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Situación del desarrollo de la Expresión Oral en la Sede Universitaria de Morón. Ciego de Ávila. Cuba (página 2)


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El modelo de la escuela actual, organizado a partir del protagonismo del alumno, pretende la formar estudiante que dentro de su contexto escolar y social en general asuma un papel cada vez más activo, reflexivo, crítico e independiente. De esta manera el alumno aprende, fundamentalmente, mediante palabras y a partir de aquí expresa aquello que ha conocido, siente, necesita, desea o quiere, lo cual le ofrece a la actividad y la comunicación una intervención directa y decisiva durante el proceso de enseñanzaaprendizaje.

La expresión oral de los escolares debe desarrollarse mediante el trabajo continuo, riguroso, sistémico y coordinado, a partir de aprovechar todos los espacios que el currículo de la escuela posee (actividad docente, extradocente y extraescolar). En cambio, la información teórica y metodológica con que se cuenta hoy en las escuelas para llevar a vías de hecho lo anterior, resulta particularmente escasa. Los materiales relacionados con el tema no abundan en orientaciones, recomendaciones y sugerencias, hecho que entorpece la labor educativa en favor de desarrollar curricularmente la expresión oral de los alumnos. Estas dificultades se constituyen hoy en debilidades y son reconocidas por diferentes especialistas, algunos de ellos, de manera muy enfática.

En la actualidad no existe una clara conciencia acerca del papel que puede desempeñar la lengua en la formación de valores, en el afianzamiento de la identidad cultural; en la conformación, en definitiva de una actitud y una conciencia de la identidad nacional. (A. M. González, 1999:2)

No obstante el panorama que exhiben los centros educacionales del país en el siglo XXI, en comparación con los precedentes, muestra importantes pasos de avances. A pesar de ello, aún no son suficientes las acciones curriculares encaminadas a la atención y el desarrollo de la expresión oral en los alumnos. (G. Arias Leyva, 2003:7)

Si bien la intención se ha hecho manifiesta, a partir de los objetivos previstos en los diferentes grados y momentos del desarrollo para la asignatura Lengua Española, todavía son escasas las herramientas teóricas y metodológicas para su atención curricular, falta el cómo hacer para dar cumplimiento a los objetivos del programa y para poder instrumentarlo, pero no desde una asignatura en específico, porque así no aporta lo suficiente al desarrollo integral de la personalidad, sino utilizando todos los espacios que ofrece el trabajo en la escuela (docente, extradocente y extraescolar).

Mediante la comunicación cada interlocutor refleja su personalidad como individualidad. La interacción que cada quien establece condiciona la participación del otro de diferentes formas y ello redunda, en gran medida, en la calidad del proceso comunicativo que se va produciendo. (J. Betancourt y otros, 2003) dicho de otra forma, durante el proceso de comunicación, se trasmite y a su vez son asimilados, la experiencia histórica, cultural y social, los valores y elementos de conciencia que posee cada uno de los interactuantes.

Este proceso desempeña importantes funciones en la vida del hombre. Según Lómov, se destacan tres de ellas: la informativa-comunicativa, la reguladora-comunicativa y la afectivo-comunicativa.

La primera, referida a la comunicación en el proceso de emisión y recepción, abarca todo lo relacionado con la transmisión y recepción de la información. La segunda, se centra en la función reguladora que ejercen unas personas sobre otras y la tercera, señala la manera en que la comunicación condiciona las emociones y sus variadas formas de manifestación, donde se incluyen los estados de ánimo y los sentimientos. (J. Betancourt y otros, 2003)

Estas funciones, estrechamente vinculadas entre sí, constituyen un sistema que está presente en cada acto de comunicación que se produce, aunque en determinados momentos y contextos predomine una de ellas.

Como se puede apreciar, la comunicación es un proceso complejo y de carácter general, particular y peculiar de las interacciones sociales en virtud de las cuales tiene lugar, permite comprender la heterogeneidad de los medios de que se vale, verbales o no verbales.

Escuchar, hablar, leer y escribir son las cuatro grandes habilidades lingüístico-comunicativas que permiten a las personas interactuar satisfactoriamente en cualquiera de las situaciones posibles. (D.Cassany y otros, 1994). Nombradas, también, capacidades comunicativas o macro habilidades, se clasifican en dependencia del código que se utilice.

Concretamente, el código oral se identifica con las habilidades lingüístico-comunicativas de escuchar y hablar, aunque resulta muy habitual la interrelación entre el canal oral y escrito durante el proceso comunicativo, pues con frecuencia se habla acerca de algo que se ha leído o se escribe sobre aquello que primero ha sido tema de conversación.

El análisis de la comunicación oral no solo implica tener en cuenta el contenido verbal del mensaje, pues como parte integrante de todo este proceso también aparecen los códigos no verbales, como portadores de un significado. En ellos se encuentran los signos paralingüísticos (el tono de la voz, el volumen), las pausas y el lenguaje corporal (los gestos, las miradas, la expresión del rostro, la gesticulación). Elementos que revelan, de modo particular, las características individuales de los interlocutores, así como, el carácter de la relación existente entre ellos, su contexto y la situación concreta en que se hallan, como factores que condicionan todo proceso comunicativo.

Particularmente, los recursos lingüísticos utilizados en la expresión oral y escrita tienen como instrumento esencial a la lengua. Ella como sistema de signos que se manifiesta en el discurso comunicativo individual de cada hablante (L. Sales, 2004), adquiere características diversas en correspondencia con el código que utilice. Es el medio fundamental de comunicación humana y de elaboración del pensamiento.

Las diferencias entre la lengua oral y escrita han sido objeto de numerosos estudios, muchos de ellos, valorados desde enfoques diferentes. Por una parte, se encuentran aquellos que analizan la relación entre ambos códigos lingüísticos, enfrascados en identificar si el oral es antes que el escrito, si uno depende del otro o si se trata de dos estilos de lengua diferentes. En la actualidad, la opinión más extendida es aquella que considera ambos modos equivalentes y autónomos con funciones sociales distintas y complementarias (L. Sales, 2004)

Otro punto de interés para los especialistas, es el de las características de ambos modos de la lengua. La lengua oral es más coloquial, subjetiva, redundante y abierta; donde se emplean con frecuencia frases inacabadas, repeticiones, onomatopeyas y frases hechas. En cambio, la lengua escrita suele ser más precisa y cerrada, con un léxico específico que evita las repeticiones y las expresiones inacabadas. (L. Sales, 2004)

Otro aspecto importante, guarda aún mayor relación con las habilidades lingüísticas comunicativas, pues hace referencia a las situaciones de comunicación oral o escrita. Al ser el código oral diferente del escrito, el comportamiento de él o los, que hablan o escriben, o escuchan y leen, suele ser muy diferente. En el canal oral el receptor comprende el texto por medio del oído, la comunicación es espontánea y le permite al emisor rectificar lo que ha dicho, en cambio, el receptor está obligado a comprender el texto en el momento de la emisión tal y como se emite. (L. Sales, 2004)

La comunicación oral es inmediata en el tiempo y el espacio, lo que hace al código oral más ágil con respecto al escrito, además, como ya se ha mencionado, se complementa con diversos códigos no verbales.

Otra característica distintiva con respecto a la comunicación escrita, es que existe una constante interacción entre los interlocutores que va modificando el mensaje.La comunicación oral por su parte posee, al igual que como ocurre con muchas categorías, criterios diversos, pero contiene también, elementos de esencia, que consensuados por la mayoría de los autores, la caracterizan.

Un buen desarrollo de la expresión oral posibilita un desempeño comunicativo exitoso que proporciona satisfacción, influye positivamente en la adaptación social e incrementa la autoestima y autovaloración del individuo como reflejo de su personalidad. Poseer un buen desarrollo de la expresión oral prepara a la persona tanto para su papel de emisor como para su papel de receptor, en su desenvolvimiento durante la vida ante las múltiples situaciones de comunicación en las que habrá de desenvolverse. Ello le permite actuar de manera responsable y ofrecer soluciones adecuadas a los problemas que enfrentará. (I. Domínguez, 1997)

El diálogo, por su parte, se caracteriza por ser situacional y espontáneo. Cumple con una función comunicativa que se establece, fundamentalmente, en forma de conversación entre dos o más personas y da lugar a una cadena de reacciones donde los interactuantes se conceden los turnos para intervenir. Forma básica o primordial de la comunicación oral, aparece como resultado del intercambio natural entre las personas, elemento que la convierte en la forma principal de relación social que se utiliza.

Los seres humanos se hacen en la palabra… Decir la palabra es derecho de todos e implica el encuentro de los sujetos para la transformación de este mundo. (L. Cañón y otros, 2004:62) En la actividad comunicativa donde predomina, esencialmente, la lengua oral, se ven implicadas la construcción y la recepción de la información, que se corresponden con las habilidades comunicativas de expresión y comprensión oral.

Específicamente, la expresión oral es entendida como una habilidad comunicativa que se ejecuta durante el proceso de interacción social, mediante la emisión oral de un mensaje, con el propósito de exteriorizar y transmitir significados, que adquiere características propias y diferentes en cada persona, acorde a sus saberes y necesidades. Se sustenta en un sistema de signos culturalmente conveniados y constituye la manifestación individual y particular de la habilidad de hablar. Su contenido es reflejo de la nacionalidad e identidad cultural de cada individuo, así como, de la personalidad en su conjunto.

Hablar es relacionarse, es intercambiar comunicación, compartir ideas o sentimientos e intentar llegar a puntos de encuentro; es lograr acuerdos o delimitar desencuentros, es decidir y obrar en consecuencia (J. Ramírez, 2002). Cumple una función comunicativa que varía en dependencia de la situación contextual concreta, por cuanto, resulta un acontecimiento único, que jamás puede ser repetido en forma idéntica.

La conversación puede ser formal o informal. La informal es aquella que se establece entre familiares o amigos, es más desenfadada y espontánea, se emplea un lenguaje familiar y más coloquial. La conversación formal, en cambio, se desarrolla en las instituciones con objetivos profesionales o de trabajo por lo que se atiene más a las normas de interacción en contextos profesionales y, por tanto, el lenguaje se ajusta a las características de la profesión y jerarquía de los interlocutores. Tanto en una como en otra los interlocutores colaboran en su inicio, desarrollo, cambio de temas y cierre. (A. Roméu, 2003)

La atención y el desarrollo de la expresión oral desde el proceso educativo escolar han atravesado por diversas etapas, las cuales se corresponden con el contexto histórico, social y cultural del país en un momento dado.

Su atención y enseñanza marchan en forma paralela con el proceso de surgimiento y desarrollo de la nacionalidad en la Isla, de conjunto, con la formación del idioma como variante del español peninsular.

En las etapas que preceden al Triunfo Revolucionario, el interés por instrumentar las vías que favorecieran el desarrollo en la expresión oral de los estudiantes, quedó en manos de los esfuerzos particulares que realizaron pedagogos de vanguardia comprometidos con la misión de educar. Ello significa, que en lo referente al lenguaje los logros alcanzados en el desarrollo de la expresión, el conocimiento y el perfeccionamiento en el uso del idioma, no constituyó interés institucional, tanto en el ámbito educativo como social.

El primero de enero de 1959 señala el real despegue del desarrollo educacional como un propósito esencial del sistema social socialista. Permitir el acceso de todos a la educación se asume bajo el principio que plantea el indisoluble par dialéctico masividad – calidad. La atención constante a la escuela y al estudiante ha permitido, durante los últimos años, un progreso extraordinario en cuanto a las Ciencias Pedagógicas se refiere.

A pesar de ello, la atención curricular a la expresión oral de los alumnos como elemento esencial que posibilita el desarrollo y constituye el medio fundamental de relación social, no logra aún los niveles deseados en los centros educacionales cubanos del siglo XXI. Las alternativas que desde el currículo permitan un desarrollo consciente, integrado y planificado de esta habilidad, no se concretan aún de manera suficiente en la práctica pedagógica cubana.

En Hispanoamérica los estudios curriculares y didácticos actuales relacionados con la expresión oral se pronuncian por el abordaje transversal en su atención y tratamiento, aunque no se puede desconocer el empleo de diseños curriculares a partir de un sistema modular, sobre todo en la enseñanza superior y post-graduada. El enfoque que predomina para su enseñanza es el comunicativo-funcional que centra su interés en la lingüística del discurso.

Con toda certeza podríamos afirmar que estamos necesitados de una enseñanza que capacite al hombre para expresar con acierto lo que piensa y siente; una enseñanza que contribuya a que el hombre sienta la lengua viva y la emplee en sus múltiples posibilidades.

En la actualidad, aún no se logran los niveles de calidad esperados en los conocimientos y usos idiomáticos de los alumnos, situación que influye, no solo, en todas las asignaturas del plan de estudio, sino también, en todas las situaciones de relación social que en la vida diaria se le presentan los estudiantes.

Si bien la sistematización se circunscribe al plano escrito, algunas de las mayores dificultades que en él se encuentran tienen una estrecha vinculación con el plano oral, como se ha expresado con anterioridad. Determinar cuál es la causa y cuál la consecuencia se torna un dilema complejo de resolver por la estrecha interrelación que existe entre ambos planos de la lengua.

Podemos poseer todas las riquezas materiales, pero mientras nuestro uso del lenguaje sea pobre, nuestra visión y vivencia de la realidad será incompleta, nuestros pensamientos y sentimientos grises, quizás nos podamos integrar a la sociedad pero no de manera enriquecedora, transformadora (M. V. Reyzábal, 1993:23).

Al finalizar la revisión bibliográfica y cumplir con el objetivo propuesto quedó evidenciado que existe una estrecha relación entre los conceptos comunicación, lectura y desarrollo de la expresión oral, que han sido trabajados de manera acertada por diferentes autores y que se vislumbra un efecto positivo al hombre con su unión en función de un objetivo común.

En los centros de estudios superiores donde el ejemplo debe prevalecer es necesario continuar trabajando en actividades docentes y extensionistas que lleven a la práctica el diálogo y el desarrollo del léxico para el fortalecimiento de la expresión oral.

 

 

 

Autor:

Lic. María de los Ángeles Ferrás López

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