- Acerca de las interpretaciones teológicas que, a mi entender, pueden darse a estos jeroglíficos
- Las interpretaciones filosóficas según el Magisterio de Hermes
Libro de Nicolas Flamel que contiene la explicacion de las figuras jeroglificas que ha mandado colocar en el Cementerio de los Santos Inocentes de París
Aunque yo, NICOLAS FLAMEL, escribano y vecino de París, en este año de 1399, y residiendo en mi casa de la rue des Ecrivains, cerca de la capilla de St. Jacques de la Boucherie. Aunque -digo- no haya aprendido más que un poco de latín, debido a los escasos medios de mis padres, que eran estimados, incluso de mis envidiosos, como gente de bien: sin embargo, por la gracia de Dios y la intercesión de los bienaventurados santos y santas del paraíso, y sobre todo de monseñor Santiago de Galicia, he podido llegar a los libros de los Filósofos y aprender sus ocultos secretos.
Al acordarme de este bien y de rodillas -si el lugar lo permite o en mi corazón con toda sinceridad, nunca dejaré de dar gracias a este benigno Dios que nunca deja al hijo del justo mendigar por las puertas, y que nunca defrauda a los que esperan su bendición. Así pues, cuando tras la muerte de mis padres me ganaba la vida en nuestro arte de escritura, haciendo inventarios, cuentas, frenando los gastos de tutores y menores, me vino a las manos por dos florines, un libro dorado muy viejo y amplio.
No era papel ni pergamino como los demás, sino que era de cortezas (así me pareció) de tiernos arbustos. Sus tapas eran de fino cobre, grabado con letras y figuras extrañas. Creo que podían ser caracteres griegos u otra lengua antigua similar, pues no sabía leerlo, y no eran letras latinas o galas, ya que de esas entiendo un poco. En el interior, las hojas de corteza estaban grabadas con gran perfección y escritas con buril de hierro, unas letras latinas coloreadas, muy bellas y claras.
Contenía tres veces siete folios; así estaban numerados en lo alto de la hoja. El séptimo de ellos no contenía escritura alguna.
En su lugar había pintado en el primer séptimo, un látigo y unas serpientes mordiéndose.
En el segundo séptimo, una cruz con una serpiente crucificada.
En el último séptimo estaban pintados unos desiertos por donde corrían hermosas fuentes de las que salían varias serpientes que corrían por todos lados.
En el primer folio aparecían en gruesas letras capitales doradas: Abraham Judío, Príncipe, sacerdote, levita, astrólogo y filósofo. A la nación judía dispersa por la ira de Dios, SALUD, D. I. Después de esto, aparecían grandes imprecaciones y maldiciones (con la palabra varias veces repetida: MARANATHA), dirigidas a todo el que posase ahí sus ojos, si no era sacrificador o escriba. El que me vendió el libro no sabía lo que valía, ni yo cuando lo compré. Creo que se lo robaron a los miserables judíos, o lo encontraron oculto en el antiguo lugar en que habitaban.
En el segundo folio, consolaba a su nación, aconsejándola abandonar los vicios y, sobretodo, la idolatría, y esperar con paciencia la venida del Mesías que vencerá a todos los reyes de la tierra, y reinará con su pueblo en gloria eterna. Sin duda se trataba de un hombre muy sabio.
En el tercer folio y en los siguientes, para ayudar a su cautiva nación a pagar los tributos a los emperadores romanos, y para hacer otra cosa que no diré, les enseñaba la transmutación metálica con palabras comunes, pintaba los vasos a un lado, y advertía sobre los colores de todo el resto, excepto del primer Agente del que nada hablaba; pero, – como el decía-, lo pintó con gran artificio en el tercer y cuarto folio. Y aunque estuviese muy claramente pintado, nadie lo pudiera interpretar de no estar muy avanzado en su Cábala tradicional y de no haber estudiado mucho los libros de los filósofos.
El cuarto y quinto folio no tenían escrituras, pero estaban llenos de bellas figuras iluminadas o pintadas con gran artificio. En el cuarto folio pintó en primer lugar a un joven con alas en los talones y con un caduceo en la mano rodeado de dos serpientes, con el que se golpeaba un casco que le cubría la cabeza.
Me pareció el dios Mercurio de los paganos. Contra él venía, corriendo y volando con las alas abiertas, un viejo que llevaba un reloj atado a la cabeza y en sus manos una guadaña como la Muerte, con la que, -furioso-, quería cortar los pies a Mercurio.
Al otro lado del cuarto folio, pintó una bella flor en la cima de una alta montaña, a quien el Aquilón agitaba fuertemente. Tenía el tallo azul, las flores blancas y rojas, las hojas brillantes como oro fino; a su alrededor ponían su guarida los dragones y grifos del Aquilón.
En el quinto folio había un hermoso rosal florido en medio de un bello jardín, apoyado sobre una encina hueca;
a sus pies cantaba una fuente de agua muy clara que se precipitaba en un abismo, pero que primero pasaba por las manos de muchísimas gentes que escarbaban en el suelo buscándola; pero como eran ciegos, nadie la encontró, excepto uno que notó su peso.
En la página opuesta del quinto folio, había un rey con un gran machete y que hacía matar en su presencia, por medio de soldados, a gran número de niños cuyas madres lloraban a los pies de los impíos esbirros. Esta sangre era luego recogida por otros soldados y colocada en un gran Vaso donde el Sol y la Luna se venían a bañar. Y debido a que esta historia se parece bastante a la de los Inocentes muertos por Herodes, y en este libro he aprendido la mayoría del Arte, ha sido causa de que haya puesto en su Cementerio esos símbolos jeroglíficos de la ciencia oculta.
Esto era lo que se contenía en estos primeros folios. No diré lo que, en un muy bello y claro latín, estaba escrito en los demás folios, pues Dios me castigaría al cometer yo una maldad aún mayor que aquel de quien se dice que deseaba que todos los hombres del mundo tuvieran una sola cabeza para cortársela de un golpe.
Poseyendo pues, yo este hermoso libro, me apliqué día y noche en estudiarlo, y comprendí muy bien todas las operaciones que incluía. Pero no sabía con qué materia empezar, me causó gran tristeza y quedé solitario suspirando continuamente. Mi mujer, Perennelle, a la que amaba como a mí mismo y con quien acababa de desposarme, estaba muy extrañada y me consolaba con todo su corazón preguntándome si podría librarme de mi pena. No pude contener mi lengua y le dije todo, mostrándole este hermoso libro. Enseguida se entusiasmó con él, como yo, tomando gran placer en contemplar sus bellas cubiertas, grabados, imágenes y retratos, que comprendía tan escasamente como yo. Sin embargo, me fue de gran consuelo hablar con ella y conversar sobre lo que sería preciso para su interpretación.
Por fin hice pintar de la manera más natural posible en mi hogar, todas las figuras del cuarto y quinto folios, que mostré en París a varios sabios y que no entendieron más que yo. Incluso les advertí que esto se había encontrado en un libro que trataba de la Piedra Filosofal; pero la mayoría se burlaron de mí y de la bendita Piedra, excepto uno llamado Anselmo, que era licenciado en Medicina y había estudiado mucho esta ciencia. Tenía muchas ganas de ver mi libro y hubiera dado cualquier cosa por verlo, pero yo le convencí de que no lo tenía, aunque le hice cumplida descripción de su método. Decía él que el primer retrato representaba al tiempo que todo lo devora, y que se necesitaban seis años – según los seis folios escritos para perfeccionar la piedra. Sostenía que había que girar el reloj y no cocer más.
Cuando le dije que eso estaba pintado para demostrar y enseñar el primer Agente (como se decía en el libro), respondió que esta cocción de seis años era como un segundo Agente, que desde luego el primer Agente estaba pintado, y era el agua clara y pesada que sin duda se trataba del mercurio, y que no era posible fijarlo ni cortarle los pies, o sea, quitarle la volatilidad si no era por medio de esta cocción larga en pura sangre de niños. En esta sangre el mercurio se uniría con el oro y la plata, y primero se convertiría con ellos en una hierba semejante a la pintada, y luego, después de la corrupción por medio de serpientes totalmente desecadas y cocidas en fuego, se reducirían a polvo de oro, o sea a la Piedra.
Fue esta la causa de que en el largo espacio de veintiún años, hiciera mil mezclas, no siempre con sangre, cosa fea y vil, ya que en mi libro hallé que los filósofos llaman sangre al espíritu mineral que hay en los metales, sobre todo en el Sol, la Luna y mercurio, cuya conjunción intenté siempre. Pero estas interpretaciones eran casi siempre más sutiles que reales, ya que nunca ví en mis operaciones los signos escritos al tiempo en mi libro.
Siempre empezaba de nuevo; y cuando estaba a punto de perder la esperanza de entender estas figuras, hice una prome sa a Dios y a Santiago de Galicia para impetrar la interpretación de éstas a algún sacerdote judío en alguna de las Sinagogas de España. Con el consentimiento de Pernelle y llevando conmigo el resumen de estas figuras, tomé el hábito y el bordón, como puede verse al exterior de este mismo arco donde sitúo estas figuras jeroglíficas dentro del Cementerio, y donde también he puesto a uno y otro lado de la pared, una procesión donde figuran ordenadamente todos los colores de la piedra, con esta escritura en francés: Mault plaist à Dieu processión S"elle este faite en devotion. (Lo que casi es el principio del libro del rey Hércules, que trata sobre los colores de la piedra, titulado: "El Iris" y que dice: Operis processio multum naturae placet , y que he puesto aquí exprofeso para los sabios que entiendan lo que alude).
Me puse, pues, en camino y llegué a Montjoye, y luego a Santiago, donde cumplí mi voto con gran devoción. A la vuelta, encontré en León a un mercader de Boulogne quien me presentó a un médico judío convertido al cristianismo, y que era muy sabio. Se llamaba Maestro Canches, Cuando le mostré las figuras de mi resumen, preso de extrañeza y alegría, me preguntó de inmediato si sabía algo del libro de donde fueron sacadas. Le respondí en latín de la misma manera en que me preguntó que esperaba buenas noticias si alguien me descifraba esos enigmas. De inmediato y poseído de gran ardor y alegría, empezó a descifrar el principio.
Para no ser más extenso, y muy contento, él, por tener noticias de dónde se hallaba este libro y yo de oírle hablar (había oído hablar mucho de él, pero como de algo que se daba por perdido, como él decía). Solucionamos el viaje, y de León pasamos a Oviedo, y de ahí a Sanson, donde por mar llegamos a Francia. Nuestro viaje fue bastante bueno, y ya cuando entrábamos en el Reino, la mayor parte de las figuras habían sido interpretadas justo hasta donde estaban los mayores misterios (lo cual encontré maravilloso). Cuando llegamos a Orleáns, este sabio cayó muy enfermo, y afligido por grandes vómitos que le quedaban de los que sufrió en la travesía, temió tanto que yo lo abandonara que no podía imaginar nada igual; y aunque siempre estaba a su lado, me llamaba incesantemente. Por fin murió al cabo del séptimo día de enfermedad y yo que dé muy triste. Como mejor pude lo hice enterrar en la iglesia de la Santa Cruz de Orleáns, donde aún reposa. Dios guarde su alma, pues murió muy cristiano, y si la muerte no me lo impide, es muy cierto que he de dar a esta iglesia algunas rentas para que todos los días digan algunas misas por su alma.
Quien quiera conocer mi llegada y la alegría de Pernelle, que nos contemple a los dos en esta ciudad de París, en la puerta de la capilla de St. Jacques de la Boucherie, junto a mi casa; allí estamos pintados ; yo, dando gracias a los pies de Santiago de Galicia, y Pernelle a los de San Juan, a quien había invocado muchas veces. Tanto es así que por la gracia de Dios y la intercesión de la bienaventurada y santa Virgen, y de los santos Santiago y Juan, conocí lo que deseaba, o sea, los primeras Principios, aunque no todavía su primera preparación cosa que es muy difícil. Lo obtuve por fin tras muchos errores por casi tres años, durante los cuales no hice más que estudiar y trabajar, así como estoy representado fuera de este arco (donde he puesto procesiones en los dos pilares de éste) a los pies de Santiago y San Juan, rogando a Dios con un rosario en la mano y leyendo atentamente en un libro, pesando las palabras de los filósofos y tratando de hacer las operaciones que, por sus solas palabras, me imaginaba.
Al fin encontré lo que quería, y lo conocí enseguida por el olor fuerte. Con esto pude ya cumplir fácilmente el Magisterio. Y conociendo la preparación de los primeros Agentes, siguiendo al pie de la letra el libro, no hubiera podido fallar aunque quisiera. La primera vez que hice la proyección fue sobre mercurio, del que casi media libra convertí en plata pura, mejor que la de la mina; como he ensayado varias veces y he hecho ensayar. Fue un lunes 17 de enero de 1382, hacia el mediodía, cuando en mi casa y con la sola presencia de Pernelle, lo hice.
Poco después, y siguiendo siempre al pie de la letra mi libro, lo hice con la piedra roja sobre cantidad similar de mercurio, en presencia también de Petronila y en la misma casa. Fue el 25 de abril del mismo año, hacia las cinco de la tarde. Entonces trasmuté en casi otro tanto de oro puro mucho mejor que el oro corriente, más suave y maleable. Lo puedo decir con certeza.
Lo he vuelto a hacer tres veces con ayuda de Petronila que lo entendía tan bien como yo, por haberme ayudado en las operaciones; si ella hubiese querido hacerlo sola lo hubiera conseguido. Ya tenía bastante haciéndolo una sola vez, pero me complacía mucho contemplar en los vasos las admirables obras de la Naturaleza.
Para indicarte cómo lo hice por tres veces, veras este arco -si lo puedes reconocer- tres hornos semejantes a los que empleamos en nuestras operaciones. Temí por mucho tiempo que Pernelle no pudiera ocultar la alegría de su gran felicidad, que yo medía por la mía, y no dejase escapar alguna palabra a sus padres, sobre los grandes tesoros que poseíamos, ya que la alegría extrema quita el sentido lo mismo que la gran tristeza. Pero la bondad de Dios no sólo me colmó con la bendición de darme una mujer casta y discreta, ya que no era únicamente capaz de razonar, sino también de perfeccionar lo que era razonable, y más discreta y cauta que la mayoría de las mujeres. Sobre todo era muy devota, y por eso, viéndose sin esperanzas de hijos y de edad avanzada, empezó a pensar conmigo, en Dios y a holgar con obras de misericordia.
Cuando escribí este comentario a fines de 1413, después de la muerte de mi fiel compañera que añoraré toda mi vida, ella y yo habíamos ya fundado y dotado catorce Hospitales en París, construido tres capillas; dotado con bienes y rentas siete iglesias (con reparación de sus cementerios), aparte de lo que habíamos hecho en Boulogne, que no es menos que lo que aquí hemos hecho. No voy a hablar del bien que juntos hicimos a los pobres huérfanos; si dijera sus nombres y cómo lo hacía, podría molestar a estas buenas personas que Dios bendiga; cosa que por nada del mundo quiero hacer. Habiendo construido estas iglesias, cementerios y hospitales de esta ciudad, resolví hacer pintar en el cuarto arco del cementerio de los Inocentes (entrando por la puerta grande de la calle St. Denis, a mano derecha), las más auténticas y esenciales señales del arte aunque veladas con alusiones jeroglíficas a imitación de las del libro dorado del judío Abraham. Representan dos cosas, a saber: primero los misterios de nuestra resurrección futura e indudable en el día del Juicio y advenimiento del buen Jesús. Historia ésta que es muy propia de un cementerio. Luego, para los que son entendidos en filosofía natural, todas las principales y necesarias operaciones del Magisterio.
Estas figuras jeroglíficas serán los dos caminos que lleven a la vida celeste. El primero más abierto, enseña los secretos misterios de nuestra salvación, como luego demostrare . El otro mostrará al hombre por poco que sepa de la piedra, el camino derecho para la obra, que una vez perfeccionada por alguien, lo cambiará de malo en bueno, y le quitará la raíz de todo pecado (que es la avaricia) haciéndolo liberal, dulce, piadoso, religioso y temeroso de Dios, por malvado que haya sido antes. Después de esto quedará por siempre maravillado con la gracia y misericordia que ha obtenido de Dios, y de la profundidad de sus divinas y admirables obras.
Son estas las causas que me han obligado a poner estas figuras de esa manera y en un lugar como un cementerio; ya que si alguien obtiene el inestimable bien de la conquista de este rico vellocino, que piense como yo en que no hay que mantener enterrado el talento de Dios comprando tierras y posesiones que son las vanidades de este mundo, sino que hay que socorrer a sus hermanos, acordándose de que este conocimiento se ha adquirido a base de los huesos de los muertos entre los cuales se ha de encontrar pronto, y tras esta vida pasajera habrá que rendir cuentas ante un justo y temible juez que censurará toda palabra ociosa y vana.
Aquel que haya pesado mis palabras, conocido y entendido mis figuras (sabiendo entonces los primeros principios) que haga para gloria de Dios, el Magisterio de Hermes, acordándose de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y todas las demás Iglesias, Cemente rios y Hospitales, y sobre todo de la Iglesia de los Santos Inocentes de esta ciudad, en cuyo cementerio habrá visto estas verdaderas demostraciones, y que abra ampliamente su bolsa a los pobres menesterosos, a las buenas gentes abandonadas, a los enfermos, viudas y pobres huérfanos. Así sea.
ACERCA DE LAS INTERPRETACIONES TEOLÓGICAS QUE, A MI ENTENDER, PUEDEN DARSE A ESTOS JEROGLÍFICOS
He donado a este cementerio un osario que está frente al cuarto arco. El cementerio queda en medio.
En uno de los pilares del osario he mandado dibujar y pintar burdamente a un hombre completamente negro que observa estos jeroglíficos y a cuyo alrededor aparece escrito en francés: Je voy merveille dont moult je m"ebahis (veo maravillas que me maravillan). Había también unas placas de hierro y cobre dorado, al Este, Oeste y Sur del arco donde están los jeroglíficos. El cementerio en medio representando la Santa Pasión y Resurrección del Hijo de Dios.
Esto debe ser interpretado por el sentido común teológico, a no ser que este hombre negro pueda exclamar maravillas al ver las obras admirables de Dios en la transmutación de los metales representados en este jeroglífico, que mira con tanta atención; y ver enterrar tantos cuerpos muertos que saldrán de su tumba en el terrible día del Juicio. Por otra parte no creo que haya que explicar según el sentido teológico, este vaso de tierra que está a la derecha de las figuras y que contiene una escritura, o mejor un vaso de Filosofía (si se quitan los lazos que unen el cañón a la corneta). Tampoco hay que explicar los otros dos vasos similares que están a los lados de las figuras de San Pedro y San Pablo, en uno de los cuales hay una N. -que quiere decir Nicolás- y en otro una F. que significa "Flamel".
Estos vasos quieren decir que en los similares a ellos he realizado el Magisterio por tres veces. Quien piense que he puesto estos vasos como escudo de armas para representar en ellos este escrito y las iniciales de mi nombre, que lo haga si quiere, porque ambas interpretaciones son verdaderas. Tampoco hay que interpretar en sentido teológico el siguiente texto: "Nicolás Flamel y su mujer Pernelle", ya que significa solamente que yo y mi mujer ma ndamos construir este arco.
En cuanto al tercero, cuarto y quinto cuadros que van a continuación y que llevan escrito: "Cómo fueron muertos los Inocentes por orden del rey Herodes, su sentido teológico queda bien entendido con este texto. Hay que hablar del resto que está encima. Los dos Dragones unidos de color negro y azul en campo de sabre, -o sea, negro-, uno de los cuales tiene alas doradas y el otro no las tiene, son los pecados que se prolongan naturalmente, porque el uno nace del otro. De estos pecados, unos pueden rechazarse fácilmente nada más venir, pues vuelan siempre hacia nosotros. Pero los que no Esto debe ser interpretado por el sentido común teológico, a no ser que este hombre negro pueda exclamar maravillas al ver las obras admirables de Dios en la transmutación de los metales representados en este jeroglífico, que mira con tanta atención; y ver enterrar tantos cuerpos muertos que saldrán de su tumba en el terrible día del Juicio. Por otra parte no creo que haya que explicar según el sentido teológico, este vaso de tierra y que está a la derecha de las figuras y que contiene una escritura, o mejor un vaso de Filosofía (si se quitan los lazos que unen el cañón a la corneta). Tampoco hay que explicar los otros dos vasos similares que están a los lados de las figuras de San Pedro y San Pablo, en uno de los cuales hay una N. -que quiere decir Nicolás y en otro una F. que significa "Flamel". Estos vasos quieren decir que en los similares a ellos he realizado el Magisterio por tres veces. Quien piense que he puesto estos vasos como escudo de armas para representar en ellos este escrito y las iniciales de mi nombre, que lo haga si quiere, porque ambas interpretaciones son verdaderas. Tampoco hay que interpretar en sentido teológico el siguiente texto: "Nicolás Flamel y su mujer Pernelle", ya que significa solamente que yo y mi mujer mandamos construir este arco. En cuanto al tercero, cuarto y quinto cuadros que van a continuación y que llevan escrito: "Cómo fueron muertos los Inocentes por orden del rey Herodes", su sentido teológico queda bien entendido con este texto. Hay que hablar del resto que está encima. Los dos Dragones unidos de color negro y azul en campo de sabre, -o sea, negro-, uno de los cuales tiene alas doradas y el otro no las tiene, son los pecados que se prolongan naturalmente, porque el uno nace del otro. De estos pecados, unos pueden rechazarse fácilmente nada más venir, pues vuelan siempre hacia nosotros. Pero los que no tienen alas no pueden ser rechazados, como ocurre con los pecados contra el Espíritu Santo. El oro en las alas significa que la mayoría de estos pecados vienen del sagrado hambre del oro que vuelve ansiosas a tantas gentes, y les hace pensar con tanta vehemencia en dónde poder hallarlo. El color negro y azul indican los deseos que surgen de los tenebrosos abismos del infierno, y que debemos rechazar totalmente. Estos dos dragones también pueden representar moralmente las legiones de espíritus malignos que siempre están rodeándonos y que nos acusarán ante el justo jue z en el día del Juicio y que pedirán nuestra perdición. El hombre y la mujer que van a continuación en color anaranjado en campo de azur, indican que el hombre y la mujer no deben tener su espíritu en este mundo (el naranja indica desesperación) o poner aquí toda su esperanza. El color de azur sobre el que están pintados, significa que hay que pensar en las cosas futuras del cielo, e indicar cómo lo hace la filacteria del hombre: Homo veniet ad Iudicium Dei , o sea, que el hombre vendrá al juicio de Dios; o cómo la de la mujer: Vere illa dies terribilis erit o sea, "este día será terrible", para que librándonos de los dragones que son los pecados, Dios tenga misericordia de nosotros. A continuación de esto, y en campo de sinople, -o sea verde -, están pintados dos hombres y una mujer que resucitan; uno de ellos sale del sepulcro; los otros salen de la tierra. Los tres de un blanco puro, elevando sus manos ante sus ojos y éstos hacia el cielo. Sobre ellos hay dos ángeles tocando instrumentos musicales, como si llamaran a Juicio a estos muertos, pues sobre los ángeles aparece la imagen de N. S. Jesucristo con el mundo en la mano, y un ángel coronándole la cabeza asistido por otros dos que ostentan en sus filacterias: 0 Pater omnipotens, o Iesu bone (Oh Padre todopoderoso, oh buen Tesús). A la derecha del Salvador está San Pablo, vestido de blanco anaranjado, con una espada, y a sus pies hay un hombre vestido de naranja con pliegues negros y blancos, que se parece a mí; está pidiendo perdón por sus pecados con las manos juntas de las que salen estas palabras escritas en una banda: Dele mala quae feci (quitadme los males que he hecho). A la izquierda aparece San Pedro con su llave, vestido de rojo anaranjado y con la mano apoyada en una mujer -vestida de anaranjado que está a sus rodillas. Se parece a Petronila, tiene las manos juntas con una banda y la inscripción: CHRISTE: precor esto pius (Oh Cristo ten misericordia de mí). Tras ella hay un ángel de rodillas con una filacteria que dice: Salve Domini angelorum (te saludo oh Señor de los ángeles). Hay también un ángel arrodillado detrás de mi imagen, al lado de San Pablo, que sostiene una banda que dice: 0
Rex sempiterne (Oh rey eterno). Todo esto está muy claro, según la explicación de la resurrección en el Juicio futuro. Este arco se pintó para representar esto precisamente, por
eso no hay que insistir más, ya que hasta los más ignorantes e incapaces podrían darle esta explicación. Después de los tres que resucitan, aparecen dos ángeles también en naranja, sobre campo azul, en cuyas filacterias se lee: Surgite mortui venite ad iudicium Domini mei (muertos, levantaos, venid al juicio de mi Señor). Esto sirve también para interpretar la Resurreccion, igual que las figuras que siguen *las ultimas ya que estan sobre campo violeta. Un hombre rojo bermellon que sostiene Ia pata de un leon pintado tambien en rojo bermellon, con alas, y con las fauces abiertas como para devorarlo. Se puede decir que representa al desgraciado pecador que, aletargado en Ia corrupcion de los vicios, muere sin arrepentimiento ni confesion; sin duda sera entregado ese temible dia, al diablo, representado aqui en ese leon rugiente que se lo ha de llevar.
LAS INTERPRETACIONES FILOSÓFICAS SEGÚN EL MAGISTERIO DE HERMES
Deseo de todo corazón que aquel que busque los secretos de los sabios, -repasando en su espíritu estas ideas sobre la vida y la resurrección futura saque primero provecho de éstas. En segundo lugar que sea más previsor que antes; que profundice acerca de mis figuras, colores y filacterias, sobre todo éstas; ya que en este arte no se habla vulgarmente. Que luego se pregunte a sí mismo por que San Pablo está a la derecha, en el lugar en que se suele representar a San Pedro, y San Pedro en el lugar de San Pablo. Por qué San Pablo está vestido de blanco anaranjado, y San Pedro de naranja rojizo. Por qué el hombre y la mujer que están a los pies de estos santos rogando a Dios como si fuera el día del Juicio, están vestidos de colores diversos y no desnudos y en los huesos, como resucitando. Por qué en el día del Juicio, se ha pintado a ese hombre y esa mujer a los pies de los santos, ya que deben aparecer mas abajo, en la tierra, no en el cielo. Por qué los dos ángeles anaranjados en cuyas bandas se lee: Surgite mortui, venite ad iudicium Domini mei, aparecen vestidos de ese color y fuera de su sitio que debe estar en lo alto del cielo con los otros que tocan instrumentos. Por qué tienen campo violeta y azul, y sobre todo por qué su filacteria, que habla a los muertos, termina en las fauces de un león rojo que vuela. Quisiera que después de éstas y otras preguntas que justamente pueda hacerse, abriera los ojos del espíritu y concluyera que esto se hizo por una causa. Seguramente que bajo su aspecto hay grandes secretos, y hay que rogar a Dios para que se los descubra. Habiendo así guiado por grados su conocimiento, deseo también que crea que estas figuras y explicaciones no se han dado para aquellos que jamás han visto los libros de los filósofos, y que, ignorantes de los principios metálicos, nunca se podrán llamar hijos de la Ciencia, pues si pretenden comprender estas cosas ignorando el primer Agente, se equivocarán y nunca entenderán nada. Que nadie me reproche si no me entiende con facilidad, pues ser más reprobable que yo, ya que al no estar iniciado en estas secretas y absolutas interpretaciones del primer Agente (que es la llave que abre las puertas de todas las ciencias), sin embargo, quiere entender lo mas sutiles conceptos de los filósofos, que muy celosamente lo han escrito para aquellos que ya poseen estos principios que no se encuentran en ningún libro porque es cosa de Dios que se los revela a quien le place, o se los hace enseñar a viva voz y por tradición cabalística, a un maestro; y eso pasa raras veces. Entonces hijo mío (te puedo llamar así porque soy muy viejo, y porque eres hijo de la ciencia), que Dios te deje aprender y luego trabajar para su gloria. Escúchame atentamente y no sigas adelante si ignoras los principios de que acabo de hablar.
PRIMERA FIGURA
UNA ESCRIBANÍA EN UN NICHO EN FORMA DE HORNO
Este vaso de tierra con esta forma, es llamado por los filósofos, Triple vaso, pues en mitad de él hay un estante conteniendo una escudilla llena de cenizas templadas, en la que está situado el huevo filosofal; es un matraz de vidrio que ves ahí pintado en forma de escribanía, y que está lleno de elementos del Arte, o sea, de la espuma del Mar Rojo y grasa de viento mercurial. Este vaso de tierra se abre por arriba para colocar dentro la escudilla y el matraz bajo los cuales, -y por esta puerta-, se pone el fuego filosófico como ya sabes. Tienes así tres vasos, un vaso triple. Los ávidos de él lo llaman: Athanor, criba, redoma, guano, baño-maría, horno, esfera, león verde, prisión, sepulcro, orinal, parte inferior del alambique. En mi Sumario filosófico, que compuse hace cuatro años y dos meses, lo llamé casa y habitáculo del Pollo, y a las cenizas de la escudilla: paja de pollo. Su nombre común es horno, y nunca lo hubiera encontrado si Abraham el Judío no me lo hubiese pintado con su fuego proporcionado, que es una gran parte del secreto, pues es como el vientre y la matriz que contienen el verdadero calor natural para animar a nuestro joven Rey. Calid dice: –Si este fuego no se mide clibánicamente-, –Si se enciende con la espada -dice Pitágoras-
, –Si quemas tu vaso -dice Morienus – y le haces sentir el ardor del fuego, te dará un soplo, y quemará sus flores antes de que suban de lo profundo de su sustancia. Saldrán más rojas que blancas y entonces tu operación se destruirá, de igual manera si pones mucho fuego, pues así tampoco verás el fin debido a que las naturalezas se enfrían y congelan y no tendrán movimientos suficientemente fuertes para digerirse mutuamente. Hermes y Rosinus dicen: El calor de tu fuego en este vaso, será según el invierno. Diomedes dice: Según el calor del pájaro que empieza a volar muy lentamente después del signo de Aries hasta Cáncer. Has de saber que el niño recién nacido esta lleno de flema fría y leche, y que el calor muy vehemente es enemigo de la frialdad y humedad de nuestro embrión, y que los dos enemigos, o sea los elementos del frío y el calor, se abrasarán por completo, pero poco a poco. Habiendo permanecido largamente primero en el templado calor de su baño convirtiéndose por lenta cocción, en azufre incombustible. Dirige, pues, suavemente, con igualdad y proporción tus altaneras naturalezas, no sea que si favoreces a unas mas que a otras, ellas que son enemigas por naturaleza, se vuelvan contra ti por celos y cólera seca, y te hagan lamentarte muc ho tiempo. Además de esto, tienes que mantener siempre este calor templado día y noche, hasta que el invierno, o sea el tiempo de la humedad de las materias, haya pasado. Entonces ellas harán las paces, se darán la mano y se calentarán juntas. Si se encontraran sin fuego aunque sólo fuera por media hora, serían irreconciliables para siempre. Por eso se dice en el libro de los Setenta Preceptos: Haz que su fuego dure siempre, y que no se olvide ninguno de sus días. Razi dice: La saciedad que lleva siempre consigo el exceso de fuego, esta siempre seguida por el diablo y el error. Diomedes dice: Cuando el pájaro dorado llegue a Cáncer y de ahí corra hasta Libra, tendrás que aumentar un poco el fuego. Y cuando este hermoso pájaro vuele de Libra a Capricornio, que es el deseado otoño, es el tiempo de la recolección de los frutos ya maduros.
SEGUNDA FIGURA
DOS DRAGONES DE COLOR AMARILLENTO, AZUL Y NEGRO, COMO EL CAMPO
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