modern meaning and using it wisely in order to increase the potential of cultural resource that, as a development platform, is added to tourism.
PALABRAS CLAVES: Cultura, tradiciones, rescate, turismo, potencial de desarrollo
Introducción
Como lo afirman diversos estudios, el contenido de la expresión "patrimonio cultural" ha cambiado bastante en las últimas décadas y no se limita a monumentos y colecciones de objetos, sino que comprende también tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas a nuestros descendientes, ya sean tradiciones orales, actos festivos, saberes y técnicas vinculadas a la artesanía tradicional, entre otras.
Es conocido también que, aunque es probada su fragilidad, el patrimonio cultural inmaterial es importante factor de mantenimiento de la diversidad cultural frente a la creciente globalización que se vive en el mundo contemporáneo. Por esa razón, la comprensión del patrimonio cultural inmaterial de diferentes comunidades, contribuye al diálogo entre culturas y promueve el respeto hacia otros modos de vida.
Se considera que esta forma de expresión patrimonial se basa en el cúmulo de conocimientos y técnicas que se transmiten de generación en generación, lo cual encierra un alto valor social y económico, resultando pertinente para los grupos sociales de la nación y reviste la misma importancia para los países en desarrollo, que para los países desarrollados. Es a la vez que tradicional, contemporánea y viviente. Es además integradora, al poder compartir expresiones que son parecidas a las de otros regiones; también resulta representativa, pues no se valora simplemente como un bien cultural, pues florece en las comunidades y depende de aquéllos cuyos conocimientos de tradiciones, técnicas y costumbres, se transmiten al resto de la comunidad, de generación en generación.
Por eso es que este patrimonio cobra validez si es reconocido como tal por las comunidades, grupos o individuos que lo crean, lo mantienen y transmiten, pues sin este reconocimiento, nadie puede decidir por ellos que una expresión o un uso determinado, forme parte de su patrimonio, o sea, de su cultura propia.
Desarrollo
Es parte de la dialéctica que en la constante y dinámica transformación de la cultura evolucionan los hábitos, las ideas, las maneras de ser y de hacer las cosas. Se innovan las cosas mismas, para ajustarse a los cambios o modificaciones que ocurren en la realidad y para convertir la propia realidad. Las causas de esta dinámica son diversas y tienen un peso diferente en cada situación concreta de cambio. En algunos casos pesan más la creatividad de la sociedad y las circunstancias propias que obligan a que se modifiquen algunos aspectos de su cultura, como sucede con las adecuaciones derivadas por la acción de asumir al turismo como actividad económica.
La actividad turística dentro de su propio proceso multiterritorial, propaga la globalización cultural, que vista desde una óptica positiva de intercambio, favorece pero en sus enfoques negativos, se ha ido manifestando por intereses mercantilistas, como una amenaza en estos tiempos, tratando de turistificar culturas; por ello resulta imprescindible la defensa de las raíces culturales autóctonas. En referencia al fenómeno, se continúa observando que en muchos países y regiones, los símbolos y valores nacionales han estado dejando de ser las principales referencias de la identidad y de la cohesión social, pero la esencia no está en cerrarse al mundo, sino asimilar lo positivo de éste, a partir de la realidad propia.
En esa ruta se percibe que en esta época los conocimientos culturales han adquirido un papel de mayor protagonismo, en consonancia con los inmensos progresos científicos y tecnológicos. Son tiempos de encontrar fórmulas equitativas e innovadoras de articular inteligentemente la internacionalización existente, con las aspiraciones de mantener la continuidad del patrimonio de las culturas locales, a la par que las nacionales.
La Cátedra UNESCO en su documento "Turismo Cultural Inmaterial" en sus reflexiones refiere un importante elemento a tener en cuenta y es el razonamiento de que "…el patrimonio no es algo museístico, estático o referencial del pasado, sino algo vivo, portador de una identidad que debe reflejarse en las políticas públicas y en las decisiones. Por consiguiente, toda reflexión sobre este tema, debería inscribirse en una mirada de largo plazo y con un enfoque altamente participativo…" (UNESCO, 2012).
Para levantar un muro de contención contra toda amenaza globalizadora e institucionalizadora, resulta estratégico y lógico conocer todo el entretejido cultural de cada país, donde lo local ocupe un lugar significativo.
Tradición, identidad y patrimonio culturales, mantienen un vínculo indisoluble, que es válido para visionar grupos y comunidades, pues en el proceso de su actividad los hombres producen primero que todo, las condiciones materiales de su existencia, o sea, sus medios de vida y de trabajo; simultáneamente crean las formas de relacionarse en correspondencia con dichas condiciones de diversa índole, tanto económicas, sociales, como políticas. A la par, generan conocimientos, ideas y representaciones compartiendo un mismo entorno geográfico, manteniendo además una cercanía emocional, histórica y cultural, en la que van adquiriendo sentimientos de pertenencia a su comunidad, que se consolidan con el aporte conjunto de sus miembros.
En ese propio proceso la comunidad adquiere cualidades y características que la definen y al mismo tiempo la diferencian de otras. Pero sucede que las relaciones más intensas que tienen lugar en cualquier comunidad, se desarrollan precisamente mediante las acciones relacionadas con la actividad enraizada de sus habitantes.
De esta forma la identidad e integración de los vecinos están marcadas por la tradición que se va consumando gradualmente, en el transcurso de la existencia de la comunidad. Sucede que si las actuales generaciones no se identifican con esa suma de bienes acumulados por las generaciones anteriores, la tradición no sobrevive.
Estas reflexiones se basan en que la realidad contemporánea asevera que la presencia del hombre como sujeto social activo en la transformación y desarrollo de su medio, siempre ha constituido el elemento decisivo de influencia, aspecto que se declara en nuestra realidad como nación.
No obstante, a pesar de la gran atención que se promulga a la cultura nacional como fuente esencial del desarrollo, no escapa a las influencias que ejerce el turismo y dentro de él elementos que son medulares en su funcionamiento, identificados como el mercado y la comercialización, dos fenómenos que hoy están maniobrando los destinos de gran parte del mundo y que recobran relevancia en esta actividad que los utiliza como carta de presentación, en todo el planeta.
Esto ha conducido en muchas regiones a comprometer autenticidad y espontaneidad e inclinarse hacia un proceso que les lleva a responder a la voz del mercado, razones por las que en Cuba se reitera la observancia permanente de estos elementos y su comportamiento, a fin de que no manifieste el consabido perjuicio que como impacto, puede aducir a la cultura.
De este referente cultural se alega que diversas generaciones comunitarias viven de su actividad determinada, otras han tenido vínculos con ella, al menos ocasionalmente y la vida cotidiana en la comunidad, muchas veces está relacionada con las diferentes fases del movimiento diario de su actividad principal.
Es natural que los comunitarios sientan aprecio por el espacio donde se desenvuelve su vida y consideran que es importante para ellos, tanto por el largo tiempo que llevan viviendo en ella, por las familias que han formado y las relaciones personales que han establecido en el interior del barrio, así como la práctica de la actividad de mayor o menor significación para ellos.
Siempre habrá que preguntarse por qué unos elementos culturales conservan su sentido y función originales, ó lo que es similar, por qué otros se mantienen en la memoria colectiva como presencia actuante de su pasado.
Así sucede son con las festividades propias de una zona, con los platos típicos que les acompañan, pues son elementos donde se encuentran rasgos de inestimable valor cultural, que influyen en su identidad.
Si se entiende el rostro cultural de una comunidad en su sentido más amplio, es necesario tener en cuenta este particular, pues las tradiciones festivas son un rasgo sociocultural distintivo de cada lugar y ellas dejan su impronta en el entorno general de la nación.
Entre los diversos aspectos que fundamentan estas opiniones, uno que no puede olvidarse es el hecho de que, en la generalidad de los casos, las costumbres festivas y las modalidades al cocinar, se trasmiten de padres a hijos, en una aprehensión que ocurre casi exclusivamente en el ámbito familiar o comunitario.
En la realidad cubana el fenómeno tiene su manifestación a partir de la relación que se vislumbra entre el turismo y la cultura como política de integración e identificación. De importancia relevante para la cultura ha sido la suscripción en 1994 del llamado Convenio Cultura-Turismo, que ha sido enriquecido y fortalecido con las exigencias y prioridades culturales enfocadas en el nuevo milenio.
Mediante este convenio entre el Ministerio de Cultura de Cuba y el Ministerio de Turismo se han acordado aspectos estratégicos, sobre las medidas a tomar a fin de que el turismo no se convierta en depredador de la diversidad cultural
Álvarez Navarrete, (2010) en su intervención en la Conferencia Internacional sobre Derecho de Autor refiriéndose al tema referente a Políticas Públicas y Diversidad Cultural, rectorada por la UNESCO, ha expuesto los pronunciamientos cubanos, expresados especialmente en torno a que "…no se "folcloricen" los espectáculos culturales dirigidos al turismo…" . Plantea además que "…el concepto básico que ha regido y rige esta interrelación en Cuba, se fundamenta en que no es posible diseñar ni realizar una cultura para el turismo, ni desarrollar tampoco un turismo exitoso, ni consolidarlo, sin la presencia orgánica de la cultura, nacional y local, como parte misma del atractivo turístico…" (p: 5).
No obstante, en nuestro análisis particular declaramos que todavía existen resquicios que cerrar, representados por los elementos a rescatar, lo que plantea el problema y no el tema resuelto, pues el acervo cultural es muy rico y en cualquier rincón de la geografía cubana hay materia prima cultural, para poner en función de la diversidad de ofertas al turismo.
Existen elementos que no han dejado de manifestar afectaciones a pesar de los esfuerzos, especialmente en el caso de las tradiciones festivas culturales en un período en que fue imperiosa la necesidad de prioridades elementales que se intensificaron en la década de los 90, etapa en que era vital, priorizar y salvar la economía.
El nuevo milenio ha permitido repensar este nexo cultura-turismo y sentar bases de estrategia y actuación, donde retomar lo cultural, adaptarlo a las nuevas condiciones y potenciar la actividad turística presentando la cultura como producto autóctono, significa enriquecer el mercado y la comercialización dentro del mundo turístico.
Por esa razón, las formas de vida cultural de las comunidades cercanas a las zonas turísticas se convierten en un potencial digno de ampliar su explotación en función de captar atractivos y convertir en nuevas ofertas para el que nos visita, ya que es necesario considerar que el saber popular de los habitantes de esas comunidades próximas, es el que conserva en su memoria, el legado oral y práctico de sus habitantes, que van reafirmando la identidad barrial y mostrando a las nuevas generaciones los valores que por azares del tiempo, han estado amenazadas de perderse.
Tal es el caso de una festividad de la comunidad de Boca de Camarioca, en las cercanías de Varadero, centro turístico de relevante importancia, enclavado en la provincia de Matanzas y que se encuentra en proceso constante de renovación de su producto, para hacer cada vez más atractivas, enriquecidas y genuinas, sus ofertas.
Por su cercanía al mar, una parte importante de la práctica cotidiana del sector poblacional de la localidad de Boca de Camarioca, está constituida por la pesca, por lo que en la dieta es común el consumo de pescados y mariscos.
Los miembros de esta comunidad han pescado históricamente, lo que les ha ayudado a confeccionar los alimentos, acentuándose esta condición durante los años críticos del período de los 90, del recién concluido siglo XX.
En un proceso de pesquisas que posteriormente condujo a un trabajo de profundización realizado en dicha zona, fueron entrevistados viejos pescadores residentes y sus familias, han contado los pobladores de esta comunidad que la tradición de celebrar las fiestas de San Juan por cada mes de junio, tiempo en el que se produce el solsticio de verano, es época donde se acompaña con el premio de la naturaleza marina la ocurrencia del llamado por sus hombres de mar " tiempo de la arribazón del pargo", les lleva a alistar sus embarcaciones, sus arreos de pesca y lanzarse al mar en busca del preciado alimento, tan aceptado por las familias del poblado y de otros no tan cercanos.
Fue común hacer de este evento un emblema propio, que desde los años 60 convocaba a pescadores de varios puntos del litoral norte como La Habana, Matanzas, Varadero, Cárdenas, Caibarién y algo más allá, a participar en tal acontecimiento cultural competitivo.
Fueron entidades como el Instituto de la Pesca, el INDER, Ministerio de Cultura entre otros organismos locales, los encargados de organizar los festejos, consistentes en un programa en el que se incluía:
– la recepción de los pescadores de diversas regiones del litoral norte del país
– el recibimiento en la localidad por parte de los CDR, pioneros y jóvenes que debidamente organizados, homenajeaban a los participantes en cada cuadra, con actividades culturales, ofertas de comestibles y refrigerios, acogidos todos como una gran familia local.
– la habilitación de una temporal tarima o escenario bellamente engalanado que se confeccionaba en sitio cercano al punto de salida de las embarcaciones, como testigo tanto de la despedida como de la bienvenida, que se daba a los participantes en la trascendental competencia y lugar donde posterior y públicamente, se pesaba la captura, se premiaba al competidor que hubiera capturado la pieza de mayor peso y tamaño, otorgándole el premio correspondiente.
– la organización de los días de fiesta popular, ofertaban precisamente alimentos confeccionados, con el protagonista del evento: el pescado, además de otras ofertas.
– la actuación de grupos y orquestas nacionales durante los días que duraba la competencia para amenizar la festividad.
Con el paso del tiempo y las emergencias económicas, este evento ha quedado relegado. Sin embargo, nada impide retomar estas celebraciones que han transcurrido con tanta acogida en esa localidad, si existen todos los actores que se necesitan para hacerlas posibles, con sentido de tradición.
Nada impide adecuar, con perspectiva de incremento de oferta cultural comunitaria ese evento, que potencia favorablemente la localidad y deja signos favorables al turismo que visita la región, ese evento que emana de la costumbre y representa un símbolo del patrimonio local?
Por azares de la etapa crítica de los años 90 en Cuba, el tiempo y el olvido se han encargado del original sentido y simbolismo de la Fiesta del Pargo, de la cual sólo prevalece el nombre en los festejos que actualmente se celebran en el poblado Boca de Camarioca, situado a pocos kilómetros de Varadero y que como elemento discordante tiene, la poca o casi nula oferta del protagonista que le da nombre a su fiesta tradicional, convertida no más que un recuerdo grato de sus pobladores.
Los pronunciamientos actuales en pos del rescate de las tradiciones asumen una nueva imagen, con la apertura de cafeterías y restaurantes, patrocinados por trabajadores asociados al sector por cuenta propia, adicionándole potencialidad, pues este nuevo factor económico favorece el crecimiento del país y en gran medida, significa poder tributar la reivindicación de la tradición, tan necesaria a estimular con la práctica culinaria cubana, incorporando ofertas de productos del mar y estimularse las buenas experiencias y el apego a la tradición, las que en combinación perfecta, tienen capacidad para ofrecer el tradicional Festival del Pargo, como lo recoge la historia y como lo reclama el presente.
En una cohesión positiva los actores territoriales pertenecientes a los sectores de cultura, deporte, turismo, enon consenso de autoridad de gobierno en el territorio, puede contar con una oferta renovada, con visa cultural/turística que acerque a los visitantes a una práctica tradicional legítima.
Conclusiones
Los dilemas que representan la conservación del patrimonio por un lado, pero también el sentimiento de pertenencia por el otro, se convierten en tarea pendiente a resolver en los momentos que la significación de lo cultural, abarca toda forma de manifestación.
Si en el camino de rescates de tradiciones estamos, bien merece la pena reflexionar en qué es necesario repensar para vitalizar esta tradición y cómo proyectar acciones que sirvan de valor agregado al producto turístico, en el que pueda mostrarse a los turistas lo genuino de la cultura local e involucrarlos como participantes en esta manifestación cultural, que es muestra viva de lo que somos.
Es un precepto que ratifica la idea de que no se necesita crear una cultura nueva para mostrar a los turistas, sino explotar todas las potencialidades con que contamos al máximo, para insertar a los turistas, en la cultura que es más nuestra, mientras más pueda mostrar los valores genuinos con que contamos.
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Autor:
MSc. María Elena Díaz Diaz
Profesora Principal del Departamento Ciencia y Cultura.
Máster en Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología.
Centro: Escuela de Hotelería y Turismo: "José Smith Comas". Varadero.
Dirección: Calle 3ra. Esquina a 34. Varadero.