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Urimare, la princesa guerrera (Venezuela)

Enviado por FRANCISCO NATERA


Partes: 1, 2

  1. Prefacio
  2. Colón el inesperado
  3. Fila de Mariches, la tierra amada
  4. Nace una princesa
  5. El pequeño poblado de "El paraíso"
  6. Pobladores ancestrales…venidos de la Madre Tierra
  7. Mala conducta y agravios
  8. La masacre de "Pancecillos"
  9. La maldición del Guaraira Repano
  10. Urimare la princesa líder
  11. Santiago León de Caracas
  12. La reunión de los oprimidos
  13. El sitio de las maracas: Maracapana
  14. La garganta de "Agua Salud"
  15. La retirada
  16. ¡Piratas!…piratas!
  17. Mariches heroicos, mariches mártires
  18. La peligrosa princesa, cautiva
  19. Honor a Aramaipuro, héroe de la patria mariche
  20. Regreso a la madre patria mariche
  21. El litoral central, "civilizado"
  22. La Guaira, la ciudad nunca fundada
  23. Guaico, embajador en Tarma
  24. El Prefecto asesinado!
  25. En los brazos de Urimare
  26. El yo, comenzó a sustituir al nosotros
  27. Urimare el final de una época
  28. Vargas, cuna del futuro

edu.red

PROGRAMA TIUNA, LUZ DEL AMANECER

LIC. FRANCISCO NATERA AMUNDARAIN

Prefacio

URIMARE, la princesa guerrera, en nuestra historia, por cierto muy mal contada, o mejor dicho contada a favor de unos cuenteros que arrimaron la braza para su candela y nos dejaron cuentos, informaciones y otras especies no muy verdaderas o muy ajustadas a su verdad.

Urimare, quien nació en la Tierra Amada de Mariche, en la entrada del valle de Los Caracas, por donde nace el sol y cerca de un pueblito llamado Petare, o el que está "frente al rio".

Luego de participar en la gran batalla de "Maracapana", se desplaza con su padre ARAMAIPURO, en unas de esas marchas tan frecuentes en nuestra historia, entre el centro o Caracas y el oriente de Venezuela o Cumaná.

En la ciudad oriental es capturada por el pirata Sir Walter Raleigh y matando a su custodio, vuelve a tierra e inicia el camino de retorno al centro del país.

Llega a los dominios del anciano cacique GUAICAMACUTO y empieza su periódo como cacica, gobernadora y reina del Litoral Central.

Es una historia emocionante, llena de combates, de duros sacrificios, de mucho coraje y de una belleza estimulante, para que entendamos el largo proceso de uno de estas heroínas olvidadas en hacer la nueva MATRIA.

Francisco Natera A. Playa Verde, Vargas 2005.

Colón el inesperado

Cuando Colón llegó medio perdido por estas nuevas tierras, ya habían sucedido acontecimientos sociales y políticos de gran trascendencia. Cuatro grandes civilizaciones muy avanzadas poblaban el continente, al norte los Aztecas, en el centro los Chibchas y Mayas, al sur los Incas. Igualmente en extensos territorios habitaban Arahuacos, Caribes, Timoto Cuicas, Tarmas, Araucas, Aimaras y otras miles de tribus.

En el mar Caribe los pobladores Taínos, ya sufrían la invasión y conquista de los Caribes, tremendos guerreros y navegantes arrojados.

Lo Arahuacos se expandieron por el norte y sur de América y su raíz lingüística llegó a ser una de la más extendida en todo el continente.

Los pobladores arahuacos de las Antillas a los pocos años de la invasión europea habían sido exterminados por las guerras internas, las atrocidades y barbaries de los conquistadores y las enfermedades importadas de Eurasia.

Las islas caribeñas eran el asiento de tainos, arahuacos y caribes, quienes habían conquistado cierta estabilidad política y mucha prosperidad en la producción de alimentos. Es decir el escenario en donde tocan tierra los europeos, poseía ciertas condiciones que desmienten esa especie de leyenda basada en la falsedad, que los españoles eran necesarios para conducir las etnias "salvajes" a "la civilización".

Sabemos que tarde o temprano el contacto del nuevo mundo con el viejo y conocido era menos que inevitable, lo que si podemos asegurar es que los pobladores de estas tierras tenían su curso de vida, sus lenguas, costumbres y religión, las cuales fueron impactadas, sustituidas, violadas y conducidos a "un nuevo orden", cuyas consecuencias coloniales apenas en el siglo 21, hemos empezado a revertir efectivamente.

Una de estas terribles consecuencias fue la sujeción de estos pueblos a las leyes, normas y costumbres de los pueblos invasores, europeos y luego norteamericanos y ello se explica por la poderosa transculturización que desarraigó a estos pueblos de sus sanas costumbres, de su amor por la tierra y su conservación y sobre todo por la brutal anulación del "bien común por encima del bien egoísta e individual".

Muy poco se ha escrito sobre la tremenda resistencia de los pobladores en contra de los invasores, la cual posiblemente duró unos 300 años. Primero fueron los indígenas, luego los negros y mestizos y al final los descendientes mezclados y forjadores de la independencia de España.

Esta lucha siempre estuvo matizada de acontecimientos terribles, batallas nunca reseñadas, millones de muertos, traiciones internas y episodios siempre dignos de ser contados.

Fila de Mariches, la tierra amada

Este sueño irreal, me traslada a la Fila de Mariches, espacio aledaño a la ciudad de Caracas, Venezuela y por encima de mi cabeza pasan en sucesión las imposibles y extrañas cabinas del Cable de Mariche, un correaje que hoy transporta 500 años después, a estos pobladores nuevos, cuya conciencia a veces nada tiene que ver con sus ancestros, aquellos mariches quienes dieron su vida por la libertad y defendieron este mismo territorio de los extraños invasores.

Los Mariches ocupaban desde tiempos precolombinos, la zona aledaña a la ciudad de Caracas, a la vera del río Guaire y la quebrada Caurimare, por allí se asentaban los Mariches, descendientes de los Caribes y cuyo asiento principal era el poblado de Petare, que en lengua Caribe significa "Poblado frente al río".

Como siempre se falsifica la verdadera historia y se cree que Petare fue fundado en 1621 por el español Pedro Gutiérrez, cuando la realidad fue que Petare ya era un viejo poblado habitado por millares de mariches, cuando sus pobladores vieron por primera vez a los invasores.

Tamanaco fue su último gran gobernante asesinado por el "progreso". A partir de este hecho y del desplazamiento de los mariches hacia el este de Venezuela, huyendo de la esclavitud y la opresión, se inicia el aplastamiento de estos magníficos venezolanos ancestrales.

En la neblinosa mañana se destacaban las azules colinas circundantes del sector "El Hatillo", lugar hermoso aledaño a Mariche.

Ráfagas de viento inundaban con blancas bambalinas de niebla y en la choza de Aramaipuro gran cacique y jefe de los mariches había un trajín inusual.

Afuera sentados frente a una improvisada fogata estaban los guerreros principales siempre atentos y respetuosos de la voz del gran cacique, gran líder de los mariches y muy reputado por su fortaleza, sabiduría y ferocidad para defender el territorio amado de su patria.

Desde el año 1567, es decir, a más de 69 años de la llegada de los invasores españoles a la tierra conocida, los mariches se habían rebelado furiosamente contra su pretensión de esclavizarlos y quitarles sus tierras, la tierra de sus ancestros y su tranquila vida.

Los mismos cerros circundantes de hoy en su figura retratada contra el purísimo azul, ahora despoblada de bosques y llenos de ranchos miserables creados por la nueva religión llamada Capitalismo.

En aquella agreste naturaleza también sucedían cosas inusuales y de gran importancia para definir el riel del futuro.

Nace una princesa

La causa de la reunión y del trajín de las mujeres dentro de la choza, era que la mujer de Aramaipuro, URICAO paria de nuevo y siempre entre los mariches esto era objeto de grandes manifestaciones de regocijo.

Por supuesto que los guerreros y el padre cacique, siempre anhelaban la venida de un varón, otro futuro brazo guerrero para luchar en contra de los invasores, pero en esta oportunidad resultó que había nacido una hermosa niña.

En el marco de la puerta respaldada por el rojizo resplandor de la fogata que ardía dentro de la choza, apareció la mujer del piache y frente a los congregados, envuelta en una tela ceremonial, levantó a la recién nacida y exclamó: Urimare!, Urimare!, que en el lenguaje mariche significa "Ponzoña de abeja".

Aramaipuro se acercó solicito a la puerta y delicadamente tomó la frazada toscamente tejida que sostenía la vieja y descubriéndole el rostro a la recién nacida, susurró amorosamente: Urimare!…Urimare!…

Toda la tribu estaba congregada en la explanada frente a la casa del Gran Señor de los mariches y sonaron roncos, los tambores de guerra y las guaruras, se alzaron cientos de fogatas de las barbacoas y las gargantas sedientas fueron regadas con chicha fuerte.

La fiesta duró dos días y sus noches y todos se acercaban a ver la hermosa niña de extraños ojos verdes y piel aceitunada que yacía plácida en una gran cesta de bejucos.

Todo un alboroto por la niña, algo distinta y que contemplaba a los curiosos con su par de ojos extrañamente fijos.

Los comentarios eran de buenos augurios y algunos sabios se atrevían a adivinar hechos trascendentales en los cuales esta pequeña, tendría mucho que ver.

El pequeño poblado de "El paraíso"

Al otro lado del valle, lejos, a la orilla de un rio cristalino en un intrincado bosque que los recién llegados bautizaron "El Paraíso", un grupo pequeño de hombres blancos apretujados alrededor de una hoguera, escuchaban distantes el rumor de los tambores y se sentían amenazados por la invisible presencia de esos seres extraños del bosque.

Precisamente para los lados de las serranías de los mariches, se hablaba de la existencia de una enorme mina de oro y las conversaciones de todos siempre giraban acerca de la fantasía de marchar algún día y apoderarse de tan enormes riquezas, para luego volver por el peligroso mar a la remota España y vivir una vida regalada.

Todos querían el oro mariche por su poder y su gloria.

-Esos salvajes nos impiden ir por "nuestro oro". Joder!

Pobladores ancestrales…venidos de la Madre Tierra

No había sido fácil para los invasores blancos apoderarse de estos territorios y además de la bronca naturaleza debían sufrir la férrea resistencia de los antiguos pobladores, venidos desde el sur del continente por los lados del Paraguay y Brasil, igualmente desde el norte en donde hacía milenios poblaban toda la cuenca salpicada de islas. Eran los Caribes, expertos navegantes que ya habían llegado a Centroamérica y la Florida.

Nunca habían visto los aborígenes un caballo o armas de metal, ni carretas con ruedas. No conocían muchos de estos formidables adelantos, pero tenían sus idiomas nativos suficientes para poder comunicarse.

Contaban con otra forma de vida que ellos hubieran podido mostrarle a los atrazados europeos regidos por los conceptos del lucro, el individualismo y la crueldad y que era todo un poema llamado el "buen vivir": Mediante la reciprocidad, los pobladores cuando era necesario intercambiaban productos o servicios. Un favor se devolvía con mil favores y esta tradición de solidaridad, quedó impresa en nuestros genes para toda la eternidad. Somos un pueblo solidario, sensible y muy hospitalario.

Era lo usado, que si yo requería racimos de plátano, frutas o carne, pudiera cambiarlos por cestas, canoas o chinchorros. Los bienes no se vendían, ni se compraban, se intercambiaban atendiendo al equilibrio de la reciprocidad, del mutuo beneficio. El lucro y la especulación, no existían en esta sociedad.

Los blancos trajeron igualmente terribles enfermedades desconocidas en estos parajes. Los indios prácticamente fueron exterminados por la viruela, la gripe española y la sífilis.

Igualmente destruyeron el concepto de esta ancestral vida en la que todo giraba a favor del colectivo, de la comunidad, la conservación del ambiente y no del lucro, la venta, la compra y el señor de los señores: el dinero o el oro.

En cuanto a religión, los originarios creían en Dios a su manera y en el Cielo como un lugar paradisíaco en donde no había guerras ni se sufría.

La tierra era para muchos de ellos un mal lugar, en donde se moría y se penaba, debido a la maldad de los hombres quienes habían propiciado el nacimiento de los demonios y quienes enseñaron a los hombres a matar y les transmitían enfermedades y sufrimientos.

Curiosamente en los pueblos originarios se creía en que Dios había enviado a su "emisario" a salvar a los hombres y en algunas tribus se tenían memorias de un "gran diluvio" para castigar las maldades humanas.

Muchos sabios habían previsto la llegada de los extraños blancos y el fin del mundo que ellos conocían.

FRANCISCO FAJARDO, EL MESTIZO

Dicen que "No hay peor cuña, que la del mismo palo" y esto lo podemos aplicar al comportamiento de este conquistador medio español, medio aborigen quien fue el fundador del poblado "El Collado" en 1560 y de Caraballeda en 1564 o el Nuevo Collado.

Cuando Francisco Fajardo, venía o regresaba a los lados del Litoral Central y desembarcaba en la población de Chuspa (Este del hoy estado Vargas, Venezuela) en 1555 y lo acompañaban sus medios hermanos Alonso y Juan Carreño, lo hacía prevalido de su condición doble, de hijo de la cacica "Isabel", esposa del teniente gobernador español Francisco Fajardo en la isla de Margarita y ayudado por sus conocimientos de la lengua Caribe.

Muchos historiadores cuentan que la cacica Isabel era hermana de Naiguatá y nieta del cacique Charaima, jefe en las Filas de Mariche.

Pasado el cabo Codera, el cuerno tormentoso que divide la costa central de Venezuela, con las aguas tranquilas de sus costas orientales, la chalupa en donde venía Fajardo, pudo avistar a lo lejos el poblado de Chuspa.

El patrón del bote, alertó a Fajardo:

-Ah! Don Francisco, que allí delante ya se dibuja el poblado de Chuspa, en donde vuestra merced quiere arribar…

-Si hombre Julián, ya era hora, después de la vapuleada que nos ha dado la mar en Codera. Jolines! Que ya era hora!

Arrimado el bote a la playa, ya venían a recibirlo algunos pobladores,muchos de ellos con penachos ceremoniales que denotaban cierta jerarquía y mando.

Don Francisco, esperó erguido con su brillante peto metálico y una gran toledana al cinto.

Los recién llegados, quedaron impactados al escuchar a este extraño hombre blanco hablándoles en su propia lengua Caribe, asunto que después de la sorpresa los alagó mucho, pues era conocido que estos hombres pálidos hablaban una jerigonza extraña que nadie entendía.

De inmediato Don Francisco, pidió a la comitiva llevarlos al oeste en busca del cacique Naiguatá, señor de estas tierras caribes.

NAIGUATÁ, EL SEÑOR DE LAS GAVIOTAS:

Al bordear la garganta del gran cerro Guaraira Repano que lame el mar, entraron al poblado del señor de Naiguatá, a quien encontraron en su gran choza enclavada en Pueblo Viejo, parte alta del cerro y desde donde divisaba todo el mar de sus playas.

Su fama de sabio había crecido como la espuma y en los días de mar bravío en las escolleras de su costa, siempre era seguido por una bandada extraña de gaviotas, quienes al notar su presencia venían en perfecta formación a darle la bienvenida.

Los piaches contaban que Naiguatá era un poeta, un gran señor que hablaba con sus amigas del mar, espíritus benignos convertidos en gaviotas y quienes le susurraban los oráculos del futuro y sobre todo del irrefrenable río de los acontecimientos que iban a conducir a su pueblo a una titánica, sangrienta, pero inútil resistencia ante el blanco invasor.

Es por ello que al tener noticias de la llegada del mestizo Fajardo, Naiguatá pensó en una grieta en el tiempo que pudiera llevarlos a una salida del cruel destino que las gaviotas le graznaban desde el aire en aquellas tardes de rojo atardecer que aquietaban las aguas en la playa.

Naiguatá estuvo complacido de ver a Francisco, hijo de su hermana Isabel, pero por más que lo miraba, no le veía rasgos de su sangre, sino la de un hombre blanco cualquiera, como los que había visto y combatido parte de su vida. Esto lo ponía tenso y desconfiado, pero la ladina conversación de su supuesto sobrino, vino a disipar un poco el hielo de este primer encuentro.

Don Francisco, sabedor de la inteligencia y poder de este gran cacique, vino preparado con algunos regalos enviados por su madre desde la isla de la Margarita. Entre todos, una gran barrica de roble, en cuya entraña se maceraba un brandy español, comprado con oro a los numerosos contrabandistas holandeses que ya navegaban por las islas de oriente, una blanquisima hamaca tejida en el poblado de el "Norte", mantas de hilo, un bello collar de perlas, pescado salado y embutidos en barrica, y un dulce hecho con papelón y semillas de lechoza, envuelto en hojas de plátano, llamado "Piñonate".

Don Francisco, mirando al cacique y su corte de ancianos, piaches y principales guerreros, les explicó:

-Tío y gran señor, he aquí estos tejidos o mantas de hilo, preparadas por las manos de araña de nuestras mujeres Gauiqueries, esta gran hamaca blanca de algodón, para que descanse el más grande de los grandes caciques que vive en este hermoso territorio y esta barrica, que contiene un licor, mil veces más potente que cualquier chicha fermentada, probada por hombre alguno.

Un vuelo de rumores despertó la disertación en perfecto lenguaje Caribe.

-Eres bienvenido y tus regalos me alagan. Espero que tu estancia entre nosotros sea en paz y para beneficio de todos.

-Así será tío-.

-Venga Alzuru, abramos la barrica y brindemos por el señor de los señores!

El aludido brinco a la barrica, seguido por la mirada de los 20 acompañantes blancos de Don Francisco, sus dos hermanos y algunos canarios de orilla, toda gente tosca y de malos modales.

En la totuma del gran cacique le fue vaciada una porción del licor y Fajardo espero la probada y algún comentario.

-Es fuerte, este brebaje y se sube rápido a la cabeza!. Hay que tomarlo con calma y sabiduría.

Diciendo esto, le entregó el resto a Fajardo y acompañado de su mujer y otros allegados, se retiró a descansar en la nueva hamaca que le pareció maravillosa y propicia para dormir y soñar…

Francisco Fajardo y sus ansiosos acompañantes, entraron en calor rápidamente y la gran barrica fue distribuida entre los huéspedes y sus mujeres presentes.

Pronto los españoletos, empezaron a cantar y a meterle el ojo a algunas indias que los observaban con demasiado interés.

-Jolines! Don Alzuru, que estoy viendo algunas hembras muy llamativas y de poca ropa!

-Si!, que me escalpen!, aquí las hembras no se tapan mucho y parecen que hasta le disputan el respeto a los varones o maridos. Joder!..

Viendo la situación, Don Francisco los amonestó temprano, para evitar una mala entrada en esta comunidad, que los había recibido tan cordialmente.

-Joder maeses! Tended cuidado con los ademanes, que ya veo algunos guerreros algo molestos por los gestos que hacéis a sus hembras. Con calma señores, que para todos hay!, pero tended paciencia y no os precipitéis con pendejadas!

Esto refrenó un poco, lo que el brandy ya había iniciado con fuerza y a regañadientes la fiesta se acabó de repente. Algunos invitados, se quejaron un poco, pero todos se fueron a dormir.

En la explanada, bajo los uveros los blancos armaron su palenque y colgaron los chinchorros. Un mar de estrellas lechosas se deslizaba por el cielo y una luna regordeta apareció sobre la gran montaña.

Fajardo de acomodó en su hamaca margariteña y al amparo de la cálida noche, inició un vaiven al comps de la suave brisa que venía del mar.

Ante el gran éxito de la primera incursión de Fajardo en los territorios de Caruao, al Oeste del hoy estado Vargas, la cacica Isabel decide acompañar a su hijo en el segundo viaje en 1557.

En esta segunda oportunidad, Fajardo funda el poblado de "Panecillo", muy cerca de Chuspa y con la presencia de su madre, logra la completa aceptación de todos los jefes aborígenes de la comarca e incluso la aceptación del poderoso cacique Naiguatá.

Mala conducta y agravios

En el poblado de Panecillo, las cosas no iban bien pues los soldados de Fajardo iniciaron una serie de peleas por la distribución de la tierra y apoderamiento de las mujeres, asuntos delicados que violaban el buen vivir de los "Hombres Libres".

La propiedad privada, era totalmente desconocida y la tierra se trabajaba para el beneficio de toda la comunidad.

Las doncellas aborígenes, eran mujeres libres que escogían sus parejas por los atributos de capacidad para luchar y producir en estos agrestes parajes, pero eran raramente obligadas por la fuerza, a menos que se tratara de uniones concertadas de princesas o herederas de los caciques, a quienes les interesaban las alianzas con otras tribus.

De allí, que las extrañas costumbres de los "nuevos huéspedes", causaron traumas sociales irreparables y como consecuencia hubo una reacción armada en contra de los hombres de Fajardo y su madre.

La masacre de "Pancecillos"

Naiguatá y su lugar teniente GUAICAMACUARE se oponen a la violencia y aconsejan a las tribus afectadas, "dejar salir a Fajardo y su gente, sin hacerles daño".

Fajardo no entendió la seña y por el contrario tomó represalias contra algunos indios y los ahorcó.

Comisionan los Hombres Libres al cacique Paisana, mediante una gran asamblea popular en "Uverito" en el poblado de "Macuto" para que someta a Fajardo y lo expulse del territorio de Caruao y Chuspa. Para ello Paisana les envenena los pozos de agua potable situados en el poblado de Panecillo y sus alrededores.

Fajardo replica con una incursión punitiva de pelea y se dirige al Este en busca de Paisana, a quien sorprende de noche en su propio campamento cerca del caserío de Oripoto y le causa centenares de bajas con sus poderosos arcabuces, picas y largas espadas.

Capturado el cacique Paisana y desoyendo pedidos de cordura y clemencia de sus allegados, Fajardo decide ahorcarlo en presencia de una poblada de indios cautivos. Esto provocó una intensa repulsa y un odio profundo de los pobladores de la región.

Tras dos días de marcha Fajardo regresa a Panecillo y al bajar de una hondonada, divisa una gran humareda, producto del incendio y destrucción del caserío. Regados por doquier yacían los cadáveres de la guardia dejada para proteger a su madre, quien igualmente fue ejecutada en el sitio.

Fajardo había llegado lejos hacia el Oeste y ya casi pisaba tierras de Macuto, en un recodo de la montaña funda el poblado de Caraballeda y deja unos cuantos blancos, mestizos e indios sirvientes en el pueblo, cuya espalda descansaba en una estribación del cerro Guaraira Repano y por el frente le fue construida una gran empalizada protectora con dos torretas de vigilancia.

Esta primera fundación de Caraballeda, queda en la oscuridad de un gran misterio, pues súbitamente sus pobladores la abandonaron. No se reportaron causas naturales como deslaves o terremotos, pero un gran terror se apoderó de Caraballeda y en un santiamén sus dos calles quedaron desiertas y la gente partió hacia Naiguatá y otros hacia Macuto.

Fajardo ante la presión de las tribus del Litoral Central de Venezuela y por la llegada de Lope de Aguirre, llamado "El Tirano", se embarca hacía La Margarita en 1558.

Luego trata de regresar a tierra firme y es apresado en Cumaná por el Justicia Mayor Alonso Cobos, quien lo ahorca.

Final trágico del mestizo traidor y exterminador de los Hombres Libres del Litoral Central de Venezuela.

UNA AUTOPISTA DE CARACAS, MAL LLAMADA "FRANCISCO FAJARDO"… ?? :

-Hoy me traslado a la metrópolis, capital de Venezuela y recorro una gran vía de vehículos, llamada autopista "Francisco Fajardo" y me pregunto ¿A cuenta de qué?

¿Será Dios mío, que nosotros los descendientes de nuestros Hombres Libres, que sufrieron la perfidia de este monstruo de nuestra media sangre, tengamos que soportar que esta monumental arteria vial, lleve el nombre quien nos recuerda tanto luto, traición y maldad?!

LA BODA Y EXILIO DEL GRAN CACIQUE NAIGUATA:

Como era la costumbre entre los Hombres Libres Caribes, los caciques escogían las más hermosas y valerosas doncellas para convertirlas en esposas. Naiguatá se casó con la hermosa Taraurima y tuvo tres hijas: Irama, Cayaurima y Roraima.

Naiguatá a pesar de su naturaleza condescendiente y negociadora, participa activamente en la gran batalla de Maracapana, en donde se jugaba el destino de la patria aborigen y en donde fue sepultada la esperanza de expulsar al invasor.

Pasaron muchos años después y en estos días se presentaron nuevos conquistadores comandados por Garcí González de Silva, quien batalló durante años contra todos los aborígenes alzados en contra de los oprobiosos conquistadores.

Naiguatá, a sabiendas de la superioridad en armamento y logística de estas nuevas tropas, logra un acuerdo de convivencia pacífica con el invasor y esto preserva a su pueblo de una destrucción masiva y fulminante.

Decide mudarse montaña arriba en el Guaraira Repano, distante varios días de las playas, con un nutrido contingente de aborígenes y toda su familia.

Las tierras abandonadas estratégicamente ante el empuje irresistible del invasor, fueron declaradas en "Encomiendas" y sus habitantes hechos "esclavos encomenderos".

Moría una época signada por la lucha en defensa de la Libertad, protagonizada por los grandes caciques y se Iniciaba el extenso periodo colonial de Venezuela.

SIMPLEMENTE, EL HERMOSO POBLADO DE "NAIGUATA":

Cuando los religiosos franciscanos llegaron al poblado de Naiguatá en 1710, ya el gran cacique había muerto hacía mucho tiempo, sin embargo su fama de sabio y prudente se extendía por todos los pueblos de la costa. Los religiosos ante esa realidad, rebautizaron la población con el nombre de "San Francisco de Asís de Naiguatá".

Creemos que por esas tierras benditas, de heroísmo y belleza, al santo San Francisco no le hubiera parecido mal que las tierras regadas por la sangre heroica de los Hombres Libres de Naiguatá, se llamaran, simplemente NAIGUATA, señor de la sabiduría y la prudencia para gobernar y proteger a su amado pueblo.

La maldición del Guaraira Repano

El cerro cuyo nombre se apropio un españoleto llamado AVILA, el cual se extiende majestuoso de este a oeste, flanqueando la ciudad de Caracas, capital de Venezuela a 900 metros encima del mar Caribe y en cuyo valle se asienta la gran ciudad y desde hacía miles de años, nombrado por sus habitantes como "la montaña del viento veloz y lijero" o GUARAIRA REPANO.

Tras el desastre de "Panecillos" y la huida despavorida de los antiguos pobladores de Caraballeda, atraves de los tiempos se fue tejiendo una leyenda negra sobre la gran montaña.

Para los pueblos del Litoral Central, la montaña casi llegaba al mar y desde tiempos ancestrales era una pared de más de mil metros que se les oponía al interior del inmenso territorio.

Surgían rumores que la montaña era en realidad, un volcán dormido y en muchas ocasiones se percibía un fuerte olor a azufre. Otras veces se hablaba de un ser peludo y misterioso que a veces vagaba cerca de los poblados y se comía pequeñas cabras y hasta algunos niños descuidados.

Cada 10 o 20 años el Guaraira Repano parecía entrar en una nueva crisis y después de intensas lluvias en su cima, se iniciaban deslaves descomunales por sus 37 bocas que lo desaguan al mar Caribe.

Todo lo que estuviera mal construido en estos causes era arrastrado por los torrentes de agua, barro, árboles arrancados de raíz y enormes piedras.

Todavía en la subida de Galipán, Vargas, por los lados de Macuto, podemos ver piedras tan grandes como edificios de 3 pisos, enormes desprendimientos que engrasados por el espeso lodo, ruedan montaña abajo destruyendo todo a su paso.

La montaña signo de protección y vida, de vegetación y barrera natural a las nubes, tiene sus peligros y habitantes notables.

En sus quebradas, abunda una serpiente denominada "Bohutropus Venezuela" o la llamada por los aborígenes caribes y arahuacos, "Tigra Mariposa", reputada como la serpiente más venenosa del planeta, agresiva y celosa de su territorio, quien ha causado cientos de muertes a los paseantes de estas montañas, desde miles de años antes de la llegada de los blancos.

Otro velo de misterio es la llamada "Maldición de Isabel", la cacica madre de Francisco Fajardo, asesinada en Panecillos cerca de Chuspa. La india tenía una relación muy íntima con el cerro y antes de ser degollada, sus ojos buscaron el neblinoso follaje y gritando desgarradoramente recibió la muerte.

Desde entonces han sido decenas de hombres notables que han sido tragados por la montaña, maldición que se ha extendido aún hasta nuestros tiempos y que comprende caciques, guerreros en tránsito a Caracas, viajantes desprevenidos por las decenas de caminos construidos en su territorio, un presidente de la república y recientemente de políticos notables que vivieron en este moderno estado Vargas.

Urimare la princesa líder

Volviendo al Mariche y al hilo de nuestra historia, encontramos de nuevo el rastro de la vida de la gran princesa:

La niña fue creciendo en los brazos de su madre Uricao, reina de los mariches y bajo la adusta mirada de su padre, poco a poco entró en la vida normal de los niños mariches.

Los más jóvenes, casi niños jugaban a la candelita y el palito escondido y a "que no me agarras", juegos propios de infantes inocentes y los mayorcitos se iniciaban en el manejo de las piedras apuntando a blancos de sandía o melones que usaban encasquetados en la punta de una estaca.

Urimare tenía un don natural de liderazgo y ya antes de los diez años comandaba las huestes ruidosas de los marichitos en miles de aventuras en las quebradas que rodeaban el lar ancestral.

-Salta Guaico, piazo e´ flojo!…salta al agua!.

Exclamaba Urimare desde abajo, mientras en lo alto de un bamboleante bejuco se mecía sobre el crecido río el niño Guaico, quien muerto de miedo veía abajo pasar rasantes las turbulentas aguas.

-Guaico! Hijo de la noche!…salta miedoso!…O saltas o te bajo de un peñonazo!

Guaico, aún sin contar 11 años, nunca había probado las aguas profundas del crecido río y se aferraba a la liana salvadora, bamboleándose cual rama batida por el huracán!

De pronto atizado por los gritos de Urimare, se soltó y cayó en el centro del río.

Todo el grupo aguantó la respiración y la cabeza de Guaico no aparecía de nuevo en la turbia superficie.

Urimare se puso tensa como una cuerda y espero un minuto y al ver que el flojo de Guaico no salía, corrió rauda a la orilla y en un salto se metió entre las aguas. Al rato y tras una algarabía de la docena de niños que esperaban en la orilla, apareció Urimare arrastrando por el pelo a Guaico, quien tosía y botaba agua por todos los costados.

-Guaico flojo de porquería! ¿Quién te dio permiso pa´ahogarte? ¿Tu como que eres cachorro de mono?..

Guaico la miraba desde el húmedo suelo y en sus ojos aguarapados crecía un rayo de admiración y devoción. Era su princesa mariche, su amiga de aventuras!

Así fueron pasando los años y ya en plena juventud el coro tumultuoso de niños y niñas se fueron acostumbrando a la vida libre y reñida de su entorno. Ya conocían los mil caminos de la montaña, incluso los que llevaban a la alta montaña, señorío de una leyenda llamada Guaicaipuró en la tierra de Los Teques y otros que llevaban al mar, trono del cacique poeta señor de Naiguatá.

Entre los Mariches la cuestión de la desigualdad de los géneros, era una cosa relativa a las capacidades de cada quien. Muchos hombres nunca llegaban a ser guerreros y menos caciques, por el contrario algunas mujeres como Urimare, se destacaban grandemente y llegaban a ser líderesas de su pueblo.

LA BESTIA DE CUATRO PATAS:

Incluso una tarde se aventuraron, los jóvenes mariches a ver desde el Guaraira Repano el valle de los hombres brillantes.

Allá a lo lejos, diminuta y cuadrada, pudieron divisar unas docenas de chozas, algunas con unos techos rojizos de pequeñas placas curvas y alrededor de toda una alta muralla con torretas de vigilancia. Pueblito enclavado entre tres ríos, conocidos por ellos, el llamado Guaire, el Caroata y el rio Guanábano.

Los hombres que marchaban en cuatro patas y una gran cabeza de animal por delante, un día casi llegaron a sorprender una escapada de jóvenes mariches que correteaba entre los bejucales. Un súbito silencio de los araguatos y pájaros previno a los ruidosos jóvenes, que de inmediato se ocultaron silenciosos en la espesura.

-Joder! Don Manuel que nos hemos alejado demasiado de la ciudadela! Estamos en tierras oscuras e infestadas de sombras. Hay que tener ojo pelado!..

-Uno de los jóvenes se aprestaba a lanzarle una cerbatana al primero de los hombres pálidos que iban cabalgando, cuando la mano firme y suave de Urimare le tapó la salida del pito lanzador de canuto, con un gesto de silencio en su cara y una mirada que no admitía réplica alguna!.

-Chito!..No es el momento!

Los blancos se alejaron chachareando y congratulándose de haber abarcado tanto espacio desde el pequeño pueblo y haber tenido la osadía de llegar a lo que llamaban Petare. Pocos se hubieran atrevido a ir tan lejos, sobre todo después de haber recibido el pueblo de Santiago más de 50 cargas de indios armados y haberlos rechazado a curbinazo limpio y con los arcabuces a todo dar!

SE AVECINABAN TIEMPOS DE GUERRA:

Los jóvenes aptos y fuertes fueron escogidos por el mismo Aramaipuro para integrar el batallón de guerreros. Los menos aptos fueron puestos en los cuadros de labriegos y los inútiles fueron destinados a trabajos de limpieza y recolección junto a las mujeres.

Guaico, lucía orgulloso su plumaje de guerrero junto a Urimare, quien por mérito propio y destreza en el manejo de la macana, la cerbatana y el cuchillo de hueso, había logrado su pluma de guerrera indiscutible.

Ningún varón se le hubiera plantado en un cuerpo a cuerpo o en el manejo de las armas!

Los Hombres Libres mariches no conocían los metales y sus flechas y hachas eran elaboradas de palos duros con punta de hueso, piedra afilada y quemadas al fuego lento.

La casa del Gran Cacique tenía anexos para depositar los frutos del huerto común que explotaban el grupo de los labriegos.

Nadie vendía nada, ni compraba nada, todo se retribuía por el trabajo de cada quien y su grupo familiar. Lo guerreros cazaban en la montaña y preservaban el territorio de invasores de otras tribus lejanas no amigas y sobre todo de los invasores extraños de rostro pálido y armas mortales.

En la tribu todo tenía un orden y una estricta igualdad. Los ancianos, siempre muy pocos, ya que la vida no pasaba de 45 años a lo sumo, eran los consejeros en cuanto al manejo de la gobernabilidad del territorio.

El Gran Piache, era temido y amado por ser el depositario de los ancestrales conocimientos sobre las pócimas milagrosas que curaban las enfermedades, siempre temidas y creídas como producto de los malos espíritus del bosque.

La acusación generalizada de los invasores de prácticas de canibalismo entre los indios, eran exageraciones muchas veces infundadas. Existieron rituales en cuanto a comerse el corazón de los enemigos derribados en batalla, pero esto era muy excepcional, pues el abatido debía demostrar una bravura superior a su triunfador adversario y esto nadie lo quería reconocer.

Los Hombres Libres, mataban a sus adversarios, pero nunca los esclavizaban y preferían asimilarlos a sus tareas productivas. Algunos bravos capturados excepcionales, era asimilados al nuevo ejército. Las mujeres cautivas eran integradas a la tribu y desposadas por los guerreros. El nacimiento era siempre motivo de celebración y la muerte era soportada con estoicismo y conformidad.

Santiago León de Caracas

En la ciudadela del Valle, denominada por los blancos como Santiago, ya extendía su influencia hacia el Oeste del angosto valle, regado por el Guaire y decenas de quebradas y ríos que bajaban de Guaraira Repano o montaña sagrada de los aborígenes quienes llegaron al sitio 15 siglos antes que los conquistadores.

Trazada a cordel el pequeño poblado protegido por grandes empalizadas y sus torres de vigilancia, se agrupaba frente a un plano utilizado como mercado en cuyo frente se construyó una pequeña iglesia de bahareque y techo de palma que años después sirvió para erigir la llamada catedral y la explanada se convirtió en Plaza Mayor y luego en Plaza Bolívar.

El norte guardado por la alta montaña y el sur por otras grandes estribaciones, hacían del valle denominado de Los Caracas, una estrecha garganta que solamente tenía fácil salida hacia el este por el poblado de Petare y al Oeste por la laguna de Catia.

La expansión de los europeos en el valle, tomó unos cuantos años y cuando más se acercaban al territorio Mariche, más ataques recibían de los Hombres Libres.

Las partidas de guerreros eran casi diarias rumbo a Petare en donde acechaban y chocaban contra los caballos y armas de los conquistadores.

Eran días ásperos de sudor y batalla, en donde nadie conocía la clemencia o la pausa.

URIMARE LIDER DE LOS INTOCABLES:

Urimare ya comandaba una partida de 100 mariches, quienes gustaban atacar de noche y en especial en las lluviosas y neblinosas, pues habían aprendido que los hombres blancos no podían usar sus armas ruidosas cuando se les mojaba el polvo negro con que las alimentaban.

Urimare ya había capturado algunas de estas extrañas armas y solo podían usarlas como porras, pues no tenían el polvo mágico que las hacia explotar.

Urimare la guerrera, era una grácil mujer de largas piernas y figura esbelta, pelo recogido en trenzas ceremoniales, tapa rabo tejido y alpargatas adornadas. Su bella cara ovalada, enmarcaba unos inquietantes ojos verdes, cuya determinación y brillo surgían tras cada temeraria decisión en el combate.

Nunca había sido herida, aunque muchos de sus amigos habían perecido en el combate, esto indujo una de las primeras leyendas que siempre la acompañó, de ser inmune a la muerte de los blancos, aunque era la primera en saltar los parapetos o bajar a los jinetes de un certero porrazo!

-Amoucon paparoro itoiti nantó!…gritaba como una estridente sirena y podía saltar hasta dos metros en el aire, cayendo armada delante de su atónito enemigo quien no tenía tiempo sino de morir en súbita muerte!. Era el espíritu alado que segaba vidas intrusas.

Sin embargo, en el corazón del territorio Mariche, en las cálidas noches de vigilia y descanso, Urimare arrullaba a los niños y les contaba los cuentos del combate, la vida y la oscura montaña. Las mujeres se agolpaban a su alrededor y se sentían protegidas por su imponente figura de casi dos metros. Era la princesa del Pueblo Mariche!.

Guaico, el gran guerrero la miraba siempre arrobado ante su hermosa y peligrosa presencia. A diferencia de cualquier mujer quienes no podían casi rechazar las pretensiones de cualquier guerrero y menos si este era uno destacado, la Princesa era una intocable y solo ella permitía acercarse a cualquier varón.

Su instinto de mujer le decía que Guaico estaba enamorada de ella, pero la azarosa vida que llevaban no permitía muchos devaneos y blandenguerías.

En la tribu le atribuían muchos romances y encuentros furtivos, la mayoría de ellos atribuibles a su gran fama y notoriedad, la verdad era que en su hermoso pecho anidaba el ansia de amar a algún hombre y tener muchos hijos cuando viniera la paz y el hombre blanco fuera expulsado de su patria Mariche.

Aquella noche Urimare sola caminó hacia la Poza de la Rana, sitio en donde las mujeres lavaban y tomaban el agua en porrones de barro para cocinar.

La luna brillaba enorme como una torta de casabe sobre su potro de nubes y en las aguas tranquilas trepidaban las ranas en un coro acompasado.

Una lechuza arpía voló majestuosa desde la copa de un samán centenario, batiendo con sus alas la aterciopelada noche mariche.

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LA UNICA ESTATUA, NO MUY FIEL…

Urimare se despojó de sus sandalias y toda la ropa, quedando desnuda, mientras la suave brisa le acariciaba el pelo suelto.

Se subió a una piedra y en un salto hermoso, se metió como una cerbatana en las cálidas aguas del pozo.

Guaico la había seguido, desde el poblado y maravillado la observaba desde la espesura. Poco a poco se fue acercando a la orilla protegido por unos matorrales, se quitó la ropa y cuando se preparaba para meterse en el agua, algo saltó del fondo y lo agarró por el cuello, hundiéndolo hasta el fondo.

Guaico pensó que lo había agarrado un caimán, algo totalmente loco, ya que en el pozo nunca se había visto uno.

Trato de zafarse de la garra que lo aprisionaba y sobre todo luchaba por surgir a la superficie a tomar algo de aire.

En el impulso desde el fondo Guaico miró a su agresor, pudo tocar sus largas trenzas y su tersa piel.

No era otra que ella, la intocable, que ahora lo aprisionaba con sus largas piernas, en un impulso irresistible lo agarraba por el pelo y en un largo beso casi terminaba de ahogarlo.

Los cuerpos unidos flotaron en el pozo y la luna se oscureció como ofreciendo su cortina en el nido del amor.

La reunión de los oprimidos

Cada día llegaban más correos de las altas montañas de Los Teques que anunciaban la visita del Gran Señor de Los Teques, el intocable, la saeta de fuego, la cerbatana venenosa, el que tenía el poder de convertirse en puma, tigre o mariposa.

Las charangas vibraron al son profundo de las guaruras y un chaparrón de vozarrones acompañó la presencia del señor de los señores.

Aramaipuro lucía sus mejores plumas y acompañado por los ancianos, el Gran Piache y los caciques guerreros, esperaba bajo un palio de palmas al señor de Los Teques, el temible Guaicaipuró.

A su lado erguida y hermosa, vestida con tejidos multicolores, macana afilada en mano y plácida actitud, esperaba ansiosa Urimare.

Guaicaipuró llegó con su numeroso séquito, pero la cosa pasó a mayores porque casi de inmediato se aparecieron Guaicamacuto, Tamanaco, Maiquetía, Tiuna, Naiguatá, Aricabuto, Uripatá, Anarigua, Mamacuri, Curucutí Querequemare, Prepocunate, Araguaire, Guarauguta, Pariata y Paisana.

Partes: 1, 2
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