El manual era esencialmente revolucionario y debió de haber cambiado radicalmente, el pensamiento médico acerca de las dietas y el control del sobrepeso para siempre.
¿Quién era William Banting?
Como persona, William Banting gozaba de muy buena opinión en la sociedad londinense del siglo XIX. Su labor de ebanista y de director de funeraria lo mantuvo en contacto con los ricos y los más famosos.
Si, por algún mérito, hoy seria recordado porque fue él quien construyó el sarcófago para el Duque de Wellington.
La historia familiar conocida de Banting
Ninguno de sus familiares cercanos en ambos lados de su árbol genealógico tenía tendencia demostrada hacia la obesidad.
Sin embargo, cuando llegó a sus treinta años, nuestro amigo empezó a ganar de peso, consultando un cirujano eminente, que además era un amigo personal, quien recomendó: "un aumento de la ejercitación del cuerpo antes de que las labores cotidianas comiencen".
Banting, a la sazón era dueño de un bote de considerable tamaño y vivía cerca de un río, así que decidió empezar a remar dos horas todos los días. Lamentablemente, lo que esta actividad logró para él, fue provocarle un apetito enorme. Aumentando tanto peso, como consecuencia del mismo, que el consejo de su médico fue, que desistiera de inmediato.
El ejercicio no fue la ayuda esperada…
Entonces fue aconsejado, como remedio para su obesidad, el consumo de comida ligera y con moderación. Lo que no se le explicó fue el significado de este consejo.
Obesidad peligrosa…
Banting, entonces se quejó de que, a pesar de no bajar de peso, se sentía muy débil y tuvo que ser operado de dos carbúnculos enormes.
Cuando salió del hospital, engordó más.
En veinte años Banting había sido admitido a un hospital, veinte veces, para la reducción del peso.
Él trató nadar, caminar, montar caballos y el aire marino. Ingirió todos los menjunjes que los médicos le indicaran, fue a las spas de Leamington, Chelteham y Harrowgate, siguió dietas de reducción calóricas extremas. Tomó baños turcos tres veces a la semana por todo un año, perdiendo solamente seis libras y toda la energía que le restara.
Un médico de considerable prestigio le aconsejó que ganar de peso era algo muy natural. Que él, por sí mismo, había ganado una libra anual desde que comenzara su vida de adulto, por lo que no estaba sorprendido por la condición del amigo.
Este facultativo le aconsejó que hiciera aún más ejercicios, que tomara baños de vapor con champú de hierbas, y recetó algunas medicinas.
Banting trató todos los métodos conocidos en sus tiempos para perder de peso.
Pero todo fue en vano.
Finalmente, descorazonado, desilusionado, y muy gordo, se dio por vencido.
En el año 1862, a la edad de 64, William Banting pesaba 202 libras, con una estatura de 5 pies 5 pulgadas.
Muchos, hoy sugerirían la gastroplastía.
De su condición Banting nos dice: "yo no podía doblegarme para amarrar mis zapatos, ni darle atención a las cosas privadas de mi higiene personal sin mucho trabajo, dolor y dificultades. Esto, sólo quien es muy corpulento, puede entenderlo".
Afecta todas las edades…
"Cuando bajo escaleras, lo hago de espaldas para evitar que la presión de mi peso haga daño a mis tobillos y rodillas. Si subo las escaleras, tengo que detenerme, jadeando, para no asfixiarme".
Para complicarlo todo, Banting sufrió de la ruptura de una hernia umbilical y padeció de muchos otros problemas del cuerpo.
Sus ojos y oídos les estaban fallando.
Debido a la sordera, consultó un especialista del oído, quien lo tomó sin mucha seriedad, le limpió los canales auditivos, causando ampollas en el oído externo, sin preguntar acerca de otras quejas que el paciente pudiese tener.
Banting reporta que salió disgustado, y sintiéndose peor, que cuando fue a la consulta de este médico.
Finalmente, en agosto del 1862, el pobre señor, consultó al eminente otorrinolaringólogo Dr. William Harvey. Este mitin resultó ser histórico, como ya veremos.
Harvey había recién llegado de un simposio en París donde escuchó al eminente fisiólogo Dr. Claude Bernard, discutir el rol que el hígado tenía en la diabetes.
Bernard creía que el hígado, además de secretar la bilis, asimismo secreta una sustancia azucarada que resulta de los elementos de la sangre que éste filtra.
Con esto, Harvey comenzó a pensar acerca de los papeles que los elementos de la comida tienen en la diabetes, comenzando a investigar la cuestión de cómo las grasas, azúcares y las féculas afectan el organismo.
Cuando Harvey se reunió con Banting, éste estaba tan interesado en su obesidad, como lo estaba en su sordera. Ya que creía que una era la causa de la otra. Así fue como decidió poner a Banting a dieta.
Para las Pascuas, Banting pesaba 184 libras, y en agosto del año siguiente, pesaba 156 libras.
Adolescentes, jóvenes a mayor riesgo
Banting expresó que se sentía más confortable y que dormía mejor.
Los elementos en la dieta que Harvey recomendó eliminar:
Todos los panes
La mantequilla
La leche
El azúcar
La cerveza y
Las papas
Estos alimentos, dijo Harvey, son ricos en almidones y sustancias sacarinas, las que crean grasas.
Cuando banting se enteró de lo que no podía comer, se quejó de que no le quedaba nada que comer.
Su amigo le aseguró que había comidas de sobra que podría consumir.
Banting decidió hacer la prueba de seguir esta dieta.
Afortunadamente, Banting era un hombre extraordinario. Es porque era este tipo de persona, que hoy podemos apreciar en qué consistió su "dieta milagrosa".
En mayo del 1863, a su propio costo, Banting publicó la primera edición de su famoso panfleto en el que nos detalla su régimen dietético.
En este plan, Banting perdió una libra por semana de agosto 1862 a agosto del 1863.
En sus propias palabras al respecto: "Yo puedo asegurar, a todos, con confianza, que la cantidad de comida consumida en una dieta, puede ser relegada al apetito natural, pero, que es la calidad de la misma lo que es esencial para abatir y curar la corpulencia".
Él, continúa diciendo: "Estos desiderátum se alcanzaron por los medios más simples y confortables, siguiendo una dieta que antes yo hubiese considerado peligrosamente generosa".
Después de 38 semanas del comienzo de la dieta, Banting se sentiría mejor de lo que se había sentido en 20 años.
La "famosa" grasa del puerperio
Al concluir su primer año, su percepción auditiva había sido restaurada, como asimismo gozaba de mayor vitalidad, habiendo perdido 46 libras de peso y 121/4 pulgadas en la cintura.
Él sufrió de no consecuencia adversa de esta dieta, era capaz de negociar las escaleras sin jadear, y hacer ejercicios libremente sin ninguna inconveniencia. Siendo capaz de llevar a cabo todas las faenas de su vida de la manera normal.
La ruptura umbilical mejoró, no sufría de insomnio o ansiedades, su vista se corrigió y sus otros achaques desaparecieron, relegados al olvido.
Ahora, comparemos lo que Banting comía antes del 1862
Desayuno: Pan con mantequilla y leche azucarada en abundancia.
Almuerzo: Carne, cerveza, mucho pan y pastelerías.
Hora del té: Exactamente lo comido en el desayuno.
Cena: Una tarta de fruta, o pan con mantequilla, y leche endulzada.
El plan dietético de Harvey
Desayuno: 4-5 onzas de pescado o carne fría de cualquier tipo, excepto carne de cerdo, una taza de té sin azúcar o leche, y una onza de tostada seca.
Almuerzo: 5-6 onzas de pescado (excepto salmón), pollo, o cualquier carne, excepto puerco, todo tipo de vegetales, excepto las papas, una onza de tostada seca, frutas y 2 copas de jerez (champaña, oporto y cerveza eran prohibidas).
Té: 2-3 onzas de frutas, una galleta seca y una taza de té sin leche y sin azúcar.
Cena: 5-6 onzas de pescado, excepto salmón, cualquier carne, excepto la de cerdo, una onza de tostada seca con una copa de jerez.
El puerco no era permitido porque, entonces se creía, que contenía almidones
¿Almidones, yo?
Banting estaba contentísimo. Para obtener lo que obtuvo, sin duda, lo hubiese sacrificado todo, lo que, obviamente, no fue necesario.
Una dieta, que permitía tanta comida, y que era fácil de seguir, fue lo que motivó Banting a escribir: "Yo puedo, sinceramente, decir que nunca he vivido tan bien como lo he hecho bajo el nuevo plan dietario, el cual al principio considerara una transgresión peligrosa contra mi salud".
Continúa expresando que sus comidas eran muy superiores a lo que de antes comiera: "más liberales y elegantes, independientes de los efectos de dietas más elaboradas, y que han demostrado ser más saludables. Las comparaciones [entre ellas] son, simplemente, ridículas".
"Yo me siento mucho mejor física y mentalmente y satisfecho con saber que, en mis propias manos están las riendas de mi salud y confort".
"Es simplemente milagroso lo que me ha sucedido, y le doy gracias a la Providencia Todopoderosa por haberme dirigido hacia un cambio tan extraordinario que resultara de los cuidados que un hombre me proporcionara, en un tiempo tan corto".
Es evidente, por sus comentarios, que Banting, no necesitaría la fortaleza y fuerza de voluntad, que hoy se asocian con la acción del dietar. Que, sorprendentemente, este hombre descubrió que su régimen dietético fue fácil de implementar.
Banting continuaba deseando que la profesión médica se familiarizara con la cura de la obesidad para que tantas personas no desciendan a tumbas tempranas, como él creyera que muchos hicieran, resultado de apoplejías, o de otras causas médicas y emocionales.
Banting estaba tan satisfecho con los resultados obtenidos, que, por encima de los honorarios de Harvey, donó unas £350 para ser distribuidas entre los hospitales favoritos del cirujano.
Pero, aun habiéndolo hecho, expresó que nunca podría pagar lo suficiente a su médico por el valor incalculable de su cuidado.
Muy poco, muy tarde…
En efecto, en el 1868, Banting publicó un folleto informativo para fundar una nueva institución dedicada al servicio de la humanidad, el Middlesex County Convalescent Hospital.
Banting, donó cuantiosas cantidades para el beneficio público, rehusando ningún retorno por los derechos de autor de su libro. Lo que no puede compararse con el comportamiento mercenario de quienes hoy, publican sus invenciones estrambóticas a las que llaman "libros y sistemas de dietas".
La reacción esperada del "establecimiento" y de los intereses creados
Cuando Banting publicó su panfleto, detallando los resultados extraordinarios de su propia experiencia, lo que expresó estaba tan en contradicción con la doctrina médica establecida. Que el predecible alarido, como protesta, proveniente de los médicos no tardaría en ser escuchado por todas partes.
La "dieta de Banting" se constituyó en el centro de disputas amargas y de controversias increíbles.
Sus publicaciones y su libro fueron ridiculizados y distorsionados.
Nadie podía negar que la dieta fuera efectiva.
Pero, como un hombre laico la publicó, los médicos querían evitar que su influencia en la sociedad fuera menoscabada, simplemente, por no saber más acerca de estas cosas.
Ellos se sintieron obligados a embestir.
Los argumentos que los médicos utilizaron contra las publicaciones de Banting eran, que éstas carecían de todo rigor científico.
Más adelante, el doctor Harvey asimismo tuvo sus problemas. Él tenía un tratamiento efectivo para la obesidad pero carecía de una teoría convincente para explicarlo.
Craig Stadler ("La Morsa") famoso jugador de golf
Siendo médico, era mucho más fácil que los otros miembros envidiosos de su profesión lo atacasen.
Harvey y su práctica médica sucumbieron bajo el ataque de los miembros resentidos y celosos de la "Hermandad de Asclepios".
Pero, el público estaba impresionado. Muchas personas desesperadas trataron el plan y les ayudó.
Quisieran o no, la profesión médica no podía ignorar este hecho.
El obvio éxito de la dieta, significaba que ésta tenía que ser explicada de alguna manera.
El Dr. Felix Niemeyer al rescate
Este profesional oriundo de Alemania, se las arregló para hacer que la nueva dieta fuera aceptable, con un cambio total en su filosofía.
En esos tiempos la teoría aceptada era que las grasas y los carbohidratos se quemaban juntos en los pulmones para generar calor. Ambos eran conocidas como "comidas respiratorias".
Luego de haber leído el panfleto de Banting, Niemeyer desarrolló una respuesta a la objeción de los médicos.
Todos, entonces, creían que las proteínas no eran engordadoras, sólo lo eran las comidas respiratorias: las grasas y los hidratos de carbono.
Entonces, Niemeyer, interpretó que "carne" significaba sólo carne magra con todas las grasas eliminadas, lo que fue todo lo requerido para resolver el problema.
Resulta fácil satisfacer la ignorancia, aunque sea por medio del uso de la misma.
La dieta de Banting se convirtió, de esta manera, en una dieta alta en proteínas con, ambos, carbohidratos y grasas restringidas.
Esta maniobra quedó consagrada en la historia y, hoy constituye las bases de todas las dietas existentes.
"El sueño de Amanda…"
Las descripciones que Banting hiciera de la dieta fueron muy específicas y claras. Además de las proscripciones contra la mantequilla y el puerco, en ningún lugar se dice que se remueva la grasa de la carne y no existen restricciones en la preparación de la comida ni en la cantidad total de las comidas consumidas.
Sólo carbohidratos en la forma de azúcar y harinas fueron eliminadas. La única razón para descartar la mantequilla y el cerdo fue que se creía que, estos alimentos, contenían fécula.
Banting vivió en confort físico y emocional, permaneciendo en un peso normal hasta su muerte a la edad de 81 años.
Antes de su muerte siempre mantuvo, que la dieta alterada por Neimeyer era muy inferior a la propia.
La dieta de Banting recibe confirmación
El panfleto de Banting viajó muy lejos.
En el año 1890, una doctora norteamericana, Helen Densmore, adaptó el método de Banting. Ella estuvo muy impresionada cómo sus pacientes perdieron 10-15 libras el primer mes del régimen y de 6-8 en los meses siguientes, siguiendo una dieta en que el pan, los cereales y las harinas eran excluidos.
Concluyendo, conque una libra de res u oveja, acompañados de una cantidad moderada de vegetales no farináceos, sería lo necesario para lograr resultados en una persona de hábitos sedentarios.
Dr. Densmore era mordaz hacia los miembros de su profesión que se burlaban de la dieta de Banting.
En los setenta años que siguieron, muchos estudios epidemiológicos, por todo el mundo, confirmaron que esta dieta baja en carbohidratos funcionaba y podía adoptarse de por vida.
Pero, no iba a suceder. Los dietistas, no podían meter en sus cabezas que una dieta que parecía que era alta en contenido calórico pudiera ser efectiva para perder de peso.
Celos y envidia
O, quizás temían admitir que siempre estuvieron equivocados.
Así que continuarían recomendando, cortos de miras, que si una persona era gorda, era su propia falta, por comer más de la cuenta y por no hacer los suficientes ejercicios.
Eso, facilitó la vida a los dietistas y arruinó la de los pacientes.
Por ello es que, al principio del siglo XXI la mayoría de la gente está en una dieta, hace más ejercicios que nunca, consume menos calorías y menos grasa y continúa engordando como si nada.
No es coincidencia que la obesidad se ha disparado, porque el consejo que dan los dietistas de hoy, es exactamente lo opuesto a lo que Banting recomendara.
En resumen
En esta ponencia ilustramos la historia de la vida y las circunstancias que indujeron a William Banting a adoptar la dieta recomendada por su amigo William Harvey.
Asimismo revisamos los efectos posteriores en el campo de la dietética de sus métodos, incluyendo la tergiversación de su sistema.
Como corolario final, tenemos, lo que yo llamo "la paradoja de las dietas": Más métodos, más teorías ilusorias y más gordos en el mundo que nunca antes.
C"est la vie…
Fin de la lección.
Bibliografía
Larocca, F: (2007) La obesidad como metáfora de nuestro tiempo: La Cuestión en monografías.com
Larocca, F: (2007) La obesidad como metáfora de nuestro tiempo: La solución en monografías.com
Larocca. F: (2007) Del por qué perder de peso es asunto tan elusivo en monografías.com
Larocca, F: (2007) Las dificultades inherentes al control del sobrepeso en monografías.com
Larocca. F: (2008) Los dietistas, quienes los siguen y el pensamiento del satírico romano Juvenal en monografías.com
Larocca, F: (2008) Síndrome del hartazgo nocturno: La epigénesis y la psicoterapia en acción en monografías.com
Larocca, F: (2009) La dieta, los glucocorticoides, y el estrés: Trilogía fatídica… El IMC revisitado, y, la Gastroplastía: la Quinta Disorexia en psikis.cl y en monografias.com
Bennett, W: (1982) The dieter"s dilemma Basic Books
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca
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