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Una comunicación eficiente: invariante funcional para el desempeño del tutor (página 2)


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Bajo esta concepción es imposible concebir el trabajo del tutor, no es imprescindible por los propios objetivos educativos y sociales que se defienden. Su diseño curricular está dirigido a la preparación básicamente académica de los estudiantes y por tanto, el espacio para el tutor como figura coordinadora y central del proceso enseñanzaaprendizaje, carece de sentido. El hecho de que esta visión no esté  dirigida al proceso de obtención del conocimiento, limita un tanto la existencia del tutor porque desatiende además, las relaciones afectivas con sus tutoreados, la interrelación social del sujeto y se anula el interés investigativo: "Todo está dicho, no hay nada nuevo que aportar".

Sin embargo, en contradicción con este enfoque el papel del Tutor[1] en la Educación Superior cubana ha de ser el de crear desarrollo, a partir de la adquisición de aprendizajes específicos por parte de los educandos con un accionar personalizado.

El propio modelo pedagógico, con la intensión de favorecer y facilitar el ingreso masivo a las aulas de la universidad, propone el tránsito por semestres a partir de las potencialidades individuales de cada estudiante, minimizando un tanto la influencia educativa y formativa del grupo porque pueden matricular distintas asignaturas a diferencia del resto o puede un mismo alumno formar parte de varios grupos. ¿Cómo resolver entonces las necesidades educativas de los estudiantes? ¿Cómo enfrentar la formación de la personalidad? ¿Cómo establecer una correcta comunicación con el estudiante, si solamente accede a la docencia en dos ocasiones?

Las respuestas a estas inquietudes están en las funciones y el accionar del tutor, en su trabajo personalizado, utilizando la actividad y la comunicación como vías para expresar lo más íntimo y construir creativamente la obra social que dará lugar al desarrollo de cada uno.

En los momentos actuales en que la nueva universidad cubana abre sus puertas a todo el pueblo, ingresan a las Sedes municipales estudiantes de diversas fuentes, de diferentes estatus social, con variadas limitantes y marcadas necesidades, por eso el contacto psicológico y comunicativo entre tutor y el alumno debe facilitar el éxito escolar y el desarrollo personal del estudiante; la enseñanza se organiza sobre la base de un proceso de interacción y diálogo, se crean situaciones pedagógicas que estimulan la autoformación y autoeducación de la personalidad, se superan la timidez e inseguridad y se crean las condiciones para atender a las particularidades  individuales de los estudiantes.

Independientemente a lo opcional que pudiera interpretarse el modelo pedagógico para la universalización, resulta necesario el accionar pensado del tutor, pues aún cuando no es obligatoria la asistencia a la docencia y a otras formas presenciales, si es imprescindible su control, su dominio del estado real de cada uno para poder trasformar conductas y generar personalidad. Los encuentros entre el tutor y su alumno deben salir del espacio y el tiempo establecido, de la norma asignada y convertirse en una opción, en una necesidad para intercambiar información y estados de ánimo.

Esta concepción cambia la tradicional relación de autoridad y distancia existente entre ambos participantes del proceso y señala como función fundamental del tutor la orientación y guía del estudiante, con el fin de potenciar sus posibilidades. En este sentido, para el tutor ejercer su labor como guía u orientador del proceso de aprendizaje del estudiante, debe poseer competencia profesional y edificante calidad humana, capacidad para lograr una estrecha y cálida relación con los estudiantes.

Debe tener además en su atención diferenciada, habilidades comunicativas que le permitan establecer adecuadas relaciones interpersonales, mantener una actitud ética y empática hacia los estudiantes que le permita lograr aceptación y confianza, tener en cuenta las particularidades individuales de los estudiantes, sus dificultades docentes, su posición en el grupo de clases y las relaciones que mantienen con los demás alumnos para tener un análisis más objetivo de las causas individuales de las bajas, elevar los niveles de retención y eliminar las llamadas matrículas pasivas. 

A este clima necesario entre el tutor y el tutoreado, es al que se refiere A. A. Leontiev cuando apunta que "…la comunicación educativa tiene tres importantes consecuencias en la enseñanza aprendizaje: la creación de un clima psicológico que favorezca el aprendizaje, la optimización de la actividad de estudio y el desarrollo de las relaciones entre profesor y alumnos y en el colectivo de estudientes".

El proceso de enseñanza aprendizaje es un proceso eminentemente interactivo, comunicativo. La comunicación permite garantizar el contacto psicológico real con los alumnos, formar una motivación positiva hacia el aprendizaje, crear las condiciones  psicopedagógicas para la búsqueda colectiva y las reflexiones conjuntas y como en la institución aparecen estrechamente relacionadas la comunicación en el  aula, la comunicación en las metodologías de enseñanza  aprendizaje y la comunicación entre la escuela y el entorno social, el tutor debe convertirse en el centro de influencias y de coordinaciones que satisfagan las necesidades de los alumnos.

En el proceso de enseñanza aprendizaje, como en otros niveles de la educación cubana, la comunicación tradicionalista entre docente y alumno va quedando a la saga porque es vertical y autoritaria, el emisor es el centro de la comunicación, es unidireccional, centra su atención en la información, en la obediencia, en la rectitud, en la autoridad, proceso en el que el estudiante solo recibe, es el que no sabe y tiene que apropiarse de un paquete de contenido, elaborado por el maestro. Ejemplos existen en la actualidad que avalan este criterio y que lo rechazan porque esta manera de comunicarse solo informa, no forma.

Si bien las generaciones precedentes que hoy sustentan a la sociedad cubana en diferentes frentes de la economía, los servicios y otras esferas se formaron bajo los paradigmas comunicativos tradicionales, en la actualidad la comunicación que se promueve en la educación es la que pone su énfasis en el proceso porque ésta se corresponde con el desarrollo que pretendemos alcanzar con un sentido democrático, sin dominación, pero también porque ésta potencia el diálogo de forma horizontal, de doble vía, de manera participativa, al servicio de la mayoría.

La comunicación en este modelo es un proceso interactivo, la relación es sujeto-sujeto, se estimula el flujo y reflujo de la información y el intercambio entre el tutor y el alumno. Se produce un verdadero diálogo comunicativo, factor influyente en la formación de la personalidad, porque al comprometerse como persona, al considerar sus necesidades y motivos en el aprendizaje, intervienen activamente en la formación de sus valores y en su preparación para la vida.

La nueva universidad cubana está llamada a potenciar el desarrollo personal a través de métodos interactivos. En esta misión, el saber comunicativo del tutor es esencial. Será él, el que domine las particularidades de sus estudiantes y por tanto estará facultado pedagógicamente para mantener una comunicación más eficiente, no tan solo con su tutoreado, sino además con el colectivo pedagógico para que haya una influencia más acabada sobre la individualidad del estudiante, se fortalezcan las necesidades y se alcance el estado deseado en cada uno de ellos.

El proceso pedagógico se basa en las relaciones con los alumnos. Si la comunicación que establece el tutor en el aula, en el horario de consultas, en la realización del componente laboral, en otras formas presenciales del entorno universitario actual o fuera de este ambiente, cumple adecuadamente su función informativa, reguladora y afectiva, sabrá entonces que su influencia educativa es adecuada, correcta.

La influencia recíproca que se alcanza en los encuentros entre el tutor y su alumno se debe caracterizar por la estimulación de las acciones y de las emociones positivas. En la interacción tutor-alumno la función informativa adquiere una gran dimensión, ya que el primero es el encargado de transmitir los conocimientos y las experiencias necesarias para su formación.

El proceso de comunicación no se reduce a que un polo emita el mensaje y el otro solo recepciona esa información, sino que los participantes se implican como sujeto de comunicación. En el proceso de intercambio de información se produce una influencia mutua que incide en el comportamiento del alumno.

El aspecto afectivo en la interacción tutor-alumno se manifiesta en el proceso de comprensión mutua, donde se incluye la similitud de puntos de vista, criterios y valores sobre distintos aspectos de la realidad, la aceptación mutua del desempeño de sus roles y la autovaloración de sus posibilidades respectivas.

Para una eficiente labor educativa del tutor es condición indispensable la coincidencia entre la percepción de sí mismo y la percepción que de él tienen sus alumnos, lo que permite la identificación entre ambos.

Pero, ¿qué significación tiene una adecuada comunicación entre el tutor y su tutoreado? Evidentemente al estrechar más los códigos comunicativos entre el tutor y su tutoreado se crea un clima de trabajo que estimula las innovaciones positivas, crece la satisfacción derivada del aprendizaje, se facilita el  desarrollo de la creatividad, se eliminan las barreras u obstáculos que frenan o hacen tedioso el proceso. Un proceso realmente educativo y no meramente instructivo sólo tiene lugar cuando las relaciones entre profesor y alumno no son únicamente de transmisión de información, sino de intercambio, de interacción e influencia mutua, cuando se establece una adecuada percepción y comprensión entre los protagonistas del hecho educativo.

El tutor debe también para el desarrollo de la  independencia, tener en cuenta el período de desarrollo del estudiante y sus posibilidades reales de acción  autónoma. El trabajo del tutor como ya se ha apuntado antes, es esencialmente individualizado, de persona a persona. Es la manera más acertada de "sustituir" la influencia del grupo. De ahí que desarrollar las habilidades para la comunicación interpersonal constituya un elemento básico en su práctica diaria.

Esas actitudes básicas para una mayor eficacia en su desempeño en el nivel individual están centradas en la empatía que debe mantener con su tutoreado para ponerse en su lugar y comprender lo que piensa, sus valoraciones, cuáles son sus aspiraciones, pero bajo el respeto y el cariño. De la misma manera el tutor debe ser congruente en su actuar y decir, debe constituir ejemplo de comportamiento para el estudiante, es la razón de cambio, de transformación y de esta forma en el proceso comunicativo, será aceptado o no.

Estas habilidades comunicativas, propias de todo docente pero en particular imprescindibles para el trabajo del tutor, deben desarrollarse de forma abierta, que permita la retroalimentación a través de códigos asequibles a los estudiantes y un diálogo inmediato, interactivo, que promueva cambios de conducta, que permita orientar y modelar su personalidad.

Al interactuar con el estudiante conoce de sus características personales, de sus limitaciones o suficiencias, de sus preocupaciones, sabe cómo piensa, a qué nivel está en relación con el nivel que debe tener y esta comunicación interpersonal le permite ante todo, lograr empatía, afectividad, conocer su jerarquía de valores y a mantener un ambiente familiar y de confianza, que permite el intercambio de información. De esta forma puede, con mayor efectividad, elaborar el proyecto de vida y orientar con mayor acierto, su accionar hacia la transformación de aspectos hasta alcanzar el estado deseado en correspondencia con el año de estudio.

Por el rol social que desempeña, el tutor debe conocer entonces, las exigencias de la comunicación pedagógicas y desarrollar sus habilidades comunicativas como coordinador de las influencias educativas, objetivo fundamental en la educación de la personalidad de sus alumnos, el desarrollo de las capacidades comunicativas necesarias para que estos sean sujetos activos de su propio aprendizaje en la escuela y en todas las relaciones sociales que establece. La comunicación no es solamente, para la escuela y para el maestro, proceso por el cual el hombre se apropia de la experiencia histórica, sino es además experiencia histórica que debe asimilar.

CONCLUSIONES

A partir del análisis bibliográfico y de las exigencias de la investigación  en  el  estudio del tema,  optamos  por  un enfoque del asunto a partir del  análisis de la propia acción comunicativa del Tutor, estudiando  su ejecución en los diferentes aspectos de la propia estructura del proceso: el aspecto informativo y el relacional.

Las habilidades comunicativas del tutor deben estar centradas en la  expresión por sus posibilidades para transmitir mensajes, de naturaleza verbal o extraverbal, la observación para orientarse en la situación de comunicación a través de cualquier indicador conductual del interlocutor, actuando como receptor y  la relación empática por su posibilidad de lograr un  verdadero acercamiento humano con su tutoreado.

El proceso docente-educativo como proceso comunicativo se caracteriza   no solo por intercambio de información (verbal y no verbal) que constituye el contenido de enseñanza-educación, sino por las relaciones entre sujetos (maestro-alumno y entre alumnos) que caracterizan y exigen una verdadera comunicación interpersonal muy diferente a otras formas de comunicación.

La comunicación interpersonal tutor-tutoreado es  imprescindible para garantizar un ambiente en colaboración. La enseñanza debe proponerse construir significados compartidos, por lo que el tutor como coordinador del proceso de enseñanza-aprendizaje debe promover estrategias que  promuevan el diálogo y la reflexión, así como la solución cooperada de problemas en el establecimiento de proyectos comunes no sólo docentes, académicos, sino también de la forma en que transcurrió la relación interpersonal entre los partícipes del proceso, de manera que se vayan adquiriendo paralelamente habilidades sociales que favorezcan el trabajo en colaboración.

El clima de las relaciones en el contexto educativo se refiere tanto al establecimiento y realización de la actividad como al contenido y la forma de comunicación. La actividad y la comunicación entre el tutor y el alumno., debe reunir determinados requisitos para tornar constructivo el procedo docente-educativo. La comunicación dialógica es una vía para emprender este propósito y convertirnos en mejores educadores.

BIBLIOGRAFÍA

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-      Tabloide # 2. TV Educativa. Guía para el maestro. MINED. Ed. Pueblo y Educación. Enero-Abril. 2003.ç

 

 

 

 

Autor:

Lic. Rodolfo Alfonso Gómez

Profesión: Profesor

Municipio: Colón

Provincia: Matanzas

UMCC de Matanzas.

Licenciado en Educación.

Lugar de trabajo: Sede Universitaria Municipal, Colón.

[1] R/M 106/2005

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