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Simbolos fundamentales de la ciencia sagrada, por René Guénon (página 18)


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egipcio del “ojal de Horus”; en tal caso, el P tiene al mismo tiempo una semejanza particularmente neta con ciertas agujas “prehistóricas” que, según lo ha señalado Coomaraswamy, en vez de estar perforadas, como lo estuvieron más tarde, presentaban simplemente recurvado uno de sus extremos, formando una especie de ojal por donde pasaba el hilo (cf. “Le ‘trou de l’aiguille’” [aquí, cap. LV: “El ‘ojo de la aguja’”]).

[929] Acerca del “Crisma de Constantino”, señalaremos que la reunión de las tres iniciales de la inscripción In hoc signo vinces que lo acompaña da IHSV, es decir, el nombre de Jesús; este hecho parece pasar generalmente inadvertido, pero está indicado expresamente en el simbolismo de la “Orden de la Cruz Roja de Roma y de Constantino”, que es un side-degree, es decir, un “anexo” de los altos grados de la masonería inglesa.

[930] [Publicado en É. T., marzo de 1950].

[931] Ver “Encadrements et Labyrinthes” [aquí, cap. LXVI: “Encuadres y laberintos”].

[932] Ver “La Caverne et le Labyrinthe” [aquí, cap. XXIX “La Caverna y el Laberinto”].

[933] Ver Le Symbolisme de la Croix, cap. XIV.

[934] “Le ‘Dieu lieur’ et le symbolisme des noeuds”, en Revue de l’Histoire des Religions, número de julio-diciembre de 1948 (ver nuestra reseña en É. T., de julio-agosto de 1949).

[935] Señalaremos, accesoriarnente, que en las aplicaciones rituales y más especialmente “mágicas” a este doble sentido corresponde un uso “benéfico” o “maléfico”, según los casos, de las ligaduras y los nudos; pero lo que aquí nos interesa es el principio de esta ambivalencia, aparte de toda aplicación particular, que nunca es sino una simple derivación. M. Eliade, por lo demás, ha insistido con razón en la insuficiencia de las interpretaciones “mágicas”, a las cuales algunos quieren limitarse por un completo desconocimiento del sentido profundo de los símbolos, lo cual, como también en el caso de las interpretaciones “sociológicas”, entraña una especie de inversión de las relaciones entre el principio y sus aplicaciones contingentes.

[936] Debe quedar claro que esta extensión ha de considerarse como indefinida, aunque de hecho no pueda serlo nunca en ninguna figuración.

[937] Tal es, en la India, el verdadero significado de lo que los viajeros han llamado “la prueba de la cuerda” [cf. cap. LXIII, n. 6], como quiera se opine acerca de ésta en cuanto fenómeno más o menos auténticamente “mágico”, lo cual no tiene, evidentemente, ninguna importancia en lo que se refiere a su carácter simbólico, único que nos interesa.

[938] Cf. A. K. Coomaraswamy, “‘Spiritual Paternity’ and the ‘Puppet-complex’”, en Psychiatry, número de agosto de 1945 (véase nuestra reseña en É. T., octubre-noviembre de 1947).

[939] Es de notar que comúnmente se dice que la muerte es el “des-enlace” de la existencia individual; esta expresión, que por otra parte está también en relación con el simbolismo del teatro, es literalmente exacta, aunque sin duda quienes la emplean no se dan cuenta. [Sobre el simbolismo del teatro considerado de modo general, ver Aperçus sur l’Initiation, cap. XXVIII].

[940] [Publicado en É. T.. junio-julio de 1946. Es la nueva redacción de un artículo de igual título publicado en Reg., abril de 1926].

[941] [Ver cap. LX].

[942] “Le Marbre astronomique de Saint-Denis d’Orques”, en Reg., febrero de 1924 [retomado en Le Bestiaire du Christ, cap. X].

[943] Hay también, en la misma figuración, otros detalles de gran interés desde el punto de vista simbólico; así, en particular, el corazón lleva una herida o por lo menos lo que presenta la apariencia externa de tal, con la forma de un yod hebreo, lo que se refiere a la vez al “Ojo del corazón” y al “germen” avatárico que reside en el “centro”, ya se entienda a éste en sentido macroscómico (como es manifiestamente el caso aquí), ya en sentido microcósmico (ver Aperçus sur l’Initiation, cap. XLVIII).

[944] Himno al Sol, traducción [francesa] de Mario Meunier.

[945] Debe quedar bien claro (y volveremos luego sobre el punto) que se trata aquí de la inteligencia pura, en el sentido universal, y no de la razón, la cual no es sino un simple reflejo de aquélla en el orden individual y está en relación con el cerebro, siendo entonces éste con respecto al corazón, en el ser humano, el análogo de lo que es la luna con respecto al sol, en el mundo.

[946] Esta expresión de “Corazón del Cielo” aplicada al sol se encuentra también en las antiguas tradiciones de América Central.

[947] Sueño de Escipión, I, 20.

[948] Sobre el rostro que se ve en el orbe de la luna, 15, 4. Este texto y el precedente son citados en nota por el traductor con motivo del pasaje de Proclo que acabamos de reproducir.

[949] Aristóteles asimila la vida orgánica al calor, en lo cual está de acuerdo con todas las doctrinas orientales; Descartes mismo sitúa en el corazón un “fuego sin luz”, pero que no es para él sino el principio de una teoría fisiológica exclusivamente “mecanicista” como toda su física, lo cual, por supuesto, no tiene nada en comun con el punto de vista tradicional de los antiguos.

[950] Es notable a este respecto que, en el simbolismo cristiano particularmente, las figuraciones más antiguas del Sagrado Corazón pertenecen todas al tipo del corazón irradiante, mientras que en las que no se remontan más allá del siglo XVII se encuentra de modo constante y casi exclusivo el corazón en llamas: es éste un ejemplo muy significativo del influjo ejercido por las concepciones modernas hasta en el dominio religioso.

[951] Esta intuición intelectual es la simbolizada propiamente por el “ojo del corazón”.

[952] Cf. lo que hemos dicho en otro lugar sobre el sentido racionalista dado a las “luces” en el siglo XVIII, especialmente en Alemania, y sobre la significación conexa de la denominación “Iluminados de Baviera” (Aperçus sur l’Initiation, cap. XX).

[953] Así, Pascal, contemporáneo de los comienzos del racionalismo propiamente dicho, entiende ya “corazón” en el sentido exclusivo de “sentimiento”.

[954] Naturalmente, se trata aquí de la vida orgánica en su acepción más literal, y no del sentido superior en el cual la “vida” está, al contrario, puesta en relación con la luz, como se ve particularmente al comienzo del Evangelio de San Juan (cf. Aperçus sur l’Initiation, cap. XLVII).

[955] Entre los modernos, el corazón en llamas suele tomarse, por lo demás, como representación del amor, no solamente en sentido religioso sino también en sentido puramente humano; esta representación era de lo más corriente sobre todo en el siglo XVIII.

[956] Por eso los antiguos representaban ciego al amor.

[957] Sabido es que la base principal de estas tradiciones era el Evangelio de San Juan: “Dios es Amor” dice San Juan, lo que sin duda no puede comprenderse sino por la transposición de que aquí hablamos; y el grito de guerra de los Templarios era: “Vive Dios Santo Amor”.

[958] [Publicado en Reg., enero de 1927].

[959] Ver “Le Sacré-Coeur et la légende du Saint Graal” [aquí, cap. III: “El Sagrado Corazón y la leyenda del Santo Graal”].

[960] Ver “L’Idée du Centre das les traditions antiques” [aquí, cap. VIII: “La idea del Centro en las tradiciones antiguas”].

[961] “Le Coeur du Monde dans la Kabbale hébraïque” [tema retomado en Le Roi du Monde, cap. III, y Le Symbolisme de la Croix, caps. IV y VII].

[962] “À propos des signes corporatifs et de leur sens original” [retomado en “Algunos aspectos del simbolismo de Jano”, que forma aquí el cap. XVIII].

[963] [Cf. Le Symbolisme de la Croix, cap. III].

[964] “L’idée du Centre dans les traditions antiques” [aqui, cap. VIII: “La idea del Centro en las tradiciones antiguas”].

[965] “Les Arbres du Paradis”, en Reg., marzo de 1926, p. 295 [artículo retomado en Le Symbolisme de la Croix, caps. IX y XXV; pero el punto concerniente al simbolismo de la historia se encuentra en el prefacio de dicho libro].

[966] “Le Coeur rayonnant et le Coeur enflammé”, en Reg., marzo de 1926 [cf. aquí, cap. LXIX].

[967] Ver “Les Arbres du Paradis” [cf. aquí, n. 8]. De ciertas comparaciones que pueden establecerse entre el simbolismo bíblico y apocalíptico y el simbolismo hindú, resulta muy claramente que la esencia del “Árbol de Vida” es propiamente lo “Indivisible” (en sánscrito, Aditi); pero desarrollar esto nos apartaría demasiado de nuestro tema.

[968] Cabe recordar aquí el adagio escolástico: “Esse et unum convertuntur”

[969] “Le Coeur rayonnant et le Coeur enflammé” [cf. aqui, cap. LXIX].

[970] Por otra parte, debe señalarse que, en cierto respecto, cada uno de los dos términos puede polarizarse a su vez en activo y pasivo, de donde las figuraciones del sol y de la luna como andróginos; así, Jano, en uno de sus aspectos, es Lunus-Luna, según lo hemos señalado anteriorrnente [“Á propos de quelques symboles hermético-religieux”, en Reg., diciembre de 1925, cuya materia fue retomada en el artículo que forma aquí el cap. XVIII: “Algunos aspectos del simbolismo de Jano”]. Puede comprenderse, por consideraciones análogas, que la fuerza centrífuga y la centrípeta estén referidas respectivamente, desde cierto punto de vista, al cerebro y al corazón, y que, desde otro, lo estén ambas al corazón, como correspondiendo a dos fases complementarias de su función central.

[971] Esto podría generalizarse: la “receptividad” caracteriza siempre y en todas partes al principio pasivo, de modo que no hay verdadera equivalencia entre éste y el principio activo, aunque, en otro sentido, sean mutuamente necesarios, no siendo el uno activo y el otro pasivo sino en esa su mutua relación.

[972] De ahí también el nombre del “mes” (latín mensis. inglés month, alemán Monat), que es propiamente la “lunación”. A la misma. raíz pertenece igualmente la idea de “medida” (lat. mensura) y a la división o reparto; pero esto también nos llevaría demasiado lejos.

[973] La memoria se encuentra también designada por palabras similares (griego mnésis, mnêmosynê); en efecto, ella también no es sino una facultad “reflejante”, y la luna, en cierto aspecto de su simbolismo, se considera como representante de la “memoria cósmica”.

[974] De ahí proviene igualmente el nombre de la Minerva (o Menerva) de los etruscos y latinos; es de notar que la Athêna de los griegos, que le está asimilada, se considera nacida del cerebro de Zeus y tiene por atributo la lechuza, la cual, en su carácter de ave nocturna, se refiere también al simbolismo lunar; a este respecto, la lechuza se opone al águila, que, al poder mirar al sol de frente, representa a menudo la inteligencia intuitiva o la contemplación directa de la luz inteligible.

[975] Para precisar, señalemos que con esta expresión no nos referimos a los que representan la mentalidad moderna, tal como hemos tenido frecuente ocasión de definirla (ver especialmente nuestra comunicación aparecida en el número de junio de 1926 [aquí cap. I]; el punto de vista mismo de la filosofía moderna y su manera especial de plantear las cuestiones son incompatibles con la verdadera metafísica.

[976] Santo Tomás advierte, empero (S. T.: I, q. 58, a. 5 y q. 85, a. 6), que el intelecto puede errar en la simple percepción de su objeto propio; pero que este error se produce solo per accidens, a causa de una afirmación de orden discursivo que haya intervenido; no se trata ya, pues, verdaderamente, del intelecto puro. Por otra parte, debe quedar claro que la infalibilidad no se aplica sino a la captación misma de las verdades intuitivas y no a su formulación o a su traducción en modo discursivo.

[977] Segundos Analíticos [II, 19, 100 b].

[978] Se traduce habitualmente por “haber” la palabra griega héxis, casi intraducible en nuestra lengua, que corresponde más exactamente al latín habitus, con el sentido de ‘naturaleza’, ‘disposición’, ‘estado’, ‘modo de ser’ a la vez. [El texto aristotélico se ha traducido aquí de la versión francesa dada por R. Guénon (a quien pertenecen los paréntesis incluidos en la primera cita); en español, puede confrontarse con la traducción de F. de P. Samaranch, Obras de Aristóteles, ed. Aguilar, 1964 (N. del T.)].

[979] Recordemos también definiciones de Santo Tomás de Aquino: “Ratio discursum quenidam designat, quo ex uno in aliud cognoscendum anima humana pervenit; intellectus vero simplicem et absolutam, cognitionem (sine aliquo motu vel discursu, statim, in prima et subita acceptione) designare videtur” [‘Razón designa un discurrir por el cual el alma humana llega a conocer una cosa a partir de otra; pero intelecto parece designar un conocimiento simple y absoluto (de modo inmediato, en una primera y súbita captación, sin movimiento o discurso alguno)’] (De Veritate, q. XV, a. 1).

[980] [Ver L’Homme et son devenir selon le Vêdânta. Avant-propos; y también Aperçus sur l’Initiation, cap. XVIII].

[981] [El autor se refería así al artículo “Des Conditions de l’initiation”, publicado en el mismo número de V. I. y retomado luego en forma nueva en Aperçus sur l’Initiation, cap. IV].

[982] Es útil dejar aquí establecido un punto de historia literaria, para evitar alguna confusión con respecto a un asunto de fuente tradicional. El artículo de la señora Th. Darel aparecido en la revista Vers l’Unité, en 1926, donde enunciaba ideas tan próximas a las que expondría René Guénon en Le Symbolisme de la Croix, publicado en 1931, se inspiraba en realidad en un estudio aparecido con ese mismo título en La Gnose, en 1911, firmado por Palingénius, seudónimo de Guénon. Éste mismo explicó más tarde este punto en su correspondencia con Paul Chacornac (carta del 2 de agosto de 1931), precisando que en aquella época había conocido personalmente a dicha señora, suscriptora de La Gnose].

[983] [Publicado en Reg., marzo de 1927].

[984] Es la traducción de una noticia extraída de un folleto titulado Arcane Associations, editada por la “Societas Rosicruciana” de Norteamérica Manchester, N. H., 1905).

[985] El texto inglés dice: “You see this Sacred Heart; the outline shows you that I”.

[986] “Le Chrisme et le Coeur dans les anciennes marques corporatives”. [cf. cap. L: “Los símbolos de la analogía”].

[987] “Les Représentations blasphématoires du Coeur de Jésus”, agosto-septiembre de 1924.

[988] El “Nigra sum, sed formosa” del Cantar de los Cantares justificaría quizá el hecho de que este apelativo se aplique a la ‘Desposada’.

[989] Ya hemos citado el ejemplo del capellán de Cromwell, Thomas Goodwin, que consagró un libro a la devoción del Corazón de Jesús (“Le Chrisme et le Coeur dans les anciennes marques corporatives”, en Reg., noviembre de 1925, p. 402, n. 1).

[990] Ver “Le Coeur rayonnant et le Coeur enflammé” [aquí, cap. LXIX: “El Corazón irradiante y el Corazón en llamas”].

[991] Cita de L’Écho de l’Invisible (1917), en “Les Représentations blasphématoires du Coeur de Jésus”, Reg., agosto-septiembre de 1924, pp. 192-93.

[992] Ver nuestra comunicación “Sur la réforme de la mentalité moderne” [aquí, cap I].

[993] [Recordemos que el presente articulo fue publicado en 1927].

[994] [Publicado en É. T., abril-mayo de 1948].

[995] En la masonería, este triángulo se designa a menudo con el nombre de delta, porque la letra griega así llamada tiene, efectivamente, forma triangular; pero no creemos que haya de verse en ello una indicación acerca de los orígenes del símbolo de que se trata; por otra parte, es evidente que la significación de éste es esencialmente ternaria, mientras que el delta griego, no obstante su forma, corresponde a 4 por su lugar alfabético y su valor numérico.

[996] En hebreo, a veces el tetragrama se representa también abreviadamente por tres yod, que tienen manifiesta relación con el triángulo mismo; cuando se los dispone triangularmente, corresponden de modo neto a los tres puntos del Compagnonnage y la Masonería.

[997] El yod es considerado como el elemento primero a partir del cual se forman todas las letras del alfabeto hebreo.

[998] Ver a este respecto La Grande Triade, cap. XXV.

[999] En las iglesias cristianas donde figura, este triángulo está situado normalmente encima del altar; como éste se encuentra además presidido por la cruz, el conjunto de la cruz y del triángulo reproduce, de modo harto curioso, el símbolo alquímico del azufre.

[1000] Ver L’Homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. XII. A este respecto, y mas especialmente en conexión con el simbolismo masónico, conviene destacar que los ojos son propiamente las “luces” que iluminan el microcosmo.

[1001] Desde el punto de vista del “triple tiempo”, la luna y el ojo izquierdo corresponden al pasado; el sol y el ojo derecho, al porvenir; y el “tercer ojo”, al presente, es decir, al “instante” indivisible que, entre el pasado y el porvenir, es como un reflejo de la eternidad en el tiempo.

[1002] Se puede establecer una vinculación entre esto y el significado del nombre de Avalokitèçvara [el Bodhisattva mahayánico a veces llamado “Señor de Compasión”], que se interpreta habitualmente como ‘el Señor que mira hacia abajo’.

[1003] En árabe, “corazón” se dice qalb, e “invertido” se dice maqlûb, palabra derivada de la misma raíz.

[1004] Ver “Le Coeur rayonnant et le Coeur enflammé” [aquí, cap. LXIX: “El Corazón irradiante y el Corazón en llamas”].

[1005] Ver Aperçus sur l’Initiation, cap. XLVIII. Desde el punto de vista macrocósmico, la asimilación de que se trata es equivalente a la del corazón y el “Huevo del Mundo”; en la tradición hindú, el “germen” contenido en éste es el Hiranyagarbha.

[1006] Le Roi du Monde, cap. VII.

[1007] Acerca de los símbolos relacionados con el lûz, haremos notar que la forma de la mandorla (‘almendra’, ‘pepita’, que es también el significado de la palabra lûz) o vesica piscis [‘vejiga del pez’] de la Edad Media (cf. La Grande Triade, cap. II) evoca también la forma del “tercer ojo”; la figura de Cristo glorioso, en su interior, aparece así como identificable al “Púrusha en el ojo” de la tradición hindú; la expresión insânu-l-‘ayn [‘el hombre del ojo’] con que en árabe se designa la “niña de los ojos”, se refiere igualmente a ese simbolismo.

[1008] La sangre y el agua son aquí dos complementarios; podría decirse, empleando el lenguaje de la tradición extremo-oriental, que la sangre es yang y el agua yin, en su mutua relación (sobre la naturaleza ígnea de la sangre, cf. L’Homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. XIII).

[1009] Además, la leyenda de la esmeralda caída de la frente de Lucifer pone también al Graal en relación directa con el “tercer ojo” (cf. Le Roi du Monde, cap. V). Sobre la “piedra caída de los cielos”, ver también “Lapsit exillis”, [aquí, cap. XLIV].

[1010] [Publicado en É. T., enero-febrero de 1949]. Este artículo, que había sido escrito en otro tiempo para la revista Regnabit, pero que no pudo publicarse en ella porque la hostilidad de ciertos medios “neoescolásticos” nos obligó entonces a suspender nuestra colaboración, se sitúa más particularmente en la “perspectiva” de la tradición cristiana con la intención de mostrar su perfecto acuerdo con las demás formas de la tradición universal; completa las breves indicaciones que hemos dado sobre el mismo punto en L’Homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. III. No hemos introducido sino muy pocas modificaciones, para dar mayor precisión a algunos puntos, y sobre todo para agregar referencias a nuestras diversas obras cuando ello nos ha parecido presentar alguna utilidad para los lectores.

[1011] Cf. “L’Oeil qui voit tout” [aquí, cap. LXXII: “El Ojo que lo ve todo”].

[1012] [Ver comienzo del cap. LXIX].

[1013] Cf. La Grande Triade, pp. 169-171.

[1014] Esta significación existe ciertamente por lo menos cuando la figuración de los tres yod se debe a autores cristianos, como en el caso de la estampa que acabamos de mencionar; de modo más general (pues no ha de olvidarse que los tres yod se encuentran también como forma abreviada del tetragrama en la tradición judía misma), esa figuración está vinculada con el simbolismo universal del triángulo, cuya relación con el corazón, por otra parte, hemos señalado también.

[1015] Cf. Le Symbolisme de la Croix, cap. IV.

[1016] Cf. L’homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. III.

[1017] Cf. Le Roi du Monde, cap. III.

[1018] Cf. Le Symbolisme de la Croix, cap. VII. La residencia de es-Sakinah en el corazón de los fieles es afirmada igualmente por la tradición islámica.

[1019] Isaías, IV, 2; Jeremías, XXIII, 5; Zacarías, III, 8, y VI, 12. Cf. Aperçus sur l’Initiation, caps. XLVII y XLVIII, y también nuestro estudio, ya citado, sobre “L’Oeil qui voit tout” [aquí, cap, LXXII: “El Ojo que lo ve todo”].

[1020] Cf. L’Homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. III.

[1021] Cf. Le Règne de la quantité et les signes des temps, cap. III.

[1022] Es el Fiat Lux (Yehi ‘or) del Génesis, primera afirmación del Verbo divino en la obra de la Creación; vibración inicial que abre la vía al desarrollo de las posibilidades contenidas potencialmente, en estadoinforme y vacío” (tohû va- bohû), en el caos originario (cf. Aperçus sur l’Initiation, cap. XLVI).

[1023] Cf. Le Symbolisme de La Croix, cap. IV.

[1024] Chhandogya-Upânishad, Prapàthaka 3º, Khanda 14º, çruti 3.

[1025] San Mateo, XIII, 31-32; cf. San Marcos, IV, 30, 32; San Lucas, XIII, 1819.

[1026] San Lucas, XVII, 21. Recordemos a este respecto el siguiente texto taoísta ya citado de modo más completo en L’Homme et son devenir selon le Vêdânta. cap, X): “No preguntéis si el Principio está en esto o en aquello. Está en todos los seres. Por eso se le dan los apelativos de grande, supremo, íntegro, universal, total… Está en todos los seres, por una terminación de norma (el punto central o el “invariable medio”), pero no es idéntico a los seres, pues ni está diversificado (en la multiplicidad) ni limitado” (Chuang-tsë, cap. XXII [§6=F (ed. Wieger)]).

[1027] “En el centro de todas las cosas, y superior a todas, está la acción productora del Principio supremo” (Chuang-tsë, cap. XI [ § 6 = F (ed. Wieger) ]).

[1028] Cf. L’Homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. XV.

[1029] La acción “ordenadora” que hace salir el mundo del caos (sabido es que kósmos significa en griego a la vez ‘orden’ y ‘mundo’), se identifica esencialmente con la vibración inicial de que hablábamos anteriormente.

[1030] Cf. Le Roi du Monde, cap, IX.

[1031] San Lucas, XVII, 6.

[1032] Inclusive podría a este respecto encontrarse aquí, más particularmente, cierta relación con el simbolismo del “ojo del corazón”.

[1033] Cf. L’Homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. III.

[1034] San Mateo, XX, 16; cf. ibid., XIX, 30; San Marcos, X, 31.

[1035] San Lucas, XVIII, 14.

[1036] San Mateo, XVIII, 4.

[1037] San Marcos, IX, 35.

[1038] San Lucas, IX, 48.

[1039] Esta nulidad corresponde a lo que el taoísmo llama la “nada de forma”.

[1040] Sobre las relaciones entre el punto y la extensión, cf. Le Symbolismo de la Croix. cap. XVI.

[1041] De ahí estas palabras: “Antes pasarán el cielo y la tierra que pase una sola jota (iota, es decir, un solo yod) o una tilde (parte de letra, forma elemental asimilada al yod) de la Ley, sin que todo se verifique” (San Mateo, V, 18).

[1042] La identidad esencial de ambos aspectos está representada también por la equivalencia numérica de los nombres ‘el-‘Elyòn, ‘el Dios altísimo’, y ‘Immanû’el, ‘Dios en nosotros’ (cf. Le Roi du Monde, cap. VI). [La suma de las letras consonánticas de cada nombre es 197, debiendo contarse, en virtud de las reglas de escritura hebrea, la doble m como simple. (N. del T.)]

[1043] En la tradición hindú, el primero de estos dos aspectos del Verbo es Svayambhû [‘El que subsiste por sí mismo’], y el segundo es Hiranyagarbha [el ‘Embrión de oro’].

[1044] Desde otro punto de vista, esta consideración del sentido inverso podría aplicarse también a las dos fases complementarias de la manifestación universal: despliegue y repliegue (développement et enveloppement), espiración y aspiración, expansion y concentración, “solución” y “coagulación” (cf. La Grande Triade, cap. VI).

[1045] Se advertirá a este respecto el parentesco de las palabras latinas gramen, ‘grano’, y germen, ‘germen’. En sánscrito, la palabra drâtu sirve también para designar la ‘raíz’ verbal, como ‘simiente’ cuyo desarrollo da nacimiento al lenguaje íntegro (cf. L’Homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. XI).

[1046] Decimos “virtualmente” más bien que “potencialmente”, porque no puede haber nada de potencial en el orden divino; solo desde el punto de vista del ser individual y con respecto a él podría hablarse aquí de potencialidad. La pero potencialidad es la indiferenciación absoluta de la “materia prima” en el sentido aristotélico, idéntica a la indistinción del caos primordial.

[1047] Tomamos la palabra “existencia” en su acepción etimológica rigurosa: “existere” es ex-stare, tener su ser de otro que de sí mismo, ser dependiente de un principio superior; la existencia así entendida es, pues, propiamente el ser contingente, relativo, condicionado, el modo de ser de lo que no tiene en sí mismo su razón suficiente.

[1048] Los “tres mundos” no se mencionan en la parábola del grano de mostaza, pero están representados por las tres medidas de harina en la parábola de la levadura, que la sigue inmediatamente (San Mateo, XIII, 33; San Lucas, XIII. 20-21).

[1049] Señalemos también que el “campo” (kshetra) es, en la terminología hindú, la designación simbólica del dominio en el cual se desarrollan las posibilidades de un ser.

[1050] Cf. Le Symbolisme de la Croix, cap. IX.

[1051] Cf. Le Symbolisrne de la Croix, cap. XXIII. Emplearíamos aquí más bien la expresión “lugar metafísico” por analogía con la de “lugar geométrico” que da un símbolo lo más exacto posible de aquello de que se trata.

[1052] Es de notar que la palabra “concordia” significa literalmente ‘unión de los corazones’ (cum-cordia); en este caso, el corazón se toma como representación de la voluntad, principalmente.

[1053] San Juan, XVII, 21-23.

[1054] Para vincular más íntimamente esto con lo que acabarnos de decir sobre el simbolismo del árbol, recordaremos también que el “Árbol de Vida” está situado en el centro de la “Jerusalén celeste” (cf. Le Roi du Monde, cap. XI, y Le Symbolisme de la Croix, cap. IX).

[1055] Naturalmente, cabe referirse aquí a lo que decíamos anteriormente sobre la Shejináh y sobre ‘Immanû’el.

[1056] Apocalipsis, XXI, 3-4. La “Jerusalén celeste”, en cuanto “Centro del Mundo”, se identifica efectivamente con la “morada de inmortalidad” (cf. LeRoi du Monde, cap. VII).

[1057] Puede verse en esto una alusión al “tercer ojo”, el cual tiene la forma de un yod, según lo hemos explicado en nuestro estudio sobre “L’Oeil qui voit tout” (aquí, cap, LXXII: “El Ojo que todo lo ve”]: cuando sean restablecidos en el “estado prirnordial”, poseerán efectivamente, y por eso mismo, el “sentido de la eternidad”.

[1058] La noche se torna aquí, naturalmente, en su sentido inferior, en que se asimila al caos, y es evidente que la perfección del “cosmos” está en oposicion con éste (podría decirse, en el otro extremo de la manifestación), de modo que dicha perfección puede considerarse como un “día” perpetuo.

[1059] Apocalipsis, XXII, 3-5. Cf. también ibid., XXI, 23 “Y la ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna para que alumbren en ella, porque la gloria de Dios la ilumina y su antorcha es el Cordero”. La “gloria de Dios” es también una designación de la Shejináh, cuya manifestación, en efecto, se representa siempre como “Luz” (cf. Le Roi du Monde, cap. III).

[1060] [Publicado en É. T., abril-mayo de 1949]. Lo mismo que nuestro artículo sobre “Le grain de sénevé” [aquí, cap. LXXIII: “El grano de mostaza”], éste, que debía seguirle, había sido escrito originariamente para Regnabit; da lugar, pues, a las mismas observaciones y, aunque la mayor parte de las consideraciones que contiene no sean sin duda enteramente nuevas para los lectores de Études Traditionnelles, hemos creído que podía no carecer de interés para ellos encontrarlas así presentadas desde un ángulo un tanto diferente.

[1061] Ver L’Homme et son devenir selon le Vêdânta cap III.

[1062] Chhândogya-Upánishad, Prapàthaka 8º, Khanda 1º, çruti 2.

[1063] Ver nuestro estudio sobre “La Théorie hindoue des cinq élérnents” (É.T., agosto-septiembre de 1935).

[1064] Con respecto a la cavidad o “caverna” del corazón, considerada más en particular como el “lugar” donde se cumple el nacimiento del Avatâra, ver también Aperçus sur l’Initiation, cap. XLVIII.

[1065] Por ejernplo, la representación geométrica de los estados múltiples del ser y su representación en forma de una serie de “ciclos” sucesivos.

[1066] Ver particularmente “Les fleurs symboliques” [aquí, cap. IX: “Las flores simbólicas”].

[1067] Sobre todo esto, ver “Kundalini-Yoga” (É. T., octubre y noviembre de 1933).

[1068] Sobre esto también remitiremos para más detalles a nuestro recién mencionado estudio sobre “La Théorie hindoue des cinq éléments”

[1069] Recordaremos que tal figura, la cual es de carácter netamente hermético y rosacruz y es propiamente la de la Rota Mundi, ha sido puesta por Leibniz como encabezamiento de su tratado De Arte Combinatoria (ver Les Principes du Calcul infinitésimal, Avant-propos).

[1070] Ver Le Symbolisme de la Croix, cap. VII.

[1071] Ver “Le grain de sénevé” [aquí. cap. LXXIII: “El grano de mostaza”].

[1072] “In quello punto dico veracemente che lo spirito de la vita, lo quale dimora ne la secretissima camera de lo cuore…” (Vita Nova, 2).

[1073] “Brahma es como el Éter, que está doquiera y que penetra simultáneamente el exterior y el interior de las cosas” (Çankarâchârya, Âtma-Bodha).

[1074] Este conocimiento divino mismo puede ser aún de dos especies, “no-supremo” (ápara) o “supremo”(para), correspondientes respectivamente al mundo celeste y a lo que está más allá de los “tres mundos”; pero esa distinción, pese a su extrema importancia desde el punto de vista de la metafísica pura, no tiene intervención en las consideraciones que ahora exponemos, así como tampoco la de los dos grados diferentes en que, de modo correlativo, puede encararse también la “Unión” misma.

[1075] [Publicado en É.T., setiembre de 1950].

[1076] Ver L’Homme et son devenir selon te Vêdânta, cap. III; cf. además nuestros estudios sobre “Le grain de sénevé” y “L’Éther dans le coeur” (aquí, respectivamente, cap. LXXIII: “El grano de mostaza”, y LXXIV: “El Éter en el corazón”].

[1077] “What is civilization?” (Albert Schweitzer Festschrift); tomamos de este estudio parte de las consideraciones que siguen, particularmente en lo que concierne al punto de vista lingüístico.

[1078] Sabido es que los sonidos r y l están fonéticarnente muy próximos entre sí y cambian fácilmente uno en otro.

[1079] Ver Le Règne de la quantité et les signes des temps, cap. III.

[1080] Recordaremos además que la manifestación de la Shejináh o “Presencia divina” se representa siempre como una luz.

[1081] Ver “Rassembler ce qui est épars” [aquí, cap. XLVI: “Reunir lo disperso”].

[1082] Bhágavad-Gitâ, XV, 16; según la continuación de este texto, Purushóttama, que es idéntico a Paramâtmâ, está más allá de estos dos aspectos, pues es el Principio supremo, trascendente con respecto a toda manifestación: no está “en el mundo”, sino que, al contrario, todos los mundos están en Él.

[1083] La expresión griega equivalente, mónos polítês, ha sido aplicada a Dios por Filón.

[1084] Este punto de vista ha sido particularmente desarrollado por Platón en La República.

[1085] En el origen, este palacio era al mismo tiempo un templo; tal doble carácter se encuentra también a veces en las épocas “históricas”, y recordaremos en particular aquí el ejemplo del Ming-Tang en China (ver La Grande Triade, cap. XVI).

[1086] En su mutua relación, el “gobernante” es “en acto” y los “gobernados” son “en potencia” según el lenguaje aristotélico y escolástico; por eso, en la concepción tradicional, el rey y su reino están entre sí en la relación de principio activo y principio pasivo respectivamente; pero, en cambio, el rey, en cuanto ejerce el poder temporal, se hace a la vez principio pasivo con respecto a la autoridad espiritual (cf. A. K. Coomaraswamy, Spiritual Authority and Temporal Power in the Theory ol Indian Government).

[1087] Cf. A. K. Coomaraswamy, “‘Spiritual Paternity’ and the ‘Puppet Complex’”, en Psychiatry, número de agosto de 1945.

[1088] Ver “Maçons et Charpentiers”, en É. T., diciembre de 1946.

[1089] Está claro que no se trata de “ese sol que ven todos los hombres”, sino del sol espiritual, “que pocos conocen por el intelecto” (Atharva-Veda, X, 8, 14) y que se representa como inmutablemente en el cenit.

[1090] Cf. L’Homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. XX; ese “rayo solar” es también la misma cosa que la “cuerda de oro” de que habla Platón.

[1091] Ver Le Symbolisme de la Croix, cap. XIV: recordaremos más particularmente aquí el simbolismo de la araña en el centro de su tela, imagen del sol, cuyos rayos, que son emanaciones o “extensiones” de él mismo (como la tela de la araña está formada de su propia sustancia) constituye en cierto modo el “tejido” del mundo, al cual actualizan a medida que se extienden en todas las direcciones a partir de su fuente.

[1092] En razón de su contenido, se ha preferido colocar este Anexo, que es el III del original, como I, y por consiguiente los Anexos I y II del original han pasado a ser respectivamente el II y III de la traducción. (N. del T.)

[1093] El número correspondiente a ‘Alláh es 66 porque la segunda a, aunque larga, no lleva propiamente un álif en la escritura, de modo que sus elementos consonánticos, base del cálculo, son ‘llh, respectivamente 1+30+30+5 (N. del T.)

 

Enviado por: Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S. "NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"® www.monografias.com/usuario/perfiles/ing_lic_yunior_andra_s_castillo_s/monografias

Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 2015. "DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE"®

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