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Grand Tour: El Diario de viaje de Francisco de Miranda por Italia

Enviado por Vincenzo Paglione


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. De la tradición a la modernidad
  3. El viaje como iniciación
  4. El Diario de Francisco de Miranda
  5. Estética del Diario
  6. Bibliografía consultada

Introducción

Las experiencias y los conocimientos que adquirían los viajeros del siglo XVIII y XIX y la tensión que se establecía entre éstos y la realidad con la que entraban en contacto les permitía, a través del lenguaje, restituirle un sentido a la misma, no sin antes haber elaborado y adoptado una actitud creativa hacia ella. Para un hombre de luces como Francisco de Miranda la aventura del viaje, interpretado como posibilidad creativa e instauradora de mundos nuevos, habría de proporcionarle aquellos elementos idispensables para la superación de los paradigmas de valor ontológico inamovibles representados por la tradición y para poder fundar, de esta manera, la concepción moderna de la libertad individual.

El significado adoptado por esta nueva concepción del individuo ante las primeras manifestaciones de la modernidad remite a la inadecuación de los valores tradicionales ya mencionados y, por consiguiente, del poder que se fundaba sobre éstos. En efecto, estos valores representados por la tradición metropolitana tenían inmovilizadas y alienadas a las sociedades americanas; para estas últimas, por consiguiente, se volvía siempre más indispensable romper los nexos de dependencia con la cultura de la metrópolis. En consecuencia, la independencia constituirá el punto de no retorno de un largo proceso de reapropiación de la propia identidad. El viaje mirandino puede ser interpretado, pues, como metáfora o posibilidad de conocimiento o bien como una aproximación real y objetiva hacia la realidad. Y es a través de su fijación en el texto que Miranda intenta hacer converger las voces y los tiempos al fin de darles forma y unidad estable; esta operación le permitirá registrar las aspiraciones divergentes de la multiplicidad de los pueblos diferenciados que visitará a lo largo de su periplo y tomar de este modo conciencia, en cuanto americano, de su propia cultura, cuya máxima expresión culminará con la redacción de su obra Colombeia.

El Diario de la travesía mirandina por tierras italianas es una anotación objetiva y detallada de visitas efectuadas y recibidas, de cosas vistas o pensadas en el curso de un día. Hojeando cada una de sus páginas se observa que estas anotaciones son sistemáticas, regulares, puntuales. Venecia, Florencia y, especialmente Roma, son las ciudades donde Miranda entra realmente en contacto con la vida de sus pobladores; sale por las calles, se mezcla con la gente e incluso los espectáculos que le ofrecen la arquitectura y el arte le sugieren imágenes de lo cotidiano, es decir, de los contactos con el modo de vivir del pueblo. No es arriesgado afirmar que gracias a este viaje se ve a un Miranda que vive realmente las cosas que ve y de ello toma sólo aquello que es conforme a su modo de sentir. No le bastan las ideas y los conceptos leídos en los libros o las historias que le han contado, él quiere juzgar por su propio conocimiento. Además, por el laconismo y por el tono sobrio enunciativo que caracteriza las páginas del Diario, éste se coloca como expresión – y, al mismo tiempo, instrumento – de una existencia consciente y constructiva. Es, a la vez, una constatación a fin de que el pasado no desaparezca sin dejar huellas. Por último, el Diario ofrece, por medio de hechos evidentes, un sumario de lo ocurrido en un determinado lugar, sin por ello limitarse a la simple narración de los hechos históricos, con el propósito de establecer nuevas perspectivas.

I

De la tradición a la modernidad

A pesar de la insistencia manifestada por gran parte de la historiografia oficial en la que se quiere resaltar el progresivo desarrollo realizado en Europa por las comunicaciones antes del siglo XVIII, en realidad las vías terrestres y marítimas y los medios de transporte seguían siendo un obstáculo persistente que abrumaba los intercambios comerciales y las relaciones humanas de las poblaciones de ese continente. Progresos hubieron en este campo, no cabe duda, pero éstos se hicieron tangibles hasta muy entrado el siglo XIX cuando la economía dell"ancien regime se veía librada de esta limitación gracias a la introducción de la técnica en el campo de las comunicaciones1. A pesar de estos límites, las primeras excursiones realizadas por los jóvenes aristocráticos hacia el continente y, en particular, hacia Italia, se registraron bajo el reinado de la reina Isabel de Inglaterra2.

Durante el reinado isabelino de fines del siglo XVI e inicios del siglo XVII, definido por los historiadores como el del Renacimiento inglés, los tipos de las imprentas británicas habían dado a conocer una cantidad de títulos muy originales, entre ellos cabe citar, como ejemplo : Method of travelling, del escritor Edmond Tyllney y Of Travel, del filósofo Francis Bacon. Con la aparición de esta vena literaria, portadora del influjo ejercido por la reforma protestante en acto, se interrumpirá la tradición de los libri indulgentiarum pensados para los pelegrinos que deseaban visitar los grandes santuarios europeos3. En los dos ejemplares citados

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