- Sus conocimientos
- Sus suposiciones
- Sus dificultades
- Preparación del viaje
- Su plan de viaje
- El inmortal viaje
- Epílogo de ese genial primer viaje de Colón
- Las revanchas que el destino dio a Cristóbal Colón
- Epílogo
- Anexos
- Bibliografía
El viaje al Poniente, cruzando el "tenebroso mar Atlántico", que realizo Colón en 1492, el más importante de la historia humana, fue planeado y ejecutado con absoluta precisión, lo que nos llena de admiración, pues demostró sus cabales conocimientos náuticos y meteorológicos, como navegante.
Sus conocimientos
Colón nació en Génova en 1451 (mismo año en el que nació Isabel la católica).
El entorno de navegantes de este puerto, con una tradición de siglos, lo atrajo, y desde la adolescencia (como grumete) navegó por el Mediterráneo; en su juventud fue tripulante de numerosos navíos que, fuera de las columnas de Hércules, realizaban viajes de cabotaje, al sur hasta Guinea y las islas del Cabo Verde, y al norte, hasta Islandia.
Incluso participó de un naufragio, que lo obligó a llegar a ando hasta la costa de Portugal.
Agudo observador, en 15 años de tripulante de todo tipo de navíos, aprendió a navegar a brújula (en la que sólo él creía), a conocer las virtudes y defectos navieros, y captó muy bien los vientos y las corrientes marinas, del Atlántico.
Leyó cuidadosamente y anotó en sus márgenes, todos los libros sobre temas geográficos que pudo adquirir (ver Anexo 3 )
Sus suposiciones
Suponía que la Tierra es una esfera, basándose sobre todo en los argumentos del prestigioso humanista florentino Paolo del Pozzo Toscanelli (1397 – 1482)
(ver Anexo 1).
Como medio de vida, en Portugal, colaboró con su hermano Bartolomé (cartógrafo de profesión), en la confección de mapas, lo que lo familiarizó en el cálculo de distancias geográficas.
Así pudo dar sustento matemático a su proyecto de navegación hacia el Oeste, hasta la lejana Catay (China), seductor objetivo según Marco Polo.
(ver Anexo 2).
Se equivocó en las distancias que calculó, pero la Fortuna recompensó su empeño y esfuerzo, con el descubrimiento de la "nova terra".
Sus dificultades
A los 30 años, vivía y estaba casado (desde 1477, con la bella portuguesa Felipa Perestrelo e Moniz ) en Portugal, país con fuerte vocación naviera, ideal para su proyecto de llegar al extremo oriente por el Oeste.
Los portugueses eran los mejores navegantes europeos de la época, financiados y alentados por su corona:
En 1341 habían redescubierto las islas Canarias (que en 1479 por el Tratado de
Alcáçovas habían cedido a Castilla).
En 1431 habían descubierto las islas Azores
En 1452 habían llegado al golfo de Guinea y descubierto las islas del Cabo
Verde
Y tenían ambiciosos planes de circunnavegación de África, por el sur.
En 1484, Colón presentó al rey Juan II de Portugal, su proyecto.
Lo consideraron utópico y se lo rechazaron.
Es que los marinos portugueses se animaban a ir a cualquier parte, pero siempre con la "costa a la vista"
¿Y la brújula? Era sólo un juguete, nadie confiaba en ella.
En 1485, Colón, viudo y desalentado, ya nada tenía que hacer en Portugal, con su pequeño hijo Diego se fue a Castilla. Entró por el sur, y pidió alojamiento en el convento de La Rábida.
Allí los recibieron con mucha hospitalidad, les dieron alojamiento y comidas, pero lo más importante es que lo escucharon con atención.
Se ve que los frailes no eran tan ignorantes como los portugueses.
El fraile Pérez, que había sido confesor de la reina Isabel, y mantenía una cordial correspondencia con ella, se entusiasmó con el proyecto de Colón, y le ofreció presentarlo a la reina.
En 1486, la reina los recibió, en atención a Pérez, nombró una "comisión de eruditos" presidida por el obispo Talavera y se volvió a enfrascar en la guerra contra el reino de Al-Andaluz, que la tenía obsesionada.
Isabel la Católica
En 1487, la "comisión de eruditos" dictaminó que el proyecto de Colón era una utopía inviable, y lo rechazó.
Colón no se desalentó por el dictamen de esos "ignorantes", y volvió a estudiar los escritos de Toscanelli, en busca de más argumentos, que respaldaran su proyecto.
Cuando Isabel entró triunfante en Granada, el 2 de Enero de 1492, dando fin a la "guerra de reconquista", Colón pensó que Isabel ya liberada de esa gigantesca preocupación, atendería a sus nuevos argumentos. Pero no fue así.
Isabel tenía sus arcas vacías y no quiso embarcarse en una nueva aventura; obsequió a Colón 10.000 maravedíes y lo despidió enhorabuena.
Colón agotado moralmente, recogió a su hijo y se dirigió a Francia (otro país con costa sobre el Atlántico), a probar suerte, aunque con pocas esperanzas, pues Francia tenía escasa tradición naviera.
Y en Abril de 1492, sucedió el "momento decisivo del descubrimiento de América", momento medular, de los que la historia puede contar sólo con los dedos de una mano. (ver Anexo 5).
La actitud de la corona viró en favor de Colón, Isabel aceptó sus condiciones, y en adelante todo quedó en las manos del genovés.
Preparación del viaje
Colón conocía muy bien todos los tipos de buques que navegaban en ese entonces, por el Mediterráneo y por el Atlántico:
-Los habituales del Mediterráneo los tenía descartados, pues no tenían "porte" para enfrentar las olas de mar abierto.
– De los que transitaban por el Atlántico, para su viaje, necesitaba que:
– tuvieran muy buena estabilidad para capear fuertes vientos y enfrentar altos y violentos oleajes; para el cruce de "la mar océano"
– fueran de bajo calado, "aptos para el oficio de descubrir"; pues en las costas de Catay, deberían explorar y desembarcar.
Justamente, el príncipe portugués don Enrique "el navegante" (1394-1460), entusiasta promotor de las exploraciones portuguesas de las costas occidentales de África, había tenido las mismas inquietudes 60 años antes.
Y en su Escuela de Navegación, situada en Sagres (sur de Portugal), habían diseñado la nave ideal: la carabela, la que para navegar en alta mar (con vista a la costa, se entiende) estaba dotada de varios adelantos técnicos:
(ver Anexo 9)
– Relación perfecta eslora-manga-calado
– Quilla
– Timón vertical, con caña
– Velas cuadras (y sus bonetas): mayor, cebadera, de trinquete, de gavia.
Vela latina: sólo de mesana
Tres carabelas pidió Colón a la reina Isabel.
Colón entonces sugirió zarpar del importante puerto atlántico de Cádiz, ideal para contratar tripulantes y equipar las naves, pero no pudo ser, estaba atestado de judíos que preferían exiliarse en lugar de convertirse al Cristianismo, alternativas que había decretado Isabel exigida por los fanáticos inquisidores.
El único puerto factible sobre el Atlántico, era el humilde de Palos, sobre el río Tinto, próximo a Huelva.
Y a Isabel le vino bien, pues el puerto de Palos debía a la corona una multa por "saquear barcos portugueses en tiempos de paz"; así que le dio a Colón una cédula para que la comuna de Palos le facilitara por 2 años, 2 carabelas totalmente aparejadas, tripuladas y abastecidas.
Para contratar la 3ª carabela, pagar salarios y comprar vituallas, le dieron a Colón los 1.140.000 maravedíes que prestó Santángel (ver Anexo 5).
En Palos, Colón conoció a los hermanos Pinzón, experimentados navegantes (sobre todo Martín), a quienes les pareció viable el proyecto de llegar a Catay rumbo Oeste. Y ellos se comprometieron a conseguir y equipar las dos carabelas ordenadas por Isabel.
Colón se dedicó a localizar y contratar la 3ª carabela. Pero no consiguió a ningún armador que se la quisiera alquilar, pues todos temían perderla en ese "mar tenebroso", en el que quería zambullirse el genovés.
Finalmente Colón se tuvo que resignar, y contratar la única nave "parecida" que el maestre Juan de la Cosa aceptaba arrendarle, la nao María Galante. A Colón no le gustaba nada, pues tenía excesivos calado y porte, para el oficio de descubrir, pero no tenía ninguna otra alternativa. Y le cambio el nombre por Santa María.
Colón planteó a los Pinzón, que debían cambiar las velas de las carabelas que habían conseguido, de "latinas" que tenían, a "cuadras", para logar mayor empuje del viento durante la travesía del Atlántico. (ver Anexo 9 )
Martín las cambió en La Pinta, pero Juan Niño el dueño de La Niña, acostumbrado a "navegar bordeando costas", no quiso saber nada. Colón se resignó, hasta mejor oportunidad.
Las tres naves finalmente resultaron:
(1) toneles significaba "capacidad cúbica, en toneles de vino".
1 tonel = 1.133 litros de vino ( 1.120 kg
(2) O desplazamiento bruto, en unidades modernas (= toneladas métricas)
(3) Incluyendo Capitán, Maestre, Pilotos, Despensero, Veedor real, marineros,
grumetes.
Nota a las características de las naves: Colón en su Diario consignó muy pocos datos. Cada historiador llegó a sus propias dimensiones, muchas veces discrepantes. Los aquí indicados son los propuestos por Morison, quien a nuestro criterio es el que mejor estudió los viajes de Colón.
Su plan de viaje
Colón siempre había expuesto como "plan de viaje", zarpar de un puerto español sobre el Atlántico, y poner "rumbo recto al Oeste". Muy simple.
No quería mostrar su juego.
En la madrugada del viernes 3 de Agosto de 1492, no había viento alguno, pero eso no le preocupó, pues zarpó con el comienzo del reflujo de la marea, que deslizó la flota río Tinto abajo suavemente.
A una milla y media, por babor, pasaron frente al convento de La Rábida; Colón se descubrió respetuoso y agradecido por todo el apoyo que le habían dado sus frailes.
La flotilla memorable pasa frente al convento de La Rábida
A las 8:00 hs de la mañana cruzaron la barra y recibieron una "fuerte brisa marina".
Colón fijó entonces el rumbo, "Sur cuarta al suroeste".
Y aclaró a la plana mayor de la nao, que lo acompañaban en el castillo de popa, vamos a Las Canarias. Con banderas de señales transmitieron la misma orden a las dos carabelas que los seguían.
¿Por qué Colón recaló en las Canarias?
a.- Colón había programado lanzarse al cruce con los fuertes vientos del Este (Alisios), pero éstos a la latitud de Huelva (cuyo puerto era el de Palos) no alcanzaban su intensidad máxima, en cambio sí lo hacían a la latitud de Las Canarias. (ver Anexo 7)
Además por Las Canarias, pasa la muy estable corriente marina del NE ( O (que hoy llamamos "de Las Canarias") (ver Anexo 8 )
b.- Deseaba convertir sus buques en naves redondas (con velas cuadras y sus bonetas), para lograr el máximo empuje de los vientos del Este.
Quedaba pendiente el cambio total en La Niña, y completarlo en La Pinta, lo que podría hacer en las Canarias, libre de la oposición de los marinos de Palos.
Por ello las tres naves, requerían ser arboladas:
– En proa: palo bauprés, y colgada de él una vela de cebadera, cuadra.
– Al tercio de la eslora: palo de trinquete con una vela de trinquete, cuadra, y una boneta.
– Al centro: palo mayor, vela mayor (papahígo), cuadra, y dos bonetas.
La nao Santa María, tenía un palo mayor de más altura, por lo que se le pudo montar una vela de gavia, cuadra.
– En popa: palo de mesana, y colgada de él una vela latina cuyo propósito era el de ayudar al timonel en las maniobras.
Las islas Canarias eran indiscutidas posesiones de Isabel, reina de Castilla, desde 1479; por lo que la navegación desde las costas sur de Castilla hasta Las Canarias, era frecuente y bien conocida, incluso por Colón. (ver Anexo 6)
La Santa María y La Niña llegaron al archipiélago el 9/VIII/1492.
La Pinta, al mando de Martín, que en una tormenta había sufrido la rotura de "las hembras del gobernalle", navegó casi al garete dos semanas y finalmente llegó el 24/VIII.
Este percance le confirmó a Colón, que pese a la experiencia marinera de Martín Alonso Pinzón, en Palos (y quizás en toda la península ibérica) nadie sabía nada de navegar en mar abierto.
En la isla de La Gomera, donde fue muy bien recibido por doña Beatriz de Bobadilla, bella viuda que gobernaba la isla:
Reparó La Pinta
Cambió velas en La Niña y completó las de La Pinta
Agregó cebaderas a las 3 naves, y bonetas a todas las velas cuadras
Completó provisiones de boca para un año
Y esperó pacientemente que los vientos del Este alcanzaran la intensidad adecuada (la corriente marina ya la tenía).
El viaje que siguió, totalmente libre de imprevistos, ratificó que al recalar en Las Canarias, Colón demostró, conocimientos, innovación, previsión y experiencia.
El inmortal viaje
El 6/IX/1492, ya impaciente, intentó zarpar de San Sebastián de La Gomera, pero el viento se calmó.
En la madrugada del domingo 9/IX/1492, finalmente los vientos mostraron sostenida intensidad, y la flotilla inmortal zarpó.
La travesía de "la mar océano" se realizó entre los paralelos 24º y 28º N, con inusitada suerte durante todo el viaje, ningún día sin por lo menos una brisa, ninguna tormenta, siempre a velocidades entre 4 y 7 nudos.
Partieron del meridiano 17º O y desembarcaron en el meridiano 74º O.
En 33 días, recorrieron 5.720 km
No hubieron dificultades, pero sí sorpresas, como el "Mar de los Sargazos", ante el cual La Niña y La Pinta, que por más ágiles iban algo adelantadas, amainaron velas y esperaron, pero Colón intrépidamente les ordenó a los tres navíos avanzar, y allí descubrieron que eran algas formando un "manto de no más de 5 pulgadas que se abría fácilmente ante las proas".
En ese primer viaje, Colón se percató que el N indicado por "su brújula" difería en algunos grados del N geográfico (o sideral) señalado por la estrella Polaris, lo tomó en cuenta, consignó en su Diario, y siguió impertérrito adelante.
Había descubierto la "declinación del campo geomagnético" referido al polo norte.
En la madrugada del 12 de Octubre de 1492, avistaron la isla que los nativos llamaban Guanahaní (una de las más orientales de las Bahamas), que Colón agradecido bautizó San Salvador.
Pero San Salvador era una isla, por lo que Catay debía estar más al Oeste; siguieron explorando y bautizando islas: Fernandina, Isabela, Juana, La Española.
Circunnavegaron La Española (actual Rep. Dominicana), cerca de medianoche del 25 de diciembre (1492) al timonel de la Santa María le pareció que todo estaba en calma, puso un grumete en la caña del timón y se fue a dormir.
El grumete estimó mal la distancia a la costa, y sucedió lo que Colón había previsto y tanto temía, la nao por su excesivo calado para el "oficio de descubrir", encalló. Aligeraron la nao, subieron velas cuando el viento era de proa, trataron de remolcarla con La Niña, movieron a la tripulación de una banda a la otra durante las mareas altas (allí era de poca variación). Nada. No hubo caso.
Colón con el espíritu estrujado por perder su nave capitana, ordenó vaciarla y desguazarla. Da pena leer en su Diario el relato de este lamentable suceso.
Con sus maderas levantaron un cercado que llamó de la Navidad.
En las 2 carabelas no cabían todos los tripulantes de la Santa María, varios se ofrecieron voluntariamente quedarse en la Navidad hasta el regreso que les prometió Colón. Estos jamás volvieron a Palos, los aborígenes los masacraron.
Para el regreso Colón "montó" en la Corriente del Golfo y navegó por el paralelo 38 ºN, de las islas Azores, y al llegar a ellas, los zarandeó una de las tempestades que afectan frecuentemente esas islas. No quería, pero algo maltrecho como estaba no tuvo más remedio que recalar en Lisboa.
Antes de zarpar de nuevo, ya la noticia de su regreso recorría todo Portugal y toda Castilla.
Primer viaje de Colón
Colón acababa de cambiar la mentalidad de Europa, y cortar definitivamente con la Edad Media, y su rigidez dogmática. Galileo y Newton encararon los conocimientos con criterio colombino y abrieron nuevos horizontes, en los que el intelecto se sintió liberado a la creatividad e innovación.
El Atlántico se convirtió en el "mare nostrum" de Europa.
En los siguientes 30 años, los navegantes europeos exploraron todos los mares del mundo (Elcano desembarcó en Sanlúcar de Barrameda el 6/IX/1522).
Epílogo de ese genial primer viaje de Colón
En adelante, los navegantes tomaron confianza en la brújula y pusieron más atención en el estudio de los instrumentos; la navegación se convirtió en una ciencia.
El Atlántico se transformó de "mar tenebroso" en el "mare nostrum de la Civilización Occidental", a los castellanos siguieron españoles de todas las regiones, portugueses, ingleses, holandeses, franceses, y muchos capitanes italianos al servicio de los países anteriores.
Por 400 años, los buques siguieron habitualmente una sola ruta en su trayecto entre Europa y América: el rumbo que fijó Colón al cruzar por primera vez la "mar océano"; aprovechando los vientos Alisios y las corrientes marinas tropicales.
En la actualidad las regatas a vela entre Europa y América, también se realizan en esas mismas rutas.
Colón abrió la geografía y las mentes, dando un nuevo rumbo al espíritu humano, que sigue hasta hoy.
Las revanchas que el destino dio a Cristóbal Colón
– 1a – El 15 de marzo de 1493, Colón desembarcó en Palos de la Frontera, triunfante de su viaje a las Indias.
A fines del abril siguiente, los Reyes Católicos lo recibieron en Barcelona, donde tenían instalada la Corte.
En presencia del obispo Talavera y varios miembros de la comisión de eruditos que había dictaminado la inviabilidad de su viaje a Oriente por mar, los reyes sentaron a Colón sobre el real estrado y lo consagraron Almirante de la Mar Océano.
– 2a – De las tierras descubiertas, Colón consideraba a isla La Española, la más importante, y en ella su hermano Bartolomé (mientras Cristóbal estaba en España después de su 2º viaje) fundó la ciudad de Santo Domingo (la ciudad más antigua de América) que en adelante se consideró capital de las Indias Occidentales.
El 30 de mayo de 1498, Cristóbal zarpó de San Lúcar de Barrameda (próx. a Cádiz), con 6 naves, en su 3er viaje a las Indias.
Los buques españoles ya iban y venían con frecuencia, por una ruta que no despertaba miedo ni recelos, sino entusiasmo.
En uno de esos barcos a España, unos pobladores de Santo Domingo, celosos y rebelados contra los Colón, los denunciaron por carta a los reyes.
Los reyes enviaron al comendador Francisco de Bobadilla, a investigar e informar.
Lo primero que hizo Bobadilla al llegar a Santo Domingo, fue encarcelar a los tres hermanos, Cristóbal, Bartolomé y Diego; y los metió encadenados en el primer buque que zarpó rumbo a España.
Cuando llegaron a Cádiz, el 24 de noviembre de 1500, la Reina se escandalizó, los liberó, desagravió, envió de inmediato a Nicolás de Ovando a relevar a Bobadilla, y encomendó a Cristóbal organizara su 4ª expedición.
El 11 de mayo de 1502, Cristóbal al frente de 4 buques zarpó de San Lúcar de Barrameda.
Cuando llegó a Sonto Domingo, Ovando receloso no le permitió desembarcar.
En medio de su amargura, Cristóbal observó que en la ensenada se estaba preparando una flota de 30 navíos que llevaría a España perlas y oro obtenidos en la zona, y a Bobadilla de regreso; y también observó que en el horizonte se estaban acumulando negros nubarrones.
Colón en un rasgo de la nobleza que lo caracterizaba escribió a Ovando:
"Veo que la armada de Bobadilla está preparada para viajar. Me dicen que va cargada de perlas y oro para Sus Altezas. Impídale la salida pues una terrible tormenta se está cuajando. Ya que no me dejan entrar, me refugiaré del huracán en Puerto Escondido".
Colón ancló donde dijo, capeó sin problemas el huracán y salvó a su tripulación.
Bobadilla despreció la advertencia de Colón, cuando la armada estuvo lista zarpó, el huracán la encontró en mar abierto, la vapuleó ferozmente y la hundió. No se salvó Bobadilla y ni uno solo de los tripulantes.
– 3a – Ovando continuó gobernando las Indias Occidentales, desde Santo Domingo.
En 1509 llegó a Santo Domingo don Diego Colón, hijo del Gran Descubridor, nombrado gobernador de las Indias.
Don Diego sustituyó a Ovando y lo despachó de inmediato a España, donde murió desconocido en 1518. La historia lo olvidó piadosamente.
Don Diego Colón promovió y apoyó la conquista de los territorios que luego serían:
– Virreinato de Nueva Granada (actuales Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador) desde 1510
– Virreinato de Nueva España (actuales México, sur de California, Nuevo México, etc.) desde 1519
Don Diego gobernó hasta su muerte, en 1526, todas las tierras que descubrieron su Padre y los demás conquistadores, en el entorno del mar Caribe.
Epílogo
Fue el gran libertador Gral. Simón Bolívar el que reparó en algo la injusticia de la historia, que negó al Gran Navegante su nombre al continente por él descubierto, cuando bautizó Colombia a la mayor parte de la ex Nueva Granada.
Anexos
Anexo 1 – Esfericidad de la Tierra – Sistema Solar
La Edad Media, con su generalizada subversión de todo orden, significó un retroceso intelectual en el campo de las ciencias, espantoso.
En la época de Colón, en España, en la corte de la reina Isabel de Castilla, todos ignoraban ya los logros de los astrónomos de Alejandría.
Predominaban las anticuadas teorías de la "Tierra plana" y de la "Tierra centro del sistema solar".
¿Y por que subsistían las anticuadas teorías?
– Por la generalizada ignorancia y analfabetismo
– Por la generalizada superstición, eran más aceptados los mitos y leyendas, que los dictados de la ciencia.
– Por el miedo y aversión, a toda innovación, generalmente catalogadas como obras satánicas, en especial por los magistrados eclesiásticos.
Esfericidad de la Tierra
El griego Eratóstenes, había nacido en la colonia griega de Libia, en 284 aC, y educado en Atenas.
En 245 aC, Tolomeo III, lo llamó a Alejandría como pedagogo de su hijo, y poco después, admirado de la enciclopédica erudición de Eratóstenes, lo designó "director de la biblioteca", máxima autoridad intelectual de esa capital de Egipto, cargo que ocupó hasta su muerte en 192 aC.
Eratóstenes fue un extraordinario matemático y astrónomo, sentó las bases de los estudios geográficos con referencias astronómicas, entre ellas definió con precisión la estrella Polaris, de la Osa Menor, cuya posición determina el polo norte geográfico. Desde Alejandría se difundió su empleo como referencia ineludible para la navegación nocturna.
Observó todos los eclipses de Luna de su vida, en los que prestó especial atención a la sombra que proyecta la Tierra sobre la Luna.
Llegó a la conclusión de que nuestro planeta es una esfera, pero le faltaba demostrarlo. Y se abocó a hacerlo.
Localizó 2 ciudades situadas en el mismo meridiano: Alejandría y Syene, les plantó sendos gnómones; y midió la distancia entre ambas = 5.040 estadios.
Exactamente el día del solsticio de verano, al mediodía, midió las longitudes de las sombras de los gnómones.
En Syene, tal sombra era O, pues la ciudad está prácticamente sobre el trópico de Cáncer.
En Alejandría, en cambio se pudo medir una cierta sombra, y con ella calcular el ángulo de los rayos del Sol.
Esta experiencia, que repitió varias veces, le informó:
– Que la Tierra es efectivamente esférica
– Que el meridiano completo que pasa por las dos ciudades tiene una longitud de 252.000 estadios.
El estadio egipcio de aquella época, tenía una longitud de 157,5 m
Por lo tanto la determinación de Eratóstenes, de la longitud de un meridiano terrestre fue de: 39.690 km
Las mejores mediciones realizadas a fines del s. XX y principios del s. XXI, dan: 39.941 km (El error de Eratóstenes fue del 0,632 %, admirable !! ).
Fue necesario esperar 1720 años, hasta Colón, a que la esfericidad de la Tierra fuera universalmente aceptada.
Sistema solar
El griego Aristarco de Samos (Samos 310 aC – Alejandría 230 aC), fue contemporáneo de Eratóstenes, como astrónomo de la biblioteca de Alejandría. Pero se dedicó al movimiento de los planetas y la proyección del Sol en el zodíaco.
Llegó a la conclusión de que:
– El Sol y las estrellas, permanecen fijos en el espacio
– La Tierra es un planeta, y con los demás planetas giran en órbitas circulares alrededor del Sol.
También fue necesario esperar 1.770 años, hasta Copérnico (1473-1543) y Galileo (1564-1642), a que se resucitaran las conclusiones de Aristarco y se consagraran.
Anexo 2 – Tamaño de la Tierra y distancia a Catay, según Colón
Los árabes musulmanes, a lo largo de su historia, habían rescatado, conservado y traducido todos los textos filosóficos, astronómicos, matemáticos y geográficos de origen mesopotámico, egipcio, indio, griego y romano, que encontraron.
Desde los centros culturales de Bagdad (Mesopotamia), Alejandría (Egipto) y Córdoba (España), difundieron dichos textos por toda la Europa culta de ese tiempo.
Esa difusión cultural clásica, tuvo su apogeo a mediados del s. XIII, al punto que Sto. Tomás de Aquino consideraba que su monumental Suma Teológica tenía dos puntales: San Agustín de Hipona, y Averroes de Córdoba.
En la segunda mitad del s. XV, España estaba ya arrollando al reino árabe de Al-Andaluz, la doctrina Cristiana-Romana exaltaba los ánimos, el prestigio de la cultura árabe cayó en decadencia.
Los griegos de Alejandría (Eratóstenes) y sus seguidores árabes, estaban convencidos de la esfericidad de la Tierra, y así la asumió el florentino Toscanelli, que la sostuvo en todos sus escritos.
Colón conoció muy bien la posición de Toscanelli, y en especial los cálculos del árabe Alfragano (al-Fargani- 813-882), por lo que estaba también absolutamente convencido de la esfericidad terrestre.
Cuando Colón expuso a la reina de Castilla, Isabel, su proyecto de llegar a Catay (China) circunnavegando hacia el Oeste (1489), ella conciente de sus limitados conocimientos de geografía y navegación, convocó a una "comisión de eruditos" encabezados por el obispo Talavera, para que analizaran el proyecto y dictaminaran.
En 1487, los "eruditos" presentaron un informe a la reina, desaprobando el proyecto, con los dos lapidarios argumentos:
– La Tierra no puede ser esférica, pues los habitantes que vivieran en las antípodas, deberían vivir cabeza abajo, y así no podrían comer, caminar, dormir, etc.
– Pero suponiendo que la Tierra fuera esférica, aunque sin habitantes en las antípodas, los buques podrían navegar hacia abajo, pero de ninguna manera volver a España, que obviamente estaba arriba de la esfera.
En conclusión, el proyecto de Colón era un disparate, inviable.
Es que la ciencia geográfica greco-árabe, estaba totalmente olvidada en España, sepultada en las ruinas de la Edad Media y por el fragor de la "reconquista".
Isabel, que sentía simpatía por Colón (entre otros motivos, porque había sido recomendado por el fraile Pérez, ex confesor suyo), le hizo dar 10.000 maravedíes, para que se "adecentara", comprara una mula; y se fuera enhorabuena.
Colón obviamente estaba desolado.
Según mediciones de Alfragano, la circunferencia terrestre tenía una longitud de 20.400 millas (dato similar al determinado por Eratóstenes, 1100 años antes, en Alejandría).
Que Colón los convirtió en 30.192 km, un tercio de los cuales serían océano entre España y Catay, o sea unos 10.000 km. que se navegarían en 50 – 60 días.
Estos cálculos de Colón habían entusiasmado a los frailes de La Rábida, los que no vacilaron en presentarlo a la reina Isabel.
Pero Colón había cometido un error, había tomado para la milla el valor latino (común en Europa) de 1,48 km/milla, olvidando que Alfragano todos sus cálculos los había hecho con millas árabes 1,937 km/milla.
La distancia oceánica a recorrer sería de más de 13.000 km, y el tiempo 70 – 80 días.
El error jugó a favor de Colón, pues en el imaginario de la época, no era lo mismo navegar "sin costa a la vista" por 2 meses, que tener que hacerlo por 3 meses.
Colón basándose en Marco Polo, y siguiendo a Toscanelli, cometió también otro error, que fue el de considerar que la distancia terrestre hasta Catay, ocupaba dos tercios de la circunferencia terrestre, por lo que la distancia por la "mar océano" sería de solo 10.000 km.
Si no se hubiera interpuesto la providencial "terra ignota", el viaje hubiera tenido que continuar hasta la isla de Formosa (sobre el paralelo 24 ºN, en que Colón encontró a Guanahani), la distancia real a navegar hubiera sido de 22.100 km y el tiempo del órden de 130 – 150 días. Lo que hubiera desalentado al más intrépido.
Afortunadamente, las cosas fueron como fueron, el entusiasmo cundió por todos los reinos con costa al Atlántico, y ya nadie pensó en pedir cuentas a Colón sobre sus estimaciones.
Y lo más importante, la Tierra confirmó que es una esfera.
Anexo 3 – Las informaciones escritas que conoció Colón
Colón fue un ávido lector de todo lo concerniente a viajes, y hábil cartógrafo (junto con su hermano Bartolomé).
– Mapas y cartas marinas: Eran de lo más primitivas, pues conocían de "latitudes" pero desconocían totalmente las "longitudes". Las costas europeas estaban razonablemente delineadas, pero las orientales (Catay y Cipango) eran totalmente fantasiosas.
– Escritos: Los más importantes que conoció fueron los del humanista florentino Paolo dall Pozzo Toscanelli (1397-1482); quién, en ese entonces, era un incansable sostenedor de la "esfericidad de la Tierra" ( se basaba en los estudios alejandrinos y árabes) y de la "factibilidad de llegar a Catay navegando hacia el Oeste".
– Libros: Los conocemos, anotados marginalmente por él, pues se los legó a su hijo Fernando, quién a su vez fue el primer biógrafo del Almirante.
– Historia rerum – por Eneas Silvio Piccolomini, en copia manuscrita
– Geografía – por Ptolomeo, impreso, edic. 1479
– Imago Mundi – por el cardenal Pierre d´Ailly, en copia manuscrita de 1410
– Il Milione – por Marco Polo, en copia manuscrita
Los libros manuscritos eran caros, Il Milione le costó 100.000 maravedíes (equiv. a 1.000 u$s), pero para Colón este libro era inapreciable, pues describía las inmensas riquezas que había en Oriente y en especial en Catay.
Anexo 4 – Los instrumentos de navegación que conoció y utilizó Colón
En aquel entonces, la navegación marina, se realizaba a "estima" y con "la costa a la vista"; sólo se determinaba la latitud, y se navegaba lo más lejos posible de la costa para evitar encalladuras inoportunas, pero con ella siempre a la vista.
– Tiempo cronológico: Relojes de arena, que los grumetes se encargaban de voltear cada media hora.
Eran de vidrio y muy frágiles, por lo que siempre llevaban media docena.
– Velocidad: Una tabla atada a una soga anudada, se la tiraba por la borda en la proa, sólo indicaba la velocidad respecto al agua.
– Latitud: Conocían el Astrolabio y el Cuadrante
Astrolabio de al-Sahlî, del siglo XI
Astrolabio persa del siglo XVIII.
El Astrolabio era el instrumento más importante de los navegantes, permitía determinar con precisión el medio día, y la latitud consiguiente.
Cuadrante marino
Los marinos lo usaban sobre todo para medir la latitud a la que se encontraban ( midiendo la altura sobre el horizonte, de la estrella polar a media noche, o del sol a medio día).
– Orientación geográfica:
El Norte (en noches ya cerradas, por la estrella polar ) y el Sur (por el Sol a medio día), los determinaban con cierta precisión. El resto del tiempo se orientaban a "estima".
Era realmente una forma muy precaria de orientación. Mucho más importante era la observación de la costa y sus peculiaridades, muchas de las cuales estaban consignadas en las cartas marinas.
Para navegar en "mar abierto", o como lo decían en la época, "por la mar océano", nada de lo anterior alcanzaba.
Colón conocía las virtudes de la brújula (invento chino, traído a Europa por los árabes) y confiaba en ella.
Durante su viaje al Oeste, la consultó permanentemente; y ¿cómo era?
Era un recipiente con agua, en la que flotaba una aguja imantada y engrasada; la aguja perdía sensibilidad, por lo que Colón la reimantaba (cada semana ó 15 días) con una piedra de magnetita que guardaba celosamente. En esas piedra y aguja, Colón confió para su intrépido e inmortal viaje.
Anexo 5 – Momento decisivo del descubrimiento de América, por Colón
Antecedentes
Colón nació en el mismo año que Isabel la Católica, 1451.
Isabel , princesa de Castilla, se había casado con Fernando, príncipe de Aragón, y habían pactado:
"A partir del momento en que cada uno heredara la respectiva corona, cada uno reinaría personal e individualmente sobre sus respectivos países".
La guerra de "reconquista" contra los moros, que reinaban en Al-Andaluz, fue una guerra totalmente de Castilla en territorio castellano, pero Fernando colaboró activamente encabezando siempre los ejércitos castellanos.
Desde principios del s. XV, prácticamente todos los territorios que rodeaban a Constantinopla estaban dominados por los musulmanes, por lo que el comercio con Oriente pagaba prohibitivos peajes.
Portugal, se convirtió en el estado que más esfuerzos hizo por encontrar una vía marítima, por el sur de África, para llegar al lejano oriente.
En 1453, con la caída de Constantinopla, el comercio con Oriente se complicó enormemente, por lo que sus productos alcanzaron precios siderales.
En 1485, los buques portugueses al mando de Bartolomé Díaz, alcanzaron el Cabo de Buena Esperanza, viaje de largo aliento, pero como sus antecesores, con la costa siempre a la vista.
Cuando Colón completó en su mente, su proyecto de navegación a Catay, por el Oeste, cruzando el Atlántico, con natural lógica lo ofreció al rey de Portugal. Por 8 frustrantes años recorrió la corte lusitana buscando apoyo. Nada consiguió.
Se dirigió entonces (1485) a la corte de Castilla, pues este reino también tenía costa sobre el Atlántico.
Pero Isabel, estaba enfrascada en la guerra de "reconquista", le simpatizaba Colón, y para demostrarle que le prestaba atención ordenó (1489) "una comisión de eruditos presidida por el obispo Talavera" para que estudiara el tema y dictaminara su viabilidad.
Isabel, con su marido y la corte, se habían establecido en un campamento a la vista de Granada, que denominaron Santa Fe.
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