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La estrategia docente en la educación de valores (página 2)

Enviado por Ramel Ulloa Deza


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La formación de valores

La sociedad actual exige cada vez con más agudeza la presencia de profesionales competentes, no sólo capacitados de manera óptima en conocimientos, técnicas y habilidades, sino también formados en actitudes, aptitudes y valores que lo hagan un ser útil, productivo y formativo dentro de su entorno. En ese sentido, "la calidad en la formación de un profesional no sólo depende del currículo universitario, sino también de los intereses y valores que regulen su actuación profesional… El amor a la profesión, la responsabilidad, la honestidad constituyen valores esenciales reguladores de la actuación de un profesional competente." (González, 2000).

Los valores son en sí mismos un despliegue de los seres humanos, por tanto, tienen un carácter individual; sin embargo, por el mismo hecho de ser un actor social, el ser humano adquiere ciertos valores establecidos en la sociedad en la que vive.

Cada individuo muestra de manera diferente sus valores a través de manifiestos concretos, desde valores sociales como la igualdad, la justicia, el respeto, la socialización o la convivencia, hasta los valores afectivos como autoestima, autonomía, responsabilidad o planificación. Los seres humanos asumen de manera distinta cada valor y lo asimilan, interiorizan y aplican de acuerdo a su formación y construcción personal dentro de la sociedad y de la relación con su medio. Las condiciones histórico – sociales que le toca vivir a cada individuo marcan un rumbo en el establecimiento de los valores.

Por ello, la educación de valores en el nivel superior es un tema complejo de abordar, pues se enfrenta a sujetos con una formación previa que muchas veces viene trastocada por realidades familiares disímiles, que van desde hogares disfuncionales hasta falta de modelos paternos. Los conceptos personales referentes al amor, el respeto, la confianza, la amistad o la responsabilidad, por citar sólo algunos, suelen ser muy dispersos y volátiles, hasta cierto punto relativos e inconsistentes, lo que hace aún más complicada la aplicación de estrategias formativas de valores.

Si bien la educación superior constituye un difícil escenario para la formación de valores, no está exenta de generar las condiciones para diseñar las estrategias necesarias en el afán de consolidar un perfil profesional coherente con nuestros tiempos. Las exigencias del mercado laboral tienen que ver con actos responsables y consecuentes con el desarrollo humano y social del hombre. Por ello es que las autoridades y docentes de la educación superior deben elevarse a un sitial que los coloque como ejemplos y modelos de conducta para los estudiantes.

Enseñar con el ejemplo se hace más necesario que nunca. Esta realidad exhorta a los docentes a preparar estrategias pedagógicas para que los procesos de enseñanzaaprendizaje sean eficaces y eficientes, pero sobre todo trascendentes.

Proceso de Enseñanza – aprendizaje

El proceso de formación del estudiante en las universidades no ha tenido en cuenta suficientemente al sujeto como persona, en "ellos prevalece la memorización y la acumulación de información con disminución de la iniciativa, creatividad, precisión, capacidad lógicacrítica y ética laboral" (Yslado, 2003, p.66).

En relación al proceso de enseñanza – aprendizaje existen enfoques o modelos dicotómicos: aquellos que absolutizan y dimensionan el proceso de enseñanza – aprendizaje centrado en la estructuración de contenidos o el logro de determinados resultados y la elaboración de estrategias que posibiliten la transmisión de información; y aquellos que necesiten su atención en el proceso de enseñanza – aprendizaje, en los mecanismos psicológicos que están en la base de dicho proceso. Ambas perspectivas participan de una deficiencia común: la unilateralidad en la comprensión del proceso de enseñanza – aprendizaje, no reconociendo que ambos constituyen un proceso unitario, y sólo sobre esta base puede ser comprendido, planificado, ejecutado y controlado. Según algunos autores (Ojalbo, et al, 2003), "el aprendizaje es comprendido como actividad social y proceso individual de apropiación, construcción y reconstrucción de la experiencia, de la red vincular social de la cual el sujeto participa y es su activo creador, en el que se apropia de conocimientos, habilidades, actitudes, valores, afectos y sus formas de expresión en condiciones de interacción social en un medio socio-histórico concreto" (p.198)

Esta concepción apunta hacia el sujeto que aprende, a su papel activo, consciente y transformador; se trata no de asimilación activa, en tanto implica producción, reconstrucción, reestructuración, lo que conduce a transformaciones en su comportamiento, en su personalidad, convirtiéndose en agente social activo de cambio.

De lo que se trata es de aprovechar al máximo las potencialidades formativas, educativas del proceso de enseñanza – aprendizaje a través de la creación de situaciones de docencia vinculadas con la profesión, la realidad social que vive en un contexto histórico-social concreto, que pueden ser analizadas tanto desde una perspectiva cognoscitiva, como afectivo – valorativa. De esta forma el conocimiento se le presenta al estudiante no de forma acabada, sino de manera abierta, flexible y permanente, en sus continuidades y discontinuidades, articulando pasado y presente y aproximándose a las estrategias y procedimientos para su construcción y reconstrucción (Santoyo, 2007).

En este proceso de construcción no sólo se transmiten e intercambian significados y productos elaborados socialmente, sino que se crean y recrean nuevos significados, nuevas representaciones sociales, configurándose nuevos sentidos a nivel grupal y personal de los conocimientos adquiridos y de su proceso de construcción. El estudiante se va desarrollando en la medida que se apropia, internaliza instrumentos, signos, herramientas que le permiten dominar la realidad y su funcionamiento interno, la que depende no sólo del grado de desarrollo alcanzado, sino del grado de desarrollo potencial, lo que realmente posibilita que estos recursos sociales y culturales pueden ser incorporados.

Todo ello requiere de una adecuada organización de la actividad del estudiante, de las relaciones comunicativas que se establecen durante la ejecución de las tareas docentes estructuradas y elaboradas desde una dimensión social, profesional y ética. Es preciso promover la cultura de diálogo y el debate como práctica y producción de valores en el proceso de apropiación activa de la realidad.

Estos elementos de la estructura y dinámica de la actividad de aprendizaje imponen a la enseñanza nuevas exigencias en su organización, estructuración e instrumentación, nuevas respuestas a las interrogantes ¿Para qué enseñar?, ¿Qué enseñar? y ¿Cómo enseñar?.

Propuesta de estrategia docente para la educación de valores

Yslado (2003) plantea algunos criterios para diseñar un plan estratégico que permita realizar un trabajo consciente en la formación de valores. Es preciso indicar que estas propuestas son especialmente enfocadas en el nivel de educación superior:

  • Propiciar una metodología que facilite el entendimiento y la ayuda mutua, a través de la interacción didáctica.
  • Generar un aprendizaje significativo, como proceso motivador hacia la reflexión y vivencia de los valores con una mayor autonomía del alumno.
  • El alumno debe construir su aprendizaje de valores, gracias a una persona mayor que lo trate bien, respetuosamente y le permita sentir y pensar acerca de los valores.
  • Resulta trascendente, generar experiencias de reforzamiento continuo ante las conductas que manifiesten la práctica de valores en el aula.
  • Es vital un cambio en la actitud docente al asumir la enseñanza de los valores, reflejando una mayor conciencia e identidad plena con su tarea y su profesión.
  • Es indispensable en la educación de valores, saber priorizar lo emocional, evitando esa insensibilidad que trastoca los valores y desmotiva su adopción y práctica.
  • Una labor previa de desarrollo y optimización de la inteligencia emocional es una condición previa para la efectividad de un programa en la educación en valores.
  • Fomentar el aprendizaje interactivo y experiencial de las circunstancias, creando oportunidades de análisis, distinción y opinión ante contenido valóricos.
  • Generar actividades de tipo creativo como "torrente de ideas", solución de problemas y proyectos innovadores que faciliten el desarrollo de la inteligencia intra e interpersonal en los educandos.

La concepción y aplicación de esta estrategia supone cambios profundos en el diseño curricular y su materialización en el proceso docente, en el que el estudiante asume un rol protagónico en su formación, lo que exige del profesor un cambio en el sentido de la tarea educativa, en sus concepciones y actitudes hacia el hecho educativo.

Desde el punto de vista metodológico se distinguen tres momentos de la estrategia en el proceso docente: planificación, ejecución y control.

Planificación de la estrategia en el proceso docente

Dado que se trata de un proceso dirigido, intencional, que es necesario prever y organizar, no dejarlo en algún momento a la espontaneidad. En esta etapa se conciben y elaboran los objetivos, contenidos, métodos, tareas y medios, así como la forma en que se llevará a efecto el control y la evaluación del proceso. Todo lo que posteriormente se pondrá en ejecución.

Es fundamental la planificación de todo el proceso y especialmente la planificación de la primera y última actividad. La primera porque es donde se crean las condiciones para el desarrollo del curso y la última porque lo cierra y permite conocer en qué medida se alcanzó los objetivos y se lograron las expectativas.

Planificación de los objetivos

El profesor debe planificar este aspecto a partir de la comprensión de la importancia de la participación real y consciente de los estudiantes en la determinación y cumplimiento de los objetivos. La formulación de los objetivos no debe limitarse al docente, debe darse posibilidades a los estudiantes para que intervengan en su formulación a partir de que se propongan alcanzar logros no sólo en el plano cognitivo, sino de carácter formativo, en su formación como profesionales. Se requiere que los objetivos estén formulados en términos del estudiante que es el que ejecutará la tarea y no en términos del profesor, porque esto permite orientar el proceso a los intereses de los estudiantes o de grupo y así poder trabajar el proceso de enseñanza – aprendizaje de forma activa, creadora, transformadora de la personalidad del estudiante a su condición de sujeto activo de su aprendizaje.

Planificación de las tareas docentes

El profesor debe meditar profundamente acerca de la naturaleza de las tareas a desarrollar y los requisitos que deben cumplir para favorecer el desarrollo de valores en los estudiantes, lo cual requiere una planificación consecuente, no obstante, debe prever la posibilidad de cambio a partir de los criterios de los estudiantes, por lo que no debe presentarlas las tareas como algo acabado, sino como una propuesta para promover su participación y compromiso con su cumplimiento. Las tareas deben ser planificadas conformando un sistema, no aisladas, sino con una secuencia lógica, lo que posibilitará ir alcanzando objetivos cercanos que permitan el logro de objetivos a más largo plazo, siguiendo la lógica de las diferentes etapas por donde transita la formación del estudiante.

Planificación de los métodos a utilizar

Debe existir una correspondencia entre las tareas a desarrollar y los métodos a través de los cuales éstas se llevan a cabo. Los métodos de trabajo a emplear en clases deben fomentar un clima de trabajo agradable, estimulador del aprendizaje, la colaboración y confianza mutua entre profesor y estudiantes.

La estrategia que se propone implica la planificación de un tipo de enseñanza dialógica, con el empleo de métodos participativos, y la combinación del trabajo grupal o individual, que se estimule los procesos de comunicación entre todos los participantes, la interacción y la influencia mutua, como una importante vía para contribuir al desarrollo moral de los estudiantes.

Ejecución de la estrategia en el proceso docente

Una vez planificadas de manera flexible y abierta todas las acciones de la estrategia docente, se procede a su ejecución. Es en el aula donde el docente debe poner a prueba sus conocimientos, habilidades y creatividad para desarrollar de la mayor manera lo planificado, teniendo en cuenta las condiciones reales que se dan en la misma, los intereses y necesidades de los estudiantes.

Un paso importante en la ejecución de la estrategia lo constituye la sesión inicial de trabajo con los estudiantes, ya que en si forman las primeras impresiones que van a ejercer una importante influencia en las relaciones profesor-alumnos y entre los propios estudiantes, por lo que debe propiciarse la creación de una clima agradable, de intercambio, confianza y comunicación entre todos los participantes, con el fin de lograr un mejor trabajo docente educativo y facilitar el desarrollo de valores.

Conclusiones

  • Los valores son creencias duraderas de un modo específico de conducta y supone una función reguladora de la conducta, forma parte de la estructura de personalidad formada por procesos de aprendizaje e interacción con el medio sociocultural.
  • El alumno debe construir su aprendizaje de valores estimulado y guiado por una persona que le brinde modelos de respeto, buen trato y buenos sentimientos.
  • Es necesario que el docente cambie de actitud al asumir la enseñanza de los valores, reflejando una mayor conciencia e identidad plena con su tarea y su profesión.
  • En muchas universidades todavía se sigue impartiendo la enseñanza – aprendizaje centrado en el profesor, donde prevalece la memorización y la acumulación de información.
  • Cualquier enfoque que se utilice para una educación en valores es buena, siempre y cuando considere al sujeto como una persona que le permita adquirir un buen desarrollo psico – social.

Referencias bibliográficas

Fuentes, M. (1995). Subjetividad y realidad social: una aproximación sociopsicológica. Revista cubana de Psicología.12 (1-2)

Gevaert, J. (1976). El problema del hombre. Introducción a la Antropología fisiológica.

González, V. (2000). La educación de valores en el curriculum universitario.: Un enfoque psicopedagógico para su estudio. Revista Cubana Educación Médica Superior, vol.14, no.1, p.74-82.

Ojalbo. V. et al. (2003). La educación de valores en el contexto universitario. (2ª ed.). La Habana: Felix Varela.

Santoyo, C. (n.d). Los valores en educación. Recuperado agosto 8, 2007 de

Yslado, R. (2003). Sistema Universitario Internacional y Nacional: Megatendencias, contextos y escenarios. Lima: San Marcos

Yslado, R. (2007). Educación en valores. (CD Room). Trujillo.

 

Ramel Ulloa Deza

Decano de la Facultad de Medicina Humana de la Universidad Privada Antenor Orrego de Trujillo (Perú).

Ha sido miembro directivo del Colegio Médico del Perú y Presidente del Cuerpo Médico del Hospital Belén de Trujillo.

Trujillo, Perú. 11 de agosto de 2007

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