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Deforestación, destruyendo el futuro (página 2)

Enviado por guillepuntog


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Anualmente el hombre desmantela cerca de 16 millones de hectáreas de bosque al año, con especial incidencia en los bosques tropicales (12 millones de hectáreas al año), un área equivalente a Perú y Paraguay ha desaparecido en la última década. Como causas principales están la deforestación, la reconversión a otros usos de la tierra, la sobreexplotación de productos forestales, la minería, la creación de infraestructuras, las malas técnicas de tala, y los incendios. Además la creación de la Ruta Transamazónica ha destruido el hábitat de cientos de especies y facilita el acceso humano intensificándose así la deforestación que el hombre causa.

El mayor peligro es la explotación comercial para fabricar productos derivados de la madera como por ejemplo: muebles, ventanas, puertas y sus marcos, parqués, escaleras, cercados, paneles, ebanistería, carpintería interior y exterior, construcción naval, decoración en general, molduras, rodapiés, embalajes, papel… La mayoría de la tala se hace de forma ilegal. En 1998 en la Cumbre de Río se crearon una serie de acuerdos que procuran proteger estos bosques y recientemente los países del G-8 adoptaron compromisos para promover una gestión forestal sostenible. Sin embargo estos intentos se ven frustrados por la tala y comercio ilegal madera y otros productos forestales; la tala y comercio ilegales están en continuo aumento en todo el mundo. Dependiendo de las zonas se calcula que el porcentaje de madera extraída y transportada ilegalmente está entre el 20 y el 80%. Algunos expertos prevén que para el 2025 podrían no quedar bosques en las Islas Filipinas debido a las talas ilegales. En la Amazonia brasileña la tala ilegal llega a ser la norma en vez de la excepción. El G-8, como ya hemos dicho se compromete a luchar contra las talas ilegales pero por otro lado, los países que lo integran importan grandes cantidades de productos forestales desde lugares donde la tala y comercio ilegal son habituales. La gestión forestal sostenible que se intenta llevar a cabo se ve amenazada por la producción y comercio ilegal de productos forestales que como ya hemos dicho, está en continuo aumento. Esta es la mayor amenaza para los bosques primarios de todo el mundo afectando al 70% de las fronteras forestales amenazadas. De esta forma podemos ver que la posibilidad de llevar a cabo una gestión forestal sostenible es muy difícil. Parte de las actividades ilegales en el comercio de madera son: cortas ilegales, cortas por encima de la posibilidad autorizada en la concesión de madera o infracciones en el permiso de corta concedido, cortas en áreas protegidas por su interés ambiental o por ser vivienda de pueblos indígenas (como reservas forestales, zonas de grandes pendientes o riberas de los ríos), cortas de árboles menores o mayores que el tamaño permitido, cortas de especies no incluidas en la autorización, infravaloración de las medidas de los diámetros de los troncos por debajo de las medidas reales así como una defectuosa determinación de las especies, reducción del valor de la madera en la declaración del importe de madera extraída de las concesiones evitando así el pago de parte de los impuestos y de los derechos de corta… Diferentes casos estudiados en 1998 fueron de importaciones ilegales de especies CITES, importaciones de troncos cortados ilegalmente, con un diámetro inferior al autorizado, comercio de madera ilegal de la Amazonia e Indonesia. El estudio del comercio ilegal de madera ilegal de la Amazonia llevo a la conclusión de que el 80% de las cortas son ilegales, hay varios casos de empresas de países de G-8 que comercian con empresas que compran regularmente troncos ilegales. En 1998 estas empresas llevaron a cabo el 86’7% de las exportaciones de la Amazonia, algunas de estas empresas son la japonesa "Eidai" y la francesa "El dorado".El volumen de troncos ilegales descubierto sería mucho mayor si las estructuras de investigación fueran más fuertes, el IBAMA solo puede controlar un 10% de las extracciones de la Amazonia.

Ciertas empresas indonesias y malayas tienen un papel muy activo en Surinam, y explotan superficies muy importantes, incluso tras la negativa a tres concesiones especialmente grandes (1’1 millones de hectáreas cada una) que pretendían conseguir, controlan 1’4 millones de hectáreas de los bosques del país (una superficie mayor que la de Gambia) entre las tres.

Según cifras oficiales, los estados brasileños de Amazonas y Pará exportaron un total de 368.757.166 de dólares en madera y productos de madera, sin embargo de las 818 empresas madereras que se cree que están presentes en estos dos estados, las diez mayores TNC exportadoras (que representan un 1% de las empresas presentes) realizaron más del 40% que las exportaciones totales de la zona.

Las actividades de exportación de Pará, Amazonas y Belice, han ido aumentando mucho. Antes de 1990 las operaciones de explotación forestal a pequeña escala en unas 2’4 millones de hectáreas generaron unos 200.000 m3 de troncos al año. En 1993 se fueron 7’1 millones de hectáreas. En Surinam se multiplicaron en 2’4 millones de hectáreas entre 1990 y 1998. En Brasil la contribución de la zona amazónica a la producción de madera total del país ha aumentado de un 14% que era hasta un 85% en las dos últimas décadas.

En el caso de Indonesia, datos del Banco Mundial y del Programa de Gestión de los Bosques Tropicales muestran que entre el 53% y 73% de los troncos transformados por la industria de Indonesia son ilegales. Teniendo en cuenta que los países del G-8 y de la Unión Europea importan más de la mitad de la madera aserrada, parece lógico suponer que muchas de estas exportaciones proceden de talas ilegales. Las extensas cortas ilegales que se están dando en los Parques Nacionales de Indonesia están destruyendo el hábitat del orangután. Cada vez más, los gobiernos de países exportadores dejan al sector privado la responsabilidad de adoptar decisiones, de modo que las empresas extranjeras hacen lo que mejor les viene. Para contrarrestar esto, es necesario que por un lado los importadores no se conviertan en cómplices al consumir productos sin garantías, y por otro que la sociedad intervenga puesto que en este problema está parte de su futuro. El mercado avanza más rápido que las leyes y los sistemas de vigilancia. El naturalista Joaquín Araújo dice "conseguir su permanencia es asegurar la nuestra", una razón más para darnos cuenta de que la salud del planeta queda sometida a la solución que le demos al problema. Por cuestiones ambientales, económicas, y culturales es necesario salvar y gestionar de forma sostenible, y especialmente las fronteras forestales (grandes bosques primarios aun no fragmentados en pequeños pedazos y capaces de albergar poblaciones viables de todas las especies asociadas a un determinado tipo de bosque. La frontera forestal que aun queda (13’5 millones de Km2 que aun quedan) contienen 433.000 millones de toneladas de carbono, si esta superficie se deforestara, se agravaría el Cambio Climático causado por las emisiones de gases invernadero.

Se calcula que el 55% de la madera que anualmente se extrae de ellos se usa como combustible (ya sea cm leña o para producir carbón vegetal), 2000 millones de personas dependen de la leña o el carbón vegetal como fuente principal de combustible. En África en 1995 representó el 60% del consumo de combustible, en el sur de Asia el 56%, en china el 24%, en Latinoamérica el 18% y en los países industrializados sólo el 3%. Teniendo en cuenta estas cifras parece extraño que los mayores productores de madera sean países industrializados como Estados Unidos, Canadá o Rusia. La opción más barata y lógica es conservar la frontera forestal. Más de 75% de la frontera forestal está en tres grandes áreas, los bosques boreales de Canadá y Alaska, los bosques boreales de Rusia y los bosques tropicales de la Amazonia y el Escudo de las Guayanas. El tamaño y lejanía de las fronteras forestales no las aleja de los peligros y amenazas puesto que los bastos incendios en Indonesia y Brasil en 1997 y 1998 para talar los bosques, el establecimiento de grandes plantaciones y pastos para la ganadería extensiva, las carreteras en construcción a través de los bosques de América del Sur y la extracción de madera de todos los tipos de bosques (tropicales, templados y boreales) muestran que incluso los lugares más remotos están amenazados.

Se ha hecho muy poco para frenar la situación de los bosques primarios, no se ha conseguido frenar el ritmo de deforestación. Los últimos bosques primarios del planeta tendrán serios problemas para subsistir. Una quinta parte de los bosques primarios originales siguen intactos, y la mitad de las que quedan están amenazadas. En rojo podemos ver las zonas ya perdidas, y en verde las que quedan intactas. Las multinacionales madereras siguen arrasando las últimas fronteras forestales. El consumo de maderas tropicales se incrementa. El 71% de los bosques destruidos a lo largo de la historia lo ha sido en los últimos 20 años. Según el gobierno brasileño el 80% de la madera que se extrae actualmente de la Amazonia brasileña es ilegal. La certificación forestal de la madera es, actualmente, la iniciativa mas interesante que se está llevando a cabo para mejorar la gestión forestal en los bosques del planeta y frenar el proceso incontrolado de deforestación. El logo del FSC es ahora mismo la garantía más fidedigna de que la gestión de las explotaciones forestales y su posterior transformación han sido realizadas conforme a criterios claros y probables de sostenibilidad. Este logotipo es fácil de reconocer para el consumidor puesto que simula el trazado de un arbolito sobre las siglas FSC, puede aparecer impreso en el producto, marcado sobre el mismo, marcada sobre el material o en etiquetas. Todo logotipo debe llevar un número de registro que indica la procedencia del producto.

En África perdía 3’7 millones de hectáreas de bosque anualmente entre 1990 y 1995. Más recientemente WWF ha establecido una pérdida anual de 4’1 millones de hectáreas deforestadas en este continente. La segunda región de bosque tropical más grande del mundo, la Cuenca del Congo, se deforesta a razón del 0’7% de su superficie al año. La mayori8a de los países de África Occidental estaban cubiertos por una selva que se extendía de la costa hacia el interior, pero solo quedan vestigios de esas selvas, en 1990 se estimaba que solo quedaba alrededor del 12% de las selva original de África Occidental. En 1997 la cifra bajó al 10%, Entre 1990 y 1995 esta región ha perdido 2’5 millones de hectáreas. Las tasas anuales de la deforestación en África Occidental están entre las más altas del mundo, aunque el ritmo de deforestación en África se ha visto frenado. Desde la década de los 80 la tasa de deforestación ha pasado del 2’1% al 1%. En África central queda menos del 60% de la cubierta forestal original, aproximadamente 185 millones de hectáreas de selva cerrada. La FAO calcula que la tasa de deforestación para África Central es de alrededor del 0’6%. Datos del "World Resources Institute" elaborados entre 1998 y 1999 indican que solo el 8% de toda la cubierta remanente en África (0’5 millones de Km2) puede ser considerada frontera forestal. El 77% de estas fronteras forestales están bajo amenaza moderada o alta. La explotación forestal supone casi el 80% de estas amenazas. Las mejores y más extensas fronteras forestales se encuentran en la República Democrática del Congo (antiguo Zaire), Gabón y la República del Congo. En África Occidental, solamente una parte del oeste de la Costa de Marfil y la frontera de Camerún con Nigeria mantienen grandes superficies de selva intacta que pueden ser consideradas como fronteras forestales.

Actualmente África solo produce el 8% del total de la madera tropical, aunque posee aproximadamente la quinta parte de las selvas tropicales que quedan en el mundo. Una de las amenazas más evidentes para las selvas tropicales de África es la proliferación de la agricultura de rozas y la necesidad de nuevos terrenos agrícolas. Esto es verdad, pero en ocasiones también se usa como excusa para ocultar la deforestación que tiene lugar. Las rozas para la agricultura están relacionadas con la apertura de nuevas zonas de la selva debido a la explotación forestal. Antes la explotación selectiva de la selva se centraba en unas pocas especies y con una intensidad de incluso un árbol por hectárea. Este sistema selectivo implica la apertura de zonas inmensas de selva para una producción bastante pequeña de madera, pero las grandes empresas asiáticas utilizan toda la madera, incluso los troncos pequeños, esto ha hecho que crezca la cantidad de destrucción de las selvas. La mayoría de la explotación forestal se ha realizado hasta hace pocos años por grandes consorcios europeos. Desgraciadamente no existen las condiciones necesarias para la buena gestión forestal en esta región. Un estudio realizado por el Enviroment Strategies Europe reveló que en menos de un millón de hectáreas de las selvas africanas se está desarrollando un sistema de gestión forestal sostenible. Esta zona es muy pequeña en comparación con las más de 60 millones de hectáreas que han sido explotadas hasta ahora por la industria maderera en África. Debido a la mala situación económica y falta de políticas a largo plazo, los gobiernos africanos suelen tratar los bosques tropicales como una fuente rápida de ingresos y divisas extranjeras. En la Amazonia brasileña en los últimos 30 años se ha deforestado el 14% de la misma (un área mayor que toda Francia). Entre 1978 y 1996, 52 millones de hectáreas fueron destruidas (el 12’5% de los bosques intactos de esa región), sólo en la década de los 80, Brasil perdió 37 millones de hectáreas de selva tropical (el 20% de toda la selva tropical que se perdió en esos años a nivel mundial). Como ya hemos comentado la creación de carreteras y pistas por parte de la industria maderera facilita el acceso a otros tipos de explotación más rápidos como la explotación del petróleo, extracción de plantas medicinales, apertura de claros para la agricultura, ganadería, minería entre otras actividades. La fragmentación de esta frontera forestal junto con las talas intensivas resulta fatal para el futuro de este ecosistema único. La razón de deforestación de la densa selva tropical es de 5200 hectáreas al día (8 campos de fútbol por minuto).

Un factor también importante en la pérdida de los bosques tropicales son los incendios. Cada año el hombre desmantela cerca de 12 millones de hectáreas de bosque tropical, la cantidad destruida por los incendios (entre selvas, bosques y matorrales) es de 7 millones de hectáreas. Factores que favorecen este suceso son las altas temperaturas, las sequías, la falta de humedad y los fuertes y secos vientos que contribuyen a que el fuego se disperse de forma rápida e incontrolada. En el medio de avance de un incendio forestal se pueden distinguir tres sectores. En el más alto el fuego se da en la copa de los árboles (donde están las ramas y las hojas), en esta zona se da el avance más rápido y más difícil de controlar. En el nivel medio, donde crecen los arbustos, el fuego no avanza tan rápidamente, pero también afecta a la maleza y a las matas. En el nivel inferior, por debajo del suelo, el avance es mucho más lento, pero el daño que ocasiona el fuego es mucho mayor puesto que quema las raíces y carboniza el humus dejando un daño irreparable en muchos años. Los granjeros y hacendados de la Amazonia en busca de tierras cultivables y para pasto, llegan a liquidar 80.000 Km2, si lo sumamos a otras causas da un total de unos 100.000 Km2 de jungla destruidos al año, y lanzan al espacio cerca de 620 millones de toneladas de gases carbónicos (aproximadamente el 10% de todos los contaminantes presentes en la atmósfera, el dióxido de carbono, óxido nitroso y el metano expulsados en los incendios contribuyen al efecto invernadero y también contribuyen a destruir la capa de ozono). Los incendios forestales de Indonesia en 1997/98 emitieron a la atmósfera tanto CO2 como el carbón, aceite y gas quemados durante el mismo año en toda Europa Occidental, el principal factor que contribuyó a estos fuegos fue el factor forestal. Se calcula que la destrucción de las selvas contribuye a que a la atmósfera llegue un 20% más de CO2. Dentro de 50 años, si el ritmo sigue así la fauna y flora están realmente tocados, y el aire estará muy viciado. Los efectos de los incendios también se sienten en la actualidad. Las áreas boscosas funcionan como una esponja en épocas de lluvia absorbiendo el agua y frenando la escorrentía, haciendo que los caudales aumenten, pero poco. Si la zona está deforestada, se llega a incrementar el caudal en más del 90% produciéndose así grandes aluviones e inundaciones. Desde satélites se ha visto que hay unos 8000 focos diarios. Estos incendios se hacen para obtener tierras cultivables y de pasto, esto es un error inútil, puesto que el suelo del Amazonas es casi improductivo. Es muy ácido para la siembra común; los hongos que habitan la capa de humus, son inofensivos para la homogénea vegetación de la jungla, pero son una plaga para las plantaciones o pastos para el ganado. Solo el tres por ciento de esta región es cultivable, el resto del suelo no vale sin su protección arbórea ya que ésta protege el suelo del lavado de materia que la lluvia provoca.

Los embalses construidos en el río Amazonas, además de haber cambiado el paisaje, han inundado unos 5000 Km2.

Si bien este es el ecosistema más rico del mundo, es también uno de los más frágiles. El calor y la humedad permanentes permiten el desarrollo de una abundante y espesa vegetación que sustenta la mayor diversidad de especies animales. La materia orgánica que cae al suelo en vez de acumularse para formar un rico suelo, rápidamente vuelve a la vida en forma de otros organismos vegetales y animales. Se estima que un bosque primario alberga más del 90% de todas las especies que viven en el planeta, y muchas aún no conocidas.

En muchas partes, los bosques son todavía el único hogar posible para que muchos pueblos indígenas que llevaban viviendo miles de años allí viviendo en armonía, lo que demuestra que no es necesario destruirlos para nuestra subsistencia. Las culturas de estos pueblos, sus sistemas de vida, sus lenguas y conocimientos se están perdiendo al mismo ritmo en que perdemos los bosques.

El proyecto "Echando Raíces" pretende conservar las últimas zonas boscosas. Tiene un doble objetivo: realizar pequeños proyectos de reforestación y llevar a cabo posibles soluciones que existen para evitar que se vuelvan a producir de nuevo las circunstancias que han dado lugar a la destrucción de los bosques.

Conclusión:

Todo el planeta está en continuo equilibrio. Nosotros, cegados por la codicia y los valores (en mi opinión incorrectos) que tenemos, estamos rompiendo este equilibrio arrasando todo para satisfacer muchos de nuestros caprichos. Al hacer esto estamos hundiendo nuestro propio futuro; concretamente en el tema de la deforestación: al eliminar estas enormes masas forestales perdemos una gran cantidad de O2 que nos dan, además su transpiración favorece la lluvia y su absorción, regulan el clima junto con los océanos, sin ellos el cambio climático se acelera al no poder ser absorbidos los gases invernadero por los bosques. La pérdida de los bosques hace que perdamos todos. Es necesario que toda la población del mundo nos mentalicemos de lo que estamos causando, porque no dentro de mucho pasaremos cuenta. Debemos frenar ya este proceso. Nosotros decidimos o

o

y todo lo que ello supone.

Supongo que en otros muchos temas sucederá algo similar, y que todos estos también tienen consecuencias nefastas sobre el equilibrio del planeta.

Fuentes bibliográficas:

Página web de GREENPEACE: www.greenpeace.es

Página web de NATIONAL GEOGRAPHIC: www.nationalgeographic.com

Página web: www.monografias.com

Atlas Mundial Microsoft Encarta 2001.

 

 

 

Guillermo Herrera Giménez

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