De acuerdo con Noam Chomsky y otros teóricos, hoy, los medios de comunicación son mega consorcios; por lo tanto, lo que se dice en ellos (aunque evidentemente hay excepciones) refleja los intereses corporativos de la empresa. Todo lo que vaya en contra de sus intereses y de sus publicistas es incompatible con el medio -afirma Stephan Hasam, profesor investigador del Departamento de Educación y Comunicación de la UAM-Xochimilco.
Para Enrique Guinsberg, psicólogo, comunicador e investigador del Departamento de Psicología de la misma casa de estudios, la relación de los medios con el poder económico y político en México es "absoluta".
-Los medios siempre han sido fuente de poder, han estado vinculados a él -dice Guinsberg-. Es sabido que mantener un periódico, una emisora de radio o televisión es privilegio de unos cuantos. Hoy, medios y poder son prácticamente lo mismo. El modelo neoliberal concentra la riqueza en cada vez menos empresas y los medios no son una excepción.
Importantes y significativos cambios se han producido en los conflictos bélicos durante el presente siglo. Entre ellos destaca el hecho que la guerra ha adquirido un sentido de proximidad, dejando de ser algo distante y ajeno a la percepción ciudadana, como consecuencia de los avances en las comunicaciones y del accionar de los medios de comunicación social.
Hoy día, los medios de comunicación en los conflictos armados juegan un rol de pivote tanto en la arena del disturbio como en la estructura del sistema político. Tanto los medios internacionales como nacionales contienen una influencia potencial en todas las fases del conflicto, tanto en las decisiones de los estadistas como en el impacto de percepción sobre la población
Los contenidos mediáticos se otorgan a sí mismo un papel totalizador: la versión válida de la realidad es la que se transmite a través de esos canales, conformando a su vez grandes dificultades para que los ciudadanos puedan obtener otra versión de los hechos. Las políticas de comunicación llevadas a cabo por las instancias gubernamentales en los distintos conflictos bélicos son claras discípulas de estas dinámicas, más aún cuando se trata de conflictos geográficamente lejanos. Así, María Teresa La Porte escribe: "en una sociedad en la que el conocimiento de lo público se adquiere a través de la información de los medios de comunicación, importa tanto lo que las cosas son como el modo en que se presenten a través de éstos. Con mayor motivo importa la apreciación de aquellas realidades que son distantes, en aquellos hechos a los que el ciudadano no tiene un acceso personal y directo, como es el caso de la mayor parte de los acontecimientos internacionales"
Para nadie es desconocido que la prensa juega un papel esencial en la sociedad, como canal de información y recurso para disentir o en su rol fiscalizador, respecto de las decisiones que asume la autoridad. Entre estos medios, los más comunes son la prensa escrita, periódicos o revistas, radioemisoras y, desde la segunda mitad del presente siglo, la televisión. En términos sencillos, es posible afirmar que tanto hechos como acontecimientos son observados e investigados por periodistas que trabajan en distintas agencias noticiosas, quienes, luego de procesar la información obtenida, la transforman en noticias, siendo finalmente los editores, responsables de la línea editorial, quienes deciden qué noticias son publicadas y la forma en que se presentarán.
Al poder destructivo de las armas empleadas en las guerras, se ha sumado desde el siglo pasado, como una herramienta más de la contienda, la capacidad de los medios de comunicación audiovisual para orientar el discurrir de los distintos conflictos bélicos.
Esta capacidad entronca, sin duda, con la de los medios para construir socialmente la realidad; "los seres humanos tenemos cada vez más el sentimiento de que, en el mundo actual, junto a las vivencias inmediatas que han podido tener las personas de todas las épocas existen otras experiencias mediatas o mediadas que se sobreponen a las primeras y que han aumentado cualitativa y cuantitativamente hasta extremos insospechados" , afirma José Luis Sánchez Noriega.
Las guerras internacionales de los últimos tiempos, ancladas en espacios geográficos apartados de la vida cotidiana de los ciudadanos de las potencias encargadas de su puesta en marcha, son ejemplo máximo de ello. A través de los medios de comunicación, las ententes internacionales y sus mecanismos propagandísticos configuran estrategias para instaurar consensos en torno a la contienda, para impedir la organización de los ciudadanos díscolos ocultando su disidencia, creando enemigos comunes o difundiendo consignas vacías y abstractas, de difícil negación para el sentido común de las mayorías; claves básicas, todas ellas, de cualquier acción propagandística. La primera gran operación de propaganda gubernamental moderna para modelar la opinión pública en torno a un conflicto bélico tuvo lugar durante la primera guerra mundial, bajo la presidencia de Woodrow Wilson, cuando la Comisión Creel convirtió una población pacifista en una población belicista, amedrentada por el peligro de la entonces denominada "amenaza roja".
Otro buen ejemplo de lo expuesto ocurrió en 1968, durante la Guerra de Vietnam. Gran parte de los periodistas acreditados cubrieron desde un comienzo el bloqueo de la Base Naval norteamericana en Khe Sanh como una derrota, pues la información respecto de los heridos y la operación de cerco realizada por el Ejército Norvietnamita indicaban precisamente eso. Además, se buscó asociar este hecho con la derrota sufrida por los franceses en Dien Bien Phu, 14 años antes, realizándose falsas y engañosas comparaciones .Los mecanismos propagandísticos han seguido paralelas sendas en las décadas siguientes y hasta la actualidad, terminando por convertir a los países del oriente asiático en el nuevo enemigo de la civilización occidental, sin duda reforzado por hechos significativos como los atentados terroristas del 11 de septiembre contra las torres gemelas de Nueva York.
La guerra como imagen mediática.
La primera guerra del Golfo:
Las guerras del Golfo Pérsico de 1991 y 2003 muestran un cambio en la naturaleza de las guerras modernas, por cuanto a sus protagonistas se suma uno: los medios de comunicación como un arma estratégica ara posicionar el nuevo concepto de Guerra Limpia y lograr que la población civil les dé legitimidad a las acciones bélicas.
Durante la primera Guerra del Golfo, Estados Unidos necesitaba asegurarse de que quedaría atrás el oscuro episodio de Vietnam y tomo todas las medidas pertinentes para crear en la opinión pública una sensación de confianza en la decisión del primer mandatario de enfrentar una guerra contra Irak como último recurso por el bien de la humanidad. Para conseguir tal efecto, debía vender la guerra como una acción limpia, junta y en tampoco tiempo. ¿Cómo podía lograrlo? Mediante el manejo estratégico de los medios masivos de comunicación, propaganda y tergiversación de la información. Y es cuando hace su espectacular estreno como aliado del gobierno la cadena de televisión CNN, que se convirtió en la fuente de información del Ministerio de Defensa de los Estados Unidos, según lo indico la propia. La primera guerra del Golfo constituye el ejemplo mas claro de cómo una contienda bélica puede ser construida a través de imágenes mediáticas. El 21 de enero de 1991, la Agencia Iraquí de Noticias informó de que las fuerzas de la coalición internacional habían bombardeado una fábrica de alimentos infantiles próxima a Bagdad. Sadam Husein propició la difusión de unas imágenes en las que la supuesta fábrica era tan sólo un amasijo de hierros, sobresaliendo una placa de lata que rezaba "Baby milk plant". Estas imágenes falsas se convirtieron en señuelo de la tortura que los ataques liderados por Estados Unidos estaban suponiendo para la población civil de Irak. Otra de las imágenes cuya falsedad se situó bajo sospecha fue la de un cormorán ennegrecido por el petróleo derramado como consecuencia del incendio de los pozos petrolíferos; en este caso, la imagen llegó a ser emblema de la catástrofe ecológica que se estaba produciendo.
Los ejemplos de imágenes sin referente alguno en la realidad bélica que se utilizaron para construir mediáticamente la guerra son innumerables. Al fin y al cabo, hasta las propias emisiones televisivas, con estética de videojuego, han llegado a ser cuestionadas, frente a la inexistencia de tomas a pie de combate, sin duda también debido a la equivocada estrategia del régimen iraquí de obstaculizar su registro. No en vano, Alejandro Pizarroso concluye que "ésta no fue una guerra televisada, que quizá fue la guerra menos televisada de todas las guerras desde que existe la televisión, aunque llenara horas y horas de espacio en todas las televisiones del mundo" [6].
Finalmente Estados Unidos ganó la guerra y libero a Kuwuait, hecho registrado por CNN ante la opinión mundial como una epopeya de tecnología y valor. A su turno, críticos y analistas de las guerras modernas coinciden en afirmar que la Guerra del Golfo Pérsico de 1991 ( Tormenta del Desierto) mostró dos hechos de gran importancia: uno, el gran laboratorio para los ensayos de armas sofisticadas de alto poder destructor en el que se convirtió el frente de guerra, y otro, el poder que tienen los medios de comunicación para manipular la información que presentan al mundo.
Segunda guerra del Golfo:
"Como en 1991, no habrá imágenes reales de lo que acaezca, sino una videoguerra filmada en estudio y con efectos especiales" , escribía Juan Goytisolo en referencia a la entonces inminente segunda guerra del Golfo.
Doce años después, en 2003, somos invitados a la Segunda Guerra del Golfo (libertad para Irak), que Estados Unidos planteó desde varios frentes, uno de ellos el informativo, donde libró duras batallas con un nuevo actor dentro de la guerra mediática: el canal árabe Al Jazeera. El argumento de los Estados Unidos ante el mundo para iniciar esta nueva contienda era que Irak representaba una amenaza para la humanidad porque su Lider Saddam Hussein mantenía relaciones con la red Al Qaeda (señalada como responsable de los ataques contra las Torres Gemelas y el Pentágono el 11 de septiembre de 2001) e hizo caso omiso a la entrega de armas de destrucción masiva, solicitada por el Consejo de Seguridad de la ONU en repetidas ocasiones.
No obstante, en la segunda guerra del Golfo las medidas para promover la aparente visibilidad del conflicto también se han convertido en reglas del juego. Así, Estados Unidos, con un programa de cobertura informativa basado en lo que denominan embedding, asignó en torno a medio millar de periodistas en distintas unidades de combate para dar cuenta de lo que sucede a pie de terreno, si bien las autoridades militares norteamericanas también acordaron límites estrictos para el ejercicio profesional. Se establecieron 19 normas básicas como las siguientes: "no informar sobre operaciones en curso, canceladas o futuras o sobre los lugares concretos donde se registran los hechos hasta que ello sea autorizado expresamente, no hablar de la efectividad del enemigo o de la información que se dispone sobre él, no identificar a los prisioneros enemigos y no referirse a aviones o barcos desaparecidos o bajas propias hasta que concluyan las operaciones de rescate y se haya establecido contacto con los familiares. El éxito o el fracaso de una operación sólo podrán ser descritos ‘en términos genéricos’, y en casos concretos el jefe de la unidad podrá vetar o embargar el trabajo de la prensa"
Otro elemento que marca la diferencia con respecto a las otras guerras el la alta tecnología de cámaras que transmiten imágenes en tiempo real; Internet y la telefonía celular con capacidad para enviar imágenes vía satélite y hasta realizar conferencias. Estos mecanismos permitieron, como algunos coinciden en decir, "la transmisión de la primera guerra en directo". En total, más de 1500 periodistas de diversos medios se acreditaron para transmitir en directo la Segunda Guerra del Golfo. Por su puesto, CNN estaba allí con su gran sentimiento patriótico para responder a las disposiciones del gobierno, pero esta vez no ejercería sola el monopolio de la audiencia: aparece en escena la cadena de televisión árabe Al Jazeera (junto a otras dos: Abu Dhabi y Al Arabiya), para objetar la información oficial y alterar la opinión pública. Fue un fenómeno que cambió significativamente el escenario mediático. La guerra que vivieron los norteamericanos fue diferente a la que vivieron los árabes o los occidentales. El patriotismo con que CNN informó, su practica de autocensura y las imágenes de la guerra que mostró, solo desde el escenario en el que se encontraban los periodistas embedded, les permitió conocer a los estadounidenses únicamente la mitad de lo que estaba sucediendo. La Guerra del Golfo debe entenderse como un fenómeno comunicativo global. Es un motor/generador de información. Debemos percatarnos de que la guerra en si no es noticia. Lo que resulta novedoso, noticiable y espectacular es su representación mediática. Al-Jazeera es un asombroso experimento televisivo que nació en 1996 de la mano de Hamad Bin Califa, emir de Qatar. En muy poco tiempo obtuvo una gran credibilidad y se convirtió en la estación más vista de Oriente Medio, con 40 millones de espectadores.En el entorno autoritario de las monarquías retrógradas del Golfo Pérsico, Al-Jazeera emergió como una isla de libertad
El conflicto del Golfo se utilizó para rellenar programación. Es un gran escaparate de los últimos avances tecnológicos militares del país, con lo que se enfatiza el patriotismo. Además, la voz cantante tanto en el campo de batalla como en el tema de las telecomunicaciones y la información lo lleva Estados Unidos. Esto le permite crear una especie de diégesis sobre la propia realidad que le otorga el liderazgo mundial. En este caso, a diferencia de Vietnam, el Estado ha aprendido a explotar la funcionalidad de los medios.
Tanto CNN como la Al Jazeera resultaron vencedores en el sentido de que sus finanzas fueron altamente favorecidas por los patrocinadores del cubrimiento, pero en cuanto a su desempeño profesional, la historia se encargara de juzgarlos de acuerdo con su participación en el posicionamiento del nuevo concepto de Guerra Limpia, en el caso de CNN, o el ejercicio de un periodismo sensacionalista, en el caso de Al Jazeera.
Las guerras del Golfo Pérsico nos dejaron ver que el poder de los medios de comunicación dentro de la nueva naturaleza de las guerras modernas radica en que ellos se convierten en un instrumento para manipular información que justifique o deplore el uso de la fuerza en defensa de aparentes causas nobles, con costos humanos presumiblemente bajos y en conductores de la opinión pública a apoyar o rechazar decisiones gubernamentales que pueden traer consecuencias impredecibles o irreparables o irreparables para una nación o para el mundo entero. La guerra que se inicia, con Irak como escenario de horror, es pues un conflicto entre una tecnología militar al servicio de una doctrina de seguridad y la oposición popular mundial a esa estrategia política. Pero esa oposición tiene elementos muy distintos e incluso contradictorios. El primero son las redes terroristas globales, para las que Al Qaeda es más un símbolo de identificación que una estructura operativa, aunque todavía guarda alguna capacidad de destrucción y muerte. El segundo es la revuelta latente entre los sectores populares del mundo islámico, reaccionando a la humillación permanente de la ilegal ocupación israelí de Palestina y cuya indignación con sus propios gobernantes en caso de invasión de Irak puede ser difícil de contener. El tercero es la opinión pública mundial, en particular en Europa y Estados Unidos, que puede movilizarse contra una guerra unilateral, realizada sin consenso de Naciones Unidas, en un momento en que la política francesa parece dar resultados en términos de desarme.
Ésos son los verdaderos contrincantes en esta guerra. El principal campo de batalla son los medios de comunicación, y el objetivo final, la traducción de los estados de opinión en la opinión de los estados. Quién puede ganar en ese objetivo dependerá de la importancia de los posibles atentados terroristas, que podrían volver a atemorizar al mundo, de la magnitud de los masacres de civiles en Irak y que pueden revolver nuestras conciencias, y de la rapidez con que se ocupe Bagdad, puesto que una guerra relámpago relanzaría la economía y restañaría el espejuelo de la prosperidad bursátil.
Conclusiones:
- Los medios de comunicación han adoptado un papel protagonista en la construcción social de la guerra. El sesgo en los contenidos, la connivencia con los intereses gubernamentales y los de los grupos de presión económica e incluso las propias carencias del quehacer informativo son algunos de los factores que han contribuido a tal fin.
- La búsqueda de la verdad se ha convertido en una tarea quijotesca de periodistas absorbidos por los intereses de las empresas al servicio de las que trabajan.
- La imagen que se difunde de la guerra, habiendo o no prostituido la realidad, es a fin de cuentas la guerra a los ojos de los telespectadores, de los ciudadanos. Es, primordialmente, la imagen televisiva la que llega a la retina de los receptores del mensaje coaccionando su visión de los hechos, violentando su capacidad para asumir la realidad tal cual es.
- Al no tener acceso directo al escenario de los hechos, el telespectador contempla, en el escenario de su televisor, los personajes en litigio, las controversias suscitadas, los mecanismos establecidos como salida a esos problemas y, en último término, el resultado final de las contiendas.
- A la imagen parcial de la guerra se ha sumado, cada vez con mayor relevancia, otro proceso para resquebrajar esos cimientos, se difunden imágenes ficticias que conforman la propia contienda bélica, en ocasiones prácticamente inexistente, en todos los casos invisibles.
- La mentira como arma propagandística no es, evidentemente, nada nuevo de las últimas décadas, pero lo cierto es que, como ya se ha dicho, el surgimiento de los medios audiovisuales ha jugado un papel amplificador determinante.
Bibliografía:
GOYTISOLO, Juan, "Guerra y mercadotecnia" en: El País, 12-02-2003, Madrid. LA PORTE, María Teresa, "Efectos de los medios en las controversias internacionales" en: RODRÍGUEZ ANDRÉS, Roberto, y SÁDABA GARRAZA, Teresa (Eds.), Periodistas ante conflictos. El papel de los medios de comunicación en situaciones de crisis, Eunsa, Pamplona, 1999. * PIZARROSO QUINTERO, Alejandro, La guerra de las mentiras. Información, propaganda y guerra psicológica en el conflicto del Golfo, Eudema, Colección Eudema Actualidad, Madrid, 1991.
SÁNCHEZ NORIEGA, José Luis, Crítica de la seducción mediática, Tecnos, Madrid, 1997.
SUÁREZ CANDEL ROBERTO, El tratamiento informativo de los conflictos bélicos.
* CHOMSKY, Noam, Actos de agresión, Editorial Crítica, Barcelona, 2000.
Lic.:Yaniselis Sánchez Hormigó
Licenciada en Educación en la especialidad de Marxismo Leninismo e Historia. Me desempeño como profesor instructor del ISP Raúl Gómez García.
MSc: Oneida G. Benítez Menéndez.
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