Ciudades Diseñadas. El caso de La Punta (San Luis – Argentina) (página 2)
Enviado por Manuel Mariano Silva
Pero la ciudad no es más que una entidad creada por seres humanos, habitada por seres humanos, controlada y mantenida por seres humanos. Es más, se trata de una entidad que trasciende las vidas de sus creadores y queda en manos de otros seres humanos, y así sucesivamente, lo cual la convierte en algo en constante desarrollo y movilidad, algo que da la pauta segura de que tal como todo lo que los seres humanos hacen, tuvo su nacimiento, tiene su desarrollo, y en algún momento tendrá su final.
También esto complica en gran medida la tarea de responder a la pregunta básica: ¿Qué es una ciudad? Ya que como explicaré a continuación, se trata de algo bastante indefinible.
Pero antes quizás deba dejar una advertencia para las páginas subsiguientes.
A estas alturas, ya realicé una escueta introducción al tema que nos convoca, pero aun más que eso, he realizado una introducción a mi punto de vista sobre este tema. Es así que creo conveniente agregar y destacar que lo que se encuentra impreso en este trabajo, más allá de que cuente con una serie de datos fácticos, no es otra cosa que mis propias impresiones, basadas en mi experiencia personal, en esta historia que me toco vivir, la cual me llevó a través del mundo y a través de muchas ciudades.
Y un día, el día en el que me decidí a encarar este trabajo, encontré esta experiencia muy útil. Claro, no había viajado cual antropólogo, con una libreta de campo en la cual anota sus observaciones, pero tenía mi memoria, la que no temo afirmar, es buena.
Los recuerdos surgieron poco a poco, a medida que hilvanaba las palabras que leerán a continuación. Tan gradualmente surgieron que a veces no parecían tener coherencia. Afortunadamente me encontré con Clifford Geertz, quien me aclaró que "la coherencia no puede ser la principal prueba de validez de una descripción cultural", que es en definitiva lo que estaba intentando llevar a cabo, la descripción de una cultura naciente.
Es decir, si bien un grado de coherencia es necesaria, a veces esta coherencia ha de ser encontrada dentro de quien hace el enunciado. Y es así que me encontré revisando el caso particular de este trabajo, La Punta, a través de una lente pulida por mis experiencias en ciudades como Canberra o Washington DC, ciudades también diseñadas, en las cuales también me había tocado vivir;
Era como si el tema me hubiese perseguido toda mi vida.
Seguiré aclarando esto más adelante
1.1 ¿Qué es una ciudad?
En la literatura de geografía económica y economía urbana existen tres modos alternativos de definir una ciudad. Una ciudad puede definirse como el lugar donde: a) se concentra la población; b) se concentra el empleo y la producción; c) se concentran las actividades comerciales.
Pero una ciudad es mucho más que eso, por lo menos en mi opinión. Una ciudad es, ante todo, un espacio cultural, no físico. Un espacio en donde los edificios no son más que un complemento para las acciones que el hombre, el habitante, el ciudadano, lleva a cabo; un espacio en donde esta persona interactúa con otros, permitiendo en este entrecruce la creación de una nueva cultura propia de ese lugar, una cultura compartida con los demás habitantes de la ciudad en cuestión.
Al comprender esto, se entendí que lo más importante en una ciudad no son los edificios, por lo menos no por si mismos, lo más importante son las actividades, los accionares y los productos originados en ese crisol cultural que es el espacio urbano.
En palabras del ya mencionado Geertz, si "el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido", una ciudad es un ámbito ideal para la generación y yuxtaposición de estas tramas. Cada interpretación particular del mundo se superpone a la de los demás habitantes del lugar de forma inevitable gracias a la interferencia producida por la proximidad.
Al cruzarse estos marcos de significación, producen resultantes que generan nuevos elementos que se añaden a la trama personal que cada individuo tenía antes de comenzar. Estos nuevos elementos, generados gracias al encuentro producido en el espacio particular de la ciudad, se convierten en lo que se suele ver como la cultura propia del lugar.
De esta manera, los cruces entre diferentes tramas se van haciendo más frecuentes, hasta que finalmente, la cantidad de nuevos elementos es tal, que las modificaciones efectuadas en los marcos particulares de cada individuo son tantas que se pierde el rastro de ellas.
El individuo siente entonces que su trama de significación es indivisible del espacio urbano en el cual se encuentra, pasa a identificarse con el lugar, con la ciudad, y se convierte así en lo que llamaré Ciudadano.
Pues bien, en el caso de las ciudades modernas, que por lo general tienen cuanto menos un par de siglos de antigüedad, este proceso se da por hecho. Cada ciudad tiene ya una identidad definida y una cantidad considerable de elementos culturales propios, creados en el lugar.
Son estos elementos y circuitos culturales los que el recién llegado percibe como atemporales, como diciendo "ya era así cuando yo llegué". El habitante común intenta entonces insertarse en estos circuitos adaptándose él mismo a la forma de la ciudad, sin pensar en su influencia y poder de cambiar esto con su propia actividad.
Un ejemplo tomado de mi propia experiencia me ubica en la ciudad de Canberra, capital de Australia, hacia el año 1994. Con 17 años y poco inglés en mi cabeza, me encontré con que a los pocos días de mi llegada debíamos ir a lo que allí denominan "Town Centre" a realizar un duplicado de la llave de la casa y un par de cosas más.
Hasta ese momento yo me había movido en alguno de los dos autos de mis padres anfitriones (a los cuales siempre intentaba erróneamente subirme del lado derecho, donde ellos tienen el volante). Pero esta vez sería mi primer viaje en transporte público, y mis únicos guías serían mis "hermanos", tal como se denomina en la jerga de los intercambios estudiantiles a los hijos de los anfitriones de la casa.
Debo aclararlo, mis hermanos eran dos personas realmente buenas aunque reservadas, pero hablaban el inglés más cerrado y difícil que me ha tocado descifrar en mi vida.
Al momento en que, más por señas que por otra cosa, comprendí que íbamos a movernos en colectivo, los vi tomar de la parte de arriba de un revistero, un libro azul bastante voluminoso con la palabra ACTION en su tapa, para colmo, al momento de abrir ese libro, lo primero que apareció ante mis ojos fue un mapa.
En mi cabeza se formó fugazmente la imagen de las revistas de comic argentino de la década del ’80, como El Tony o Fierro. El formato, la imagen del principio y hasta el nombre de ese libro que ahora chequeaban mis hermanos bien podía corresponderse con estas publicaciones… Claro que, obviamente, no tenía nada que ver.
El libro en cuestión no era sino una guía de todas y cada una de las líneas de transporte público existentes en la ciudad, y no solo eso, sino que impresos en la pagina contraria a cada mapa se podían ver los horarios en los que las unidades pasaban por cada parada, y, para mi sorpresa, mis hermanos estaban fijándose en el horario del próximo.
Descreído como era acerca de este tipo de precisiones sobre temas tales como el horario prefijado de paso de un colectivo urbano por una parada determinada en su recorrido, seguí a mis hermanos hasta la parada a la cual arribamos con puntualidad inglesa, para pocos segundos después subir al ómnibus en cuestión, que había llegado con un timing tan británico como el nuestro.
Mi sorpresa duró tan solo un par de días, necesitado como estaba de comenzar a moverme por la ciudad por mi propia cuenta, hube de convertir aquella guía de ACTION en mi biblia del transporte, para poco después necesitarla tan solo cuando debía viajar a algún sitio al que no fuese comúnmente, ya que había ya memorizado los horarios de las líneas en las que habitualmente viajaba.
Puesto en las palabras de este trabajo, la trama de significados propia y generalizada de los habitantes de Canberra, particularmente en cuanto al transporte público, se había inmiscuido e instalado en la mía propia, llegando a un punto en el cual se convirtió en un elemento propio de mi trama, el cual no cuestionaba ni criticaba, simplemente lo aceptaba.
Pero claro, el proceso no termina allí, ya sea de forma conciente o inconsciente, las cosas que cada habitante hace y crea en su espacio urbano, la trama de significación que él construye para interpretar y manipular las cosas que ve y ocurren a su alrededor, influencia y modifica todas las demás que lo rodean, y con ello cambia la ciudad toda.
Esto último no es tan fácil de ejemplificar cómo el caso anterior, ya que un individuo tan solo produce cambios en unos pocos, a veces de carácter imperceptible. Sin embargo lo voy a intentar.
Durante mi estancia en Canberra solía despertarme para ir a la escuela con un radio reloj que estaba clavado en la 104.7 FM (tal el nombre de la radio). A través de esta emisora, por ejemplo, me enteraba de los resultados del mundial ’94, que se jugaba durante la madrugada australiana y que ningún canal transmitía. Llegue a convertirme en un aficionado bastante fiel de esta radio, y lamenté no poder seguir escuchándola cuando regresé.
Varios años después, con el advenimiento de internet y las transmisiones en vivo vía web, me acordé de esta radio y me puse a buscarla. Para mi decepción, la 104.7 FM no transmitía su programación por internet, así que hice lo único que podía hacer, les envié un mail.
Y esta vez para mi sorpresa, la contestación no se hizo esperar. Primero un mail de la encargada de relaciones públicas de la radio disculpándose por no transmitir vía web y prometiendo avisarme en cuanto hubiese un proyecto al respecto. Y pocas semanas después, otro mail avisándome que la transmisión por internet había sido habilitada.
No pretendo pensar que yo fui el que puso a 104.7 FM en la web, seguramente habían tenido otros pedidos iguales al mío, pero es tan solo un ejemplo sobre cómo un individuo puede modificar no solo a otros individuos, sino a instituciones enteras de una ciudad, con tan solo ayudar a empujar la primera pieza de dominó.
En definitiva, si bien el espacio físico es un factor indispensable para que una ciudad pueda existir, lo más importante son las actividades, procesos y productos que surgen del accionar de los habitantes, son ellos los que le dan vida a cada espacio urbano en particular y a sus instituciones.
Y este es un proceso que, claro está se ve con mucha mayor claridad en una ciudad recién fundada, lo cual nos lleva específicamente al objeto de este trabajo.
2 Fundaciones
¿Qué razones pueden llevar a la decisión de fundar una ciudad? y ¿cómo nacen estas?
Pienso que, a grandes rasgos, a lo largo de la historia ha habido dos lineamientos básicos para decidir fundar una ciudad. Estas han sido construidas por necesidad de defensa y estrategia o por necesidades comerciales, y muchas veces por una combinación entre estas razones.
De todas estas, la razón primigenia que hizo que el hombre accediese a abandonar la vida de los clanes y las tribus y aglomerarse con otros en ciudades es aún incierta.
2.1 La Guerra
Las ciudades fundadas por esta razón tenían ante todo una función defensiva o estratégica, eran espacios amurallados o asegurados para su defensa de alguna otra manera, en los cuales vivían aquellas personas que buscaban protección de las fuerzas agresoras propias del territorio en el cual se instalaban.
Con el crecimiento de las civilizaciones la expansión de los ejércitos imperiales hacia nuevos territorios creo la necesidad de construir fuertes que luego se convirtieron en ciudades amuralladas, pasando de ser puntos defensivos a ofensivos y parte integral de una estrategia política y militar de dominación.
Estas ciudades gozaban de un diseño ordenado y funcional. El planeamiento urbano las hacía fuertes en la defensa y prácticas en lo administrativo.
Este modo de construcción fue cayendo en desuso, ya sea por el sometimiento de las fuerzas agresoras o por el desarrollo de nuevas armas que convirtieron a la ciudad amurallada en una pieza de museo en términos de tácticas militares.
Obsoleto o no, este motivo de fundación dio origen a muchas ciudades existentes hoy en día. Para ejemplificar un poco este punto debo recurrir ya no a mi experiencia vivencial, sino más bien a una ciudad de la que todos conocemos bastante, más allá del hecho de que pocos hayamos podido conocerla en persona. Me refiero a la ciudad de Londres, un ejemplo bastante claro de esta metodología fundacional, que fue fundada por los romanos en el año 44 d.C. como un fuerte de abastecimiento para las tropas del César que avanzaban sobre Gran Bretaña.
En principio se trató solamente de una serie de construcciones habitacionales y de depósito para logística y apoyo de los legionarios romanos construida sobre un punto estratégico del río Támesis que posibilitaba tanto la llegada por barco como el cruce del mismo. Veinte años después fue destruida por una invasión de los pueblos nativos de las islas británicas al mando de la reina Boutica, quien ordenó el avance sobre Londres en venganza a la violación de sus tres hijas a manos de legionarios romanos.
Los romanos, concientes de la importancia estratégica del sitio, volvieron poco tiempo después y la reconstruyeron, rodeándola esta vez con una muralla de piedra cuyos restos aun se conservan en medio de la gran metrópolis que es Londres hoy.
La importancia estratégica del lugar, sumada a las posibilidades de comunicación que le daba el Támesis convirtieron rápidamente a Londres no solo en el principal enclave romano en Gran Bretaña, sino también en la capital de las islas como provincia de Roma, con lo cual dio el siguiente paso lógico, convertirse en un centro de comercio.
2.2 El comercio
Como ya dije, nadie se ha puesto de acuerdo aun acerca de cual fue la razón originaria que llevó al hombre a fundar ciudades, si la necesidad de defensa o la necesidad del comercio. Lo que puede sin embargo atisbarse en la historia de las urbes del mundo, es que cuando ya no fue necesario construir ciudades por razones militares, el comercio y la economía siguieron dando razones para que las ciudades fuesen fundadas.
No solo eso, también fue la necesidad económica la que hizo que las mismísimas ciudades amuralladas, una vez obsoletas en su uso militar, creciesen y se desarrollasen luego de desaparecidos los enemigos contra los cuales pretendían defenderse.
Una desaparición que raras veces significaba el exterminio del enemigo, sino que más bien conllevaba la inserción y asimilación del antiguo oponente a los circuitos comerciales que la ciudad misma comenzaba a mover y desarrollar en derredor de sí misma.
Una ciudad fundada por razones económicas puede comenzar de formas mucho más variadas que una fundada por razones militares.
El caso arquetípico comienza por un pequeño núcleo con mayor o menor potencial productivo, esto significa que haya en los alrededores la posibilidad de obtener un sustento.
Este sustento puede ser la presencia de recursos naturales que posibiliten la producción de materias primas o que favorezcan la instalación de plantas de procesamiento de los mismos, puede tratarse de un puesto clave y estratégico para el comercio, como una bahía protegida ideal para instalar un puerto o un sitio cercano a vías de transporte y comunicación que posibilite el acceso a centros de abastecimiento y producción.
En definitiva, cualquier lugar que ofrezca la posibilidad, de una forma u otra, de lograr algún tipo de sustento al instalarse en el mismo.
Con el asentamiento de los primeros habitantes y el inicio de la explotación de los recursos presentes en el lugar se establecen las primeras condiciones para que de inicio la aglomeración urbana.
Por un lado, aquellos que explotan este núcleo productivo se ven en la necesidad de, primero, no estar solos. Parece tonto pero no lo es, el hombre es un animal gregario y necesita la compañía de sus semejantes.
En segundo lugar, la infraestructura necesaria para la vida puede ser construida toda en un mismo lugar, minimizando los costos tanto de su construcción y mantenimiento como así también del acceso a ellos por parte de los habitantes, centralizados todos en un mismo espacio físico.
Un lugar armado de esta manera se convierte en atractivo para otros, ya sea por las posibilidades económicas propias del lugar, como por la necesidad que tiene el nuevo poblado de servicios, comercios, escuelas, etc.
Los pueblos crecen durante años y décadas, y dependiendo de cuan favorables sean las condiciones económicas del lugar así como la habilidad de los habitantes y autoridades del mismo, pueden seguir creciendo hasta convertirse en verdaderas ciudades.
Claro que no todos lo logran, algunos pueblos se quedan así, simplemente pueblos, y fluctúan dentro de ciertos límites en su tamaño, mientras que otros, menos afortunados, ven desaparecer y consumirse las razones que los hicieron crecer y entonces desaparecen.
Esto puede suceder por varios motivos, la Argentina ha visto a varios pueblos morir gracias al cierre de los ferrocarriles, lo cual dejó muchos pueblos no solo sin su principal fuente de trabajo, sino también incomunicados. Esto generó una emigración masiva que dejó al poblado sin habitantes, con lo que el pueblo que alguna vez fue, murió, aun cuando todos y cada uno de sus edificios siguieron en pie.
Pero para los pueblos que se convierten en ciudades, la historia es bien distinta. Como dicen, el dinero atrae más dinero, y esto, por lo menos en este caso, es enteramente cierto.
Si las condiciones de productividad del lugar en el que está establecido el pueblo son buenas y su manejo es inteligente, el crecimiento puede ser impresionante a lo largo del tiempo.
Este crecimiento atraerá no solo ya a aquellos que desean asentarse en la ciudad para sacar provecho a través de alguna actividad específicamente relacionada con las condiciones de productividad del lugar, sino también a aquellos que busquen el dinero presente en la ciudad para la realización de otro tipo de actividades.
De esta manera queda armado una suerte de círculo virtuoso de crecimiento y diversificación de la ciudad, cuyo punto de partida, así como también el principal motor de su desarrollo, es el comercio y la actividad económica.
La ciudad basada en el comercio y la economía, ya fuese previamente un centro militar y estratégico o apenas un pequeño núcleo productivo, crece de forma orgánica, dándole libertad a cada habitante de construir de acuerdo a sus propias necesidades.
Esto fue precisamente lo que sucedió con Londres, que al ser abandonada por los romanos con la caída de su imperio y repoblada por británicos nativos abandonó todo intento de planificación urbana, dándosele a cada individuo la posibilidad de construir de la manera que más le placiera en el terreno que hubiese podido adquirir.
Ni siquiera el gran incendio de 1666, que destruyó cuatro quintas partes de la ciudad debido casi con totalidad a esta falta de un diseño urbano coherente pudo dar lugar a las ideas del arquitecto Christopher Wren, quien propuso reconstruir la ciudad prácticamente de cero siguiendo un criterio urbanístico similar al de París.
Los londinenses prefirieron volver a sus viejos terrenos, ahora llenos de cenizas, y construir nuevamente cada uno su vivienda y lugar de trabajo. A Wren solo le quedó el consuelo de rediseñar y reconstruir las sesenta y dos iglesias perdidas en el fuego, incluyendo la histórica catedral de Saint Paul.
2.3 La política y el diseño
Durante los dos últimos siglos en particular, comenzando seguramente con la construcción y fundación oficial de Washington DC, capital de los Estados Unidos, en el año 1800, se pudo ver como surgía una nueva razón y una nueva forma de construir, fundar y poblar una ciudad.
Esta es una ciudad en la que, al igual que en Canberra, tuve la fortuna de habitar durante unos cuantos meses y llegué a insertarme bastante bien dentro de sus estructuras y entramados. Y es una ciudad cuya historia llegué a conocer bastante bien gracias a mis constantes visitas a museos (Washington está llena de ellos), lo cual nuevamente me dio una serie de elementos de filtro a la hora de encarar este trabajo.
Para hablar específicamente de Washington DC, diré que fue una ciudad nueva pensada para ser la capital de las trece colonias originarias de los Estados Unidos, recién independizadas de Inglaterra.
Una ciudad que fuese una suerte de vínculo entre las colonias del norte y las del sur, permanentemente en conflicto, razón por la cual se eligió construirla justo en el límite de Virginia y Maryland, un estado sureño y uno norteño.
Una ciudad que fuese solo la capital, en la que no estuviesen asentados los poderes económicos que manejaban el país desde los grandes centros urbanos ya existentes en una suerte de equilibrio entre ellos, ya que de elegirse alguno de estos para ser capital, la suma de poder político y económico terminaría consumiendo a los demás.
Es claro entonces, que las razones que llevaron a fundar Washington DC, no fueron económicas, por lo menos no en el sentido descrito anteriormente, ni militares, sino puramente políticas.
Hubo además otro cambio radical en la forma en la cual se fundó y construyo esta ciudad. El diseño de Washington DC fue encargado al arquitecto Pierre Charles L’Enfant, y una vez aprobado el plano, la ciudad fue construida en gran parte toda a la vez, dejándola lista para su fundación oficial en el año 1800. En ese año los tres poderes se mudaron a la nueva capital y con ellos arrastraron el caudal de gente necesario para su funcionamiento, a los que poco después se le sumaron los independientes que llegaron para participar en la estructura de servicios de la ciudad.
De esta manera, Washington contó desde el principio con el tamaño y la población propios de una ciudad ya madura, a pesar de estar recién en sus comienzos.
Y así es como comenzó la historia de las ciudades diseñadas.
Esta historia continuó a lo largo de los siglos siguientes, y persiste hasta nuestros días en formas cuando menos similares.
Estas ciudades diseñadas continúan siendo fundadas por razones políticas primordialmente. Construir una ciudad es algo grande, tan grande que es casi con exclusividad privativo de un estado el llevar a cabo un proyecto tal.
Y, como todas las decisiones que toma un estado, es una decisión de carácter ante todo político.
Para afianzar la idea de que construir una ciudad diseñada es una decisión política, basta con nombrar algunas. La ya mencionada Washington DC, Brasilia, Canberra (Australia), La Plata (Argentina).
Todas capitales, ya sea de sus países, provincias o estados. Ciudades construidas para resolver la disputa de los centros económicos de cada lugar por convertirse a la vez en capital política.
Entonces, ¿cómo funcionan los procesos fundacionales antes descritos en el caso de las ciudades diseñadas?
Antes de responder a esto, debo hacer un paréntesis.
Luego de revisar mi experiencia en ciudades diseñadas que transitaban ya por su madurez, me encontré viendo la ciudad de La Punta en los últimos días de su construcción.
El contraste era cuando menos abismal, allí fue donde me topé con un nuevo obstáculo en el camino. Más allá de mi experiencia personal en diferentes lugares del mundo, ¿cómo podía justificar tomar como referencias para esta descripción y comparación cultural de La Punta, a estas otras dos ciudades que, cuando menos en apariencia, no tenían absolutamente nada que ver con la nueva ciudad puntana? Y esto sin mencionar a otras ciudades como Londres, Brasilia o La Plata, a las que también doy lugar aquí.
Me es entonces preciso encontrar el punto en común entre estas historias tan diferentes, el cual en principio es obviamente el contexto fundacional, un contexto que, desde un punto de vista basado puramente en el sentido común, puede definirse de agitación social.
Victor Turner, otro antropólogo, fue quien me dio la idea. Hablo de una lente propia, pulida por mi experiencia o mi saber sobre estas ciudades ya maduras y su historia, que utilizo para analizar este nuevo caso, y aquí entra su concepto de "drama social", que articulado con la idea geertziana de la descripción cultural como ficción, me dice que "en momentos de movilización y cambio social, se acumula una representación simbólica que en el futuro será fundamental en la articulación de cualquier otro movimiento social parecido, de sus actores y de su guión"
Partiendo de esta base voy a intentar generalizar sobre los cursos que sigue este drama social en el caso de las ciudades diseñadas.
2.3.1 Un proceso en dos etapas
Entiendo que en una ciudad diseñada lo que en un primer momento prima es el orden. Es cierto que esta característica la comparte con las ciudades de origen militar, lo que la diferencia en este punto es simplemente el motivo que inspira al diseño, con lo cual la planificación de una ciudad diseñada tiene, para empezar, una perspectiva mucho más grande que la de la ciudad amurallada, con un tamaño mucho mayor y varias ampliaciones pensadas y diseñadas ya sobre el papel para ser construidas aun muchos años después de que la ciudad sea puesta en marcha y habitada.
El orden del primer momento de una ciudad diseñada se basa ante todo en dos grupos de preceptos principales: las reglas del diseño arquitectónico-urbanístico por un lado, y por otro, las intenciones de aquellos que encargan, evalúan y aprueban el proyecto.
En sus principios, una ciudad diseñada destila ciertos mensajes que fueron puestos allí a propósito por sus diseñadores, quienes interpretaron, a través de las reglas del diseño, los deseos de quienes la encargaron.
Un ejemplo claro de esto es la ciudad de Brasilia, construida durante los años 50. Una ciudad entera que en su diseño arquitectónico destila modernidad, estructuras de formas que aluden en cierta forma a la concepción que en aquellos años se tenía del futuro y de lo aeroespacial como símbolo del progreso a través de la técnica.
Una ciudad entera cuya forma original es la de un avión, con los edificios correspondientes al palacio de gobierno ubicados en el espacio destinado a la cabina de comandos de este aeroplano.
Se ve en el diseño de Brasilia una de las más claras expresiones urbanísticas de la modernidad jamás ejecutadas en el mundo.
Hasta aquí, entonces, lo que sucede a grandes rasgos desde que una ciudad diseñada es encargada, hasta que es construida. Pero ¿qué sucede cuando las obras son terminadas? ¿Qué sucede cuando todos esos edificios y calles, ubicados tan cuidadosamente por los arquitectos según un orden determinado, son llenados de gente que viene a vivir en ese lugar? Cuando son habitados con gente que, o bien no tiene ni la menor idea de lo que los arquitectos quisieron expresar con su diseño, o bien la tiene, pero se ve en la situación de interpretar en la práctica cosas que fueron pensadas en el papel.
Con la fundación oficial, la primera fundación, para utilizar la terminología propuesta en este trabajo, comienza un nuevo proceso. Es a partir de este momento que la nueva ciudad comienza a poblarse, a llenarse de nuevos habitantes, cada uno portador de un trasfondo particular, que normalmente no tiene mucho que ver con el de la gran mayoría de sus nuevos vecinos.
En esta etapa, que a diferencia de la anterior, está caracterizada por el caos, cada habitante interpreta y resignifica los elementos que encuentra en el espacio urbano, los edificios, las calles, los espacios verdes, etc. El nuevo habitante le asigna un valor y una función a estos elementos de acuerdo a lo que es capaz de interpretar según su propio trasfondo, siendo estas nuevas asignaciones por lo general bastante diferentes de las pensadas por los arquitectos o por los que encargaron la obra.
Entonces, se plantean dos instancias claramente separadas en el proceso de construcción de estas ciudades diseñadas.
Una primera etapa en la que solo cuenta el criterio y el trasfondo de aquellos que encargan la obra con cierta intencionalidad, así como el de aquellos que filtran estos deseos a través de su propio trasfondo para terminar con un diseño y correspondiente puesta en práctica.
Y una segunda etapa, mucho más caótica, en la que el diseño original es interpretado y resignificado por aquellos a los que les toca vivir en el diseño de otro, comenzando así con un proceso de constante cambio y modificación, el cual no solo es producto del trasfondo de cada habitante, sino que en su propio cambio agranda y modifica la carga cultural de todos ellos, generando de esta manera un nuevo proceso, la identificación en común de la población con el lugar.
Una ciudad diseñada puede, a lo largo de los años, comenzar a crecer de forma orgánica, dejando el planeamiento urbano de lado; o seguir creciendo de forma planificada, de acuerdo a lo que las autoridades deseen o sean capaces de ejecutar y cumplir.
Lo cierto es que aun en aquellas ciudades que nacen de forma planificada y continúan a lo largo de los años creciendo de esta manera, los diseños aplicados por las autoridades se ven influenciados y modificados por el accionar de los nuevos habitantes durante la segunda etapa del desarrollo de la ciudad.
Para ejemplificar este desarrollo en dos etapas, nuevamente me remito a la ciudad de Canberra, la cual en un principio contó con un diseño urbano de tipo fundamentalmente anglosajón, lleno de curvas y callejones sin salida, y con un diseño arquitectónico que intentaba acercarse lo más posible al estilo inglés, algo claramente reflejado en la primera casa del parlamento, la cual, desde su arquitectura misma, refleja la intención política de armar un país lo más parecido posible a la Inglaterra de entonces, principios del siglo veinte.
El arquitecto estadounidense Walter Burley Griffin, ganador del concurso de proyectos para la nueva capital, descartó de plano todo lo que no fuese de tipo inglés en el diseño original. Hay que pensar que se trata de un país que hasta los mismos años setenta incluía a los aborígenes en los censos bajo el concepto de fauna.
Con el tiempo, en particular durante el transcurso de los últimos veinticinco años, la cultura australiana fue abriéndose a su herencia aborigen, a la vez que sufría un brutal y muy rápido paso por la modernidad.
Resultado de este proceso fueron varías obras entre las que se destaca la Nueva Casa del Parlamento, inaugurada en 1987, cuyo diseño, en las antípodas del clasicismo de la Vieja, se encuentra lleno de líneas futuristas, propias de la etapa modernista por la que pasaba el país.
Pero no solo esto, la nueva sede del gobierno también incluye una gran variedad de elementos relativos a la cultura aborigen y la tierra del interior del continente, desde los más evidentes, como el mosaico de diseño aborigen que forma el piso de la explanada principal, hasta el uso de materiales extraídos del mismo país con el solo propósito de ser exhibidos como tales.
El ejemplo más claro de esto último es un enorme bloque de granito negro que cubre el hall central de la casa, extraído de una cantera al sur del estado de New South Wales, pulido como un espejo gracias a la ayuda del láser, el cual no cumple otra función más que la de estar ahí, como ejemplo de la fusión entre la tierra ancestral y las nuevas tecnologías, la nueva dirección tomada por la sociedad australiana.
Como se ve, el espacio físico de una ciudad depende no solo en gran medida de los lineamientos político-culturales de quienes la fundan, sino que se mantiene como una entidad viva en permanente construcción y susceptible a los cambios operados en su población, la cual es precisamente la que le da esa vida.
Esto es especialmente válido para las ciudades diseñadas, ya que como en el caso de Canberra, una vez que la población toma control del lugar, el arquitecto o diseñador pierde su propiedad sobre el.
3. La Punta
El 10 de Marzo de 2004 dejé la casa de mis padres y me mudé a la vivienda que poseía (y aun lo hago), en la ciudad de La Punta. Y de una forma u otra, como aquello que aclaraba en las primeras páginas de este trabajo, me sentí perseguido y alcanzado, aunque esto lo pude aclarar recién mucho tiempo después.
Nuevamente, cómo en las antípodas australianas de Canberra o en el ombligo mundial que es Washington, me encontraba habitando una ciudad diseñada. En eso me diferenciaba de los demás, por lo menos de la mayoría, aunque claro, también era mi primera vez en una ciudad recién fundada.
Y aquí debo aclarar que esa famosa lente a través de la cual vi La Punta, no implica que yo crea que esta nueva ciudad vaya a convertirse en el monstruo que es Washington o en la ciudad jardín exquisitamente cuidada que es Canberra, sino que se trató de la herramienta que me resultó útil de acuerdo a mi experiencia para analizar y describir el drama social turneriano que comenzaba a darse en La Punta.
Llegó entonces la hora de objetivar las generalizaciones que realicé desde lo aprendido en mi vida, y aplicarlas al lugar en el que vivía, para lo cual decidí comenzar desde los hechos que tenía a mi alcance, a saber:
La ciudad de La Punta es una ciudad diseñada. Fue fundada en marzo de 2002 y en menos de dos años alcanzó una población de alrededor de diez mil habitantes.
Como el común de las ciudades diseñadas, se trata de un espacio urbano fundado por razones políticas, aunque en este caso son un tanto más difíciles de analizar y comprender que en los ejemplos anteriormente dados, en los que las ciudades fundadas tenían ante todo el propósito de servir como capital administrativa y política de los estados que las construían.
La ciudad de La Punta es un enclave de características particulares que, si bien comparte algunas con el proceso de las ciudades diseñadas, se diferencia radicalmente en algunos de los puntos más importantes.
No se trata de un lugar destinado a albergar ningún centro administrativo, así como tampoco hay ninguna actividad económica importante en la zona donde se levanta para darles a sus habitantes un sustento en el lugar.
Lo anterior no quiere decir que La Punta no tenga un perfil definido, como toda ciudad diseñada lo tiene, tanto en lo urbanístico como en lo económico. En el proyecto original figuran ciertas construcciones para albergar fuentes de trabajo y producción.
Por otro lado, La Punta se encuentra a dos aguas. Está suficientemente cerca de la ciudad de San Luis, mayor centro urbano de la provincia que la construyó, como para no ser más que un satélite de esta, pero a la vez está lo suficientemente lejos como para que el transporte diario entre ambas sea bastante engorroso. Por lo tanto, el habitante de La Punta no alcanza a asumir al lugar como un centro urbano por derecho propio, ya que depende de otra ciudad cercana; pero a la vez, no se siente cómodo dependiendo de la vieja ciudad.
Al tener ya estos puntos en cuenta, surgen una serie de interrogantes particulares con respecto a La Punta. En primer lugar el más básico de todos: ¿por qué se funda La Punta? Un interrogante muy general que puede ser desglosado en ¿Cuál es el contexto político que lleva a su construcción? ¿Qué objetivos se perseguían con la fundación de la misma? Y una vez contestado esto último ¿han sido estos objetivos cumplidos, por lo menos los de corto plazo, en los casi dos años que tiene la ciudad de habitada? Y en otro orden de cosas ¿Cuáles son las características del diseño original de La Punta?
Por otro lado, y saltando al segundo nivel establecido, las acciones de los habitantes del lugar más allá de las intenciones de sus fundadores, surgen los siguientes interrogantes ¿Cuáles son las características de los habitantes de este nuevo lugar? ¿Cuáles son sus concepciones del lugar y la proyección que hacen de este a corto, mediano y largo plazo? ¿Cómo articulan estas concepciones y planes en su vida cotidiana? ¿Actúan de forma pasiva o activa ante los eventos que la vida en el lugar les plantea? ¿Cuán al tanto están de los procesos en los cuales de una forma u otra están tomando parte?
Estas preguntas no son fáciles, y más en este caso, ya que La Punta no tiene, cuando menos en principio, ninguna función manifiesta, y las razones reales por las cuales fue construida pueden ser objeto de gran especulación.
Dentro de un ámbito político como el sistema democrático argentino, entender qué razones llevan a la fundación de esta ciudad no es nada fácil.
Más allá de sus particularidades, la construcción de La Punta sigue siendo un acto eminentemente político, y como tal posee por lo menos dos interpretaciones diametralmente opuestas, la versión oficial y la opositora, y ninguna de las dos da concesiones a la otra. Y en una provincia en la cual el poder ha sido detentado por más de veinte años por la misma familia, las posiciones existentes en el ámbito político local se polarizan de forma extrema.
Por lo tanto, lo más conveniente es comenzar enumerando y evaluando aquellos datos que no son rebatidos por ninguna de las dos partes.
Ante la incertidumbre en cuanto a las razones que llevan a la fundación, el trasfondo histórico-político en el cual tuvo lugar el nacimiento de este proyecto toma particular importancia para intentar comprender el por qué de La Punta.
3.1 Crónica y descripción de una nueva ciudad
A partir de aquí comenzaré a describir los principales sucesos que hicieron a la vida de La Punta como ciudad durante sus dos primeros años. Se trata simplemente de eso, una descripción, pero a su vez no hay escrito que no esté viciado de interpretación.
Mi trabajo en La Punta fue en cierta manera el de un etnógrafo. Sin la formación de un antropólogo intenté sin embargo un acercamiento sincero a la cultura de La Punta para lograr una descripción de la misma.
En palabras de Geertz, "los escritos antropológicos son por añadidura interpretaciones de segundo y tercer orden. De manera que son ficciones; ficciones en el sentido de que son algo hecho, algo formado, compuesto – que es el significado de fictio"
Siguiendo con la reflexión de Geertz, la sola elaboración de las descripciones culturales y etnográficas constituye en si misma un acto de imaginación que si bien se diferencia en sus condiciones de su origen y de interpretación de una obra literaria, una es tan ficcional, tan hecha, como la otra.
Lo que sigue es por lo tanto un escrito ficcional que debe ser interpretado entendiendo que sus personajes y situaciones son reales, de la misma forma en la que el documental que forma parte de este trabajo es también una ficción a ser vista como real.
Nuevamente citando a Geertz: "si bien la cultura existe en aquel puesto comercial, en el fuerte de la montaña o en la correría para robar ovejas, la antropología existe en el libro, en el artículo, en la conferencia, en la exposición del museo y hoy en día a veces en la película cinematográfica".
3.1.1 ¿Por qué una nueva ciudad?
Como ya dije, poco se sabe de la razón puntual por la que el estado provincial decidió construir una nueva ciudad en lugar de agrandar aun más la vieja ciudad de San Luis. Es posible que la razón haya estado en la pelea que el gobernador provincial Adolfo Rodríguez Saá sostenía con el entonces intendente de San Luis, Carlos Ponce.
La familia Rodríguez Saá, corporizada en las figuras de los hermanos Adolfo y Alberto Rodríguez Saá, había estado en el poder ininterrumpidamente desde el año 1983, obteniendo porcentajes impresionantes en las urnas en cada elección.
A pesar de esto, la ciudad de San Luis, sede del gobierno provincial, siempre fue más reacia que el resto de la provincia a aceptar el liderazgo de los hermanos.
Las elecciones del año 1999 vieron a los Rodríguez Saá obtener sus peores porcentajes de votos en catorce años, llegando a estar muy cerca de perder la gobernación que habían detentado por dieciséis años.
Los peores números para la familia gobernante se obtuvieron en la ciudad de San Luis, bastión de su principal opositor, el ya mencionado intendente Carlos Ponce.
Ante esta situación, en lo que podría tranquilamente interpretarse como un intento de desarticular el aparato político de su oposición, el oficialismo provincial propuso una ley para dividir a la ciudad de San Luis en cuatro municipios, y descentralizar de esta manera el manejo del poder en la capital.
En un clima político enrarecido, se propuso llevar la propuesta a un plebiscito público. Comenzaron las campañas por el SI y por el NO a la división, y finalmente, ante una serie de encuestas que les auguraban una derrota escandalosa, los Rodríguez Saá decidieron cancelar el plebiscito y archivar la propuesta.
Aproximadamente un año después, se anunció el proyecto de La Punta.
Esto podría ser tranquilamente interpretado como parte de una estrategia descentralizadora. Si el gobierno provincial, es decir, los hermanos Rodríguez Saá, no podían dividir la ciudad de San Luis, y con ello cercenar el poder de su principal opositor, tal vez podían restarle influencia construyendo otro centro urbano próximo, en este caso, La Punta.
3.1.2 El proyecto
El proyecto de la Ciudad de la Punta comenzó a tomar estado público bajo la forma de rumor a mediados del año 2000, más tarde ese mismo año comenzaron a aparecer las primeras comunicaciones oficiales al respecto y finalmente durante la primera mitad del año 2001 se realizó el llamado a inscripción abierto a todos los que quisieran ser titulares de una vivienda a ser construida en lo que se dio en llamar "Complejo Urbanístico La Punta".
Los requisitos para acceder a la inscripción eran simples, solo se requería ser mayor de edad o emancipado, y tener cuando menos dos años de residencia en el territorio de la provincia de San Luis.
El proyecto de La Punta formaba parte del denominado Plan Mil, un emprendimiento del gobierno provincial que consistía en un plan de inversiones en obras públicas a ser realizadas a lo largo de tres años.
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