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Políticas del Emperador Augusto


  1. Introducción
  2. Política y organización territorial
  3. El Concilium Principis
  4. Los Ecuestres
  5. Economía
  6. Construcción y la ciudad
  7. Cultura, Moral y familia
  8. Arte y Literatura
  9. Religión
  10. Bibliografía

Introducción

Augusto consideró que la organización y ordenación administrativa de los territorios gobernados era una tarea superior a la conquista militar. Esto lo refleja en su famosa frase: "Alejandro no habría considerado que poner orden al Imperio que había ganado era una tarea más encomiable y grandiosa que ganarlo". Durante los más de 40 años que gobernó se enfocó en aumentar el nivel cultural de Roma y en devolverle la moral y las buenas costumbres a su pueblo, "la antigua usanza", el cual estaba hundido en comportamientos innobles y poca moral. Su amplia política de construcción y de impulso económico le dieron un respiro a la población, sobre todo a la agricultura, la cual, junto con la economía en su conjunto, se encontraba estancada desde hacía décadas. Su prudente gobierno impulsado por su dote de estadista e innata habilidad política dieron como resultado una era de prosperidad sin precedentes conocida como la Pax Romana. 

Política y organización territorial

Augusto puso un notable énfasis en la administración del estado y para esto reestructuraría, dándole en definitiva un nuevo sentido, a varias instituciones republicanas que consideraba obsoletas. Ciertamente no podía destruir la antigua aristocracia, ya que las instituciones republicanas todavía habitaban profundamente en el corazón los ciudadanos, por esto mantuvo al Senado y al orden senatorial aunque gradualmente lo iría modificando a su parecer eliminando la reinante burocracia que lo constituía.

Cambios en el Senado y las oficinas Republicanas: En su política logró construir un edificio de gobierno práctico para enfrentar las nuevas exigencias que requería un Imperio tan amplio. Sin embargo, a pesar de estas modificaciones Augusto trató de conservar cuanto pudo las antiguas instituciones republicanas, o al menos pretendió hacerlo, y junto con ellas a los cargos individuales que la caracterizaban -Cónsules, Pretores, Tribunos, etc-. De estas instituciones y cargos renovó en gran medida sus funciones, transformando al Senado de un órgano ejecutivo a uno administrativo, y adaptándolas además a la coexistencia de ejercer bajo la tutela del Princeps. Podemos definir esta coexistencia, en si, como el conjugar de la antigua Monarquía con las magistraturas republicanas. Siendo, de aquí en más, esta relación entre Princeps y senadores la que constituiría el funcionamiento del Estado Romano. El tiempo la probaría benéfica ya que logra otorgar una solidez administrativa nunca antes vista al Imperio. Con los poderes que adquirió como Tribuno y Censor procuró tener control sobre el Senado, depurando a los miembros que le resultasen incómodos. Una principal herramienta de este mencionado control se basaba en el sistema de calificaciones impuesto, que permitía, o no, el ingreso a este cuerpo. Augusto concentraba los poderes republicanos en una persona, lo que literalmente lo convertía en un Monarca, salvo que esta Monarquía encubierta tenía una persona legal totalmente justificada bajo las costumbres republicanas. Lo que, e impulsado por sus partidarios, lo hacía verse como una autoridad legal y no como a un Rey o a un Dictador. Gradualmente, al igual que los Senadores, los Cónsules dejan de ser la cabeza de gobierno y pasaron a ser entes administrativos. De esta manera el estado contaría con el servicio de hombres de primer orden que no hacían peligrar la autoridad del monarca.

El gobierno de las provincias: Más allá de los cambios que mencionamos el senado continuó siendo el cuerpo principal de magistrados. Entre las nuevas funciones de este se acrecentaron sus funciones legislativas. El Senatus Consulta pasó a ser un tribunal supremo con funciones judiciales. Más allá de tener el Imperium Maius, o sea un poder proconsular de mayor peso que el de los Procónsule, Augusto prefirió mantener una buena relación dichos gobernadores. Si bien presentó este respeto, las provincias fueron divididas en dos tipos. Las Senatoriales confiadas a un gobernador sin mando militar quien era nombrado por el Senado; y las Imperiales que eran gobernadas por un legado del gobernador. De hecho Augusto devolvería al gobierno gran cantidad de provincias que anteriormente, durante el Triunvirato y la Guerra Civil, habían quedado bajo su mando. Solamente se quedaría para si el mando de Hispania, la Galia y Siria.

El Concilium Principis

Otras adicciones importantes fueron algunas como la del Concilium Principis. Augusto nunca se presentó a discutir temas con el Senado sin antes estar preparado para esto, uno de los mayores recursos de los que se valió fue de un comité senatorial restringido que le servía a manera de asesores. Al unirse con los Amici Principis, se da el Concilium Principis la cual era una institución totalmente imperial. Además de éstos casi 20 Senadores consejeros, lograría reunirse de un pequeño grupo de colaboradores que no eran ni más ni menos que un orden ministerial de primer nivel. Como, por ejemplo, Agripa que promovería las reformas urbanísticas impulsando un desarrollo sin precedentes solo rivalizado por el gobierno de César; o Mecenas quien sería un promotor cultural tan importante apadrinando escritores, escultores y demás artistas que su nombre quedaría inmortalizado en la historia como benefactor del arte y la cultura.

Los Ecuestres

Para contrarrestar el poder de la antigua aristocracia Augusto impulsa un segundo orden aristocrático, el Orden Ecuestre, los cuales estaban menos ligados a la tradición y más a su persona. Estos hombres Además de ocupar puestos en el Concilium Principis también llevarían misiones muy delicadas, como el comando de la guarnición de Roma, Praefectus Praetorio, el manejo de la provincia de Egipto, Praefectus Aegipti. Entre sus tareas también estarían las financieras, de su propio patrimonio y del patrimonio estatal. Esta nueva aristocracia era en base al mérito, un ecuestre llegaba a serlo primero habiendo pasado por los mandos inferiores y duros del ejército, como los Auxiliares.

Suetonio cuenta:Después de arreglar en Roma las cosas de este modo pobló a Italia con veintiocho colonias nuevas y contribuyó de muchas maneras a su esplendor por medio de trabajos y rentas públicas; la hizo igual en cierta manera a Roma en derechos y dignidad, pues estableció en ella un género de sufragio que los decuriones de las colonias se encargaban de recoger en cada una de ellas para la elección de los magistrados de la capital, y que enviaban cerrados para los días de los comicios. Con el fin de alentar por todas partes en las familias el honor y la propagación, admitía en el orden de caballeros a aquellos cuya petición venía recomendada por su ciudad, y cuando revistaba las secciones premiaba a aquellos plebeyos que habían tenido hijos de uno y otro sexo, con mil sestercios a cada uno.

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El Arapacis, este altar fue construido en el año 9 ac celebrando la victoria sobre Hispania y la Galia. Es símbolo de la Pax Augusta y prosperidad del Imperio Romano en aquel tiempo.

 

 Militar: Augusto realizó cambios radicales en el ejército, uno de los más amplios fue crear el primer ejército y marina profesional de Roma, es decir, un ejército permanente que se encargaría de la protección del Imperio. Su gobierno no se caracterizó por campañas prolongadas, sino por pequeñas campañas de ajuste territorial y de manejo político, esto posiblemente se daba ya que Augusto nunca fue un estratega supremo como su padre adoptivo Julio César y constantemente debía relegar el mando militar en generales de confianza.

Ejército: Este estaría compuesto por una infantería pesada de 25 legiones de 5500 hombres cada una, integradas por ciudadanos romanos en su totalidad; más cuerpos auxiliares, cohortes de infantería ligera y alas de caballería compuestas por no romanos, es decir por peregrini. El profesionalismo y la experiencia de estos ejércitos se pudo mantener con largos servicios de voluntarios que una vez comprometidos a servir a Roma firmaban un compromiso de vigencia, cuyo tiempo de duración dependía del arma, 16 años para los pretorianos y 20 para las legiones y cohortes urbanas. El soldado cobraba una soldada anual y un subsidio de jubilación -que podía ser en tierra o dinero para así asegurar su vejez. El soldado que se encontraba en servicio vivía acuartelado y no podía formar una familia -aunque más adelante podrían hacerlo "extraoficialmente"-. Augusto se aseguró, al menos simbólicamente, la lealtad de estos hombres haciéndoles jurar obediencia solo al Emperador. Fue de vital importancia en su política asegurarse el manejo total del ejército, de hecho se ocupaba de detalles tan mínimos como hasta de escoger personalmente ciertos centuriones. Ya que Augusto no podía personalmente enviar a sus tropas al campo de batalla se aseguró de escoger de entre los senadores de alto rango tres de éstos que le sean de confianza, a quienes utilizaría como sus generales. Estos senadores, que a su vez servirían de legados, los cuales eran los encargados de ordenar en nombre del Emperador, y se ubicaban en las provincias donde las tropas estarían acantonadas. Otra gran reforma que vio el ejército de la mano de Augusto fue su emplazamiento. Para evitar que estas tropas interfirieran en la política interior de Roma, como frecuentemente habían visto ocurrir líderes anteriores, la solución de Augusto fue simple y eficiente, emplazando las legiones en las fronteras conflictivas. Pero Augusto no podía arriesgar su poder a grupos armados, por lo que mantuvo 3 cohortes en la ciudad de Roma y 6 en las proximidades bajo su mando. De estas cohortes nacería la Guardia Pretoriana, encargada de resguardar al Emperador. Para proteger la ciudad del crimen instituyó las cohortes vigili, un equivalente a nuestras fuerzas policiacas actuales.Con respecto a la disciplina de sus hombres fue severo y dio un gran hincapié en el mantenimiento del orden y la subordinación de sus tropas.

Suetonio escribe:Cambió muchas cosas y muchas otras estableció en la organización militar, poniendo en vigor otras relegadas ya de tiempo al olvido. Mantuvo con severidad la disciplina, y sólo permitió a sus legados que fuesen a ver a sus esposas en los meses de invierno, y aun esto con gran dificultad. A un caballero romano, por haber amputado el dedo pulgar a sus dos hijos para librarlos del servicio militar, hízolo vender en subasta con todos sus bienes; pero viendo que se apresuraban a comprarlo los asentistas públicos, lo hizo adjudicar a un liberto suyo, que tenía orden de llevarlo a los campos y dejarle libre. Licenció ignominiosamente a toda la décima legión, que sólo obedecía murmurando; y a otras que con tono imperioso pedían la licencia se la concedió, aunque sin las recompensas prometidas a sus largos servicios. Si alguna legión retrocedía, la diezmaba, dándole sólo cebada por toda comida. Castigó con la muerte como a simples soldados a centuriones que abandonaron sus puestos. En cuanto a los otros delitos, los castigaba con diferentes penas infamantes, como permanecer en pie todo el día delante de la tienda del general, o bien salir con túnica y sin cinturón, llevando en la mano una medida agraria o un puñado de césped.

Marina: Luego de la decisiva batalla de Actium la base marítima de la flota quedó ubicada en el Forum Iulii, posteriormente se trasladaría a Miseno y Rávena. Para fortalecer regiones estratégicas claves, tanto en el suministro de granos, mercancías y de importancia geopolítica como son el Mediterráneo y las zonas amenazadas por los germanos. Augusto emplazaría una escuadra en Alejandría para los primeros y otras en el Rhin y el Danubio para los últimos. La flota del mar Negro daría sus frutos al ejercer un papel central en la lucha contra los germanos.  

Economía

Si bien muchos Emperadores romanos fueron pésimos economistas, y Agusuto no fue la excepción al principio de su carrera, podemos mencionar varios puntos sobresalientes en las políticas económicas de este Emperador. En un principio gravaría la agricultura con fuertes impuestos, pero después sus políticas tomarían una forma más definida que le devolverían el carácter productivo a la economía romana. Esto se lograría en parte con fuertes impulsos a la agricultura que llegarían a manera de subsidios a los agricultores responsables, los cuales se potenciarían con una mejora circunstancial en la infraestructura. La reubicación de tierras cultivables dadas a los veteranos ayudó a incrementar la masa productiva, también con el mismo objetivo donó pequeñas parcelas a los pobres que al menos llenarían sus necesidades básicas. Se abrieron nuevas minas y se crearon nuevos caminos junto a rutas que agilizarían el traslado, además de mejorar y re-adaptar los ya existentes; Además del combate de vándalos en los caminos y piratas en las aguas que minaban el libre transporte por el territorio romano. Para combatir la pobreza Augusto se valería de vender trigo barato en los graneros del estado y de iniciar una fuerte campaña de construcción renovación de edificios y monumentos que bajarían el nivel de desempleo y pobreza en gran medida. Junto con la reorganización económica se reformuló el tesoro, el fiscus, que pasaría a ser un tesoro imperial mucho más cuantioso y rico que el aerarium, el antiguo tesoro estatal que era manejado por los senadores.  

Construcción y la ciudad

Augusto sería absolutamente sincero en sus palabras: "He encontrado una ciudad de ladrillo y la he dejado de mármol". sería imposible enumerar la cantidad de construcciones que realizó ayudado por los consejos de Marco Agripa. Entre los más importantes estarían la nueva casa de los senadores la Curia Romana, los templos de Apolo y al Divinio Iulius -Julio César divinizado en el naciente culto al Emperador-, la ampliación de acueductos, el embellecimiento de calles y fachadas y los no acreditados Teatro de Pompeyo y el Teatro Capitolino. Augusto comprometería a varios Senadores en la contribución económica de tipo voluntario para embellecer la ciudad y encargarse de su mantenimiento. Dividiéndola en barrios denominados vici, un magistrado se encargaría de su correcto funcionamiento y mantenimiento. Tenía ciertamente la intención de convertir a Roma en un modelo a seguir. Se encargaría de desglosar la gran cantidad de tareas de los Ediles en distintos cuerpos menores especializados en dicha tarea. Por ejemplo la función policial es transferida al Praefectus Urbis; la repartición del grano al Praefectus Annonae; la Regulación religiosa pasaría al mismo Augusto. En esta misma época perderían, Además, la superintendencia del mantenimiento de templos y edificios; muchas de sus obligaciones jurídicas serían transferidas al Pretor. No obstante Augusto dotaría a los curules con la tarea de apagar fuegos, dotándolos de un ejército de 600 esclavos para dicha función; tarea que no duraría un tiempo muy prolongado bajo control de los Ediles curules ya que posteriormente sería tomada por el Praefectus Vigilum. Incluso las tareas más pequeñas, como el control y pavimentación de los caminos serían derivadas a distintos curadores. Como por ejemplo los Curatores Viarium se encargarían de las rutas y caminos.

Dejemos que sea el mismo Augusto el selector de las obras más importantes, en su autobiografía:Construí la casa del Senado, y el Chalcidicum que la acompaña y el templo de Apolo en el Palatino con pórticos, el templo al Divino Julio, el Lupercal, el pórtico en el Circo Flamino, al cual permití ser renombrado con el nombre de Octavio, los palcos estatales en el gran circo, el templo de Júpiter el Sometedor y Júpiter el Dios del Trueno, el templo de Quirinus, los templos de Minerva y la Reina Juno y Júpiter el Libertador en el Aventino, el templo de los Lares en la cima de la calle santa, el templo de los dioses de Penates en el Velian y el templo de la Juventud, y el templo de la Gran Madre en el Palatino. Reconstruí el Capitolio y el teatro de Pompeyo, cada trabajo de un coste enorme, con ninguna inscripción que mencionara mi nombre. Reconstruí acueductos en muchos lugares que avían decaído con los años, y doblé la capacidad del Acueducto más importante. Completé el Foro Julius y la basílica que el construyó entre el templo a Castor y el templo a Saturno. trabajos empezados y casi terminados por mi padre. Cuando la misma basílica se incendió expandí sus cimientos y la recomencé bajo el nombre de mis hijos, y, si yo muriera antes de su finalización, ordené que fuera completada por mis herederos. Cónsul por sexta vez, Reconstruí 32 templos a los dioses en la ciudad bajo la autoridad del senado. Cónsul por una séptima vez, Reconstruí la Vía Flaminia a la ciudad de Ariminum y todos los puentes. Construí el templo de Marte en tierras privadas y el Forum de Augusto. Construí el teatro y el templo de Apolo en tierras mayormente adquiridas por entes privados, bajo el nombre de Macus Marcellus mi yerno.

Suetonio nos comenta:Dividió a Roma en secciones y barrios, encargando la vigilancia de las secciones a los magistrados anuales (ediles, tribunos, pretores), que la lograban por suerte y la de los barrios a inspectores que habitaban en ellos y que eran elegidos entre el pueblo. Estableció rondas nocturnas para los incendios, y para prevenir las inundaciones del Tíber hizo limpiar y ensanchar su cauce, obstruido desde mucho tiempo por las ruinas y estrechado por el derrumbamiento de edificios. Con objeto de facilitar por todas partes el acceso a Roma, encargóse de reparar la vía Flaminia hasta Rímini, y quiso que, a imitación suya, todo ciudadano que hubiese recibido los honores del triunfo, emplease en pavimentar un camino el dinero que le pertenecía por su parte de botín. Reconstruyó los edificios sagrados que la acción del tiempo o los incendios habían destruido, y adornólos como los otros con valiosísimos presentes, llevando en una sola vez al santuario de Júpiter Capitolino dieciséis mil libras de peso de oro y cincuenta millones de sestercios en piedras preciosas y perlas. Roma no era, en su aspecto, digna de la majestad del Imperio y estaba sujeta, por otra parte, a inundaciones e incendios. Él supo embellecerla de tal suerte, que con razón pudo alabarse de dejarla de mármol habiéndola recibido de ladrillos. También la aseguró contra los peligros del porvenir, cuanto la prudencia humana puede prever. Entre el gran número de monumentos públicos cuya construcción se le debe, se cuentan principalmente el Foro y el templo de Marte Vengador, el de Apolo en el Palatium y el de Júpiter Tonante en el Capitolio. Se construyó el Foro porque el creciente número de litigantes y de los negocios lo exigían, y resultaban insuficientes los dos primeros. Así, sin esperar a que el templo de Marte estuviese concluido, apresuróse a ordenar que se procediese especialmente en el Foro nuevo, al juicio de las causas criminales y a la elección de jueces. Por lo que toca al templo de Marte, había hecho el voto durante la guerra Filipense, emprendida para vengar a su padre. Decretó, en consecuencia, que allí se reuniría el Senado para deliberar acerca de las guerras y de los triunfos; que de allí partirían los que marchasen con algún mando a las provincias; y que allí irían, finalmente, a depositar las insignias del triunfo los generales victoriosos. El templo de Apolo, en el Palatium, se construyó en la parte de su casa destruida por el rayo, donde habían declarado los arúspices que el dios pedia morada, añadiéndole pórticos y una biblioteca latina y griega. En sus últimos años convocaba a menudo el Senado e iba a él para reconocer las decurias de los jueces. El templo de Júpiter Tonante fue erigido por él en memoria de haber escapado de un peligro durante una marcha nocturna; en una de sus expediciones contra los cántabros, un rayo alcanzó, en efecto, su litera, matando al esclavo que iba delante de él con una antorcha en la mano. Hizo, además, ejecutar otros trabajos bajo otro nombre que el suyo, por ejemplo, con los de sus nietos, su esposa y su hermana; tales son el pórtico de Cayo y la basílica de Lucio, los pórticos de Livia y de Octavio, y el teatro de Marcelo. Frecuentemente exhortó también a los principales ciudadanos a embellecer la ciudad, cada cual según sus medios, o con monumentos nuevos, o reparando y embelleciendo los antiguos; este solo deseo fue causa de que se levantasen gran número de construcciones. Marcio Filipo elevó el templo de Hércules y Museos; L. Cornificio, el de Diana; Asinio Polión, el vestíbulo del de la Libertad; Munacio Plauco, el templo de Saturno; Cornelio Balbo, un teatro; Stantilio Fauro, un anfiteatro, y, en fin, M. Agripa gran número de magníficos edificios. mandó a sus soldados limpiaran todos los canales abiertos por los desbordamientos del Nilo y que el tiempo había cubierto de limo. Para perpetuar en la memoria de los siglos la gloria del triunfo de Actium, fundó cerca de esta ciudad la de Nicópolis, estableciendo juegos quinquenales. Amplió, asimismo, el antiguo templo de Apolo, adornó con un trofeo naval el sitio donde tuvo su campamento y lo consagró solemnemente a Neptuno y a Marte.

Cultura, Moral y familia

Augusto lucharía toda su vida por retornar a los antiguos valores y herencia romanos. Mediante leyes, castigos y recompensas trató de aumentar el índice de nacimientos en Roma, premiando a las familias con tres o más hijos y multando con impuestos a los célibes. Esto se debía a que Augusto sentía una gran preocupación por cómo se estaba dando la situación de desapego a la tradición de la familia entre los romanos, la utilización de medios anticonceptivos y el infanticidio habían llegado a un punto tal que la población romana natural había comenzado a decrecer mientras las familias de peregrinis se multiplicaban década tras década. Para poder incrementar el valor de la institución matrimonial comenzó utilizar los recursos que le permitían sus poderes de Tribuno y de Censor haciendo que el estado se implique en la protección de esta. Para incrementar la moral también combatió la homosexualidad y la prostitución penándolas duramente.

Arte y Literatura

Culturalmente inició una edad dorada de la literatura y las artes, la cual se conoce como El Siglo de Augusto. Valoró y financió autores que escribían sobre los valores romanos, esto lo hizo convirtiéndose en el patrono de poetas, escultores, arquitectos y demás artistas puramente romanos. Estos autores en retorno a los favores debían adaptarse a sus lineamientos y además favorecer su figura y la del Principado, vemos en la Eneida de Virgilio un ejemplo de esto:

"Deja ahora que tu mirada visionaria observe En esta tu raza, éstos tus Romanos.Aquí César, de la semilla gloriosa de Julio,Manténte ascendiendo a un mundo de luzMantén, hasta lo último, ése hombre, para esto es,Tan a menudo contado a tus oídos atentos,César Augusto, de la estirpe de JúpiterEl trajo una edad dorada…"

Consideró a La Eneida de Virgilio, una de sus obras más queridas, una herramienta fundamental para aumentar el orgullo de la población a la herencia cultural romana. Ovidio, Horacio, Virgilio, Tibulo, Livio, Propercio, y demás autores de la era dorada de la literatura romana se iniciaron bajo su protección. Generalmente sus hombres de confianza dirigían estos círculos intelectuales, como son Asinio Polión, Valerio Mesala, y un hombre que representa de tal manera lo aquí expuesto que antes de morir le daría significado a su nombre: Mecenas.Si bien durante su reinado mantuvo una predilección por el nacionalismo romano esto no le impidió aceptar la magnanimidad del arte Helénico. Augusto demostraría su gusto por el idealismo Griego en contadas ocasiones. Siendo el mármol uno de sus medios predilectos llenaría Roma de esculturas y monumentos de este material talladas en un claro estilo Griego.  

Religión

Augusto favoreció ampliamente a los Dioses romanos y fue hostil hacia las religiones orientales. Apolo fue su Dios favorito y a quien en mayor medida le dedicaría atención y beneficios. Bajo su gobierno se vieron construidos, y reconstruidos, infinidad de templos, altares y estatuas que acercaban los Dioses a toda la población. Suetonio comenta:

"Incrementó el número y la importancia de los sacerdotes, así como también sus privilegios. En particular aquellos de las Vírgenes Vestales. Por otra parte, hubo una ocasión en la que se debía elegir una Vestal para ocupar el lugar de otra que había fallecido, y muchos utilizaron todas sus influencias para evitar enviar a sus hijas a correr la oportunidad de ser seleccionadas. El (refiriéndose a Augusto) solemnemente juró que si cualquiera de sus nietas contara con la edad necesaria para ser elegible, el mismo la hubiera propuesto" 

Bibliografía

  • PETIT, EUGENE: TRATADO ELEMENTAL DE DERECHO ROMANO, Editora Dalis, 1998

  • http://www.imperivm.org/ (La mejor pagina de la historia del Imperio Romano)

 

Enviado por:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"®

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Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2015.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE"®