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Orígenes de la Escritura

Enviado por Eduardo Daniel Véliz


Partes: 1, 2

  1. Las bases fisiológicas del lenguaje
  2. Las bases históricas del lenguaje
  3. La tecnología de la oralidad

Para el común de la población, la u-tilización de la escritura es un hecho coti-diano, sin ningún adicional, más allá de su utilización, reservándose la reflexión sobre la misma al ámbito de la investigación lingüística.

Sin embargo, la producción de enunciados (orales y/o escritos), es una actividad arbi-traria, cuyo desarrollo no es natural, sino consecuencia de la capacidad de la especie para desarrollar artefactos con vistas a la satisfacción de sus necesidades.[1]

El desarrollo de la capacidad de comunica-ción en la especie humana, responde a los requerimientos inducidos por su propio desarrollo histórico, y conforme a su evo-lución fisiológica. En efecto, la conforma-ción del lenguaje como habilidad disponi-ble no sólo para la materialización de la re-lación causa – efecto, inherente a la activi-dad de producción, sino como fundamen-to del desarrollo del instrumento necesa-rio para la materialización del trabajo im-plicado en la operación de la habilidad: el habla.

El desarrollo de la habilidad y el instru-mento se inscriben en el desarrollo onto-génico (O?, O?t?? –el ser–, y ?e?es?? –de-sarrollo–= desarrollo del ser),[2] en tanto la necesidad impulsora de su desarrollo fun-cional es variable, favoreciendo, con ello, la dinámica permanente que impulsa la re-lación dialéctica entre la capacidad huma-na para responder y las diferentes contra-dicciones que la realidad plantea a su exis-tencia.

De este modo, el ser hace y se hace en la historia, ya que, su derrotero vital, se ca-racteriza por la lucha permanente contra adversidades, por medio de la elaboración de maniobras y objetos destinados a salvar las contradicciones que su propio desarro-llo engendra.[3]

En esta dinámica, el desarrollo de la pala-bra, como producto del trabajo material y cerebral comportado por el lenguaje, y co-mo instrumento, cuyo valor de uso se ins-cribe en la mecánica de los objetos utilita-rios.[4] La evolución de tales objetos y de su inductor se expresa por su complejidad tecnológica adquirida, principalmente en sus soportes oral y escrito, y las corres-pondientes derivaciones al compás de la creciente complejidad de su vida en socie-dad.[5]

Las bases fisiológicas del lenguaje

Desarrollo y operación del lenguaje tienen en común la existencia de un mús-culo supraespecializado, de cuyo desarro-llo dependió la emergencia de una activi-dad colateral y sólo posteriormente añadi-da a las fisiológicas básicas. El encéfalo, tal como se conoce actualmente, no es sino el resultado de un largo y complejo proceso evolutivo. A los fines de una explicación de las raíces génicas del lenguaje y, posterior-mente, la lengua, se debe tener en cuenta el cerebelo y el telencéfalo.

El cerebelo (metencéfalo) se encuentra en la parte posterior del cráneo, por debajo de los hemisferios cerebrales. Al igual que la corteza cerebral, está compuesto de sustancia gris con células amielínicas en la parte exterior y de sustancia blanca con células mielínicas en el interior. Consta de dos hemisferios (hemisferios cerebelosos), con numerosas circunvoluciones, conecta-dos por fibras blancas que constituyen el vermis.[6]

El cerebelo resulta esencial para coordinar los movimientos del cuerpo. Es un centro reflejo que actúa en la coordinación y el mantenimiento del equilibrio. El tono del músculo voluntario, como el relacionado con la postura y con el equilibrio, también es controlado por esta parte del encéfalo. Así, toda actividad motora, desde jugar al fútbol hasta tocar el violín, depende del cerebelo.

El cerebro o telencéfalo, está formado principalmente por los hemisferios cere-brales (corteza cerebral y ganglios basa-les). Los hemisferios cerebrales ocupan la mayor parte del cerebro humano y supo-nen cerca del 85% del peso del encéfalo. Su gran superficie y su complejo desarrollo justifican el nivel superior de inteligencia de los seres humanos si se compara con el de otros animales.[7] De ambos hemisferios, el izquierdo, es también conocido como "lógico", porque, en su medio se llevan a cabo operaciones relacionadas con la abstracción y el cálculo, mientras que, en el derecho, conocido como "creativo", los procedimientos conllevan un grado mayor de libertad en sus asociaciones.[8]

Desde luego, el desarrollo de ambas par-tes es secuenciada y, naturalmente, el ce-rebelo corresponde a un estadio anterior al del cerebro. Este detalle es de necesaria observación, si se tiene en cuenta el desa-rrollo del niño, ya que, en los primeros tiempos de su vida social, se activan las funciones de la actividad motora y el e-quilibrio, a los que, posteriormente, se a-socia la producción de sonidos orales con progresiva relación semántica socialmente determinada.

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