El interrogatorio puede proporcionar datos muy característicos y valiosos para el diagnóstico de la enfermedad, muy en particular la presencia de dolor y rigidez matutina, sobre todo si se presentan de forma simétrica en las pequeñas articulaciones de manos y pies.
A continuación, el médico procede a la exploración física del paciente poniendo especial atención en las articulaciones afectadas, con el objeto de comprobar si están aumentadas de volumen y más calientes de lo normal, pero también investiga la eventual presencia de signos que sugieran la afectación de otras articulaciones o de otras manifestaciones más o menos comunes de la AR, como los nódulos reumatoides.
En general, tras el interrogatorio y la exploración física, el reumatólogo ya suele tener la información suficiente para sospechar que las manifestaciones que ha evaluado en el paciente pueden ser provocadas por una AR, aunque no es infrecuente que los síntomas y la exploración física no sean lo bastante definidos o característicos. Sea como fuere, el facultativo solicitará algunas pruebas complementarias para confirmar el diagnóstico.
El diagnostico diferencial
Se denomina "diagnóstico diferencial" al conjunto de evaluaciones que llevan a cabo los médicos para descartar posibles diagnósticos hasta confirmar uno solo. El diagnóstico diferencial puede ser bastante complejo cuando las manifestaciones que tiene un paciente pueden atribuirse a varias enfermedades.
La lista de enfermedades que se pueden confundir con la AR es extensa, aunque entre ellas destacan otras enfermedades autoinmunes y algunos procesos infecciosos, como la artritis infecciosa. Por la misma razón, son muchas las pruebas complementarias que pueden verse obligados a solicitar los médicos para confirmar el diagnóstico de AR.
En estos casos, es posible que el especialista decida iniciar el tratamiento antes de obtener la confirmación diagnóstica, ya que, como se ha repetido, el retraso en el inicio del tratamiento conlleva un empeoramiento del pronóstico y de la calidad de vida. En cuanto al paciente, lo más conveniente es que se arme de paciencia y no opte por cambiar de médico cada vez que haya una complicación en el proceso de diagnóstico.
El diagnostico precoz
El diagnóstico precoz permite la instauración del tratamiento oportuno en las fases iniciales de la enfermedad, y por ello resulta muy importante para mejorar el pronóstico y la calidad de vida de las personas con AR.
Tradicionalmente se ha considerado como diagnóstico precoz el que se lleva a cabo antes de que transcurran dos años desde el inicio de las primeras manifestaciones de la AR. Sin embargo, en la actualidad, con la disponibilidad de los nuevos y eficaces medicamentos, este período se ha rebajado y tiende a considerarse que un tratamiento precoz debería instaurarse antes de que pasen tres meses del inicio de las manifestaciones. Es decir: es muy conveniente que el diagnóstico se confirme lo antes posible (y, sobre todo, que el tratamiento se inicie con la máxima brevedad).
En general, los pacientes son atendidos inicialmente en los centros de atención primaria, donde cuentan con los recursos necesarios para efectuar el diagnóstico en la mayoría de los casos, así como para iniciar el tratamiento. No obstante, más tarde o más temprano, el paciente suele ser derivado a la consulta del reumatólogo, el especialista de referencia para los pacientes con AR.
Los factores pronósticos
Hoy en día, al realizar el diagnóstico de la enfermedad, los reumatólogos también pueden prever, hasta cierto punto, si el trastorno tenderá a evolucionar de forma más o menos grave basándose en la valoración de los llamados «factores pronósticos» de la AR. Estos factores pronósticos incluyen una serie de variables o circunstancias tan diferentes como la edad del paciente al inicio de la enfermedad, los marcadores de predisposición genética, la intensidad y las características de las manifestaciones propias de la AR, la detección y la cuantificación de los llamados marcadores sanguíneos de la artritis reumatoide, la evaluación de las lesiones mediante exploraciones radiológicas o el inicio del tratamiento en las fases tempranas del trastorno.
Los reumatólogos suelen analizar y valorar estos factores en las primeras visitas con el objeto de confirmar el diagnóstico de AR y perfilar un pronóstico individualizado. No obstante, también analizan algunas de estas variables en las visitas periódicas de control, en este caso no sólo para evaluar la evolución de la enfermedad, sino también la eficacia del tratamiento.
Principales "factores pronósticos" de evolución desfavorable
Retraso en el diagnóstico.
Inicio tardío del tratamiento.
Inicio de la enfermedad antes de los 40 años de edad.
Afectación de más de 20 articulaciones al inicio de la enfermedad.
Afectación de grandes articulaciones (hombros, rodillas,caderas) al inicio de la enfermedad.
Presencia de marcadores sanguíneos de AR (factor reumatoide, proteína C reactiva, anticuerpos anti-CCP).
Elevación persistente de la velocidad de sedimentación globular (VSG).
Presencia de ciertas variantes genéticas (HLADR4 y epítope compartido).
Detección de cambios radiológicos articulares importantes en las fases iniciales.
Incapacidad funcional en las fases iniciales.
Tratamiento
Lamentablemente, el tratamiento disponible en la actualidad no permite curar la enfermedad, aunque sí aliviar de manera notable la intensidad de las manifestaciones, reducir o incluso frenar la actividad inflamatoria y prevenir las secuelas –antaño características– de las fases avanzadas.
El tratamiento consiste básicamente en la combinación de una terapia no farmacológica y una terapia farmacológica. De forma complementaria, a veces se recurre a la cirugía, por ejemplo para reconstruir un tejido afectado o para reemplazar una articulación por una prótesis.
La terapia no farmacológica corresponde a una serie de recomendaciones relacionadas con el reposo y la realización de ciertos ejercicios destinados a mejorar la flexibilidad de las articulaciones afectadas. Asimismo, a menudo se indica el seguimiento de técnicas de fisioterapia o la inmovilización temporal de un segmento corporal, por ejemplo mediante el uso de férulas de reposo.
Terapia no farmacológica
La terapia no farmacológica cumple un papel muy importante en el tratamiento de la AR, porque ayuda a que la persona afectada se sienta mejor y disfrute de una mejor calidad de vida.
Debe quedar claro que en ningún caso la terapia no farmacológica puede sustituir a la farmacológica, que es la que puede modificar el curso de la enfermedad y, por lo tanto, constituye el pilar fundamental del tratamiento de la AR. Es más: gracias a la nueva medicación disponible para el tratamiento de la AR, se está consiguiendo mejorar de forma remarcable el pronóstico y la calidad de vida de las personas afectadas, con lo que el papel de la terapia no farmacológica empieza a ser menos importante de lo que era hace tan sólo unos años.
La terapia no farmacológica incluye un amplísimo abanico de recomendaciones generales y terapias complementarias con objetivos tan variados como adaptar los hábitos de vida a las capacidades del paciente, aliviar y/o saber convivir con el dolor, mejorar la flexibilidad de las articulaciones o sentirse con más energía y optimismo.
El ejercicio físico
La actividad y el ejercicio físico pueden contribuir a mejorar el estado general y de las articulaciones en las personas con AR siempre y cuando se practiquen de forma moderada, atendiendo a las circunstancias particulares que atraviesa cada paciente y, por supuesto, con el consentimiento del equipo asistencial.
Las recomendaciones en cuanto al ejercicio físico forman parte del referido «plan de reposo y ejercicio físico» personalizado que se elabora teniendo en cuenta aspectos tan variados como la edad y el estado físico del paciente; la intensidad de la actividad inflamatoria, el dolor y la rigidez articular; la presencia de un mayor o menor grado de limitaciones de los movimientos, y las preferencias individuales de cada persona.
En general, se recomienda reducir la actividad y evitar el ejercicio físico durante los períodos de intensa actividad inflamatoria, mientras que, por el contrario, se indica reiniciar e incrementar la actividad física cuando los síntomas son menos acusados y en los períodos de remisión.
Conviene evitar los ejercicios físicos y las actividades deportivas que conllevan la realización de esfuerzos intensos y mantenidos. En cambio, los ejercicios aeróbicos, como los que representan la marcha, andar en bicicleta y nadar, practicados con moderación, durante un mínimo de unos 30 minutos y tres veces a la semana, figuran entre los más recomendados.
La fisioterapia
La fisioterapia consiste en la utilización de un conjunto de medios físicos para el tratamiento de enfermedades, entre ellos el frío, el calor o las corrientes eléctricas, así como la realización de ciertos tipos de ejercicios físicos y la aplicación de masajes. Algunas pruebas realizadas por los fisioterapeutas sirven para controlar la evolución y los resultados de los tratamientos.
Las personas con AR pueden requerir la ayuda de la fisioterapia en diversas fases y circunstancias de la enfermedad, en particular para aliviar el dolor, reducir la rigidez y aumentar la flexibilidad articular. En general, se considera que estas terapias constituyen un complemento del tratamiento farmacológico y del ejercicio físico, ya que sólo tienen un efecto puntual y pasajero.
Terapia farmacológica
Los principales fármacos que se utilizan en el tratamiento de la AR son los analgésicos, los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), los corticoides, los fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME) tradicionales y los FAME biológicos.
La terapia farmacológica de la AR puede llegar a ser muy compleja, pues tiene que ajustarse a la evolución de la enfermedad, a las circunstancias en las que se encuentre el paciente, a los resultados alcanzados con los tratamientos previos y a la eventual aparición de efectos adversos o existencia de contraindicaciones.
En las visitas de control, el reumatólogo recabará información sobre todas las variables relacionadas con el tratamiento, haciendo especial hincapié en la terapia farmacológica. Así pues, estas visitas brindan el marco idóneo para que el paciente plantee todas las dudas e inquietudes que pueda tener en relación con la medicación que está tomando.
Analgésicos
Los denominados analgésicos simples, como el paracetamol, actúan disminuyendo el dolor y la fiebre. En la AR, a veces se indican puntualmente para reducir estos síntomas, pero no suelen integrar los planes de tratamiento básicos porque no actúan sobre la inflamación y porque pueden alterar la actividad de otros fármacos. Por todo ello, aunque estos fármacos se pueden adquirir sin receta, las personas con AR no deben tomarlos sin el previo consentimiento del facultativo.
Los analgésicos más potentes, como la morfina y derivados, son muy efectivos para mitigar el dolor, pero tienen el inconveniente de inducir adicción, por lo que se reservan para situaciones extremas en las que las molestias son realmente intolerables.
La cirugía
Los denominados analgésicos simples, como el paracetamol, actúan disminuyendo el dolor y la fiebre. En la AR, a veces se indican puntualmente para reducir estos síntomas, pero no suelen integrar los planes de tratamiento básicos porque no actúan sobre la inflamación y porque pueden alterar la actividad de otros fármacos. Por todo ello, aunque estos fármacos se pueden adquirir sin receta, las personas con AR no deben tomarlos sin el previo consentimiento del facultativo. Los analgésicos más potentes, como la morfina y derivados, son muy efectivos para mitigar el dolor, pero tienen el inconveniente de inducir adicción, por lo que se reservan para situaciones extremas en las que las molestias son realmente intolerables.
Existe una gran diversidad de técnicas quirúrgicas utilizadas en pacientes con AR. Las más sencillas pueden llevarse a cabo mediante una "artroscopia", es decir, a través de un tubo que se introduce en la articulación, pero muchas otras, como ocurre con el reemplazo de un articulación natural por una prótesis, es necesario proceder a una intervención quirúrgica convencional, en la que se debe realizar una incisión amplia para poder actuar sobre los tejidos afectados.
La artroscopia
La artroscopia es una técnica consistente en la introducción de un tubo en el interior de la articulación a través de un pequeño orificio en la piel. El instrumento, denominado artroscopio, es un tubo delgado y flexible provisto de un sistema de iluminación y lentes que permite visualizar con claridad las estructuras articulares. Además, a través del artroscopio se pueden introducir diversos utensilios que, manipulados desde el exterior, sirven para realizar procedimientos quirúrgicos en el interior de la cavidad articular.
La artroscopia, en el tratamiento de las lesiones de la AR, suele realizarse bajo anestesia general, aunque entraña mucho menos riesgos que la cirugía convencional y permite que la recuperación sea mucho más rápida. Está indicada para el diagnóstico y el tratamiento de numerosos tipos de lesiones que afectan a los tejidos interarticulares, en particular de las grandes articulaciones, como las rodillas y las caderas.
La artroplastia consiste en el reemplazo de una articulación por una prótesis y es una de las opciones quirúrgicas más utilizadas en pacientes con AR. La artroplastia puede ser parcial o total, según se reemplacen sólo algunos o bien todos los componentes óseos de una articulación. Lógicamente, la artroplastia conlleva la reparación o extracción de otros tejidos articulares, como la membrana sinovial, el cartílago articular y los ligamentos.
En general, este procedimiento se indica cuando una articulación está gravemente comprometida, en particular porque el dolor, la limitación de los movimientos o las deformidades esqueléticas son de tal magnitud que impiden al paciente llevar a cabo actividades tan simples y necesarias como caminar.
Actualmente, la artroplastia se indica sobre todo en caso de afectación de las rodillas y las caderas, pues son éstas las prótesis con las que se tiene más experiencia. No obstante, en los últimos años se han ido produciendo notables avances en el reemplazo total de otras articulaciones, en particular los hombros y los codos.
A veces, durante la artroplastia o en el postoperatorio se presentan algunas complicaciones que se pueden prevenir seleccionando muy bien a los pacientes que se someten a este tipo de intervención y mediante un riguroso control a lo largo de todo el tiempo durante el que el paciente permanece hospitalizado.
Aunque las prótesis pueden no adaptarse bien o no mantenerse en buen estado al cabo de cierto tiempo, últimamente se están consiguiendo unos resultados muy satisfactorios con la artroplastia de rodilla y de cadera, en particular en pacientes con AR. Según datos estadísticos, estas prótesis se mantienen funcionales hasta en el 95% de los pacientes al cabo de 10 años y hasta en el 75% al cabo de 20 años. Cuando una prótesis está desgastada o por alguna otra razón ya no es funcional, puede plantearse la conveniencia de realizar un recambio de
Prótesis, procedimiento que requiere una evaluación aun más meticulosa que la colocación de la primera prótesis, pero que incluso así está indicado en muchos casos.
La sinovectomia
La sinovectomia consiste en la extirpación de una parte o la totalidad de la membrana sinovial, el tejido en el que se inicia el proceso inflamatorio de la AR. Este procedimiento quirúrgico se puede realizar mediante artroscopia o mediante una intervención quirúrgica convencional y está indicado para eliminar el dolor y mejorar la movilidad de una articulación afectada.
En la actualidad no se realiza con tanta frecuencia como en décadas pasadas, porque se ha visto que en muchos casos la membrana sinovial vuelve a crecer al cabo de unos años, aunque sigue siendo común efectuarla de forma complementaria cuando se lleva a cabo una cirugía convencional para reparar los tendones u otras estructuras vecinas.
Por el contrario, últimamente se está difundiendo un procedimiento equivalente, conocido como "sinovectomia isotópica o radiactiva", que consiste literalmente en la destrucción de la membrana sinovial inflamada mediante la introducción de sustancias radiactivas en el interior de la articulación.
[1]La artroscopia
Conclusión
Con este trabajo he quedado muy satisfecho y he mostrado sobre la verdadera importancia de esta enfermedad, que es bastante silenciosa ya que pasa muy desapercibida y además es muy difícil diagnosticarlo.
Es de una gran importancia ir a su chequeo médica en lo principal aquellas personas de avanzada edad ya por lo que vimos se podría decir que son las más afectadas por esta enfermedad crónica degenerativa.
Hay que cuidarse bastante del sistema ósea, ya que las articulaciones llevan u importancia vital ya que sin ellas los huesos rosarían.
Espero y este trabajo les haiga sido de gran utilidad para ver esta enfermedad y más que nada está hecho para la prevención y si la persona ya padece de esta enfermedad saber cómo tratarla y no caer en pánico ya que a habido casos de personas que caen en depresión por esta enfermedad.
Debe de ser tratada correctamente ya que aquí mencionamos bastantes tratamientos de los cuales muy efectivos y espero que es trabajo les haiga sido de utilidad, es un gran esfuerzo y a la vez un gran orgullo trabajar para el lector.
Es un orgullo trabajar para así llegar hasta su subconsciente y hacer un cambio verdadero en las actitudes de vida y así poder llegar a prevenir lo que es la AR y que usted lleve un tipo de vida mas saludable.
Glosario
Artritis: Es la inflamación de una o más articulaciones.
Autoinmune: es una enfermedad causada por el sistema inmunitario, que ataca las células del propio organismo.
Enfermedad crónica: a aquellas enfermedades de larga duración y por lo general de progresión lenta
Articulaciones: es la unión entre dos o más huesos, un hueso y cartílago o un hueso y los dientes.
Tumefacción: Hinchazón o bulto que se produce en una parte del cuerpo
Mucosa: es una capa formada por epitelio y el tejido conjuntivo subyacente que reviste las paredes internas de los órganos que están en contacto con el exterior del cuerpo. Suele estar asociada a numerosas glándulas secretoras de moco
Tejido conectivo: es un conjunto heterogéneo de tejidos orgánicos que comparten un origen común a partir del mesénquima embrionario originado a partir del mesodermo.
Leucocitos: son un conjunto heterogéneo de células sanguíneas que son los efectores celulares de la respuesta inmunitaria
Anticuerpo: son glicoproteínas del tipo gamma globulina. Pueden encontrarse de forma soluble en la sangre u otros fluidos corporales de los vertebrados, disponiendo de una forma idéntica que actúa como receptor de los linfocitos B y son empleados por el sistema inmunitario para identificar y neutralizar elementos extraños tales como bacterias, virus o parásitos.
Péptidos: son un tipo de moléculas formadas por la unión de varios aminoácidos mediante enlaces pepiticos.
Fármaco: es toda sustancia química purificada utilizada en la prevención, diagnóstico, tratamiento, mitigación y cura de una enfermedad
Membrana sinovial: es una fina capa de tejido que recubre la parte interna de la cápsula articular (estructura que envuelve las articulaciones móviles de los animales vertebrados). Tiene la función de producir un líquido llamado líquido sinovial.
Osteoporosis: es una patología que afecta a los huesos y está provocada por la disminución del tejido que lo forma, tanto de las proteínas que constituyen su matriz o estructura como de las sales minerales de calcio que contiene.
Reumatismo: es un término no específico para problemas médicos que afectan a las articulaciones, el corazón, los huesos, los riñones, la piel y pulmones.
Esclerosis: es un endurecimiento del órgano o tejido debido a un incremento de los tejidos conjuntivos. La esclerosis es, por lo tanto, una enfermedad que deriva de otra, no es una enfermedad autónoma.
Miopatías: es una enfermedad del músculo o una enfermedad muscular.
Genética: es el campo de la biología que busca comprender la herencia biológica que se transmite de generación en generación.
Nódulo: agrupación de células.
Tendinitis: es la inflamación de un tendón
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8. Badui E. El corazon y la artritis reumatoide. Arch Del In 1999; 69: 159 67.
Autor:
Juan Francisco Esquivel Díaz
Universidad autónoma de Nuevo LeónEscuela y Preparatoria Técnica Medica
Español ll
Portafolio 1
02/04/14 Monterrey, Nuevo León, México
Profesora. Enedelia Reynaga Valdés
[1] Algunas células defensivas (A) se encargan de detectar e identificar los elementos extraños (D), como microorganismos y células tumorales, y emiten las señales oportunas para que otras células defensivas (B) los ataquen directamente y otras (C) fabriquen y secreten anticuerpos (E) para neutralizarlos.
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