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El hermano `del medio´: un hermano mediatizado y tan cercano como lejano (página 2)


Partes: 1, 2

El llamado "tiempo real" pasa a regir parte de nuestras vidas y el borramiento de fronteras geográficas nos cuestiona nuestras concepciones espaciales más arraigadas.

El prójimo deja de ser aquel que comparte nuestro territorio, que está próximo, para pasar a ser cualquiera, en cualquier confín de la Tierra. La proximidad deja de ser territorial para pasar a ser virtual, enmarcándose dentro de los fenómenos de desterritorialización (De Kerckhove, 1995) impulsados por las nuevas tecnologías, en el marco de la globalización.

Es un espacio virtual, que diluye la vieja espacialidad, una "red galáctica" como había imaginado J.C.R. Licklider en la década de los sesenta, una "supercarretera de la información"; metafórica de las viejas autopistas de Norteamérica; un mundo sólo posible a través de la tecnología digital.

Los bytes han creado un mundo en el que sumergimos nuestras vidas como otrora hiciéramos sólo en las historias narradas en las páginas de los libros, la TV o el cine. Hoy, además de seguir disfrutando de esos mismos encantos del arte, podemos alternar nuestra antigua llamada vida real con los mundos virtuales que se ponen a nuestro alcance.

En 1992 Michael Hauben escribía refiriéndose al impacto de la Red en la vida de la gente: "Bienvenidos al siglo XXI. Ud. es un Netizen (Net citizen o ciudadano de la Red), y Ud. existe como un ciudadano del mundo gracias a la conectividad global que la Red hace posible. Considere a todos como su compatriota. Físicamente Ud. vive en un país pero está en contacto con gran parte del mundo vía la red global computarizada. Virtualmente, Ud. vive al lado de cada uno de los Netizens en el mundo. La separación geográfica es reemplazada por la existencia en el mismo espacio virtual."

Agrupados en el ciberespacio los individuos comienzan a formar comunidades llamadas virtuales. Rheingold define las comunidades virtuales como: "agregados sociales que emergen en la Red cuando suficientes personas llevan a cabo discusiones públicas por suficiente tiempo y con suficiente sentimiento humano, para formar nexos de relaciones personales en el ciberespacio" (1993: 5).

La paradoja de nuestro tiempo con los cambios acelerados a los que nos vemos expuestos, es que mucha gente experimenta sentimientos de pertenencia, seguridad y confort en el mundo virtual, donde las cosas son más estables de alguna manera que en la realidad circundante, poblada de pérdidas de trabajo, familia, certezas discursivas, etc.

Ese mundo virtual puede mantener la ilusión de que aunque todo cambie en el mundo exterior cercano y lejano, al menos la casilla de e-mail y algún que otro sitio, no. Al igual que la TV, proveedora de esos sentimientos de familiaridad y cercanía, se alinea en una forma de tomarse desesperadamente a lo seguro, en un mundo de velocidad de vértigo.

Vida des(conectada), dicotomía o continuidad

Tras este breve recorrido por parte de la geografía del ciberespacio, abordaremos una cuestión fundamental.

En general así como sucede con otros temas, se ha planteado en torno a las relaciones sociales en la Red una dicotomía offline-online. La vida real versus la vida en pantalla.

El espíritu modernista, antitético, parece no poder dejar de manejarse en la taxonomía de lo correcto, lo puro, lo genuino en contraposición a lo artificial, impuro, simulacro burdo de lo que "debería ser".

Las relaciones mediadas por computadora son para algunos autores paradigmáticas de una pérdida permanente, de un derrumbe de los vínculos, propio de la era llamada posindustrial o de la información. No es infrecuente por tanto, observar una fuerte desvalorización de las relaciones mediatizadas por la nueva tecnología.

Virilio (1997) se pregunta cómo podemos amar al lejano, dejando de lado el prójimo, criticando el mundo virtual. Para este autor las comunidades virtuales, "la telecitta", estaría desterritorializando y descorporeizando, dejando al prójimo cercano por fuera, arribando a una situación para él inadmisible y enteramente peligrosa.

Dice Virilio: "Las nuevas tecnologías de la información son tecnologías de la puesta en red de las relaciones y de la información, y como tales, constituyen el vehículo para la perspectiva de una humanidad unida, pero también de una humanidad reducida a la uniformidad" (1997: 14).

Sin embargo, algunas investigaciones (Hamman, 1999) señalan que los usuarios se identifican y continúan su vida offline ampliándola con la vida online. Las investigaciones acerca de los grupos de trabajo también muestran que es una alternativa válida para complementar las relaciones cara a cara (Wynn y Katz, 1997; Lameiro & Sánchez, 1998).

En otro lugar (Balaguer, 2001) nos hemos referido a este aspecto retomando las investigaciones de distintos autores (Kraut, 1998; Hamman, 1999; Littler, 1999; La Rose, 2001).

En general los medios masivos de comunicación han tendido a ubicar a Internet en el plano de elección, entre una realidad y la otra, generando entonces una fuerte atracción y repulsa frente a la virtualidad.

Obsoletos y anticuados podrían quedar los vínculos frente a la virtualidad, tal como el barco quedara frente al avión, el telégrafo frente al teléfono, el caballo frente al auto. Este pareciera ser el peligro que tendría para las relaciones sociales una mediatización a través de las nuevas tecnologías.

Sin embargo, el viaje en barco sustituido por el viaje en avión pasó a ser el viaje "soñado", el "crucero del amor", un corte con la velocidad actual, un tiempo más lento.

Porque viajar en avión, no es mejor que viajar en barco, es simplemente más rápido y esto trae sus ventajas, y también sus desventajas, según el propósito del viaje.

Hablar por teléfono no sustituyó la visita, sino que generó un nuevo tipo de visita, la visita telefónica, desarrollada en un espacio que no es el del visitante ni el del visitado.

Sería una simplificación poco sutil plantear que el teléfono ha sido el culpable de la no visita física. No fue el teléfono que hizo que la gente no se viera. Por el contrario, éste permitió que la gente que no se veía al menos se hablara.

Las razones factiblemente serán hallables en los tiempos que corren, en la falta de tiempo, etc. La carta en todo caso, fue la perjudicada en este tránsito, que paradójicamente se ve redefinida por el e-mail como su sucedáneo.

Así como el teléfono que hizo que la gente que no se veía al menos se hablara, lo mismo está sucediendo con el e-mail que permite que miles de personas que antes no escribían ahora lo hagan de un modo sencillo, rápido y tan asincrónico como una carta, en una forma tan virtual como la comunicación escrita.

Encuentros lúdicos, encuentros posmodernos

A través de la red y sus servicios, tanto los adolescentes como los adultos "chatean", creando nuevas identidades a través de sus seudónimos.

La falta de locación de las inseguridades; globalización mediante; se pone de manifiesto en los chats donde las cosas pueden venir de cualquier lugar y de cualquier forma. Lo inesperado, característico de nuestros días, encuentra su referente lúdico en el chat.

Nadie parece ser quien dice ser, la incertidumbre es total. Las identidades son cambiantes y los usuarios están permanentemente jugando con algo que desde la sociología es considerado clave en la sociedad actual: el proceso de autofabricación del yo como un proceso inacabable y los sujetos dirigidos hacia una búsqueda identitaria permanente, hacia una identidad buscada pero nunca alcanzada (Bauman, 2001).

En la misma línea sociológica Giddens plantea: "Donde amplias áreas de la vida de una persona ya no están conformadas por modelos y hábitos preexistentes, el individuo se ve obligado continuamente a negociar opciones de estilo de vida" (1992: 75).

Comunicación posmoderna, seres proteicos, capacidad de transformarse, "plasticidad" es lo que se pone en escena en los chats, lugar en el cual uno puede jugar hasta el hartazgo con su identidad. En esos entornos poco o nada permanece, todo cambia en cualquier momento sin previo aviso.

Los personajes van y vienen, entran e irrumpen sin un código visual que nos brinde pistas sobre las identidades verdaderas.

Como los videojuegos, los chats son una forma también de volverse activos y dejar de soportar pasivamente el devenir incesante, la pérdida de referentes sólidos, la inseguridad, para pasar a "jugar" con estos materiales. En el chat los actores participan activamente en ellos y se sienten cómplices y protagonistas de sus sucesos.

¿Qué mejor lugar que el chat para poner en juego en un "como si" esta situación de estructuración identitaria autónoma?

Más que un "recreo" entonces al decir de Reid (1991), pareciera ser también un espacio social en donde lidiar con la realidad de nuestros días, tan cambiante e incierta como un chat y abierta al juego con las identidades. Lo lúdico aquí podría entenderse desde una lectura donde el juego es actividad elaborativa de las demandas de la vida real.

Re-encontrarse con el hermano del siglo XXI

Las transformaciones sociales a las que hemos venido asistiendo en las últimas décadas han impuesto también determinada impronta al encuentro con el otro.

"La forma de conocerse a fines de siglo es errática, por la caída del amor romántico y sobre todo por la posición de las mujeres en la sociedad. Su independencia económica, el cambio de rol con respecto a la maternidad y a la reproducción, las reivindicaciones de igualdad de derechos en la cultura occidental, permitieron un cambio sustancial de las relaciones amorosas. Las formas de conocimiento que poseen las personas dependen de los intercambios sociales que realicen en instituciones, de las culturas vigentes en cada sociedad con respecto a las formas de seducción, de fiabilidad y de la consumación de la relación amorosa" (Del Brutto, 1999).

Si bien la cita anterior apunta a las relaciones amorosas, también el encuentro con el otro está pautado por la época. Los avances en las comunicaciones electrónicas están reconfigurando nociones como las de encuentro, cara a cara, intimidad, etc.

El ciberespacio permite el encuentro con los otros, hermanos mediatizados.

Las tecnologías digitales de hoy, reformulan los llamados "espacios terceros" (Oldemburg, 1991) o aún inclusive la "esfera pública" (Habermas, 1989) creando escenas y escenarios en donde los personajes co-presentes están alejados entre sí en algunos casos a miles de kilómetros de distancia.

Pero otras veces aunque no medien más que unos pocos kilómetros, podemos estar lejos unos de otros.

Ser un nodo en una red puede traernos verdaderas ventajas en tiempos de crisis. Para ello fue que se concibió Internet, para tiempos de crisis, para poder estar a resguardo en caso de guerra nuclear y devastación. Ese fue el objetivo inicial del proyecto ARPANET, origen de Internet.

Las redes permiten como ningún otro medio sentirnos hoy en plena crisis local y regional compartiendo diversas cosas que no aparecen en otros lados.

Lo "oficial" y la red de redes se dan de bruces, aunque a veces la red oficie de vehículo de lo oficial, en un juego de palabras ciertamente para reflexionar detenidamente.

La red no es un juego aunque sirva para jugar

Los alcances de la red, en este caso Internet, entendemos es un tema de agenda.

Por más que se intente minimizar Internet a una Babel Electrónica, una gran biblioteca o un lugar de entretenimiento, lo cierto es que además allí, la información fluye libremente y sacude los cimientos de las estructuras por fuera del orden establecido, aunque sus detractores vean en ella un invento del "establishment".

Nada más desacertado. Las redes no saben de jerarquías, sólo saben de información que fluye si tiene méritos suficientes para que así suceda.

No es el "uno a muchos" de la TV; digitado y parcializado por unos pocos; es el muchos a muchos, territorio virgen, pervertido y conquistado en parte por las mismas fuerzas de afuera del no-lugar. Pero la información fluye y busca los caminos por donde aparecer cuando lleva una cuota de verdad aunque encuentre obstáculos en su camino.

En lo que Bell (1992) denomina la "sociedad del riesgo" los hermanos están expuestos a un número creciente de ellos.

A unos pocos días del primer aniversario del 11 de septiembre, fecha que sin duda será clave para las futuras generaciones que pretendan mirar hacia atrás y comprender los movimientos de la historia, los riesgos son cada vez mayores.

El hermano del medio se va transformando lentamente. De a poco va abandonando el lugar pasivo al que la televisión lo acostumbrara y comienza a interactuar en redes, buscando información, agrupándose, a veces para jugar, chatear, otras veces para sentirse más cerca de aquellos que estando lejos siguen cerca.

La red sin duda está permitiendo a aquellos a los que la situación local llevara a separarse, a sentirse cerca "hablando a diario", compartiendo programas radiales, leyendo los mismos diarios y semanarios, riéndose con los mismos chistes.

La distancia física se ve paliada por la emocional que brinda este medio. Hermanos de sangre, de barrio, de escuela, de estudios, de deporte, etc. separados por la fuerte crisis que azota a esta región, pueden re-encontrarse electrónicamente, con un sentimiento de co-presencia elevado.

Hermanos nacidos en distintos lugares de aquella Aldea Global imaginada por Mc Luhan (1989) pueden contactarse y hallar puntos en común que los unen en sus apreciaciones de las palabras y las cosas.

No nos apresuremos a hacer conjeturas sobre el hermano del medio, antes de conocerlo. Tengamos la amplitud y la perspicacia para aprovechar lo que pueda brindarnos un instrumento creado para un fin de supervivencia en un escenario en el cual los hermanos se aniquilaban.

Aquellos hermanos que Freud (1923) imaginara en Tótem y Tabú, conspirando contra quien acaparaba todo, quizás no sea sólo una hipótesis, un recurso mítico, sino un hecho pasado y futuro, recurrente como el día y la noche, necesario como el agua.

Referencias bibliográficas

  • Del Brutto, B.A. (1999) "Situaciones amorosas. ¿Relaciones reales o virtuales?" En Revista en.red.ando. Disponible en: http://enredando.com/cas/cgi-bin/enredantes/plantilla.pl?ident=78

  • Balaguer, R., (2001) "¿Ágora electrónica o Times Square? Una revisión de consideraciones sociales sobre Internet", Revista TEXTOS de la Cibersociedad, No 1. Disponible en: http://cibersociedad.rediris.es/textos

  • Bauman, Z. (1998) Modernidad y Holocausto, Barcelona: Sequitur

  • Bauman, Z. (2001) En busca de la política, México: Fondo de Cultura Económica

  • Beck, U. (1992) La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad, Barcelona: Paidós, 1998

  • De Kerckhove, D. (1995) La piel de la Cultura, Barcelona: Gedisa, 1999

  • Gibson, W. (1984) Neuromante, Barcelona: Ediciones Minotauro, 2000

  • Giddens, A. (1992) La transformación de la intimidad Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas, Madrid: Ediciones Catedra, 1998

  • Habermas, J. (1989) The Structural Transformation of the Public Sphere: An inquiry into Bourgeois Society Cambidge, MA: MIT Press

  • Hamman, R. (1999): "The Online/Offline Dichotomy: Debunking Some Myths about AOL Users and the Effects of Their Being Online Upon Offline Friendships and Offline Community" Disponible en: http://www.cybersoc.com/mphil.html

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  • Freud, S. (1913-1914) "Tótem y Tabú" Tomo XIII Obras Completas Buenos Aires Amorrortu Ed. Págs 3-163

  • Virilio, P. (1997) Cibermundo: Una política suicida?, Santiago: Dolmen Ediciones SA

  • Wynn, E. (1997) "Hyperbole over Cyberspace: Self-presentation & Social Boundaries in Internet Home Pages and Discourse" 13(4): 297-328. Disponible en: http://www.slis.indiana.edu/TIS/articles/hyperbole.html

Fuente original: Hermano Animal Cuadernos de la Coordinadora de Psicólogos de Uruguay, Montevideo. Disponible en el ARCHIVO del Observatorio para la CiberSociedad

 

 

 

Autor:

Roberto Balaguer Prestes

Website: www.robertobalaguer.com

Blog: http://blogs.robertobalaguer.com/vidasconectadas/

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