El 27 de mayo de 1895, al proceder a la inhumación del cuerpo sin vida de Martí, el coronel José Ximénez de Sandoval y Bellange, quien comandaba las tropas que le dieron muerte al magnánimo líder cubano (y que era Masón como lo fue Martí); después de preguntar si alguno de los presentes en el cementerio despediría el duelo "como es práctica en todos los pueblos civilizados antes de dar sepultura a un cadáver", tomó la palabra y pronunció un breve discurso que ha quedado para la posteridad, y que algunos osan llamar "homenaje póstumo".
Escribió Jorge Mañach que ese 27 de mayo las palabras de Ximénez de Sandoval fueron: "Señores: Cuando pelean hombres de hidalguía condición como nosotros, desaparecen odios y rencores. Nadie que se sienta inspirado de nobles sentimientos debe ver en estos yertos despojos un enemigo…Los militares españoles luchan hasta morir; pero tienen consideración para el vencido y honores para los muertos."
Para ese día, el cuerpo inerte del Héroe, durante su traslado apresurado por las tropas de Ximénez de Sandoval como trofeo de guerra, había sido dejado caer en el fango del camino, bajo un torrencial aguacero durante toda la noche el día 19; enterrado el 20 y desenterrado el 23 en Remanganaguas sin ningún honor, y mal embalsamado llevado en un cajón de madera y flejes metálicos hasta Santiago de Cuba, para su enterramiento final. El 10 de octubre de 1898 quedó marcado el nicho ? 134 del cementerio Santa Ifigenia como el lugar donde descansan los restos de José Martí.
Hace apenas unos años al preguntársele a Cintio Vitier acerca del tratamiento que dio este alto oficial español a la figura de Martí en sus palabras de despedida de duelo, contestó: "Ximénez de Sandoval no se portó nada bien con Martí, a pesar de su masonería y de sus palabras de despedida en las que reconoce en Martí al hombre que ha muerto luchando por sus ideales. Eso eran palabras, aunque en definitiva se las agradecemos, porque únicamente con Martí se hizo tal cosa. A Martí los españoles lo enterraron en Remanganaguas sin caja, sin honores de ningún tipo, sin nada. Pero, como los cubanos decían que todo aquello era mentira, que Martí no había muerto, tuvieron que desenterrarlo y ya descompuesto el cadáver, lo fotografiaron, le hicieron autopsia, lo embalsamaron, lo expusieron en el parque de San Luis. Yo cuando pienso que el tratamiento que se le dio al cuerpo no fue de ningún respeto… En fin, ese señor fue quien dirigió la operación para matarlo."
La muerte de José Martí se hizo eco en toda la prensa de la época. Publicaron la fatal noticia el Diario del Ejército el día 21 de mayo de 1895, el Cuba Libre en su edición en inglés los días 24 y 29 del mes de julio de ese mismo año, El País, de la Habana; los días 22, 23 y 24 de mayo, La Estrella Solitaria, de Caracas; el día 1 de agosto de 1895, y así sucesivamente se fue difundiendo poco a poco y ante la incredulidad de la mayoría de los cubanos que lo conocieron, lo acontecido en la manigua irredenta.
Al conocer la noticia de la caída en combate del Apóstol, el director del periódico The New York Sun, Charles A. Dana, quien había sido amigo y editor en los Estados Unidos de Carlos Marx y de José Martí, escribe en su periódico el 23 de mayo de aquel año: "Nos enteramos con punzante dolor de la muerte en campaña de José Martí, el conocido jefe de los revolucionarios cubanos. Lo conocimos y bien y lo estimamos profundamente. Por un dilatado período, que se remonta a cerca de veinte años [sic.], fue colaborador de The Sun […] Fue hombre de genio, de imaginación, de esperanza, y de coraje […] Su corazón era cálido y amoroso, sus opiniones, ardientes y ambiciosas, y murió como un hombre así habría deseado morir, batallando por la libertad y la democracia […] ¡Honor a la memoria de José Martí, y paz a su alma viril y generosa!" Ha de resaltarse que Martí conoció poco la obra de Carlos Marx, pero escribió, con respeto, sobre este pensador y expresó que merecía honor porque se puso del lado de los débiles.
Hoy, a ciencia cierta; nadie ha podido explicar las causas que motivaron a Don Enrique González y Gutiérrez para tomar la importante iniciativa de proponer el cambio de nombre del Ayuntamiento guamutense (o hatonuevense) y su poblado cabecera por el del Apóstol de la Independencia de Cuba. Pero agradecemos su gesto como un legado generosos de las generaciones pasadas.
Se sabe que este alcalde no pudo terminar su período de gobernación, pues fue acusado de consentir la usurpación de una propiedad considerada como del patrimonio municipal. Don Enrique González desempeñó su cargo hasta mediados del año 1900, y el primero de julio de ese mismo año asumió la alcaldía municipal, tras ser electo en sufragio; el Coronel del Ejército Libertador de origen inglés y residente en el poblado de Itabo, Juan Cadwell Smith.
Durante todos estos años transcurridos, cada día vivido en este pueblo, cada momento de nuestra existencia; recordamos al poeta, al prócer de la Independencia, al maestro, al cubano, con tan solo mencionar su nombre. Y como escribieran los periodistas Gisela García Rivero y Amaury E. Del Valle, "José Martí es algo más que materia inanimada enmarcada en bustos, monumentos o tarjas, o en las simples páginas de un libro. Es un ciudadano del mundo, un hombre de ayer, hoy y mañana, universal e indispensable para pensar el presente y el futuro".
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Autor:
Gilberto Cao González
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