Precios de transferencia internacionales: El caso de las empresas multinacionales
Enviado por rmosqueda
- Resumen
- Consideraciones financieras básicas para establecer PTI
- La gestión en las multinacionales ante los mercados globales
- Factores que inciden en la maximización de las utilidades del grupo
- Ejemplo numérico de las acciones de maximización de los resultados corporativos
- Referencias Bibliográficas
La teoría en materia de precios de transferencia internacionales (PTI) ha insistido en la maximización de los resultados globales es el mejor indicador de eficacia de este mecanismo. En nuestro caso, determinamos que la asignación óptima es posible sólo cuando la ecuación distingue los bienes transferidos en función de su naturaleza y aprovecha las asimetrías de los mercados mundiales en torno a unos índices de rendimiento adecuados. En las conclusiones señalamos la necesidad de tomar en cuenta la naturaleza de los bienes que se transfieren entre las empresas, así como las asimetrías de los mercados mundiales.
Abstract
The international transfer pricing theory has strstates tha the global income maximization is the best indicator of the effectiveness of this mechanism. We explain, on the other hand, the factors to be considered in order to determine these prices: the shakeholders or group’s benefits, management assessment, and financial fundamentals. In the conclusions, we point out the need of
In our case, we find that this optimization is possible when the equation is able to attending the nature of goods and services transferred, the world-wide market asymmetry and, definitively, in function of appropriated ratios.
El incremento de información financiera a disponibilidad del usuario no garantiza la correcta toma de decisiones. La habilidad y el conocimiento del administrador de la empresa multinacional en torno a un medio ambiente dinámico y bajo condiciones relativamente certeras, más bien asimétricas, son condiciones necesarias y por demás preponderantes. Es más, la actuación del gerente puede barajarse incluso dentro de un abanico, significativamente amplio, de posibles soluciones ante un mismo problema; de ahí que sea preciso contar con un plan de acciones previamente determinado por el grupo. Pues bien, desde el punto de vista microeconómico, las cualidades del administrador, la calidad de la información y los sistemas eficientes de gestión constituirían los elementos en torno a los que girarán el desempeño y valor económico de la firma. Mosqueda [2001] nos dice que la obtención de mejores resultados en las actividades comerciales de los participantes de los mercados globales, en este caso las EMN, requiere de una correcta valoración del entorno.
Para hacer frente a la incertidumbre financiera del entorno y ajustar los resultados contables del grupo, la EMN dispone de varias herramientas, aunque normalmente giran en torno al control de las variables que permitan disminuir los gastos operativos y el aumento en sus ingresos. No obstante, el análisis de factibilidad sobre estas decisiones potenciales debe verse acompañada de una mejora en los flujos de efectivo, en el resultado contable y sobre la posición financiera del grupo en general. Dentro de tales factores los PTI juegan un papel importante de estudio, bien por el volumen comercial que se efectúa entre empresas del mismo grupo, bien por el grado de inspección de las Autoridades fiscales sobre las actividades intragrupo de las EMN.
Todo ello supone que las decisiones sobre PTI deben dirigirse hacia la consecución de la estrategia establecida, hacia el equilibrio fiscal y el control del grupo, pero además hacia la consecución de los objetivos de la EMN [Mosqueda, 2000]. De acuerdo con Crow [1999] el costo del establecimiento de un PTI inapropiado origina importantes desequilibrios entre los indicadores de eficiencia, así como un incremento en los impuestos, incongruencia entre los objetivos organizativos y desembolsos para obtener información relevante. Además, el ambiente internacional en el que maniobran las multinacionales forja un rango amplio de condiciones por satisfacer al momento de seleccionar el método de PTI apropiado; entre los que destacan la normativa fiscal y contable y los requerimientos culturales y sociales. Bajo estas restricciones, minimizar el pago fiscal no puede ser el único objetivo que optimice los resultados. A pesar de que los impuestos podemos tratarlos como un elemento trivial, el costo de las decisiones en materia de PTI debe considerar no sólo los requerimientos de información que la norma determina, sino también el mantenimiento de una ecuación alternativa para los casos en que un solo precio no satisfaga las exigencias fiscales o las no tributarias. En algunos casos, los objetivos corporativos (fiscales) son incongruentes con las condiciones del entorno global y, por ende, repercuten en un costo intrínseco y aparentemente inexistente, como lo es el posible incremento en la rotación de personal clave.
Es que una decisión cualquiera en el PTI tiene serias repercusiones financieras dentro de la multinacional; incluso inadvertidos muchas veces. La globalización económica actual no sólo exacerba estos efectos dentro de una corporación, sino que hace que se replanteen criterios y enfoques añejos del negocio. Admitiendo esto, es posible que las consecuencias financieras trasciendan hacia otras latitudes y en empresas aun con poca vinculación con el grupo. Esta situación no hace más que desvelarnos que las áreas afectadas con los procesos de internacionalización de las empresas tienen que ser evaluadas en términos de conveniencia de toda la organización. Habrá ocasiones en que la administración de la multinacional deba primero decidir la localización de los bienes vendidos a cada filial o subsidiaria usando criterios económicos, la eficiencia en el precio; entonces, el departamento fiscal puede sugerir, de acuerdo con sus intereses fiscales, cambiar el precio adoptado dentro de la firma cuando se reporten las transacciones a la Autoridad. De ahí que la dirección del grupo vea incluso la conveniencia de implantar un doble sistema de precios, uno para localizar los recursos, otro para minimizar los impuestos.
Así, dado el potencial para objetivos en conflicto, cabría preguntarse sobre qué políticas de PTI utilizan las empresas multinacionales en la práctica. Al respecto, un buen número de investigaciones dejan ver que la suma de factores del entorno es determinante para el estilo de la administración y propician, en apariencia, un ambiente incierto para la fijación de PTI adecuados. Eden [2001] propone una directriz para seleccionar PT equitativos en presencia de empresas conflictivas y entornos dispares (Cuadro 1). En su propuesta se compendian los cuatro niveles básicos estudiados por la teoría del PT; a saber, el precio teórico o marginalista λ basado en el costo marginal; el precio de mercado pc en ausencia de regulaciones y a satisfacción de las demás variables de la empresa y entorno; el rango del precio de mercado p’ que contempla las indicaciones de la norma y las características de la empresa y entorno; y el precio impuesto por la autoridad fiscal w. Ahora bien, pudiera pensarse que ciertas características de las multinacionales, como el tamaño, constituiría un factor determinante al momento de seleccionar el método de fijación del PTI; sin embargo, Tang et al. [1990] concluyen que el tamaño de la empresa no es un factor determinante para las multinacionales norteamericanas y japonesas al momento de elegir un determinado método.
Cuadro 1. ¿Cuál precio de transferencia debería escoger la empresa multinacional?
No hay mercados externos
Existe mercado externo
No hay interdependencia entre el proveedor o demanda
Existe interdependencia entre el proveedor o demanda
Ausencia de impuestos y aranceles
λ el precio sombra, el costo marginal de exportación de la filial.
pc el precio arm’s length, el precio disponible en el mercado abierto.
pc el precio arm’s length ajustado por el impacto de la interdependencia dentro del grupo multinacional.
Impuestos y/o aranceles
Precio w sin regulación
p’ el precio que maximiza el ingreso, tomando en cuenta impuestos y aranceles.
p’ el precio que maximiza el ingreso, tomando en cuenta los aspectos contables, el precio del mercado externo y los impuestos y aranceles.
p’ el precio que maximiza el ingreso, tomando en cuenta los aspectos contables, el precio del mercado externo, los impuestos y aranceles y la interdependencia entre las empresas del grupo multinacional.
Precio w regulado
w el precio regulado.
w el precio regulado.
w el precio regulado.
- Consideraciones financieras básicas para establecer PTI
- La gestión en las multinacionales ante los mercados globales
La administración de un negocio tiene mucho que ver con las expectativas que se tienen respecto al crecimiento en las cifras de negocios y con los resultados que interesan a los socios, al propio administrador o a las demás partes interesadas en el negocio (stakeholders). Esta diversidad de intereses incide sobre la forma en que habrá de medirse y lograr la creación de valor empresarial (como un indicador financiero) en un grupo de empresas. Por regla general, es común que previamente sean adoptadas las políticas de inversión y las normas de valoración por parte de la dirección dentro de sus reglas globales; sin embargo, esto no se opone para que el entorno influya en dichas directrices. Con el objeto de aprovechar los recursos mundiales las multinacionales instrumentan la creación de economías de escala [Levitt, 1983] y adaptan sus políticas al entorno. Errunza y Senbert [1981], añaden a este razonamiento que son incluso las imperfecciones del mercado las que contribuyen a que las EMN obtengan mayores niveles de eficiencia respecto a empresas puramente nacionales. La evidencia empírica muestra que las imperfecciones del mercado crean un ambiente que motiva a las multinacionales a maximizar sus resultados; a pesar del riesgo que ello supone. Es más, al explotar sus factores competitivos la EMN puede maniobrar con éxito en mercados caracterizados por la competencia oligopólica y donde son especialmente críticos [Khambata y Reeb, 2000]. Si la formación de valor económico es el objetivo financiero del grupo, el sistema de gestión de la EMN es el núcleo de los factores internos que contribuirá en este proceso. En Mosqueda [2001] encontramos que la creación de valor económico de la multinacional, por medio de modelos financieros, dependerá, entre otros aspectos, de la percepción del riesgo y del índice de rendimiento inclusive. En este sentido, el sistema de PTI de las multinacionales no sólo tiene como objetivo principal la maximización de su ingreso neto mundial, sino también reparar en otras condiciones del entorno [léase Tang, 1992 y Haishun, 1999, entre otros]. Ghosh y Crain [1993] nos dicen que esta peculiaridad inducirá a la dirección de la EMN a analizar continuamente su posición competitiva global, así como a definir el objetivo prioritario de la gestión financiera. Precisamente, bajo la teoría financiera se han desarrollado dos enfoques básicos de la gestión en las multinacionales que sirven de referencia para evaluar sus indicadores de eficiencia: a) el modelo de maximizar la riqueza del accionista y b) el modelo de maximizar la riqueza corporativa. En todo caso, ambos modelos se refieren a la optimización de las operaciones en el mercado global de capitales y tienen como argumento el mejorar la liquidez del mercado y en aprovechar las oportunidades que surgen de la segmentación de este mercado. Como se observa, las actividades de maximizar el valor de la empresa para beneficio de los accionistas podrían estar en conflicto no sólo con los intereses de las empresas del grupo, sino también con los conceptos de soberanía del país de las filiales. Por esta razón, al elegir las metas financieras operativas la dirección del grupo debe reconocer las diferencias institucionales, culturales y políticas entre los países anfitriones en los que se domicilian las empresas del grupo. A continuación mostraremos estos enfoques enunciados para la generación de valor en las EMN.
- Modelo para maximizar la riqueza del accionista.
Este tipo de gestión es peculiar de la corriente anglosajona y tiene como objetivo maximizar el rendimiento de los accionistas, medido éste por la suma de las ganancias de capital y los dividendos para un nivel de riesgo dado. Para alcanzar un nivel óptimo en estos indicadores es necesario minimizar el riesgo de los accionistas para cada índice de rendimiento. Desde esta perspectiva, el sistema de PTI gesticula sus reglas al amparo de la «teoría de agencia» [Berle y Means, 1932; Jensen y Meckling, 1976], según la cual, los accionistas motivarían a los administradores para que éstos acepten las directrices de este modelo, fundamentalmente orientado a la maximización de la riqueza del accionista. Esto equivaldría, a que los socios de la filial pudieran tener información relevante que sólo ellos conocieran e incentivarán al administrador local para que encontrara la mejor estrategia que les favorezca en la distribución de las utilidades.
Como se puede apreciar, los alcances de este modelo pueden entrar en pugna con las políticas de fijación de PTI, ya que éstas adoptan como principal objetivo precisamente la eliminación de información segada (asimétrica) y de los costos de agencia derivados. Por lo mismo, es importante la manera en que se adopta y cumple con el modelo anglosajón aquí planteado. Además, es posible que este conflicto se traduzca en alguna de las siguientes repercusiones, desde el punto de vista de la administración financiera: Primero, siguiendo a Finnie [1978] y Pass [1994], la existencia de intereses divergentes es una práctica que trunca el buen desempeño y genera fricciones entre las divisiones que integran la multinacional. Segundo, la interacción de factores asimétricos y sesgados repercutirá en un impacto en los impuestos y en tanto no se instrumenten los mecanismos correctores idóneos se mantendrá este riesgo fiscal. En todo caso, un PTI incorrecto deja de ser un instrumento compensatorio del riesgo de la cartera.
- Modelo para maximizar la riqueza corporativa.
Este modelo se fundamenta en el trabajo de Donaldson et al. [1983] y es utilizado, sobre todo, en los mercados de valores de la Europa continental y de Japón. Su filosofía se centra en la gestión financiera orientada a maximizar la riqueza corporativa, es decir, la de la empresa. En este sentido, los accionistas reciben el mismo trato que las demás partes interesadas en la organización. Consecuentemente, este modelo, que se enfoca a maximizar la riqueza corporativa, constituye un escenario más favorable para el desarrollo de sistemas eficientes al reconocer el riesgo total de las operaciones. Una técnica común para incrementar la riqueza corporativa de cada unidad del grupo consiste en que éstas retengan o capitalicen la mayor parte del flujo generado en el ejercicio. Esta circunstancia debe ser atendida con especial cuidado por las políticas de precios de transferencia porque una acción de este tipo es determinante para los resultados, pues no sólo imposibilita la reubicación de los flujos, sino que se corta la posibilidad de obtener excedentes financieros originados por la aplicación de PTI favorables. La maximización de las utilidades globales constituye un elemento de evaluación del proyecto preciso cuando la rentabilidad de éste depende de la tasa de retorno de los flujos netos repatriados; de ahí que sea un objetivo específico de la corporación la generación de utilidades y dividendos crecientes en el largo plazo y con tanta certidumbre como sea posible. Es necesario pues reconocer las barreras del entorno de la multinacional que inciden en la rentabilidad de los resultados; como lo sería la imposición de controles sobre los movimientos de fondos entre los países, que requieren del uso de los PTI para facilitar la repatriación de ganancias obtenidas en el extranjero.
Con todo, este enfoque favorece la supervivencia de la firma en el largo plazo e intrínsecamente supone la generación de valor empresarial. Su aplicación supone, además, tomar decisiones sustancialmente diferentes a las del anterior modelo, y con ello, desestimar el protagonismo de los inversores en la continuidad de la firma. Carr [1992] recomienda, en este sentido, la aplicación de un criterio intermedio como una práctica más sana dado que las EMN se encuentran igual de comprometidas con sus accionistas como con las demás partes interesadas en el negocio. Estos hechos, han llevado a la configuración de técnicas y parámetros más sofisticados en los que la ponderación de las variables del entorno obedecen a la cultura y necesidades de la empresa; incluso de plasmarlos en programas informáticos.
La faceta del PTI como herramienta de evaluación de los rendimientos en las multinacionales fue reconocida por primera vez en el trabajo de Bierman [1959]. Esta función ha sido soportada durante los últimos años por los trabajos de Knowles y Mathur [1985] y Kaplan y Atkinson [1989], entre otros. Es de notar que, prácticamente la totalidad de estudios implícitamente asumen que la descentralización de funciones y la motivación –como su efecto principal–, aportan solamente utilidades a la organización, y en donde los PTI constituyen una herramienta valiosas para coordinar y medir el desempeño de las empresas del grupo [Grabski, 1985]. Así, la evaluación de la gestión de las filiales debería implementarse con criterios específicos y propios a su forma de gestión. Pero además, en el caso de que los administradores de la EMN perciban como injusto o parcial el sistema de evaluación al momento de resolver problemas de funcionamiento y de incongruencia de objetivos, y que además se aprecie una disminución en la autonomía, estaremos entonces ante un debilitamiento de la efectividad de la gestión tanto en la filial como en la matriz del grupo. Por lo mismo, muchas multinacionales antes que realizar cambios estructurales en su sistema de compensaciones deciden ajustar el PT para resolver en parte este tipo de problemas; con estas decisiones se obtiene cierta congruencia en los objetivos establecidos entre la filial y la matriz sobre todo en lo referente a la maximización de las utilidades, a la minimización de los impuestos y en la asistencia en las actividades de valoración de la administración. Esta función depositada en los PTI revierte especial cuidado, pues un PT incorrecto acarreará conflictos entre las decisiones de administración y control, pero además, en una fuerte disonancia entre las actividades implementadas y las formas de evaluar los resultados.
Una de las tareas más complejas para el administrador financiero es fijar los parámetros que servirán para medir el desempeño financiero. Y es que habrán de unificarse los criterios de las diferentes partes interesadas de la multinacional, así como dar respuesta sobre ¿Cómo es que la dirección en realidad gestiona a la empresa para generar la máxima oportunidad y agregar valor a la riqueza del accionista? ¿Cuáles son las metas o los parámetros específicos que son la clave para maximizar el valor del accionista? ¿Debe la administración tratar de maximizar el ingreso neto (net income), las utilidades por acción (UPA), el aumento de las utilidades por acción, el rendimiento sobre la inversión (ROI), o alguna otra medida del desempeño financiero?. En todo caso, si la estrategia de las multinacionales es maximizar las utilidades para luego retornarlos a los socios –como lo señalan varios estudios empíricos–, las decisiones de la administración financiera, incluyendo aquellas referidas a la evaluación del desempeño, deben darse a la luz de acciones que reviertan en el logro de estos objetivos. Este tipo de mecanismos genera cierta duda respecto a la dependencia de estas decisiones y la estrategia de PTI: ¿El método de precio de transferencia utilizado por la multinacional prescribe el criterio de evaluación utilizado, o por el contrario, los criterios son independientes al método utilizado?.
La conveniencia de utilizar indicadores financieros multidimensionales y medidas no financieras para evaluar el desempeño ha sido abordada por décadas [Ducker, 1954; Morsicato, 1980; entre otros]. Pese a ello continúa habiendo serias diferencias entre la teoría general y la práctica de las multinacionales referentes a la forma de evaluar las operaciones domésticas e internacionales (cuadro 2). Entre otros, Choi y Czechowicz [1983] sugerían que los administradores de la matriz y de la filial debían ser juzgados usando diferentes sistemas de evaluación dadas las diferencias en el entorno económico, político y cultural en que operan. En este sentido, el efecto de los PTI sobre las utilidades de la filial debería traducirse en medidas más flexibles que aquéllas utilizadas para medir a la filial en lo individual. Al mismo tiempo se puede confirmar en Borkowski [1999] que, las multinacionales utilizan el mismo sistema de retribución entre las empresas del grupo y que sólo los criterios fundamentales (determinados por el entorno) varían entre la práctica de los países. Estos resultados ya habían sido confirmados por las investigaciones anteriores de Mauriel [1969] y Morsicato [1980]. Los criterios para medir el desempeño observados por estas investigaciones en las multinacionales giran en torno a: nivel de utilidades, la contribución marginal, la contribución a las utilidades consolidadas, el retorno de la inversión, el retorno sobre los activos, el retorno sobre las ventas y el ingreso residual.
Cuadro 2. Algunos estudios sobre los criterios de evaluación al desempeño en la multinacional
Autores
año
País
Conclusiones
A
B
Mauriel
1969
EE.UU.
Tanto la utilidades como el ROI son importantes para ambas partes del grupo
SI
McInnes
1971
EE.UU.
Pequeñas diferencias entre el ROI y los presupuestos expresados en los reportes financieros del grupo
Morsicato
1980
EE.UU.
ROI y la comparación del presupuesto igual de importantes para las empresas del grupo.
SI
Miyamoto y Matsutani
1982
Japón
Los criterios de las multinacionales japonesas giran en torno a la capacidad de retorno de la inversión (ROA y ROE)
Abdallah
1984
EE.UU.
Pequeña diferencia entre las empresas del grupo, criterios basados en comparación del presupuesto, las utilidades y ROI
SI
Kollaritsch
1984
GB
SI
Abdallah y Keller
1985
EE.UU.
Pequeña diferencia entre las empresas del grupo, criterios basados en comparación del presupuesto, los as y ROI
SI
Scapens y Sale
1985
GB
EE.UU.
Pequeñas diferencias entre los países, basado en la tasa de retorno, al utilidad objetivo y el cumplimiento del presupuesto
SI
COP
1994
Europa
Los criterios de evaluación al desempeño varía entre las operaciones internacionales y las domésticas.
SI
Bernstein
1995
GB
El ROI como principal factor para remunerar el desempeño
Gray
1995
Francia
Alemania
GB
Las EMN norteamericanas y las británicas utilizan criterios financieros para medir el desempeño (ROI y utilidad). Las japonesas emplean factores no financieros (crecimiento en las ventas y cota de mercado).
Domínguez y Marín
1997
España
ROI como el criterio más importante.
Borkowski
1999
Japón
Canadá
Alemania
GB
EE.UU.
Las empresas del grupo son evaluados por un mismo criterio. Margen de utilidad y crecimiento de las ventas (canadienses, alemanas y japonesas); margen de utilidades y cota de mercado (estadounidenses) y margen de utilidades y reducción en costos (británicas).
SI
Notas: A/ Demuestran la hipótesis de que los administradores de las empresas integrantes de la multinacional son evaluados en función del entorno y características propias de cada empresa.
B/ Demuestran la hipótesis de que, excepto por pequeños ajustes, las multinacionales utilizan los mismos criterios para evaluar las operaciones domésticas e internacionales.
Los estudios que no demuestran ni una ni otra hipótesis aparece el espacio A o B en blanco.
Ahora bien, los ajustes a los que Kollaritsch se refieren girarían en torno al peso específico que conceden a los indicadores utilizados. Siguiendo con la teoría de Asada [1989], podemos decir que la ponderación concedida a los indicadores de eficiencia está determinada por la presión que ejercen los usuarios de la información contable. Así pues, los directivos europeos muestran mayor interés en los criterios introducidos en el sistema de compensaciones que sus homólogos norteamericanos, canadienses y japoneses; de la misma forma que las multinacionales japonesas conceden especial importancia a factores no directamente relacionados con el resultado a los accionistas –como el crecimiento en las ventas o el retorno sobre los activos–; en tanto las grandes corporaciones británicas ponen especial cuidado en ratios que miden la generación de riqueza para los inversores.
Esta situación, a juzgar por los comentarios de Sakurai et al. [1990], se debe a que en Japón no hay presión por parte de los accionistas para usar el ROI como un indicador de eficiencia. Esto vendría a confirmar en parte la teoría del comportamiento industrial de Gray [1995] en la que se establece que los indicadores de eficiencia están determinados por la orientación y cultura empresarial de un país. Así, los países con orientación al largo plazo (como Japón o Alemania) dan prioridad a ratios financieros que incentivan esta visión, como lo es el ingreso neto; mientras que los países con orientación al corto plazo (como Estados Unidos, Canadá y Reino Unido) se decantarán por la mejora de los resultados al corto plazo, como lo es la reducción de costos que tiene efectos inmediatos en los rendimientos actuales. Además, Gray notó un rasgo cualitativo en las multinacionales europeas que concedían mayor importancia a la innovación como una consecuencia de sus rasgos culturales.
A pesar de que existe sólida evidencia de que las EMN ajustan el PTI para hacer frente a las barreras que dificultan el logro de sus objetivos. Esto pone en relieve una situación álgida entre los diferentes sistemas contables entre los países. Y es que puede darse la situación de que el sistema contable enfrente un problema de conciliación con la norma fiscal, en este sentido el PTI calculado en costos bien puede no coincidir con el valor fiscal puesto que el criterio de valoración de que parte la autoridad no es el valor contable sino aquel otro precio que hubieran tenido en consideración dos sujetos independientes (figura A). Nótese de esta manera, que no es conveniente asumir automáticamente que las EMN manipulan el PTI para derribar las barreras que imponen los gobiernos. De acuerdo con Colbert y Spencer [1995], la eficiencia algunas veces es una cuestión de ‘naturaleza’ que hace que las EMN fijen sus decisiones en materia de PTI; las diferencias entre estos factores culturales afectan, desde luego, sobre las políticas de fijación de precio de las multinacionales. Por ejemplo, Buckley y Hughes [1998] argumentan que las técnicas de costo objetivo y la centralización practicados por las multinacionales japonesas motiva a que se tenga cierta preferencia para trasvasar las utilidades a Japón, a pesar de que el impuesto de sociedades es uno de los más altos de los países OCDE.
Figura A. Cómo los japoneses mantienen los costos bajos
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Fuente: Elaboración propia
- Evaluación a las funciones
- Relación entre los PTI y el valor bursátil empresarial
- Factores que inciden en la maximización de las utilidades del grupo
La faceta de emplear PTI para mostrar mejores resultados económicos es por los académicos conocida de sobra. Dada la importancia de éstos en la cifra de negocios, es posible relacionarlos con la generación de valor económico de las EMN en el mercado de capitales [Eiteman et al., 1992]. Y no es para menos, algunas fuentes señalan que cerca del 40 por ciento de los flujos de las EMN provienen del comercio intragrupo [Tang, 1997]. El estudio de los precios de transferencia dentro del mercado de capitales se ubica en alguna de las siguientes tres áreas principales: la teoría de la red contractual y los problemas de agencia, la gobernabilidad corporativa, y las actividades de earnings management. De este último enfoque se derivan el estudio de los efectos en los resultados contables y el estudio de los factores que motivan la planificación de los resultados; de este último destacamos la hipótesis de decisiones de inversión frente a las de financiamiento. Según esta última hipótesis, el director de la empresa buscará enviar buenas señales a los mercados financieros con el objeto no sólo de minimizar los costos financieros, sino también para acceder a créditos en los mejor términos a través de la generación de confianza sobre su actividad gerencial. Bajo estas premisas, es de notar que existe en principio plena convicción sobre la función de utilidad de la información contable, de que las cifras por sí mismas son capaces de reflejar una realidad económica de la empresa menos arriesgada y, por el contrario, con rendimientos más atractivos.
Pues bien, la capacidad para alcanzar los flujos de efectivo esperados depende de que la EMN aproveche las imperfecciones de los mercados laborales y productivos y haga uso del arbitraje fiscal dentro de sus políticas comerciales. En este sentido, el aprovechamiento de los mercados laborales y productivos se explica, en buena parte, con la «hipótesis de flexibilidad» de Rugman [1985, p.179] que estima que "la multinacional puede cambiar las condiciones de la producción y las compras de insumos para aprovechar las ventajas que ofrecen las diferencias significativas de los precios relativos en los mercados mundiales". Años más tarde, Bodnar y Weintrop [1997] contrastan esta hipótesis de flexibilidad y encuentran que es precisamente esta mayor flexibilidad, consecuencia de las imperfecciones de los mercados, la que permite a las EMN ampliar sus expectativas en la obtención de mejores resultados; identifican que las diferencias en los costos de producción actúan como un factor determinante por el que las multinacionales incrementan su condición competitiva dentro del mercado. Si bien es cierto que las EMN consiguen cierto control en las condiciones en que se dan las transacciones reubicando las inversiones; estas ventajas deben ser asumidas con cierta prudencia ya que ciertos factores del entorno empresarial dificultan se den con la agilidad que el negocio requiere. Esta relativa facilidad para cambiar la producción resulta ambiciosa y de difícil concreción al corto plazo porque esta idea de relocalización puede desestimar los costos de operación y los costos de oportunidad implicados para una operación de reubicación, además de que, al dar por hecho la total liberalización de los mercados, menosprecia las trabas que imponen los gobiernos sobre las inversiones directas, por lo mismo, es frecuente el uso de procedimientos arbitrales.
Horst [1971] fue el primero en estudiar la variable fiscal en la configuración de precios de transferencia; sin embargo, la repercusión de éstos sobre los flujos de efectivo en condiciones de arbitraje fiscal fue evaluada hasta el estudio de Lessard [1979]. Recordemos que la «hipótesis de arbitraje» sugiere que "las inversiones internacionales proveen altas expectativas de flujos de efectivo con respecto a una inversión doméstica dada la habilidad para cambiar los ingresos y los costos". En este sentido, Lessard añade conclusiones muy significativas a las ya planteadas, identifica las ventajas de maniobrabilidad de recursos en las EMN en el sentido de que las multinacionales tienen la habilidad para cambiar, por medio de precios de transferencia internacionales, el ingreso y con ello minimizar los impuestos corporativos y sortear las barreras del mercado. Además, el hecho de cambiar el ingreso a jurisdicciones de baja imposición o los costos en países con elevadas tasas fiscales suministra oportunidades para incrementar el flujo de efectivo neto disponible para reclamos residuales. La reubicación del ingreso y del gasto puede ayudar a la firma a minimizar sus pasivos tributarios y las disposiciones de efectivo por el pago del impuesto sobre la renta.
Figura B. Conductos para mover fondos
- pago de dividendos
- pago de intereses de los préstamos dentro de la compañía
- pago de capital de los préstamos dentro de la compañía
EMPRESA MATRIZ
- pago de materiales y componentes comprados
- pago por compra de servicios
- pago de derechos
- cuotas de licencias
- cuotas administrativas
- compensación general
- Adelanto o retraso de los pagos
- Influencia de los nuevos parámetros financieros
Es evidente que los modelos tradicionales desatienden a los llamados nuevos indicadores como función objetivo. Recordemos que estos modelos buscan la maximización de la utilidad contable y, dependiendo de su complejidad, gestionan todas o sólo algunas de las variables que lo afectan. A juicio de algunos autores, los resultados procedentes de este tipo de modelos escasamente reflejan la realidad de la multinacional, requiriéndose de la introducción de nuevos factores que ayuden a evaluar y predecir el rendimiento del conjunto empresarial en términos económicos. Ya que como es de suponer, la teoría financiera avanza hacia la conformación de modelos más integrales que favorezcan la eficiencia administrativa y con ello la eliminación del riesgo para cada índice de rendimiento. Algunas industrias han conferido al PTI una cualidad compensadora del riesgo; como la propia dirección del Westpac Banking reconoce: "El precio de transferencia es una herramienta por la que el sistema de prevención del riesgo económico para la empresa puede transformarse en herramientas prácticas para la administración, además de que motiva a esta compleja organización a verterlo firmemente dentro de su sistema contable financiero".
Por lo mismo, es necesaria la interacción del sistema de gestión financiera con el PT para la creación de certidumbre en el desempeño de la función empresarial. Ahora bien, la efectividad de este sistema depende de su capacidad para generar la máxima oportunidad y agregar valor a la riqueza, lo cual quiere decir que el enfoque –corporativo o hacia el accionista– determinará la actuación del sistema de fijación de precios del grupo. Cuando la multinacional adopta el enfoque de generar riqueza para el accionista, correspondería al PTI ser una herramienta que favorece la maximización de las utilidades y generación de flujos libres de caja. Pero no sólo eso, como se nota en las actividades de «Evaluación al desempeño», una vez que la dirección ha definido el enfoque de la gestión financiera tiene que elegir los instrumentos adecuados para medir el desempeño financiero. Muy pocas investigaciones empíricas han podido probar que los llamados «parámetros clásicos» son buenos indicadores para los administradores que tratan de construir la riqueza de los accionistas. Entre otras cosas porque muestran una clara dependencia en los valores en libros registrados y prestados en hojas de balance valoradas históricamente, y usan parámetros de evaluación del ingreso con base contable en lugar de parámetros de cash flow.
Dada la complejidad operativa de las EMN, la cuestión, en todo caso, debería apuntar hacia la creación de criterios de evaluación más convenientes a los tradicionales. Este dilema ha llevado a la creación de un nuevo parámetro, en el que se combinan la información financiera y los datos disponibles en los estados financieros tradicionales basados en la contabilidad tradicional con los principios de valor basado en el libre flujo de efectivo. Por esto mismo, la teoría financiera viene incorporando variables que respondan a estas nuevas necesidades, lo cual supone regresar a los fundamentos teóricos de valor: valores con base en el mercado que surgen de este flujo de efectivo. Seguidamente se muestran de manera general los dos parámetros mejor conocidos y aplicados por las empresas multinacionales: Valor económico añadido (EVA, economic value–added), y Flujo de efectivo como rendimiento sobre la inversión (CFROI, cash flow return on investment).
Así pues, y de ser ciertas las funciones del PTI: de reubicación de fondos [Horst, 1971; Plasschaert, 1985], y como una herramienta de evaluación al desempeño [Bierman, 1959], es evidente que existe una enorme correlación de este tema con las nuevas formas de evaluación financiera de las EMN. De esta forma, un ajuste en el precio de transferencia puede minimizar – a partir de las potencialidades que le son conferidas– el riesgo de todas aquellas variables que frenan el buen desempeño financiero. La adopción de estos nuevos parámetros supone incluso una redefinición de los mecanismos de valoración del comercio intragrupo. Observamos que lo verdaderamente sustenta tanto al EVA como al CFROI es la capacidad para medir la generación de utilidades netas que el director de la empresa (filial) puede añadir a los resultados esperados. Esto nos lleva a plantearnos la posibilidad de elaborar modelos de PT que incluyan varias funciones objetivo a gestionar: i) la función objetivo maximización de las utilidades, ii) la función objetivo valor añadido, y iii) la función objetivo valor en riesgo.
Con la desagregación de los elementos que componen estas funciones objetivo es posible mostrar la interrelación entre sus variables. Es posible satisfacer la primer función (utilidades) con PTI, lo cual no obsta para que los resultados agregados se ciñan a los otros dos criterios. Así pues, la congruencia entre las funciones que se pretenda añadir al modelo dependerá de la definición de cada una de ellas y de los alcances que se pretendan, no olvidemos que los criterios para calcular la utilidades neta pueden ser contrarios con los utilizados con el EVA en lo relativo al principio de devengo. En este caso, el establecimiento de objetivos financieros se basa en la gestión de los activos circulantes –que precisa una perspectiva de caja– para la localización de los fondos líquidos; pero buscando que estas decisiones propicien la generación de valor a la empresa y al menor riesgo posible, este planteamiento se puede expresar como sigue:
λ = ¦ (l, Vǻ, VAR) (1)
en donde λ serνa el nivel óptimo del precio de transferencia internacional, l es el nivel de utilidades netas calculadas a partir de un modelo multi instrumental, Vǻ representa la función valor añadido ajustado y VAR es el riesgo que se asume en la gestión, esto es, como una herramienta de gestión del riesgo de mercado.
Los elementos que conforman l se agrupan en variables endógenas y exógenas, para los cuales es preciso establecer como punto de inflexión el equilibrio óptimo entre los costos generales, los costos de fabricación, los costos de venta, los impuestos (aranceles, sobre la renta y sobre repatriación de dividendos), los tipos de cambio, los tipos de intereses y el valor bursátil. No obstante, es necesario hacer ciertos ajustes para modelizar las otras dos variables. Asumiendo que Vǻ queda definido en su acepción más general como la diferencia entre las funciones rentabilidad por activos y la función costo de capitales, es necesario hacer ajustes en los criterios contables tradicionales vertidos en la cuenta de pérdidas y ganancias. Finalmente, es preciso también ajustar conjuntamente el VAR en función de probabilidad de utilidad según el negocio y la función de probabilidad asociadas al tipo de gestión empresarial (prudente, apalancada, agresiva, etc.). No obstante, este planteamiento simplista requiere de toda una vocación para establecer el mecanismo más idóneo para calcular este valor en riesgo. Así, la evidencia acumulada muestra que el VAR de una determinada cartera es altamente dependiente de la metodología utilizada, del conjunto de datos utilizados y de los parámetros utilizados para su estimación [Gento, 2001].
La recomendación sobre el acoplamiento de estos indicadores financieros dentro del sistema de PTI, más que resultar innovadora corresponde a una respuesta a las inminentes condiciones en los mercados mundiales, a la realidad de las multinacionales. Si bien esta idea fue retomada del avance que muestra la teoría financiera en materia de PTI, aún quedan muchas limitantes al respecto. Herrero [1999] estima, por ejemplo, que la heterogeneidad en los mecanismos matemáticos y en la definición de las variables contables hacen que en estos momentos dichos modelos sean difícilmente concretables; que no por ello menos interesante, sino todo lo contrario. Luego, es de esperar que los avances en los sistemas informáticos puedan acotar significativamente los algoritmos del modelo propuestos. Además, la utilización del análisis lineal da paso a otro tipo de análisis menos rígido: la programación convexa ajustada por el análisis previo discriminante. Aún así, no queda muy claro si las EMN confieren, en la práctica, al PTI las atribuciones teóricas que en estas líneas se apunta. Adicionalmente, habremos de observar una posible irreconciliación entre las funciones objetivo tradicionales con la generación de valor añadido que reforzaría, en todo caso, la idea de que las EMN llevan un doble sistema de precios para cumplir con objetivos separados [Clausing, 2001].
Ahora bien, es de esperarse cierta preferencia hacia el uso de algunos indicadores, que en lo general giran en torno a la rentabilidad del resultado contable y a la cota del mercado. Y al mismo tiempo, podemos mencionar que la influencia que ejercen las partes interesadas en la multinacional presiona a la dirección para alcanzar diferentes objetivos a la vez. Este comportamiento explicaría el porqué de la práctica de sistemas contables de respaldo. Pensemos que las EMN son conscientes de los favores, pero también de los posibles efectos negativos de los PTI en los esfuerzos de evaluación al desempeño. Es probable que esta reflexión hiciera que Ronen y McKinney [1970] advirtieran en el mecanismo de precios duales una práctica con mejor participación en los rendimientos de la organización porque permitiría, entre otras cosas, la reducción de problemas de congruencia de metas. No obstante, Gavious [1995] argumenta que no es muy común que las multinacionales usen este método porque requiere que la dirección confeccione procesos complejos de fijación de precios y, en consecuencia, esto originaría un problema de liquidez al corto plazo. Horngren y Foster [1996] añaden que la dirección de la multinacional debe tener especial cuidado cuando se decide a implementar el mecanismo de precios duales; sobre todo cuando al momento de medir el grado de descentralización de las filiales, puesto que este mecanismo tiende a aislar a los administradores de las fricciones del mercado. Los administradores deben saber tanto como sea posible acerca del mercado de las empresas del grupo, y la doble fijación puede reducir los incentivos para obtener este conocimiento.
De cualquier forma, λ debe contribuir a los resultados netos consolidados del grupo, la expresiσn mνnima de esta condición quedaría expresada como:
π = Rι + Rε (2)
siendo π el resultado contable consolidado despuιs de impuestos (pérdida o ganancia); Rι representaría el resultado neto consolidado por transacciones ordinarias (en la empresa consolidadora, i =1); Rε constituye el resultado neto a consolidar por transacciones intragrupo obtenido por las subsidiarias en el extranjero (i =2). Y siguiendo con Clausing [2001], la función utilidad operativa individual se descompondría en las funciones establecidas en cada una de las partes del grupo: Rι = Y1 (S1) –C1 (S1+m) + p’m; y Rε = Y2 (S2) –C2 (S2-m) – p’m. En este caso, Yi representa el ingreso como una función de las ventas, Si; Ci constituye la función costo; m son los bienes producidos y transferidos a un precio de transferencia determinado (p’, para establecer las condiciones de optimización léase a Eden, 2001).
Ahora bien, asumiendo que existe asimetría fiscal en los mercados (t1 ≠ t2) y que es conveniente planificar las tasas efectivas de la filial (te2), la función global para determinar la utilidad quedaría determinada por: π = (1-t1) Rι + (1-te2) Rε. Notamos que en esta función figuran los dos componentes principales expresados en la ecuación (2), sólo que ajustados por la función impositiva. Continuando con nuestra construcción del modelo, habremos de observar que adicional a esta condición impositiva, el comercio intragrupo está sujeto también a un arancel (υ, generalmente pagado por el importador). Luego, partiendo de los razonamientos de Alworth [1998] y Eden [2001], la función global de la utilidad neta quedaría expresada de manera más completa como sigue:
π = (1-t1) [Y1 (S1) – C1(S1+ m) + (1-υ) p’m] + (1-te2) Rε (3)
Por las características particulares del comercio intragrupo de las EMN, estimamos oportuno observar que, de la simple lectura de la función (3), el comercio intragrupo de la EMN queda modelizado en su función general impositiva. Un análisis pormenorizado de las transacciones de este tipo de empresas nos enseña que no sólo se transmite bienes materiales, sino que existe otro tipo de intercambios, tales como los intangibles que no son sujetos de imposición ante aduana. De ahí que 0< p’m < 1,0. Y por lo tanto, p’m = f (m); siendo m = mə + μ. O lo que es lo mismo, mə representa a las mercancías y μ a los activos inmateriales y a los servicios. Por lo tanto, la estimación más precisa requiere redefinir también la igualdad (3) en términos del resultado originado en el extranjero, pero también en función de la naturaleza de las transacciones y demás circunstancias en que se circunscribe la operación intragrupo. Por lo mismo, proponemos que el cálculo de la utilidad neta agregada se explicaría:
Rε = π – (1-t1) [Y1 (S1) – C1(S1+ m) + p’ μ + (1-υ) p’ mə] (4)
De cualquier forma, esperamos que los resultados obtenidos correspondan a los resultados desagregados del comercio intragrupo internacional aplicando la función (4), y a consolidar por la matriz [(1-te2) (mə2t, μ2t)], esto es, concuerden con la sumatoria de los flujos descontados por la carga impositiva respectiva:
Rε= Σ [(1-te2) (mə2t, μ2t)] (5)
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