Exégesis de cierta hipótesis comprobable acerca del posible correlato neuronal de la conciencia subjetiva (página 7)
Enviado por Manuel Fontoira Lombos
El equilibrio no consiste en permanecer en dicho punto utópico, sino en tender hacia él: se trata, por tanto, de lograr una estabilidad en dicha tendencia, no en alcanzar ese punto inalcanzable. En la práctica, si la oscilación alrededor de dicho punto utópico es indetectable por falta de resolución, la oscilación parecerá de hecho un punto a ciertos efectos, por ejemplo, si la temperatura corporal oscila en unas cuantas milésimas de grado en cada instante, y si el termómetro no mide en milésimas de grado, sino hasta las décimas de grado, por ejemplo, la temperatura objetivamente parecerá a simple vista estar en equilibrio en un punto fijo al medirla en un momento dado (y de nuevo que las cosas ocurran así es conveniente en la práctica, aunque tales consideraciones sobre la temperatura se basen en el fondo en la falsedad y el error). ¿Qué son la regulación y el control? Los sistemas se ajustan al dirigirse al equilibrio por el aumento de entropía, pues bien, en fisiología al ajuste inconsciente se le llama regulación, y al consciente, el llevado a cabo por el sistema nervioso, por la mente, se le llama control.
¿Tiene que ver el cambio de escala con el punto de equilibrio?
En la naturaleza en general, y en la vida en particular, el equilibrio consiste por tanto en un desequilibrio estable. Como se acaba de ver el organismo consigue mantener una temperatura constante y estable entre 36 y 37 grados centígrados a base de compensar la pérdida de calor corporal con la generación de calor corporal, en un "ejercicio acrobático interminable sobre la cuerda floja". A simple vista, a escala macroscópica y confinada, esa oscilación de milésimas de grado que se produzca en cada instante no es percibida con la resolución empleada a simple vista para medir la temperatura (el termómetro), que no ajusta hasta las milésimas de grado. Por ello, a simple vista el error en la posible medición por dicha oscilación alrededor del punto de equilibrio ideal (equilibrio ideal que puede rondar los 36,5 grados centígrados) es despreciable en la práctica, de ahí que a simple vista (a escala macroscópica confinada) parezca ilusoriamente que el equilibrio (36,5º C) es un punto en el que se estabiliza la temperatura, no una tendencia. Es, otra vez, una cuestión de cambio de escala y confinamiento.
¿Qué tiene que ver la subjetividad con el cerebro en tanto que sistema no lineal?
Un observador subjetivo no deja de ser otra cosa que un conjunto de sistemas no lineales, más o menos complejos, de medición, o lo que es lo mismo, unos sistemas que cambian en cierta medida. La percepción consciente y subjetiva de la realidad no deja de ser otra cosa que un sinfín de magnitudes (que dan cuenta de los cambios en los estados de actividad neuronal), correspondientes a múltiples sistemas de medición.
Por la propiedad de la subjetividad algunas de esas magnitudes físicas son efectivas con aspecto puntiforme con el cambio de escala, o dicho de otro modo, con aspecto de punto adimensional, elemental, particular, como un estado de superposición, por ejemplo, como un solo sujeto consciente e individual por cabeza. ¿Cómo sería posible algo como la subjetividad en un sistema no lineal? Desde este punto de vista, el cerebro, un sistema no lineal, en su proceso evolutivo dinámico consigue recrear una propiedad emergente correspondiente a un sistema lineal: la superposición de todas esas mediciones en una sola medición única e individual que, en la práctica, consigue ser efectiva como el estado morfofuncional propio del sistema en evolución patente en ese momento a escala macroscópica. De modo que en la naturaleza parece existir la posibilidad de la recreación, en un sistema no lineal, y a escala macroscópica, del comportamiento de un sistema lineal.
Como el sujeto es un ente abstracto, no concreto, así se explica que sea posible de algún modo un estado de superposición en un sistema no lineal: abstrayéndolo, recreándolo en el terreno de la abstracción (en vez de concretándolo, que no parece posible a todos los efectos). ¿Qué tendría de ventajoso el confinamiento de la percepción a simple vista en una escala macroscópica? Una peculiaridad del funcionamiento del sistema cerebro, el confinamiento, que aparentemente supone una limitación del sistema, al limitar la percepción a una escala de medición, hace posible precisamente la peculiaridad de la propiedad emergente del sistema en tal estado morfofuncional: la subjetividad, lo cual hace posible que en la práctica el fenómeno tome la apariencia de un sujeto consciente que toma el control del comportamiento individual de un organismo. La subjetividad es efectiva en un todo integrado. Lo no integrado en ese todo da la impresión de quedar excluido del todo (ésto quiere decir que uno no percibe lo mental pero no subjetivo), y lo incluido en la subjetividad aparenta estar confinado en el todo (ésto quiere decir que uno sólo percibe lo macroscópico), y viceversa. Parece lógico: si un contenido dado del pensamiento presente en la subjetividad corresponde a cierta actividad neuronal, si corresponde a cierta información codificada y procesada en determinadas neuronas, y si dichas neuronas se integran y se hace efectiva entonces la subjetividad, sólo las neuronas integradas de esa forma y en ese momento formarán parte de la subjetividad en ese momento, sólo esas neuronas formarán parte de aquéllo por lo que ese conjunto resulte patente, y no el resto de las neuronas que estén activas en ese cerebro pero no estén integradas en la parte subjetiva, ni tampoco formarán parte de la subjetividad las células pancreáticas, ni la silla en la que estemos sentados.
Mente y congruencia
¿Qué es un sistema coherente?
Viene a cuento aclarar un poco qué se entiende aquí por coherencia, término con diversas acepciones posibles, pero en este caso haciendo referencia en particular a su acepción como congruencia (ausencia de contradicción), para lo cual se va a recurrir a Hofstadter y su libro Gödel, Escher, Bach: un eterno y grácil bucle, del año 2.003. Según Hofstadter, un sistema es coherente con la realidad si todo teorema es verdadero, y además los teoremas son coherentes entre sí si son compatibles, o sea, verdaderos al mismo tiempo.
¿Qué es un teorema?
Un teorema es una proposición verdadera, por ejemplo, en un sistema de signos "equis", y signos "igual a", un teorema sería: X=X. Se confirma que un teorema es un teorema si la proposición es verdadera, si dicha proposición se puede verificar en dicho sistema con los elementos y los tipos de interacciones posibles en el sistema (las leyes del sistema), lo cual implica que hace falta tener un sistema dinámico, un conjunto de elementos, e interacciones peculiares y detectables. La presencia de interacciones peculiares determina que en el sistema no todo será posible, lo cual establece una evolución impredecible pero necesaria para el sistema, dado que no todo será posible. En el sistema habrá por definición interacciones posibles, y al ser dinámico se van a producir en cuestión de tiempo en función de su probabilidad. En palabras de Bohm: "Verdadero es lo que es". Sólo ocurrirá lo posible, y como algo va a ocurrir, ocurra lo que ocurra será lo posible, y por tanto lo verdadero.
¿Qué sería una proposición en el caso del sistema nervioso?
En una sinapsis el potencial de acción que se detecte será el que se descargue, no el que no se descargue, y, por ello, la información que se transmita en un circuito sináptico será por definición verdadera en todo caso. Por este motivo, una secuencia de potenciales de acción dada a lo largo de un circuito constituirá una proposición del sistema. Cada potencial de acción posible que se descarga a largo del circuito pasa a ser comprobable de acuerdo con las posibilidades del sistema, y así será si la descarga es efectiva. Una secuencia de descargas es un teorema en dicho sistema.
¿Qué son dos teoremas compatibles?
Si ahora un teorema del cerebro se asocia específicamente con un teorema del exterior, por ejemplo, si un fotón rojo que llega al pigmento de un cono rojo, el teorema externo, se asocia específicamente a un teorema interno, la descarga de trenes de potenciales consiguientes, ambos teoremas serán compatibles, verdaderos a la vez, porque ambos teoremas serán coherentes o congruentes entre sí.
¿Qué implica que los teoremas externo e interno sean compatibles en el caso del sistema nervioso?
Como dicha asociación entre lo externo e interno es consciente, dadas las características de la conciencia dicha representación puede ser compatible con la realidad, y así es posible que, por ejemplo, al ver caer un objeto que cae se perciba que ese objeto cae.
De manera que la conciencia de las cosas conlleva la congruencia de dicha conciencia con aquello de lo que se es consciente. Como se acaba de ver, el pensamiento abstracto es coherente con la realidad macroscópica del entorno si la información cerebral sobre el entorno es compatible con el entorno. Sin embargo, como se ha visto al hablar de la retina, ya la transducción y codificación de información conlleva errores, por ejemplo, por pérdida de especificidad. Uno intuye que es verdad lo que percibe del entorno, y a pesar de la evidencia cotidiana, más o menos científica, sobre el carácter ilusorio y parcial de la percepción, se disfruta de un sentimiento de certeza sobre la coherencia de los propios pensamientos.
De modo que la certeza de uno acerca de la congruencia de los pensamientos de uno sobre la realidad probablemente se deba a un sentimiento de certeza (evolutivamente conveniente), no a una verificación objetiva de dicha compatibilidad. De hecho, con frecuencia uno se equivoca acerca de la certeza de sus interpretaciones, como ocurre, por ejemplo, en el caso de la percepción ilusoria (y no digamos en otros casos, como en el de los prejuicios).
De todos modos y en general en la práctica la percepción no suele ser excesivamente contradictoria con la realidad, a pesar de la complejidad de la mente.
¿Cómo consigue el cerebro ser coherente (congruente, no contradictorio) con la realidad circundante que se percibe si la percepción es macroscópica y el proceso neural correlativo fundamental es microscópico, neurona a neurona?
En un circuito microscópico ideal A-B-C (obsérvese la notación empleada), A sinapta con B, y B sinapta con C. La descarga de B es un efecto de la descarga de A transmitida a B. A es causa de B, y B causa de C. Entre A y B hay relación causa-efecto a escala neuronal en la práctica con un error despreciable a ciertos efectos, y relación de B con C. Pero A no es causa de C, al estar B por medio. La vinculación de A y C es de correlación. C depende de A. Sin descarga en A no hay descarga en C, pero A no es causa de C a escala microscópica, sino sólo el correlato, en este esquema simple. El que una vinculación entre A y C sea de correlación resulta más patente en el cerebro vivo (no ideal), porque, en el cerebro, C tendría una infinidad de correlaciones. Tratar de buscar una causa al devenir de la mente, o a la subjetividad, resulta ilógico, al ser multicausal; no responde a un qué, sino a millones de qués y sus correlaciones, es decir, responde a un cómo. En la escala macroscópica, y siguiendo con la visión esquemática y simple de este asunto, A-B-C puede constituir un todo, una red, mediante la integración de la asociación A- B-C, en la forma [A-B-C] (obsérvese la notación). Dada una asociación de redes, por ejemplo, de dos redes [A-B-C]-[D-E- F], se puede convenir que a escala macroscópica (escala de redes en este caso), dado que las redes constituyentes son efectivas como un todo, también actúan como elementos (partes irreducibles a ciertos efectos con un error despreciable en esta nueva escala) de un nuevo sistema, el sistema de procesamiento de redes, y, por tanto, se puede convenir también el establecimiento de vínculos de causalidad entre redes, si, por ejemplo, la red [A-B-C] estimula como un todo a la red [D-E-F] (por ejemplo, por reentrada). Para que la primera red estimule como un todo a la segunda, lo que habría de ocurrir debería ser algo como lo siguiente: que A estimule a D a la vez (a la vez con un error despreciable a escala macroscópica, pues a escala microscópica será un intervalo, no un punto en la escala temporal) que B estimula a E y C a F. El cambio de escala, con el paso desde la escala de circuitos a la escala de redes, supone un nuevo modo de cuantificar el aumento de complejidad en el sistema, es decir, supone un aumento de la información. Y aun así se seguiría manteniendo la coherencia del cerebro vivo con la parte de la realidad representada, pues no se pierde con el cambio de escala, por lo dicho.
¿Cómo consigue el cerebro ser congruente consigo mismo, si el pensamiento toma forma a escala macroscópica mientras que el proceso correlativo, la actividad neuronal, es fundamentalmente microscópica?
Tampoco se pierde la coherencia del cerebro consigo mismo, ya que, aunque se pase de la escala de circuitos a la de redes, como la vinculación causal entre redes se puede reducir a la vinculación causal entre neuronas la información no se vuelve contradictoria, pues para que una red sea causa de la otra, y viendo a qué se reducen, ha de cumplirse que A sea la causa de D, B la de E y C la de F, y que al mismo tiempo A sea la causa de B, B la de C, D la de E y E la de F. Y se cumple, por lo que la coherencia se mantiene en el interior a escala de redes, y como la exterior también se mantiene, la compatibilidad se conserva igualmente.
Por éso el procesamiento en la escala de redes, la escala macroscópica, puede seguir siendo compatible con la realidad externa también (que es justo lo que convenía, ya que la realidad macroscópica, por evolución y selección natural en ese sentido, ha resultado tener sentido precisamente a escala macroscópica).
Así es, entonces, cómo posiblemente la mente consigue ser congruente a pesar de su complejidad (su tendencia caótica): mediante la estructuración morfofuncional en redes neurales. ¿Cómo consigue la mente, el pensamiento, ser congruente también en el terreno de la abstracción? Dada una red [A-B-C], desde la escala de las redes, la escala macroscópica (macroscópica respecto de la escala de circuitos y neuronas), A podría ser considerada la causa de C con un error despreciable en la práctica, y no sólo el correlato (como se decía antes que ocurría en la escala neuronal), pues considerar a A causa de C en la escala macroscópica no alteraría el procesamiento en forma de interacción de redes, al ser objetos integrales, y al ser la red efectiva como un todo en la práctica a ciertos efectos, de modo que lo que importaría en la escala macroscópica en la práctica sería la interacción de una red con otra como un todo.
La integración de redes en nuevas redes de complejidad creciente, que se configurarían como nuevos objetos elementales de otro sistema en la nueva escala emergente, implicaría que el cerebro se organizaría en supersistemas de complejidad creciente. A pesar de esta complejidad, al poderse establecer vínculos de causalidad entre redes con un error despreciable, a simple vista no se pierde la coherencia (en el sentido de congruencia) del sistema, y se conserva un interesante grado de orden entre el desorden. Al mismo tiempo, el pensamiento será compatible con la realidad exterior.
Como en el cerebro la información consciente procesada es abstracta, estas consideraciones acerca de neuronas y redes se deberían poder extrapolar al terreno de la abstracción, a la mente, y, por tanto, la coherencia del cerebro supone, por ejemplo, la coherencia de las frases que se construyen al computar el lenguaje, coherentes con la sintaxis por ejemplo, y también compatibles con los hechos del entorno reflejados, lo cual supone una coherencia a varias bandas, entre redes, objetos mentales abstractos, y los sucesos del entorno. ¿Cuál sería el fundamento de la incongruencia, cuando se dé? Para Hofstadter la congruencia con la realidad externa depende de una adecuada interpretación de la realidad externa. Con tal motivo, un sujeto delirante, por más que dicho sujeto no lo entienda, es incongruente con la realidad externa. La incongruencia tampoco ha de ser tomada a priori como algo esencial al cerebro, por lo que un sujeto delirante puede acertar a veces por casualidad en lo que a la congruencia se refiere, sin dejar por ello de ser delirante. En cada caso dependerá de la interpretación de los hechos pertinentes. ¿Influye la selección natural en la congruencia del pensamiento? La persistencia de la coherencia entre sistema nervioso y entorno debe de haberse ido conformando durante millones de años, mediante la presión de la selección natural sobre los cambios evolutivos sucesivos, ocurridos en el sistema nervioso en forma de preadaptaciones, desde su forma rudimentaria en los primeros animales con neuronas hasta llegar a la actualidad, con todas las variedades de sistema nervioso que existen.
Una secuencia A-B-C en principio será coherente consigo misma, pero para ser congruente con la realidad externa lo primero que tendrá que ocurrir es que A-B-C logre persistir en lo que a su efectividad se refiere, debe superar el rasero de la selección natural. Es la consumación de la evolución en algún sentido lo que posiblemente establece el grado de coherencia del cerebro con la realidad externa. Como es lógico, cuanta mayor coherencia es de suponer que más probabilidades de adaptabilidad al medio habrá, a priori, y más posibilidades de sobrevivir, y cuanta mayor supervivencia, más posiblidades de que surja aun más coherencia a continuación, y así sucesivamente. Véase un ejemplo relativamente simple de cómo un sistema [A-B-C] cualquiera se las apaña, al ser favorable (o indiferente) para la adaptabilidad, para perdurar en la naturaleza a lo largo de la evolución, al no ser eliminado por la selección natural: como ya se ha visto anteriormente a lo largo de la evolución ha quedado establecido que en el cerebro de un bebé recién nacido haya un subsistema neural encargado de lograr que el bebé parpadee cuando se le dirija un cuerpo cualquiera hacia los ojos. El bebé no discrimina qué se le dirige al ojo en particular, le basta con saber que un bulto amorfo es dirigido a su ojo para interpretar la presencia del peligro y la necesidad de cerrar el ojo. Y este comportamiento del bebé es innato, no necesita aprenderlo, sus genes moldean su cerebro de esta forma ya en el útero.
¿Es la incongruencia incompatible con la supervivencia de la especie?
La existencia de tantos sujetos manifiestamente incongruentes e incompatibles da a entender que la coherencia no precisa ser del 100%, ni con uno mismo ni con el entorno, y que hay un amplio margen de error tolerable por la selección natural en lo que a congruencia mental se refiere (como atestigua ese compendio de la sinrazón que es la historia universal), y es que el devenir es multifactorial y complejo (e impredecible).
¿Es la congruencia garantía de supervivencia?
La persistencia de A-B-C en la realidad se produce a lo largo de la evolución por un ajuste inconsciente, que incluye lo impredecible. Por ejemplo: una secuencia [A-B-C] dada podría ser apta para la integración congruente de un individuo (y su especie) en la realidad con éxito en la supervivencia, pero esta aptitud no podría evitar que [A-B-C] fuera inútil para la supervivencia si le cayera un rayo encima al individuo antes de reproducirse y transmitir así a su descendencia la secuencia genética apta, etc.
La memoria
¿Qué es la memoria?
Las neuronas cambian de estado con el tiempo. La memoria es el vínculo del nuevo estado con el pasado.
Conforme van siendo mayores las redes, mayor cantidad de información podrán contener, porque la cantidad de información es una medida de la complejidad de un sistema. Dicha información no requiere en el cerebro un lugar para almacenarla, éste no es el concepto de memoria en el caso de la mente, aunque intuitivamente pueda parecer lo contrario.
La información "nace" y "muere" en cada sinapsis. La memoria es por tanto un fenómeno local propio de cada sinapsis. Cada sinapsis posee una capacidad memorística limitada a dicha sinapsis.
Supuestamente cada código presentará una especificidad espaciotemporal. Si se recuerda un nombre de pila será porque dicho código se mantiene estable y constante en alguna región específica del cerebro, no porque el nombre esté grabado en un almacén para nombres de pila. Se recuerda porque la red específica que lo codifica posee memoria, la posee en cada sinapsis (y en una sinapsis no está el nombre "almacenado"). En la sinapsis tiene sentido hablar de un antes y un después.
El estado antes y después no será el mismo, y sin embargo la sinapsis será la misma. El cambio en la sinapsis indica que se puede hablar de un antes y un después en cada sinapsis.
¿Qué es la plasticidad neural?
La capacidad de cambio estructural en las sinapsis se denomina plasticidad neural, y parece ser que se produce en las sinapsis durante toda la vida, pues las sinapsis, durante la vida, crecen, maduran y degeneran de manera sistemática.
Los cambios estructurales en las sinapsis, implicados en el tipo de memoria efectivo en una sinapsis en un momento dado, por ejemplo: memoria a corto plazo o memoria a largo plazo, dependientes del tipo de estímulo, fueron investigados por Hebb, que comprendió la importancia fundamental de los mecanismos moleculares involucrados. ¿Qué tienen que ver la memoria y la capacidad de control? Cuando uno recuerda algo no está recuperando un dato de un almacén, sino activando sinapsis actuales, estén en el estado que estén entonces.
Cuando los fenómenos sinápticos se consuman, dado que para la sinapsis hay un antes y un después, constituyen un después, y dicho después constituye a su vez una memoria del pasado. Cuando un cambio de estado sináptico se consuma constituye una memoria del pasado, y al ser un hecho consumado ya no es un hecho por pasar, y por tanto ya no es un hecho impredecible. Y un hecho predecible ya es susceptible de control. Por tanto, la capacidad de control del cerebro (el hecho de que el sistema nervioso sea un sistema de control) depende directamente de la propiedad de la memoria. ¿Es fácil tener un concepto equivocado sobre la memoria? La memoria no es un almacén de datos, como quien guarda grano en un silo. Recordar algo no es extraer un dato de un banco de datos, sino que consiste simplemente en que la información mental sea efectiva.
Si se piensa en algo que evoca al pasado entonces se considera que éso es un recuerdo del pasado. Si se piensa en algo del presente o del futuro no se considera que se esté recordando el pasado, sino pensando en el presente. Sin embargo el proceso es más o menos el mismo en ambos casos, pues todo pensamiento es un proceso de memorización, de modo que memorizar no es sólo recordar el pasado, también lo es pensar en el presente y en lo inmediato. Todo pensamiento es un recuerdo, pues en todo caso se trata de un antes y un después en cada sinapsis. Pensar es recordar el presente, ya que todo recuerdo es efectivo en el pensamiento por primera vez, ya que todo fenómeno neuronal es irrepetible y único; que dos fenómenos neuronales se parezcan (por ejemplo, que pensemos en una palabra en un momento dado y volvamos a pensar en esa palabra al día siguiente) no significa que sean el mismo fenómeno (la misma palabra), serán distintos, y el segundo no será un recuerdo del primero, aunque lo parezcan por su evidente igualdad a simple vista.
Mientras no es efectivo un recuerdo (un cambio en una sinapsis), la información correspondiente no es que no esté almacenada, es que simplemente no está. Memoria no es acumulación, sino verificación actual de la relación interactiva siempre nueva entre neuronas en las sinapsis.
¿Es la memoria una verificación del pasado?
En la realidad, y la mente forma parte de la realidad, no parece que exista el pasado, o lo pasado, sino sólo algo así como un presente inasible que no deja de pasar de largo en su camino hacia un futuro que, como el pasado, tampoco parece que exista salvo en la imaginación sobre el porvenir. La memoria no es la recuperación del pasado, ni la preparación del futuro, es la mera verificación del presente, suponiendo que a su vez el presente sea algo y no una mera abstracción ilusoria e intuitiva nuestra.
La memoria sería otra manera de expresar la medida del cambio correspondiente a las interacciones.
¿Tiene que ver la memoria con la histéresis?
La histéresis es un fenómeno descrito en física de acuerdo con el cual el estado actual efectivo de un sistema depende de su estado previo. Si en dicho sistema se cumple el principio de causalidad, el estado actual, al ser posterior al previo, sería un efecto del previo, y el previo su causa, y por tanto el efecto sería la memoria actual de aquella causa. En las sinapsis el proceso avanza de modo automático, por mero tanteo, de manera regulada sistemáticamente. El tanteo se basa en la interacción entre neuronas mediante la transmisión de unas a otras de potenciales reales, es decir, transmisión a través de la sinapsis de los paquetes de neurotransmisores que cuantifican a dicho potencial, como se sobreentiende (información que es real, por lo que la mente es un proceso real). El cambio de estado de la sinapsis depende de la estructura innata de la sinapsis, y de su plasticidad, pero también de algo más: de la histéresis sináptica, que tiene que ver con el cambio de estado en una sinapsis entre el antes y el después, de modo que no tienen por qué estar separados por un espacio de tiempo prefijado de manera predecible. La histéresis es independiente de que el cambio se base o no en lo innato (genes), en lo adquirido (plasticidad), o en ambos, e independientemente de si se va a mantener por un plazo más o menos largo (mecanismos moleculares sinápticos hebbianos de memoria a corto o largo plazo).
¿Cómo puede la memoria informar sobre el pasado, si se verifica en tiempo presente?
Los cambios en este sistema dinámico, por los que el efecto sigue a la causa, llevan un tiempo; la memoria tarda un tiempo en formarse. Ésto da pie a la posibilidad de medir un trabajo en el sistema (midiendo la emisión de calor por el sistema durante el proceso de cambio). Es más, al ser cambios sistemáticos, por el efecto se puede conocer la causa, de ahí que la memoria pueda ser tomada como un recuerdo del pasado.
Memorizar no es acumular un objeto del pasado, intacto y sin cambios, sino que es la capacidad de saber cómo era el pasado al saber que el presente es un efecto causado sistemáticamente por el pasado.
¿Hay memoria en las sinapsis?
El cerebro emite calor, y es un sistema, y contiene sinapsis. Precisamente, gracias a que hay sinapsis en el cerebro, puede tener lugar el fenómeno de histéresis en él, gracias a que hay una estructura presináptica, el final del axón de una neurona, y una estructura postsináptica, la dendrita de la otra neurona, que hace posible que pueda establecerse este proceso causal de cambio de estado con histéresis, y puede considerarse a una respuesta neuronal un efecto (postsináptico) cuya causa es la actividad (presináptica) de otras neuronas. De ahí que sea posible afirmar en la práctica que los estados neuronales disfrutan de la propiedad de la memoria, y todas las ventajas que la memoria supone para el sistema, como la capacidad de computar, y de controlar.
¿Tiene que ver la memoria con la conciencia?
Se diría que la memoria es imprescindible para que la información mental sea consciente: para que haya conciencia debe pasar el tiempo, y para éso ha de haber un antes y un después en el sistema, para lo cual el sistema debe ser capaz de cambiar, y éso es lo que hace posible la memoria del sistema, un cambio que vaya del pasado al futuro.
¿Tiene que ver la memoria con la especificidad?
A simple vista un nombre de pila se recuerda igual una y otra vez, pudiendo dar la impresión de consistir el fenómeno en algo así como un nombre recogido por el sujeto con un cucharón de un pozo donde se guardan nombres de pila. Pero no parece que sea así: el nombre se recuerda igual, probablemente, porque el código específico es, dentro de un margen de error aceptable, igual de una vez a otra, y lo es, por ejemplo, por la estabilidad y congruencia del sistema, no porque memorizar consista en que el pasado permanezca inmutable en algún sitio, algo que se antoja imposible, al consistir el universo en lo contrario, en el cambio, incluido el cerebro, que posiblemente no repite un mismo estado dos veces.
Se diría que no hay pasado inmutable, sólo cambio, como un presente "resbaladizo" en cambio continuo.
Memorizar es un proceso que ocurre en el presente, si es que tiene sentido afirmar ésto, y precisamente se basa en el cambio continuo del estado al que denominar presente, a falta de otro término. Memorizar no tiene que ver con la permanencia de un pasado inmutable, no es la recuperación de los cambios remotos, que son ya irrepetibles, por la irreversibilidad de los sistemas, es decir, por el aumento de la entropía y el carácter no ergódico, o no repetitivo, del universo.
Si el nombre se recuerda igual se debe a que la red es suficientemente estable en el tiempo a ciertos efectos con un error despreciable en la práctica a escala macroscópica (a pesar del cambio fundamental a escala microscópica), no a que memorizar consista en guardar un pasado inmutable. ¿Tiene que ver la memoria con la estabilidad? Si la red no fuera suficientemente estable a ciertos efectos al menos a escala macroscópica, el nombre se recordaría, pero distinto, con cada activación de la red. Así que hay que tener claro lo que memorizar significa: no es guardar grano en un almacén y tenerlo allí almacenado y después sacarlo del silo (dicho en sentido figurado). Ésta es la idea intuitiva inmediata a simple vista, pero no lo que probablemente ocurre en el cerebro.
¿Es la memoria información virtual?
Si memorizar fuese tener información inmóvil en el cerebro, como grano en un silo, dicha información inmóvil sería información abstracta irreal, y si fuese irreal (virtual) no sería recuperable. La mente es efectiva mientras se mantiene en marcha el proceso de movimiento de información abstracta. Un utópico almacén de información abstracta inmóvil no contendría información abstracta inmóvil, ya que no existe, y si no existe, tampoco se podría recuperar para formar un recuerdo. Parece imposible memorizar algo sin mover información.
¿Tiene que ver la memoria con el pensamiento?
No se puede predecir en qué estará pensando una persona al cabo de una hora, aunque sí que se puede predecir con certeza que, si sigue viva y consciente, estará pensando en algo.
Un nuevo estado de la mente no implica el olvido del estado anterior, sino que lo que ocurre es que la recreación del nuevo estado conlleva que el anterior deje de ser efectivo: hay una nueva configuración morfofuncional del cerebro por un cambio en los estados relativos de las sinapsis. El nuevo estado de cada sinapsis no será cualquiera, sino que será una consecuencia del estado anterior, por el principio de causalidad y la histéresis (que conllevarán en la práctica la facilitación de ciertos estados, por ejemplo, de ciertos patrones de redes, que serán más probables que otros, y más específicos que otros en cada caso, por ejemplo, etc., y así serán posibles cosas como recordar nombres específicos). Cada vez que se consume un estado morfofuncional en una sinapsis también quedará condicionado el estado futuro, al ser el futuro una memoria del pasado. Pensar es un cambio por el que se pasa del pasado al futuro de modo sistemático, y, por tanto, pensar es memorizar.
Cerebro y mecánica cuántica
¿Qué es la mecánica cuántica?
Los fenómenos cuánticos son los que se explican con la mecánica cuántica, que parece ser que es la rama de la física que describe las interacciones entre partículas subatómicas, descripción que precisa una mecánica propia, distinta a la mecánica clásica.
La mecánica clásica explica la dinámica de los cuerpos macroscópicos, como las fórmulas newtonianas del tipo: F = m x a.
La mecánica cuántica ha tenido que ser desarrollada debido a que las partículas subatómicas han resultado comportarse de manera contraintuitiva en comparación con los cuerpos macroscópicos. Por ejemplo: un cuerpo macroscópico, como pueda ser una persona, puede estar sentada en la silla A, o en la B, en el instante X, pero no en las dos a la vez. En cambio, ciertas partículas subatómicas, por ejemplo, un fotón, suponiendo que estar en una silla sea como estar en un estado cuántico, sí puede estar en dos estados a la vez en determinadas circunstancias. Esta rareza no se puede comprender a simple vista, ya que aunque puede ser enunciada matemáticamente, no puede ser imaginada visualmente. Los físicos, durante el siglo 20, tuvieron que formular una física nueva, reservada a especialistas, la mecánica cuántica, para explicar fenómenos contraintuitivos de este tipo, fenómenos como la dualidad onda-corpúsculo descrita por de Broglie.
¿Qué son los fenómenos macrocuánticos?
Algunos de los fenómenos propios de la mecánica cuántica, y por tanto de la menor escala posible en la realidad conocida, son observables a simple vista con su comportamiento no- clásico, sobre todo cuando afectan a sistemas suficientemente grandes. Son los fenómenos macrocuánticos. Si todas las partículas de un sistema están de un momento a otro en un mismo estado cuántico harán todas lo mismo, y éso a simple vista se detecta por alguna peculiaridad, como que un líquido formado por partículas en esta situación fluya por encima del borde de su contenedor en vez de quedarse en el fondo, como si estuviese a medio camino entre líquido y gas. Un fenómeno macrocuántico es por tanto un fenómeno cuántico perceptible a simple vista. Por ejemplo: la superfluidez del helio común líquido a 2,17º K es un fenómeno macrocuántico, explicable porque a tal temperatura muchos átomos de helio coinciden en un mismo estado y el helio tiende a comportarse como un solo objeto, lo cual se puede apreciar a simple vista tal como se ha dicho.
¿Es la mente subjetiva un fenómeno macrocuántico?
La subjetividad no deja de ser algo así como que parte de la compleja información de la mente asuma un mismo estado, una sola entidad, lo cual recuerda a un estado macrocuántico, ya que es un solo estado, y además reconocible a simple vista como fenómeno con entidad única (por éso se caracteriza la subjetividad, precisamente, la propiedad por la que la mente es patente en la forma del yo consciente, un ente único e individual en la práctica a ciertos efectos en determinada escala y dentro de un margen de error aceptable).
De modo que, como en otras ocasiones, es fácil encontrar una analogía entre lo que la mente hace y lo que las partículas subatómicas hacen, aunque se trata en este caso de una analogía sin sentido. Hay autores que intuyen una vinculación entre la mecánica cuántica y los fenómenos mentales, por su carácter "cuántico", como su instantaneidad, su carácter no local (se hablará de ésto más adelante), etc., y con diversos puntos de vista, unos más fundamentados y otros más especulativos y fantasiosos. Pastor-Gómez ha hecho una revisión del asunto en su artículo Mecánica cuántica y cerebro, publicado en el año 2.002 en Revista de Neurología.
Cairns-Smith, en su libro Evolving the mind, afirma que hay personas que piensan que la conciencia (entendida la conciencia, supongo, como la experiencia consciente y subjetiva, el yo consciente) es de hecho un efecto macrocuántico de alguna especie.
Krasimira Kademova afirma que la percepción consciente se caracteriza por presentarse como un todo conformado por las partes del sistema, que no sólo se comportan como un todo, sino que: "…son esencialmente un todo, como ocurre en el fenómeno físico de la condensación Bose-Einstein (un fenómeno macrocuántico)". Hawking ha afirmado que la conciencia podría ser un fenómeno de coherencia cuántica en el cerebro (quizá no lo sea, probablemente, no, aunque sí que podría ser la recreación de uno entre objetos mentales, en el versátil terreno de la abstracción, como se verá más adelante). La emergencia de la subjetividad quizá podría ser la recreación en el terreno de la abstracción de un fenómeno macrocuántico, como ha dicho Cairns-Smith (yo lo dudo), pero aun en tal caso difícilmente se trataría un fenómeno macrocuántico verdadero, dado que, aunque la mente parece un proceso físico, se trataría de un proceso biológico, no cuántico, ya que se reduce a neuronas, las cuales responden a una mecánica clásica. La mecánica cuántica explica las interacciones entre partículas elementales, no entre neuronas.
Durante la subjetividad los elementos implicados deberán estar de algún modo en un mismo estado morfofuncional para ser efectivos como un todo, estado correspondiente a lo que se detecte a simple vista como la propiedad de la subjetividad, pero es difícil que se trate de un fenómeno cuántico, de modo que la vinculación entre mecánica cuántica y cerebro posiblemente se trate de otra analogía sin sentido (a las que, si se recuerda, se ha hecho mención previamente, al citar a Bertalanffy).
Tal vez la subjetividad sea una mera recreación a gran escala de un estado cuántico, como mucho, pero no de un efecto macrocuántico, y ante todo sería una recreación de dicho estado cuántico, no uno verdadero.
¿Es la mente subjetiva una recreación a escala macroscópica, en el terreno de la abstracción, de un estado cuántico?
Se diría que, ya sea analogía sin sentido o isomorfismo, el estado cuántico recreado a gran escala en el que habrían de coincidir los objetos mentales que fueran a constituir la subjetividad tendría que ser un estado en el que cada objeto mental estuviera en su lugar del cerebro, es decir, cada neurona debería seguir en su sitio, en su región espacial cerebral… lo cual no es difícil, dado que las neuronas son inmóviles. Entonces, si son inmóviles las neuronas, donde deberían coincidir los objetos mentales para ser efectivos con unicidad e individualidad, o sea, con subjetividad, no sería en un punto del espacio, sino que debería ser en un punto a lo largo de la dimensión del tiempo, no sería un dónde, sería un cuándo, un intervalo temporal dado que a gran escala fuese efectivo como punto o ente único e irreducible, y con un error despreciable de este hecho a gran escala en la práctica. Y es que estamos acostumbrados a pensar intuitivamente que el cambio de escala por el que algo pasa, por ejemplo, de macroscópico a microscópico, y se empequeñece, se produce en función del espacio, dado que tendemos a ser capaces de visualizar fácilmente cómo algo se empequeñece en función del espacio.
Pero si el cambio se produce en función del tiempo ocurre lo mismo, aunque nos resulte más incómodo visualizarlo, pero es fácil de visualizar si se representa gráficamente en abscisas y ordenadas. Si se representa visualmente en el espacio dichos cambios en función del tiempo, el objeto temporal representado gráficamente (espacialmente) sufrirá el mismo proceso que si se le "encoge" en función del espacio, o lo que es lo mismo, se empequeñecerá también a simple vista, y en su representación gráfica será espacialmente miscroscópico ahora. De modo que para entender el cambio de escala y cómo éste puede influir en nuestra compresión de la emergencia del yo consciente, debemos recordar que el tiempo también interviene en estas consideraciones, del mismo modo que el espacio, como una dimensión con escalas también.
¿Qué ocurre entonces si se representa el cambio de escala temporal de macroscópico a microscópico mediante alguna función temporal? Pues que se encoge también, pero puede resultar más difícil captar dicho empequeñecimiento si no nos explican claramente lo que está pasando, pues puede ser difícil de intuir al ser difícil de visualizar. Por ejemplo, si se reduce la escala de un sonido, como pueda ser la voz de un barítono, haciendo girar el disco de vinilo en el que esté grabada a más revoluciones por minuto, dicha voz pasará a ser aguda, la voz se habrá encogido en función del tiempo. Es posible que el yo consciente emerja mediante un cambio de escala por una integración neural en función del tiempo entonces, dado que el sujeto se percibe a sí mismo como ente único e irreducible capaz de percibir una realidad macroscópica y compleja ante él, complejidad garantizada precisamente por esa unificación del yo no en el espacio en cada instante del presente, sino en el tiempo. El yo no sería entonces "un ente puntiforme o particular en el espacio", sino "un ente puntiforme en el tiempo". Por otro lado, así la realidad podrá ser percibida como heterogénea en cada instante. Por tanto, si la unificación del yo no se produce en función del espacio, tendrá que producirse en función del tiempo.
Toda la heterogénea información sensorial sobre una manzana, su forma, su color, su brillo, etc., debería ser percibida como un todo (una manzana individual) por recreación de un entrelazamiento entre esos objetos mentales (forma, brillo, etc.) en función del tiempo entonces, y así esta información sería percibida como una sola manzana. Y, como han sospechado los clásicos, esta integración de esas partes en un todo se fundamentaría entonces en una concurrencia temporal de las diversas neuronas que codificarían forma, color, etc.
Como ya se ha dicho, difícilmente será la sincronización neuronal el fundamento de dicha concurrencia temporal, de dicha integración neuronal en función del tiempo (a pesar de que ésto es lo que se ha sospechado durante décadas), si ha de haber heterogeneidad en lo que se percibe. La razón es que la sincronización neuronal llevaría a la homogeneización de la actividad neuronal, que sin embargo debería ser heterogénea para poder procesar las diversas partes implicadas (forma, brillo, etc., por ejemplo). Como dicha complejidad debe corresponder a la representación cartográfica de dicha complejidad, en función del espacio, la unicidad como sujeto debe corresponder a una función temporal (algún tipo de concurrencia temporal, que no tendría por qué ser la sincronización), y para que un periodo de tiempo emerja con aspecto puntiforme nada mejor que un cambio de escala y una adecuada y oportuna pérdida de resolución (después de todo, el don de la oportunidad es parte clave de la evolución, la selección natural y la adaptabilidad, así que, otro error en el sistema, la pérdida de resolución en este caso, podría haber sido utilizado en esta nueva oportunidad en beneficio de la especie… otra vez).
¿En que consistiría la subjetividad, si fuese la recreación a escala macroscópica de un estado cuántico? La subjetividad debería consistir entonces en que un periodo de tiempo en el cerebro sea efectivo como ente puntiforme a ciertos efectos, un periodo de tiempo a escala microscópica, una línea de puntos, pero patente a escala macroscópica, por pérdida de resolución, como un punto, único e indivisible, de tal modo que en ese punto la mente siga siendo patente, pero ahora con las características emergentes de unicidad e individualidad que definen al yo consciente (por tanto lo que hace falta no es generar un yo concreto, que suena a prodigio imposible, sino un cambio de escala y un confinamiento en dicha escala). Por ejemplo: si se mide el tiempo en una escala de segundos, que se reducirían, por ejemplo, a milisegundos (los segundos se puede dividir en milsegundos), un segundo parecerá un punto desde el punto de vista de los segundos, pero no desde el punto de vista de los milisegundos. A menor escala un segundo no será un punto sino un periodo de tiempo relativamente largo, una línea de mil puntos o milisegundos en este caso, un intervalo. Dicho ente puntiforme a escala macroscópica se ha venido considerando que debería quedar explicado en parte por un fenómeno de sincronización neuronal, según diversos autores, algo que se está poniendo en duda. Aquí se propondrá otro tipo de mecanismo de concurrencia temporal como probable candidato para explicar ese cambio de escala por el que un periodo de tiempo emerge a simple vista como un fenómeno puntiforme, en la forma de la percepción de una sola manzana individual por un solo sujeto individual en un instante dado.
La emergencia del yo consciente
¿Se formarán ciertas redes neurales corticales peculiares durante la efectividad de la subjetividad de manera correlativa?
Según parece, la subjetividad se correlaciona con la efectividad de la red neural como estructura morfofuncional, una estructura macroscópica, existe ya alguna evidencia de ésto.
Por tanto, la subjetividad posiblemente emerge en el sistema mediante un cambio de escala, de microscópica a macroscópica, y un confinamiento en dicha escala macroscópica. Esa parte de la mente que disfruta de la propiedad de la subjetividad, y que es patente en la forma del yo consciente en la práctica, adquiere ese carácter único e individual en función del tiempo, al adquirir la percepción, en cada instante en que es efectiva, un aspecto puntiforme en lo que a dicho instante se refiere, y dentro de un margen de error aceptable en la práctica. Supóngase, por ejemplo, que una persona está pensando subjetivamente en la palabra SOL (obsérvese la notación empleada). En tal caso lo que ocurre en la práctica dentro de un margen de error aceptable es que la palabra SOL es patente para ese yo consciente. SOL constituye un todo al efecto de su percepción como palabra con entidad única e individual. Para que tal cosa ocurra deberá tener lugar la asociación e integración en una sola cosa, un todo, de las letras S, O y L. En este modelo ideal, cada letra correspondería a una red neural.
¿Por qué cada letra debería estar codificada en su propia red en este modelo ideal?
Supóngase a cada letra, antes de su integración, codificada cada una en su propia red. La razón para suponer que a cada letra le corresponde una red neural es la siguiente: una letra es también perceptible como un todo en algún momento, de modo que es imaginable que le pueda corresponder una red neural correlativa en algún momento también. Para formar la palabra SOL, las tres letras deberán asociarse e integrarse en un todo, una nueva red que será la efectiva entonces.
¿Es el desciframiento de los códigos la clave para explicar la subjetividad, o cuál sería?
Las neuronas que codifican las letras, aparte de formar los trenes estereotipados espaciotemporalmente, distintos entre sí para que sea posible que cada uno posea el significado de cada letra, además deberán correlacionarse de algún modo para que la integración en SOL sea efectiva, y para que tal proceso consista en un cambio de la escala de percepción (pasando de la escala de las letras a la escala de las palabras) y un confinamiento en dicha escala macroscópica emergente (ya que cuando el todo efectivo sea la palabra, las letras ya no serán el significado efectivo), de manera que la palabra SOL pueda ser efectiva como algo único e individual, y por tanto subjetivo, patente como si lo fuese en la práctica, con un error despreciable, desde el punto de vista de un yo consciente.
En este ensayo no se va a discutir cómo se codifica cada letra, ya que éso no parece fácilmente predecible en este momento con la información disponible, y preferiblemente debería ser descubierto empíricamente.
Lo que aquí se va a discutir es el modo en que las neuronas se deben de estar comportando, cómo interaccionan sistemáticamente las redes correlativas, cuando, por ejemplo, el símbolo SOL está siendo efectivo como un todo único e individual (indivisible, irreducible a ciertos efectos en determinada escala con un error despreciable en la práctica). Se trata entonces de averiguar cuál sería el correlato neural de la experiencia mental consciente y subjetiva, o una parte de ese correlato que permanece desconocida, pues parte ya es conocida pero insuficiente, y que se antoja necesaria para explicar de manera más comprensible la presencia del enigmático yo consciente como parte de la realidad, ya que los elementos conocidos hasta ahora, sincronización, reentrada, etc., no permiten explicar suficientemente la emergencia del yo consciente (su patencia a escala macroscópica), ni su unicidad e individualidad.
Como se ve se conocen algunas de las probables piezas de este "puzzle" del correlato neural de la subjetividad, que lógicamente son las neuronas, su actividad como osciladores acoplados, la sincronización, el procesamiento neural, la estructuración en redes, la reentrada córtico-cortical y tálamo- cortical, etc., todo lo que se va mencionando a lo largo del ensayo, pero, como se ha dicho, falta esa pieza clave que explique cómo ese proceso de percepción consciente se vuelve subjetivo, con carácter único e individual, de tal manera que sea patente en la forma de un yo consciente. Falta entonces por saberse con precisión cómo concurren en el tiempo S, O y L, por ejemplo, para que la percepción consciente de SOL tenga lugar como si dicha palabra fuese una sola cosa individual, única e indivisible, y que por ello ilusoriamente parezca haber un sujeto único e individual, un yo consciente, pensando en SOL y por tanto acerca del sol, por ejemplo, y pensando también que el sol que flota en el cielo es un objeto único e individual.
¿Dependerá la emergencia de la subjetividad de una integración neural en función del tiempo, de una sincronización tal vez?
Las redes neurales correspondientes a S, O y L, para asociarse e integrarse, deberían estar acopladas para poder oscilar con concurrencia temporal, para que S, O y L fuesen efectivas a la vez, y dentro de un margen de error aceptable para ese "a la vez", y así SOL (y por tanto el yo que piensa en el sol y la propia idea del sol) pueda ser patente como un todo sin fisuras en la práctica a ciertos efectos, con un error despreciable en la práctica.
S, O y L deberían estar conectadas, debería haber sinapsis entre las redes correspondientes, y deberían poder interaccionar entre sí como redes, retroactivamente, recíprocamente, tal vez por reentrada. Ésto haría factible que las tres redes fuesen compatibles durante el proceso de integración, es decir, verdaderas a la vez, pues S, O y L deben serlo, deben ser coherentes entre sí (compatibles) para que SOL sea efectiva como un todo; debe verificarse la activación de los tres códigos con una concurrencia temporal suficiente como para que SOL sea efectiva con un error despreciable en la práctica a cierta escala, a simple vista, pues la clave para que SOL sea un todo está en que S, O y L sean efectivas a la vez, de modo que su integración en este caso debe producirse de alguna manera peculiar, pero en función del tiempo para esa peculiaridad. El primer candidato obvio para explicar dicha peculiaridad sería la sincronización, como se intuye fácilmente, y sin embargo difícilmente lo será en la práctica, como ya se ha visto.
Dicha integración de redes para formar una sola red no parece que pueda basarse en la sincronización neuronal, pues supuestamente los códigos para S, O y L deberían ser distintos (ya que las letras lo son), y la sincronización o sincronización en fase, o sea, la coincidencia de fase, la coincidencia en el tiempo de los potenciales de acción de las neuronas implicadas, uno a uno, volvería idénticos a los códigos necesariamente. Por tanto la palabra SOL no se podría formarse por sincronización en fase de las neuronas individuales de S, O y L, ya que las redes de las tres palabras deben ser distintas, no pueden ser idénticas, ya que se trata de tres letras que no son idénticas, son distintas entre sí. Su concurrencia temporal en este caso particular y en otros similares deberá producirse por otro mecanismo de correlación neuronal que haga posible esa concurrencia temporal pero que no consista en la sincronización en fase. La sincronización en fase que sí es útil como mecanismo de integración en otros casos, como al dar el cerebro la orden de contraer, por ejemplo, el músculo bíceps del brazo para rascarse una oreja, pues en este caso gracias a la sincronización en fase el bíceps sí puede ser efectivo como un todo a escala macroscópica. SOL, en cambio, no.
¿Dependerá la emergencia de la subjetividad de la complejidad del sistema? Para que emerja la subjetividad el sistema debe alcanzar, supuestamente, cierto grado de complejidad, dado que la emergencia de propiedades y objetos en un sistema depende de su complejidad, parece ser. En primer lugar, para que emerja la subjetividad hay que suponer que ha de haber un número mínimo de neuronas necesario para que el sistema sea lo suficientemente complejo como para cruzar el umbral de emergencia de la subjetividad. En segundo lugar, para que emerja la subjetividad, las neuronas posiblemente han de hacer algo que no hacían hasta entonces al interaccionar de manera peculiar mediante su transmisión de potenciales de acción en las sinapsis; ha de haber un número suficiente de neuronas y con una forma de organizarse peculiar. ¿Tendrá que ver la emergencia de la subjetividad con el entrelazamiento cuántico? Ese algo peculiar que sistemáticamente hagan las neuronas en correlación con el yo consciente, pero no con otro fenómeno, debe ser posible, debe estar dentro de las posibilidades morfofuncionales del sistema nervioso, y a su vez ha de posibilitar la integración de algunas redes de la corteza de asociación, mediante algún tipo de concurrencia temporal entre sus neuronas individuales, o señales simples, que no sea la sincronización en fase, durante la efectividad de la subjetividad.
Dicho mecanismo de integración neuronal ha de explicar que la mente pueda recrear un entrelazamiento de objetos mentales abstractos para dar lugar a un todo patente como tal a escala macroscópica y en el terreno de la abstracción, tal vez de modo análogo a cómo ocurre el entrelazamiento de partículas ultramicroscópicas de acuerdo con la mecánica cuántica, por el que varias partículas, al proceder de un foco común coherente (coherente no en el sentido de congruente, como hasta ahora, sino con otro significado que se desvelará más abajo), pasan a ser una sola cosa a ciertos efectos en la práctica con un error despreciable y en determinada escala, una sola partícula, como si la subjetividad no fuese otra cosa que la recreación a escala de un entrelazamiento cuántico (la palabra entrelazamiento se ha utilizado varias veces de manera intencionada a lo largo del ensayo, y ya va llegando el momento de ir viendo por qué), ora se trate de un isomorfismo, ora de una analogía sin sentido. El caso es que esta analogía sin sentido podría tener algún sentido.
¿Hay algún fenómeno natural capaz de convertir algo múltiple en una sola cosa indivisible a ciertos efectos, fenómeno que además pueda ser recreado por el cerebro para lograr la subjetividad?
Resulta que hay un fenómeno en la naturaleza que consigue que dos objetos, al ligarse, al entrelazarse, sean uno solo, un estado ligado que, a diversos efectos, al efecto de cierta medición según ciertos parámetros en determinada escala, será de hecho un solo objeto con un error despreciable en la práctica. Dicho fenómeno es el entrelazamiento cuántico, la formación de estados ligados. Por ejemplo: un protón es básicamente un estado ligado de quarks (que son un tipo de partículas elementales). El protón no es una partícula, son varias ligadas, y sin embargo en la práctica es una sola partícula a ciertos efectos con un error despreciable. De hecho, durante años el protón fue considerado una partícula elemental a partir de los resultados experimentales de entonces, y a los físicos les costó descubrir que no era elemental, porque lo parecía en sus primeras mediciones.
Ahora bien, el entrelazamiento es un fenómeno propio de la mecánica cuántica, la parte de la física que explica el comportamiento de lo ultramicroscópico, mientras que la subjetividad es macroscópica, por lo que un entrelazamiento de objetos mentales parece otra analogía sin sentido.
¿Será capaz la mente de recrear el trasunto de un comportamiento cuántico a gran escala, aun a sabiendas de tener que aceptar que sería una recreación, no un comportamiento cuántico verdadero, sino una abstracción del mismo mediante la recreación de esa forma en determinada escala (independientemente de si sería un isomorfismo o una analogía sin sentido)?
Tal vez sí, y quizá hasta sea comprobable.
Si el cerebro consiguiese recrear convincentemente un estado ligado entre objetos abstractos conseguiría que la mente tomase la forma de un solo objeto abstracto a ciertos efectos en la práctica, y en determinada escala, y así tendría sentido que el yo consciente dé la impresión de ser una partícula, pues más o menos así se ha descrito metafóricamente desde antiguo al alma (entendida como yo consciente), en ocasiones, en diversas épocas: algo así como una partícula atómica encerrada en el cerebro (aunque la definición de alma ha variado con las épocas, por supuesto, pasando desde ser considerada en el Génesis un soplo vital divino que anima a lo inanimado para dotarlo de vida, el ánima, con la consiguiente posible confusión entre vida y conciencia, hasta la identificación del alma y el yo consciente en ocasiones durante la época de la filosofía escolástica, con las dificultades que entraña implicar al concepto de alma, un concepto religioso, en asuntos del cerebro, un órgano biológico; por ejemplo: ya en el Eclesiastés se afirma que los muertos nada saben, con lo que el alma de sus muertos, que se supone que permanecería en espera de la resurrección del cuerpo, difícilmente podría ser su conciencia, en contra de lo que se ha pensado en otras ocasiones en el pasado, etc.).
Si el cerebro consiguiese recrear un estado ligado, tal vez el sujeto tendría una razón para existir. El sujeto es efectivo, así que tal vez esté ya ocurriendo la recreación de dicho entrelazamiento, y quizá sea esta simple idea la descripción de la solución para este enigma de la mente: cómo surge el yo. A priori parecerá difícil que el cerebro recree de algún modo un estado ligado, un estado entrelazado, ya que éste es un estado cuántico, y las neuronas no son partículas subatómicas con un comportamiento cuántico, sino células vivas, con un comportamiento biológico (clásico), no cuántico.
¿Ha sido frecuente la concepción de la mente consciente subjetiva como algo que se define por ser único e individual?
Aldous Huxley, en su ensayo Los demonios de Loudun, al hacer un repaso acerca de la concepción que sobre el alma se tenía, por ejemplo, en el siglo 16, según la corriente filosófica mayoritaria en occidente, de acuerdo con las conclusiones tras el estudio de las anatomías del alma que se estilaban en tal época, afirmaba lo siguiente: "El alma es simple, porque no puede descomponerse ni desintegrarse. En cuanto a su etimología, es un átomo psicológico: algo que no puede ser dividido".
¿Cómo podrían las neuronas recrear un comportamiento cuántico?
La transmisión de información en las sinapsis está cuantificada, así que tal vez haya algún modo de codificar información con el significado de dicha recreación, del mismo modo que se codifican y recrean en el terreno de la abstracción tantas otras cosas con tanta versatilidad en el cerebro.
¿Hay otras recreaciones de comportamientos ultramicroscópicos a mayor escala en la naturaleza, aparte de la posible recreación de un entrelazamiento cuántico entre objetos mentales en el cerebro, independientemente de si se trata de isomorfismos o de analogías sin sentido?
Tal vez haya unos cuantos ejemplos de esta situación. Por poner un ejemplo de un posible candidato: tal vez el agua líquida recree en la escala macroscópica (mecánica clásica) comportamientos análogos a los que se observan en la escala cuántica (mecánica cuántica); véase cómo podría estar teniendo lugar ésto: Una onda se podría definir como una perturbación transmitida en un medio o en el vacío; pues bien, un movimiento ondulatorio sería la transmisión de un movimiento vibratorio armónico simple (un movimiento vibratorio armónico simple es un vaivén periódico alrededor del punto cero, con velocidad variable proporcional a la distancia al punto cero, de tal modo que en su representación gráfica en función del tiempo aparece con forma sinusoidal, ondulada y regular); y resulta que en el agua, si se sumerge un foco con una vibración armónica simple, se transmite dicho movimiento en forma de una onda (una onda en el agua, literalmente: una ola macroscópica, de hecho); dicha onda u ola en el agua tendrá longitud de onda, frecuencia, amplitud, y será capaz de fenómenos de difracción, refracción e interferencia, y todo ello a escala macroscópica; resulta que las partículas elementales también se pueden categorizar como ondas, según se desprende de algunos experimentos, pues al igual que las ondas en el agua (habría que decir: las ondas en el agua al igual que las partículas elementales, al ser las partículas lo fundamental) presentan longitud de onda, frecuencia, amplitud, y fenómenos de difracción, refracción e interferencia de ondas; pero, a diferencia de las ondas en el agua, los fotones (por ejemplo) se transmiten en el vacío, y a la velocidad de la luz, y llevan una partícula asociada, y son irreducibles (elementales); en cambio, las ondas en el agua no son ondas concretas a cualquier efecto, sino recreaciones de ondas, pues son visibles a simple vista con su forma, pero reducibles a un mecanismo fundamental (el movimiento mecánico de las moléculas de agua), no viajan por el vacío ni a la velocidad de la luz, y no llevan una partícula asociada; entonces tal vez sí que sería aceptable que el agua hace algo así como recrear ondas a mayor escala (del mismo modo que los pixels de una pantalla pueden recrear un rostro a mayor escala), y que las ondas en el agua carecen de la concreción de, por ejemplo, los fotones, a todos los efectos, a diferencia de los fotones, y de algunas de sus propiedades.
Ciertas propiedades, sorprendentemente, sí son recreadas en el agua a escala macroscópica, e iguales a las de los fotones, es decir, enunciables con ecuaciones similares aunque a distinta escala, como la propiedad de la interferencia, o como la de la difracción (aunque en el caso del agua sin el paradójico y contraintuitivo comportamiento del fotón en el fenómeno de la doble rendija de Young). Curiosamente un estado entrelazado es un estado cuántico coherente (coherente no en el sentido de congruente, sino en otro sentido que se verá enseguida), de modo que SOL podría ser la recreación de un estado ligado mediante la recreación de un estado cuántico coherente entre las redes implicadas.
¿Por qué no, si el cerebro es un sistema de osciladores acoplados?
¿Tendría que ver la emergencia de la subjetividad con la formación de redes y un cambio de escala subsecuente? El modo en que se recrea una escala que sea macroscópica respecto de la escala previa (que será microscópica respecto de la posterior), por ejemplo, una escala correspondiente a la percepción de SOL a simple vista a partir de partes (redes) menores (redes S, O y L), podría consistir entonces en la integración sucesiva de redes menores en redes de mayor tamaño, así de simple. Para que ocurriera así y no de otra manera el fenómeno tendría que ser necesariamente un comportamiento del cerebro posible y peculiar, por su compleja estructura, algo propio por tanto del cerebro, dentro de sus posibilidades, y no de las de un melocotón u otra cosa que no sea un cerebro. Ésto a su vez sería congruente con el posible hecho de la dependencia o vinculación de la emergencia de la subjetividad con la complejidad en el sistema, hasta alcanzarse ese hipotético umbral de emergencia de la subjetividad. La efectividad de la escala macroscópica de percepción parece por tanto vinculada necesariamente a la formación de una estructura morfofuncional literalmente macroscópica, la red neural: la percepción sería macroscópica y dependería de una estructura macroscópica respecto de las estructuras previas vinculadas con la consumación del proceso de percepción, hasta alcanzarse un umbral de complejidad en el que emergería la subjetividad de algún modo y por tanto la percepción sería efectiva.
El cambio de escala sucesivo tendría que ver entonces, simplemente, con la integración en redes de complejidad creciente (y de tamaño creciente, de hecho). Tendría que ver entonces con la efectividad de las redes como estructuras que son unidades morfofuncionales de por sí de hecho, y macroscópicas de hecho, en la práctica.
¿Hay alguna evidencia de la efectividad de las redes como unidades morfofuncionales del cerebro?
En la actualidad en algunos laboratorios se identifican redes neurales correlativas con ciertas funciones mentales, para lo cual utilizan técnicas de neuroimagen como la tomografía por emisión de positrones, o la resonancia magnética funcional, que no tienen excesiva resolución (no obtienen, por decirlo así, imágenes neurona a neurona), pero sí la suficiente como para identificar lo que se supone que son redes neurales. Todavía no se han descrito, que se sepa, redes correlativas con S, O, L o SOL, que se están usando en este ensayo como ejemplos ideales de posibles redes, por ser ejemplos fáciles de intuir (cuando se dice fáciles de intuir se quiere decir que son fáciles para el autor, en primer lugar, que es el primero en quedar aturdido y fatigado por lo trabajoso, espeso y denso que está resultando ser este ensayo, y aun falta la parte más difícil).
¿Qué tendría que ver el cambio de escala con la emergencia de la subjetividad?
De alguna manera no es posible la percepción de la separación entre las partes a las que se reduce la subjetividad. Por ejemplo, al pensar en SOL, y por tanto en el sol, se concibe un solo objeto en el cielo, no tres, o, por ejemplo, al percibir una bola de billar roja sobre una mesa de billar, se concibe una sola bola, no varias a partir de los objetos mentales que componen de hecho su percepción, como puedan ser su forma, su color, su brillo, etc.
Para no percibir las partes de algo, y percibirlo como un todo, por ejemplo, para no percibir los ladrillos de una pared, hay que alejarse de la pared lo suficiente, para seguir percibiendo la pared pero sin distinguir ya los ladrillos por falta de resolución del sistema de medición a la nueva distancia (la nueva escala de medición). Ésto es lo mismo que decir que para no distinguir las partes y percibir sólo el todo hay que cambiar la escala de medición, hay que usar una escala mayor (que es lo que ocurre, por ejemplo, al alejarse de la pared), una escala mayor en la que la unidad de medida, la distancia entre las "rayitas de la regla o vara de medir", sea mayor que la distancia entre los dos extremos de cada ladrillo (en el ejemplo del muro), de modo que el ladrillo ya no pueda ser detectado en esa escala mayor, al no poder ser ya medido con esa unidad (al ser la unidad mayor que el ladrillo), siendo la escala mayor macroscópica respecto de la escala menor previa, y siendo el ladrillo entonces un objeto microscópico e imperceptible como tal a escala macroscópica. Al mismo tiempo, la nueva distancia del observador a la pared no debe ser tanta como para dejar de detectarse la pared todavía, y así será mayor, la pared, que la distancia entre las rayitas sucesivas (la unidad) de la escala mayor, y por éso puede ser detectada en esa escala macroscópica con esa unidad de medida mayor.
Cuando uno dirige la mirada hacia la pared desde la escala macroscópica confinada (la escala suficientemente grande como para no detectar ladrillos), uno percibe pared, no ladrillos, y sin embargo son ladrillos lo que está uno viendo (aunque no percibiendo) de hecho, como se comprueba al aproximarse uno otra vez, y son ladrillos lo que la pared es, de lo que está hecha, a lo que se reduce (del mismo modo que al percibir un avión a reacción en el cielo, muy alto, de lejos parece ir despacio, y sin embargo vuela a 800 kilómetros por hora, de modo que si nos pasara de cerca parecería una bala; y del mismo modo que al mirar al mar uno está viendo moléculas de hecho, aunque perciba agua; y del mismo modo que al ver una película de cine se percibe una figura en movimiento, y no una sucesión de imágenes fijas); del mismo modo que al percibir una bola de billar roja esa percepción, ese objeto mental, es actividad neuronal, aunque nos parezca otra cosa dependiendo de la escala, como en los ejemplos anteriores (aunque resulta más difícil de entender en este último caso, entre otras razones, porque, aunque intentemos "acercarnos" a nuestras neuronas desde el yo para percibir nuestra propia percepción de las cosas como actividad neuronal, no podremos, y no sólo porque somos esa percepción y no se puede meter una caja dentro de sí misma, no podremos ser conscientes de si este todo tiene partes microscópicas simplemente porque la percepción está confinada en su escala macroscópica, la percepción no puede ser efectiva a escala microscópica; no obstante, podemos comprobar que las neuronas están ahí con un microscopio).
Acercarse y alejarse de la pared de ladrillos es lo que de algún modo (menos intuitivo que en el caso de la pared y los ladrillos, que es más fácil de visualizar), ha de hacer el cerebro para que al cambiar la escala, pasando de la microscópica a la macroscópica, de neuronas a redes, emerja el todo, la subjetividad, y quede además confinada de modo que no se perciban las partes (los ladrillos, la actividad neuronal), y sí el todo (la pared, el yo consciente). Ésto es lo que tendría que ocurrir para que, por ejemplo, una manzana que está siendo percibida sea patente con carácter único e individual, como si la manzana fuese un objeto mental único e individual (cuando no lo es, pues, sin ir más lejos, está formada por objetos mentales, por ejemplo: forma, brillo, color, etc.), o como si hubiese un yo único e individual contemplando dicha manzana, o dicho de otro modo, y gracias al carácter ilusorio de la percepción, como si yo, cada uno de nosotros, fuésemos un todo único e individual, cuando somos una multiplicidad de neuronas. ¿Ya se había mencionado en el pasado al entrelazamiento al tratar sobre la subjetividad? Husserl, que vivió de 1.859 a 1.938, escribió una vez: "La conciencia (se supone que en referencia al yo consciente, la experiencia consciente como individuo único) es el entrelazamiento de las vivencias psíquicas en la unidad de su curso." Resulta llamativo que Husserl achaque la unidad de la experiencia consciente subjetiva al hecho de tener lugar la integración de dicha unicidad en función del tiempo, y resulta interesante que aparezca la palabra entrelazamiento en esta frase, porque parece ser que Husserl afirmó esto en sus Investigaciones lógicas, publicadas antes de 1.935, la fecha de publicación del artículo de Einstein, Podolsky y Rosen en el que se predecía el entrelazamiento cuántico.
Husserl hace referencia al entrelazamiento de las partes, a la ligazón, de la que se ha venido hablando previamente en este ensayo. Husserl hace referencia al entrelazamiento como condición necesaria, se sobreentiende, para que la vivencia sea algo continuo. Parece evidente que Husserl pertenece al grupo de autores que intuyeron que la conciencia (conciencia entendida como experiencia consciente subjetiva) es única, a pesar de tener partes, y es función del tiempo.
¿Cambian las propiedades de un sistema con el cambio de escala?
Thomas, en el artículo: Gases de Fermi atrapados ópticamente, publicado en Investigación y Ciencia, en 1.992, afirmaba que hay un principio universal que establece que el cambio de escala no modifica las propiedades fundamentales del sistema (de modo que, por ejemplo, al emerger la subjetividad en un sistema consciente con un cambio de escala no tendría por qué dejar de ser consciente el sistema necesariamente).
¿Qué tendría que ver la conciencia con que las propiedades de un sistema no se modifiquen con el cambio de escala?
Quizá por ésto la conciencia es una propiedad que persiste a escala macroscópica confinada cuando emerge la subjetividad, razón por la cual en la práctica un sujeto (la parte de la mente que es subjetiva) no sólo consigue ser un sujeto (un solo individuo al adquirir la mente las características de la unicidad y la individualidad de manera emergente a escala macroscópica), sino que además logra ser un sujeto consciente, un yo consciente, gracias a que la propiedad de la conciencia probablemente no desaparece al emerger la propiedad de la subjetividad. Al integrarse neuronas y circuitos para formar redes, y a continuación las redes en redes mayores, las redes mayores siguen haciendo lo mismo que hacían las neuronas: medir, pues con el cambio de escala, con el paso de la escala microscópica de las neuronas y circuitos a la escala macroscópica de las redes, no se alteran las propiedades fundamentales del sistema. Y una de las propiedades de las neuronas es medir, pensar, computar, y éso siguen haciendo las redes a gran escala, ya que sus neuronas siguen haciéndolo y las redes son neuronas desde otro punto de vista (la pared sigue siendo ladrillos, aunque éstos no se perciban de lejos). ¿Cómo cambia la escala en el sistema? La escala determina la unidad de medida en un sistema, si cambia la escala, cambia la unidad de medida, y si cambia la unidad de medida, cambia la escala. La escala cambia al variar la unidad de medida. Como las redes son efectivas como un todo en la práctica a ciertos efectos con un error despreciable, la unidad de medida pasa de hecho de ser la neurona, un potencial de acción, a ser la red, un elevado número de potenciales de acción concurriendo temporalmente dentro de un intervalo de tiempo dado que es efectivo como punto a gran escala a ciertos efectos (al efecto de la emergencia de la subjetividad), no como intervalo con varios puntos sino como punto único e individual, por ejemplo, como letra S capaz de actuar como "partícula elemental" para la palabra SOL, un "estado ligado" de esas letras. Con la efectividad de las redes como unidad funcional la unidad de medida pasa de microscópica a macroscópica, simplemente, porque las redes son macroscópicas (mientras que las neuronas y los circuitos son estructuras funcionales microscópicas).
Por éso se entiende que se perciban a simple vista "bultos" macroscópicos, no detalles microscópicos (una manzana, no fotones), por éso se percibe una figura en movimiento en el cine (otro "bulto" macroscópico), no cada fotograma por separado, durante una proyección cinematográfica.
¿Cómo influye el cambio de escala en la percepción?
Al cambiar la unidad de medida varía la escala de medida, y al variar la escala varía la medición, y al variar la medición varía el resultado, que será la percepción en este caso (en vez de ladrillos, se obtiene pared). Y como no se percibe otra cosa que lo macroscópico, la percepción además de ser macroscópica estará confinada: subjetivamente se percibirá sólo a simple vista, se percibirá sólo lo macroscópico (se percibirá pared, pero no ladrillos, se percibirá un rostro en la pantalla del ordenador, pero no los pixels, se percibirán las cosas en forma de yo consciente, no en forma de yo y neuronas).
¿Cómo cambiaría la unidad de medida?
Habría dos maneras por las que la unidad temporal podría ser mayor y así se perdería resolución y emergería lo macroscópico a simple vista: o bien "estirando" la escala del tiempo ("lentificando" el tiempo), o bien cambiando la escala para que parezca que se lentifica el tiempo (por ejemplo, pasando de medir el transcurso de las cosas en milisegundos a medirlo en décimas de segundo, a ciertos efectos). La segunda opción es la que tiene sentido (lo que tiene sentido es que las neuronas se integren en redes, no que el cerebro "lentifique" el tiempo, pues dentro de las funciones de las neuronas no está la de "lentificar" el tiempo, como no está la de "encoger" el espacio, afirmaciones que podrían parecer lógicas como consecuencia de lo dicho previamente, pero que son absurdas y carentes de sentido).
¿Envía la emergencia de lo macroscópico a lo microscópico a la nada (dejan los pixels de ser pixels al emerger el rostro que los pixels recrean en la pantalla del ordenador)?
Al emerger la subjetividad la percepción se hace patente como macroscópica, y se confina en esa escala.
El confinamiento de la percepción incluye la imposibilidad para percibir subjetivamente el carácter ilusorio de este confinamiento: uno no se da cuenta de que sigue siendo microscópico mientras es macroscópico, la pared sigue siendo ladrillos, la figura en movimiento en el cine sigue siendo fotogramas, la velocidad del avión por el cielo sigue siendo elevada, y el rostro en la pantalla del ordenador sigue siendo pixels. Uno sigue siendo neuronas mientras es red, porque la red está formada por neuronas. Uno será capaz de contar sólo hasta las décimas de segundo mientras sus neuronas seguirán de hecho funcionando en milésimas de segundo.
¿Qué vinculación existe entre lo microscópico y lo macroscópico?
Las neuronas y la red no están superpuestas, sino que posiblemente sean complementarias, posiblemente exista complementariedad entre ellas, entre lo microscópico y lo macroscópico; no se trataría de superposición, sino de complementariedad, ya sea dicha complementariedad un isomorfismo o una analogía sin sentido.
¿Hay un principio de complementariedad aplicable al cerebro?
Hay un principio de complementariedad en mecánica cuántica, enunciado por Bohr, y que tiene que ver, parece ser, con la dualidad onda-corpúsculo, en particular, con la imposibilidad de determinar a la vez el carácter ondulatorio y corpuscular de las partículas elementales con un mismo experimento científico (sin embargo, parece ser que, a pesar de la complementariedad, y en caso de ser las partículas "algo", las partículas no serían ondas o corpúsculos, sino ondas y corpúsculos, por tanto la dualidad estaría en el experimento, no en la partícula, que seguiría siendo una sola naturaleza cuya dualidad estaría en función del experimento con que se la mida: con un experimento para detectar ondas se detectarán ondas y no corpúsculos, y con un experimento para detectar corpúsculos se detectarán corpúsculos y no ondas). Del mismo modo, es imposible tener una experiencia consciente subjetiva y una experiencia consciente no subjetiva a la vez.
Por ejemplo: no se puede ser y no ser a la vez subjetivamente consciente de las excursiones ventilatorias al respirar (de la contracción del diafragma); o una cosa o la otra, o ventilamos sin darnos cuenta (control de la ventilación al margen del yo), o controlamos nuestras ventilaciones "desde el yo", pero no las dos cosas a la vez. De modo análogo, ya sea isomorfismo o analogía sin sentido, la conciencia no es macroscópica o microscópica, sino macroscópica y microscópica, pues mientras es macroscópica, mientras las redes son efectivas, mientras el yo cree percibir la realidad como ente único e individual, las microscópicas neuronas que integran el yo siguen interaccionando a escala microscópica (y siendo una multiplicidad). Nos cuesta intuirlo porque por el confinamiento y la complementariedad no es posible percibir subjetivamente que duran lo mismo diez décimas de segundo, medición macroscópica, que mil milésimas de segundo, medición microscópica; y éso que las dos mediciones están ocurriendo a la vez y duran lo mismo: un segundo. La razón es que a simple vista es perceptible el paso del tiempo hasta las décimas de segundo aproximadamente, pero no hasta las milésimas: no es posible contar en milésimas, es demasiado rápido para la capacidad de resolución propia de la subjetividad, pues el confinamiento establece esa especie de analogía con el principio de complementariedad.
Un ejemplo más sencillo para entender el confinamiento es el siguiente: a simple vista no percibimos objetos microscópicos, sólo los macroscópicos.
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