Problemas de la Ciencia y la tecnología aplicadas a la Disciplina (página 2)
Enviado por Ernesto Alvarez
En una sociedad socialista como la nuestra, la ciencia y la tecnología militar de avanzada desempeñan un importante papel en el fortalecimiento de la capacidad defensiva y en la elevación del poderío combativo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y de nuestro pueblo para enfrentar una agresión militar y preservar la soberanía e independencia nacional, la integridad territorial, el carácter socialista y el sistema político, económico y social de nuestro país.
Otra connotación tiene la ciencia y la tecnología militar en los países capitalistas y en especial en el imperio norteamericano, donde más de el 40% del Producto Interno Bruto (PIB) se dedica a las investigaciones militares, con el objetivo de crear armas cada vez más mortíferas, fundamentalmente de exterminio masivo, nucleares, biológicas, tóxicas, incendiarias y, otras con medios de transportación que les permiten llevarlas a miles de kilómetros, con el objetivo de fortalecer su capacidad ofensiva y su poderío militar a niveles extraordinarios, de manera que puedan mantener su hegemonismo mundial y llevar la guerra a cualquier parte del mundo y apoderarse de los territorios que deseen, mancillar la soberanía de los pueblos e intimidarlos con su gran potencial militar, para cumplir sus propósitos imperialistas.
La inhumana y crueles guerras que están librando contra los pueblos de Iraq, y Afganistán donde tienen comprometido una gran parte de su poderío militar, es una muestra de la insolencia y la prepotencia de los imperialistas norteamericanos, donde están empleando los más modernos armamentos de sus arsenales, y sus mejores unidades de combate.
Nuevas armas para la guerra
Al respecto el Comandante en Jefe Fidel Castro, en el acto político cultural por el aniversario 45 de la Victoria militar de Playa Girón, se refirió a documentos y notas de los departamentos de Defensa y de Estado, en las cuales aparece que el gobierno de los Estados Unidos dispone de una poderosa bomba electromagnética que fue empleada en Iraq para inutilizar las comunicaciones, el funcionamiento de Internet y la televisión.
Según las propias fuentes, el jefe del Pentágono Donald Rumsfeld habló de emprender una guerra contra Internet y de la importancia de desarrollar un nuevo ejército ciberespacial, que se ocupará de llevar a cabo esa contienda electrónica y de la intoxicación masiva de los medios digitales que no sean del agrado de Washington.
También los imperialistas han informado de un artefacto explosivo, llamado MOP, que califican como el más grande del mundo con 14 metros de alto, seis de largo y 13,6 toneladas de peso.
El imperio norteamericano con sus ansias de ser el dueño del mundo, utiliza los más sofisticados adelantos científico-técnicos para destruir al ser humano y, poner en peligro de extinción a toda la humanidad.
Las Guerras y el Medio Ambiente
Siempre ha existido una relación entre guerra y medio ambiente. Hace 5 mil años durante los primero conflictos entre las ciudades de Mesopotamia se demolían los diques para inundar las tierras enemigas. Sin embargo, los efectos producidos en las últimas décadas con las nuevas armas utilizadas no tienen nada que ver en su gravedad con los tiempos anteriores.
Hoy los imperialistas hacen diversos análisis respecto a las llamadas Guerras de Cuarta Generación (G4G). Una de sus características es el uso de la tecnología de última generación, con base en la premisa, que al menos que se requiera, ya no existen razones para destruir al adversario: al contrario, resulta de mayor utilidad su sometimiento público. La doctrina de estas G4G propone usar: "La tecnología ambiental: a partir de la cual es posible influir en las condiciones atmosféricas provocando lluvias imprevistas, niebla inesperadas, llegando incluso al extremo de general desastres que suelen pasar como naturales", así serian los dioses de la guerra y los dueño del mundo.
La preocupación acerca de las consecuencias medioambientales de la guerra probablemente comenzó después del lanzamiento de las primeras bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki al término de la Segunda Guerra Mundial, cuando nadie sabía cuánto duraría la contaminación radioactiva o qué medidas de limpieza debían tomarse. Durante la Guerra Fría, los efectos ambientales de una confrontación nuclear generalizada se convirtieron en materia de pronósticos y especulaciones, ilustrados por el concepto del "invierno nuclear".
No sólo las armas nucleares dieron origen a estos temores. El uso del Agente Amarillo y el Agente Naranja como defoliantes durante la Guerra de Vietnam generó un apasionado debate (y algunas investigaciones) acerca de tales efectos toxicológicos y ecológicos. Antes de la primera Guerra del Golfo en 1991, se discutieron los posibles efectos sobre el clima mundial si Iraq incendiaba los pozos petroleros kuwaitíes, lo que se convirtió posteriormente en la principal imagen del efecto ambiental de dicha guerra.
Desde entonces se han hecho intentos por estudiar y documentar sistemáticamente las consecuencias ambientales de las guerras. Organizaciones internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) han iniciado varios estudios acerca de las guerras de los Balcanes y de los varios conflictos que consumieron a Afganistán durante la década de los 90. Desgraciadamente, las guerras africanas (en el Congo, Ruanda y Burundi, Liberia, Sierra Leona y la Costa de Marfil) aún no reciben la atención que merecen.
¿Qué hemos aprendido acerca de las consecuencias medioambientales de las guerras? Primero que todo, los efectos dependen del tipo de guerra y el tipo de ambiente. Un conflicto armado en que se utilice armamento de alta tecnología tiene efectos diferentes (y no necesariamente más benignos) que uno en que se luche con machetes. Una guerra en las junglas del sudeste asiático es distinta a una que ocurre en los desiertos de Kuwait o en las montañas de Afganistán.
A pesar de estas grandes diferencias, es posible esbozar algunas conclusiones
Efectos tras la destrucción de infraestructura. Entre estos se consideran la quema de pozos de petróleo, además de los derrames químicos o radiactivos desde fábricas o centros de almacenamiento bombardeados, la contaminación bacteriana del agua cuando se destruyen los sistemas de tratamiento de aguas servidas, y los terrenos inundados o desecados tras la destrucción de represas y sistemas de irrigación.
Efectos del impacto físico o químico en la capa superficial del suelo. Esta categoría incluye la erosión y la falta de regeneración (o de un crecimiento sustancialmente diferente) después de la deforestación, el desplazamiento de arena causando por los daños a la costra superficial de las zonas desérticas, o la erosión de las playas tras la destrucción de los arrecifes de coral (por ejemplo, debido a derrames de petróleo o bombas).
Efectos de las sustancias químicas usadas por las fuerzas armadas. A menudo, los ejércitos no tienen las mismas restricciones que los civiles cuando se trata del uso de estas sustancias. En efecto, los tanques y artillería fabricados por los soviéticos usan PCB en sus sistemas hidráulicos, los aeroplanos en misiones de combate agregan a su combustible alones que destruyen el ozono y las unidades marinas usan compuestos de estaño orgánico en la pintura utilizada en sus cascos;
– Efectos de las armas mismas. Las balas comunes a menudo están hechas de plomo, los mísiles antitanques contienen uranio y los explosivos están compuestos de nitrógeno orgánico, y a veces contienen mercurio. Más aún, las minas, bombas y granadas que no explotaron durante el combate a menudo hacen que haya áreas inaccesibles, tanto para humanos como para animales de gran tamaño, hasta largo tiempo después de que termina una guerra.
Entre los efectos ambientales también se encuentran los efectos para la salud tras la exposición a materiales peligrosos, tales como la inhalación del humo que proviene de los campos petroleros o el polvo de uranio, causando asma y posiblemente cáncer al pulmón.
A pesar de haber sido muy investigados, hay otros problemas de salud, como el "Síndrome de la Guerra del Golfo" que han sido más difíciles de asignar a una causa específica. Entre las explicaciones que se han dado están las combinaciones de pesticidas que llegan con la niebla a los campos militares, el tratamiento con un compuesto de bromuro, el huso de repelentes contra insectos, las vacunas y la exposición al uranio empobrecido. Se ha pensado que la exposición a los agentes químicos de uso militar tras la detonación de las municiones iraquíes en Khamisiyah puede ser una causa del síndrome.
La gran escala de muchas guerras y su efecto es un factor especial en su impacto ambiental. La cantidad de petróleo bombeado hacia el Golfo Pérsico por los iraquíes en 1991, probablemente para prevenir un desembarco estadounidense al estilo del de Normandía, fue de más de un millón de barriles y posiblemente se acercó a los 1.5 millones de toneladas, cincuenta veces la cantidad que salió del petrolero "Prestige" en las costas españolas en el otoño pasado y cuarenta veces el petróleo que asoló a la costa de Alaska en los años 80, después del desastre del Exxon "Valdez".
Dada la logística de las guerras de gran escala, también hay efectos significativos indirectos o de segundo orden, como cuando un petrolero civil en ruta a Vietnam para suplir de petróleo a las fuerzas estadounidenses encalló en la isla de coral de Kiltan en las Lacadivas.
También son importantes las consecuencias ambientales medidas en términos económicos. El costo de la recuperación ambiental de 640 kilómetros de playas saudíes contaminadas con petróleo después de la Guerra del Golfo de 1991 fue de $540 millones. El retiro de cerca de 1.6 millones de minas terrestres en Kuwait cuesta más de $400 millones. Estos son sólo dos componentes de la deuda ambiental de dicha guerra.
Paradójicamente, si bien las guerras son ambientalmente destructivas, las antiguas zonas militares, donde se prohíbe el acceso a las personas, tanto al interior de los países como entre ello, a menudo se convierten en refugios para la vida silvestre, en donde se reproducen y crecen especies animales y vegetales en peligro de extinción. En Europa, tanto la cigüeña negra como el esturión europeo han sobrevivido en tales áreas y la antigua línea de demarcación entre la Alemania del este y del oeste es hoy en día un santuario de la biodiversidad.
Además de los daños a la infraestructura, la muerte, las malformaciones y el sufrimiento de los civiles, a lo que aluden el cínico término de "daño colateral" todas las guerras tienen efectos desastrosos sobre el medio ambiente. La amplitud del daño ambiental depende de la duración de la guerra, las armas utilizadas y el tipo de terreno y los ecosistemas en los que se desarrolla.
El efecto final sobre el medio ambiente de la guerra de Iraq sólo se podrá saber después que termine el conflicto y se puedan hacer análisis completos en el terreno y toda la información privilegiada se haga pública. Pero en base a las experiencias de 1991, cuando un equipo de la ONU estudió los efectos medioambientales de la primera Guerra del Golfo, es posible hacer varias observaciones iniciales..
El uranio empobrecido
Veamos un poco más detalladamente, ¿qué es el uranio empobrecido y cómo contamina a las personas y al medio ambiente?
El uranio empobrecido (U-238) es radiactivo y tiene una vida media de 4,500 millones de años. Los Estados Unidos de Norteamérica, después de medio siglo produciendo armas atómicas y energía nuclear, tiene almacenadas más de 500,000 toneladas de uranio empobrecido, el cual con el fin de ahorrar dinero y vaciar sus depósitos, lo cede gratis a los empresas de armamento norteamericanas y extranjeras, para la fabricación de armas y municiones.
Aparte de su gratuidad, el uranio empobrecido ofrece otras ventajas adicionales que lo hacen muy atractivo para la tecnología militar. En primer lugar, es el elemento natural más pesado que puede encontrarse; debido a su densidad, los proyectiles con cabeza de uranio empobrecido pueden perforar el acero blindado de carros de combate y de edificios, y en segundo lugar, resulta, además, un metal pirofórico natural, es decir, que se inflama al contacto con el aire, provocando el estallido del objetivo alcanzado.
Cuando el proyectil estalla y se quema, el metal se pulveriza en forma de dióxido de uranio. Estas partículas, cien veces más pequeñas que un grano de arena, pueden ser inhaladas por los seres humanos o ingerirlas al consumir productos alimenticios contaminados, y pueden ser solubles en la sangre y en los humores corporales en los que actúa como agente de envenenamiento o permanecer fijado en algún órgano del cuerpo y, desde allí emitir radioactividad durante años y años, provocando afecciones renales, cánceres, leucemia, tumores óseos, malformaciones en los embriones, etc.
En febrero de 1991, durante la guerra del Golfo, en la famosa "Autopista de la muerte" que une a Basora con Bagdad, se dispararon casi un millón de proyectiles de uranio empobrecido contra los carros de combate de la Guardia Presidencial iraquí que emprendían la huida hacia la capital, además de los 110,000 ataques aéreos, en los cuales Estados Unidos lanzó 950,000 proyectiles con uranio empobrecido, como consecuencia, aún hoy permanecen en suelo Iraquí unas 300, 000 toneladas de uranio, a este debemos sumarle las toneladas lanzadas en la guerra actual.
Si además, tenemos en cuenta que, como ocurrió con el "agente naranja" en Vietnam, las fatales consecuencias pueden alcanzar varios generaciones, estamos, sin lugar a dudas, ante un acto criminal de incalculables consecuencias para el pueblo iraquí.
Por ahora, lo limitado de la información hace que sea imposible hacer una evaluación precisa. Sin embargo, sea cual sea la administración que gobierne a Iraq en el futuro, debe estar preparada para hacer frente a la deuda ambiental mas costosa que se recuerde, que será una carga bastante pesada para el humilde pueblo iraquí en los años venideros.
Conclusiones
El imperialismo norteamericano con el propósito de apoderarse de las fuentes de petróleo de los pueblos del Medio Oriente ha desatado una guerra inhumana, despiadada, inmoral e injusto contra esos países, haciendo empleo de todo su enorme poderío militar, compuesto con lo más avanzado de su mortífero armamento, técnica militar y tropas regulares, construidas y equipadas con los mayores adelantos científico-técnicos del mundo donde incluso están usando armas nunca vistas ni conocidas.
A pesar de todo el poderío utilizado por el imperialismo y el resto de los países de la OTAN, los pueblos de Irak y Afganistán continúan combatiendo contra las tropas invasoras, ocasionándoles miles de bajas en su personal y destruyéndole carros de combate y helicópteros de todo tipo, lo que está repercutiendo fuertemente en la sociedad norteamericana.
Haciendo un esfuerzo desesperado las tropas imperialistas masacran a la población civil, torturan a los prisioneros y tratan por todas las vías de dividir a los pueblos de IRAK y Afganistán, además de ocasionarles miles de muertos y cientos de miles de heridos y mutilados con los ametrallamientos y bombardeos indiscriminados, violando todos los convenios y protocolos existentes sobre el Derecho Internacional Humanitario y, para más desgracia sus territorios y el medio ambiente, han alcanzado un grado tan alto de contaminación como consecuencia de la guerra, que pasarán muchos años para poder restablecerse de los daños sufridos.
Hoy existe un desarrollo de la Ciencia y de la Técnica como en ninguna otra época de la humanidad, sin embargo esto no se aprovecha en beneficio de la humanidad, constituyendo ello uno de los grandes problemas Sociales de la Ciencia y la Tecnología.
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30. Desvergüenza y dobles estándares. Juana Carrasco Martín. Periódico Juventud Rebelde.30 de Septiembre de 2006.
Autor:
MsC. Ernesto Baracaldo Alvarez
UNIVERSIDAD DE SANCTI SPIRITUS
"JOSÉ MARTÍ PÉREZ
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