- Introducción
- Abordaje
- Entre el castigo y la agresividad
- Diferenciando maltrato y castigo
- Maltrato infantil
- Tipos de maltrato
- Signos para sospechar maltrato infantil
- Intervención
- Prevención
- Conclusiones generales
- Anexos
- Referencias bibliográficas
CAPITULO 1
"Aquel docente concientizado de la relevancia de su rol y formado como agente de cambio, forma niños y niñas para el cambio de la ideología del maltrato".
El objetivo principal de esta ponencia es proporcionar información básica sobre el maltrato infantil, su abordaje, intervención y prevención, y a su vez comprometer a todos los actores del proceso educativo en la definición de estrategias de trabajo que apoyen, faciliten y dinamicen una mejor convivencia. En relación al abordaje, de tan complejo problema y en el entendido de ser útiles en la tarea de prevención, adoptamos una definición y varias categorías analíticas que comprenden el maltrato a los niños. En cuanto a la intervención enfatizamos que para actuar con absoluta responsabilidad, seriedad y compromiso es fundamental el inhibir cualquier impulso de intervención antes de recibir asesoramiento por profesionales o docentes capacitados. Y con relación a la prevención, analizamos los niveles de prevención (primaria, secundaria, terciaria), las redes comunitarias, la importancia de la responsabilidad ciudadana, los proyectos locales de prevención y el rol de los agentes de cambio (maestros y maestras de nivel primario). El desglose de estas dimensiones de la problemática abordada nos llevará al eje central de nuestra pretensión, constituido por la explicitación de la problemática del maltrato en todas sus formas, que sin duda permitirán un rápido y adecuado tratamiento y/o prevención de los casos detectados en el ámbito escolar.
Ahora bien, antes de profundizar en el tema, es importante que señalemos que en relación al maltrato infantil existen ciertos mitos o creencias que se basan en la consideración de que:
Los casos de maltrato infantil son escasos, no representan un problema grave. Esto es inexacto, se calcula que alrededor del 50% de las familias sufren algún tipo de violencia.
El maltrato infantil se produce más frecuentemente en familias que atraviesan situaciones de pobreza. No es cierto, se da en todos los estratos sociales; lo que sucede es que en algunos hay más recursos para ocultarlos.
Es mayor el número de casos en los cuales el agresor es el padrastro y/o madrastra, comparado con el número de casos en que el agresor es el padre y/o la madre biológicos.
Los padres y/o madres que maltratan a sus hijos/as son personas que padecen cuadros psicológicos o psiquiátricos graves. Al respecto, se ha comprobado que es muy bajo el índice de problemas psicopatológicos; debería conceptualizarse como enfermedad social.
No es posible la coexistencia del amor y del maltrato en una familia.
La historia se repetirá, es decir que todo/a niño/a que haya sido víctima de maltrato, generará en el futuro actitudes mal tratantes con sus hijos/as. Pero hay niños al que la bibliografía mundial denomina "residentes" que poseen características que les permiten superar este obstáculo.
El maltrato infantil se produce más frecuentemente en familias numerosas que conviven en espacios físicos de pequeñas dimensiones.
La violencia es algo innato, no es así, es una conducta aprendida de modelos familiares y sociales y tomada como recurso para resolver situaciones.
El maltrato infantil aún hoy sigue siendo un problema que se genera en el ámbito privado y que si bien ha pasado al ámbito público, no se han tomado las decisiones adecuadas para resolverlo.
Por otro lado, también, existe una serie de limitaciones que influyen en la respuesta que el ámbito educativo puede brindar al problema del maltrato infantil, y que podrían salvarse teniendo en cuenta los siguientes aspectos:
Se requiere una normativa más específica para el abordaje del problema del maltrato infantil, indicando claramente el papel que el sector escolar debe asumir.
Dicha normativa debe incluir especialmente la cobertura de los aspectos relativos a la confidencialidad y el anonimato cuando la situación así lo requiera.
Extender la formación y el entrenamiento específico de todas las personas que se desempeñan en las tareas educativas.
Determinar las responsabilidades de cada persona: maestro o profesor, director, maestros especiales, equipo de apoyo escolar.
Contar con instrumentos adecuados para el relevamiento de datos, protocolos para los informes, cuestionarios, entrevistas para una primera detección y diagnóstico.
Orientar y apoyar a los docentes en situaciones tan críticas que llevan a no presentar los casos de malos tratos que detectan, a) como temor a enfrentar a padres agresivos o violentos; b) inseguridad con respecto al respaldo del sistema educativo; c) dudas en la realización de un diagnóstico adecuado; d) temor a implicaciones legales; e) desconocimiento de lo que ocurrirá cuando presente su informe, etc.
Ciertamente, las razones por las cuales el fenómeno de la violencia aparece oculto son porque se interrelacionan una cantidad de mitos y limitaciones respecto de este tema.
CAPITULO 2
QUÉ ES EL MALTRATO INFANTIL?
La ley considera niño a todo menor de 18 años, cuando este es maltratado o abusado, cuando su salud física o mental o su seguridad están en peligro, ya sea por acciones u omisiones llevadas a cabo por la madre o el padre u otras personas responsables de sus cuidados, se produce maltrato por acción, omisión o negligencia. Se trata de un problema social, con bases culturales y psicológicas, se produce en cualquier nivel económico o cultural. Viola los derechos fundamentales de los menores, implicando lo anterior que debe hacerse lo posible por detenerlo.
La crueldad hacia los niños puede ser dividida en cuatro categorías:
1. – Conceptos exagerados de disciplina aplicados por sujetos profundamente inadecuados e irresponsables.
2. – Actos de violencia o negligencia cometidos por padres o adultos ejerciendo rígidas interpretaciones de la autoridad, de normas y reglas de conducta.
3. – Patológica cuyos orígenes se consideran psicopatológicos y difíciles de identificar y tratar.
4. – La crueldad más intangible de todas, la crueldad oficial o la organizada, aquella que se comete por ignorancia, por insensibilidad o por omisión en la forma de falta de legislación o de cumplimiento de la misma que proteja adecuadamente al menor.
El castigo como instrumento de corrección y estrategia de formación moral, aparece como la primera y más persistente justificación del daño que padres y madres maltratadores causan a sus hijos. La repetición de los actos de crueldad y de dureza se presentan como acto de corrección.
Frente al agresor y al agredido el concepto de castigo opera como excusa. Algunos agresores niegan la frecuencia, la intensidad y la desproporción del daño denunciado, mostrando en ese ocultamiento que entienden la arbitrariedad y el exceso al que recurren. En otros casos los maltratadores defienden el exceso y su repetición, por el beneficio que el abuso genera para modificar las conductas que según ellos ofenden. En general, la justificación de los padres, busca mostrar el abuso como pedagogía que se utiliza por el bien del menor y que, mostrado con objetivos educativos y de ideales sociales, normaliza el daño físico o psicológico producido.
Se encuentra que estos padres no quieren encontrar formas diferentes al castigo corporal y al maltrato psicológico. Evitan asistir a consulta para hablar de lo que sucede en su relación con sus hijos. Sólo la obligación legal aplicada por las instituciones logra que en algunos casos estos asistan a tratamiento.
Escudándose en el deber de corregir a sus hijos, los padres ejercen una coacción que presentan como necesaria, es al interior de la familia que se presentan los mayores abusos en la aplicación de la ley.
Identificar el maltrato como violencia sobre los hijos, implica diferenciarlo del castigo, como acción correctiva, que en la familia se relaciona con intenciones educativas y formativas, y que es permitido socialmente para generar y lograr interiorizar en el niño regulaciones sociales que le permitan y faciliten su socialización.
El castigo como reparación, es parte de la cultura, de ideales sociales, de creencias que desde los principios éticos y morales de una cultura regulan el empuje a la propia satisfacción de los impulsos sexuales y agresivos, como tendencias comunes que exponen la vida social. Desde esta concepción, el castigo es violencia simbólica, en tanto evita la repetición de actos que sin los límites impuestos, precipitarían al niño y más tarde al adulto a la consecución de un goce inútil.
Si el castigo es ejercido sin crueldad, sin sadismo, sin deseos de venganza, y se basa en el amor, tendrá un efecto protector para el niño y le permitirá aceptar las renuncias que sus padres le imponen. La subjetividad del agresor debe ser considerada. El niño/a como parte de lo íntimo en la familia, es un objeto interno, es decir, representa para los padres atributos, defectos, deseos, aspiraciones, edificados a lo largo de la historia de ambos. La valoración facilitara identificar repeticiones o formaciones reactivas de experiencias vividas por el agresor con aquellos que forman parte de su propia historia, y que permiten, por imitación, una definición de la ofensa y de la reparación.
Los padres deben hacer del castigo un reclamo, una comunicación, o un acto de pacificación, que comporta en su ejercicio la posibilidad de un pacto, de una transacción o de una cesión, que permita al niño enfrentarse a una ley que admite circunstancias atenuantes externas y subjetivas al cometerse una falta. Aquí la acción del padre que sigue la ley que él mismo quiere hacer respetar puede presentada como un acto de amor.
Cuando lo ilógico, lo absurdo aparecen, lo simbólico del acto de castigar desaparece en el actuar del padre, haciéndose visible la agresividad que existe en el maltrato. Cuando los seres de los que se depende se convierten en persecutores, y el niño no encuentra su puesto en la casa ni en el amor de los padres, estamos ante el maltrato infantil.
El maltrato se identifica por su desproporción, por no tener justificación, por el exceso y la repetición. El niño se convierte en objeto de una descarga incomprensible de la cual se le hace responsable, denigrándolo, acusándolo y sobredimensionando la falta que cometió. Esto se escucha en las primeras entrevistas de tratamiento. Se evidencia rabia, hostilidad, rechazo, desprecio, decepción como sentimientos que sostienen la relación con el menor abusado. En el amor ambivalente predominan los afectos negativos. El amor como resultado de la decepción, se degradan, generando el castigar con crueldad aquello que en el niño falla.
Quien maltrata parte de la insatisfacción con el menor, del que quiere obtener reparación por algo que cree merecer, y a la vez, el maltratado reclama para sí bienes, afectos, tratos que hagan manifiesto el amor. Sin embargo, aunque el reclamo y las demandas de reconocimiento que se dirigen al menor, se sostienen en la frustración, en el maltrato físico y psicológico, generaran también carencia de afecto que producirá diferentes efectos en cada niño.
"Estoy convencido que la manera en que tratamos a los animales es un muy buen indicador de la compasión que somos capaces de sentir por la niñez, futuros líderes de nuestro país, y este sentimiento, a su vez, permitirnos comprender a la humanidad toda".
Para poder abordar tan complejo problema, y en el entendido de ser útiles en la tarea de prevención, es urgente y necesario adoptar una definición y varias categorías analíticas que faciliten la clara comprensión del fenómeno. Entonces, es primordial determinar lo que entendemos por maltrato infantil; es así que lo podemos definir como "cualquier daño físico o psicológico producido de forma no accidental ocasionado por sus padres o cuidadores que ocurre como resultado de acciones físicas, sexuales o emocionales de acción u omisión y que amenazan el desarrollo normal tanto físico, psicológico y emocional del niño" (Martínez y De Paul, 1993).
Definir y conceptuar la palabra maltrato es difícil, eso lo tenemos claro, y este es en parte, porque estamos tratando con conductas que caen dentro del complejo campo de las relaciones personales y las que se suponen deberían ser de afecto, respeto y bienestar (Infante, 1997). Porque, también, estamos hablando de diferentes clases de malos tratos, cada uno de los cuales es distinto de los demás y, a su vez, presenta características diferenciadas. Por ello, el maltrato puede abordarse desde diferentes perspectivas:
Por su carácter y forma:
Maltrato físico
Maltrato emocional
Por su expresión o comportamiento:
Por acción (activo): cuando se lesiona al niño física, psíquica y/o sexualmente.
Por omisión (pasivo): cuando se dejan de atender las necesidades básicas de los niños.
Por el ámbito de ocurrencia:
Familiar: se produce en el ámbito familiar (padre, madre, hermanos, familia extensa: tíos, abuelos…).
Extra familiar: se produce por personas que no forman parten de la familia del niño, por determinadas instituciones o por la misma sociedad.
Factores de riesgo
Las investigaciones realizadas en los últimos treinta años han permitido identificar los factores de riesgo y los procesos relevantes en la dinámica del maltrato infantil. En efecto, el maltrato infantil no se explica sólo en función del ambiente sociocultural, de las características de los padres y de las situaciones estresantes concretas que lo desencadenan, sino también en función de las características del propio niño (Véase Cuadro 1). De esta dinámica, se crea un verdadero círculo vicioso de influencias mutuas entre factores que se potencian entre sí. Por lo tanto, esto explica que, a mayor cantidad de factores de riesgo mayor probabilidad de desencadenamiento del maltrato
Factores de riesgo del maltrato infantil
Como podemos observar, Belsky, desde una perspectiva ecológica, propone que no nos podemos limitar a una sola causa del maltrato infantil, sino que debemos contemplar diferentes aspectos relacionados con el desarrollo del individuo en cuanto a su historia personal, su microsistema (características y relaciones familiares), su ecosistema (trabajo, clase social y vecindad) y su macro sistema considerando las características culturales. Por consiguiente, la respuesta de abuso sería una consecuencia tanto de la propia historia de la infancia de los padres, como de los valores y prácticas de crianza infantil que caracterizan a la sociedad o subcultura en la cual el individuo, la familia y la comunidad se encuentran inmersos.
Ahora bien, en el siguiente cuadro vamos a ver las diferentes formas en que pueden ser maltratados los niños. El esquema se basa en las subdivisiones: activo/pasivo y físico/emocional. El maltrato activo se debe a cualquier tipo de intervención de la persona que maltrata provocando un daño físico o emocional. El maltrato pasivo es aquel que se produce cuando se dejan de atender las necesidades básicas de los niños.
ABUSO SEXUAL
A continuación, vamos a definir cada uno de los tipos de maltrato infantil señalados, aludiendo a las distintas formas que presentan, sus indicadores y a los posibles efectos que pueden producir en los niños:
Maltrato físico: comprende los actos cometidos por padres o adultos cuidadores contra niños y niñas que les generan lesiones físicas temporales o permanentes; causados con diversos objetos (cinturones, cables de luz, palos, cigarrillos, diversas sustancias, etc.).
Maltrato emocional: que implica las actitudes de indiferencia, insultos, ofensas, y/o desprecios, producidos por los padre o adultos cuidadores y que los/as dañan en su esfera emocional (generándoles sentimientos de desvalorización, baja autoestima e inseguridad personal).
Abuso sexual: comprende las acciones recíprocas entre un niño/a y un adulto, en los que el niño/a está siendo usado para gratificación sexual del adulto y frente a las cuales no puede dar un consentimiento informado. Puede incluir desde la exposición de los genitales por parte del adulto hasta la violación del niño/a.
Abandono físico: comprendido por aquellas situaciones de omisión producidas por los padres o adultos cuidadores y en las cuales no se dio respuesta a las necesidades básicas de niños y niñas (alimentación, vestimenta, higiene, protección, educación y cuidados sanitarios), siendo que se podía haber respondido.
Abandono emocional: situaciones de omisión producidos por los padres o los adultos cuidadores que implican la no respuesta de los mismos a la satisfacción de las necesidades emocionales básicas de niños y niñas, habiéndose podido responder a las mismas.
Maltrato prenatal: falta de cuidado, por acción u omisión, del cuerpo de la futura madre o el auto suministro de sustancias o drogas que, de una manera consciente o inconsciente, perjudican al feto del que es portadora.
Explotación laboral: situación donde determinadas personas asignan al niño con carácter obligatorio la realización continuada de trabajos (domésticos o no) que exceden los límites de lo habitual, que deberían ser realizados por adultos, y que interfieren de manera clara en las actividades y necesidades sociales y/o escolares del niño, y que son asignados al niño con el objeto de obtener un beneficio económico.
Mendicidad: actividades o acciones, llevada a cabo por un menor, consistente en demandas o pedir dinero en la vía pública (explotación de menores).
Corrupción: conductas de los adultos que impiden la normal integración social del niño y que promueven pautas de conducta antisocial o desviada (como premiar al niño por robar, alentar el consumo de drogas y/o alcohol, etc.).
Síndrome del bebé zarandeado: se produce por una violenta sacudida del cuerpo del lactante con el objeto de callar su llanto; se caracteriza por hemorragia retiniana, hemorragia cerebral: hemorragia subdural o subaracnoidea y ausencia de trauma craneal externo.
Síndrome de Münchhausen por poderes: situaciones en el que el padre/ madre (principalmente) someten al niño a continuos ingresos y exámenes médicos, alegando síntomas físicos patológicos, ficticios o generados de forma activa por el padre /madre.
Maltrato institucional: cualquier legislación, procedimiento, actuación u omisión procedente de los poderes públicos o bien derivados de la actuación individual del profesional que comporte abuso, negligencia, detrimento de la salud, la seguridad, el estado emocional, el bienestar físico, la correcta maduración o que viole los derechos básicos del niño. En realidad, los protagonistas de este maltrato son las personas responsables de la atención, protección y educación del niño, así como los responsables de los diferentes políticas aplicables a la infancia.
EN EL NIÑO/A:
Muestra repentinos cambios en el comportamiento o en su rendimiento habitual.
Presenta problemas físicos o médicos que no reciben atención de sus padres.
Muestra problemas de aprendizaje que no pueden atribuirse a causas físicas o neurológicas.
Siempre está "expectante", como preparado para que algo malo ocurra.
Se evidencia que falta supervisión de los adultos.
Es sumamente hiperactivo o por el contrario excesivamente responsable.
Llega temprano al colegio y se va tarde o no quiere irse a su casa.
Falta en forma reiterada a la escuela.
MALTRATO ESCOLAR INFANTIL
EN LA FAMILIA:
Dan muestras de no preocuparse por el hijo; raramente responden a los llamados de la escuela o al cuaderno de citaciones.
Niegan que el niño tenga problemas, tanto en la escuela como en el hogar, o por el contrario maldicen al niño por su conducta.
Por su propia voluntad autorizan a que la maestra emplee "mano dura" o incluso algún sacudón si su hijo se porta mal.
Cuestionan todo lo que hace su hijo, se burlan o hablan mal de él ante los maestros.
Demandan de su hijo un nivel de perfección académica o un rendimiento físico que es inalcanzable para el niño .
EN LOS PADRES E HIJOS:
Rara vez miran a la cara o tienen contacto físico con otra persona.
Consideran que la relación con su hijo es totalmente negativa.
Demuestran que casi nadie les cae bien.
Tienen una actitud recíproca de permanente tensión.
SIGNOS DE ABUSO FÍSICO
Considere la posibilidad de maltrato físico en el niño cuando estén presentes:
Quemaduras, mordeduras, fracturas, ojos morados, o dolores en el niño que aparecen bruscamente y no tienen una explicación convincente.
Hematomas u otras marcas evidentes luego de haber faltado a clases.
Parece temerle a sus padres y protesta o llora cuando es hora de dejar el colegio para ir a su casa.
Le teme al acercamiento o contacto de otros mayores.
Nos dice que le han pegado en su casa.
Considere la posibilidad de abuso físico cuando los padres o tutores:
Ante una lesión o traumatismo evidente en el niño/a no brindan una explicación convincente o se enojan ante la pregunta de lo ocurrido.
Frecuentemente se refieren a su hijo/a como "un demonio" o en alguna otra manera despectiva.
Es frecuente ver que tratan al niño/a con disciplina física muy dura.
Sus padres tienen antecedentes de haber sido niños maltratados o abandonados.
Existe el antecedente de que la madre a sido golpeada.
Es frecuente que la madre del niño concurra con algún moretón.
SIGNOS DE NEGLIGENCIA
Considere la posibilidad de negligencia o abandono cuando el niño:
Falta frecuentemente a la escuela.
Pide o roba plata u otros objetos a compañeros de escuela.
Tiene serios problemas dentales o visuales y no recibe tratamiento acorde.
Es habitual que concurra a clases sucio, o con ropa inadecuada para la estación, sin que la condición de sus padres sea la de pobreza extrema.
Hay antecedentes de alcoholismo o consumo de drogas en el niño o la familia.
El niño/a comenta que frecuentemente se queda solo en casa o al cuidado de otro menor.
Considere la posibilidad de negligencia o abandono cuando sus padres o mayores a cargo:
Se muestran indiferentes a lo que los docentes dicen del niño/a.
Su comportamiento en relación al niño/a o la institución es irracional.
Padecen de alcoholismo u otra dependencia.
Tienen una situación socio económica que no explica el descuido en la higiene, el uso de vestimenta inadecuada para la estación, o la imposibilidad de solución de algunos de sus problemas de salud que presenta el niño/a.
SIGNOS DE ABUSO SEXUAL
Es necesario remarcar que el grado de afectación o impacto sobre la niña/o depende de varios factores como quien perpetró el abuso, la cronicidad del hecho, la utilización de fuerza, la personalidad particular de la niña/o abusada/o, su edad o sexo, etc. Es por ello que la niña/o abusada/o puede responder de variadas formas. Teniendo en cuenta ello, considere la posibilidad de abuso sexual cuando el niño/a:
Tiene dificultades para sentarse o caminar.
Repentinamente no quiere hacer ejercicios físicos.
Demuestra comportamientos o conocimientos sexuales inusuales o sofisticados para la edad.
Tiene o simula tener actividad sexual con otros compañeros menores o de la misma edad.
Queda embarazada o contrae enfermedades de transmisión sexual antes de los 14 años.
Hay antecedentes de haber huido de la casa.
Dice que fue objeto de abuso sexual por parte de parientes o personas a su cuidado.
Considere la posibilidad de abuso sexual cuando los padres o tutores:
Son extremadamente protectores del niño/a.
Limitan al extremo el contacto de su hijo/a con otros niños, en especial si son del sexo opuesto.
Ninguno de estos signos por si solo demuestra o prueba que el maltrato físico está presente en la casa de este niño. Alguno de estos signos suelen hallarse en algún momento, en algún niño o familiar. Cuando los mismos aparecen en forma repetida o se combinan entre sí, es necesario que el docente considere la posibilidad que este niño este sufriendo algún tipo de maltrato e intente algún acercamiento más íntimo con él y su situación.
SIGNOS DE MALTRATO EMOCIONAL
Considere la posibilidad de maltrato emocional cuando el niño/a:
Muestra comportamientos extremos, algunas veces una conducta que requiere llamados de atención y otras pasividad extrema.
Asume tanto roles o actitudes de "adulto", como por ejemplo cuidar de otros niños, como otras demasiado infantiles para su edad.
Muestra un desarrollo físico o emocional retrasado.
Ha tenido intentos de suicidio.
Considere la posibilidad de maltrato emocional cuando sus padres o tutores:
Constantemente menosprecian, o culpan al niño/a.
No les importa lo que pasa o les dicen los maestros acerca del niño, o se niegan a considerar la ayuda que le ofrecen para superar los problemas del niño en la escuela.
Abiertamente rechazan al niño/a.
Consecuencias del maltrato infantil
Cuando una persona fue maltratada durante la infancia, en su vida de adulto persisten las consecuencias de esos malos tratos. Entre los efectos de las experiencias vividas se incluyen normalmente algunos de los siguientes:
Baja autoestima.
Acciones violentas o destructivas.
Consumo excesivo de drogas o alcohol.
Matrimonios conflictivos.
Problemas en la crianza de sus hijos.
Problemas en el trabajo.
Pensamientos de suicidio.
Desarreglos alimentarios.
Problemas sexuales.
Problemas de sueños.
Depresión.
Ansiedad generalizada.
Muchos de los adultos que se enfrentan a estos problemas no saben que la causa de estos puede ser el trato que sufrieron en la infancia. Algunos han quedado bloqueados y no recuerdan las situaciones de malos tratos, otros sí la recuerdan pero, sin embargo, no admiten su existencia ni las consecuencias que tienen todavía en sus vidas.
CUADROS ESTADISTICOS
Encuesta a niños de 9 a 11 años de edad sobre maltrato y castigos recibidos:
CAPITULO 3
"A la pregunta de mis estudiantes: ¿por qué se produce el maltrato?, la respuesta que suelo dar es por la incapacidad de comunicarse adecuadamente. En nuestra sociedad se "habla a golpes", en vez de conversar y entender las necesidades, capacidades y potencialidades de los otros".
La escuela, por el rol fundamental e indelegable que desempeña en la vida infantil, es el lugar privilegiado para promover la defensa y la vigencia de los derechos de la infancia, como así también para detectar su posible vulneración (Bringiotti, 2000). El papel de la escuela en relación con la detección del maltrato infantil se considera fundamental ya que podría permitir un abordaje precoz que favoreciera una evaluación de la situación y de los daños que ella implica, posibilitando un trabajo que podría modificar la situación del maltrato.
Sin embargo, existen distintas "miradas" o "lecturas" respecto a la violencia contra los niños, especialmente cuando es originada por sus padres, cuidadores o tutores, las respuestas pueden ser variadas:
Negar el problema: "No creo que sea cierto".
El problema existe, pero no es de nuestra incumbencia: "Es un delito de instancia privada".
Justificarlo: "Se lo merece por cómo es".
Minimizarlo: "No es tan grave como para exigir alguna intervención"
Paralizarse: "No se puede hacer nada; hacer algo es peor".
Estas respuestas, si bien normales y esperables en función del impacto que provoca en los profesores el tomar conocimiento del maltrato infantil llevado a cabo por los padres, obstaculizan la posibilidad de pensar en cada caso algunas estrategias posibles, que intenten un diagnóstico de la situación y favorezcan estrategias de intervención.
La conducta del profesor respecto de la verbalización de los niños en relación con situaciones de abuso y maltrato debería ser responsable, seria y comprometida, por ello es importante:
Creer siempre en lo que el niño/a manifiesta.
Contribuir a atenuar el sentimiento de culpabilidad que los niños sienten ante el abuso o maltrato.
Buscar siempre el asesoramiento de profesionales o docentes capacitados tanto para abordar el tema como para decidir los pasos a seguir.
Realizar la comunicación del hecho a los organismos pertinentes a la brevedad posible, si esta decisión surgiera del asesoramiento.
PASOS A SEGUIR
Las autoridades escolares deben transformarse en participantes activos en la prevención del abuso infantil en cualquiera de sus formas. Es por ello que todos aquellos actores involucrados más directamente con el cuidado y tutela del niño (docentes comunes y de escuelas especiales, personal de guarderías o jardines de infantes, personal de salud, institutos de rehabilitación para niños con discapacidades físicas, asistentes sociales de organismos oficiales, etc.) deben recibir capacitación adecuada para cumplir con su obligación de desarrollar tareas de prevención, identificación y comunicación o denuncia del maltrato infantil en cualquiera de sus formas.
Identificación
El siguiente paso ante la sospecha o evidencia de un incidente de maltrato es su comunicación o denuncia ante los organismos oficiales pertinentes. El maltrato a un niño está penalizado por la ley (Código del niño, niña y adolescente) y el comunicarlo a la autoridad es un derecho para el ciudadano común y una obligación para los empleados públicos en general y maestros, docentes, médicos, enfermeras, asistentes sociales, en particular, por las características de su trabajo. El denunciante no tiene que probar el maltrato, ni cómo o cuándo sucedió el mismo ni por qué investigar; una vez hecha la comunicación, será la justicia quien lo haga.
Denuncia o comunicación
Una vez hecha la denuncia o comunicación, el juzgado civil está automáticamente involucrado en su seguimiento. Formulada por cualquier medio la denuncia, el juez, al tomar conocimiento de los hechos que motivaron la denuncia, podrá ordenar la exclusión del autor del maltrato, de la vivienda donde habita el grupo familiar, prohibiendo el acceso de éste al domicilio del damnificado, como a los lugares de trabajo o estudio y decretar provisoriamente alimentos, tenencia y derecho de comunicación con los hijos.
Evaluación inicial e investigación
Es extremadamente perturbador para un docente el tomar conocimiento o simplemente sospechar que un colega puede estar maltratando a un alumno. A pesar de ello esto puede ocurrir y en estos casos el niño maltratado requiere una protección especial. No olvidar que el niño/a está hablando de un hecho que lo perturba, le genera culpa e involucra a alguien que tiene poder sobre él.
Cuando "la escuela" sospecha que uno de los suyos es un abusador, mas aún en aquellos casos en que se trata de un empleado de larga trayectoria, una respuesta puede ser que se niegue o ignore lo sucedido. Antes de cualquier intervención se deberá solicitar el asesoramiento de profesionales y/o docentes capacitados en el abordaje de esta problemática.
Maltrato infantil en la escuela
QUÉ HACER | QUÉ NO HACER |
– Asegurarse que quien interrogue sea alguien en quien el niño confíe. – Asegurarse que el docente que lleve a cabo el interrogatorio sea el más capacitado para esta tarea. – Asegurarse que el interrogatorio se haga en un lugar tranquilo y privado. – Sentarse al lado del niño, no en frente de él. – Decirle al niño que esta conversación es privada y muy personal pero por tratarse de un problema serio la escuela deberá denunciar lo ocurrido a la justicia. – Realizar las preguntas y mantener una conversación en el lenguaje más comprensible al niño. – Si algún termino o palabra no se entiende, pedir al niño que trate de clarificarlo. – Si de las respuestas surgiera que se deberán cumplimentarse otras instancias, explicarlo claramente. | – Manifestar que hablarán del "problema", "la falta". – Descalificar o criticar las palabras que usa el niño en el relato de lo sucedido. – Sugerir las respuestas. – Presionar si es que no responde a algunas preguntas. – Dejar translucir que nos impresionamos por lo sucedido, por su conducta, o la de sus padres. – Presionar o forzar al niño para que se quite sus ropas. – Realizar el interrogatorio con otros docentes. – Dejar al niño solo en compañía de un extraño. |
INTERROGATORIO EN LA ESCUELA
CUANDO HABLEMOS CON LOS PADRES
QUÉ HACER | QUÉ NO HACER |
– Elegir la persona más apropiada para esta situación. – Mantener la charla en un lugar privado. – Explicar el motivo del encuentro previo a cualquier interrogatorio. – Ser lo más directo, honesto y profesional posible. – Avisar a los padres que la escuela, por su obligación a hecho o deberá hacer la denuncia. |
– Tratar de probar que hubo maltrato; esta no es función del docente. – Demostrar angustia, horror o desaprobación ante la situación, o hacia las manifestaciones del niño o familiares. – Hacer juicios sobre el niño sus tutores o su relación. – Interrogar sobre asuntos familiares que no tengan que ver con la situación específica. |
CAPITULO 4
"La comunicación es prevención porque posibilita encontrar un espacio, ser protagonistas, aprender a respetar al otro, a formar espíritu crítico, aceptar el error como incentivo para la búsqueda de otras alternativas y ayuda a superar las dificultades porque la carga se reparte".
Se debe entender como prevención "aquellas acciones que se disponen y ejecutan con anticipación para evitar que un hecho suceda o, de haberse producido, para evitar que el daño que causa el mismo continúe" (DNA, 1999).
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