La violencia en el deporte
El deporte es uno de los fenómenos más populares de nuestro tiempo. Es en él dónde se producen y expresan algunos de los grandes valores de la sociedad contemporánea. El mismo constituye un instrumento de desarrollo social, vinculado en forma inmediata al bienestar y la salud de la población, también a los valores de la auto superación, lealtad en la competencia, reconocimiento del merito, la solidaridad, igualdad de oportunidades y lucha contra la discriminación.
El deporte es un instrumento de desarrollo social, vinculado en forma inmediata al bienestar y la salud de la población, como también a los valores de autosuperación, lealtad en la competencia, reconocimiento del mérito, solidaridad, igualdad de oportunidades y lucha contra la discriminación, es también una oportunidad para canalizar el esfuerzo humano hacia fines sociales útiles y su promoción contribuye con la lucha contra flagelos tales como las adicciones, proporcionando ámbitos adecuados para que la juventud aplique y ejercite sus potencialidades físicas y mentales, el mismo da la posibilidad de construir universos alternativos a la realidad social y política a través de la hipercodificación de los mitos deportivos. Esto se puede ver en ocasiones como los éxitos deportivos de los atletas de élite se han utilizado para fortalecer la clase política dirigente o en alguna ocasión, a favor de la propaganda de los líderes autoritarios
Así pues, el análisis de los usos sociales del deporte evidencia el principio de contradicción de éste con los valores sociales del fenómeno olímpico, los espectáculos deportivos implican rituales y el análisis de estos rituales representa una información valiosísima para el conocimiento de las estructuras culturales de la sociedad actual.
Quizá el mejor ejemplo de integración social a través del deporte lo encontremos en la organización de competiciones para discapacitados físicos y sensoriales, que tienen su máxima manifestación en la celebración de los Juegos Paralímpicos, en los IX Juegos celebrados en Barcelona el eslogan de "Deporte sin límites", fue muy significativo en cuanto a la integración social porque por un lado "dio énfasis a la variedad de limitaciones superadas por tantos individuos y fue un reconocimiento de todos aquellos que se propusieron un reto y fueron capaces de participar en el deporte de alto nivel, señalándose la necesidad de seguir luchando por la conciencia social en todo el mundo, con el objeto de conseguir la integración de los ciudadanos impedido a través del deporte y las actividades de alta competición., por lo que la realización de estos juegos Paralímpicos han servido para realizar pruebas excepcionales para la superación de difíciles barreras y graves limitaciones, como ocasión única y trampolín hacia la realización de las personas, así como escenario abierto sobre el que mostrar niveles importantes de entusiasmo, energía, confianza, audacia, coraje, habilidad y destreza.
En la actualidad debido a la gran importancia que ha adquirido el deporte como
fenómeno social cualquier acto violento cobra una importancia y una repercusión inigualable a tiempos anteriores pero es indudable que en nuestros tiempos el deporte es mucho mas civilizado que en épocas anteriores. Ejemplos de ello son las competiciones que se llevaban a cabo en la antigua Grecia como el Pancracio en el cual estaba todo permitido excepto meter los dedos en los orificios corporales y la actitud del publico debía ser controlada.
Sin embargo la problemática de la violencia vinculada a los espectáculos deportivos no es novedad, pues esta ligada directamente ligado al consumo de estupefacientes, lo cual ha provocado un aumento del número y del grado de violencia de estos episodios, los que son en todos los casos repudiados por toda la sociedad
Partiendo de una definición muy amplia de violencia en el deporte, "infligir voluntariamente daños físicos o de otro orden a personas u objetos relacionados directamente con encuentros deportivos, pueden considerarse en detalle una serie de prácticas que implican violencia, no sólo física sino también psíquica y moral. Los juegos olímpicos de Berlín, 1936, estuvieron, por ejemplo, bajo el signo de glorificación del nazismo y de su ideología totalitaria y racista. Aunque entonces no se registraron víctimas, dichos juegos pueden considerarse como una manifestación de violencia, de modo similar al asesinato de atletas israelíes durante los Juegos de Munich de 1972.
La palabra "violencia" designa casi siempre contactos físicos inaceptables, la infracción de las reglas que llega hasta la agresión fuera del terreno de juego. Por lo que la violencia es un fenómeno muy complejo, que podría entenderse como toda expresión de fuerza mediante la cual se amenaza o hiere a alguna persona, representando entonces una respuesta que se fundamenta en el miedo e impone el criterio del agresor, sometiendo por la fuerza la voluntad de los demás sin tomar en cuenta sus sentimientos o las consecuencias que se derivan de tales actos. Este modo es empleado para dominar o eliminar y es aplicable en contra de las personas en forma física, psicológica y/o ideológica, contra el ambiente o contra la propiedad, sin dejar de ver otros aspectos como las presiones sobre los árbitros, la corrupción, el doping, que daña la salud del deportista, son también formas de violencia. A la vista de estas acepciones cabría preguntarse si los riesgos sufridos como consecuencia de la violencia no se magnifican a causa de otros factores externos que no tienen relación directa con el deporte (factores políticos, sociales, económicos, culturales ) pero que constituyen un todo cuyas partes se afectan mutuamente.
El dictamen consideraba a los medios de comunicación culpables de las actitudes violentas debido "a la excesiva atención que en algunas ocasiones conceden a las muestras de este comportamiento vergonzoso". La Comisión creía que la lucha contra la violencia debía tener lugar en el contexto general de lucha contra la violencia creciente en la sociedad. Así mismo, para luchar contra la violencia en el deporte el dictamen apuntaba que era necesario, junto con la adopción de medidas de carácter represivo, abordar el tema a largo plazo de forma coordinada, estructurada e integrada, enfocándolo hacia una reducción de los niveles de tolerancia con respecto a la infracción de las normas y hacia un cambio de mentalidad de los jóvenes, de modo que estos adquieran una actitud de rechazo hacia la conducta violenta.
La directiva exigía que junto al enfoque represivo de la violencia en el deporte se ejerciera en la enseñanza y la educación una política social preventiva enfocada a difundir en la mentalidad de los jóvenes un rechazo hacia la violencia. Y sobretodo, dirigir a padres, educadores y profesores de deporte campañas informativas, que imbuyeran a la mentalidad pública en la necesidad del juego limpio en el deporte y en la sociedad en general.
En el campo deportivo se entiende la violencia como acciones efectuadas por un individuo o un conjunto de ellos, transgrediendo por la fuerza o por interpretación falsa de lo establecido o escrito en una ley o precepto, incluido en ello el comportamiento desleal, utilización ilícita de la fuerza, las trampas o violaciones de la reglamentación deportiva y todo aquello que, infringiendo el sentido de la norma, pretenda una obtención ilícita del triunfo. La violencia deportiva se manifiesta de distintas formas y grados, dependiendo siempre de las circunstancias que rodean el acto deportivo y según la reglamentación, ya que en algunos casos, como el boxeo, el karate y el judo, entre otros; no sólo se permite la agresión física sino que también se le estimula y es condición necesaria para la obtención de la victoria, manteniendo siempre un límite de control a través de ciertas reglas que impiden que el enfrentamiento alcance una violencia desproporcionada. Con el deporte ocurre como en cualquier otra situación en la que se producen enfrentamientos de intereses, los actos de violencia pueden estallar con mayor o menor frecuencia y con mayor o menor intensidad dependiendo de variados factores culturales y sociales. Siendo la violencia en el deporte un fenómeno social sumamente complejo, desde el punto de vista de las interacciones sociales y el comportamiento de las masas, pueden ser diversas y variadas las causas que la motivan y promueven. Puede decirse, en forma muy general, que al desplazarse el público en las competiciones deportivas dentro de unos límites de permisibilidad mucho más amplios, al motivársele para lograr motivación e identificación, así como al encontrarse en un juego en el que las tensiones entre grupos están a punto de explotar, nada tendría de raro que a menudo pierda el control, comportándose de una forma que acarrea lesiones a otras personas y cosas que lo rodean.
Estas manifestaciones de violencia se pueden apreciar con mayor facilidad entre las disciplinas más populares, en donde se tiene un desplazamiento de funciones de la sociedad hacia el deporte, causando una sobrecarga de atribuciones que antes eran desempeñadas por otras instituciones. Cuando esos choques adquieren una mayor relevancia, mucho más allá de las reglas del juego y la brutalidad se hace constante, entonces se transforma en un hecho eminentemente violento. En respuesta a esto y con la finalidad de controlarlo, en los deportes altamente combativos e incluso violentos (como el rugby, el fútbol y el boxeo) que son rituales de lucha, el empleo de la fuerza física se limita por reglas y convenciones, para ser controlado de manera inmediata por funcionarios como los árbitros y, en un nivel superior y posterior, por los comités y tribunales establecidos por organismos de dirección nacionales e internacionales.
Los hechos violentos tienden a ser mayores en la medida que aumenta la presión competitiva en los deportes, sea porque quienes lo practican compiten por recompensas extrínsecas como una remuneración económica o el honor de ganar un trofeo, sea porque los grupos locales o nacionales a quienes representan los presionen para ganar. La importancia de la victoria se incrementará y también lo hará la tendencia de los jugadores a romper las reglas como una táctica deliberada. Como parte de esta táctica, tenderán a usar la violencia indebidamente en aquellas situaciones en que crean que es baja la posibilidad de que los descubran o tras calcular que el riesgo de ser castigados por las faltas cometidas no disminuirá significativamente la posibilidad de conseguir sus objetivos a largo plazo, sean personales o del equipo en general.
Si bien se puede considerar que en el deporte subsiste la violencia, aunque sea controlada, el que se exprese fuera de límites puede depender, entre otras, de: Las condiciones del lugar, composición y distribución de los espectadores, tipo de competencia, la importancia del enfrentamiento, y la dinámica con que se desarrolla, las medidas de prevención tomadas para controlar al público y la relación de los encargados de ese control ante el desarrollo de los acontecimientos, la actuación de los árbitros, los intereses que estén de por medio en el juego, la celebración desproporcionada de la victoria o la venganza por la derrota.
Otros aspectos muy importantes que actualmente están motivando enfrentamientos violentos en diversos deportes son: la excesiva preocupación por el triunfo, la comercialización desproporcionada de los atletas y la manipulación ejercida por los medios de comunicación con fines publicitarios. Cualquiera de estas causas o una combinación de ellas, puede conducir a los eventos deportivos a una violencia parcial o generalizada en mayor o menor medida, y pueden ser aplicables en la mayoría de los contextos sociales y culturales, por no decir que en todos ellos. Si bien la violencia en el deporte se idealiza, condena, legitima o tolera, y en otras ocasiones se la confunde con la vehemencia competitiva, y con la firmeza con que se lucha legalmente para obtener un balón o el espacio, a este respecto es importante definir lo que se entiende por violencia y agresión, se considera que existe violencia cuando se coartan los derechos de una persona, mientras que considera que ha habido agresión, cuando deliberadamente se pretende causar daño físico o moral.
En la medida en que todos los deportes competitivos, especialmente los deportes de equipo se basan en el enfrentamiento por un recurso escaso como el caso de la victoria, es esperable que en el transcurso de los enfrentamientos se produzcan situaciones primero de coacción e intimidación, y en último extremo de violencia, De hecho, algunos de estos deportes, como es el caso del boxeo, la lucha libre y las llamadas artes marciales, se basan específicamente en la práctica de la violencia controlada.Naturalmente, el descontrol de los niveles de violencia en los deportes violentos, o la aparición de fenómenos de violencia en deportes considerados no violentos, constituye un problema importante en la actualidad.
El tipo de conflictos que se producen en un campo de juego son cualitativamente semejantes a los que se producen en cualquier otro campo de competición, reglada o no reglada: sea entre equipos de vendedores, equipos de producción en una cadena de montaje, cuadrillas de trabajadores de la agricultura o la construcción, etc. Y ello incluye, por supuesto, los conflictos dentro de los propios equipos, que hacen que, aunque de forma menos habitual que frente a miembros de equipos rivales, se produzcan enfrentamientos -e incluso reacciones violentas dentro del propio campo- entre jugadores de un mismo equipo, o entre éstos y el entrenador. Estamos a lo sumo frente a un proceso de tensión controlada, en el que diversas estructuras de polaridad actúan sistemáticamente, provocando tensión. Y teniendo en cuenta que los jugadores por separado y los equipos tienen objetivos, uno de los cuales es marcar goles no es improbable el desencadenamiento de fenómenos de violencia, en cuyo desenlace influirán por otro lado las actitudes no sólo de los espectadores, sino también del líder del grupo, de las denominadas estrellas del grupo, por supuesto del entrenador, y desde luego del árbitro.
También encontramos agresión no en el juego en sí, sino en el entorno al juego, con independencia de que en la misma puedan participar, en distinta medida, los jugadores y no sólo los espectadores.
Dentro de los deportes que no son considerados de combate pero que engendran un alto grado de violencia se encuentra el fútbol, el cual por haber ganado más dominio en practicantes y aficionados a escala global, es también el deporte donde se registra una mayor frecuencia de hechos violentos, tanto en el campo de juego como entre los espectadores, algunos de estos hechos, constituyeron dantescos espectáculos, con lamentables consecuencias, como son los casos de Glasgow: 66 muertos. Febrero de 1974, El Cairo: 48 muertos. Octubre de1982: Lujniki, Moscú: 99 muertos. Mayo de 1985, Heysel, Bruselas: 39 muertos. Abril de 1968; estadio River Plate de Buenos Aires: 80 muertos. Enero de 1971, Ibrox Park, en 1989, En mayo de 1964, Estadio Nacional de Lima: 320 muertos. Junio de, Sheffield: 94 muertos». Todas las víctimas (hombres, mujeres y niños) habían asistido como espectadores a importantes encuentros de fútbol. Estos casos nos indican que la violencia no está sólo en la arena de juego sino también en las gradas y tribunas de la fanaticada, con grupos de violencia exacerbada conocidos con el anglicismo Hooligans, sin embargo, por ser un tema muy particular, nos ceñiremos en esta reflexión a la agresividad y violencia en el campo de juego y deporte. Todo el mundo sabe perfectamente que la violencia engendra la violencia. Y que una victoria conseguida por la violencia no tiene mérito. Podemos transformar la agresividad en energía positiva para ser mejores. Ser tolerante es respetar a los adversarios como quisiéramos que ellos nos respetaran.
Con la finalidad de reducir los hechos de violencia en los eventos deportivos se han creado diversas organizaciones que estudian este fenómeno y fomentan la educación para eliminar la raíz de dicha práctica. Entre ellas se destacan: El Comité Internacional para el Fair Play, la Asociación Internacional para un Deporte sin Violencia y la Fundación Internacional para la Lucha contra la Violencia Asociada al Deporte.
Entre las medidas adoptadas por las instancias mencionadas anteriormente para frenar la violencia en el deporte se pueden mencionar, la de invitar a las federaciones internacionales a tomar medidas directas para paliar la violencia, recomendar a los gobiernos la creación de frenos de carácter preventivo o represivo con el fin de reducir la violencia, el control estricto de las ventas de boletos, la exclusión de los estadios de los promotores de disturbios, así como de las personas bajo influencia del alcohol y de las drogas, la separación de los hinchas rivales, aumentar los controles de seguridad para evitar la introducción en los estadios de armas, fuegos artificiales y otros objetos peligrosos, el diseño y la estructura adecuada de los estadios, la estrecha cooperación entre las fuerzas del orden público, la crítica negativa de la violencia por parte de los medios de comunicación de masas, la sanción inmediata y severa a los involucrados en la violencia, así como el enaltecimiento de la destreza y la forma física como táctica de juego, más que la fuerza y el contacto personal.
Unido a estas medidas los directivos de las diferentes entidades donde se celebran diferentes eventos deportivos proclives a la violencia adoptan diferentes medidas adicionales como por ejemplo accesos y salidas controladas por personal de seguridad, Al concluir el evento dejar salir una hinchada y cuando esta se encuentra a una distancia considerable del recinto, permitir la salida de la otra hinchada. Cantidad suficiente de personal de seguridad para realizar controles.
Se tiene que reconocer el esfuerzo emprendido por estas instituciones, pero no debe ignorarse el hecho que las nuevas generaciones son menos proclives a condenar la violencia con la misma firmeza que lo hicieron sus antecesoras, considerándola incluso un hecho normal dentro del ámbito recreativo, por lo cual, ejercerla constituye una extensión natural del accionar humano en la sociedad. Ante este panorama, resulta imprescindible rescatar el carácter lúdico del deporte, que permite recrear a quien lo practica y quien lo admira, retomando el ideal de participar y compartir por encima del de ganar a toda costa, donde el éxito o la derrota es parte del juego, pero no una razón para agredir a los otros. Esta visión humanista, socialista y sana es la que impulsamos desde la Universidad Iberoamericana del Deporte.
Por lo que teniendo en cuenta todas estas consideraciones la violencia que se vive en la sociedad por efecto de la crisis actual se traslada a los espectáculos deportivos como una forma de descarga o escape, razón por la cual no hay casi diferencia entre una y otra. El nivel de educación y factor socioeconómico no es proporcional al desarrollo de actos violentos, ya que cuanto mayor es el primero, menor es la posibilidad de violencia en el espectáculo deportivo. Por ejemplo en el tenis es casi imposible ver actos de violencia, lo contrario a lo que puede verse en el fútbol.
Por lo que podemos decir que para prevenir estos actos violentos son preferibles los espectáculos diurnos por cuestiones de seguridad, ya que al ser de día se puede controlar mucho mejor todo, la falta de luz durante la noche es propicia para el disturbio social, consumo de alcohol, o estupefacientes. Para evitar todo esto es necesaria una correcta iluminación del estadio y sus accesos, como así también de sus alrededores.
Autor:
MSc Alexei Jesús Vitón Valdés.
FCF Nancy Uranga Romagoza
MSc Alexis Rodríguez Madera.
UPR Hermanos Sainz.