El aprendizaje de la felicidad
La Felicidad es el sentido y finalidad de la vida (Aristóteles). El objetivo y fin de la existencia humana que pese a las circunstancias negativas que enfrentamos en el día a día anhelamos y tan solo queremos sentirnos bien. ¿Quién no ha pensado alguna vez en querer ser Feliz? Todos queremos ser felices siempre, cada uno en su interior tiene este deseo de sentir esa sensación placentera que brinda un bienestar. Pero ¿Qué es la felicidad? Acaso ¿Tener riqueza, casarte, sentirte amado o querido, tener el trabajo o jefe esperado, contar con los bienes materiales que sueñas, viajar por todo el mundo, tener belleza física, que tus hijos, padres, familiares, amigos, pareja sean como tú quieres para vivir armónicamente, tener éxito profesional, sentirte realizado espiritualmente, tener lo que ves otros tienen, que te reconozcan lo que das por los demás? Todo lo anterior está demostrado son consecuencias de felicidad mas no la causa (Chopra). Piensa por un momento: ¿Qué necesitas para ser feliz?
Pocos sabemos que es en sí la felicidad, ¿Cómo la definirías? ¿Dónde nace la felicidad? Si no sabemos qué es, ni que es lo que realmente nos daría felicidad, tampoco sabremos cómo hacer sea completa, duradera, no nos daremos cuenta realmente de hasta qué punto podemos aumentarla ni sabemos exactamente cómo conseguirlo. En el presente documento el cual es elaborado con el fundamento de múltiples investigaciones que diversos autores han publicado y de los cuáles consideraremos sus aportaciones nos centraremos en el Aprendizaje de la felicidad, una felicidad real, en plantear tus suposiciones más arraigadas sobre cómo ser más feliz y si puedes conseguirlo. Comprender que puedes ser feliz, ser más feliz, que está en tus manos, y que es una de las cosas más vitales y trascendentales que puedes hacer por ti mismo y por las personas que te rodean te dará la pauta para emprender este camino de aprendizaje.
La importancia y las consecuencias del estudio científico de la felicidad y el bienestar; que la felicidad ofrece innumerables recompensas, no sólo para la persona que es feliz, sino también para su familia, sus compañeros de trabajo, la comunidad, el país y la sociedad. Trabajar sobre la manera de ser más felices –sugiere la investigación– no sólo hará que la persona se sienta mejor, sino que estimulará su energía, su creatividad y su sistema inmunitario, promoverá mejores relaciones, aumentará su productividad en el trabajo e incluso le alargará la vida. La investigación demuestra que la Felicidad depende de nosotros mismos por lo que no es algo que debamos buscar o que se vaya dar, es algo que debemos construir. Nunca es demasiado temprano, ni demasiado tarde para crear esta felicidad interna y personal. Felicidad es la experiencia de alegría, satisfacción o bienestar positivo, combinada con la satisfacción de que nuestra vida es buena, tiene sentido y vale la pena. (Sonja Lyubomirsky).
La felicidad, es mucho más que un estado de ánimo alegre o un talante optimista. En realidad, una vida feliz está llena de todo tipo de emociones constructivas. Por ejemplo, las emociones positivas con relación al pasado, tales como gratitud, perdón y agradecimiento, constituyen factores importantes de una existencia dichosa, al igual que las emociones positivas con relación al futuro, como optimismo, fe y confianza. Las investigaciones sociológicas han demostrado una y otra vez que las personas encuentran la felicidad en sus relaciones con otros seres humanos. Los buenos sentimientos como el amor, la bondad y la empatía nos ayudan a crear esos vínculos. Y las emociones positivas enraizadas en el presente, como la alegría y la satisfacción, constituyen factores indispensables de una infancia dichosa (Christine Carter).
Matthieu Ricard en si libro: "En defensa de la felicidad" menciona que él entiende por felicidad un estado adquirido de plenitud subyacente en cada instante de la existencia y que perdura a lo largo de las inevitables vicisitudes que la jalonan. En el budismo, el término sukha designa un estado de bienestar que nace de una mente excepcionalmente sana y serena. Es una cualidad que sostiene e impregna cada experiencia, cada comportamiento, que abarca todas las alegrías y todos los pesares, una felicidad tan profunda que . Es, asimismo, un estado de sabiduría, liberada de los venenos mentales, y de conocimiento, libre de ceguera sobre la verdadera naturaleza de las cosas. Los términos sánscritos sukha y ananda, generalmente traducidos, a falta de algo mejor, como «felicidad» y «alegría», en realidad no tienen equivalente en las lenguas occidentales. La palabra «bienestar» sería el equivalente más cercano al concepto de sukha, si no hubiera ido perdiendo fuerza hasta designar simplemente un confort exterior y un sentimiento de Satisfacción bastante superficiales. En cuanto al término ananda, más que la alegría, designa el resplandor de sukha, que ilumina de dicha el instante presente y se perpetúa en el instante siguiente hasta formar un continuo que podríamos llamar «alegría de vivir». Sukha está estrechamente vinculado a la comprensión de la manera en que funciona nuestra mente y depende de nuestra forma de interpretar el mundo pues, si bien es difícil cambiar éste, en cambio es posible transformar la manera de percibirlo. Por lo que bajo esta conceptualización podemos identificar el significado de la felicidad, que a través de hábitos en los cuáles uno mismo creará este estado de bienestar de manera constante.
La única fuente verdadera de toda felicidad, debido a que cualquiera que sea la felicidad que parezcamos obtener de otras gentes o cosas, surge solo de dentro de nosotros. Es nuestra naturaleza verdadera y esencial. Por lo tanto, la razón por la que amamos nuestro sí mismo más que a cualquier otra persona o cosa, es simplemente que somos felicidad —la plenitud de felicidad perfecta, y la única fuente final de todas las diversas formas de felicidad que obtenemos aparentemente de otras gentes y cosas. No podemos sentirnos completamente cómodos o felices con algo que no es verdaderamente natural a nosotros. Por eso es por lo que nunca nos sentimos totalmente felices, a pesar de todos los placeres materiales, mentales y emocionales que podamos estar gozando. Todos esos placeres vienen y se van, y, por consiguiente, no son naturales a nosotros (Bhagavan Sri Ramana).
Existen personas que disfrutan de la vida pese a las circunstancias vividas y otros que son incapaces de encontrar o sentir la felicidad por mucho que lo intenten aún teniéndolo al parecer todo o sin haber pasado por algún episodio o situación que alterase su bienestar y luego la mayoría caemos en algún lugar de la escala entre esos dos extremos. La razón para estas sorprendentes disparidades es el nivel básico de felicidad. Marci Shimoff explica que los investigadores han descubierto que, independientemente de lo que le pase a la gente en la vida, las personas tienden a volver a un nivel fijo de felicidad. Al igual que ocurre con el peso —la báscula siempre acaba en torno al mismo número—, el nivel básico de felicidad se mantendrá invariable a no ser que la persona haga un esfuerzo consciente por cambiarlo. Esto quiere decir que se requiere de la "voluntad" de la persona para lograr sentirse plena y feliz, sin esta voluntad y sin ejercer acciones que vayan mejorando su vida a través de hábitos conductuales, de pensamiento y emociones difícilmente se mantendrá en paz consigo misma y por ende presentará constantemente estados de infelicidad e insatisfacción detonados por situaciones o personas externas. Se requiere de ordenarnos, canalizando con diferentes herramientas y estrategias que veremos más adelante la construcción del aumento y mantenimiento de la felicidad. En una revisión reciente de la literatura y estudios existentes sobre la felicidad, los investigadores en el campo de la psicología positiva Sonja Lyubomirsky, Kennon Sheldon y David Schaade confirmaron los hallazgos previos de Lykken sobre cómo la mitad de nuestra felicidad se debe a la genética. No obstante, lo más emocionante no fue eso, sino la nueva información que descubrieron sobre el otro 50%: Parece ser que sólo el 10% de nuestro nivel básico de felicidad viene determinado por las circunstancias tales como el nivel de riqueza que disfrutamos, el estado civil o nuestro trabajo. El otro 40% depende de nuestros hábitos en cuanto a pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. Ésa es la razón por la que es posible elevar nuestro nivel básico de felicidad es decir, está en tus manos reprogramar tu nivel básico de felicidad y fijarlo en un punto más alto de paz y bienestar. El descubrimiento del nivel básico de felicidad y nuestra capacidad de cambiarlo da un vuelco al orden de nuestras creencias sobre la felicidad hasta le fecha: nos pasamos la vida entera buscando la felicidad, anhelando conseguirla, tratando de hacernos con las cosas que estamos seguros de que nos harán felices: riqueza, belleza, relaciones, éxito profesional, etc., buscando o esperando encontrar felicidad en lo externo de una manera equivocada, pero la verdad es que, para ser verdaderamente feliz, lo único que hay que hacer es elevar el nivel básico de felicidad (Marci Shimoff).
A continuación se da una muestra de las observaciones de Sonja Lyubomirsky y también las de otros investigadores acerca de los patrones de pensamiento y de comportamiento de las personas más felices que han participado en sus estudios: Dedican mucho tiempo a su familia y a sus amigos, a fortalecer esas relaciones y a disfrutar de ellas. Se sienten cómodas expresando su gratitud por todo lo que tienen. A menudo son las primeras en ofrecer ayuda a sus compañeros de trabajo y a los transeúntes. Son optimistas al imaginar su futuro. Saborean los placeres de la vida y tratan de vivir el presente. Convierten el ejercicio físico en un hábito semanal (y en ocasiones cotidiano). Están profundamente comprometidas en objetivos y ambiciones para toda la vida (por ejemplo, luchar contra el engaño, participar en política o enseñar a sus hijos los valores que tienen profundamente arraigados). Y, por último, aunque no por eso menos importante, las personas más felices también soportan el estrés, tienen crisis e incluso sufren tragedias. Es posible que en esas circunstancias se sientan tan afligidas o se emocionen tanto como tú o como yo, pero su arma secreta es el aplomo y la fuerza que muestran para hacer frente a las dificultades.
Tal vez te estarás preguntando ¿Por qué habríamos de dedicar tanto esfuerzo para ser más felices? Los múltiples estudios de investigación realizados hasta el momento basados en pruebas científicas revelan muchas razones de peso para aspirar a una mayor felicidad y realización. Sonja, Ed Diener y Laura King han documentado una extensa y creciente bibliografía psicológica que demuestra que ser más felices no sólo nos hace sentir bien, sino que resulta que la felicidad trae consigo múltiples ventajas adicionales. En comparación con los que son menos felices, las personas más felices son más sociables y tienen más energía, son más generosas y están más dispuestas a cooperar, y caen mejor a los demás. Por consiguiente, no es extraño que las personas más felices tengan más probabilidades de casarse y conservar su matrimonio, y de tener una red más rica de amigos y apoyo social. Manifiestan mayor flexibilidad e ingeniosidad en su manera de pensar y son más productivas en su trabajo. Son mejores líderes y negociadores y ganan más. Son más fuertes ante la adversidad, tienen un sistema inmunitario más potente, físicamente son más sanas, y hasta viven más. También aumentan las experiencias de alegría, satisfacción, amor, orgullo y respeto, así, no sólo nos beneficiamos a nosotros mismos, sino también a nuestra pareja, nuestra familia, nuestra comunidad y hasta la sociedad en general.
Marci Shimoff explica que el ser Feliz se trata de un estado fisiológico específico y medible caracterizado por una actividad cerebral, unos ritmos j cardíacos y una química corporal específicos. Gracias a los científicos sabemos que toda experiencia subjetiva se corresponde con un funcionamiento específico del cuerpo, y así la gente que es Feliz porque sí tiende a presentar una mayor actividad del hemisferio prefrontal izquierdo de la corteza cerebral, patrones de ritmo cardíaco más regulares y mayor cantidad de neurotransmisores asociados específicamente con el bienestar y la felicidad: oxitocina, serotonina, dopamina y endorfinas.
¿Cómo podremos lograr el aumento y mantenimiento de la felicidad? Primer paso: Reconocer el anhelo de incrementar la Felicidad no es una ilusión sino un objetivo de una importancia vital. No es un golpe de buena suerte ni algo que debemos encontrar. La investigación demuestra que la Felicidad depende de nosotros mismos, por lo tanto la debemos crear o construir. Se pueden emplear estrategias que aumenten de inmediato tu sensación de bienestar, aunque estés profundamente abatido. Para ello hay que emprender un Programa a más largo plazo. Un programa Permanente de aumento de Felicidad. El esfuerzo es máximo cuando las nuevas conductas y prácticas todavía no resultan "naturales" pero, con el tiempo, el esfuerzo necesario disminuye, a medida que las estrategias se vuelven habituales y se refuerzan a sí mismas. El único que tiene la capacidad para hacer que se dé el aumento permanente de la Felicidad eres TU. Dentro de las estrategias adecuadas para encontrar actividades para la felicidad tenemos: Adecuación a la causa de tu felicidad, adecuación a tus virtudes y adecuación a tu estilo de vida. Podemos llevar a cabo las siguientes actividades para lograr este objetivo: Expresar Gratitud. Cultivar el optimismo. Evitar pensar demasiado y evitar la comparación social. Practicar la amabilidad. Cuidar las relaciones sociales. Desarrollar estrategias para afrontar (problema, emociones). Aprender a perdonar. "Fluir" mas. Saborear las alegrías de la vida. Comprometerte con tus objetivos. Practica la religión y la espiritualidad. Ocúpate de tu cuerpo (la meditación, la actividad física). Dentro de los secretos para una Felicidad duradera tenemos las siguientes cinco claves de la felicidad sostenible: 1. La emoción positiva. 2. El momento más oportuno y la variedad. 3. El apoyo social. 4. Motivación, esfuerzo y compromiso y 5. El hábito. Chopra nos brinda en su libro: "La receta de la felicidad" siete claves para lograr la felicidad: 1. Toma conciencia de tu cuerpo. 2. Descubre la verdadera autoestima. 3. Desintoxica tu vida. 4. Renuncia a tener la razón. 5. Concéntrate en el presente. 6. Observa el mundo en ti. 7. Vive para la iluminación. Para que todo esto se pueda llevar a cabo también se hace necesario detectar y eliminar algunos ladrones de la felicidad como lo son: El quejarse continuamente y por todo, echar la culpa de algo, no asumir responsabilidades y avergonzarse. Pero nunca es demasiado tarde para eliminar a los ladrones de tu felicidad, concéntrate en la solución, busca la lección y el regalo y haz las paces contigo mismo.
Para aprender a educar a niños Felices vamos a citar una serie de recomendaciones a continuación que nos serán de gran ayuda, técnicas, ejercicios que están fundamentados y probados con investigación científica, no en opiniones de los autores, donde los resultados han sido favorables.
Poner una propia máscara de oxígeno, es decir los padres deberán enfocarse en la felicidad personal, dedicando también tiempo a sí mismos. Es necesario hacer una reflexión y ocuparse antes de pensar en los hijos en cómo es la relación con la pareja, o padre o madre de éstos. Por lo que hay que esforzarnos por mejorar la relación con el padre o madre de nuestros hijos, fortalecer ese vínculo. Si vives en pareja, dedica tiempo para disfrutar su relación juntos. No tenemos ni debemos nunca de dejar de noviar, de halagar a la pareja, de cultivar el amor día a día. Si ya no existe tal relación, la cordialidad, ecuanimidad, comprensión, diálogo, procurar ser amigos favorecerá este vínculo. La calidad de ésta relación (matrimonio) es un componente esencial de la felicidad de los padres, y puede afectar enormemente a la dicha infantil. Muchas investigaciones demuestran que existe una relación significativa entre la depresión materna y conductas negativas de los niños, como el mal comportamiento y otros problemas conductuales. La ansiedad materna provoca ansiedad a los niños. Dicho de otro modo, los niños imitan a sus padres, las emociones de las personas tienden a converger, cuanto más tiempo pasamos juntos, más nos parecemos emocionalmente, por lo tanto las emociones positivas de un miembro de la comunidad se expanden con facilidad a los demás.
Sal con los amigos (as) y comparte unas risas, es necesario cultivar las relaciones sociales para generarnos emociones relajantes como la alegría, unas buenas carcajadas, incluso tan solo unas modestas sonrisas reducen el ritmo cardíaco y la presión sanguínea al tiempo que relajan el sistema muscular. Los neurocientíficos creen que oír la risa ajena estimula las neuronas espejo de la región del cerebro responsable del regocijo, de tal modo que el oyente se siente como si él mismo estuviera expresando alegría.
Pedir a la pareja o a los hijos hagan masaje o pedicura, el contacto físico desencadena reacciones bioquímicas que nos hacen sentirnos bien. La investigación de Dacher demuestra que la compasión, la confianza, el amor y la gratitud se expresan principalmente a través del contacto físico. Además, el roce fomenta la liberación de oxitocina en el organismo, una reacción que nos hará sentir más unidos a la persona que efectúa el masaje. Concédete unos instantes de tranquilidad a solas.
Empieza a meditar, esto te generará sin duda paz y tranquilidad. Según afirman las investigaciones, se incrementará la actividad de la zona de tu cerebro que registra las experiencias felices (la corteza pre- frontal izquierda). Como afirma una divulgadora científica llamada Sharon Begley en su libro Entrena tu mente, cambia tu cerebro, los experimentos a los que han sido sometidos los monjes tibetanos revelan que la meditación constituye una manera particularmente eficaz de aumentar la parte del cerebro responsable de las emociones positivas.
Haz ejercicio. Infinidad de investigaciones recientes demuestran que, en muchos casos, el ejercicio es tan eficaz como los medicamentos en el tratamiento de ciertos tipos de depresión. Hacer ejercicio con regularidad incrementará tu inteligencia además de tu felicidad, e incluso aumentará tu autoestima.
Cultiva el contacto con la naturaleza. Está demostrado que pasar tiempo en un medio natural incrementa las emociones positivas y despeja la mente. Cierto experimento demostró que el mero acto de mirar fotografías de paisajes naturales ayudaba a mejorar la atención y las funciones intelectuales.
No vayas de compras. Aunque muchos lo hacemos por diversión, ir de compras no contribuye a una felicidad duradera. Las personas materialistas tienden a ser más depresivas o ansiosas y poseen menos autoestima. Cuanto más busquemos la felicidad en los objetos materiales, menos probabilidades tendremos de encontrarla.
Fortalece vínculos de amistad y ayuda a tus hijos a conservar verdaderas amistades. Sin duda un elemento que más contribuye a la felicidad humana son las relaciones con los demás. Las personas muy felices poseen vínculos sociales más estrechos que las menos dichosas, en parte porque la alegría atrae a los demás y en parte porque tener amigos nos hace felices. Las personas con muchos amigos están más a salvo de experimentar tristeza, soledad, baja autoestima, trastornos del sueño y de la alimentación. Los vínculos sociales amortiguan el estrés y contribuyen a la salud física y emocional. Compartir acontecimientos y sentimientos positivos con los demás incrementa también nuestra felicidad. Estos vínculos se construyen a base de amabilidad, tener empatía hacia el prójimo, tener gestos amables, sentir cariño por los demás, ser generoso, ser compasivo, ser altruista.
Pedir a los hijos esfuerzo, placer al hacer lo que hacen más no en los resultados o la perfección. Alentarlos, elogiarlos, motivarlos los ayudará a sentirse seguros de sí mismos y a brindar su mayor esfuerzo en cualquier tarea que emprendan. Repíteles que te da igual gane o pierda. Esto no hará que se genere una mentalidad mediocre si a lo que se le brinda importancia es al esfuerzo, a la constancia, a la disciplina, al orden, al sentir un gusto o placer al hacer lo que hacen, amar lo que hacen con pasión y orgullo. No exijas ni caigas en comparaciones, tampoco pretendas logren lo que tú no lograste hacer. Los niños que optan por los desafíos y el aprendizaje en vez de hacerlo por el éxito fácil aprenden más y son más felices. Los hijos de unos padres demasiado pendientes de los resultados tienen más probabilidades de padecer depresión, ansiedad y consumo de drogas comparados con otros niños. Elógialos con mentalidad de superación.
Opta por la gratitud, perdón y optimismo. Para practicar la gratitud tan solo debes recordar y pedir a tus hijos recuerden todas las cosas por las que se sienten agradecidos pero de una manera consciente, el secreto ésta en la persistencia, en hacer de ésta sencilla actividad un hábito de vida. Las personas que practican la gratitud son considerablemente más entusiastas, curiosas y decididas, se sienten un 25 por ciento más felices, tienden a ser más amables y serviciales, duermen mejor. La necesidad y escases inspiran gratitud, por lo que no les des todo, un pequeño ejercicio puede ser pedirle a su hijo regale un juguete cada mes a un niño pobre, esto le ayudará a valorar más lo que tiene. El acostumbrarse a perdonar aumenta la autoestima y la esperanza de las personas que han sido agredidas, además de disminuir su ansiedad. Algunos ejercicios pueden ser: 1. Compartid anécdotas de ofensas y perdón.
2. Representar escenas de empatía y perdón. 3. Escribir una carta de perdón. Y por último al practicar el optimismo se desenvuelven mejor en el colegio, en el trabajo y en los deportes, tienen mejor salud y viven más tiempo, se declaran más satisfechos de sus matrimonios, padecen menos ansiedad. Practicar el afecto y atención parentales pues definitivamente el afecto de los padres influye en la actitud de los hijos. Cuando los padres ofrecen a sus hijos una base de seguridad, estos últimos tienden a creer que el mundo es bueno. Para ello es indispensable brindar el ejemplo, las probabilidades de los niños de diez años de padecer depresión al alcanzar la pubertad se reducen a la mitad si aprenden a pensar y a interpretar el mundo desde una perspectiva optimista. Varias formas de pensar con optimismo serían por ejemplo: Identificar los beneficios que acarrean las dificultades, ver el vaso medio lleno: fijarse en los aspectos positivos y no en los negativos, aunque ambos coexistan, reflexionar sobre lo que nos enseña el fracaso, atreverse a confiar: concédete a ti mismo y a los demás el beneficio de la duda en lugar de sucumbir a la sensación de impotencia, el sentimiento de culpa o la percepción de agravio.
Aumenta la inteligencia emocional de tus hijos. O en un mejor contexto educa emocionalmente. Enseñemos a nuestros hijos las destrezas que necesitan para adquirir mayor comprensión de sus numerosos y cambiantes sentimientos. Las personas están educadas emocionalmente en la medida en que son capaces de leer y comprender las emociones, propias y ajenas. Los niños educados emocionalmente saben reconocer, interpretar y responder de forma constructiva a sus propios sentimientos y a los de los demás. Para ello es necesario fortalecer el vínculo padres-hijos. Para fomentar el apego a los hijos es necesario: Mostrarse sensible a sus necesidades mostrándoles afecto, ser receptivo y consecuente, una cosa es saber lo que necesitan y otra proporcionárselas, la receptividad parental constituye un buen pronóstico de mayor sociabilidad, autodisciplina, buen comportamiento con los demás y autoestima por parte de los niños. La coherencia también es importante: John Bowlby, el gran gurú de la teoría del apego, la denomina la ley de la continuidad: «Cuanto más regulares y predecibles son las normas, más seguro tiende a ser el estilo de apego del niño; cuanto más cambiantes e impredecibles, más ansioso es». Sé accesible, emocional y físicamente. No es el hecho de pasar mucho tiempo con los niños, si no brindarles acceso emocional, debemos apartarnos, de los celulares, tv, de nuestras preocupaciones, de lo contrario será como si no estuviéramos. Lo mismo sucede en los casos en que las intenciones son buenas, pero apenas nos ven. Fomenta el apego con otras personas. Está demostrado que los niños que construyen apegos seguros con cuidadores ese mismo tipo de vínculo son los que evidencian mayor educación emocional de todos. Las relaciones seguras que más benefician a los niños son las que construyen con la madre, el padre y la persona que los cuida. Ten presente la importancia de desarrollar apego hacia los hermanos y compañeros. Los hermanos y amigos también son importantes para la seguridad infantil.
Incúlcales hábitos que contribuyan a su felicidad. Son procesos automáticos que funcionan sin que nos paremos a pensar en ellos. Las recompensas no compensan, los castigos no motivan. La mayoría de investigadores coincide en que, como estrategia de motivación, la recompensa no da resultado a la larga. Lo mismo puede decirse de la costumbre de amenazar a los niños con las «consecuencias» de su mala conducta El problema de los premios y los castigos es que enseñan a los niños que el amor es condicional: sólo serán amados si obedecen. Además, las personas felices se dejan inspirar por algo que las trasciende, más que guiarse por recompensas materiales. Tendemos a sentirnos más felices cuando expresamos gratitud, por ejemplo, pero hay infinidad de cosas que no son divertidas. Una de las grandes claves para ser feliz consiste en convertir las tareas más insulsas de la vida cotidiana en rutinas automáticas, para no tener que vencer el impulso de rehuirlas un día sí y otro también. El único punto a favor por ejemplo de las tareas domésticas desde el punto de vista de la motivación intrínseca es el trabajo en equipo: los niños quieren formar parte de la familia, de modo que cuando hacemos hincapié en los aspectos cooperativos de las faenas del hogar, acceden más fácilmente. El bienestar en sí es la recompensa (como testimonio muy personal mi padre nos decía: mientras hagas las cosas con "Amor" nada será una obligación. Disfruta todas tus actividades con alegría, esto no lo comprendíamos del todo mis hermanos y yo, sin embargo, jamás utilizó la fuerza, nos hablaba amablemente y obedecíamos, hoy por hoy en la etapa adulta somos seres responsables, trabajadores, sentimos bienestar y placer al realizar nuestras labores de todo tipo y no nos pesan los quehaceres cotidianos, esto aunado al ejemplo que veíamos en mis padres de hacer sus labores en total armonía y alegría para después salir todos a pasear o bien ir a descansar. Así se explica en el libro: Regreso al vínculo familiar de G. Neufeld y G. Mate: Los padres nunca deben perder el poder en los hijos, que no es lo mismo que emplear la fuerza. Cuando se deben emplear los estímulos, los gritos, las amenazas para que los hijos obedezcan, los padres habrán perdido el poder y por ende el vínculo que los une, corriendo grave riesgo de que los niños y jóvenes sigan a sus iguales en esta necesidad de dependencia afectiva). Hay una forma especial de pedir las cosas que constituye el estímulo ideal para los niños, racionaliza las órdenes, demuestra empatía antes de hacer la petición, da a entender que tienen elección en vez de recurrir al «lenguaje autoritario».
Enséñales autodisciplina. Existen dos tipos de disciplina: la externa, que tú impones a los niños —dictando normas y poniendo límites—, y la autodisciplina, que puedes ayudarles a desarrollar. Todas las reglas y normas que dictamos buscan, en el fondo, incrementar la autodisciplina de los más jóvenes. Los niños necesitan que sus padres les pongan límites, pero de manera positiva. Cuando los progenitores son firmes y cariñosos, cuando se implican sin invadirlos, los investigadores hablan de «padres con autoridad».
Cena en familia, de ser posible desayuna y come también, que estos espacios se conviertan en un verdadero ritual, donde la convivencia, el diálogo, la paz, la armonía el amor, se palpen y cada integrante de la familia desee ansiosamente llegue ese momento mágico, en su hogar, el que convertirá como su refugio. Acostumbra a dar gracias por el alimento recibido a nuestro creador y a quien los prepara.
Bibliografía
1. Carter, C. (2012). El Aprendizaje de la Felicidad. Barcelona, España: Editorial Urano.
2. Chopra, D. (2011). La Receta de la Felicidad. México D.F.: Grijalbo.
3. Fox E. (2013). Una mente feliz. México. Diana.
4. James M. (2008). La felicidad y el arte de ser. Sanz y Torres.
5. Lyubomirsky, S. (2011). La Ciencia de la Felicidad. Barcelona: Urano.
6. Matthieu, R. (2005). En defensa de la Felicidad. Barcelona, España: Urano.
7. Shimoff, M. (2008). Feliz porque sí. Barcelona, España: Urano.
Autor:
Gabriela Páez Huerta