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Perfil del alumno (página 2)


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Lejos de estas realidades institucionales algunos docentes migran de escuela en escuela, de barrio en barrio, de distrito en distrito, buscando el propio bienestar económico o el desarrollo profesional. Desde los comienzos del ejercicio de la tarea docente, éste se ve muchas veces obligado a basar sus prácticas en suplencias discontinuas, cortas, en diversas instituciones, saltando de lo público a lo privado, de ciclo en ciclo, de ideología en ideología, generando en el docente un desgaste general, desaliento y por consiguiente falta de compromiso con su tarea y las instituciones en las que se desempeña. Con el tiempo esta situación va generando en el maestro un estigma muy difícil de subsanar y que deviene en una apatía reflejada en la falta de interés por conocer con quiénes se relaciona a diario (alumnos, docentes, directivos, padres, comunidad educativa en general), importándole poco de las reales necesidades de este alumno, institución, barrio, sociedad. Sólo tal vez, si este docente itinerante logra afincarse, afianzarse en una institución en la que se halle a gusto (porque hay muchos que trabajan en lugares que no los satisfacen profesionalmente pero ejercen su tarea docente por la paga) podría llegar a interesarse en estos temas mencionados desde una perspectiva menos egoísta y más proyectiva hacia el futuro, posibilitando el crecimiento del alumno y el desarrollo de una mejor inserción institucional en la sociedad; generando objetos de conocimiento y normas para la acción desde un contrato social. (Cullen)

Desde lo expuesto y buscando relacionar con el trabajo anterior, Carr menciona que para conceptuar la práctica educativa debemos atender a la historia, el lugar, la vida social, las tradiciones, la herencia de conceptos filosóficos anteriores y lograr así una realidad diferente con una práctica educativa y pedagogía nuestra. Y agregaría: teniendo muy en cuenta intentar buscar una correcta concepción del alumno, una construcción del sujeto.

Esto lleva a varias preguntas: ¿tenemos los docentes una idea formada del aprendiz con el que vamos a interactuar a diario? Más allá de las generalidades psicológicas y sociales que se aprenden en los profesorados, ¿conocemos y entendemos ese perfil de alumno de la institución donde ejercemos nuestra tarea? ¿Estamos preparados los docentes para atender a todas las necesidades de este alumno actual presente en esta sociedad específica?

HACIA EL BIEN

Cada institución tiene sus características propias basadas en sus ideas fundacionales, su P.E.I., sus actores; pero todas comparten un proyecto nacional basado en: 1) identidad nacional, 2) democracia, 3) productividad y crecimiento 4) integración y justicia social. En esos pilares deberíamos basarnos para reencausar nuestra práctica promoviendo una educación ética que pueda acercarnos tal vez un poco más al conocimiento de este niño, futuro ciudadano.

Tomando ideas de Cullen, "hay disciplina social cuando los sujetos están adaptados a un orden social determinado". Este disciplinamiento social es necesario para la convivencia entre sujetos pensantes y actuantes que deben aprender a usar bien la razón y la libertad de acción.

Si el sentido lo da una moral mercantilista que inculca un valor del trabajo y la obligación de trabajar, puesto que es un derecho fundamental y traería el bienestar, aleja al individuo de sí mismo y de los otros alienándolo, convirtiendo al sujeto en un objeto de trabajo. Si en cambio se educa para el consumo, se centraría en la competitividad defendiendo a cualquier costo el objeto de deseo, sin ansiedad por el futuro ni culpa por el pasado, disolviendo al sujeto y convirtiéndolo en realidad virtual sin acción y sin conocimiento.

Entonces el hecho (acción) y la palabra (razón) nos ayudan a crear las normas, a registrar los valores. Un valor fundado en el ser y su realización y perfección, teniendo en cuenta que la posibilidad de SER depende de la libertad que el mismo hombre ejerce en las elecciones buscando siempre el encuentro con el otro reconociéndose.

Como docentes nos vemos comprometidos a sondear, escuchar, aceptar, estar en actitud abierta para llevar al otro hacia su propio encuentro para que pueda percibir los llamados más profundos y no las necesidades creadas ni las urgencias más inmediatas; y para que pueda percibir la adecuada relación con las cosas. A que reconozca que la vida es una conquista que supone un esfuerzo creador. Somos llamados a aportar nuestro propio esfuerzo responsablemente funcionando como modelo generador y orientador hacia una realización plena de la persona.

"Es por esa ética inseparable de la práctica educativa, no importa si trabajamos con niños adolescentes o adultos por la que debemos luchar. Y la mejor manera de luchar por ella es vivirla en nuestra práctica, testimoniarla, con energía, a los educandos en nuestras relaciones con ellos. En la manera en que lidiamos con los contenidos que enseñamos, en el modo que citamos autores cuya obra discordamos o con cuya obra concordamos"

Si somos capaces de reconocer y acompañar al educando a que sea capaz de actuar solo utilizando su libertad ya estamos conociéndolo más, y si nuestra mirada atenta lo acompaña en este proceso, entonces pasamos a ser aprendices del aprendiz.

Aunque ya tengamos una corta visión de lo que esperamos lograr con nuestros alumnos a nivel social, y porque no, personal ¿estamos preparados para tal desafío?

Freire al respecto asegura que el educador aprende a medida que está disponible para repensar lo pensado revisando sus posiciones, buscando involucrarse con la curiosidad del alumno, entendiendo esos caminos como orígenes de nuevas sugerencias y preguntas impensadas antes. Este repensar cotidiano sitúa al docente en el plano de analizar críticamente su práctica y replantearse la necesidad de una capacitación continua, convirtiéndola en procesos permanentes exigidas por la propia actividad. Asegurándose así que no se "aventurará a enseñar sin la competencia necesaria para hacerlo".

Estas competencias adquiridas en la formación profesional también requieren de replanteos que generen una nueva cultura del aprendizaje que atienda a las demandas de formación y educación de la sociedad actual. Hay que conocer esas nuevas demandas no sólo para atenderlas cuando sea preciso sino también para situarnos críticamente respecto a ellas. Necesitamos modificar o modular esas exigencias en función de nuestras propias creencias, nuestra propia reflexión sobre el aprendizaje, en vez de limitarnos a seguir inútilmente los hábitos y rutinas de aprendizaje que un día aprendimos. Repensar y volver a construir la cultura del aprendizaje en vez de repetirla.

La formación docente debería tener muy en cuenta el contexto en el cual tendrá lugar el desempeño profesional y el sentido político, social y cultural de la acción educativa. Para ello debería promover una identidad docente basada en la autonomía profesional, en la idea de profesionalismo colectivo que implica una gran capacidad de trabajo en equipo (aprender con el otro), un fuerte compromiso con la igualdad y la confianza en las posibilidades de aprendizaje de sus alumnos.

Una mala calidad de formación docente incide en que los alumnos no accedan a una educación integral. Un docente que no acepta el diálogo con el alumno no ve que el conocimiento es un proceso y por lo tanto no impulsa al otro a aprender, a la curiosidad. Estas inquietudes, dudas deben motivar al profesor a continuar con el aprendizaje tomándolas como nuevos desafíos.

El mismo docente limita su curiosidad cuando limita la de sus alumnos impidiendo que realicen preguntas que muchas veces son disparadores para nuevos conocimientos o profundizaciones posteriores. También lo hace cuando el movimiento unilateral le permite a él presentar respuestas sin que se le haya preguntado algo, brindando excesiva información, agotando el tema y por consiguiente la curiosidad.

Esta es otra dimensión a tratar brevemente. Como Freire la llama "la pedagogía de la pregunta", un docente que no se interesa por sus alumnos ni sus necesidades poco va a importarle si satisfizo su curiosidad natural en el proceso de enseñanza aprendizaje. No considera la pregunta como el "inicio del conocimiento" sino tal vez como un desafío impertinente, una provocación a la autoridad, creyéndose el docente mismo como único con derecho de sentir curiosidad o satisfacer sus necesidades de aprendizaje. "El educador autoritario tiene más miedo a la respuesta que a la pregunta. Teme a la pregunta por la respuesta que debe dar"

El diálogo con el otro, permitirle la duda, la pregunta, el intercambio, enseñarle a preguntar es puntapié inicial al acercamiento, al conocimiento de la persona con la que el docente está interactuando. Se inserta en el acto de conocer, la pregunta ayuda a que sea el educador quien acompañe en la reformulación de la misma buscando los matices necesarios con el alumno; si no conoce mínimamente su interior o como éste piensa, poco puede ayudarlo a pensar, a preguntar mejor.

Es fundamental que el docente valore todo lo que constituye el lenguaje y su función dialéctica en el ejercicio de la pregunta-respuesta. Así el aprendiz va descubriendo la relación entre ambas y el dinamismo entre la palabra (el contenido en el diálogo), la acción (la pregunta formulada) y la reflexión (pensar las respuestas y repreguntar). Con la actitud de preguntar, de mostrar sus inquietudes, los alumnos se liberan y buscan reconocer el límite de la realidad, se abren al conocimiento auto realizándose a través de éste. El conocimiento transforma y completa a la persona, cuánto más a un alumno deseoso de saberes.

Para Carr, esta práctica está cargada de teoría que el docente debe manejar lo más holgadamente posible para poder moverse dentro de ella aunque no tenga todo los contenidos presentes. Los docentes utilizan la teoría como orientación en la práctica, y el marco conceptual lo da la misma teoría. Por lo tanto re pensar la práctica es también estar seguros de las teorías que las orientan. Un docente que no conoce a su alumnado poco puede orientar su práctica educativa. Un docente poco preparado no sabría enmarcar la teoría para su práctica.

"la práctica es una forma de acción inmaterial precisamente porque su fin solo puede realizarse a través de la acción y solo puede existir en la acción misma. […] es una acción moralmente comprometida. […] practicar tiene que ver […] con la iniciación en el saber, formas de ver y creencias legadas por la tradición a través de la cual se nos ha transmitido la práctica en su forma actual". Difícilmente un docente que no posee una correcta concepción del alumno pueda comprometerse moralmente con éste y acompañarlo a la consecución de un fin. Si no conoce sus tradiciones, creencias que evolucionan continuamente no tendrá herramientas para llegar con lo que desea transmitir a esos alumnos.

La práctica educativa debe adaptar al educando a la realidad socio-política e ideológica que no puede ser alterada y por lo tanto debe recibir adiestramiento técnico indispensable para su sobre vivencia.

Por eso, hay que ayudar a los niños y adolescentes, teniendo en cuenta el progreso de la psicología, de la pedagogía y de la didáctica, a desarrollar armónicamente sus condiciones físicas, morales e intelectuales, a fin de que adquieran gradualmente un sentido más perfecto de la responsabilidad en el recto y continuo desarrollo de la propia vida y en la consecución de la verdadera libertad, superando los obstáculos con grandeza y constancia de alma. Hay que prepararlos, además, para participar en la vida social, de modo que, bien instruidos con los medios necesarios y oportunos, puedan adscribirse activamente a los diversos grupos de la sociedad humana, estén dispuestos para el diálogo con los demás y presten su colaboración de buen grado al logro del bien común.

"Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción"

Conocer los intereses, las motivaciones que los alumnos traen en sus mochilas es de suma importancia para que se pueda producir este proceso de enseñanza aprendizaje.

"Hermosa es, por tanto, y de suma trascendencia la vocación de todos los que, ayudando a los padres en el cumplimiento de su deber y en nombre de la comunidad humana, desempeñan la función de educar en las escuelas. Esta vocación requiere dotes especiales de alma y de corazón, una preparación diligentísima y una continua prontitud para renovarse y adaptarse"".

La vocación docente vista como un servicio al otro (alumno) deviene en preocupación, y pre-ocuparse es conocer y ver de antemano qué necesita para que la práctica educativa sea provechosa y el proceso ameno y rendidor.

Estás frente a clase.

De: Lidia María Riba.

Tal vez no sea tu mejor día; hay alguien enfermo en tu familia y has descansado poco. Te amenaza un ligero dolor de cabeza. Te frotas los ojos y empiezas a hablar. El tema de hoy es interesante y lo conoces bien: pasaste varias horas preparándolo…

Despacio, te paseas entre tus alumnos. A medida que vas desarrollando las ideas, el entusiasmo se acentúa en tu voz y en los gestos de tus manos. Varios de tus alumnos han comenzado a tomar nota de tus palabras, ves que uno se inclina para escucharte mejor; la mirada alerta de otros te habla de su interés. El más inquisitivo te hace una pregunta y le contestas profundizando aún más los conceptos.

El tiempo parece volar y tu dolor de cabeza ha desaparecido. A causa de tus propuestas se inicia un debate; intervienes aclarando, moderando, dirigiendo sus inquietudes. De pronto, suena el timbre. Ninguno de tus alumnos se mueve; uno de ellos, casi en puntas de pie, va hacia la puerta y la cierra. Tus palabras apasionadas los han fascinado. Quieren saber más.

No, esto no ocurre todos los días. Pero, basta que suceda una sola vez para que compruebes que sigue en ti, intacta, fuerte, invalorable. Tu profunda vocación de enseñar.

Bibliografía

  1. Labaké, Julio César. "El hombre, la libertad y los valores".Bs. As. Bonum. 1988
  2. Ministerio de Educación Ciencia y Tecnología. "ley de Educación Nacional" documento para el debate. Mayo 2006
  3. Concilio Vaticano II. "Gravissimum Educationis".Declaración sobre la educación cristiana de la juventud. Roma, San Pedro, 28 de octubre de 1965.
  4. Cullen, Carlos "Perfiles ético-políticos de la educación". Cáp. 6 Paidos. Bs. As. 2003
  5. Palamidessi, M. "El ABC del la tarea docente: currículo y enseñanza". Cáp. 1. Aique. Bs. As. 2000
  6. Pozo, J. "Aprendices y maestros". Alianza editorial. 1999. CAAP. 1
  7. Freire, P. "Hacia una pedagogía de la pregunta". Conversaciones con Antonio Faúndez. Ediciones la Aurora. Bs. As. 1986
  8. Freire, P. "Pedagogía de la autonomía". Siglo XXI. Bs. As. 1997
  9. Freire, P. "Política y Educación". Siglo XXI Bs. As. 1996
  10. Freire, P. "Pedagogía del oprimido". Siglo XXI. Bs. As. 2002
  11. Carr, W. "Hacia una investigación educativa práctica". CAAP. 4. Madrid. Morata 1996
  12. Riba, M. "Vocación de enseñar". V y R editoras. 2001
  13. diccionario enciclopédico Multimedia. Océano. 2006

 

Angélica Isabel Diaz Díaz Maidana

CONDUCCIÓN Y GESTIÓN EDUCATIVA – FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

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