Nótese que, la evolución cerebral, deter-mina la preexistencia del gesto a la pala-bra, porque éste depende de un área en-cefálica con activación previa a la que mo-dula las operaciones de la segunda. De esta manera, existe una relación directa entre el desarrollo del lenguaje y la evolu-ción del gesto, de lo que puede deducirse que, el advenimiento de la palabra, consti-tuye la emergencia de un nuevo modo de producción, por agotamiento del tradicio-nal. En otros términos, la palabra vino a responder a las necesidades comunicativas que el gesto no logró subsanar, ligándose e, incluso, subordinándolo en la produc-ción de sentido.[9]
En el derrotero del desarrollo del lenguaje tiene capital importancia la oposición del dedo pulgar al conjunto dactilar, lo que fa-voreció una mayor capacidad de prensión y, con ello, la liberación progresiva de la boca, originalmente usada como medio de sujeción y corte, además de las obvias fun-ciones ligadas a la alimentación, en la eta-pa arborícola. Mayor ductilidad manual fa-voreció operaciones impensables para las otras especies. También la capacidad de producir sonidos con la cavidad bucal y los conductos nasales.
Es evidente que la actividad refleja tiene singular importancia en el desarrollo del lenguaje, en la medida en que el área de cerebelo que controla la coordinación fina de la mano es lindera del área de Broca, cuyo funcionamiento, junto al área de Wernicke, conforman la mecánica cerebral del lenguaje y el habla, tanto oral, como escrita.
Las relaciones entre las áreas del cerebro y el cerebelo pueden verse en la etapa pri-maria de lúdica infantil, especialmente, cuando efectúa operaciones manuales percusivas, ya que, cada movimiento de la mano suele ir acompañado de sonido o ar-ticulación bucal sorda involuntaria, produ-cida por la actividad refleja de los centros motores sobre el Área de Broca. Si bien la producción de sonidos bucales precede a la utilización de la prensión manual, debe tenerse en cuenta que, el llanto, es un reflejo inmotivado y se relaciona con exci-taciones inducidas por hambre, dolor, etc., sin que, por ello, involucren gestos ma-nuales, razón por la cual no pueden aso-ciarse con el desarrollo del lenguaje. La re-lación entre estos estímulos y el lenguaje, y su definición abstracta por la palabra, es un fenómeno tardío y sólo observable en el niño con pleno dominio de la habilidad y el instrumento.
Las bases históricas del lenguaje
Sin embargo, aún cuando existe un desarrollo filogénico (f???? –especie– y ?e?es?? –desarrollo– = desarrollo de la es-pecie) considerable, el desarrollo del len-guaje no es su consecuencia inmediata, porque, para ello, debe darse el concurso de factores más allá de la realidad inme-diata de la fisiología humana.
En efecto, la evolución, respecto del desa-rrollo del lenguaje, ubica al homínido en u-na situación de potencial desarrollo, prin-cipalmente, porque, en tales condiciones prevalecen necesidades, cuya satisfacción puede efectuarse individualmente. Sólo cuando las condiciones de existencia de-terminen la asociación como instrumento propicio para la supervivencia, han de darse las condiciones necesarias para que se haga obligatoria la transmisión de cier-tas experiencias, como es el caso plante-ado por la evolución de la horda y la apa-rición de la caza y la recolección grupal. La destreza manual para la producción y ope-ración de armas y utensilios no se puede adquirir si no es por medio de la relación entre los hombres, para lo cual se hace necesario trascender el gesto y ligarlo a un conjunto de sonidos bucales que, con el correr del tiempo, la propia comunidad ha-brá de seleccionar y sancionar para su uso generalizado, dentro de los límites de los individuos reconocidos comunes.
El descubrimiento individual de las relacio-nes causa – efecto hubo de socializarse, a-sumiendo un carácter colectivo. Así, el len-guaje se conformó como una habilidad, cuya productividad se plasmaba material-mente por el habla en seno de las propias actividades ligadas a la supervivencia, de manera que, al "primer sistema de señali-zación" de la realidad, conformado por los sentidos, vino a sumarse un "segundo sis-tema de señalización", es decir, la señal de las señales, por medio de las cuales, el hombre, comenzó a relacionarse con la re-alidad: el lenguaje.[10]
El desarrollo del habla, como instrumento subsidiario para objetivar las producciones del lenguaje resulta, entonces, material y socialmente necesario, por cuanto su po-sesión definirá la posibilidad de la trans-misión de conocimiento, como la preser-vación de la moral, la ley y la fe, para lo cual se hace ineludible la ventaja de la po-sesión de una habilidad y un instrumento a los efectos. De ello procede que, la "… transmisión racional, intencional, de la ex-periencia y el pensamiento a los demás re-quiere un sistema mediatizador, y el pro-totipo de éste es el lenguaje humano naci-do de la necesidad de intercomunicación durante el trabajo… Las formas superiores del intercambio humano son posibles sólo porque el pensamiento del hombre refleja una realidad conceptualizada…"[11]
Esto implica que las operaciones del len-guaje conforman un complejo de mecanis-mos de análisis y síntesis que se adquieren en el concurso social de un acto producti-vo, como lo que se halla implicado en la producción y transmisión de conocimien-to, es decir, en los actos de elaboración y materialización de la palabra, la cual "… sirve para organizar las impresiones de nuestros sentidos, no sólo con respecto de las impresiones previas de la misma clase, sino en relación con la experiencia colecti-va de la sociedad, acumulada y transmitida a través del lenguaje. La conciencia huma-na es mucho más que una simple relación entre el individuo y su ambiente natural: es, aún en sus formas más simples, un pro-ducto social: la relación entre la sociedad y su medio ambiente, según se refleja en el individuo…"[12]
Los conceptos citados ponen en evidencia un aspecto no menor en el desarrollo del lenguaje, en virtud del hecho que la "… conciencia toma forma y vida en la ma-teria de los signos creados por un grupo organizado en el proceso de su intercam-bio social. La conciencia individual se ali-menta de signos; de ellos obtiene su creci-miento; refleja su lógica y sus leyes. La lógica de la conciencia es la lógica de la co-municación ideológica, de la interacción semiótica de un grupo social…"[13]
El desarrollo del lenguaje y el habla con-forman aspectos determinados histórica-mente, razón por la cual, sus desarrollos no pueden plantearse ajenos a las particu-lares características en que tiene lugar su aparición. En tal sentido, el "…problema del lenguaje, de la conciencia, y del pensa-miento abstracto constituyen un complejo dialéctico, cuyas raíces se encuentran en las formas sociales de la existencia del hombre…"[14] La presencia del lenguaje y el habla conformaron instrumentos indisolu-blemente ligados al desarrollo de los me-dios de subsistencia.
De lo expuesto, se puede deducir que, el valor del lenguaje y el habla, radica en su capacidad para brindar respuesta a los re-querimientos de un conjunto de indivi-duos, en los planos material y simbólico, siendo este último el ámbito por antono-masia, en tanto sustancia de la producción y el intercambio cultural, dado que, la cultura es, además de un sistema de sig-nos que se transmite en las sociedades hu-manas, una suma de reglas y restricciones impuestas al sistema como mecanismo que tiende a organizar y a conservar la in-formación.[15]
La tecnología de la oralidad
Una de las primeras características que definió al ser humano, la bipedación —capacidad de andar erguido sobre los dos pies—, se desarrolló hace ya unos 4 millones de años, mientras que otras, tales como un cerebro grande y complejo, la ca-pacidad de fabricar y utilizar herramientas y el lenguaje, se desarrollaron más recien-temente. Gran parte de los rasgos más a-vanzados, que incluyen expresiones sim-bólicas complejas, como el arte, y la diver-sidad cultural, aparecieron en los últimos 100.000 años.[16]
Las civilizaciones —sociedades avanzadas que poseen una unidad histórica y cultu-ral— se desarrollaron de la mano de la a-parición de los excedentes de producción de alimentos. Las personas de estatus ele-vado utilizaron a veces los excedentes co-mo forma para pagar el trabajo y crear a-lianzas entre grupos, a menudo para lu-char contra otros grupos.[17]
Al disponer de un excedente de produc-ción de alimentos, muchos individuos pu-dieron trabajar exclusivamente en puestos políticos, religiosos o militares, dedicarse a vocaciones artísticas o a otras habilidades. Esto también permitió a los gobernantes controlar a los trabajadores, como en el modo esclavista de producción. Todas las civilizaciones se desarrollaron en base a este tipo de divisiones jerárquicas de esta-tus.
La primera civilización surgió hace unos 7.000 años en Sumeria, en lo que actual-mente es Irak, de la que se reconoce a una de las fundaciones más importantes, la de Ur, ocurrida hace aproximadamente unos 6.000 años. La región de Sumeria, cono-cida como Mesopotamia, era la misma re-gión en donde los seres humanos habían domesticado por primera vez animales y plantas.[18]
El primer escrito que se conoce se atribuye a los sumerios de Mesopotamia y es ante-rior al 3000 a.C. Como está escrito con ca-racteres ideográficos, su lectura se presta a la ambigüedad, pero está presente el principio de transferencia fonética y se puede rastrear su historia hasta averiguar cómo se convirtió en escritura ideosilábi-ca.[19]
Las primeras inscripciones cuneiformes es-taban formadas por pictogramas. Se in-ventó un punzón para realizar las inscrip-ciones y, poco a poco, los trazos de los pic-togramas se fueron convirtiendo en los es-quemas de los caracteres cuneiformes, que se fueron estilizando cada vez más, de modo que apenas recordaban la perfil ini-cial de aquellos pictogramas de donde sur-gieron.[20] En un primer momento, cada signo sólo representaba una palabra. Pero, como había palabras que no se podían ex-presar con un pictograma, se represen-taron con los de otros objetos que los recordaban (por ejemplo, bien por medio de una estrella, estar de pie o ir por medio de un pie) y, así, ciertos símbolos repre-sentaban más de una palabra.[21]
Puesto que las palabras del sumerio fue-ron en su mayoría monosilábicas, desde los primeros momentos los signos se em-plearon sólo como sílabas, sin tener en cuenta su significado original. Los símbolos que tenían más de una lectura, como pa-labras y como ideogramas, también adqui-rieron el valor de sílabas. Por eso, con tan-tas lecturas fueron polisémicos, o polífo-nos, si se tiene en cuenta que, el sumerio, es un idioma con bastantes palabras de sonido parecido o igual, es decir, había muchos símbolos homónimos. [22]
Una vez desarrollado completamente, el sistema cuneiforme poseyó más de 600 signos. Casi la mitad se emplearon como ideogramas o como sílabas, los restantes sólo fueron ideogramas. Cuando se aplica-ba a una lengua diferente, los ideogramas se podían emplear, porque se entendían al representar objetos. Con el tiempo, se ten-dió a simplificar la escritura y a reducir el número de signos, sobre todo los polisé-micos o polifónicos, para evitar la ambi-güedad, con lo que se dio el primer paso para establecer el alfabeto, en el que cada signo representa un sonido, cosa que nun-ca había ocurrido en el sistema cuneifor-me; este estadio sólo lo han conseguido las escrituras ugras y persa antigua.[23]
El primer documento de escritura semial-fabética se ha encontrado en las inscrip-ciones conocidas por protosinaíticas, que están fechadas entre 1700 y 1500 a.C. Otro sistema de escritura parecido data del 1300 a.C., y se ha encontrado en la costa norte de la actual Siria, en Ugarit, pero, en este caso, los caracteres de la es-critura eran unas cuñas como las de la es-critura cuneiforme de Mesopotamia.
En toda la zona, se escribía de forma pa-recida y fueron los griegos quienes toma-ron su escritura de los fenicios, como con-secuencia del creciente proceso de inter-cambio comercial que se suscitó en las costas del Mar Mediterráneo. Posterior-mente, dieron el último paso, pues distin-guieron vocales de consonantes y las escri-bieron por separado; así se llegó a la escri-tura alfabética, en torno al 800 a.C. [24]
Entre los años 1000 y 900 a.C., los griegos habían adoptado la variante fenicia del al-fabeto semítico y a sus 22 consonantes ha-bían añadido dos signos, sin contar los ca-racteres con que representaron las voca-les. Después del año 500 a.C. el griego ya se escribía de izquierda a derecha. Su alfa-beto se difundió por todo el Mediterráneo y de él surgieron otras escrituras, como la etrusca, osca, umbra y romana.[25]
Debido a las conquistas del Imperio roma-no y de la difusión del latín, su alfabeto se convirtió en el básico de todas las lenguas europeas occidentales, institucionalizan-do, por medio de la administración del es-tado, la justicia y la religión, la variedad conocida como sermo nobilis (habla de los nobles).[26] Sin embargo, no fue esta varian-te la de mayor incidencia histórica, sino la reconocida como sermo vulgaris (habla del vulgo), origen de las actuales lenguas co-nocidas como románicas, entre las que se incluyen español, portugués, catalán, fran-cés, italiano, reto romano, sardo, rumano, dálmata, provenzal y gallego. [27]
[1] Rossi-Landi, Ferrucio: El lenguaje como trabajo y como mercado. Monte Avila Edit. Caracas, 1970.
[2] Thompson, George: Los primeros filósofos. Cáte-dra. Madrid, s/f.
[3] Marx, Karl: Introducción a la crítica de la Econo-mía Política. Almagesto. Buenos Aires, 1992.
[4] Rossi-Landi, Ferrucio: Op. cit.
[5] Ong, Walter: Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. FCE. Buenos Aires, 2000.
[6] Wilson, Linda et alter: Nervios craneanos. Anato-mía y clínica. Editorial Médica Panamericana. Ma-drid, 1991.
[7] Sobotta, J. y Becher, H.: Atlas de Anatomía Huma-na. Editorial Médica Panamericana, [20ª ed.] Ma-drid, 1994.
[8] Idem.
[9] Thompson, George: Op. cit.
[10] Vigotsky, Lev: Pensamiento y lenguaje. Edit. La Pleyade. Buenos Aires, 1977.
[11] Idem.
[12] Thompson, George: Op. cit.
[13] Voloshinov, Valentín: El signo ideológico y la filosofía del lenguaje. Nueva Visión. Buenos Aires, 1976.
[14] Luria, Alexander: Conciencia y lenguaje. Pablo del Río Edit. Madrid, 1980.
[15] Lotman, Iuri M. y Escuela de Tartu: Semiótica de la Cultura. Cátedra. Madrid, 1979.
[16] Ardrey, Robert: La evolución del hombre: la hipótesis del cazador [3ª ed.]. Alianza Editorial. Madrid, 1983.
[17] Leakey, Richard E.: Nuestros orígenes: en busca de lo que nos hace humanos. Editorial Crítica. Barcelona, 1994.
[18] Cavalli-Sforza, L. Luca: Quiénes somos: historia de la diversidad humana. Editorial Crítica. Barcelona, 1994.
[19] Jean, Georges: La escritura, archivo de la memo-ria. Aguilar Ediciones. Madrid, 1989.
[20] Elliot, Jorge: Entre el ver y el pensar. La pintura y las escrituras pictográficas. FCE. México, 1976.
[21] Aicher, Otl y Kramper, Martin: Sistemas de signos en la comunicación visual. Edit. Gustavo Gili. Barce-lona, 1979.
[22] Morris, Charles: Fundamentos de la teoría de los signos. Paidós Ibérica. Barcelona, 1985.
[23] Idem.
[24] Bowra, C. M.: Historia de la literatura griega. FCE. México, 1950.
[25] Idem.
[26] Alföldy, G.: Historia social de Roma. Alianza Edi-torial. Madrid, 1987.
[27] Coseriu, Eugenio. Estudios de lingüística románi-ca. Editorial Gredos. Madrid, 1977.
Autor:
Eduardo Daniel Véliz.
Expresión
Expresión Oral y Escrita. UNLaR. La Rioja, Marzo de 2010
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