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Análisis económico en la relación Marx-Freud y Marx-Aristóteles


  1. Marx- Freud
  2. El valor, Aristóteles y Marx
  3. El proceso de cambio
  4. El inconsciente de la forma mercancía
  5. El fetichismo de la mercancía

El ser racional suele construir formas de representarse el mundo y de explicarse los distintos fenómenos naturales así como aquéllos en los que él interviene. Cada sociedad elabora sus propios imaginarios y estos, por su naturaleza configurante e incluyente, están en capacidad de dar origen tanto a tradiciones, creencias, comportamientos sociales, como a leyes e instituciones. En esta misma medida puede emprenderse la consideración por la economía, y en tal sentido delimitarla como una elaboración categórica que aborda una condición de la sociedad: la clase de las relaciones sociales susceptibles de ser cuantificadas.

Dado que el imaginario de lo económico abarca un amplio espectro, en este ensayo se tomarán en consideración las nociones de valor, Igualdad, Justicia, mercancía, fetiche y proceso de cambio, que se presentan conceptualmente sino nominalmente en Aristóteles y Marx, y que por su naturaleza nos permiten inscribirlas dentro de las reflexiones de la economía política, cada una de ellas diferenciables en razón de los tiempos y del tipo de sociedad que correspondieron a cada autor, y aún así, útiles para establecer comparaciones y razonamientos con nuestro propio tiempo y sociedad.

Un rasgo interesante de la reflexiones filosóficas, económicas u oníricas de Aristóteles, Marx y Freud, respectivamente, es su cualidad de escudriñar la realidad a partir de su condición aparente buscando encontrar los porqué de esa forma en que se manifiestan sus objetos de análisis, y de darse a la construcción de categorías de examen que como herramientas les permiten el abordaje de una realidad que emprendida como una totalidad y sin tales elementos, sería caótica. Digamos entonces que para superar este obstáculo inicial el investigador procede a la escogencia y delimitación de un determinado grupo de aspectos que presentan similitudes dentro de un amplio acontecer de fenómenos. Hecha esta selección procede a la realización de reducciones analíticas y reconstrucción sintéticas, donde se divide el elemento problémico en los tópicos que a su intelecto resulta adecuado; pero sucede que este diseccionar y categorizar no sólo tiene lugar en correspondencia a la naturaleza y modo en que se presenta el fenómeno, si no a interpretaciones subjetivas que pretenden dar cuenta de dicho fenómeno, de lo que se sigue la presencia, en ocasiones, de elementos a veces insostenibles, a veces no presentes en la realidad, sino en la ficción, o ambas cosas. Es como si en estos ejercicios el filósofo (especialmente Marx) se diera a la construcción de mundos imaginarios, pero que obedecen más a su interpretación del deber ser y de lo posible, cosa que admite o no crítica, pero que si compara con los contenidos de los imaginarios instituidos en las sociedades capitalistas actuales, no guarda mayor diferencia en cuanto a que también se trata de tipos de interpretación, de visiones de mundo, y no del mundo mismo, pero que está en la capacidad de configurarlo en el plano de lo social, lo económico y lo político.

Marx- Freud

Hay una homología entre el procedimiento de interpretación de Marx y de Freud en sus análisis respectivos de la mercancía y los sueños. La mercancía y el sueño despliegan ya no un contenido oculto, sino una "forma". No se trata de buscar los contenidos ocultos sino en preguntarse el "por qué" de esa forma en la que se manifiestan ambas cosas.

Ni en la mercancía ni en los Sueños el asunto consiste en penetrar desde lo manifiesto hasta lo oculto, sino en la pregunta ¿Por qué los pensamientos oníricos adquirieron esta forma de sueño?, ¿porque el trabajo asumió la forma del valor de una mercancía?, ¿Por qué el trabajo puede afirmar su carácter social sólo en la forma- mercancía de su producto?

En el caso de los sueños el "deseo" que en cierto modo se dice "nos constituye" se manifiesta como algo no simbolizable más que -"indirectamente"- mediante lo que Freud llamó "proceso primario". Esto es, mediante un proceso de "forma-ción", articulación. El problema no es "el fondo", lo oculto, sino la forma.

La operación que realiza Freud se caracteriza en primer lugar por generar una ruptura de la apariencia del puro azar, considerando que el sueño tiene que ser algo "significativo"; en segundo lugar, prescindiendo de la búsqueda del significado oculto tras la forma del sueño centrándose en la forma: "el trabajo del sueño", que es donde se manifiesta el inconsciente. Marx realiza la misma articulación en dos etapas en su análisis del secreto de la forma-mercancía. En primer lugar reconoce que el valor de la mercancía no depende del puro azar, sino que es concebible un significado; en segundo lugar, está al tanto que el contenido oculto tras la forma no es suficiente, así en el caso de la "economía política clásica", se debe ir más allá para explicar el misterio de la forma misma.

El valor, Aristóteles y Marx

En Aristóteles está presente la noción de valor desde la doble perspectiva del valor de uso y del valor de cambio. En cuanto al valor de cambio la forma simple de valor es la forma dinero de la mercancía, que encierra la forma de valor de una mercancía en otra mercancía, lo que supone que la forma cualitativa de un objeto está siendo tomada cualitativamente igual por la forma de otro objeto. La delimitación de tal forma cualitativa o identidad de los objetos es una tarea que no lleva a cabo Aristóteles, esta huye a su entendimiento en la medida en que su sociedad no se la deja entrever ya que el trabajo en ella reposa en el trabajo esclavo.

Para Marx dicha identidad es el trabajo humano, algo que sólo pudo ser descubierto cuando "el concepto de igualdad/ identidad humana posea ya la solidez de un prejuicio popular"[1], esto es una sociedad donde la forma mercancía sea la forma universal del producto del trabajo y donde la relación de los hombres en tanto poseedores de la mercancía dinero, sea la relación social dominante.

El trabajo humano es para Marx el secreto de la expresión del valor "que funda las proporciones cuantitativas del intercambio" [2]De esta manera lo común a los objetos que se intercambian es ser producto del trabajo humano, trabajo que tiene una cuantía y que resulta de la sumatoria de los trabajos previos al producto final.

El análisis del valor en Marx supera las exclusivas determinaciones cuantitativas, separa el Valor de la forma del valor, siendo el Valor una substancia social común. Para Marx la mercancía no es valor de cambio en si misma sino que el valor de cambio es la relación de dos mercancías y de todas las mercancías en la equivalencia general del dinero[3]

A partir de un vistazo somero de la noción de valor en Marx se puede problematizar el siguiente aspecto: al realizar una verificación en la realidad social nos encontramos con que los trabajos son heterogéneos y en tal medida se resisten a la comparación, así que extraer de allí la unidad de la substancia/esencia trabajo requiere una operación de reducción que en realidad es imposible, de modo que el valor y substancia se mantiene como un enigma[4]La reducción del trabajo complejo a trabajo simple no puede llevarse a cabo y lo que en la experiencia se realiza es la reducción de todos los trabajo a dinero un "equivalente general".

Igualdad

Claro es que los humanos no son iguales y que los "individuos, trabajos y productos no son verdaderamente conmensurables" [5]La conmensurabilidad de los trabajos humanos sólo puede resultar de una comunidad en la que su constitución /institución permita la aparición de la economía" [6]por tanto la igualdad no sería más que una categoría para intentar establecer las relaciones de valor entre los objetos, tratándose entonces no de una igualdad en sí, sino de una igualación u homogenización. Tal labor es llevada a cabo por la economía capitalista que logra dar apariencia de lo mismo a lo esencialmente heterogéneo, para cuyo efecto realiza una reificación que transforma la fuerza de trabajo en mercancía misma.

Justicia

Para Aristóteles justo es "todo lo que crea y salvaguarda por la comunidad instituida/ constituida la felicidad y sus partes" [7]"lo justo y la justicia son lo que la lengua del pueblo griego dice ser lo justo y la justicia" [8]siendo justo "lo legal y lo igual/igualitario" [9]Para este filósofo la justicia además reviste un carácter total "es creación de lo participable social y de las condiciones (…) que aseguran a cada uno el acceso a lo participable" debiendo realizarse sobre la totalidad de la ciudad.

Aristóteles distingue dos clases de justicia: la distributiva, relacionada con la partición; y la correctiva, relacionada con las transacciones voluntarias e involuntarias.

Dado que "no se puede pensar la igualdad de un hombre (ó de su tiempo de trabajo) y de un objeto, se puede pensar la relación de dos hombres y de dos objetos"[10]. Así lo justo distributivo sería una relación entre relaciones, de modo que habrá justicia si se puede decir que a es a b (siendo a y b objetos) como A es a B (siendo A y B sujetos); no obstante, "¿cómo se compara un albañil a un zapatero o una casa a unos zapatos?" [11]así la problemática de la igualdad en Aristóteles es tan insoluble, como la problemática del valor en Marx que de cierto modo implica el problema de la igualdad[12]

Para Marx la justicia se relaciona con la contribución y retribución, que deben ser proporcionales a un individuo, el cual debe ser concebido no como un ejemplar de la categoría trabajador o consumidor sino como individuo singular[13]además, esto se debe realizar de acuerdo a la siguiente proposición: "a cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades", de acuerdo a como lo manifiesta el siguiente esquema:

Contribución: Distribución:

MA / XA = MB / XB YA / ZA = YB / ZB

Donde, M= contribución, X= capacidades, Y= consumo, Z = necesidades

De tal modo cada individuo deviene su propia medida, lo cual supondría la satisfacción de la mayoría de la población de una sociedad determinada.

El protovalor

Los criterios de igualación sean Marxistas o capitalistas o de cualquier orden, se presentan por lo pronto indefendibles; además, no existe un grupo social o individuo que cuente con el criterio suficiente para definir el protovalor. Una ley (nomos) de igualación oculta un protovalor (axiai) el cual es a su vez una artificialidad. De esta manera "si todas las constituciones comportan algo de justo, ellas están absolutamente en el error[14]porque el axiai que estas establecen contienen siempre una validez parcial" [15]

Los proto-valores aparecen siendo instituidos, y se constituyen en una media de proporcionalidad, que es establecida de facto, hoy en día por ejemplo "a cada uno según lo que posee; al capitalista según su capital, al obrero según su fuerza de trabajo". Los axiai de facto son impuestos por los poderosos en cada tiempo en cada circunstancia social. En esta medida y desde una perspectiva marxista, el conjunto de creencias, valores y actitudes que comparte la mayoría de una sociedad (ideología dominante) es producto del esfuerzo de las clases dominantes por imponer sus códigos valorativos a través de medios formales de transmisión de los mismos (por ejemplo medios de comunicación, sistema educativo, etc.), con el propósito de legitimar su poder económico y social.

La forma de valor, o el valor de cambio

La forma de valor, o el valor de cambio se describe en Marx en las formas, simple, total, general, y de dinero.

Forma simple o singular de valor[16]x A = y B

En esta igualación A tiene un papel activo, y B un papel pasivo, donde (A) es la "forma relativa" y (B) la "forma de equivalente". Estos ingredientes son dos polos contrapuestos de la misma expresión de valor. Por eso, se analizan por separado, antes de volverlos a reunir en un análisis de conjunto (reducción analítica, reconstrucción sintética).

Al analizar la forma relativa de valor, se debe distinguir su contenido de su carácter cuantitativo determinado. El contenido de esta forma de valor es A = B; así la dualidad intrínseca entre el valor de uso y el valor, se manifiesta como una antítesis externa: la figura del valor de uso A manifiesta su valor por medio de otra mercancía B, que figura como valor, o "espejo de valor"de A. En este punto se infiere que creación de valor no se lleva a cabo únicamente por medio del trabajo.

B es, en la relación de valor que representa A = B, un valor. Fuera de dicha relación B es simplemente una cosa portadora de valor.

En la relación de valor, en la "equiparación" de A con B, se va más allá de la pura abstracción de valor. B es valor, y en cuanto valor A es igual a B, tiene su mismo aspecto, por lo que adopta de esta forma una forma distinta de su forma natural: su forma de valor. Esta forma relativa o relacional quiere decir que el cuerpo de B hace de espejo de valor de A.

La forma de valor no sólo expresa "valor en general" sino una determinada magnitud o cuantía del mismo, así el valor relativo puede variar aunque su valor (su contenido en trabajo humano) siga siendo el mismo; o el valor relativo puede mantenerse igual a pesar de haberse modificado el valor que subyace al valor relativo.

En cuanto a la forma de equivalente, no contiene ninguna determinación cuantitativa del valor y su función se presenta en de tres maneras. En primer lugar, el valor de uso se convierte en la forma de manifestación de su contrario, el valor; en segundo lugar, el trabajo concreto se convierte en la forma de manifestación de su contrario: el trabajo abstractamente humano; en tercer lugar, el trabajo privado se convierte en la forma de manifestación de su contrario: trabajo bajo forma directamente social.

Forma total o desplegada de valor[17]zA = uB = vC = wD = xE = etc.

"el trabajo creador de valor se representa ahora explícitamente como un trabajo equiparable a todo otro trabajo humano cualquiera que sea la forma natural que revista, y se materialice"[18].

zA es considerada la forma relativa desplegada, y considera que la forma de equivalente (el resto de la fórmula) se descompone en tantas "formas particulares de equivalente" como miembros aparecen en la ecuación.

En la forma total es la magnitud de valor la que regula las relaciones de intercambio, y no al contario, ya que la pluralidad de valores de cambio de A aparecen todos directamente en esta fórmula. Por consiguiente, al invertir la forma total de valor se obtiene la forma general de valor.

Forma general de valor[19]Es general porque es simple y común. Cada uno de los elementos a la izquierda de la ecuación son una forma relativa social general, y se expresan en el equivalente general A que se puede expresar en B.

La forma de dinero: su esencia tiene está presente en la forma simple de valor, tratándose sólo de una modificación de esta que consiste, motivada por la práctica social que hace que una mercancía que antes fue, como todas, sólo un equivalente singular y particular, haya pasado a convertirse en un equivalente realmente general; es decir, la mercancía dineraria.

El proceso de cambio

Cuando Marx habla de individuos en el plano teórico, está concibiendo personificaciones de las relaciones económicas reales, o máscaras de las categorías económicas. Así sucede cuando emplea las expresiones capitalista y asalariado. En cuanto a los poseedores de mercancías, éstos se definen como personas que han de reconocerse entre sí como propietarios privados que a través de un acto volitivo establecen entre ellos una relación jurídica que presupone una relación económica según la cual las mercancías que intercambian son para ellos no-valores-de-uso, mientras que son valores de uso para los no-poseedores (por eso quieren ambas partes cambiarlas de lugar). Por tanto, las mercancías deben realizarse como valores antes de que puedan realizarse como valores de uso.

En la misma medida en que los productos se convierten en mercancías, se está se está llevando a cabo el desdoblamiento de la mercancía: en mercancía, por una parte, y dinero por otra.

Marx afirma que primero existió un intercambio directo de productos, que, más que considerarse por la relación M-M, debería representarse como P-P. En ésta, la fórmula no es todavía x A = y B, sino tan sólo x valor de uso A = y valor de uso B, donde la proporción cuantitativa en que se cambian tiene carácter es fortuito. Sólo cuando la repetición convierte a este intercambio en un proceso social regular, esta proporción pasa a depender de su producción, convirtiéndose en valor.

El paso de la fórmula M-M a la forma M-D-M se hace con la intermediación de M-M-M, en la cual el papel central lo ocupa la mercancía que ya está convirtiéndose en dinero sin serlo aún. Poco a poco, ciertas propiedades naturales de algunas mercancías ( por ejemplo la calidad uniforme y la divisibilidad de los metales preciosos) hacen que el oro se convierta por doquier en esa mercancía general.

El equivalente general tiene tan poca determinación cuantitativa como cualquier otro equivalente. Como el valor no resulta del intercambio sino de la producción, el valor del oro se determina igual que en el resto de las mercancías, y su magnitud de valor se expresa por medio de otras mercancías diferentes. De esto se deriva que el enigma que encierra el fetiche del dinero no es más que el enigma que ya encerraba el fetiche de la mercancía.

El inconsciente de la forma mercancía

El análisis marxiano de la forma-mercancía "es una especie de matriz que (…) permite generar toda las demás formas de la inversión fetichista" (pág. 41 L-2). El análisis formal de la mercancía tiene la clave para realizar la crítica a la economía política, explicar históricamente el modo de pensar abstracto y conceptual, así como la división del trabajo en intelectual y manual. En la estructura forma-mercancía se puede hallar el esqueleto del sujeto trascendental kantiano: la red de categorías, marco a priori del conocimiento "objetivo" científico (pág. 41. P3. L2).

Existe una especie de causalidad entre los aspectos más abstractos de la mercancía que darían la condición de posibilidad de la ciencia y de toda la crítica kantiana, con sus categorías del pensamiento como marco a priori. Lo cuantitativo, tiene un trabajo hecho mediante el dinero, "el acto social de intercambio ya había realizado ese movimiento abstracto puro que deja intactas las propiedades concreto-sensuales del objeto captado en el movimiento: la transferencia de la propiedad" (pág. 42. P2, L10).

El dinero se presenta no sólo con un cuerpo material sino con un cuerpo sublime que persiste a la corrupción del primero. Esa "abstracción real" no es "realidad", no se encuentra en las propiedades de las mercancías, es nuestra subjetividad la que allí "se encuentra"; ese real "espectral" es la sustancia más íntima de lo social, está "implícita" en el intercambio de mercancías.

La efectividad social del intercambio de las mercancías depende de que los sujetos que actúan en ella "no sean conscientes de su propia lógica". (pág. 46. P3.L8). si se llegase a saber demasiado del funcionamiento de la realidad social, esta realidad se disolvería.

La mercancía en Marx

En la sociedad capitalista, toda la riqueza se presenta en la forma de un cúmulo de mercancías. La mercancía en su interior comporta una naturaleza dual y antitética que se expresa en dos formas de ser: ser una simple cosa, bien, u objeto exterior, y ser una cosa que tiene precio. En cuanto a su primer carácter, se le puede atribuir valor de uso, en la medida en que el conjunto de sus propiedades naturales manifiestan utilidad. Respecto a su segundo carácter, su precio, este consiste en una forma de tener valor de cambio, susceptible de ser considerado cuantitativamente y ser objeto de medición.

El valor de uso de la mercancía es como su cuerpo y constituye el contenido material de la riqueza. En lo que respecta al valor de cambio de la mercancía este parece contradictorio puesto que la mercancía no tiene uno sino múltiples valores de cambio.

Al afirmar que una unidad de la mercancía X equivale a una cantidad a de la mercancía Y, o a una cantidad b de la mercancía Z, resulta evidente que estos valores de cambio son formas de un contenido diferenciable, expresiones de un algo que es común, algo de igual magnitud presente a la vez en las dos cosas que se comparan. Ese algo no es una propiedad corpórea o sensible de la mercancía considerada en su coseidad, ya que las propiedades de este orden propias de los distintos bienes conducen a distinguirlos entre sí, más no para igualarlos. Entonces, al proceder abstractamente retirando los diversos valores de uso de las propiedades de las mercancías, la propiedad que queda en común es ser producto del trabajo humano.

El trabajo que es común a todas las mercancías no es el trabajo humano diferenciado, si no el trabajo considerado en general de manera abstracta. Así, la sustancia que se manifiesta en los valores de cambio es algo distinto al verdadero valor de cambio, es decir, el valor de la mercancía. Y el valor de la mercancía es una sustancia social común, que no es natural sino supranatural, abstracta, suprasensible, de modo que la mercancía no sólo es una rex sino adicionalmente un compuesto abstracto de homogenización del trabajo, con objetividad espectral.

Lo esencial en esta sustancia generadora de valor es lo cuantitativo; es decir, la magnitud de su valor, que viene determinada por la cantidad de trabajo, medible mediante el tiempo de trabajo y la fuerza humana de trabajo requerida por cada mercancía como parte del conjunto de la fuerza de trabajo de la sociedad[20]tomando cada fuerza de trabajo individual con el carácter de una fuerza de trabajo social media, que opera exclusivamente con el tiempo de trabajo socialmente necesario en cada caso. De esto se deriva que la creciente fuerza productiva de cada trabajo concreto tendrá como consecuencia que la magnitud de valor de la mercancía resultante sea decreciente.

Absolutamente siempre, cada mercancía se toma como "un ejemplar medio de su especie"[21], así como el trabajo que se gasta en ella, de esta manera si un trabajador produce un tipo de mercancía de forma manualmente mientras que los demás productores del mismo tipo de mercancía lo hacen mediante una máquina que modifica el proceso social de producción, o el modo de producción de la mercancía, el primer productor continuaría necesitando la misma cantidad de inversión de tiempo para su producción, en tanto que la sociedad requeriría menos tiempo, de modo que su producto sería considerado en relación el trabajo gastado en el tiempo social.

El trabajo que crea la mercancía es ante todo trabajo útil, actividad productiva condicionada por la división social del trabajo. Esta actividad, junto a la naturaleza que se trabaja, crea la riqueza que contiene todo lo producido.

En cuanto al trabajo interesa saber lo que respecta a su cantidad y no considerado como un trabajo específico sino como gasto de fuerza de trabajo humana, gasto productivo de cerebro, músculo, mano, órganos sensibles, etc.

De igual forma que un mismo hombre puede trabajar al mismo tiempo en dos diversas artes, repartiendo su tiempo de trabajo entre los dos tipos de tareas, otro tanto ocurre con el hombre social u hombre abstracto cuando la sociedad desarrolla las condiciones para esta transformación. En la sociedad capitalista, cuando la evolución de la demanda exige que el organismo social en su conjunto transfiera trabajo humano desde una labor a otra, ocurre como en el caso del individuo anteriormente señalado. En consecuencia, el trabajo resultante es trabajo humano en general, una cantidad del trabajo medio simple que puede realizar cualquier hombre común y corriente en cuanto actividad normal de la vida.

Si bien no todos los trabajos son simples, pues también hay trabajo calificado o complejo, éste queda reducido a trabajo simple tomando en consideración que lo que importa es medir la cantidad de trabajo. Así, el trabajo complejo sólo es trabajo simple potenciado, y la reducción tiene lugar a través de un proceso social.

Es posible, que aumente la riqueza material que se crea con el trabajo y que al mismo tiempo disminuya la magnitud de valor creado por él, puesto que dada cierta cantidad, de trabajo, ésta siempre será responsable, de la creación de la misma cantidad de valor. Sin embargo, la mayor o menor productividad del trabajo útil y concreto en el que se manifiesta el trabajo humano puede hacer aumentar o disminuir el volumen de valores de uso por unidad de tiempo que resultan del proceso de la producción.

El fetichismo de la mercancía

El fetichismo en general consiste en atribuirle propiedades a objeto que no están el sino en el sujeto. Se trata de un fenómeno social/psicológico donde, en una sociedad productora de mercancías, éstas últimas aparentan tener una voluntad independiente de sus productores. En el fetichismo se da la apariencia de una relación directa entre las cosas y no entre las personas, lo cual significa que las cosas (en este caso, las mercancías) asumirían el papel subjetivo que corresponde a las personas (en este caso, los productores de mercancías).

En el fetichismo los economistas piensan que el valor es un atributo de las cosas, mientras que el valor de uso les parece un atributo del hombre (la utilidad les parece algo que implica al individuo que consume) que no depende tanto de sus propiedades como cosas; es decir: todo justo al revés.

La aparente relación de cosas no es más que una fantasmagoría, se trata más bien de una relación social entre hombres. La mercancía-cosa, el dinero, asume el valor de otra mercancía, pero no es un valor que corresponda al objeto sino a la red entre sujetos. Su valor no está en su cuerpo material sino en su cuerpo sublime; es decir, en la red de creencias sociales. La mercancía A expresa su valor en relación a B, su valor es en relación así como se predica de un rey que no es rey en si, sino en relación a sus súbditos.

Hay un fetichismo de las relaciones entre cosas, pero también entre las relaciones de hombres. En esta última se predica de una relación entre hombre libres, pero se trata en el fondo de una relación de dominio y servidumbre.

Según Marx en el capitalismo las relaciones interpersonales de dominio y servidumbre de la época feudal se disfrazan "bajo la forma de relaciones sociales entre las cosas, entre los productos del trabajo". De este modo, con el establecimiento de la sociedad burguesa, la idea de sujetos libres del amo y por tanto sin servidumbre toma cuerpo. Las relaciones de dominio y servidumbre no desaparecen sino que se reprimen. Y esta verdad reprimida –la continuación del dominio y la servidumbre- retorna en un síntoma que da al traste con las ideas de igualdad y libertad. El síntoma que inventa Marx, su hallazgo, son "las relaciones sociales entre las cosas", el proletariado.

El ejercicio de reprimir la verdad, verdad de la continuación de las relaciones de dominio y servidumbre, consiste en hacer creer a las muchedumbres, que nos encontramos en un estado de libertad, cuando en realidad este concepto, de la misma manera que el concepto de democracia, sólo contiene apariencias y legalidades que ocultan la explotación y la hegemonía de ciertas clases sociales dominantes.

Las relaciones entre personas se disfrazan en relaciones entre cosas, lo cual hace vivir la ilusión de la relación entre libres.

 

 

Autor:

Fayver Libardo Carrillo Rubio

[1] Cornelius Castoriadis. Psiquis-Sociedad: una crítica al racionalismo. Valor, igualdad, justicia, política: de Marx a Aristóteles y de Aristóteles hasta nosotros. Pág. 20

[2] Ibíd. Pág. 20

[3] Ibíd. Pág. 24

[4] Ibíd. Pág. 28

[5] Ibíd. Pág. 47

[6] Ibíd. Pág. 48

[7] Ibíd. Pág. 55

[8] Ibíd. Pág. 56

[9] Ibíd. Pág. 57

[10] Ibíd. Pág. 69

[11] Ibíd. Pág. 85

[12] La problemática de comparación de los objetos se resuelve en la economía política moderna a partir de la comparación de sus costos de producción.

[13] Ibíd. Pág. 97

[14] Política ,E,I,5

[15] Ibíd. Pág. 107

[16] Esta corresponde con el momento histórico en que los intercambios son fortuitos, ocasionales, excepcionales

[17] Corresponde al momento histórico cuando se ha vuelto habitual el intercambio de algún tipo particular de mercancía

[18] Ibíd. P. 48

[19] Corresponde al momento histórico cuando la tarea de darse una forma de valor se convierte en una obra común, y no en un asunto privado, del mundo de las mercancías.

[20] El capital, Karl Marx, Tomo I, Cap. I, P.55

[21] El capital, Karl Marx, Tomo I, Cap. I, P. 31