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Percepción y Paradigmas


    1. Resumen
    2. La invasión de los bárbaros
    3. El triunfo de los desaliñados
    4. Conexiones, percepción y paradigma
    5. Algunas tesis basadas en la percepción
    6. Esquema operativo de cómo pensamos
    7. Normas buenas o malas ¿En relación a qué?

    Resumen:

    Los hallazgos neuroconexionistas con su invasión al campo de la filosofía, la epistemolgía en particular, apuntan a señalar que la fuente determinante de la percepción tiene una base biológica. Todo nuestro conocimiento se basaría en las conexiones neuronales: que explicarían, por ejemplo, los modelos de razonamiento, la teoría de los valores, las metodologías de enseñanzaaprendizaje o las técnicas de creatividad. La conocida idea de "paradigma" tendría una correspondencia en las conexiones cerebrales; asimismo la expresión "romper esquemas" tendría una imagen orgánica en la conexión y desconexión de redes neuronales.

    El cerebro tendría la peculiaridad de organizar toda la información externa en esquemas, arreglos o modelos. Por lo menos inicialmente, se trataría de una organización automática de la información, no subordinada a nuestra voluntad.

    Los nuevos patrones se construirían, en cada individuo, sobre el conocimiento anterior (las conexiones anteriores). Así el conocimiento del entorno nunca sería exacto como en las matemáticas. La verdad sería individual, y la verdad social sería sólo un consenso de las percepciones individuales apoyadas en pruebas de efectividad. Algunas reflexiones sobre el tema:

    Monos, pulpos y humanos

    Hay muchos trabajos de investigación destinados a estudiar mecanismos de aprendizaje en especies inferiores para deducir analogías en el ser humano. Probablemente el lector, durante el curso de los últimos años, se ha tropezado con notas de divulgación científica en la prensa local, donde se ha enterado de experimentos, sobre la formación de patrones conductuales en animales, como los descritos a continuación:

    • A monitos capuchinos se les recompensaba, por igual, con pepinillos de acuerdo al cumplimiento de determinado trabajo. En un momento dado los investigadores cambiaban la uniformidad de la recompensa privilegiando con uvas a algunos de los monitos. Cuando éstos se daban cuenta que no eran retribuidos por igual, mudaban de comportamiento, se ofendían e incluso se negaban a recibir todo tipo de alimentos. Los investigadores atribuyeron este comportamiento a la existencia de un sentido de justicia innato en estos primates.
    • Graziano Fiorito y asociados han investigado la formación del patrón conductual que permitía a pulpos (Octopus vulgaris) abrir frascos de vidrio transparente. Estos frascos, de tapa roscada plástica, contenían cangrejos vivos, bocado favorito de los pulpos. Primero se instaba al pulpo a desenroscar la tapa. Después de cuatro o cinco intentos iniciales, que los científicos interpretaron como "tiempo de aprendizaje," los cefalópodos demostraron ser capaces de hacer la operación en algunos segundos.

    Aventuremos algunas conclusiones. El caso de los capuchinos revelaría, en forma sorprendente, que la justicia y su defensa (un guión aparentemente más abstracto que un instinto) estaría entre los patrones conductuales innatos de los primates. El experimento del pulpo está demostrando, una vez más, el gran potencial de aprendizaje de los cefalópodos. No puede evitarse la evocación de analogías con comportamientos humanos y la presunción de que, estas analogías, se deben a la posesión común de un sistema nervioso con neuronas y conexiones entre ellas. En la literatura científica, también hay ejemplos que muestran que cambiar estos patrones en los animales puede ser muy difícil, sobre todo, por la influencia conservadora de otros miembros de la especie (ni más ni menos que como suele ocurrir en los humanos).

    Si el lector se toma el trabajo de hurgar las referencias se puede encontrar con cientos (o tal vez miles) de trabajos científicos sobre la formación de patrones conductuales en los animales inferiores. Asimismo, probablemente, sin corridas experimentales, ni mediciones, ni estadística de por medio, el lector podría citar casos parecidos, y sugestivos, de formación conductual en sus mascotas.

    La invasión de los bárbaros

    Pero retrocedamos a los años 80, cuando los científicos del campo de los ordenadores comenzaron a pensar en la posibilidad de simular a la naturaleza, en vez de estudiarla, y tentar un viejo sueño: la imitación del comportamiento humano racional, con elementos inanimados, fundando la disciplina que se ha denominado Inteligencia Artificial (IA). La IA estudia las técnicas de control y operación computarizadas que imitan el comportamiento del cerebro humano. La IA aspira, en último término, a la obtención de autómatas o robots que reemplacen al hombre en tareas en que se requieren decisiones complejas por parte de los autómatas. La IA trabaja seriamente: Para la IA no bastan las respuestas de rutina sino que se exige a la máquina actuaciones parecidas a "pensar."

    En la búsqueda de soluciones a los problemas emprendidos por la IA los tecnólogos se han visto obligados a plantearse cuestiones tan lejanas a la tecnología como "qué es pensar," "qué es conocer" o "qué es la conciencia" y a intentar una teoría de los mecanismos que la operan; en lo que podría verse como una audaz invasión de especialistas bárbaros a los imperios desprevenidos de la filosofía, epistemología, psicología, neurobiología o antropología.

    La invasión ha sido de tal magnitud que ha provocado encontradas reacciones cuyo saldo general ha sido, sin embargo, un positivo impulso al desarrollo de las ciencias del ser humano algo aletargadas y especulativas antes de los 90.

    En los pasados quince años se ha aprendido más, acerca de como trabaja el cerebro en el campo de la adquisición, y generación, de conocimientos que en todos los años previos a los noventa. Esto ha ocurrido porque se ha desatado un verdadero boom (unos 300,000 trabajos científicos sobre el cerebro y unos 40,000 sobre las emociones) que han rebasado las metas de la IA y han tomado otros rumbos, entre ellos, el develamiento de qué es realmente nuestra conciencia y como funciona en la creación de los conocimientos.

    De la desconfianza y la confrontación inicial entre las ciencias del hombre y la tecnología cibernética se ha pasado a la alianza estratégica. Se han perfilado nuevos campos de la ciencia, fundamentalmente, por la amalgama de la filosofía, las neuro-ciencias, la psicología cognitiva y la tecnología de Inteligencia Artificial.

    Sin duda las nuevas disciplinas tienen afanes holísticos: están ejerciendo, y ejercerán progresivamente, su influencia en la antropología social y la sociología. La filosofía también se halla emplazada ante la revisión de los principios del paradigma cartesiano de existencia dual de dos entidades: la materia por un lado y el espíritu por otro.

    Hoy la conciencia se intenta explicar, más bien, como una propiedad compleja emergente de la actividad sensorial del ser vivo en relación a su entorno; se postula que tiene un correlato biológico que reside en formas de conexión de las neuronas, establecidas con anterioridad, sumadas a las conexiones generadas por nuevos estímulos en el córtex.

    De ahí que el prefijo "neuro" (del griego neuron nervio) presida hoy, muchas disciplinas nuevas, que reclaman nombres como la neurofilosofía, el neurocognitivismo y que se relacionan con la neurobiología, neurofisiología emocional entre otras neuro-ciencias.

    El triunfo de los desaliñados

    De la manera descrita, en el campo de la IA se incluyen investigadores con aspiraciones muy diferentes. Pero, para los fines de este artículo, interesan los exploradores de la actividad del cerebro humano. En la práctica, en las décadas recientes, los investigadores del grupo variopinto de la IA se han dividido en dos campos rivales que obedecen a dos apuestas diferentes sobre los mecanismos de localización cerebral de la información externa: Simbolistas vs. conexionistas; lógicos vs analógicos. A los simbolistas se les ha llamado también "pulcros" y a los conexionistas "desaliñados." A los simbolistas habría que reconocerles un mayor avance en la resolución práctica de problemas y en la agudeza de los desafíos que han planteado a la psicología. Pero a los conexionistas habría que reconocerles la primacía en la mejor simulación de las redes neuronales y modelación del funcionamiento cerebral, encaminada en una dirección donde un futuro triunfo sobre los simbolistas casi no se discute, aunque sus resultados prácticos sean todavía pobres.

    Algunos hallazgos de los conexionistas tienen indudables repercusiones en la optimización de la producción científica y tecnológica. Aunque, para muchos, estos hallazgos son todavía poco novedosos pues sólo reafirman conocidas prácticas de sentido común para pensar y resolver problemas.

    El valor agregado es que ahora las prácticas de sentido común se despojan de su sabor a conjeturas y comienzan a tener un respaldo experimental. Para las tareas de investigación esto puede llevar, con más base, a mejorar el establecimiento del entorno de interés en aspectos como: la identificación de los objetivos; la planificación de los experimentos; la elección de las experiencias a analizar; la construcción de las hipótesis; la selección de las fuentes de información, la adquisición de los datos; cómo se procesan y cómo se presentan; y la creación de inputs y outputs innovadores que se derivan de todo ese trabajo intelectual.

    Conexiones, percepción y paradigma

    En un terreno filosófico, epistemológico, más general y más polémico, los hallazgos neuroconexionistas, apuntan a sustentar una teoría de la percepción. Por lo tanto a encauzar los modelos de razonamiento, la teoría de los valores, las metodologías de enseñanza-aprendizaje y las técnicas de creatividad. Por ejemplo, de forma simplificatoria, la conocida idea de "paradigma" tendría una correspondencia en un patrón biológico determinado de las conexiones cerebrales o la expresión "romper esquemas" tendría una imagen orgánica en la conexión y desconexión de redes neuronales.

    Figura 2 Esquema de Edward de Bono (Texto de Sabiduría Norma 1997): Formación de patrones en el cerebro o representación de la percepción. El cerebro (izquierda) ordena, automáticamente, en un modelo, la información que le llega de la realidad (derecha)

    La sentencia: "Nadie es dueño de la verdad" estaría en consonancia a que las conexiones establecidas por el sistema nervioso, derivadas de la información captada en el entorno, son específicas para cada individuo. La idea conexionista trae así una cola epistemológica.

    Las percepciones no son "pulcras," como lo supusieron los simbolistas, están intermediadas por las conexiones "desaliñadas" del sistema nervioso. Esto agrega un riesgo de consideración para la determinación de la verdad objetiva y exige por tanto tomar un nuevo resguardo para el estudio fenomenológico.

    El presente artículo se refiere a este último factor. Nuestra percepción tiene una determinación biológica que nos emparenta con formas de "conocimiento" y respuesta al entorno que tienen las amebas, los pulpos, los insectos o los mamíferos.

    De lo expuesto se infiere que la fomación de patrones es una determinante crucial de la percepción. Este hecho recibe el respaldo de numerosas investigaciones del comportamiento de animales inferiores y superiores, tiene en cuenta las propiedades de las micro estructuras funcionales del cerebro y une los principios fisiológicos, subyacentes a la actividad consciente, con la subjetividad emergente que caracteriza la experiencia.

    Que el factor: "organización automática de la información," que nos llega a través de los sentidos, establezca la formación de nuestras percepciones no niega la influencia de ninguno de los factores conocidos pero, probablemente, sea su fuente más determinante (y, a la vez, más distorsionante, si se lo quiere ver así).

    Algunas tesis basadas en la percepción

    Se pueden establecer algunas tesis con fines de aplicación práctica. Todas las citadas, a continuación, son coincidentes, o se refuerzan, con resultados del conexionismo, pero no necesariamente derivan de los hallazgos conexionistas:

    1. Hay normas que vienen "de fábrica" con nuestro ADN. Por ejemplo: el instinto materno, emociones individuales o instintos sociales complejos (como el sentido de la justicia entre los monitos capuchinos).

    2. Tenemos una base de patrones internos, heredados genéticamente.

      Un niño graba, desde muy pequeño, las maneras como come. Un adulto los pasos que debe seguir para trabajar un metal, la manera de relacionarse habitualmente con otras personas o administrarse a si mismo. Cualquier aspecto de nuestra vida lo grabamos como un arreglo de información, un modelo, una norma o un procedimiento. Las emociones también son información estructurada inconsciente o consciente, que actúan como filtro de ingreso, como detonante para actuar o como demarcador de los objetivos que nos proponemos. Somos productores y administradores de paradigmas.

      Esta "interpretación multi-paradigmática" de nuestra conciencia tiene evidentemente sus limitaciones: (a) El reduccionismo. Es decir, que se reduzca todo el contenido consciente a conexiones cerebrales: Para no caer en el reduccionismo habría que admitir la intervención de otro tipo de fenómenos u otros mecanismos, distintos de la conexión, a nivel cerebral. (b) Insuficiencia paradigmática. Es decir el conjunto de las tesis que se exponen en esta monografía constituyen, a su vez, un paradigma, un arreglo temporal deducido de la información disponible y sujeto a una permanente prueba de efectividad práctica. Por lo tanto debe tenerse presente que más información puede llevar a una reorganización de la información en un nuevo modelo de interpretación más efectivo que el expuesto en las presentes tesis.

    3. Nuestro cerebro tiene la peculiaridad de organizar toda la información externa en esquemas, arreglos o modelos., (Ver figura 1)

      Esta tesis, que tiene bastante respaldo experimental, no deja de ser sorprendente: por lo menos en un primer momento, no controlamos lo que hace nuestro cerebro con la información recién recibida. Las respuestas inmediatas son por ello riesgosas. El profesor Renate Nummela ha expresado sintéticamente las tesis 2 y 3: "En el cerebro la búsqueda de significados es innata y ocurre a través de modelos."

    4. Por lo menos inicialmente, se trataría de una organización automática de la información; no subordinada a nuestra voluntad.

      Los nuevos patrones dependen, fuertemente, de la historia de las percepciones anteriores: de los patrones formados, o presentes, primitivamente. La nueva información que ingresa se tiende a "colgar" de la anterior, tiende a engrosar, o imitar, los paradigmas ya formados.

    5. Para la formación de estos patrones usamos, como base, la información que el cerebro ha captado previamente.

      Esto se produce debido al carácter histórico de la formación de las percepciones: una persona percibe un vaso de agua y "cuelga" esa información a percepciones anteriones de manera que lo encuentra medio lleno; otra persona mira exactamente el mismo vaso y lo ve medio vacío. Esta es una constatación muy antigua: todos miramos a través de distintos cristales o tenemos primeras impresiones diferentes.

    6. Es muy improbable que haya dos personas que tengan las mismas percepciones y cuyos paradigmas sobre cualquier tema sean exactamente iguales.

      Esto porque la información externa no queda grabada como símbolos o palabras en lugares específicos del cerebro sino como grupos de conexiones neuronales. Las percepciones se pueden concebir, más bien, como cuadros o estructuras flexibles de información con diversas entradas, posibilidades de enlace, anexión, subordinación e intercambio. La lógica formal rige siempre dentro de cada estructura. Sin embargo entre dos estructuras, digamos "puntos de vista", pueden existir desde pequeñas divergencias hasta situaciones altamente contradictorias.

    7. La verdad nunca es exacta o "pulcra," como en las matemáticas, sino que se presenta como un arreglo articulado que responde aproximadamente a la información externa con que se cuenta en cada momento.
    8. La verdad es individual, la verdad social es consensuada. Ya que los paradigmas individuales divergen entre si, la vida en común requiere de aproximaciones o acuerdos. Por lo tanto los paradigmas sociales, incluyendo por cierto los de la ciencia, son un consenso de paradigmas individuales y adolecen, necesariamente, de aspectos imprecisos o no resueltos. Ensayos de efectividad, o sugerencias del entorno físico y social, pueden recomendar la adopción, o la conservación en uso, de un patrón determinado como "verdadero" para todos.

      1. Esta característica es ventajosa cuando el objetivo que se persigue es automatizar nuestras actividades cotidianas rutinarias e independizarlas del monitoreo cerebral: Si caminamos por la calle, almorzamos o tipeamos, lo hacemos en "piloto automático" (activamos los paradigmas inconscientes para estas tareas) y aprovechamos el espacio liberado de nuestra atención para discurrir sobre otros asuntos. Un escenario determinado, un color, una secuencia o una palabra activan estos pilotos automáticos que nos brindan sosiego y comodidad. No es necesario tener construido el esquema exacto para actuar: también lo hacemos por analogía.
      2. Por otro lado la persistencia de un paradigma puede ser desventajosa cuando actuamos en escenarios cambiantes que aportan, a cada momento, nueva información. Mantener el mismo modelo puede disminuir efectividad e incluso tener un efecto abiertamente contrario a los objetivos que nos hemos propuesto.
    9. Los paradigmas, una vez formados por nuestro cerebro, tienden a ser estables, a "defenderse" de ulteriores modificaciones. Nuestras percepciones iniciales son persistentes. Somos tercos por constitución genética.
    10. Sin embargo el cerebro puede, ya en un segundo momento, abandonar patrones antiguos

      Figura 3. Con la misma información disponible, en el arreglo 2 se ha conseguido un modelo más efectivo que en el arreglo 1.

    11. (arreglo 1 de la figura 3), adoptar a voluntad otros patrones preexistentes o construirlos, expresamente, para organizar información de una manera nueva (arreglo 2 de la figura 3), más efectiva desde el punto de vista de su utilidad social. Esta es la base de la creatividad, incluyendo la creatividad científica y la innovación tecnológica (Ver figuras 4 y 5). El paradigma de la creatividad se relaciona con los procesos de desarrollo material, biológico, personal y social.

    12. Cualquier paradigma, por complicado que nos parezca en su estado actual, es metafóricamente como un árbol. Siempre está formado por un arreglo básico: el tronco y algunas ramas principales que salen de él. Si el árbol, por el invierno u otro accidente, pierde el follaje queda al descubierto su estructura primitiva. Comparativamente: toda la frondosidad de una idea se puede representar por un ordenamiento sencillo de la información.
    13. La anterior es una buena noticia para la gestión de conceptos: No hay ideas complicadas. En todas es posible encontrar un principio, o una relación elemental, o patrón básico dominante, que las caracteriza. Al revés: un modelo o concepto complicado siempre proviene de un arreglo sencillo de la información que, con la aceptación de nuevos datos, se puede ir haciendo más intrincado.

    Las derivaciones señaladas, en la enumeración anterior, no son las únicas. Hay muchos otros corolarios compatibles con la idea conexionista que se demuestra fértil en ramificaciones, aplicaciones y da, inevitablemente, lugar a nuevos retos y conjeturas.

    Esquema operativo de cómo pensamos. (Ver Figura 6)

    La vida cotidiana se rige por percepciones y paradigmas: normas, principios, leyes, fórmulas, recetas para hacer las cosas. En todas nuestras actividades nos estamos ciñendo a alguna fórmula. Estas fórmulas no son algoritmos grabados como símbolos o palabras en lugares específicos del cerebro: son grupos de conexiones neuronales. Se pueden concebir, más bien, como cuadros o estructuras flexibles de información con diversas entradas, posibilidades de enlace, anexión, subordinación e intercambio. La lógica formal rige siempre dentro de cada estructura. Sin embargo entre dos estructuras (por ejemplo percepciones o paradigmas individuales sobre un mismo tema) pueden existir situaciones altamente contradictorias.

    Somos productores de paradigmas. Nuestro cerebro tiene la facultad de estructurar información en estos arreglos, modelos, patrones o normas. Grabamos, organizamos y reorganizamos la información miles de millones de veces.

    Establecemos los mejores arreglos por vía experimental. Los resultados que nos entregan los experimentos se cotejan con la práctica y, de acuerdo al éxito que obtenemos con su uso, adoptamos las percepciones o paradigmas: normas de procedimientos como estables. Si fracasamos los cambiamos por nuevos procedimientos cuyos resultados volvemos a contrastar una y otra vez con la práctica. De esta cadena de prueba y error sedimentamos los mejores resultados que establecemos como arreglos o normas más o menos definitivas.

    Buscamos la estabilidad de las normas. Con esto obtenemos acción automática, la posibilidad de actuar por analogía con el consiguiente ahorro de tiempo y mejor comunicación.

    Almacenamos las normas. Nuestra memoria actúa, así, como una suerte de "normoteca" o "paradigmoteca." (Ver Figura 6)

    Sino producimos las normas las adoptamos. No necesariamente tenemos que ensayar y fracasar para crear una norma. También podemos adoptar procedimientos probados, envasados y seguros, de una "paradigmoteca externa." De hecho la mayoría de los que usamos son tomados desde fuentes externas.

    Figura 6: Al percibir la información (rectangulitos) el cerebro forma una percepción (decimos paradigma si es una percepción antigua) que somete a prueba de efectividad. El resultado de la prueba se coteja con el objetivo que se persigue. Si sirve la estructura se adopta y se almacena. Si no sirve, el cerebro puede buscar otra estructura que sea efectiva.También se puede adoptar un paradigma externo sin ensayo previo.

    Normas buenas o malas ¿en relación a qué?

    Según la tesis 9 elegimos las normas. Las normas pueden ser buenas, regulares, deficientes e, incluso muy malas. Los calificativos (valores) de bueno, regular, deficiente, malo, mejor o peor se hacen en relación a determinados objetivos que se pretende lograr con el uso de estas normas. ¿Cuáles son esos objetivos? Hay objetivos personales, objetivos de las organizaciones, objetivos sociales, etc… hasta objetivos universales. (Por ejemplo la felicidad de todos los hombres).

     

    Palabras clave: cognitivismo, percepción, paradigma, modelo, patrón, conexionismo, neuronas, información.

     

    Víctor Otero Lanzarotti

    Este artículo, con algunas variantes, fue publicado en la revista PARADIGMAS N° 6, Octubre 2004, CONCYTEC Lima.

    Acerca del autor: Víctor Raúl Otero Lanzarotti (Perú, diciembre 14, 1938). Ingeniero. Consultor externo de COPEME (Perú) y otras organizaciones en asuntos de Pequeña Empresa. Expositor, autor de libros, editor de publicaciones para capacitación, motivación y estímulo de la creatividad del personal. Coordinador de programas de calidad.