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El valor del diálogo y el cronotopo en la construcción del discurso de "Lobos al anochecer" de Gloria Guardia


    El valor del diálogo y del cronotopo en la construcción del discurso de Lobos al anochecer – Monografias.com

    Han transcurrido ventiún siglos de historia humana y desde siempre la tendencia del hombre ha sido la búsqueda del conocimiento, la explicación del ser y la existencia. Y en este proceso inquisitivo, cada nueva generación se pregunta por los acontecimientos en los que se vieron envueltos sus antecesores, pero también, como una tendencia natural del ser humano, cada generación quiere dejar memoria de lo que ha sido. De tal forma que, el ciclo se repite constantemente dando origen a un permanente diálogo del hombre con su historia. En ese reconstruir de la conciencia histórica, importa la búsqueda de la verdad. Sin embargo, vale la pena interrogarse cuál es esa verdad. Se trata de aquélla que ha marcado los destinos de los pueblos. Puede concluirse, entonces, que quien escudriña en la historia está en búsqueda del ser individual, social y nacional.

    Si indagar en la historia, en la búsqueda del ser, de la conciencia histórica, de la memoria colectiva , de la verdad, ha sido una constante humana, no es de extrañar que esa actividad transgreda los límites de las ciencias sociales y se inserte en la obra artística de vieja data como lo es la literatura.

    Con respecto al punto anterior, la historia insertada en los relatos alcanzó su esplendor con los románticos a quienes les atrajo el pasado como una forma de evasión y de desmitificación de oscuros sucesos pretéritos. Fue Sir Walter Scout, con Waverly (1814), quien inició formalmente la recreación de la historia en la novela, lo que en la actualidad se conoce como novela histórica. Lo esencial en este subgénero es que el escritor intenta plasmar de la manera más fiel posible sucesos, personajes o ambientes históricos, aunque sea la ficción narrativa y recreación literaria la que determinen el carácter novelesco. Las publicaciones de Scout causaron gran revuelo, tanto así que, a mediados del siglo XIX, la novela histórica estaba de boga en toda Europa.

    Hispanoamérica, como es obvio, no escapa a la tendencia, y grandes obras inspiradas en sucesos y personajes históricos se han escrito. Se pueden citar, entre ellas: Amalia, de José Mármol, El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez y Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos.

    En Panamá, también se han escrito numerosas novelas históricas fundamentadas en sucesos y personajes que han marcado un hito en el fluir de la vida istmeña: la construcción del canal, el fusilamiento de Victoriano Lorenzo, los sucesos del 9 de enero de 1964 y la invasión norteamericana del 20 de diciembre de 1989.

    Existía, sin embargo, un acontecimiento histórico que no había sido novelado y que, en su momento, causó gran impacto en la ciudadanía en general. Velado por el tiempo, un misterio por resolver, el asesinato del Presidente José Antonio Remón Cantera., ocurrido el 2 de enero de 1955, ha servido de inspiración a Lobos al anochecer (2006) publicada por la escritora panameña Gloria Guardia,.

    En esta novela se establece el diálogo con la historia entre las voces se los entes de ficción y los entes históricos. La obra recoge las interacciones dialógicas en un cronotopo que revela al lector la imposibilidad de los panameños de sustraerse a los acontecimientos de tres lustros, el lapso comprendido entre 1940-1955. Pretende la novela reconstruir de manera fidedigna y exacta un periodo de profundas contradicciones nacionales en cuanto a la lucha de clases, entre quienes detentan el poder económico, político y militar. Por ello, se incorporan los discursos de esos grupos sociales en pugna. Esta incorporación produce lo que Mijail Bajtin ha llamado polifonía de voces, en un espacio específico, la ciudad de Panamá de aquella época que comprendía lo que hoy es el centro de la capital.

    Para la elaboración de los discursos en Lobos al anochecer, se conjugan los procesos de introspección y retrospección dando como resultado el conocimiento de la propia esencia. Es la narración de la historia personal de Ana Lorena Jiménez Arango aunaa a la reconstrucción del magnicidio del presidente Remón. El personaje femenino, en constantes reminiscencias de su vida pasada, deja fluir las voces interiores revelando sus más íntimos secretos, sus amoríos frustrados con el casanova Guillermo Willie Fernández, y su matrimonio por despecho con el militar Ernesto O"Shea.

    En tal sentido, como protagonista y narradora, desde el presente reconstruye su pasado y con saltos temporales regresa al presente inmediato para revelar tanto su angustioso estado anímico como el de gran parte de la población, ante el asesinato del presidente Remón; así como también los días de inestabilidad política que atraviesa la República, porque todo es especulación e incertidumbre y se prevé un golpe contra el presidente en ejercicio José Ramón Guizado, a quien le correspondía por mandato constitucional suceder al asesinado presidente.

    Paralelo a la narración heterodiegética, un narrador homodiegético presenta al protagonista histórico: José Antonio Remón Cantera en el último día de su existencia, desde la mañana hasta la hora trágica, 7:30 p.m. y la posterior conspiración de dos personajes de la ficción: Willie Fernández y Federico Jiménez Arango quienes planifican la forma como implicar al nuevo Presidente: José Ramón Guizado. Este narrador, alterna la presentación de Remón con la de su antagonista, el personaje ya mencionado Willie Fernández. En esta parte del relato, se crea la tensión y el suspenso suficiente para que el lector siga con vivo interés la trama y el desenlace de la historia.

    Por otra parte, con el fin de mantenerse al corriente de la información que arrojan las investigaciones, Ana Lorena se apoya en la palabra de los otros: su padre y su hermano Federico, porque los hombres de aquella sociedad machista le han prohibido a las mujeres que salgan a la calle, pues ¿qué puede opinar una mujer de estos sucesos? Los detalles de las pesquisas le llegan también a través de los diarios de la época: La Estrella de Panamá, El Panamá América y La Hora, que son los de mayor credibilidad, los cuales recogen la versión oficial de los acontecimientos. De esta manera, se reafirma ese constante diálogo que, según Bajtin, no es sólo la interacción cara a cara del discurso oral, sino el apropiarse de la palabra del otro. De hecho, ya en la misma construcción y lectura de la obra el destinatario mantiene un perenne diálogo con el autor- creador.

    La intimidad de los personajes históricos también se descubre. El lector conoce así acerca de la familia de Remón, los estudios realizados por éste, su matrimonio con Cecilia Pinel, la afiliación partidista del ex-coronel, u afición por las carreras de caballo, el béisbol y la bebida; así como también sus vínculos y andanzas con la Cosa Nostra. Además, el lector escucha las voces interiores de Remón y se entera de las razones por las cuales adoptó las políticas aplicadas bajo su administración.

    Asimismo se le ofrece al destinatario extensamente datos referentes a la negociación del tratado, con el cual el Presidente buscaba lograr mayores beneficios de los aportes del Canal, y cambiar la cláusula de arrendamiento a perpetuidad por una que estableciera un período de noventa y nueve años. Incluso, el lector conoce del repudio y enemistad de Remón hacia el personaje Willie Fernández. Sin embargo, ese fluir constante del pensamiento del protagonista histórico, carece del monologismo porque está presente la otredad, el otro. Lo que no deja de sorprender en ese diálogo de la conciencia de Remón consigo mismo, es la total ausencia, ni el más mínimo asomo de remordimiento ni la perspectiva, siquiera fugaz, de enmendar los pasos y abandonar la vida delictiva. Es el típico caso del hombre a quien el poder lo ha subyugado y se ha hecho soberbio, incapaz de evaluar las propias acciones y que termina abrogándose el derecho él solo de tomar las decisiones.

    El narrador retrata a un Remón con deseos de liquidar a quien opina ha sido, desde la época escolar, el más acérrimo de sus enemigos: Guillermo Willie Fernández. Aduce Remón que la policía le dio de baja en el 40, gracias a una jugada de Willie, pero lo que en el fondo lo anima es la envidia, ya que el Fulo Fernández posee todos los atributos físicos de que él, Remón, carece.

    De esto se percata el lector en el Capítulo Segundo de la novela: "Acabó de vestirse y se asomó al balcón. Tembló de ira al observar el yate de Willie Fernández, el playboy…meciéndose orgulloso en la bahía. La última vez que él y el dueño del barco se habían encontrado el otro se le había puesto al frente, whisky en mano, y había soltado una carcajada. "¡Hombre, cada vez que te veo luces más chiquito y más rechoncho. Así no habrá hembra que te quiera!", había exclamado aquél ante un grupo de gente conocida" (p.36). De tal forma que Remón detestaba a Fernández y en el Capítulo Undécimo, cuando Fernández casi choca el carro presidencial, por el pensamiento de Remón cruzó la sentencia de muerte contra Fernández, solo que éste último se le adelantó: "Remón no respondió , ni hizo el menor ademán que denotara lo que se le había cruzado por la mente. No obstante, en su fuero interno, sabía que con Fernández era cuestión de hacer "cirugía total", de extirpar aquel cáncer lo más rápido posible" (p.201).

    Por el contrario, debe anotarse que el diálogo consigo misma de Ana Lorena la conduce a un proceso de reconocimiento y de autoconocimiento y la lleva a quitarse las máscaras.

    El autoconocimiento actúa en sentido positivo para ella, pues al final hay un crecimiento personal, la liberación de los atavismos que la atan a una vida fría, carente de sentido, una existencia de sometimiento a los deseos y opiniones de los demás. Irónicamente para Ana Lorena el episodio de la muerte de Remón le ofreció la posibilidad de ser espiritualmente libre y de terminar con la farsa de su matrimonio. No en vano la protagonista afirma: "Sé que no extrañaré casi nada de los instantes compartidos con O`Shea.." (Lobos al anochecer, Capítulo XIX, p. 345).

    Y más adelante señala: "He evadido demasiado, he corrido demasiado sin dejar memoria. Es hora de despertar, de comprometerme con la vida y con mis circunstancias." (p.346). Refirma su decisión de libertad cuando en su interior se dice: "Ya basta de los ritos de dominación y de poder de los Willie o de los Ernesto. De eso ya he tenido suficiente" (p.347).

    En tanto, no ocurre igual para la nación panameña. Aunque liberada del poder autocrático de Remón, sus adláteres se manejan como verdaderos lobos y urden la mascarada histriónica que recubrió los hechos del año 55, inculpar a Guizado. Se deja de esta manera al descubierto un mundo cargado de tanta inmundicia, cuyos resortes internos son la codicia, la avaricia, la envidia, el odio, la megalomanía y la avidez desmedida de poder. Es una clase dominante totalmente corrupta.

    Por otra parte, Bajtin ha dicho que ningún género como la novela es receptora y reveladora de la conciencia histórica y si uno de los objetivos de escudriñar el pasado es la búsqueda de la verdad, esa verdad que descubre la reconstrucción de tres lustros de historia en Panamá es aterradora, alucinante y explica que los males del presente no son de reciente data, sino el fruto de ese pasado oscuro donde el crimen organizado en contubernio con autoridades civiles, militares y los políticos de viejo cuño se había arraigado profundamente en este país, a tal extremo que, impunemente no solo pululaban los negocios sucios del narcotráfico, blanqueo de capitales a través de los bancos suizos, prostitución, tráfico de influencias, nepotismo, entre otros, sino que se habían enquistados en la sociedad panameña

    Este extenso diálogo con la historia que es la novela Lobos al anochecer, se ve reforzado por la vastedad del cronotopo: varios espacios y tiempos confluyen en la obra.

    Con respecto a este punto, señala Bajtin que la importancia de los cronotopos incluye el aspecto temático y figurativo por cuanto ofrece el campo propicio para la representación de los acontecimientos, y entre otras cosas, permite el conocimiento histórico-geográfico. Bajtin le concede tal importancia al cronotopo que lo considera como centro organizador de los sucesos narrativos de una novela. En efecto, en la novela Lobos al anochecer así ocurre.

    El relato se inicia en Buenos Aires, cuando la contemplación del Río Plata, por parte de la protagonista de la ficción le hace recordar los mares panameños. Informada del aciago acontecimiento del día 2 de enero de1955, una asignación a su esposo la hace desplazarse muy pronto a la ciudad de Panamá, a la cual arriba el 4 de enero. En esta capital, evoca detalles de su niñez y primera juventud y, en este punto, los recuerdos conducen al lector a través de un cronotopo europeo. De pronto, el lector viaja al París primaveral, a la Nueva York otoñal y al México veraniego para retornar al marco de los hechos del 2 de enero. En ningún momento, Ana Lorena se puede desligar ni del espacio ni del tiempo, porque las distintas estaciones temporales y los escenarios ligan a la protagonista con los recuerdos de su amor frustrado.

    Por ejemplo, en el Capítulo Séptimo, cuando Ana Lorena asiste con su madre, doña Pilar a los rezos de Remón, en la Iglesia del Carmen, el encuentro con Willie tras ocho años de separación, la afecta profundamente y hace que emerjan vivos recuerdos, el que más la marcó: la escena erótica de su primera entrega a Willie: "Fue en ese verano cuando (…), ave de mil presagios, se atravesó una vez más en mi camino. Se apareció en México con Federico convenciéndome, de paso, de que regresara ese otoño a Nueva York. Aquella noche de principio de julio, enardecido, me llevó a su lecho. Recorría, lento, el firmamento de mi cuerpo (…) y yo me perdía en la fuerza arrolladora de ese torbellino". (p.128). En el Capítulo Décimo, con motivo de las insistentes llamadas de Willie a la casa de Ana Lorena, ésta explica las circunstancias en que inició su romance con dicho personaje.

    En estas evocaciones nuevamente el cronotopo adquiere vital importancia: "Todo comenzó aquella tarde de primavera parisina en los Bosques de Boloña, ¿o fue en el parque Monceaur? Es inútil, he borrado los detalles de aquel lejanísimo escenario. Se adelantó a los que nos acompañaban. Me llevó a una de las bancas de madera que abundan en los parque y jardines europeos…"

    Igual sucede con el personaje masculino protagónico de la ficción, el playboy, Guillermo Fernández Wagner, quien no se puede desligar del cronotopo. Pero contrario a Ana Lorena, las relaciones espacios- temporales no lo vinculan con los amoríos con ella, sino con las acciones delictivas. En ningún momento, Willie alude en sus evocaciones a Ana Lorena, porque para Willie, una extraña personalidad cargada de egoísmo, vanidad y megalomanía, lo más relevante son los detalles de dónde, cómo y cuándo ingresó a la "Compañía", y fue escalando posiciones gracias a su astucia como abogado y a las relaciones sociales que mantenía en Washington, debidas a su ilustre apellido materno.

    De igual forma, sus desplazamientos a distintos escenarios se deben a la naturaleza de sus negocios ilícitos. Willie es un mundano que recorrió varias capitales europeas (París, Londres, Berlín) y, por supuesto, norteamericanas. Finalmente, un esclavo del tiempo y del espacio, puesto que le corresponde urdir la trama, preparar el escenario y a los personajes que participarán del magnicidio, de tal forma que todo resulte perfecto como otras tantas operaciones de la "Compañía" en las cuales ha intervenido desde su juventud. No es de extrañar, por ello, la minuciosidad en los detalles, y la preocupación del propio Willie y de Nostradamus, el jefe de los francotiradores, ante la ausencia de Martin Irvin Lipstein, el francotirador encargado de balear a Remón; no ha llegado al país a las cuatro de la tarde y no conoce el escenario y la forma de retirada una vez ejecutado el atentado. Willie está tan atado al tiempo que ordena a sus compinches sincronizar todos los relojes.

    La operación se ejecutaría exactamente a las 7:30 p.m. después de que, el infiltrado en la cantina del club house hiciera una llamada a las 7:26 p.m. Constantemente Willie recalca a sus cómplices que cuidar todos estos detalles le ha significado el éxito de muchas operaciones para la "Compañía": estar en el escenario indicado a la hora indicada. En este sentido, el narrador omnisciente sigue en sus acciones paso a paso, tanto a la víctima José Antonio Remón Cantera, como al encargado de planificar y ejecutar la sentencia de muerte dictada contra Remón por la tríada: la CÍA, los militares de la cúpula y ciertos políticos panameños en asocio con la Cosa Nostra y Willie Fernández. De tal manera que, el lector se desplaza junto con Willie no solo a los escenarios europeos y norteamericanos, sino que a distintos escenarios dentro de la capital panameña. El día de la gran operación, Willie sale de su yate, salta a tierra y se reúne con Rubén Miró, luego se dirige a Miraflores, va al Club Unión, a un jardín llamado Atlas y se reúne con el francotirador Leroy Egglenston, sigue al mercado donde se halla Nostradamus preparado con sus "soldados" para salir hacia Juan Franco; al Casco antiguo y a Juan Díaz.

    Por su parte, Remón realiza sus actividades del último día de su vida dentro de la Presidencia, eso sí en diversas habitaciones: el despacho, el salón, sus recámaras interiores, la bañera, el comedor para, finalmente, dirigirse hacia el Hipódromo Juan Franco donde se ejecuta el atentado.

    El manejo de los diversos cronotopos en el discurso de Lobos al anochecer evidencia las relaciones sociales de los personajes, señala el marcado protagonismo de la clase dominante e indica, por otra parte, la marginalidad de las clases populares en el tiempo histórico de la novela.

    También entre los cronotopos se perciben interrelaciones dialógicas que se concretan, no en el mundo representado de la novela, sino en el mundo del autor y del lector u oyente. Éste último puede percibir en Lobos al anochecer el mundo real de la época narrada en la novela a través de sitios concretos y específicos, mencionados con anterioridad., y hasta se forma una idea general del cronotopo extranjero. Vale la pena agregar que en el marco de las acciones, lo que se percibe es angustia, desasosiego e intranquilidad no sólo en los días posteriores al homicidio de Remón sino que la novela revela que durante los tres lustros durante los cuales el Coronel dominó la escena pública también hubo momentos de incertidumbre, porque Remón ostentaba el control de la policía y quitaba y ponía presidentes según su conveniencia.

    Por otra parte, en las relaciones espacio- temporales de la novela Lobos al anochecer, es necesario recalcar la evidente falta de coincidencia entre el momento de la enunciación y el enunciado, pues la historia muestra saltos temporales, regresiones o retrospección en cuanto a la narración. Existe la presencia de un narrador metadiegético, porque Ana Lorena construye sobre la base de su historia, el relato de la historia del Presidente Remón. Pero también aparece el narrador homodiegético, quien es el que lleva los hilos de la narración de los acontecimientos históricos. Así se construye la ficción, sobre la base de la alternancia de los dos narradores. El metadiegético que sigue los sucesos tras el magnicidio y el homodiegético que relata los sucesos del 2 de enero de 1955, pero que también informa y reconstruye, a través de las regresiones, del periodo de la historia panameña comprendido entre 1940-1955.

    Finalmente, este mismo narrador cierra el discurso narrativo con la presentación de la protagonista veinticinco años después (1970) enterándose, como una ironía, el 2 de enero, del asesinato de Rubén Miró, leyendo el memorándum que al respecto del juicio de Guizado había escrito don Manuel María Jiménez Garrido, padre de la protagonista.

    La novela Lobos al anochecer, un discurso circular, se constituye, pues, en un diálogo con la historia panameña de un período específico y cuyo principal suceso, el único magnicidio ocurrido en Panamá, no fue ni ha sido resuelto, porque la tríada que lo planificó enmarañó con sus hilos invisibles las investigaciones y trabajó para cometer el crimen perfecto.

     

     

    Autor:

    Sidia García Olivito