Desastres en el mundo de hoy: miradas y aportes de la psicología (página 2)
Enviado por Kenny Díaz Arcaño
El quehacer psicológico cubano (Lorenzo, 2006) es muy semejante a la gran mayoría de países del continente americano. En este país, los desastres han sido motivos de comentarios, de descripciones en las obras de nuestros historiadores, etnógrafos, antropólogos, escritores, pintores, cultivadores de la música y otras manifestaciones artísticas. Gran importancia, en este sentido, han tenido las recomendaciones de la medicina, la pedagogía, las ciencias técnicas, y las experiencias y vivencias acumuladas por las diferentes generaciones de cubanos. La ciencia psicológica cubana ha tomado los aportes de toda su historia como ciencia de más de cien años de desarrollo, predominando la teoría y la metodología del Enfoque Histórico-Cultural.
Otros países de la región se han ido sumando poco a poco a la mirada de los desastres desde el punto de vista de la psicología. Perú cuenta hoy y desde 1995, con la Sociedad Peruana de Psicología en emergencias y desastres, lo que sin duda fue y es hasta la fecha, un gran avance para la psicología y la sociedad de ese país, en sentido general. Unos años más tarde, países como Argentina y Chile dieron pasos firmes en este sentido, creando sus propias sociedades que legitimaban y hacían mucho más visible el trabajo y la importancia de la psicología en este campo. Brasil también más recientemente ha venido coordinando y sistematizando esfuerzos para poner a estos profesionales en función de su sociedad, contando hoy con una psicología en desastres más visible, organizada y científica, lo cual, es sin duda, un ejemplo a seguir por otras regiones y profesionales del mundo. Otros ejemplos semejantes pueden verse en otros países del mundo, lo que alienta a los profesionales de esta ciencia a continuar trabajando en este sentido y trasmitir experiencia a través del intercambio y la cooperación científica.
Desde la ciencia psicológica, Alexis Lorenzo (2003) plantea que:
Un desastre constituye un hecho inesperado y de por sí catastrófico, provocando grandes pérdidas humanas y materiales. Los individuos y sus comunidades en mayor o menor medida relacionados con el desastre lo perciben como un evento vital estresante, una especie de situación amenazante y de conflicto, la cual conlleva a una ruptura y modificación del ciclo vital de los damnificados y del equilibrio hombre-entorno en una sociedad concreta. (p.3)
La presencia del psicólogo (Valero), en el campo de los desastres, se ha ido haciendo cada vez más necesaria. Ejemplo de esto ha sido el caso de las salas de emergencia hospitalaria a nivel mundial en los grandes desastres, como en el terremoto de México en 1985, la erupción volcánica de Armero en Colombia en 1985, el terremoto de Loma Prieta en California en 1989, la Riada en Huesca Biesca, España en 1996, las Inundaciones de Venezuela en 1999, etc.
Un aspecto importante, y que sin lugar a dudas, resulta ser un aspecto que une a los profesionales de la psicología con los de otros sectores, es el referido a la preparación psicológica del personal de trabajo para situaciones de desastres, dígase personal de salud, propiamente dicho, personal gubernamental, de la Defensa Civil, etc. Resulta necesaria la capacitación y entrenamiento de orden psicológico que debe tener todas estas personas, pues para nada están exentos de experimentar sentimientos y emociones fuertes durante este tipo de trabajo, lo cual pudiera resultar perjudicial tanto para unos como para otros.
La Psicología en Situaciones de Desastres (Lorenzo, 2006), persigue los siguientes objetivos: 1. recopilar, analizar y divulgar informaciones sobre los factores de riesgo / resiliencia y manejo de los aspectos psicosociales en desastres; 2. incrementar y perfeccionar los conocimientos, hábitos, habilidades e informaciones sobre estas problemáticas en cada una de las comunidades e instituciones y personal vinculado a los desastres; 3. investigar las necesidades de cada uno de los grupos de cada comunidad, para así llegar a adecuar la mejor manera de brindarles una mejor atención.
La Psicología, al cumplir estos objetivos, garantiza la integración entre individuos y comunidades, favoreciendo el comportamiento biopsicosocial y ambiental del ser humano y sus interacciones con el entorno. Estos objetivos, no pueden absolutizarse a cada región del planeta de forma fría y reproductiva, sino que se verán de manera específica, en dependencia de las condiciones socioeconómicas, políticas y religiosas de cada país.
Por otra parte, esta rama de la ciencia, utiliza estrategias de intervención psicológica, adaptadas para la ayuda a las personas afectadas, tales como los primeros auxilios psicológicos, terapias de juegos para niños en albergues y escuelas, el manejo psicológico del duelo, las técnicas de Debrifing, Defusing y desmovilización psicológica para el manejo de incidentes críticos y de afrontamiento al estrés, terapias y dinámicas grupales en albergues y refugios, técnicas de intervención comunitaria dirigidas a la recuperación de las redes de apoyo, entre otras.
Lo expuesto hasta este momento demuestra, de forma clara, que los psicólogos y psicólogas en las emergencias y desastres, pueden realizar un número importante de acciones, en aras de ayudar y contribuir con la salud física y mental de las personas involucradas en este tipo de evento. Estos profesionales al estar capacitados y entrenados para el trabajo y comprensión de los seres humanos, en su más amplio espectro, no solo pueden tener un rol activo en la ayuda humanitaria, es decir en reparto de agua, alimento, etc., sino que resultan ser un pilar esencial para brindar apoyo emocional y trabajar, de forma activa, con los damnificados.
Es por eso que estos profesionales mientras ofrecen su ayuda en los lugares afectados, tendrán la labor primordial de escuchar las principales demandas y preocupaciones, servir de apoyo emocional, proporcionar información sobre los recursos disponibles que puedan satisfacer sus necesidades más elementales, contribuir a la resolución de conflictos, dar a conocer información sobre las posibles reacciones individuales y colectivas tras vivenciar situaciones de ese tipo, ofrecer confianza y esperanza a las personas, resaltando que se puede salir de esa situación y volver al estado de equilibrio y bienestar vivido con anterioridad al evento, trabajar desde diversas perspectivas con niños, ancianos y otros grupos con determinada vulnerabilidad, etc. A su vez, en tiempos de calma y normalidad, los psicólogos de esta rama pueden tener un papel protagónico en la elaboración y aplicación de programas educativos, que aborden aspectos relacionales con la prevención, percepción de riesgo, educación ambiental, etc., lo cual contribuirá de forma muy positiva a la preparación para situaciones de desastres.
Por todo lo antes expuesto, considero oportuno decir que la Psicología en Situaciones de Desastres puede ser entendida como una rama de la psicología, encargada del estudio de las manifestaciones individuales y colectivas, antes, durante y después de vivenciar un desastre de cualquier magnitud, ya sea por desastres naturales o de cualquier otro tipo, a su vez la misma se encarga de la aplicación de estrategias de intervención que fomenten el bienestar biopsicosocial tanto individual como colectivamente.
No quisiera concluir este apartado, sin destacar que mucho falta por hacer en esta área de la ciencia psicológica para lograr mayores niveles de eficiencia en el manejo de los desastres a escala global, pues la Psicología en Situaciones de Desastres, es una rama muy joven y apenas comienza en su desarrollo. Solo nos resta a nosotros como profesionales dedicar tiempo y estudio a perfeccionar y seguir acumulando información que nos permita ser más capaces y eficientes, logrando mejores resultados. Es necesario que los gobiernos y las autoridades comprendan la utilidad de la psicología y sus profesionales en este campo, pues el trabajo coordinado y hermanado fomentará alianzas en pos del bienestar y desarrollo de las comunidades y sociedad en general.
La recuperación psicosocial luego de un desastre
Tras la vivencia de una situación de catastrófica o de desastre, no solamente puede verse afectado de forma significativa el cuerpo físico, sino también la integridad psicológica y social. Si bien el daño físico resulta para los seres humanos muy fácil de apreciar, el daño psicológico resulta más complejo y, en ocasiones, dejado al margen de la ayuda ofrecida a estas personas. Existen un conjunto de reacciones y manifestaciones que resultan normales ante situaciones de esta naturaleza. La conmoción y negación, por ejemplo, pueden ser respuestas típicas luego de vivido este momento. Frecuentemente, las personas afectadas pueden experimentar sentimientos fuertes, afectaciones en los patrones habituales de pensamiento y comportamiento, síntomas físicos que emergen debido al estrés extremo y mantenido, entre otras posibles reacciones. No obstante, no se puede perder de vista que cada persona es única e irrepetible, por lo que aunque pueden existir semejanzas y tendencias ante estos sucesos, no todas las personas tienen necesariamente que responder de una misma forma, pues esto dependerá de varios factores que pueden abarcar desde elementos de la personalidad hasta poca percepción del daño.
Luego de vivir una situación de esta magnitud, es posible recuperarse y lograr el bienestar y equilibrio perdidos, aunque siempre quedará la huella de lo ocurrido en la memoria. A continuación, propongo algunas recomendaciones que servirán de ayuda para la recuperación psicológica y el bienestar en sentido general. Luego de sufrir un evento traumático e inesperado no reprima sus emociones, aunque parezcan desacertadas, es necesario que se desahogue emocionalmente y exprese su dolor, ya sea acompañado de llanto o simplemente a través del diálogo con los otros, esta acción pudiera evitar males mayores. Busque ayuda de personas capacitadas y entrenadas (psicólogos, psiquiatras, etc.), apóyese en los otros más cercanos y contribuya al bienestar colectivo, siga las obligaciones y recomendaciones que sean orientadas por autoridades y personal médico, asuma comportamientos saludables como técnicas de relajación y autocontrol, evite el consumo de cualquier sustancia que pudiera alterar el nivel de conciencia normal y evite tomar decisiones de gran importancia. Estas son solamente algunas de las acciones que pudieran llevar a cabo las personas que vivencien una situación de desastre en cualquier región del planeta.
El presente trabajo elaborado hasta aquí, recoge una serie de elementos, a grandes rasgos, que pueden servir como material y punto de partida para conocer aspectos relacionados con el tema de los desastres y la psicología.
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Autor:
Kenny Díaz Arcaño
Cuba, 2016.
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