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Innovaciones tecnológicas: un tema siempre vigente (página 2)

Enviado por Manuel E. Mendoza


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La visión neoclásica

Los modelos neoclásicos postulan la existencia de una función de producción a partir de dos factores: el trabajo y el capital, con rendimientos constantes a escala y rendimientos decrecientes en cada factor. Es importante notar que en ausencia de progreso técnico, a largo plazo la tasa de crecimiento del PBI por habitante tenderá a cero. El cambio tecnológico desde este punto de vista es considerado exógeno al sistema. Tal exogeneidad implica que el progreso tecnológico se produce sin la intervención de los agentes económicos6.

Más tarde, ya iniciada la década del noventa se da a luz a los modelos de crecimiento endógeno donde se niega la exogeneidad del progresos tecnológico, con lo que se cuestiona el carácter decreciente de los rendimientos marginales de los factores, como el capital físico y humano7. Paul Romer es ciertamente el principal expositor de esta corriente. Se empieza a hablar de la economía de las ideas, puesto que son estas las que impulsan las innovaciones. En ese sentido, las ideas son muy diferentes de los demás bienes económicos. Debido a que la idea puede ser consumida con facilidad (al ser correctamente transmitida), y su producción implica costos fijos significativos, posee una de las cualidades de los bienes públicos. Las ideas son no rivales, es decir que una vez que se han inventado, pueden ser usadas por otros, sin costos adicionales significativos. Esta característica implica la importancia de tener el poder de excluir de su uso gratuito a otros, para poder generar beneficios en la comercialización. Es aquí donde entran en juego los derechos de propiedad, que permiten aplicar un precio de mercado más alto que el costo marginal ( el cual tiende a cero) para obtener estas ganancias. Otro aspecto importante es considerar que los bienes no rivales dependen del tamaño del mercado, mientras más grande sea éste, mayores podrán ser las ganancias.

Tecnologías y cambios de paradigma

La ocurrencia de los ciclos económicos, según los supuestos schumpeterianos, se debe a la búsqueda de ganancias extraordinarias y a la diferenciación del desempeño de los entes económicos o de gobierno, que hallan en la tecnología su principal fuente. Esos cambios pueden ser ampliados o radicales (discontinuos), dependiendo del sector económico considerado. Algunas veces, tales cambios tienen un impacto tan arrasador y profundo que alteran el propio sentido en que la sociedad se organiza. Cuando eso ocurre, estamos hablando de cambios de paradigma. En ese sentido, los efectos de los cambios tecnológicos no se restringen solamente al ámbito económico. Ellas provocan transformaciones, algunas veces profundas, en las instituciones y en la manera que los hombres controlan el propio proceso productivo.

Dado que las tecnologías, a partir de las innovaciones, describen todo un proceso de evolución desde que nacen hasta que alcanzan un grado de madurez, juegan un papel importante en los países que no pueden producir inicialmente dichas tecnologías, sino que las adoptan importándolas, una vez producidas. Los países que realizan este proceso, alcanzan éxito si es que logran trasformar e innovar a partir de la tecnología importada inicialmente. Según Pérez (2001) esto fue lo que ayudo al desarrollo e industrialización de los "tigres" asiáticos.

Además, el cambio tecnológico está estrictamente relacionado con la evolución del ciclo del producto; la migración de la producción desde el país de origen a otros países avanzados, y luego a los menos desarrollados, explicaría uno de los procesos observados por Leontief, según el cual las exportaciones de los Estados Unidos tenían un mayor contenido de mano de obra que sus importaciones. Esta situación, paradójica para el país líder en materia de tecnología, se relacionaba con las características cambiantes de las tecnologías en evolución. Las tecnologías tienden a hacer uso más intensivo de mano de obra durante sus fases iniciales y a utilizar personal relativamente costoso de alto conocimiento y calificación. En cambio, cuando se aproximan a la madurez, ya están utilizando procesos altamente estandarizados, mecanizados y automatizados.

Cuando las tecnologías maduran, hay fuerzas que las expulsan más y más hacia la periferia, donde, presumiblemente, hay fuerzas complementarias que las atraen para poner en marcha procesos de desarrollo. Aunque esta observación se aplica sobre todo a los bienes de consumo y a algunos bienes básicos de capital, la gama es suficientemente amplia para servir de punto de partida del análisis8.

Otro gran problema es el hecho de que la mayoría de los países que intentan una industrialización sostenida, léase en vías de desarrollo, adoptan tecnologías en una fase madura y no las modifican, puesto que al llegar a esta fase las tareas se han hecho tan rutinarias que los gerentes no necesitan gran conocimiento previo ni mucha experiencia, y los procesos pueden emplear mano de obra no calificada. Por otra parte, a medida que la tecnología y los mercados alcanzan la madurez, la ventaja determinante es el perfil de costos comparativos9.

El desarrollo no puede estar basado en tecnologías maduras, puesto que éstas llegan a un punto en el que tiene un potencial mínimo para producir beneficios, enfrentan mercados estancados y casi no les queda campo para mejorar la productividad. Así pues, en general, la fase de madurez como punto de partida es costosa, y no es muy rentable ni muy prometedora. Con todo, se trata probablemente del mejor punto de partida para crear una plataforma básica de industrialización, generar capacidad de aprendizaje y establecer la infraestructura básica y otros factores externos requeridos para respaldar un esfuerzo de desarrollo10.

Ergo, es posible diseñar una estrategia para acumular capacidad tecnológica y social usando tecnologías maduras y luego aprovechar esa base para acceder a tecnologías nuevas y dinámicas; pero esa posibilidad depende en alto grado de las oportunidades específicas creadas por las sucesivas revoluciones tecnológicas. Comprender cabalmente la evolución de las tecnologías en los países avanzados puede ser provechoso para los países en desarrollo que deseen diseñar estrategias viables.

La evolución tecnológica es un proceso complejo, dado que las tecnologías se interconectan en sistemas y éstos, a su vez se entretejen y son interdependientes, tanto entre si como en relación con el entorno físico. Por consiguiente, cada revolución tecnológica es un conjunto de sistemas tecnológicos que gradualmente crean las condiciones necesarias para la aparición de nuevos sistemas, todos los cuales siguen principios similares y cuentan con los mismos factores externos11.

Ahora bien, fenómenos como la globalización y la tendencia hacia la descentralización política también guardan estrecha relación con el cambio de paradigma, con las nuevas posibilidades que ofrece y con la manera más eficaz de aprovecharlas. Puede considerarse, entonces, que la descripción schumpeteriana de las revoluciones tecnológicas como procesos de "destrucción creadora" no se aplica sólo a la economía sino también a las políticas y las instituciones.

Sin embargo, el proceso de transformación no es fácil; la transición a las nuevas prácticas puede demorar dos o tres décadas. Pero, a la larga, el nuevo paradigma se convierte en el sentido común general y se considera como el estado natural y normal.

Los recién llegados, es decir, los que no han tenido una experiencia exitosa con el paradigma anterior, pueden reorientar sus esfuerzos hacia el aprendizaje de las nuevas prácticas, mientras los líderes establecidos tienen que "desaprender" gran parte del viejo paradigma y adoptar el nuevo. Mucha de la experiencia adquirida y una cantidad considerable de las inversiones realizadas en el contexto anterior se vuelven obsoletas y tienen que ser reemplazadas. El proceso de renovación es largo y difícil, por lo que los recién llegados tienen cierta ventaja, la que puede ser respaldada con inversiones tempranas en la nueva infraestructura y la creación de instituciones adecuadas para facilitar el proceso.

La evidencia

Luego de haber analizado, los principales aspectos teóricos de las innovaciones tecnológicas, describiremos brevemente como ha sido acogido este proceso en toda América Latina y el caribe. Si bien es cierto, a lo largo de todo este ensayo hemos resaltado el papel fundamental de las innovaciones tecnológicas en el desarrollo y crecimiento de las naciones, el análisis en nuestros países se restringe a los aspectos macroeconómicos, está claro que esto es importante, pero se obvia los aspectos microeconómicos y mesoeconómicos12, dificultando así y sesgando el análisis.

Con respecto al desempeño macroeconómico en América Latina, en el periodo que antecede a la década del 80, muchos de los países gozaron de una relativa estabilidad, pero luego entre 1980 y 1990 devino la crisis que todos conocemos con altas tasas de inflación y crecimiento negativo, con excepción de algunos países.

La región en su conjunto no ha mejorado significativamente en lo que a penetración de mercados se refiere. En efecto, América Latina generaba 5.57% del comercio internacional en 1985, cifra que subió sólo a 5.67% en 1998. En términos de productividad, la evolución tampoco ha sido satisfactoria, puesto que en el periodo 1970-1998 ningún país de la región alcanzó tasas de expansión de la productividad laboral en las industrias superiores a las que registro el sector manufacturero en los Estados Unidos.

Esto sugiere que las reformas estructurales pro competitivas de los años noventa, pese a haber ayudado a acelerar el ritmo de transformación del aparato productivo, parecen haber contribuido muy poco, en muchos países de la región, a aproximar la productividad laboral manufacturera a la del sector manufacturero estadounidense13.

Al toro por las astas

Líneas arriba hacíamos énfasis en que las innovaciones tecnológicas son vistas como uno de los principales ámbitos de política para fomentar la competitividad, como también lo son el tipo de cambio y los costos laborales entre otros.

En nuestro país el diagnóstico es que el fomento de la competitividad se da en su mayoría por la reducción de los costos laborales, aun a sabiendas de que este es uno de los más bajos de la región. De diversos modos, a lo largo de la década pasada, la principal vía fue la flexibilización del mercado laboral; la reforma laboral introdujo un descenso en el costo del despido no arbitrario. Más importante aún, estableció una multiplicidad de contratos flexibles y temporales con menores costos de contratación. El poder de negociación de los sindicatos se redujo abruptamente, por múltiples factores – el porcentaje de sindicalización de los asalariados cayó desde 39 a 7 por ciento. Se redujeron también los sobre costos laborales. Pero sobre todo, la discusión pública que precedió, acompañó y se mantuvo después de la reforma laboral hasta el presente, legitimó la idea de que era necesario flexibilizar los contratos laborales y reducir los costos laborales por hora por todas las vías posibles, para mejorar competitividad, y elevar la producción y el empleo. Muchos agentes captaron este mensaje como la legitimidad de la desregulación, de hecho entendieron que ahora era más fácil contratar un trabajador sin contrato o en negro – que es la manera de alcanzar los costos laborales más bajos14.

Un estudio reciente15 muestra que las horas extras son una medida de ineficiencia en la economía dado que en la mayoría de casos tanto en el sector formal e informal, las 8 horas reglamentarias de trabajo no se respetan. Se muestra que el empresario, en vez de elevar su nivel de tecnología en base a una mejora técnica ahorradora de mano de obra, aumentando la productividad de trabajo, lo que redundaría en un aumento de producto, con el mismo menor esfuerzo de trabajo, opta por lo más fácil, alargar la jornada del trabajador y no pagarle por las horas adicionales.

Amén de lo anterior, la problemática actual se ve superar con la propuesta que realiza García (2003)16, es decir, a partir de la creación de un Sistema Nacional de Innovación, promovido por el Estado, se desprenden dos medidas muy puntuales: la implementación de un fondo que permita financiar las innovaciones y la ampliación de la cobertura de la actual Red de Centros de Innovación Tecnológica (CITE).

El Fondo sirve para estimular y facilitar las innovaciones en las empresas, pequeñas, medianas y grandes, generar masa crítica en centros tecnológicos y universitarios, y articular ambos segmentos. El Fondo establecería las áreas prioritarias que se trata de promocionar y las reglas de postulación. El subsidio variaría según la entidad postulante y el tema de que se trate, y se manifestaría como porcentaje de los recursos que el Fondo facilitaría en préstamo, para perseguir los objetivos antes mencionados. Conviene enfatizar que la noción de innovación que manejaría el Fondo, es la de cualquier mejora substantiva en productos o procesos en algún mercado del país – aun cuando la innovación no lo sea tal a escala internacional.

El Fondo permitiría obtener recursos para : i) acceder a innovaciones y adaptarlas; ii) obtener la asistencia técnica para hacerlo; iii) acceder a información sobre mejores prácticas en actividades similares en otras partes del mundo; iv) financiar la visita de expertos en el país o del exterior que actúen como especialistas en innovaciones para asociaciones de pequeñas empresas. En consecuencia, si es factible canalizar un monto apreciable de recursos a estas finalidades, constituiría un significativo estímulo al desarrollo de la capacidad de innovación en las empresas.

El Fondo operaría en la dirección de dar acceso financiero para la adopción de innovaciones y también un subsidio dado que el costo real del financiamiento sería muy bajo – incluso negativo – para muchas actividades. Es importante que el Fondo estimule el desarrollo de proyectos conjuntos entre empresas privadas y centros de excelencia (de Universidades e Instituciones de Investigación), dado que el diagnóstico es de muy débil articulación.

Finalmente, es muy importante la ampliación de la cobertura de la actual Red de Centros de Innovación Tecnológica (CITE) iniciada por el anterior Ministerio de Industria y actual Ministerio de la Producción. Fueron creados para elevar el nivel tecnológico y la capacidad de innovación de las empresas, para alcanzar una mayor productividad y competitividad. Operan exitosamente experiencias de Cuero, Calzado e Industrias Conexas; Madera y Muebles; Vitivinícola; Textil, Confecciones de Algodón y Mezclas; Tejidos de Alpaca y otras Fibras Animales; Metalmecánica; Procesamiento de frutas tropicales y plantas medicinales; y otros. Los CITE’s han sido de gran efectividad para contribuir a crear una imagen del producto de exportación, canalizar transferencia de tecnología hacia las PYMES; mejorar la calidad del producto; crear un ambiente tecnológico propicio para las inversiones y la asociatividad y formar los recursos humanos especializados.

Bibliografía

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Flores, Jorge y Frank Sanabria. "Las horas extras como medida de ineficiencia en la economía". En: Brújula Pucp. 2004 no 6.

García, Norberto E. Síntesis de las propuestas de política de la red de empleo. CIIES, 2003.

Katz, Jorge. Reformas estructurales, productividad y conducta tecnológica. FCE: Chile, 2000.

Katz, Jorge y Giovanni Stumpo. "Regímenes sectoriales, productividad y competitividad internacional". En: Revista de la CEPAL. No 75 diciembre 2001. p 137-159.

De Abreu Campanario, Milton. Tecnología, Innovación y Sociedad. Mimeo: 2002.

Pérez, Carlota. "Cambio tecnológico y oportunidades de desarrollo como blanco móvil". En: Revista de la CEPAL. No 75 diciembre 2001. p 115-136.

Romer, Paul. Endogenous technological change. En: JPE, 1990, vol 98 no5

Schumpeter, Joseph. Teoría del desenvolvimiento económico. México: FCE, 1963.

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Solow, Robert. A Contribution to the Theory of Growth. En: Quarterly Journal of Economics, febrero 1956.

Ugarteche, Oscar. El falso dilema. Nueva sociedad: Caracas. 1997.

Vega Centeno, Máximo. El desarrollo esquivo: intentos y logros parciales de transformaciones económicas y tecnológicas en el Perú (1970-2000). Lima: PUCP. Fondo Editorial, 2003.

Notas

1. Como por ejemplo plantea Solow (1956) donde el progreso tecnológico es considerado exógeno al producto, pero de la misma forma se reconoce que el desempeño de esta variable afecta la tasa de crecimiento de la economía.

2. Schumpeter, Joseph. Teoría del desenvolvimiento económico. México: FCE, 1963. p. 12.

3. Schumpeter, Joseph. Op.cit. p.74.

4. Ibid. p.78.

5. Schumpeter, Joseph. Capitalismo, socialismo y democracia. México: FCE, 1963. p. 125.

6. Solow, Robert. A Contribution to the Theory of Growth. En: Quarterly Journal of Economics, febrero 1956. p. 67.

7. Romer, Paul. Endogenous technological change. En: JPE, 1990, vol 98 no5. p. 572.

8. Pérez, Carlota. "Cambio tecnológico y oportunidades de desarrollo como blanco móvil". En: Revista de la CEPAL. No 75 diciembre 2001. p 117.

9. Pérez, Carlota. Op.cit. p.118.

10. Ibid. p.118.

11. Ibid. loc.cit.

12. Estos aspectos son los referidos a la estructura de los mercados, marco regulatorio sectorial y el desempeño de instituciones tecnológicas sectoriales. Es decir enmarca muchos aspectos que tienen que ver con la organización industrial.

13. Katz, Jorge y Giovanni Stumpo. "Regímenes sectoriales, productividad y competitividad internacional". En: Revista de la CEPAL. No 75 diciembre 2001. p 145.

14. Chacaltana, Juan y Norberto E. García. Estabilidad laboral, capacitación y productividad. CIIES, 2002. p. 36.

15. Flores, Jorge y Frank Sanabria. "Las horas extras como medida de ineficiencia en la economía". En: Brújula Pucp. 2004 no 6. p.50.

16. García, Norberto E. Síntesis de las propuestas de política de la red de empleo. CIIES, 2003. p. 38.

Manuel E. Mendoza –

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