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El edificio del Santuario Celestial (página 2)

Enviado por Leroy E. Beskow


Partes: 1, 2

Sin embargo, en Hebreos 6:19,20, ese "velo" del santuario o trono, es el velo de los dos lugares santos, porque el "trono" celestial es "santuario" y a la vez "santísimo" (Ya hablaremos de la expresión ta hagia. Por eso, en un lugar Elena G. de White lo emplea para los dos lugares celestiales[28]y sin contradecirse, en otro, sólo para el santísimo[29]

Tampoco hay una contradicción cuando Pablo compara el santuario terrenal con el celestial, en el capítulo 9 de su carta a los Hebreos. Allí, el "altar (dsiumiasterion) o "incensario de oro" del terrenal lo presenta en el "Lugar santísimo"; y al tabernáculo lo separa en dos tiendas (9:6,7). Mediante un juego de palabras, el apóstol nos enseña que mientras exista un santuario que tenga un lugar santo real (próten skenén), no se manifestará abiertamente el santuario celestial donde ambos ministerios se realizan a la diestra de Dios. Pablo no está aquí ni con los que sostienen que él habla de una parte del terrenal con otra del celestial, llamado santísimo, ni tampoco con los que afirman que habla de los dos lugares terrenales con dos celestiales. El versículo 8 no debe ser separado de los dos versos anteriores. Por lo tanto, el mensaje que da llega a tener un doble sentido: Un primer tabernáculo (próten skenén) y lugar santo, y un segundo (deutéran) tabernáculo o santuario y lugar santísimo.

Habla de ambos tabernáculos como una parte de la división (9:6,7) y a la vez como un todo (9:8). Es decir, que el terrenal y el celestial cumplen el ministerio de salvación en dos fases, pero en el segundo (deutéran), el celestial, como un todo. En este último, sólo se cumple en el santísimo porque es el centro de intercesión desde los días de Adán y Eva, y de expiación o de juicio desde 1844.[30]

Esta enseñanza de Pablo nos ayuda a entender por qué la entrada al lugar santo en Hebreos 9:3,4 llega a ser el "velo", cuando en la Biblia sólo hay "velo" para el santísimo. Entonces coloca el altar del incienso en el santísimo, porque en el cielo, el primero y el segundo tabernáculos están en el trono o santísimo. Luego cierra su revelación diciendo: "Dando el Espíritu Santo a entender con esto […] el camino al ta hagia —que veremos que significa santos, santuario y santísimo (Heb. 9:8)—. Y como para trasladar todo lo del santo al santísimo sólo se requiere la eliminación del "velo", luego dice: "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el ton hagíon [santuario del cielo…] por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne" (10:19,20).

Cristo dijo que es "el camino" (Juan 14:6) y el "velo" o "puerta" (10:9). Por eso es el único que tiene "la llave de David" (Apo. 3:7,8). Cuando él cierra la puerta, impide el camino al Padre; cuando la abre inicia el camino "para abrir todo departamento del templo, para que cada alma pudiese tener libre acceso a Dios"[31]. Si Cristo es el "camino", se entiende que es un camino espiritual; y si también es el "velo", es porque éste realmente no existe. Por eso Elena G. de White escribió: "Cuando Dios rasgó el velo del templo […] un camino nuevo y vivo, frente al cual no cuelga ningún velo, se ofrece a todos"[32]. Aquí tenemos la correcta interpretación de Hebreos 10:19,20, y la explicación de ese doble sentido que le da el apóstol en Hebreos 9:6-8.

Esta revelación también explica por qué en Hebreos 6:19,20, el "velo" singular llega a ser dos para el santísimo celestial (9:3). Simplemente Cristo abre desde entonces con derecho, o inicia (egkainizo), ambos ministerios —el primero el año 31, y el segundo en 1844— a la diestra de Dios. ¿No lo venía diciendo Pablo en el capítulo 8 con claridad meridiana?

Aunque se elimine el primer tabernáculo o lugar santo (prote skenén), el celestial sigue siendo "santuario", no porque se corrió el "velo", pues en este caso seguiría existiendo dos departamentos, sino porque el "trono" es el "santuario" de una habitación (ma"own) singular (2 Crón. 30:27; Deut. 26:15; Sal. 26:8); un aposento (zebul) singular (Isa. 63:15); un "lugar" (yashab) singular (2 Crón. 6:33,39) y una "sala del trono" en singular[33]Y si el trono es el santuario, entonces es "la habitación [singular] de su santuario" (2 Crón. 30:27). En este último pasaje Moisés habla de hechos pretéritos, por lo tanto el santuario celestial siempre tuvo una sola habitación (Jer. 17:12).

Así como Juan llegó a comprender que lo que había visto en sus primeras visiones no era todo real, Elena G. de White entendió, después de un tiempo, que el velo o puerta del templo celestial tampoco era real. Por eso escribió: "Fue la luz que me dio Dios la que corrigió nuestro error"[34]. Y así como el velo terrenal protegía a los pecadores de la gloria divina, este "velo" nos salva de la condenación de la Justicia del trono. Por eso Cristo dijo: "Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo" (Juan 10:9). Sí, Cristo es la "puerta de Jehová" (Sal. 118:20).

Como todavía hay muchos que creen que las puertas de Apocalipsis 3:7,8 son reales, la sierva del Señor aclara que estos pasajes que se refieren a la iglesia de Filadelfia, antes de 1844, se aplican "a la iglesia correspondiente al tiempo en que ellos mismos vivieron"[35]. Luego ella habla del tiempo cuando Jesús estaba con "los judíos", 1813 años antes de 1844; y como al ascender al "santuario celestial", "la puerta por la cual los hombres habrían encontrado antes acceso cerca de Dios, no estaba más abierta […] La puerta estaba cerrada para ellos"[36]. Y en 1889 dijo que "el cristiano puede cerrar esa puerta complaciéndose en el pecado o rechazando la luz del cielo"[37]. Y por último, ella nos dice a nosotros hoy: "Su mano aún se extiende para salvar, entretanto que se cierra la puerta para los que no querían entrar"[38].

Si esta "puerta" fuera real, se habría cerrado 1813 años antes de 1844, para cerrarse otra vez en los tiempos de la iglesia de Filadelfia; otra vez en 1844; seguiría abierta y cerrada al mismo tiempo en 1889 y en el momento en que Ud. lee este estudio. Por eso, ella escribió: "Cristo había abierto la puerta, o ministerio, del lugar santísimo"[39]. La puerta" del santuario celestial es en realidad el cambio a otro "ministerio" de Cristo.[40]

Al referirse a la última visión de Juan, cuando vio el verdadero templo de Dios, ella escribió: "No vi templo [figurado] en ella; porque el Señor Dios Todopoderoso, y el Cordero son el templo de ella". El pueblo de Dios tiene el privilegio de tener comunión directa con el Padre y el Hijo […] entonces: le veremos [al Padre] cara a cara sin velo que nos lo oculte"[41]. Por lo tanto deja bien en claro: "Un camino nuevo, frente al cual no cuelga ningún velo, se abre a todos.[42]

Por supuesto, estas revelaciones nos llevan a formularnos unas cuantas preguntas que no he contestado, pero que lo haré cuando exponga la última posición."

7° DURANTE EL REINO DE LA GRACIA, EL SANTUARIO CELESTIAL TIENE SU LUGAR SANTO FIGURADO EN LA IGLESIA DE DIOS TERRENA. TODOS SON SACERDOTES Y MINISTRAN HACIA EL "VELO" O CRISTO, QUE ESTÁ EN EL LUGAR SANTÍSIMO REAL. ÉSTE ES "EL TRONO DE LA GRACIA" HASTA 1844, Y TAMBIÉN EL "TRONO DE JUICIO" DESDE ENTONCES. EN EL REINO DE LA GLORIA, EL LUGAR SANTO —QUE ACTUALMENTE SE MINISTRA EN EL TRONO O TEMPLO REAL— SE EXTENDERÁ HACIA LOS SANTOS QUE ADOREN FRENTE AL TRONO; SIRVIENDO TODOS COMO SACERDOTES EN EL LUGAR SANTO REAL, QUE ESTARÁ EN LA CALLE DE LA CIUDAD. ENTONCES EL TEMPLO TENDRÁ DOS LUGARES REALES, DE ACUERDO A LAS PROPORCIONES DADAS A MOISÉS; Y EL SANTUARIO COMPLETO ABARCARÁ TODA LA SANTA CIUDAD: "HE AQUÍ EL TABERNÁCULO DE DIOS CON LOS HOMBRES".

Al principio, nuestros estudiosos hablaban de dos departamentos. Pero, debido a que nuestra verdad es progresiva, después se prefirió emplear la expresión "fases". Este cambio se debió a que poco a poco los investigadores vieron el error de interpretar muchos símbolos por realidades, llevándolos a encontrarse con una serie de contradicciones, entra las cuales podemos destacar las siguientes:

REVELACIÓN A

REVELACIÓN B

1. La entrada al lugar santo celestial es un "velo" que Jesús "levantó" para entrar. "Jesús levantó el segundo velo y pasó al lugar santísimo" (Heb. 9:3; 10: 20).

1. La entrada al lugar santo del cielo es una "puerta". También es una puerta la que da al santísimo. Ambas se cierran y se abren con "la llave de David" (Isa. 22:22; Apoc. 3:7,8). Las cortinas no se cierran con llave, ni se las confunde con puertas.

2. Antes de 1844 el santísimo celestial estaba cerrado por una puerta que nadie podía abrir. Después se cerró la del santo y se abrió la del santísimo con "la llave de David" (Isa. 22: 22; Apoc. 3:7,8).

2. Si se cerrara uno de los dos departamentos celestiales, la ciudad santa necesitaría de la luz del sol y de la "luna que brillen en ella", porque la gloria de Dios no podría salir del trono-templo (Apoc. 21:23). En verdad veremos al Padre y al Hijo "sin velo que nos lo oculte,"[43] porque el trono no tiene puerta y "no cuelga ningún velo".[44]

3. El lugar santo está delante del santísimo, y se puede entrar en este último "levantando" un "velo" o abriendo una "puerta" (Apoc. 3:7, 8).

3. El lugar santo está en "la ciudad allá abajo".[45] Y para llegar al santísimo hay que viajar "a lo alto", "aleteando para recorrer la trayectoria vertical",[46] sobre un carro de fuego o nubes de ángeles (Dan. 7:13; Mal. 3:1).[47]

4. El departamento del cielo donde Jesús ministró hasta 1844, está iluminado por medio de "siete candeleros de oro" (Apoc. 2:1).

4. En su última visión Juan no vio los "siete candeleros" delante del trono, porque su luz representa al "Cordero", que es "la luz del mundo" (Apoc. 21:22; Juan 8:12). El aceite que corría en ellos, al Espíritu Santo (Zac. 4:1-6); y el candelabro, a los santos que portan la "luz" de Cristo (Apoc. 1:20; 2:5). Por eso Juan vio también los candeleros en la tierra (1:9,12,13). Delante del trono o santísimo hay un lugar que "no tiene necesidad de luz de lámpara" (22:5), porque "Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera" (21:23). Es el lugar santo. Y no es un lugar cerrado, porque allá está "la calle de la ciudad" (platería) (21:21; 22:1,2).

Si el lugar santo celestial necesitara de la iluminación de lámparas de aceite, no sería apropiado para mantener con vida a los "cipreses, pinos y bojes" y otros vegetales (Eze. 47:12) que Isaías menciona "para decorar el lugar de mi santuario" (Isa. 60:19, 13,14).

5. En el lugar santo celestial Cristo da órdenes a los ángeles dentro del altar de oro, "entre los cuatro cuernos" (Apoc. 9:13; 8:3).

5. En el cielo no hay un altar desde donde se dan órdenes; ni existe, porque representa "las oraciones de los santos" que suben al trono desde la tierra (Apoc. 8:3,4; Sal. 141:2). El incienso sube perfumado gracias al Cordero (9:13; 21:22). Y se oye a Cristo hablar desde los cuernos de ese altar, porque él es cada uno de esos "cuernos" (Sal. 18:2; 112: 9; 132:27; Luc. 1:69; Apoc. 9:13).

6. En el lugar santísimo celestial, Cristo oficia vestido con los ropajes del sumo sacerdote terrenal (Eze. 10:2),[48] humeando el incienso del incensario frente al arca, hacia el Padre que está arriba, "sobre el arca".[49]

6. En el santísimo celestial Cristo oficia vestido de "gloria" (Juan 17:5; Isa. 6:1; Eze. 1:26-28);[50] y no delante del arca, sino directamente "en lo alto" (Sal. 102:19; Isa. 6:1), en el trono "a la diestra" de Dios (Heb. 8:1; 1:3,13; 10:12; 12:2; 1 Ped. 3:22); es decir "a su lado" "como sacerdote" (Zac. 6:13).[51] A veces se levanta y obra parado (hestóta) (Hech. 7:55) delante del Padre (Mat. 10:32; Heb. 9:24).

7. Además de humear el incienso, Cristo rocía "sangre" sobre el propiciatorio, que está debajo del trono.[52]

7. En la realidad, Cristo "ofrece" su sangre sentado "al lado" (pará) del Padre (Heb. 8:1; 9:12),[53] mostrando en sus manos "los estigmas de su crucifixión".[54]

8. Sobre el arca, que está debajo del trono Hay dos querubines "de oro purísimo".[55]

8. En la realidad, el "propiciatorio" es "el trono de la gracia", donde está el Padre sentado. No tiene esculturas de oro, sino querubines reales, uno de los cuales fue "Lucifer" antes de su caída.

9. Dentro del arca está "el vaso de oro con el maná, la florida vara de Aarón y las tablas de piedra".[56]

9. Estas cosas del desierto no están en el cielo, pues el arca fue escondida "en una cueva […] Esa arca sagrada está todavía escondida. No ha sido tocada desde que fue puesta en recaudo".[57]

10. El trono está sobre una expansión y sobre el "arca", frente al cual Jesús ministra entre "cuatro seres y "ruedas" vivientes (Eze. 1:26,5, 15; 10:1).

10. El verdadero y único trono esta "encima de la ciudad, sobre un fundamento de oro bruñido", de donde sale el río "de agua de vida" y corre por en medio de la calle de la ciudad

(Apoc. 22:1).[58]

11. Del santuario celestial nacen dos ríos que llegan hasta el "Arabá" y entran al "mar". A cada lado hay árboles frutales "para medicina" (Ver Eze. 47:1-12 con Apoc. 22:1,2).

11. Del trono-santuario nace un solo río, que corre por en medio de la calle de la ciudad, y termina antes de llegar a la puerta del muro que comunica directamente el "mar de vidrio" con la "calle de la ciudad" (Apoc. 22:1,2).

12. El santuario celestial es un "tabernáculo" o "tienda que no será desarmada, ni serán arrancadas sus esta-cas" (Isa.33: 20). Por eso estará en "la nueva Jerusalén" (Apoc. 21:1-3).

12. El verdadero santuario del cielo es el "trono" (Jer. 17:12; Isa. 6:1; Sal. 11:4; Zac. 6:13; Apoc. 16:17). Y no es una tienda, sino una "casa" (Isa. 6: 1,4; Eze. 43:6,7); un "edificio" eterno (2 Cor. 5:1; Sal. 78:60,69),[59] y muy "alto", a manera de una "torre" (Miq. 4:7,8. Ver Sal. 78:69).[60]

Una vez que entendemos que no todas las descripciones que se dan del santuario celestial pueden ser reales, porque nos encontraríamos con serias discrepancias, es necesario que hagamos una reunión de todas estas informaciones para darles cierto orden. Y así podemos descubrir que así como el santuario terrenal pasó por tres grandes períodos, sus características tienen como objeto ilustrar lo celestial (el cuarto período), trasladando cada uno de ellos ante el trono para que obtengamos importantes enseñanzas.

Cuatro descripciones inspiradas del Santuario Celestial

Muchos quedan confundidos al leer las descripciones que la Biblia da del santuario de Dios. A veces es una carpa donde se habla de cortinas y un velo, otras veces es un edificio con una puerta como entrada para el lugar santo, y un velo para el santísimo, etc. Lo que debemos tener en cuenta es que hay cuatro descripciones del santuario, que describen tres períodos por los cuales pasó en esta tierra, y un cuarto en el cielo.

Los tres primeros sirven de ilustración para señalar al celestial. Por eso no nos sorprendamos si se describe el santuario del cielo como una tienda: "Tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda [ohel] que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas será rota" (Isa. 33:20). Eso también describe en una parte Elena G. de White, que al principio la confundió, pensando que los dos velos que Jesús abría eran reales, cuando el objeto era mostrar que lo terrenal era para ilustrar lo celestial.[61]

El segundo período del santuario terrenal se inició cuando los hebreos se instalaron en Jerusalén. Entonces ya no era una tienda, sino un "templo" o "casa" de piedra (1 Rey. 6:7,17). Y ya no eran dos velos, sino una puerta y el velo del santísimo. Y el templo se rodeó de edificios para las distintas actividades del sacerdocio, que terminaron llamándole "ciudad", como la ciudad celestial (Eze. 10:2,3). Esa ciudad-santuario fue creciendo hasta transformarse en una gran ciudad cuadrada donde todos los creyentes serían sacerdotes. Ese es el caso del templo-ciudad de Ezequiel, que Dios sabía que nunca se lo iba a edificar, y que le llamó "Jehová Sama ("Jehová allí: Eze. 48:19, 29-35).

El tercer período del santuario terrenal se inició cuando el Señor rasgó "el velo del templo" de Herodes (Mat. 27:51), "para demostrar que los servicios del santuario terrenal habían acabado para siempre"[62]; y al tercer día de su muerte, Cristo inició, entonces con autoridad, el ministerio de la gracia del celestial (Juan 2:19,20). Las descripciones físicas que se dan ahora son variadas, porque buena parte de ellas tienen un sentido figurado. Los creyentes son todos sacerdotes espirituales que forman el lugar santo como piedras vivas; como portadores de la luz de Cristo, que está entre los candeleros, y forman el altar del incienso. Es donde Cristo, con la forma de cuatro cuernos de ese altar y el perfume del incienso, nos presenta ante el Padre que está en el santísimo en la santa shekinah. Así se ilustra la obra real de Cristo, a la diestra del Padre, mostrando las huellas de la cruz (1 Ped. 2:4-10; Heb. 8:1-6).

Pero en las revelaciones finales del Apocalipsis, Juan no ve ese templo con puertas, lámparas, incienso y el arca de la Ley. Es cuando Dios revela el cuarto período del santuario de Dios. Al no ver lo anterior, Juan piensa que el templo no existe más, pues sabía muy bien que el trono de Dios es el templo (Apoc. 16:17). Pero el Señor le hace saber que todo lo que había visto antes era un símbolo de la obra de la Deidad en el trono (Apoc. 21:22). Y como dijo Ezequiel, al ver que el santuario se transformaba en una gran ciudad, Juan entonces ve el trono en medio de la ciudad, que desciende a este mundo, y se le anuncia: "He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres" (Apoc. 21:3). Así entendió por qué el salmista cantaba que "la ciudad de Dios [es], el santuario de las moradas del Altísimo" (Sal. 46:4).

Las medidas del Santuario que está en el cielo

Para saber cuáles son las medidas del santuario del cielo, debemos tomar nota del "modelo" terrenal que servía de figura y modelo en "miniatura" (Éxo. 25:9,40; 26:30; Heb. 8:5) del celestial. Las medidas están registradas en Éxodo 25-27; y estas proporciones confirmadas en Ezequiel 40:47; 41:4,13,14. El "modelo" completo, es decir el tabernáculo con el atrio, medía 100 codos de largo por 50 de ancho (Éxo. 27:18). Estaba formado por dos cuadrados iguales unidos de este a oeste, de 50 codos por lado —En el templo de Ezequiel el cuadrado es de 100 codos por 100 porque las proporciones son el doble(. En medio del cuadrado oriental se encontraba el altar del sacrificio; y en medio del cuadrado occidental el lugar santísimo de la tienda, que medía 10 codos por lado. Es decir que sus lados tenían una medida cinco veces menor que el ancho del atrio (10 codos de 50 codos en la tabernáculo de Moisés, y 20 de 100 en el templo de Ezequiel.

Delante del santísimo estaba el lugar santo de la tienda, con el mismo ancho del santísimo, pero de 20 codos de longitud. Esto significa que estaba ubicado exactamente entre el segundo velo y la raya imaginaria que unía los dos cuadrados del atrio[63]

El cuadrado oriental representaba la obra que Cristo realizaría en la tierra para nuestra salvación. La sangre derramada sobre el altar del holocausto, sería la del "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo" (Juan 1:29). Cuando se entraba levantando la cortina que da al lugar santo, que al mismo tiempo se entraba al cuadrado occidental del atrio del tabernáculo, se lo hacía para representar la obra que Cristo iniciaría para mediar con autoridad a la diestra del Padre (Heb. 8:1,6; 4:16). Por eso, la pluma inspirada dice que este primer "velo, que formaba la entrada y separaba el lugar santo del atrio exterior, representaba la obra y el servicio que dio principio Cristo al ascender al cielo"[64].

Como veremos, llegar a saber cuáles son las medidas del santuario del cielo, es tarea relativamente sencilla. Como entendemos, el "templo" celestial es el "trono", y el santuario completo la santa ciudad con sus "atrios". Puesto que el trono es el antitipo del lugar santísimo terrenal, sólo basta que cambiemos el cuadrado del lugar santísimo por la palabra "trono". Estamos de acuerdo que con esto surgen algunos interrogantes, como por ejemplo: ¿Qué hacemos con el cuadrado oriental del atrio, donde estaba el altar del sacrificio y el lavatorio? Vayamos a la Revelación.

Pablo y Judas nos dicen que el tabernáculo de Moisés era tipos (ejemplo, modelo, figura), hypodeigmati (ilustración, ejemplo), skia (sombra) y parabolé o parábola del celestial. Por lo tanto, en parte era una ilustración y en parte una miniatura exacta del celestial.

Los Testimonios nos dicen:

"Los dos lugares santos hechos a mano, habían de ser "figura del verdadero", "figuras de las cosas celestiales" (Heb. 9:24,23), es decir, una representación, en miniatura, del templo celestial […] Dios presentó ante Moisés en el monte una visión del santuario celestial, y le ordenó que hiciera todas las cosas de acuerdo con el modelo que se le había mostrado"[65].

Por lo tanto, necesitamos determinar qué es parábola y qué es "miniatura". Ya sabemos que el santuario original era una "tienda". Pero la santa ciudad no es una tienda, por lo tanto eliminemos la tienda como modelo. Las paredes del tabernáculo eran de madera forrada con oro; pero el celestial es una "casa no hecha de manos, es decir, no es de esta creación" (Heb. 9:11). Entonces, eliminemos estas paredes.

El altar del sacrificio y el lavatorio eran santísimos porque representaban a Cristo, "el Santo de los santos". Lo mismo ocurre con todos los demás muebles del santuario (Apo. 21: 22), por eso se les llamaba qodesh qodashim. Así que debemos poner el candelabro, la mesa de la presencia y el altar del incienso directamente en el Qodesh qodashim ante el Padre. Y por último, eliminemos el "arca del testimonio" porque allá no estará, ni se hará otra. En su lugar está el "Trono de Jehová" En Jeremías 3: 16, 17 se nos dice con toda claridad.

Ahora sólo nos quedan las medidas del plano de los lugares santos, con el atrio del tabernáculo. Y esto es lo que nos resta como modelo en miniatura. Pero pronto nos resistimos, porque en el lugar santo de la tienda terrenal no había una "calle de la ciudad" con un río y árboles. Pero, ¿no hemos visto que no todo es una "miniatura"? ¿Recuerda que Daniel vio, entre los símbolos de la visión del juicio celestial, un "río" que reflejaba la gloria del trono como "fuego"? Escribamos, pues, la palabra "trono" en el santísimo, y comparemos los planos del terrenal con el celestial, mientras leemos estas declaraciones inspiradas: "Tienda [tabernáculo] que no será desarmada […] lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni por él pasará gran nave" (Isa. 33:20,21). "Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario […] Dios está en medio de ella" (Sal. 46:4,5).

. "La gloria del Líbano vendrá a ti, cipreses y bojes juntamente, para decorar el lugar de mi santuario[…] El sol nunca más te servirá de luz para día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua" (Isa. 60:13-19). Podemos ver, entonces, por qué el lugar santo celestial no es una habitación cerrada que necesita del candelabro para alumbrar; y por qué el santuario celestial es "más amplio", como dice Pablo. En el libro donde todos los libros se encuentran, el Apocalipsis, se nos revela que la ciudad-santuario "se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales" (Apoc. 21:6). El estadio medía unos 183 metros, lo que nos daría unos 2.200 kilómetros por lado. Sin embargo, no se nos dice si 12.000 es un número literal o figurado. En este último caso sería "doce", número de la plenitud de "la tierra de Israel" (Éxo. 24: 4; 28:21; 1 Rey. 18:31; Eze. 47:12,13; 48:19); y "mil", que representa abundancia, mucho, número incontable (Deut. 7:9; 1 Crón. 16:15; Sal. 105:8; Ecle. 6:6; 7:28; Apo. 7:4-8; 11:13; 14:13,20). Es decir que 12.000 estadios nos hablarían de una ciudad muy grande, cuyos lados son isos (iguales), por eso es cuadrada.

En la representación del santuario celestial que da Ezequiel, la ciudad-santuario mide "cuatro mil quinientas cañas" por lado; rodeada por un muro que tiene "tres puertas" por lado, como la descripción en el Apocalipsis (Eze. 48:30-35). En este caso, la altura del trono tendría 13.500 metros, como los lados de la ciudad.

Sin embargo, aunque no podemos saber la medida exacta de la ciudad, sí podemos saber cuáles son las proporciones. El ancho, el largo y la altura son iguales (isos). Pero necesitamos saber qué quiere decir aquí el apóstol con la expresión "altura" (hypsos), ya que esta palabra es usada en el N.T. para referirse también a la parte más alta o cima (Efe. 3:18: Sant. 1:9). En este caso tenemos la orientación de la pluma inspirada, cuando escribió que "el trono alto" lo vio "muy por encima de la ciudad"[66].

La altura de los muros es de 144 codos, es decir que, si la medida es literal, sería sólo de unos 65 metros. Debemos tener en cuenta que cuando en la medición del muro o de una puerta del santuario, los profetas no especifican el sentido de la medición, se refieren a la altura o medida mayor (Eze. 41:5). Esta diferencia tan marcada que existe entre la altura de los muros y el trono, nos muestra claramente el error de muchos que creen que la santa ciudad es un cubo. Por creer en este error tan común, un destacado teólogo nuestro llegó a la conclusión de que la ciudad y el edificio del trono no pueden ser reales. Por eso dijo que la "santa ciudad" es el lugar santísimo sobre la tierra, el trono de Dios. Esto trasciende la necesidad de tener cualquier templo local". Pero Elena G. de White ya nos advirtió de este error.

Algunos comentadores creen que la altura no es "igual" sino proporcional. En este caso el largo de la ciudad no sería "igual" sino proporcional a su ancho, por lo tanto no sería cuadrada. Pero Dios no nos ha dado autorización para cambiar su Palabra. Otros comentadores dicen que la altura es igual al perímetro, no a los lados de la ciudad. Pero cuando la Biblia da las medidas del santuario de Moisés, el "modelo"; y de la ciudad-santuario de Ezequiel, que es otra ilustración del celestial, siempre que habla de longitud y anchura, las medidas son de cada lado. Cuando se refiere al perímetro, se habla de su "alrededor" (cabyb).

En la ciudad-santuario de Ezequiel se miden dos veces largo por ancho y da "cuatro mil quinientas cañas" (Eze. 48: 16, 30-34). Y una vez "en derredor" (cabyb), y da "dieciocho mil cañas" (Eze. 48:35), es decir una medida cuatro veces mayor. Por lo tanto, los que creen que la altura del trono celestial es la misma medida que la del perímetro de la ciudad, no tendrían que hablar de 3.000 estadios sino de 48.000, que es cuatro veces mayor a 12.000.

Los 12.000 estadios de la altura del trono, explican por qué cada vez que Cristo se traslada de la calle de la ciudad al trono-templo, no lo hace subiendo por una escalera, sino sobre una "nube" de ángeles que lo ascienden verticalmente (way upward)[67] hasta la "sala del trono" (Dan. 7:13; Mal. 3:1; 2 Crón. 30:27)[68] Esta altura del trono estaba representada por la columna de nube, que se posaba sobre el propiciatorio (Lev. 16:2) y sobre el tabernáculo, en la parte llamada "la tienda del testimonio" o lugar santísimo (Núm. 9:15; 10:11; Éxo. 13:21; 14:19,21,24; 33: 9, 10, etc.), y tenía como propósito poder alumbrar al pueblo desde una parte elevada, así como lo hace Dios en medio de la santa ciudad (Sal. 46:4,5; Isa. 24:23; 30:26; 60:19; Apoc. 21:23; 22:5). La "sala del trono" o "habitación" (singular) del santuario celestial, está en "lo alto de su santuario"-trono (Sal. 102:19), porque su "morada" está en lo "alto" (Jer. 25:30), como un "monte [templo] muy alto" (Eze. 40:2). Por eso la gloria de Dios ilumina la ciudad y sus alrededores. Y, lógicamente, siempre ilumina desde un lugar muy alto, para no encandilar a los santos ? lamento que en los dibujos del cielo no se haya tomado esto en cuenta.

Delante de la base cuadrada del trono o santísimo, se encuentra "la calle de la ciudad" (platería). Esta expresión griega nos indica una calle muy ancha, atrio o plaza. Siguiendo al "modelo", tiene que tener el mismo ancho que la base del trono, que era cinco veces menor al ancho del atrio, es decir 2.400 estadios. Entonces, el largo tendría 4.800.

Ahora nos queda por ver qué es ese atrio externo de la ciudad, donde en el santuario terrenal se encontraba el altar del holocausto. Algunos comentadores creen que en el cielo no tiene que estar, porque dicen que Dios ordenó que no se lo midiera, sino que se lo diera a los gentiles (Apoc. 11:1,2). Pero esta teoría no está de acuerdo a la Revelación. El "patio" "fuera del templo" que fue dado a los que no son del pueblo de Dios (11:2), no era el atrio del altar, sino otro que fue agregado después, sin tener en cuenta al "modelo" (Eze. 27:9-18). Juan cita a Ezequiel 40 al 48 y a Zacarías 2:1,2 para la medición del santuario. Y allí se revela que medir y mostrar el diseño de la "casa", significa mostrar "la ley" de Dios para que los que buscan al Señor se avergüencen de sus pecados (Eze. 43:10-12).

La orden es mostrar la ley y hacer conocer el diseño si se arrepienten, por lo tanto no es para los gentiles, que aquí representan a los que no aceptan a Cristo (Apoc. 11:1-3). Por eso se ordena medir el templo y el atrio del "holocausto" (43:10.13-18), "porque el lugar es santo" (42:13). Lo que no se debe medir es el "atrio exterior" del terrenal añadido al original, que era considerado "profano" (42:14,20; 44:19). Por lo tanto, esa teoría no está con las Escrituras.

Si el atrio del holocausto, llamado también "lugar santo" (Lev. 6:16,26; 10:13,17; Eze. 42:13; 44:19), no hubiera sido medido para el santuario del cielo, durante el reino de la gracia los arrepentidos no podrían ofrecerse en "sacrificio vivo" para ser lavados en la Fuente de agua viva (Rom. 12:1). Y en el reino de la gloria, los redimidos tampoco podrían descender al "mar de vidrio" que está delante de la ciudad (Apoc. 15:2,3).

Según la Revelación, ese atrio es tan grande que al estar parado en él parece que se pierde en el horizonte como un "mar"; y su superficie es tan pulida que da la impresión de caminar sobre "vidrio"; y es como un espejo gigantesco que refleja el azul del cielo como un "mar" calmo. Sobre esta inmensa superficie descenderán los redimidos antes de entrar a la santa ciudad, y allí formarán "un cuadrado perfecto" y "hueco", donde Cristo se ubicará en el centro como el "Cordero" del holocausto[69]—El altar del holocausto terrenal también era cuadrado, pero mucho más pequeño.

Entendiendo el significado de esta revelación, Elena G. de White escribió más tarde, que la entrada "separaba el lugar santo del atrio exterior"[70]. Ella se refiere aquí al tabernáculo de Moisés, donde no había más que un "atrio", el del holocausto (Éxo. 27:9; 38:9). Así que al hacer esta comparación con el celestial, nos da a entender que la entrada a la santa ciudad es la entrada a los lugares santos; y esta puerta separa el "mar de vidrio" del "lugar santo" o "calle de la ciudad". Esto explica por qué, si el "mar de vidrio" es un atrio exterior, el "lugar santo" celestial es tácitamente el atrio interior. Y también por qué los profetas hablan de "atrios" celestiales en plural (Isa. 62:9; Sal. 84:1,2; 92:13; 96:6-8),[71] a pesar de mantener fielmente el plano del "modelo" dado a Moisés, que tenía un solo "atrio".

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Así que la puerta principal de los muros de "la ciudad de Dios, el santuario de la moradas del Altísimo" (Sal. 46:4), es la puerta al santuario celestial. Por eso la Hna. White dijo: "Él podría conducir al alma humana hasta los umbrales del cielo y mostrarle, a través de la puerta abierta, la gloria que surge del interior del santuario celestial, y que resplandece a través de sus portales".[72]

De los 12 "portales", hay uno que es "la puerta" que da directamente al lugar santo celestial. El "mar de vidrio" de Apocalipsis 15:2-4 es el mismo que el que se lo señala "delante del trono" en Apocalipsis 4:6. Por eso la Revelación no habla de "mares de vidrio". La expresión "delante de" no siempre significa algo "junto" a, o inmediatamente delante de (4:6; Lev. 4:4-6, 15,17; Éxo. 40:5; Núm. 17:4, etc.). No es posible que un profeta confunda el "río" que sale del trono y corre en medio de la calle de la ciudad, con una superficie tan extensa como un "mar". Notemos que la calle de oro también es tan pulida que parece "vidrio" (Apoc. 21:18,21). Sin embargo, los profetas saben distinguir bien la superficie pulida como "calle" y no la confunden con el "río" que corre en medio de ella.

El Templo Celestial

Sabemos que el trono-templo mide en la visión apocalíptica 12.000 estadios de altura, pero sólo 2.400 estadios de cada lado en su base. Es decir que su altura es cinco veces mayor a su ancho; lo que nos lleva a pensar que el trono es más una torre que un templo común. "Torre" es, justamente, el nombre que le da el profeta Miqueas (Miq. 4:7,8. Ver Sal. 78:69). Y Elena G. de White, al comparar el tabernáculo terrenal con el celestial durante los reinos de la gracia y de la gloria, escribió: "Como torre del viñedo, Dios puso su santo templo en medio de la tierra […]. En el tabernáculo y el templo, su gloria moraba en la santa shekinah sobre el propiciatorio"[73]. Es decir que el lugar santísimo terrenal señalaba la "torre" y el "templo en medio de la tierra", ahora en símbolo, y el celestial como realidad.

Cuando Isaías se encontraba en el templo terrenal, de cara al santísimo, vio en visión al "trono" del cielo. Y al contemplarlo, no pudo ver la parte superior porque era tan alto que "se elevaba como hasta los mismos cielos"[74].

No tenemos revelación para saber si las paredes de la "sala del trono", que está en la parte superior de este edificio, son traslúcidas o de columnas, entre las cuales puede pasar la gloria divina que ilumina la ciudad -El "templo" que vio la Hna. White fuera de la ciudad, dedicado sólo para el grupo especial de "los 144.000", está "sostenido por siete columnas"—.[75] Pero sí podemos saber que no tiene algún velo o puerta real que lo impida. Alrededor de esta "sala" hay un arco iris verde azulado (Apoc. 4:3). La mayor parte del cuerpo del "edificio" del trono es de color blanco plateado (20:11)[76]; y la base es "un fundamento de oro bruñido"[77].

Pero "trono" (hebreo kicce", y griego zronos) no siempre es un "edificio". También es un asiento donde se sienta la Deidad en la "sala del trono" (Sal. 122:5). Por ejemplo, cuando la Revelación dice que del "trono" sale un "río", no dice que sale debajo de un asiento de la "sala". Y cuando dice que Cristo se sentó "a la diestra", es decir "al lado" (Juan 17:5; Zac. 6:13. Ver Juan 1:1) del Padre, no quiere decir que hay dos edificios, uno junto al otro, sino dos asientos dentro del mismo edificio. Está de más decir que la Divinidad no se sienta porque necesita descansar (Isa. 48:28); ni mora en una "habitación" o "morada" (Éxo. 15:17; Sal. 46:4) porque necesita protegerse de la lluvia o del frío, sino para que los seres creados puedan encontrarla en algún lugar. Pero, como ocurrió cuando moraba en el santísimo terrenal y en la nube, Dios no permanece todo el tiempo en el mismo lugar (Zac. 2:13; Dan. 7: 3)[78].

Algunos comentadores sostienen que la expresión "trono de la gracia" (Heb. 4:16), significa "reino de la gracia". Se entiende que si hay un trono, hay un reino. Pero Pablo escribió "trono", por la sencilla razón de que cuando estaba escribiendo por inspiración, no estaba fuera del reino de Dios. Lo que él necesitaba era acercarse diariamente al lugar donde Cristo intercede por nosotros para pedir misericordia. Allí es donde él también recomienda que se acerquen todos los santos del reino de la gracia —que ya están en el reino—: "Os habéis acercado al monte (trono( de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial" (Heb. 12:22-24).

La expresión griega hagia, plural neutro de hagios (santo), que usa Pablo, puede ayudarnos a entender por qué él dice que entró una vez para siempre a ese lugar. Esta expresión plural es usada tanto para referirse a todo el santuario (Heb. 13:11) como a uno de sus departamentos (9:3,25). En Hebreos 9:8,12;10:19 (ver Efe.2:6) él señala al celestial como santuario y al mismo tiempo como santísimo (ta hagia), es decir como "templo" (naós) y como "trono" (zronos) de Dios. Recordemos que Moisés llamaba al santísimo: "santuario" (miqdash-qodesh. Lev. 16:17,20).

Unos 35 años después del Pentecostés, Pablo dijo que el verdadero "santuario" (ton hagíon) y "tabernáculo" (tes skenés) celestial, está "a la diestra del trono de la Majestad en los cielos" (Heb. 8:1,2). Aquí ton hagíon llega a ser el santuario en el trono o santísimo. Lo mismo ocurre en 9:8,12, pues en el verso 24 dice: "Porque no entró Cristo en el hagia hecho de mano […] sino en el cielo mismo […] ante Dios". "Cielo mismo" significa "trono" (Sal. 102:19; Isa. 66:1), donde está Cristo "ante Dios" mostrando al Padre las señales de la cruz; y no todo el cielo, como algunos afirman. Todos estamos de acuerdo que el trono es el lugar santísimo. Pero es el "trono de la gracia" (Heb. 4:16), y no solo de "juicio" (Prov. 20:8). Ta hagia aparece otra vez en 9:25, donde el "sumo sacerdote" entraba "cada año", y no "continuamente cada año" (10:1). "Cada año se hacía memoria de los pecados" (10:3). Y la "memoria de los pecados no se realizaba "continuamente cada año", sino en el yom kippur, el único día del año cuando se entraba al santísimo.

Allí es donde Pablo también recomienda que se acerquen todos los santos del reino de la gracia —que ya están en el reino—: "Os habéis acercado al monte [trono] de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial" (Heb. 12:22-24; Eze. 20:40; 40:2). Cuando se inicie el juicio para nosotros, "la gracia y la misericordia descenderán entonces del trono, y la justicia tomará su lugar".[79] Debe quedar en claro, entonces, que Cristo oficia los dos ministerios "para siempre en el ta hagia". Así podemos entender por qué la pluma inspirada escribió: "Cuando el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo, que representaba el lugar donde nuestro Sumo Sacerdote intercede en la actualidad, y rociaba la sangre expiatoria sobre el asiento de la misericordia, afuera no se ofrecía ningún sacrificio propiciatorio".

Los que creen que el ta hagia nunca se refiere al lugar santísimo, argumentan que en el día del juicio no se oficiaba únicamente en el santísimo, sino en "todo el santuario". Por lo tanto, dicen que en Hebreos 9:25 tampoco es santísimo sino santuario. Aunque esto es cierto, porque Moisés le llamaba al santísimo "santuario" (Lev. 16:20,33), complican más el problema, porque entonces en el sacrificio diario de intercesión, se entraría a "todo el santuario" de la misma manera que en el día del juicio, y esto no es cierto. Por lo tanto, ta hagia se refiere al "santuario" y al "santísimo". En el cielo es el lugar donde Cristo "se ha sentado a la diestra de Dios" como "mediador de un mejor pacto" (Heb. 8: 6), 1813 años antes de 1844; y Pablo lo siguió viendo allí 35 años después del Pentecostés (10:12). A este lugar vuelve a referirse en 10:19 con la expresión ton hagíon.

Pablo presenta un argumento más, contra los que niegan que ta hagia nunca puede ser el santísimo, creyendo que el trono es sólo lugar de juicio. Y se basa en el salmo 110: "Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra… Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. El Señor está a tu diestra" (Sal. 110:1-5). ¿Sacerdote en el trono, a la diestra del Padre antes de la ascensión de Cristo? Exactamente. Por eso Pablo cita esta declaración en Hebreos 5:6; 7:17,21,27,28 para el "mejor pacto", o "nuevo", a favor de los pecadores. Y a continuación dice: "Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario [¿el trono es el santuario? Sí, lo venía diciendo Moisés]… cuando es mediador de un mejor pacto" (Heb. 8:1-6). Por eso 35 años después del Pentecostés Pablo lo vio intercediendo a la diestra del Padre.

El apóstol vuelve al asunto en Hebreos 9:25,26, donde en el lugar donde "cada año" (no "continuamente cada año":10:1) los sacerdotes entraban al santísimo, Jesús quita el pecado de los arrepentidos. Y por último, en Hebreos 10:11,12 Cristo se ofrece por los pecados una vez para siempre "sentado a la diestra de Dios". Es claro, ¿verdad?

Así que ta hagia significa "tener libre acceso a Dios"[80] por medio del Mediador, que está en el "trono", y es su "santuario" y su "templo" (naós); es decir el lugar (singular) real de los dos lugares santos (porque ya no hay más velo para proteger a sacerdotes en pecado). Por eso en Hebreos 9:6-8, cuando Pablo describe al santuario terrenal dividido en "primera parte" y "segunda parte" para llegar al celestial, nos dice claramente que el celestial no sería manifiesto mientras hubiera un santuario con una primera parte o lugar santo. Es decir, mientras hubiera un santuario dividido en dos departamentos reales; porque el santuario del cielo, donde se cumplen las obras diarias y del juicio (Heb. 8:6; 4:16 y Prov. 20:8 ), está en el trono a la diestra del Padre, que corresponde con el santísimo terrenal. Pablo dice que éste es el "verdadero santuario" celestial (Heb. 8:1,2).

Según un teólogo del BRI, el templo celestial, que vimos que es el "trono", no sólo tendría una o dos habitaciones, sino que también es el lugar donde se encuentran todas las habitaciones necesarias para la "gran multitud, la cual nadie podía contar" (Apoc. 7:9). Por eso asegura: "Ese Templo no es una construcción de un solo ambiente, sino más bien una estructura con múltiples habitaciones y de un tamaño majestuoso". Pero sabemos que el trono-templo es "alto y sublime" (Sal. 78:69; 102:19; Isa. 6:1); está "muy por encima de la ciudad, sobre un fundamento de oro bruñido". Por eso la Deidad mira la ciudad celestial "desde lo alto de su santuario" (Sal. 102:19). Y consiste en una sola habitación, que se le llama: "Sala del trono del Rey de reyes". En cuanto a las moradas que Cristo fue a preparar, están en "las afueras de la ciudad", porque la Nueva Jerusalén es ciudad de adoración, no de habitación. Por eso cada mes y cada sábado vendremos para adorar, y pasaremos por las puertas de la ciudad (Isa. 66: 23; Jer. 3:17,18; Eze. 46:1; Luc. 13:29).

El lugar santo celestial:

En el Nuevo pacto todos los creyentes llegan a ser sacerdotes de la realeza, es decir del templo celestial, como piedras vivas, donde Cristo es la piedra fundamental (1 Ped. 2:1-9). Se entiende figuradamente, pues los santos están todavía en la tierra orando hacia el "velo", es decir a Cristo, que intercede como altar del incienso en el trono (Heb. 9:3,4). Así que en el templo celestial, el lugar santo está delante del trono o lugar santísimo. Pero por ahora el servicio del sacerdocio se realiza por la iglesia de Dios en la tierra. Por lo tanto, el servicio del lugar santo todavía es terrestre, y por los santos abarca el mundo entero. Pero cuando los redimidos lleguen a la santa ciudad, el actual "templo" del cielo que está en el "trono" (el que es real) se extenderá a la calle de oro, pues Juan escribió: "Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos" (Apoc. 7:15). Así se cumplirá perfectamente el diseño que el Señor dio a Moisés, cuando delante del "santuario" (y santísimo) estará para siempre el "tabernáculo de reunión" (o "Lugar Santo") del A.T. Aquí se explica por qué Moisés le llamaba al lugar santísimo "santuario", y al lugar santo terrenal le llamaba "tabernáculo de reunión", cuando allí no se reunían los sacerdotes, sino que oficiaban sólo los que cumplían su turno (Lev. 16:17,20,33).

Y debido a que en el cielo nos encontraremos con la calle de la ciudad, no tiene paredes, sino que los santos formarán sus columnas delante del trono o santísimo. Por eso los profetas nos dicen: "Él [Cristo] edificará el templo de Jehová […] y se sentará y dominará en su trono" (Zac. 6:13). "Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron […] y te llamarán ciudad de Jehová, Sión del Santo de Israel" (Isa. 60:14). "En aquel día yo [Cristo] levantaré el tabernáculo caído de David […] y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel" (Amós 9:11-14). "Acercándoos a él, piedra viva […] vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo" (1 Ped. 2:4,5).

Estas promesas ya se cumplen ahora simbólicamente. Pero en un sentido un poco más real recién en el reino de la gloria: "Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de ella; y escribirá sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo" (Apoc. 3:12).; "y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella" (21:22-24).

Estas revelaciones aclaran la visión que tuvo Daniel, donde vio al pueblo de Dios antes de la venida de Cristo, siendo juzgado ante el trono desde 1844, y donde vio al río de la calle de la ciudad que reflejaba la gloria del trono "blanco" (Dan. 7:9-14). Elena G. de White tuvo la misma visión, aclarando, lógicamente, que era una visión simbólica del lugar santo celestial aquí en la tierra, durante juicio del "pueblo adventista" "y el mundo" indiferente.[81]

Vemos que la "calle de la ciudad" seguirá siendo calle, pero será definitivamente el lugar santo del "templo" de Dios. Por eso al lugar santo terrenal se le llamaba "tabernáculo de reunión". La sierva del Señor le da mucha importancia a la verdad revelada en Zacarías 6:13, pues allí se señala la obra de mediación en el trono, y que el lugar santo se edificará con la "iglesia de Dios":

"La obra mediadora de Cristo, a favor del hombre se presenta en esta hermosa profecía de Zacarías […] se sentará y reinará sobre su trono, siendo sacerdote sobre su trono […] Sí, edificará el Templo de Jehová".[82]

Como los redimidos no vivirán dentro de la ciudad-santuario, "de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová" (Isa. 66:23). "Y los que sirvan a la ciudad serán de todas las tribus de Israel" (Eze. 48:15,19). "Llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella" (Jer. 3:17). "Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios" (Luc. 13:29). No dice que los adoradores vendrán ante el trono desde habitaciones de la misma ciudad, sino que vendrán a la nueva "Jerusalén", es decir de afuera de la ciudad.

En las profecías condicionales para Israel, los creyentes del mundo vendrían a vivir dentro de los muros de Jerusalén (Isa. 56:5-8; Jer. 7:1-7; 17:24-26; 32:36-40), donde en medio de ella estaba la ciudad-santuario rodeada de sus propios muros. Pero esto no se cumplió, sino ahora en sentido figurado (Isa. 56:5). Por eso Isaías 56:5 no contradice a Zacarías 2:4,5,11,12, cuando dice que "sin muros será habitada Jerusalén", pues la sierva del Señor aclara que Isaías 56:5 se cumple en la "dispensación cristiana"[83]. Es ahora que los santos necesitan "la ley de la casa", que incluye el "muro" como protección (Eze. 43:12; Isa. 5:1,2,7; Prov. 25:28; 1 Juan 3:4).

Cuando en el reino de la gloria "la ciudad desde aquel día será Jehová-sama (Jehová allí), "la ciudad estará en medio" (Apoc. 21:12); pero los pobladores de la Nueva Jerusalén ya no tendrán muros, y su territorio abarcará todo el planeta para morar (Dan. 7:35up; Isa. 65:22). Pero sí permanecerán los muros de la santa ciudad a fin de hacer una separación de lo sagrado y lo común, cuando cada sábado los santos entrarán por las puertas para adorar a Dios; y pasar juntos en los amplios jardines de la ciudad (Eze. 46:1; Isa. 66:23; Jer. 3:17,18; Luc. 13:29; Apoc. 21:25-27; 22:2).

Muchos dudan que en el cielo haya un muro real, pues creen que nunca fue necesario. Pero la contienda que hubo entre Dios y Satanás y sus ángeles fue real (Apoc. 12:7-9). Además, Satanás pudo volver al planeta cielo para presentar sus acusaciones en el mar de vidrio (Job 1:6; 2:1), hasta la muerte de Cristo (Apoc. 12:10,11). Por esa causa fue que Dios puso ángeles guardianes en las puertas de la ciudad, para que exigieran la "tarjeta de oro" que habían recibido los que no se habían rebelado.[84]

Hasta la muerte de Cristo, Satanás podría haber pasado sobre los muros, o los podría haber atravesado espiritualizándose (recordemos que la belleza que Dios dotó a Lucifer, fue una "belleza física"(.[85] Pero es evidente que antes de ser desenmascarado en la cruz, al gran engañador no le convenía perder su prestigio y ser considerado "ladrón y salteador" (Juan 10:1). Las puertas de la Nueva Jerusalén serán cerradas nuevamente al fin del milenio, cuando Dios y los santos desciendan a este mundo dentro de la ciudad.[86] Entonces, al iniciarse el juicio y luego al recrearse la tierra, los santos subirán sobre los muros para poder ver esas escenas.[87] Desde entonces, los muros cumplirán el propósito de hacer una separación entre la vida común y los días de adoración. Cada mes y cada sábado serán abiertas las puertas de la Nueva Jerusalén, para dar paso a los que "vendrán" para adorar y a comer del árbol de la vida (Eze. 46:1; Isa. 66:23; Apoc. 21: 25-27; 22:2), pues, como dije, los justos vivirán en las "afueras de la ciudad".[88]

Conclusión

Entonces podemos resumir, diciendo que el santuario celestial es real. El templo es el trono, la morada eterna de Dios, que fue transformada en el centro universal de salvación y seguridad eternas. Por lo tanto, no es un edificio levantado por causa del pecado, como lo es el "templo" de siete columnas que está afuera de la ciudad, dedicado sólo para los 144.000 de entre los redimidos. Es el mismo trono; por eso fue y será eterno y descenderá a nuestro mundo al fin del milenio. Y, como medio de seguridad contra un nuevo brote del pecado, Cristo, el Sumo sacerdote, mantendrá por siempre las señales donde fue derramada su sangre. Esa sangre contaminó y también limpia el trono-templo celestial, y con él el universo entero.

Así como el "santuario" terrenal propiamente dicho era el lugar santísimo, y por él todas las dependencias con el atrio recibían ese nombre sagrado, la "ciudad de Dios, (es( el santuario de las moradas del Altísimo". La santa ciudad es, pues, el santuario, porque el trono-templo es el "santuario" y la "morada" de Dios. Y cuando los salvados lleguen a la "calle de la ciudad" y adoren al Señor frente al trono, el trono-templo se extenderá a ellos, formando exactamente los dos lugares santos del plano de Moisés. Obviamente su tamaño será mayor. Por eso la calle tendrá "muchos kilómetros", y habrá dentro de ese lugar santo multitud de árboles y el río de la vida. "Y los que sirvan a la ciudad" serán millones, redimidos y convertidos en "reyes y sacerdotes" del Sumo sacerdote, para que gracias a su experiencia, sean los sacerdotes vigilantes para que no se levante la maldad por segunda vez. Por eso Adán y su descendencia; el hijo pródigo y oveja perdida, ocupará el lugar más privilegiado de todos los santos hijos de Dios del universo.

¡Gracias al Señor por su justicia y su gran misericordia y amor; y porque finalmente el glorioso tabernáculo de Dios estará con nosotros para siempre (Apoc. 21:3), donde podremos tener el grandioso privilegio de adorarlo por la eternidad.

 

 

Autor:

Leroy E. Beskow

B. Houssay 283,

3103, Libertador San Martín,

Entre Ríos. Argentina.

2013

[1] odo énfasis en negrita es mío. Elena G. de White, Review and Herald, 25 de mayo, 1905, p. 17. (En adelante sera RH).

[2] Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, (Asociación ministerial de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Buenos Aires, ACES, 2007), p. 350.

[3] Los Adventistas responden a preguntas sobre doctrina, (Libertador San Martín: Publicaciones CAP., 1983), p. 195.

[4] Elena G. de White, Ser semejante a Jesús (SSJ ), (Bs. As.: ACES, 2004), p. 322.

[5] —–, Alza tus ojos, (ATO), (Bs. As.: ACES, 1982), p. 219.

[6] Alberto Timm, “Alegorizaciones del Santuario”, Revista Adventista, (Bs. As.: ACES, junio de 2009), p. 11.

[7] Elena G. de White, Patriarcas y Profetas (PP), (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1955), p. 356.

[8] ? ? ? ? ? ? ?? ? ,Palabras de vida del gran Maestro (PVGM), (Bs. As.: ACES,1960), p. 318

[9] —-, Recibiréis poder (RP), (Bs. As.: ACES, 1995), p. 116.

[10] —-, Exaltad a Jesús (EJ), (Bs. As.: ACES, 1988), p. 313.

[11] —-, El Deseado de Todas las Gentes (DTG), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1966), p. 637.

[12] —-, Cristo, Nuestro Salvador (CNS), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1959), p. 129.

[13] DTG, p. 758.

[14] —-, Hechos de los Apóstoles (HAp), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1957), p. 32.

[15] DTG, 694.

[16] —-, Testimonios para Ministros(TM), (Bs. As.: ACES, 1961), p. 215.

[17] —-, Reflejemos a Jesús (RJ), (Bs. As.: ACES, 1985), p. 330.

[18] ? ? ? ? ? ? ? ? ? , El Conflicto de los Siglos (CS), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1968), p. 703.

[19] ? ? ? ? ? ? ? ? ? , Primeros Escritos (PE), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1962), p. 55.

[20] ((((, Day-Star (DS), 24-I-1846, p. 31.

[21] CS, p. 565.

[22] DS, 24-1-1846.

[23] PE., p. 254.

[24] PP, p. 360.

[25] ((((, Signs of the Times (ST), junio 28, 1899.

[26] CS, p. 485.

[27] Aquí se traduce erróneamente “entrada” (pethach) por “velo”.

[28] CS, pp. 473,474.

[29] —-, Present Truth (PT), mayo de 1850, p.64.

[30] PP, p. 360.

[31] PVGM, p. 318.

[32] Francis Nichol, ed., Comentario Bíblico Adventista (CBA), vol.5, (M. V., Caslif.: Pub. Inter. 1987), p. 1084, citando a E. de White.

[33] White, CS, p. 565.

[34] ((((, Mensajes Selectos (MS), vol. 1, (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1966), p. 71.

[35] CS, p. 483.

[36] Idem.

[37] RH, 26-III-1889, citado en el CBA, 7: 972.

[38] CBA, 7:990.

[39] CS, p. 488.

[40] Ibíd., p. 485.

[41] Ibíd., p. 735.

[42] CBA, 5:983. Usa el verbo “colgar”, no detener.

[43] CS, p. 735.

[44] CBA, 5:1084.

[45] DS, 24-I-1846.

[46] Idem.

[47] PE, p. 55.

[48] Ibíd., pp. 55,251.

[49] Ibíd., p. 55; SSJ, p. 155.

[50] PE, pp. 54,92,126.

[51] Ibíd., p. 55.

[52] Idem.

[53] CS, p. 473.

[54] PE, p. 178,179.

[55] Ibíd., p. 32.

[56] Ibíd., pp. 32,33.

[57] —–, Profetas y reyes (PR), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1957), p. 334.

[58] CS, p. 722.

[59] Según E. de White, aquí se compara a nuestro cuerpo del tiempo de la gracia con el tabernáculo de Moisés (eskénosen de Juan 1:14), y al de la gloria a la “casa” o “templo” celestial (Sal. 78:60,69; 2 Cor. 5:1): DTG, p. 15.

[60] PVGM, 270.

[61] ((((, Cristo en su Santuario (CSS), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1959), p. 13.

[62] PE, p. 253.

[63] CBA, vol. 1:652; Departamento de Educación de la Asociación General, Principios de vida, (Bs. As.: ACES, 1965), p. 208. 2 CS, p. 473.

[64]

[65] PP, p. 356.

[66] CS, p. 722.

[67] DS, 24-I-1846.

[68] CS, p. 565.

[69] PE, pp. 16,17.

[70] CS, p. 473.

[71] PP, p. 121.

[72] ((((, ¡Maranata: el Señor Viene! (MSV), (Bs. As.: ACES, 1976), p. 330.

[73] PR, p. 13.

[74] RH, 16-10-1888.

[75] PE, p. 19.

[76] DS, 24-I-1846.

[77] CS, pp. 722,723.

[78] PE, pp. 55,92.

[79] EUD, p. 205,244.

[80] PVGM, p. 318.

[81] PE, p. 54.

[82] Ibíd., p. 468.

[83] Ibíd., p. 504.

[84] PE, p. 39.

[85] (((, Cada día con Dios, (Bs. As.: ACES, 1979), p. 126.

[86] CS, p. 722.

[87] (((, Testimonios selectos, vol. 2, (Bs. As.: Casa Editora Sudamericana, 1927), p. 245.

[88] PE, p. 18.

Partes: 1, 2
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