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El problema de la lateralidad y la actividad física (página 2)


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Hoy en día se maneja el concepto de "dominancia latente", ya que existen una serie de estados intermedios de dominancia para el lenguaje de los individuos, que van desde la dominancia absoluta del hemisferio izquierdo pasando por la equivalencia de ambos hemisferios, hasta la dominancia absoluta del hemisferio derecho.

Cuando están normalmente interconectados ambos trabajan conjuntamente como una unidad funcional, y el control es ejercido, según la tarea, por uno u otro hemisferio. De esta manera el antagonismo intrínseco e incompatible de las habilidades de procesamiento derecha e izquierda se torna en complementación y colaboración mutua.

De Gangi y Berk 1983 (citado por Guma, E. 1988) señalaron que la integración motora bilateral se desarrolla como resultado de la comunicación interhemisférica y durante la infancia el signo más obvio de atraso o defecto en la integración motora bilateral es el fallo en el desarrollo de una fuerte preferencia manual.

Tchuprikov y Klein 1982 (citado por Guma, E. 1988), plantearon, acerca de la interrelación de los hemisferios cerebrales, que el carácter relativo de la lateralización, no resulta un proceso necesariamente estático y definidamente fijado estructuralmente sino un equilibrio neurofisiológico dinámico.

Desde el modelo comportamental del ámbito del control y el aprendizaje motor (Oña, A. et al 1999), se considera que la dominancia lateral es, fundamentalmente un producto del aprendizaje. Además, cada comportamiento tiene sus características propias y se mueve en diferentes dimensiones, siendo la prevalencia lateral solo una de ellas.

Basados en este modelo han existido numerosas investigaciones que confirman la relación entre el aprendizaje y las habilidades de lateralización, como se muestra en resultados ya descritos por Hutt, A. en 1917 (citado por Provins, K. A. y Dalziel, F.R. 1969), que expresan los exitosos cambios de manualidad en tareas tales como la escritura en una etapa avanzada de la vida, debido a parálisis o amputación de un miembro. Estos datos parecen apoyar la existencia de una relación entre las habilidades motoras, la manualidad y el papel preponderante del entrenamiento en la ejecución diferencial de los lados.

Otro aspecto a ser analizado, es lo que Puni, A. Z. (1957) definió como "Transferencia cruzada" en la interacción de los hábitos, donde la asimilación de un hábito por una extremidad asegura la asimilación de ese mismo hábito por la otra extremidad simétrica. Puni se refiere aquí a como los vínculos que se manifiestan entre los centros de los hemisferios cerebrales condicionan los movimientos análogos de las extremidades, sobre la base de la experiencia adquirida por el sujeto en el desarrollo de la acción, donde la generalización juega un papel importante, mostrándose identidades y diferencias en cuanto a la realización de la acción dada.

Para Provins, K. A. (1956) y Peters, M. (1976), algunas pruebas indican que la práctica o el entrenamiento tienden a acrecentar la ejecución de ambas manos, mejorando la ejecución de la mano no preferida considerablemente más que la preferida, llegando a ser la ejecución de ambas manos muy parejas.

El conjunto de resultados de estos trabajos le permitió a Oña, A. y Bilbao, A. (2000), sostener como hipótesis básica que "la lateralidad puede entenderse como un conjunto de conductas, que se adquieren cada una de ellas de forma independiente, por un proceso particular de entrenamiento y aprendizaje, en lugar de quedar determinadas por una supuesta facultad genérica neurológica innata…"

Los resultados de Rigal, R. (1992) indican que la asimetría lateral es un aspecto dinámico de la motricidad humana, en que uno de dos importantes factores a determinar el resultado de la magnitud de asimetría, es el volumen de práctica con el miembro de criterio (Collins, 1975; McGonigle y Flook, 1978). Otra evidencia de carácter dinámico de las asimetrías laterales es la estabilidad básica de diferencia de desempeño entre las manos dominante y no dominante (Provins y Cunliffe, 1972; Sappington, 1980), con variaciones del índice de dominancia lateral en función del momento en que fue observado.

Analizando los paradigmas de aprendizaje para la investigación del desenvolvimiento de la lateralidad, Teixeira, L. (1992, 93 y 97) diseño un conjunto de experimentos cuyo aspecto común fue que, además de observar desempeños iniciales simétricos para ambas manos, los grupos practicantes con la mano dominante o con la mano no dominante mostraron los mismos resultados de desempeño al final de las tentativas de práctica, con las curvas de resultado prácticamente sobrepuestas.

Cuando fueron transferidos para desempeñar la misma tarea con la otra mano, el resultado sufrió declinación significativa con ambas manos, retornando a niveles próximos a los iniciales, estableciéndose una posición intermediaria entre el desempaño inicial y aquel observado al final de la adquisición. Al final del proceso de aprendizaje se observó el mismo comportamiento en términos cuantitativos y cualitativos, una vez que el nivel final del resultado fue determinado exclusivamente por la cantidad de práctica con cada miembro y no por la dominancia lateral.

Diversos estudios han mostrado que "las tareas asignadas, el papel del trabajo y la estrategia para desarrollarlas han sido los que a lo largo de la historia del hombre conforman la dominancia cerebral hemisférica". (Feld, V. 2002)

Al interpretar la lateralidad motora como un proceso de aprendizaje, debemos situar su estudio en el área del Aprendizaje Motor, el cual considera que "el aprendizaje de cualquier movimiento es un cambio o modificación de una conducta motora" (Oña, A. Et al. 1999).

Dentro del ámbito del Aprendizaje Motor, las técnicas de modificación han resultado ser efectivas en el tratamiento de numerosas conductas motoras, siendo el feedback un procedimiento clave hoy día en el Aprendizaje Motor, por lo que puede ser utilizada para modificar la lateralidad motriz, como así lo demuestran los resultados de Oña, A. y Bilbao, A. (2000)

Entre los resultados de esta investigación, se destaca la importancia del entrenamiento en la capacidad de diferenciación de ambos lados de elección, observando, pues, que la práctica y el entrenamiento pueden determinar más decididamente que la madurez, el conocimiento de uno u otro lado.

También se destaca que cada conducta ha de ser tratada como objetivo independiente de aprendizaje, y no que existe una tendencia genética-biológica generalizada para todas las conductas humanas que exigen la elección de una parte del cuerpo derecho o izquierdo, con preferencia sobre el otro.

Sobre estos aspectos que de una forma u otra, se ha hecho común la utilización del concepto estabilidad, entendido como aquel esfuerzo por el cual la fuerza desarrollada en un esfuerzo bilateral al máximo es menor que el ejecutado en un gesto unilateral al homólogo, debido a la intervención al mismo tiempo de la extremidad contralateral (R. Squadrome, C. Gallozzi y G. Pasquini, 1995).

En los deportes en los que haya sido confirmado y demostrado que un determinado tipo de ejecución (por ejemplo "por la izquierda"), es sinónimo de ventaja y de éxito deportivo, como en esgrima, judo, etc.

En deportes, predominantemente de oposición y lucha, que suelen demandar una ejecución unilateral (Tenis, Esgrima, Squash, Tenis de mesa, etc.), donde una ejercitación con la extremidad no dominante puede favorecer la ejecución con la extremidad preferida.

En este sentido, J. González (1996) ya había concluido con la hipótesis de que un buen jugador de tenis, para mejorar sus golpes con una buena economía, debería ser progresivamente menos lateralizado.

Esto mismo ha sido propuesto por numerosos autores (U. Wenger, 1988; W. Starosta, 1992, etc.) quienes también habían valorado como positiva la ejercitación deportiva impugnando el implemento con la mano no dominante e incluso modificando las características de dicho implemento (tamaño, peso, proporciones, etc.).

En general, en todos aquellos deportes, sobre todo psicomotrices, en los que la dificultad en el aprendizaje de sus movimientos se pueda ver favorecida por una práctica sistemática que incluya la ejercitación de ambos lados con fines, esencialmente, de transferencia hacia el lado preferente.

Sobre este aspecto concreto, U. Wenger (1988) ya había revelado que en diversos experimentos, incluso en deportes como los que demandan la utilización de raqueta, se había demostrado que el entrenamiento con la mano contralateral mejoraba el rendimiento de la mano preferente.

A similares conclusiones han llegado otros autores como W. Starosta (1992), quienes atribuyen a las sensaciones cinestésicas la principal razón de que los deportes deban ser ejercitados tanto el lado preferente como el no dominante, sobre todo en la fase inicial, ya que de esta manera se "refrescarían" las citadas sensaciones cinestésicas.

Respecto a otras disciplinas deportivas como la Gimnasia Artística, también se han realizado estudios (J. López Bedoya, 1990; J. López Bedoya, J. Gil & M. Vernetta, 1992) en los que fueron formuladas diferentes hipótesis en el sentido de si podría ser más efectivo el aprendizaje de movimientos deportivos específicos que implicaban rotación en el eje longitudinal, cuando el sentido de rotación se mantenía al lado preferente o si se cambiaba al lado no preferente.

Se concluyó, por tanto, que el entrenamiento era el factor decisivo en la performance de los giros longitudinales, y no la preferencia en el sentido de rotación, lo que abre un importante campo de trabajo respecto a las demandas que exigen otros deportes, como puede ser el Judo.

También resultaría ventajosa la transferencia en todos aquellos deportistas que, por causa de cansancio, intensidad o volumen de carga, lesión o incapacidad transitoria o permanente del hemilado preferente, deban excluir la ejecución por ese hemicuerpo, de forma temporal o definitivamente (Judo, Esgrima, Tenis, etc.)

Asimismo, en todas aquellas situaciones en las que, una vez que haya sido confirmado a través de estudios experimentales, se pueda asegurar que el mecanismo de la transferencia puede favorecer la consecución de los objetivos previstos.

En el ámbito deportivo, ha sido muy común efectuar estudios relacionados con la lateralidad, tanto respecto a su influencia en la adquisición o reeducación de la técnica como en el análisis de las consecuencias referidas a la simetría o asimetría de sus intervenciones.

Entre ellos destacamos W. Starosta, (1977, 1989, 1992) sobre el Patinaje, S. Grondin, M. Trottier & C. Houle (1994), sobre Hockey hielo, J. Solin (1990b) y R. Chanon (1990, 1991), sobre corredores de vallas, P. Olislagers (1984), J. López Bedoya (1990) y J. López Bedoya, J. Gil & M. Vernetta (1992), sobre Gimnasia Artística, A. Soares (1981), sobre Gimnasia Rítmica,…

Las consideraciones más significativas vertidas sobre estos estudios parecen sugerir que la transferencia es posible y recomendable en un amplio espectro de disciplinas deportivas y en muy diferentes ámbitos de intervención.

Asimismo, lo más sorprendente resulta ser la formulación de la hipótesis que sugiere que los resultados obtenidos son independientes de la preferencia lateral inicial, siendo el proceso de aprendizaje-entrenamiento el principal responsable de los logros y las adquisiciones en materia de dominancia respecto a la ejecución lateral.

No obstante, todavía subsiste la hipótesis de si la extrema preferencia por un hemisferio cerebral, es decir, lo que se conoce como "hemisphericity" podría influir en el aprendizaje de una destreza motriz.

Sobre esta cuestión, los resultados de un estudio (M. Fairweather & B. Sidaway, 1994) referido a los efectos de diferentes estrategias de enseñanza hemisférica sobre una destreza deportiva como el swing de Golf en escolares diestros entre 14-15 años (n=40), que no presentaban extrema preferencia, sugieren especial atención.

En el experimento se asignó, al azar, un tipo de enseñanza dirigido al hemisferio izquierdo, otro al derecho y un tercero a ambos, para el aprendizaje y ejecución de la mencionada destreza.

Los datos revelaron que el grupo del hemisferio derecho y el interhemisférico aprendió y ejecutó la destreza más eficientemente que los del hemisferio izquierdo; asimismo, los dos primeros ejecutaron y presentaron una adquisición de forma similar pero el grupo interhemisférico mostró mejor retención de la destreza, por lo que se concluyó recomendando este tipo de estrategias.

En relación a la transferencia y a la simetrización de los movimientos deportivos, consideramos que se trata de un método útil y eficaz en la mejora de la coordinación motriz global y una técnica de intervención poco explotada hasta el momento, la cual puede ser empleada tanto en el más alto nivel como en las etapas iniciales de aprendizaje, siendo más evidentes las adquisiciones en estas últimas.

En investigación realizada por el autor del presente artículo, donde se aplica un experimento con un diseño de tipo cuasiexperimental con preprueba-postprueba y grupos intactos (uno de ellos control) (Campbell y Stanley, 1965), y en el cual se compara la influencia de diferentes tratamientos al desarrollo de la dominancia hemisférica motriz en la enseñanza de una acción motriz deportiva, se destacan como resultados más significativos:

En la caracterización realizada a la población objeto de la investigación desde el punto de vista de los niveles de dominancia hemisférica motriz, se apreció una clara división entre sujetos que manifiestan predominancia lateralizada y los que muestran latencia en su dominancia. Es significativo el alto porciento de la muestra que manifiesta índices de latencia en la dominancia hemisférica motriz, y la gran cantidad de niños que manifiestan condiciones objetivas para la ambidextría.

Existen diferencias en relación con las ejecuciones de forma bilateral entre los niños que manifiestan latencia y los que manifiestan predominancia lateralizada en su dominancia hemisférica. Los mejores resultados se expresan en los sujetos que presentan latencia en su dominancia hemisférica motriz, lo que corrobora el planteamiento de que las mejores posibilidades de ejecuciones bilaterales se muestran en aquellos sujetos que tienen un gran nivel de comunicación ínterhemisférica.

Conclusiones.

Por lo que es criterio del autor del presente, abordar el estudio de la dominancia motriz como un proceso de carácter relativo, no resultado de un proceso fijado estructuralmente sino de un equilibrio neurofisiológico dinámico, en el que su adquisición ha de expresarse a través de la cantidad de experiencias (aprendizajes), las que asumen un papel relevante en la determinación de las asimetrías o simetrías laterales entre miembros homólogos en función de las particularidades psicofisiológicas individuales

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Dr. C. Juan Carlos García Mesa

Facultad de Cultura Física Isla de la Juventud.

Graduado en Licenciatura en Cultura Física y Doctor en Ciencias de la Cultura Física en el Instituto Superior de Cultura Física "Manuel Fajardo", Cuba. se desempeña como Profesor Auxiliar de Psicología de la Educación Física y el Deporte desde hace más de 15 años en la Facultad de Cultura Física de la Isla de la Juventud, Cuba, ha trabajado en diferentes como colaborador en diferentes deportes.

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