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Reflexiones docentes por la Paz


  1. La Paz
  2. El Manifiesto 2000 para una cultura de paz y de no violencia
  3. Amnistía

La Paz

La Paz es la necesidad de la concepción desde el docente de una claridad conceptual, pero también de un conocimiento asertivo de las estrategias, las propuestas y el camino de las implementaciones que es lo que realmente legitima el acuerdo producto de una buena negociación plasmada en muchos de sus aspectos en la legislación colombiana producto de su evolución legal y legítima; legal porque se regula en el marco de la ley y también legitima porque tienen un buen número de personas en sus filas ahora políticas que así lo ratifican.

El conflicto bélico se expresa con el Arte, la música, la poesía, las artes manuales, se muestra y ayuda a sanar.

Algunas veces dejamos el arte de lado, el cual, considera la capacidad de imaginar precisamente una paz que en el proceso vaya madurando. Es más una inversión artística que técnica y política.

La esencia del ser humano es crear y en este caso la Paz es un acto artístico.

En la Práctica educativa hay que tener en cuenta indudablemente la experiencia y secuencia de los acuerdos que se firmaron en la habana en el 2016.

Cuando se tiene en cuenta lo positivo del discurso de la paz es cuando se da cuenta de ese gran cumulo de expectativas, prospectivas, creaciones reales e imaginarias que ilustran la mejor salida negociada a los conflictos abriendo para las partes involucradas y no, en él, un abanico amplio de posibilidades de mejora de sus condiciones de vida y no es necesariamente la extinción de la diferencia.

Para Laderach el conflicto y las soluciones que amerita son dinámicas, son estáticas en el papel firmado, en el acuerdo logrado; pero a la vez implica el cumplimiento de lo allí pactado, lo cual, hace necesario el movimiento político, estructural social de cambio hacia lo que cada día genera la diferencia en una sociedad base fundamental del Estado.

Es más mente, Alma que burocracia.

La guerra hace mucho daño

El Manifiesto 2000 para una cultura de paz y de no violencia

El Manifiesto 2000 para una cultura de paz y de no violencia ha sido formulado para que el Individuo asuma su responsabilidad: no es ni un llamamiento, ni una petición dirigida a instancias superiores.

Es la responsabilidad de cada ser humano de convertir en realidad los valores, las actitudes, los comportamientos que fomentan la cultura de paz. Porque cada uno puede actuar en el marco de su familia, su localidad, su ciudad, su región, y su país practicando y fomentando la no violencia, la tolerancia, el diálogo, la reconciliación, la justicia y la solidaridad día a día.

Fue el 4 de marzo de 1999 cuando se hizo público en París el Manifiesto 2000, y se propuso a la firma del público a través del mundo. El objetivo es que puedan reunirse cien millones de firmas al amanecer del tercer milenio, cuando tenga lugar la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre del año 2000.

El texto del Manifiesto es el siguiente:

"Reconociendo mi parte de responsabilidad ante el futuro de la humanidad, especialmente para los niños de hoy y de mañana, me comprometo en mi vida diaria, en mi familia, mi trabajo, mi comunidad, mi país y mi región a:

respetar la vida y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni prejuicios;

practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas sus formas: física, sexual, psicológica, económica y social, en particular hacia los más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes;

compartir mi tiempo y mis recursos materiales cultivando la generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión política y económica;

defender la libertad de expresión y la diversidad cultural privilegiando siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la maledicencia y el rechazo del prójimo;

promover un consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales del planeta;

contribuir al desarrollo de mi comunidad, propiciando la plena participación de las mujeres y el respeto de los principios democráticos, con el fin de crear juntos nuevas formas de solidaridad".

(Nota: El Manifiesto 2000 se puede firmar digitalmente a través de la página web:

http://manifesto2000.unesco.org/sp/sp_manif2000_t.htm)

Amnistía

El presente escrito tiene por objetivo aclarar acerca de la necesidad de políticas de perdón y olvido que permitan zanjar las inconformidades generadas por una histórica no muy sana resolución del conflicto armado colombiano, el cual, hoy es posible dadas las condiciones de implementación de mecanismos de justicia restaurativa, es decir, reparación a las víctimas de la guerra .

La Paz es producto de la tranquilidad, es un estado de ánimo que es necesario reactivar en los discursos académicos y cotidianos e irradiar de sensibilización desde la educación a una población colombiana tocada fuertemente por un Conflicto que se trató de solucionar por la vías de la guerra durante más de 50 años, en los cuales , se enfrentaron la guerrilla de las FARC y las FFAA de Colombia y con participación , algunas veces de los llamados grupos paramilitares representados por las AUC y ubicados en la mayoría del territorio colombiano.

Y es que por primera vez en nuestra historia política y más que política, más bien en nuestra infraestructura social se reconoce el status de guerra,; fundamento para poder negociar y que en él va y viene de los acuerdos de la Habana Cuba, posibilitaron despejar verdades en nuestro País .

Una de ellas vislumbre que los problemas del país son producto también de otros factores de gobernabilidad, destacando la necesidad de la ampliación de la presencia ahora social del Estado en todo el continente colombiano.

Si no se va más allá de los acuerdos si no hay presencia con empleo, vivienda digna, educación, servicios públicos es muy difícil recuperar estas zonas porque pasan a manos de otros actores armados que se aprovechan de la debilidad del Estado en esta cuestión.

La Sociedad colombiana debe entender que un proceso de paz como el colombiano en el lugar donde se encuentra es el lugar de la fraternidad, del perdón y el olvido para establecer una sinergia que avance a nuestra nación a los caminos de desarrollo de sus pueblos.

El papel del educador colombiano es el reto de valorar el proceso sin escatimar y enjuiciar y más bien proponer y aplicar posturas asertivas, positivas, transformadoras desde su desempeño docente que afiancen a nuestro gran país colombiano.

Con Aprecio.

 

 

Autor:

Orlando Pérez Espinosa.

Lic. Ciencias Sociales

Esp. Gerencia Informática.