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La vejez y el sexo (página 2)

Enviado por Felix Larocca

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La creencia de que la edad y el declinar de la actividad sexual están inexorablemente unidos ha hecho que no se prestara mayor atención a una de las actividades que procura mayor calidad de vida, tanto en los mayores como en los jóvenes, como es la sexualidad.

Hasta hace muy poco, la actividad sexual en los ancianos ha sido considerada inapropiada, inmoral e incluso una conducta aberrante. Un cambio radical con respecto a la sexualidad en las últimas décadas ha permitido un aumento del número de personas de edad avanzada que han buscado y buscan consejo para el tratamiento de las disfunciones sexuales, así como respuestas a las dudas que abriguen acerca de los cambios sexuales que en ellos mismos observan.

En los seres muy mayores la función sexual se ve afectada en primer lugar por los cambios fisiológicos y anatómicos que el envejecimiento produce en el organismo sano, cambios que deben distinguirse de los efectos en la actividad sexual que las diferentes enfermedades y/o sus tratamientos pueden producir.

Por supuesto, hay que entender, que el mayor impedimento al sexo en todas las edades es: la obesidad con sus complicaciones asociadas. (El artículo que aquí debe leerse es: Larocca, F. E. F. and Goodner, S: Eating Disorders in the Elderly: Transgenerational Psychiatry. J Clin. Geront. Vol. 7: 3/24 1988).

Prosigamos

En 1948 se publicó el primer estudio sobre las relaciones sexuales en la vejez. Kinsey y sus asociados fueron los primeros en documentar la existencia de un gradual declive en la actividad y en el interés sexual con el envejecimiento. Esta disminución de la función sexual se constató tanto en los hombres como en las mujeres. Masters & Johnson confirmarían estos hallazgos más adelante.

Ambos grupos de investigadores igualmente, enfatizan las diferencias que existen entre la mujer y el hombre envejecidos desde el punto de vista de la actividad sexual.

Una posible explicación a la diferencia entre hombres y mujeres estaría en que la mayoría de estudios que aparecen en la literatura utilizan como definición de actividad sexual exclusivamente la cópula. Un factor de consideración es que en edades avanzadas se produce en la población un desequilibrio numérico a favor de las mujeres. De hecho, en mayores de 85 años hay 39 hombres por cada 100 mujeres. Prácticamente dos terceras partes de la población anciana son mujeres, por lo que la ausencia de actividad sexual en la mujer podría tener que ver con la falta de pareja, entre otras razones.

Nunca engordé? Soy "joven a los setenta?"

Muchos de los estudios existentes sobre sexualidad y vejez han sido criticados debido a que confunden los efectos propios de la edad con aquellos debidos a patología o a factores como la socialización, factores culturales y de actitud o valores.

Muy pocos enfatizan la alimentación, como si este factor fuera irrelevante — que, como sabemos, es de la mayor importancia.

Kaiser en 1996 realiza una revisión de los diferentes trabajos publicados hasta el momento sobre este tema. Entre ellos destaca el estudio llevado a cabo por Pfeiffer et al quienes encontraron que el 95% de los hombres de edades comprendidas entre los 46 y 50 años mantenían relaciones sexuales semanalmente, cayendo este porcentaje al 28% en los varones de 66 a 71 años. En el caso de personas casadas, el 53% de los individuos de 60 años y el 24% de los mayores de 76 años eran sexualmente activos.

Otro trabajo descrito en la revisión de Kaiser es el realizado por Bretschneider y asociados. Estos autores indican que el 63% de los hombres y el 30% de las mujeres de entre 80 y 102 años de edad eran activos sexualmente. En este estudio, además, se reseñaba que la actividad sexual más frecuente eran las caricias y tocamientos seguido del coito. El 74% de los hombres y el 42% de las mujeres practicaban la masturbación. Las mujeres activas sexualmente tendían a haber tenido más parejas sexuales y mayor nivel de actividad sexual en su juventud. Dato que posteriormente se ha confirmado también con los hombres. Sanders, realizó un estudio en el que se encuestó a 1110 individuos, mayores de 65 años, 658 mujeres y 452 hombres, en los resultados obtenidos aparece también la existencia de esta estrecha relación entre la actividad sexual mantenida en la vejez y la sexualidad ejercida durante la juventud.

A la hora de estudiar las relaciones sexuales en los ancianos, el grupo de Bretschneider describe como variables que pueden influir limitando la actividad sexual, a la capacidad de la pareja, el estado de salud, problemas de impotencia en el hombre o de dispareunia en la mujer, así como el interés sexual en la juventud. Otros pronosticadores importantes para estos autores, son la toma de medicación y variables ambientales, como la pérdida de privacidad, por ejemplo, el vivir en una residencia o en casa de los hijos pueden suponer una falta de intimidad, lo que llevará a un detrimento en las relaciones sexuales. (El artículo para aquí leer es: Larocca, F. E. F: La vejez sin achaques).

El hecho es que los viejos en todos los estudios publicados, cuando eran saludables mantuvieran la satisfacción y el deseo sexual. Lo que nos lleva de nuevo a recalcar la importancia de los factores psicológicos y relacionales en la actividad y deseo sexual y no sólo la de los cambios anatómicos y fisiológicos producidos por el envejecimiento.

En resumen, la revisión de la literatura publicada sugiere que hay una disminución en la frecuencia de las conductas sexuales, que afecta también al interés sexual y que se produce un aumento de las disfunciones sexuales asociado con la edad. Pero esto no es culpa de ser viejo, como ya veremos más adelante.

De cualquier modo hay diferencias individuales importantes en las que parece influir entre otros factores, las características de las relaciones sexuales en la juventud, el estado de salud, los medicamentos administrados, la existencia de alteraciones psicopatológicas, así como variables psicosociales que incluyen la existencia de pareja estable y la calidad de la relación, el funcionamiento social y el nivel educacional.

El envejecer y su fenomenología

El envejecimiento fisiológico es una clave importante para entender, en parte, la disminución de la actividad sexual que se produce en esta etapa de la vida, aunque no es posible explicar todos los cambios que ocurren teniendo en cuenta sólo este hecho.

Un error frecuentemente aceptado es la confusión entre envejecimiento y dolencia. Error compartido cuando enfocamos ciertas condiciones como la menstruación, el embarazo y la menopausia (Véanse mis artículos al respecto). Aunque el proceso de envejecimiento incluye la susceptibilidad a las enfermedades, los cambios producidos por el proceso de envejecimiento son universales, afectando a todos los individuos de todas las especies animales, mientras que las enfermedades sólo afectarán a un determinado grupo de estos individuos.

Así será, hasta la activación final del mecanismo universal de la apoptosis. Mientras tanto, el libro que aquí se recomienda es: Aging with grace? por David Snowdon.

De importancia es aquí recordar, que hay grandes diferencias individuales con respecto a los efectos de la edad en la capacidad sexual, en ausencia de enfermedades y que, a pesar de los cambios fisiológicos y anatómicos que se producen, tanto los hombres como las mujeres de edad avanzada pueden continuar disfrutando de las relaciones sexuales, si se dan las condiciones necesarias. Y si no están tarados por la obesidad o por sus daños colaterales.

En general, en las mujeres hay menor preocupación por la función sexual y más por la pérdida del aspecto juvenil. No así en los hombres, donde la preocupación excesiva por los cambios fisiológicos que se producen con el envejecimiento, pueden llevar a la aparición de angustia.

En la vejez, el interés o deseo sexual se mantiene mejor que la actividad sexual en los hombres. Mientras que en las mujeres existe una caída en ambos aspectos de la sexualidad. En cualquier caso, se ha descrito aumento, disminución o ningún cambio en la libido, tanto en hombres como mujeres en el envejecimiento.

Cambios en la Mujer

En la Europa de los siglos XVIII y XIX los médicos estimaban que al llegar a la menopausia las mujeres experimentaban un descenso físico y psicológico, y en 9 de cada 10 casos se diagnosticaba la existencia de "irritabilidad nerviosa". Los estudios actuales, sin embargo, no han producido indicios de que en los años siguientes a la menopausia se encuentre un aumento de los índices de enfermedad depresiva o de otros trastornos psiquiátricos graves. Estas investigaciones muestran que mucho se ha exagerado sobre las implicaciones de los cambios que se producen en la mujer, e incluso en el hombre tras climaterio normal. (Véanse mis artículos acerca de la menopausia y de la andropausia).

Es que el envejecimiento no es por sí solo un factor que origine la disminución de interés sexual de la mujer, ni su capacidad de respuesta sexual. La mujer de edad avanzada puede mantener, generalmente, sus patrones de conducta sexual anteriores, los que presentaba en la juventud, hasta el final de la vida o hasta que aparece una enfermedad lo suficientemente debilitante que lo impida. O una complicación intercalada como son la obesidad, y la diabetes como corolario.

No obstante, el ciclo de la respuesta sexual de la mujer post-menopausia lleva consigo una serie de cambios fisiológicos y anatómicos a nivel del aparato genital y de todo el organismo. Estos cambios no acontecen de forma súbita ni se presentan del mismo modo en todas las mujeres.

Tras la menopausia hay una disminución severa de la producción de Estrógenos y Progestágenos causantes de los cambios que se producen en el aparato genital femenino:

Los ovarios disminuyen progresivamente de tamaño.

Las Trompas de Falopio se hacen filiformes.

El útero regresa a su tamaño pre-púber.

El endometrio y la mucosa del cuello uterino se atrofian.

La vagina se hace más corta y menos elástica.

La mucosa vaginal se hace más delgada y friable.

Disminuye la capacidad de lubricación de la vagina, lo que hace que el coito pueda ser doloroso.

Las mujeres mantienen su capacidad multi-orgásmica pero más débil y con menor número de contracciones.

Al atrofiarse los ovarios, disminuye la producción de andrógenos, que parecen estar relacionados con el interés sexual.

Es importante remarcar que, aunque tanto los cambios anatómicos como los cambios fisiológicos ocurren de forma universal, no tienen la misma relevancia en todas las mujeres, quienes presentan variaciones individuales muy importantes.

Cambios en el Hombre

La Tipología normal del deterioro de las funciones reproductivas del hombre es muy diferente de la que caracteriza a las mujeres, ya que no existe un término claro y definitivo de la fecundidad masculina. Si bien la producción de esperma disminuye a partir de los 40 años, ésta continúa hasta más allá de los 80 y 90 años. En tanto que la producción de testosterona declina gradualmente desde los 55 ó 60 años.

Los cambios en la fisiología sexual del hombre, igualmente, no se presentan de forma súbita ni de la misma forma en todos los individuos, pero, el no ser conscientes de este proceso fisiológico, puede llevar al anciano a presentar síntomas de angustia anticipadora sobre su función sexual, empeorando la misma.

Entre estos cambios se encuentran:

La disminución del tiempo para lograr la erección con la edad. Es necesario más tiempo para la estimulación y para alcanzar el clímax sexual, siendo el orgasmo de duración más corta.

Disminuye el número de erecciones nocturnas involuntarias, lo cual generalmente carece de relevancia clínica.

El período refractario tras la erección aumenta marcadamente, llegando a ser de días.

La eyaculación se retrasa, por este motivo se reduce también la frecuencia de eyaculación prematura, lo que se convierte en una ventaja en los hombres que presentan este trastorno.

La eyaculación es menos profusa.

Todos estos cambios parecen estar en relación con múltiples factores hormonales, neuronales y vasculares, entre los que destaca la disminución gradual en la producción de testosterona, a menudo asociada con el sobrepeso.

Factores psicosociales

Para la mayoría de investigadores, la disminución de la actividad sexual en la vejez se relaciona tanto con los cambios físicos debidos al envejecimiento anteriormente descritos, como con la influencia de actitudes y expectativas impuestas por el entorno social, así también como con factores psicológicos propios del individuo.

Muchos de los factores psicosociales que influyen en la aparición de problemas en la actividad sexual en los jóvenes también intervienen en los que presenta el hombre mayor.

Puesto que en nuestra sociedad aún se mide la actividad sexual según la cohabitación, y como la frecuencia con que éste es posible en la vejez es menor, muchas parejas de ancianos van optando progresivamente por la abstinencia. Gran número de personas mayores se niegan a cambiar sus costumbres y no aceptan variar la actividad sexual. En adición, muchas mujeres, han recibido una educación en la que se rechazaba la actividad sexual femenina, por lo que es infrecuente que sean ellas quienes inicien la diligencia sexual.

Si el anciano sufre alguna enfermedad crónica, aunque ésta no afecte directamente su capacidad sexual, el miedo y la actitud negativa ante los problemas de la edad limitan más la actividad sexual de ambos miembros de la pareja.

La sociedad, por su parte, no ayuda en mucho a que las personas ancianas puedan vivir y manifestar libremente su sexualidad. En parte, el negativismo cultural, en lo que atañe al sexo en la vejez, es reflejo de una actitud generalizada de rechazo del individuo por el hecho de ser mayor.

La sexualidad en el anciano no puede asociarse con la procreación, y tiende a negarse su existencia, o al menos es un tema tabú. En este sentido y como reflejo de ello, en las residencias de ancianos no se facilita y por el contrario, se limita cualquier posibilidad de actividad amatoria entre los residentes.

Los límites que aparecen en las residencias de ancianos son fundamentalmente la falta de privacidad y la actitud del personal que trabaja en las residencias criticando e impidiendo cualquier manifestación de interés amoroso entre los moradores, generalmente debido a la falta de conocimientos con respecto al tema.

La preponderancia elevada de trastornos psicopatológicos en los ancianos como son la depresión o los trastornos de ansiedad, y la existencia de factores estresantes, por otra parte muy frecuentes en la vejez, contribuyen también a la aparición de diversas dificultades en la actividad e interés sexual en el viejo.

Por lo anteriormente expuesto, comprobamos que son múltiples los factores psicosociales que pueden influir en el deterioro progresivo de la actividad sexual en la vejez y que el anciano se ve sometido a múltiples factores de riesgo que contribuyen al deterioro de su actividad sexual.

Las causas orgánicas

En el campo de la gerontología se estudian cabalmente estas condiciones. Las que aquí nos ocupan son las de origen del entorno (la obesidad y el abandono emocional) y las psicológicas. Estas últimas permanecen, por necesidad, imbricadas con las primeras.

Las psicológicas

La causa más frecuente de disfunción sexual de origen psicógeno es la depresión. Ésta debe siempre ser considerada como factor, ya que es responsable del 10% de los casos de impotencia en los ancianos. Además y como hemos antes hemos visto, los agentes farmacológicos que se utilizan en el tratamiento de dichos trastornos pueden también contribuir a empeorar la disfunción sexual, sobre todo los que tienen efectos anti colinérgicos. Los antidepresivos pueden producir, además de disfunción eréctil en el varón, disminución de la libido y anorgasmia en la mujer. El prozac se reconoce por sus efectos secundarios negativos en la función sexual en cualquier edad y en ambos sexos.

Otra patología psíquica que puede cursar con alteraciones en la función sexual es el trastorno de ansiedad en cualquiera de sus formas.

La homosexualidad. Asunto escabroso?

Merece la pena realizar una breve mención respecto a la homosexualidad en el anciano dado que se trata de una orientación sexual que por sí misma es fuente de presión desde la sociedad hacia el individuo y que en esta población incrementa sus dificultades de expresión. Si la sexualidad de los ancianos heterosexuales no es aceptada por la sociedad, peor será la situación que se presenta para los ancianos homosexuales.

Los escasos estudios realizados en esta población muestran que el proceso de envejecimiento produce los mismos cambios que en el anciano heterosexual. Sus relaciones y problemas físicos no difieren mucho de los que se encuentran en los heterosexuales de edad avanzada.

Los estudios realizados muestran que, aunque de joven parejas homosexuales temía ser "descubiertos" como tales. Que con la edad, se atenúa el temor a ser manifiestos. Una posible explicación es que este miedo está ligado a la pérdida de la seguridad en el empleo y desarrollo de la carrera profesional, temores que desaparecen con la jubilación.

En general, con el envejecimiento tienen más problemas los ancianos homosexuales que las parejas heterosexuales, a los que se añade al rechazo social, la falta de protección sociofamiliar y la carencia de amparo jurídico cuando se produce la muerte de un miembro de la pareja. Lo que, a menudo sucede, sin derecho a pensión de compensación y sin ningún reconocimiento para el miembro de la pareja que queda solo.

La realidad psicológica y social de las mujeres lesbianas es aún menos conocida, con muy pocos estudios realizados, pero con una situación que no se diferencia mucho de la de los varones ancianos homosexuales.

En resumen

La creencia de que la edad avanzada y el declinar de la actividad sexual están inexorablemente unidos ha hecho que no se haya prestado atención adecuada a una de las actividades que tramita mayor calidad de vida en los ancianos, como es la sexualidad. Los estudios médicos demuestran que la mayoría de las personas de edad avanzada son capaces de tener relaciones y de sentir placer en toda la gama de las actividades de este tipo a las que se entregan las personas más jóvenes.

Una revisión de la literatura sugiere que hay una disminución gradual en la frecuencia de las conductas sexuales, con disminución del interés sexual y un aumento de la frecuencia de disfunciones sexuales asociado con la edad y empeorados por la dieta inapropiada y por la obesidad como corolario final.

En los ancianos la función sexual se ve afectada en primer lugar por los cambios fisiológicos y anatómicos que el envejecimiento produce en el organismo sano.

Un error frecuentemente aceptado es la confusión entre envejecimiento y enfermedad.

Las características psicológicas, sociales y culturales en las que tenga lugar la relación influyen de manera decisiva en la función sexual.

En la vejez, el interés o deseo sexual se mantiene mejor que la actividad sexual en los hombres, mientras que en las mujeres existe un declive en ambos aspectos de la sexualidad.

Existen importantes variaciones individuales en la sexualidad durante la vejez, lo que indica que los cambios de la actividad sexual en el anciano son fruto de la intervención de múltiples factores.

El aumento de disfunciones sexuales en el anciano también se ha visto recogido en los diferentes estudios existentes sobre el tema. La disfunción sexual puede ser debida a causas médicas, psicológicas y/o como efecto secundario de la medicación administrada, donde los factores psicológicos juegan un papel muy importante.

La obesidad, flagelo persistente cultural, el consumo excesivo del alcohol, los efectos adversos demostrados — del azúcar en la actividad sexual son indolentemente omitidos por los expertos en sus recomendaciones. Todo confluye para que veamos la sexualidad en la vejez a través de prismas miopes. (El libro para aquí consultar es: Sugar Blues por William Duftí).

Finalmente, hemos evitado discutir en mucho detalle los factores asociados con la dieta, como asimismo hemos soslayado revisar el resultado y efecto de la presencia de un mayor índice de obesidad en las personas mayores, que aumenta al unísono con el de la población general.

Finalmente, no reparamos en el efecto en el abatimiento, por desuso, de las facultades intelectuales, ya que el anciano de hoy no se arriesga a explorar actividades que retan sus recursos cognitivos.

Como antes hemos dicho: se puede envejecer sin achaques, pero para hacerlo hay que desearlo y dedicarse a que así lo sea.

Honi soit qui mal y pense?

Bibliografía

Provista por solicitud.

¡Dios mío, qué solos se quedan los viejos!

Dr. Félix E. F. Larocca

Hace muchos, muchos años, durante los tiempos románticos de mi juventud pasada, que solía envolverme en el placer infinito de leer los poemas líricos de la lengua castellana. Esos recuerdos le prestan el título a esta presentación. Se trata de las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, quien en su poema muy triste repetía cadenciosamente "… Dios mío, ¡qué solos se quedan los muertos!…"

La juventud se considera no sólo un período relativamente fugaz de nuestras vidas; sino que también, puede considerarse como estado evolutivo en el ciclo psico-vital de nuestras existencias, como lo es, sin duda, en una mayoría de los casos, un estado de ánimo, y asimismo una actitud mental.

Con el pasaje de los años nuestras habilidades se circunscriben, nuestros sentidos disminuyen en su agudeza, nuestros reflejos se prolongan en el tiempo de sus respuestas, nuestros intereses se reducen en su alcance, nuestra relevancia comienza a desaparecer progresivamente; volviéndose los llamados "Años de Oro de la Vida", a veces, una penuria prolongada de un modo innecesario.

El corredor de maratones más viejo del mundo: 96 años de edad?

Hay dos asuntos que son bien importantes y que hay que tener en cuenta cuando se atenta la intrepidez de tratar de explicar esta etapa de nuestras vidas. La primera es que para los fines del Siglo XX, una proporción muy alta de la población mundial estaba constituida por "gentes viejas"; y, segundo, que todas esas "gentes viejas", en el s.XXI, no se ajustarán a los moldes estereotípicos que nuestra sociedad les ha asignado.

¿Cuáles son esos "moldes estereotípicos" a los que yo me refiero?:

  • Que los viejos son limitados en sus habilidades atléticas. ¡Error!. Los viejos pueden entrenarse a correr maratones y a hacer ejercicios aeróbicos — hecho corroborado por el número creciente de aquellas personas de mucha edad quienes compiten sin dificultades y exitosamente en las olimpíadas que se llevan a cabo por toda Norteamérica anualmente.
  • Que los viejos carecen de vida e interés sexual. Otro concepto equivocado que falla en tomar en cuenta que los viejos sí que tienen intereses y existencias eróticas basadas en diseños exquisitamente "planeados" para nuestras especies. Lo que sucede es que nuestros estereotipos les asignan a ellos un climaterio prematuro y arbitrario al que ellos mismos, a menudo se "someten", sin saber por qué lo hacen.
  • Que a los viejos hay que engañarlos y hay que guardarles secretos — como a los niños muy jóvenes. "No le digan que va a ver un psiquiatra para su depresión, díganle que va a ver un médico para el asunto de que el pelo se le está cayendo"… un insulto u otra injuria adicional que se comete.
  • Que a los viejos hay que tratarlos como si fuesen infantes. No sólo se les roba la relevancia cuando se les fuerza a la jubilación prematura; sino que cuando se les visita, se hace de modo obsequioso y patrocinante, cargados de golosinas, presentándole "unos dulcitos" para "que se sientan bien" (¡qué farsa más torpe!).
  • Que la pérdida de memoria, que a veces aparece en algunos seres ancianos es síntoma patognomónico de la decadencia funcional del individuo; y no que, en su lugar, puede que sea una manifestación de trastornos depresivos, de la mala alimentación y/o de la falta de estimulación social y emocional. A veces es mejor asignarle a alguien (eufemísticamente una "enfermera"), en lugar de dedicarle tiempo con interés y sinceridad a la persona mayor. Lo que, en mi opinión es, simplemente crueldad injustificada.

Habiendo elaborado someramente, en aspectos selectos, del problema de nuestros viejos. Yo quisiera hacer otros juicios que aplican de modo bastante consistente a nuestra sociedad dominicana.

En nuestro país la cúpula de la ambición de los jóvenes, está ligada al hecho de que la mayoría de los graduados, vástagos de familias adineradas, inevitablemente pararán trabajando para (y en los negocios de) los padres exitosos quienes fueron los fundadores del imperio económico de la familia. Ello significa que luchas entre aliados serán inevitables entre los hermanos, sus cónyuges, los primos (que inevitablemente los habrá); y, por supuesto, la vieja generación , quien ve su relevancia amenazada por la presencia de una "juventud impetuosa", cuyas ideas (aunque sean originales) a veces parecen audaces e impulsivas, en lugar de relevantes.

He aquí el punto desde el cual estratégicamente los viejos se "vuelven" "muy viejos", se les infantiliza, se les miman, se les engorda, se les retira, y se les relegan a la compañía de la proverbial "compañera y custodia".

Como se lamentaba un señor de mente clara, de visión intacta y de intereses vastos; pero que era viudo: "¿Para esto nosotros criamos a los hijos?".

¡Dios mío y qué solos se quedan los viejos!

Bibliografía

Amplia selección de artículos técnicos y de información general se pueden obtener por solicitud.

Dr. Félix E. F. Larocca

f.larocca[arroba]codetel.net.do

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