La labor periodística de Evaristo Izcoa Díaz durante los primeros dos años del régimen estadounidense en Puerto Rico
Enviado por Luis A. Reyes
Introducción
La ocupación de Puerto Rico por las tropas estadounidenses en 1898 tuvo repercusiones en todos los ámbitos de la sociedad puertorriqueña. La percepción de este suceso fue influenciada mayormente por las condiciones socio-económicas existentes en la Isla, y por las tendencias políticas de la clase dominante.
La economía isleña, que estaba en transición hacia un capitalismo agrario, había sido afectada por la pérdida de sus mercados para la exportación. Los mercados de Cuba y España se perdieron a causa de la invasión y ocupación norteamericana[1]y el acceso al mercado de los Estados Unidos se había visto perjudicado porque el libre comercio entre P.R. y los E.U. no había sido aprobado aún por el gobierno de los Estados Unidos. Como consecuencia, tanto la clase trabajadora, como la clase propietaria, estaban esperanzadas en el que el nuevo régimen implementara medidas para aliviar esta situación.
Durante el mes de octubre de 1898 se constituyó el Departamento Militar de Puerto Rico, el cual se hizo cargo del gobierno de la Isla. En vista de la grave situación por la que atravesaba la Isla, los gobernadores militares estadounidenses, en colaboración con el presidente de los Estados Unidos, implementaron nuevas medidas económicas para tratar de mejorar la situación. Las mismas no fueron del agrado de la mayoría del pueblo puertorriqueño.[2]
A pesar de esto, la actitud de la sociedad puertorriqueña ante el nuevo gobierno, especialmente del sector liberal, se tornó bastante positiva en cuanto a la política. Ya que, si bien se interrumpió el funcionamiento del gobierno autonómico, se veía la posibilidad de obtener los derechos, libertades y reformas que tanto anhelaban y que no habían alcanzado bajo el régimen colonial español.[3]
La aspiración política predominante entre los puertorriqueños, en especial en el sector de los hacendados azucareros, era el de la anexión de Puerto Rico a los Estados Unidos. Ello como un medio de incorporarse al mercado proteccionista estadounidense. Y si esto no era posible, pedían la concesión de un gobierno autonómico.[4] Por su parte, la mayoría de los hacendados cafetaleros, de donde provenía gran parte del liderato político autonomista, compartían le creencia de que quizás los Estados Unidos respetaría la autonomía concedida a Puerto Rico por España en el 1897.
Las posturas y políticas del nuevo régimen distaron mucho de las aspiraciones de los diferentes sectores del país. En ciertas ocasiones, como en la implementación del cambio de moneda[5]las medidas utilizadas tuvieron efectos desastrosos, empeorando la condición económica de las clases obrera y campesina.[6]
En algunos casos, como lo fue el de la ciudad de Ponce, los gobiernos municipales vieron frustrados sus planes de conseguir mayor autonomía e implantar sus políticas fiscales y administrativas.[7]
A pesar de lo contraproducente que estaba resultando el nuevo régimen en cuanto a la solución de los problemas inmediatos de la ciudadanía, éste aún conservaba en gran parte el apoyo de la elite económico y de la masa popular.[8] Es importante señalar que la alineación parcial de los intereses de los nacientes partidos políticos de la época con los intereses del gobierno estadounidense, influenció en gran medida la visión de la prensa puertorriqueña de la época en torno al nuevo régimen.[9] Ejemplos de esto son los periódicos relacionados con el Dr. José Celso Barbosa y Luis Muñoz Rivera.
Las críticas condiciones de la población, sumadas a la influencia de la política sobre la prensa, impulsaron a que algunos de los periodistas más radicales desviaran sus planteamientos políticos de carácter independentista, y optaran por un mayor reclamo de justicia social para el pueblo.
"El Combate" de Evaristo Izcoa Díaz
El periodista puertorriqueño Evaristo Izcoa Díaz, quien había enfrentado censura, persecución y prisión bajo el régimen español[10]continuó con sus severas críticas y denuncias contra las autoridades coloniales, aún después del "cambio de soberanía", encaminando éstas a que el gobierno estadounidense estableciera unas bases sólidas para alcanzar un verdadero progreso en la Isla. Si bien Izcoa Díaz dedicó su mayor esfuerzo a buscar el bienestar para los puertorriqueños durante los inicios del régimen estadounidense, nunca abandonó la creencia y la lucha por la futura independencia de Puerto Rico.
Entre los años 1898 y 1899 una gran cantidad de periódicos nuevos salieron a la luz pública. Un total de 105 nuevas publicaciones comenzaron a circular en la Isla.[11] Evaristo Izcoa, que en Ponce había estado publicando su periódico La Bomba hasta finales de 1898, enfrentó la suspensión del mismo por órdenes del gobernador militar. El profundo compromiso de Izcoa para con su pueblo, y su gran pasión periodística, lo motivaron a fundar su segundo periódico, El Combate, el 25 de febrero de 1899. Esta publicación tenía como objetivo denunciar los problemas que enfrentaban los ciudadanos de la Isla bajo el nuevo régimen. Y según las palabras de su fundador otro de sus objetivos era:
" demostrar al gobierno americano que Puerto Rico es un pueblo sensato y que sus hijos, honrados, aunque divididos por cuestión de procedimientos, llegado el caso saben deponer sus rencillas con abnegación y marchar unidos, serenos y valientes, a la realización hermosa de la conquista de la libertad".[12]
Izcoa recalcaba que su periódico gozaba del respaldo del país, "un país hambriento de justicia y de derecho". Según él, esto era así porque sus escritos sobre las desventuras del pueblo borincano, habían llegado al corazón de las clases. También, hacía el señalamiento de que su labor no debía ser objeto de censura oficial por no abrazar ninguna tendencia política y tener un criterio imparcial.[13]
El periódico El Combate, le hacia claro al nuevo régimen que no intentase lastimar la dignidad de la patria, ni extremar la tiranía, porque entonces consideraría buenos "todos" los recursos para reivindicar las libertades públicas.[14]
En esta publicación Evaristo Izcoa tuvo como colaboradores a Carlos Del Toro, Domingo Sepúlveda y Tomás Carrión Maduro, y como administrador a José Picó Matos. El Combate estableció sus oficinas en el núm. 5 en la calle Villa en Ponce, pero a partir del 29 de septiembre de 1899 fueron trasladadas al núm. 7 de la calle Concordia en la misma ciudad.
Izcoa Díaz amplió sus fuentes de financiamiento incluyendo en su nuevo periódico a un número mayor de anunciantes, extranjeros en su mayoría, sin descuidar a sus tradicionales anunciantes locales.[15] Estas nuevas fuentes de financiamiento permitieron a Izcoa instalar su propia imprenta para mediados de 1899.
El diario El Combate era vendido al detal y por suscripciones mensuales a un precio de dos centavos el ejemplar y cincuenta centavos la suscripción mensual. También era posible obtener ejemplares atrasados a cinco centavos el ejemplar. El lugar de venta de este periódico lo era la barbería de Eugenio Mercado, localizada en los bajos del hotel Arkadia en la calle de la Villa en Ponce.[16] Durante la primera mitad del 1899 la tirada del periódico era de aproximadamente 3000 ejemplares diarios. Luego, la creciente demanda hizo que aumentara a 5000 ejemplares. Fue tanta la acogida de este periódico que llegó a circular por más de 28 pueblos de la Isla.[17]
El pueblo, en especial la clase profesional, la clase obrera y la pequeña burguesía, simpatizaba con los planteamientos hechos por Izcoa desde las columnas de su periódico, por considerarlas justas y razonables. Además, las mismas demandaban una acción gubernamental efectiva, que era tan necesaria en aquellos momentos.
Evaristo Izcoa poseía un concepto claro sobre el deber que recaía sobre la prensa. Y entendía que la prensa, como entidad respetada, existía para ser la salvaguarda de la sociedad, el apoyo de la ley, y el valuarte del ciudadano, "condenando la tiranía y favoreciendo a los oprimidos". Por otra parte, Izcoa criticaba continuamente a los periodistas adictos al gobierno, "yankófilos" como él los llamaba, que aconsejaban prudencia y criticaban a los que se atrevían a denunciar los abusos del gobierno militar.
Como parte de su deber como periodista, Izcoa asumió desde los primeros meses de la invasión estadounidense, una posición encaminada a lograr la implementación de reformas que llevasen a la solución de los problemas económicos, políticos y sociales de la Isla. Para lograr esto, Izcoa proponía el envío de una comisión puertorriqueña a Washington para la reunión del Congreso federal en diciembre de 1898. dicha comisión debería ser designada por delegados de toda la Isla, dos por cada pueblo, que fuesen a su vez nombrados por sufragio popular. Los comisionados que viajarían a Washington, deberían ser designados dejando a un lado su procedencia política, para evitar conflictos que perjudiquen la formula que han de plantear ante el gobierno de la metrópoli.[18]
Izcoa Díaz fue uno de los que confiaba en que el gobierno estadounidense daría pronta solución a la situación política de Puerto Rico. Desgraciadamente, esto no fue así. El gobierno militar estadounidense continuó en Puerto Rico por casi dos años. Ante esta situación, Izcoa decidió suscribir las ideas y propuestas de la "Liga de Patriotas" de Eugenio María de Hostos, pero discrepando de éste en cuanto a la celebración de un plebiscito como solución al estatus político de la Isla. Izcoa argumentaba que el dogma de la Liga de Patriotas era correcto, pero que primero debería solucionarse el problema de las luchas internas entre las facciones políticas existentes en la Isla.[19] Sostenía él que si Puerto Rico lograba unir estas facciones políticas, el país conseguiría combatir de forma más efectiva el sistema militarista, la centralización político-administrativa, reclamar los derechos de las clases sociales, y finalmente lograr la declaración de Puerto Rico como estado soberano.
La división surgida a finales del siglo XIX, entre la elite política puertorriqueña fue muy criticada por Izcoa en El Combate. Sus criticas arremetían con mayor fuerza contra los declarados "incondicionalmente americanos", que según Izcoa antes habían sido los "incondicionalmente españoles". Izcoa decía que el comportamiento de estos hacia el gobierno colonial estadounidense respondía intereses personalistas y serviles, resultando perjudiciales al resto del pueblo. Sus críticas también fueron dirigidas a los partidos políticos que profesaban la libertad de la patria en tiempos de España, y ahora abrazaban el estatus colonial. En este renglón, Izcoa señala el "alineamiento" de Muñoz Rivera y su Partido Federal Americano, que lo hacía semejante al Partido Republicano Puertorriqueño de José Celso Barbosa.[20] Esto daba origen a un mayor sentimiento pro-americano en la clase dirigente del país, y aumentaba la tolerancia al régimen colonial.
Uno de los aspectos al que Izcoa dedicó gran parte de sus esfuerzos lo fue el mejoramiento de la economía. A comienzos del gobierno militar en la Isla la cuestión monetaria afectaba las transacciones comerciales en general. La simultanea circulación de moneda española y moneda estadounidense, desequilibraron las operaciones de los negocios. Izcoa preocupado por los efectos adversos que esto estaba causando a las industrias cafetalera y azucarera, y por consiguiente a los consumidores, pedía directamente la acción del gobierno para estabilizar la situación. Izcoa Díaz entendía que la economía tradicional puertorriqueña no debía ser descuidada, porque esta era la base para el futuro desarrollo de una industria nacional que permitiera un mayor y mejor sostén económico de la sociedad.
El gobierno de los Estados Unidos, en conjunto con el gobierno militar, comenzó a establecer la moneda estadounidense como moneda oficial en la Isla, con una tasa de cambio que devaluó la riqueza. Poco tiempo después implantaron la congelación de las transacciones a crédito. La población en general sufrió los efectos de estas políticas, ya que los hacendados comenzaron a ver afectadas sus operaciones, y los pequeños propietarios, los trabajadores, y los campesinos se empobrecieron grandemente.[21]
Evaristo Izcoa criticó la situación creada por el "incompetente régimen", denunciando el efecto que esta situación trajo a los municipios. Los mismos estaban en bancarrota y no podían cumplir con sus empleados, ni brindar los servicios públicos. En una de sus columnas periodísticas Izcoa sugirió el pago de una cuota mensual por las personas de mayores recursos, para contribuir al sostenimiento de las atenciones públicas.
Una de las situaciones que más denunció Izcoa a finales del 1899, fueron los atropellos del gobierno contra la clase trabajadora. Entre estos, Izcoa señalaba la exclusión de los puertorriqueños de los puestos públicos. Además, la disminución de sueldos a los empleados nativos, mientras se contrataba a un mayor número de extranjeros.
La crítica situación económica por la que atravesaba Puerto Rico durante los primeros años del régimen estadounidense empeoró con el paso del huracán San Ciriaco en 1899. En los días subsiguientes al paso de este huracán, Izcoa denunció la negligencia de las autoridades municipales ponceñas, en especial al alcalde Luis Porrata Doria, por haber tenido conocimiento previo del aviso de huracán y no haber informado al pueblo.
Como consecuencia del huracán y los estragos que causó a la agricultura, el hambre y el desempleo fueron la orden del día. En defensa de las familias pobres, Izcoa hizo un llamado a los comerciantes exhortándolos a que no abusaran con los precios de los artículos de primera necesidad. También, solicitó al gobierno, que como medio de proveer subsistencia, brindara empleos en las labores de reconstrucción, evitando de paso, la dependencia excesiva de las ayudas estadounidenses.[22]
Contrario a la creencia de muchos periodistas de la época, las libertades que se esperaban como producto del cambio de régimen, no resultaron ser tan "amplias". Los militares estadounidenses no demostraron tener mucha paciencia con la prensa puertorriqueña.[23]
Izcoa Díaz presentó en su periódico La Bomba, la primera protesta escrita contra el régimen estadounidense, denunciando los desmanes del ejército invasor.[24] El general Guy V. Henry tomó represalias por ello, suspendiendo el periódico de Izcoa. Un tiempo después, al Izcoa iniciar su nuevo periódico, El Combate, el general Henry continuó la persecución, secuestrando el primer ejemplar y clausurando la imprenta con un centinela. Además, el día 2 de marzo de 1899, Izcoa fue sometido, por ordenes del general, a un interrogatorio médico para determinar las funciones mentales del periodista. Izcoa salió airoso de la prueba y demostró así el prejuicio que tenían las autoridades en su contra.
Evaristo Izcoa logró continuar con la publicación de su periódico y dirigió varias críticas a las actitudes serviles de grupos de puertorriqueños ante los estadounidenses, y al comportamiento imperialista de estos últimos. Como reacción a esto, el general George W. Davis le envió una carta en la que le decía:
" Debe cuidarse de no abusar del privilegio con la publicación de manifestaciones sediciosas tendientes a propagar falsas ideas y a excitar a la insurrección".[25]
Ante estas expresiones, Izcoa no se amilanó y recalcó su deber de defender sus ideales periodísticos de redención social.
Las iniciativas de persecución contra Evaristo Izcoa no se limitaron exclusivamente al gobierno militar estadounidense, si no también provinieron de las autoridades municipales de Ponce. Este fue el caso de un incidente entre el jefe de la policía municipal de Ponce y el propio Izcoa. En varias ocasiones, Izcoa había criticado severamente las acciones impropias de la Policía Municipal contra varios ciudadanos. El 4 de julio de 1899 el señor Enrique del Valle, jefe de la policía municipal, se presentó a las oficinas de El Combate, con la intención de arrestar a Izcoa de manera ilegal.[26] Izcoa se resistió a ese tipo de arresto, culminando el incidente en un lance de honor.[27]
Evaristo Izcoa era un hombre con un profundo sentido de justicia y libertad, fiel creyente y defensor de los derechos humanos. Sus convicciones lo llevaban a reaccionar ante aquellas situaciones de atropello y abuso contra los ciudadanos. Estas mismas convicciones y su estilo enérgico, de verbo incendiario, fueron las que mayormente lo convirtieron en blanco de censura y persecución. Ello porque las autoridades del gobierno militar estadounidense percibían equivocadamente, sus reclamos de justicia social como si fueran llamados a la insurrección.
El caso más notorio de persecución contra Izcoa, bajo el régimen estadounidense, fue el del Sr. Julio Anduze. El 13 de septiembre de 1899, el Sr. Julio Anduze propuso a la Junta Judicial el establecimiento de la pena de azotes o latigazos para castigar a los convictos por robo. El 21 de septiembre de 1899, Sr. Rafael Nieto Abeille, Procurador General de Justicia en Puerto Rico, rechazó rotundamente esta propuesta calificándola como obsoleta, injusta e inhumana.[28]
En los primeros días de octubre, desde las columnas de su periódico, Evaristo Izcoa protestó enérgicamente ante la "bárbara" propuesta de Anduze. Copia de estas le fue enviada por correo al propio Sr. Anduze. En las primeras semanas de octubre de 1899, las autoridades comenzaron un proceso judicial contra Izcoa por considerar "obsceno" el artículo enviado a Anduze. Mas aún, estaba siendo procesado por haber utilizado el servicio postal para ello.
El juicio de Izcoa por el incidente con Anduze se celebró a mediados de octubre. Su representación legal estuvo a cargo del abogado José de Guzmán Benítez. El intérprete de la defensa lo fue el Sr. Eduardo Lee. El jurado estuvo compuesto por notorios ciudadanos de la ciudad de Ponce.[29] La defensa de Izcoa basó sus argumentos en la no obscenidad del artículo, y el desconocimiento de su cliente de la ley de correos federal.
El jurado halló culpable a Izcoa de los delitos imputados. Este fue sentenciado a 18 meses de prisión con trabajos forzados y 500 dólares de multa, que de no pagarlos, recibiría un año más de condena. Izcoa fue internado en la antigua cárcel de Puerta de Tierra en San Juan.[30]
Las autoridades penales fueron muy rigurosas con Izcoa y según nos dice él:
En este penal nos tratan nos tratan con sus leyes interiores, que son todo lo inhumanas que darse puede. Diríase que nos han condenado a la pena de infierno temporal.
Días más tarde, la Junta de Cárceles ordenó al jefe del presidio de San Juan que tratase a Izcoa igual que a los demás prisioneros, haciendo hincapié en los "trabajos forzados, cosa que afectó la frágil salud del prisionero.
Para el 2 de octubre de 1899 ya Izcoa había solicitado el indulto al general Davis, el cual fue denegado. A pesar de que el general reconocía, que el desconocimiento por Izcoa de la ley de correos era un argumento válido, se mantuvo en la negativa del indulto, argumentando la "supuesta" naturaleza insurrecta de los artículos publicados por Izcoa.[31]
El apoyo del pueblo a Izcoa no se hizo esperar. El 30 de noviembre de 1899, los señores Juan Hernández López y Juan Baíz, junto con una comisión de damas puertorriqueñas, visitaron La Fortaleza y presentaron al general Davis una petición formal de indulto para Izcoa Díaz. Dicha petición estaba suscrita por más de 1,257 firmas de damas de diferentes pueblos de la Isla. El general Davis se comprometió a llevar esta petición a la Junta de Cárceles que consideraría la concesión del indulto.[32]
El indulto de Evaristo Izcoa fue concedido a principios del año 1900. Debido al decaimiento de su salud, Izcoa Díaz se retiró del periodismo y adquirió una casa de huéspedes en la calle Reina, esquina de La Torre en la ciudad de Ponce.
Como consecuencia de una penosa enfermedad, Izcoa falleció el 17 de agosto de 1901 en el Asilo de Damas de Ponce. El Club Federal se hizo cargo de los preparativos del sepelio. El mismo se efectuó el domingo 18 de agosto de 1901 a las cinco de la tarde en la necrópolis de la ciudad de Ponce. El sepelio estuvo acompañado por la orquesta de Domingo Cruz, y el duelo fue despedido por los señores Guillermo Shuck, Acosta Quintero y Eugenio Astil. Al mismo asistió una numerosa concurrencia y representantes de los periódicos El Diario de Ponce, La Democracia, y El Diario Popular de Mayagüez.[33] Seguidores de diferentes ideologías políticas honraron la memoria de Izcoa, por reconocer su patriotismo y su dedicación a la ciudadanía, libre de afiliaciones políticas.
Los años en que Izcoa enfrentó al régimen colonial estadounidense, fueron años de ardua labor para este periodista, el que incansablemente, y sin importar las consecuencias, luchó por salvaguardar los derechos de su pueblo y preservar los ideales de su patria. Durante ese tiempo dedicó su carrera periodística a defender los intereses socioeconómicos de su tierra natal, esto en pos del justo fortalecimiento general de su país.
Fuentes primarias
El Combate, 1899
El Territorio, 1899
La Bomba, 1898
La Correspondencia, 1899
La Democracia, 1899
La Democracia, 1901
Fuentes secundarias
Estades Font, María Eugenia, La presencia militar de los Estados Unidos en Puerto Rico 1898-1918, Río Piedras, Ediciones Huracán, 1988.
Gil de Rubio, Victor, Periodismo patriótico de Evaristo Izcoa Díaz, San Juan, Liga de Cooperativas, 1977.
Mirabal, Antonio, "Proceso evolutivo del periodismo en Ponce", El Día, 1949.
Newmann Gandía, Eduardo, Verdadera y auténtica historia de Ponce, San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1987.
Pedreira, Antonio S., El periodismo en Puerto Rico, San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1970.
Picó, Fernándo, 1898 La guerra después de la guerra, Río Piedras, Ediciones Huracán, 1987.
____________, Contra la corriente: seis microbiografías de los tiempos de España, Río Piedras, Ediciones Huracán, 1995.
Silvestrini, Blanca G.; Luque de Sánchez, María Dolores, Historia de Puerto Rico: Trayectoria de un pueblo, San Juan, Ediciones Cultural Panamericana, 1992.
Autor:
Luis A. Reyes Rodríguez
Mayo 1995
[1] Mar?a Eugenia Estades Font, La presencia militar de los Estados Unidos en Puerto Rico 1898-1918, R?o Piedras, Ediciones Hurac?n, 1988, p.89.
[2] Sobre este tema v?ase, Luis a. Reyes Rodr?guez, ?Pol?ticas econ?micas y judiciales del r?gimen estadounidense en Puerto Rico y la reacci?n de la prensa liberal puertorrique?a: 1898-1899?, www.edu.red
[3] Blanca G. Silvestrini y Mar?a Dolores Luque de S?nchez, Historia de Puerto Rico: Trayectoria de un pueblo, San Juan, Ediciones Cultural Panamericana, 1992, pp. 382-384.
[4] Estades Font, op. cit., p. 89.
[5] El gobierno militar estadounidense fij? la tasa de cambio, en 60 centavos de d?lar por cada peso espa?ol. Esto devalu? la riqueza de la Isla, redujo el poder adquisitivo de la poblaci?n, y caus? una inflaci?n de precios.
[6] Estades Font, op. cit., pp. 101-102; La Bomba, 9 de octubre de 1898, p.1.
[7] Fernando Pic?, 1898 La guerra despu?s de la guerra, R?o Piedras, Ediciones Hurac?n, 1987, pp. 84-85.
[8] Pic?, op. cit., pp. 94-95.
[9] Antonio S. Pedreira, El periodismo en Puerto Rico, San Juan, Instituto de Cultura Puertorrique?a, 1970, pp. 275 y 317. El autor se?ala que una vez el gobierno militar aboli? la antigua ley de imprenta de 1886, surgieron en Puerto Rico nuevos peri?dicos adictos al r?gimen estadounidense, y otros alteraron la orientaci?n de sus programas pol?ticos.
[10] Sobre la carrera de Izcoa D?az v?ase, Victor Gil de Rubio, Periodismo patri?tico de Evaristo Izcoa D?az, San Juan, Liga de Cooperativas, 1977; Fernando Pic?, Contra la corriente: seis microbiograf?as de los tiempos de Espa?a, R?o Piedras, Ediciones Hurac?n, 1995; y Luis A. Reyes Rodr?guez, ?La obra period?stica de Evaristo Izcoa D?az durante los ?ltimos tres a?os del r?gimen espa?ol en Puerto Rico?; ?La censura de prensa en Puerto Rico en los a?os 1893-1897: Los casos de Evaristo Izcoa D?az y F?lix Matos Bernier?, www.monogrfias.com
[11] Pedreira, op. cit., p.276.
[12] El Combate, 15 de junio de 1899, p.2.
[13] El Combate, 14 de junio de 1899, p.2.
[14] El Combate, 13 de junio de 1899, p.2.
[15] V?ase, El Combate, ejemplares de 1899.
[16] El Combate, 1 de junio de 1899, p.2.
[17] El Combate, ejemplares de junio, julio y agosto de 1899.
[18] La Bomba, 9 de octubre de 1898, p.1.
[19] El Combate, 13 de julio de 1899, p.2; 26 de julio de 1899, p.2. En una carta dirigida a Eugenio Mar?a de Hostos, publicada el 26 de julio, Izcoa expresaba su confianza en Hostos como el hombre capaz de unificar a la ?familia puertorrique?a?.
[20] El Combate, 23 de mayo de 1899, p.2; 8 de junio de 1899, p.2; 27 de septiembre de 1899, p.2; y 5 de agosto de 1899, p.2.
[21] Estades Font, op. cit., pp. 101-102.
[22] El Combate, 6 de septiembre de 1899, p.2.
[23] Pedreira, op. cit., p.267; Pic?, 1898…, pp. 189-190.
[24] El Combate, 10 de junio de 1899, p.2.
[25] El Combate, 13 de junio de 1899, p.2.
[26] El Combate, 5 de Julio de 1899, p.2. El se?or del Valle pretend?a apresar a Izcoa sin un mandamiento judicial.
[27] El Combate, 13 y 18 de Julio de 1899, p.2. Tom?s Carri?n Maduro narra las incidencias de este acontecimiento. El duelo se produjo cuando del Valle se present? a las oficinas del peri?dico de Izcoa a reclamarle por un art?culo que criticaba la labor de la polic?a. La situaci?n lleg? al extremo de que se intercambiaron insultos, se fueron a las manos, y del Valle abofete? a Izcoa causando el duelo. El duelo a pistola se celebr? con todo el rigor, resultando del Valle herido en una rodilla.
[28] La Correspondencia, 8 de octubre de 1899, p.1; 10 de octubre de 1899, p.1; 11 de octubre de 1899, p.2.
[29] La Correspondencia, 15 de octubre de 1899, p.2. Estos eran los se?ores, Ermelindo Salazar, Pedro Juan Roaly, Lucas Valdivieso, Pedro Juan Besosa, Juan Se?x, Federico Le?n, Jos? Vidal, Manuel Toro, Carlos Armstrong, Enrique V?zquez, Julio Steinacher y Eduardo Salicrup.
[30] La Correspondencia, 14 de octubre de 1899, p.2; Victor Gil de Rubio, op. cit., p.8.
[31] La Correspondencia, 23 de octubre de 1899, p.2; El Territorio, 23 de octubre de 1899, p.2.
[32] La Correspondencia, 30 de noviembre de 1899, p.1; 2 de diciembre de 1899, p.1; Pedreira, op. cit., p.268.
[33] La Democracia, 19 de agosto de 1901, p.4; Eduardo Newmann Gand?a, Verdadera y aut?ntica historia de Ponce, San Juan, Instituto de Cultura Puertorrique?a, 1987, p.160.