Desmontando las falacias de la regeneración bautismal y el bautismo de infantes (página 2)
Enviado por Efrain Lemus
La palabra baptize significa sumergir. El bautismo por inmersión es un símbolo de la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. Bajar al agua indica que nos identificamos con la muerte y sepultura de Jesús. Salir de ella representa que nos identificamos con la vida resucitada del Señor Jesús.[32] La Didaqué denota que: Las personas recibían el bautismo (los bautizandos) en agua "viva" (un río o arroyo) (Didache 7:2). Si no se disponía de agua corriente, entonces el bautismo debía tener lugar en "otras" aguas frías (Didache 7:3-4). Si ninguna de estas opciones estaba disponible, el bautizante debía derramar agua sobre la cabeza del bautizando tres veces en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Didache 7:3).[33]
A principios del siglo tercero los que estaban listos para ser bautizados ayunaban durante el viernes y el sábado, y su bautismo tenía lugar en la madrugada del domingo, como la resurrección del Señor. El bautismo era por inmersión, desnudos, los hombres separados de las mujeres. Al salir del agua, se le daba al neófito una vestidura blanca, en señal de su nueva vida en Cristo (compárese con Colosenses 3:9-12 y Apocalipsis 3:4). Además se le daba a beber agua, en señal de que había quedado limpio, no sólo exterior, sino también interiormente. Además se le ungía, porque ahora el cristiano había venido a formar parte del real sacerdocio, y se le daba leche y miel, porque había penetrado en la Tierra Prometida. Después todos marchaban juntos a la iglesia, donde el neófito participaba por primera vez del culto cristiano en toda su plenitud, es decir, de la comunión.
Aunque por lo general el bautismo era por inmersión, en los lugares en que escaseaba el agua se permitía practicarlo vertiendo agua sobre la cabeza tres veces, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.[34]
La Epístola de Bernabé (ca. 70-130 d.C.) utiliza expresiones de "bajar" al agua y "subir" del agua (Barnabas, 11:8, 11), indicando que la inmersión era el método preferido de bautismo. Mientras que esta referencia podría simplemente significar que los bautizandos descendían y ascendían de las orillas de los ríos o arroyos, otras referencias en la literatura cristiana primitiva generalmente utilizan esta expresión para referirse a la inmersión (Stander y Louw, Baptism in the Early Church, 37).[35]
Incluso Martín Lutero y Juan Calvino reconocieron que la inmersión era el significado básico del término y la forma original del bautismo practicado por la iglesia primitiva.[36]
El Nuevo Testamento deja bien clara la idea del bautismo por inmersión en los siguientes versículos: "También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salín, porque allí había mucha agua. Así que la gente iba para ser bautizada" (Jn 3:23). En seguida, al subir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma (Mr. 1:10). Mateo dice que «Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua» (Mt 3:16).
38 Entonces mandó parar la carroza, y ambos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó. 39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino (Hech. 8:38-39).
Me parece que aquellos que desean justificar la aspersión razonan de la siguiente manera: Si uno puede demostrar que cualquier forma diferente de la inmersión (como la afusión) se practicaba primitivamente, entonces se puede practicar legítimamente la aspersión, aunque evidentemente no se practicaba en la iglesia apostólica. En otras palabras, si la afusión puede ser un agujero en el dique de la inmersión universal, entonces la aspersión puede afluir también. Sin embargo, la evidencia sólo dice, si acaso, que la afusión (si es que se practicaba) se consideraba igual que la inmersión, pero la aspersión no se consideraba válida como bautismo.[37]
Significado de bautizarse en el nombre de Jesús
Comentando Hechos 2:38, Raúl Caballero Yoccou, afirma que: "Bautizarse en el "nombre de Jesús" no es una fórmula como pasó a ser después para algunas sectas. Es como decirles: "Sométanse bajo el Cristo que rechazaron". Es someterse a su autoridad, reconocer sus demandas y enrolarse en su servicio. Es decir, utilizando el mismo método con que los hebreos aceptaban a los prosélitos, Pedro les enseña que deben someterse al Señor Jesús (comp. He. 6:1-2).
Bautizan en "su nombre" porque están bajo la autoridad del Señor Jesús que los ha comisionado (Mt. 28:19; Hch. 15:17)".[38]
El nombre Jesucristo significa la revelación total de todo lo que Jesús hizo y dijo. Además, indica todo lo que las Escrituras revelan acerca de la venida, el oficio, y la función del Mesías. Por lo tanto, cuando en los tiempos apostólicos un creyente era bautizado en el nombre de Jesucristo, él declaraba que como candidato para el bautismo se estaba identificando completamente con ese nombre.[39]
Declaraciones acerca de ser bautizado "en el nombre de Jesús" omiten la fórmula larga, y enfatizan el bautismo cristiano como distinguido del bautismo de Juan.[40]
Concluimos que hay poca evidencia bíblica para apoyar la idea de que el bautismo es un medio de regeneración o un canal de gracia esencial para la salvación.
Es más, hay ciertas dificultades específicas unidas al concepto de regeneración bautismal. Cuando se explican todas las implicaciones, este concepto contradice el principio de salvación por la gracia, que con tanta claridad se enseña en el Nuevo Testamento. La insistencia en que el bautismo es necesario para la salvación es algo que tiene paralelismo con la insistencia de los judaizantes en que la circuncisión era necesaria para la salvación, una idea que Pablo rechazó con fuerza en Gálatas 5:1-12. Además, con la excepción de la Gran Comisión, Jesús no incluyó el bautismo en su predicación y enseñanza sobre el reino. De hecho, el ladrón de la cruz, no estaba bautizado, ni pudo serlo. No obstante Jesús le aseguro: "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc. 23:43). También debería señalarse que los intentos de reconciliar el concepto de regeneración bautismal con el principio bíblico de salvación sólo por fe han resultado inadecuados. Ni el argumento de que los niños que son bautizados tienen una fe inconsciente ni el argumento de que la fe de los padres (o de la iglesia) es suficiente resulta muy convincente. En varios puntos, pues, la teoría de que el bautismo es un medio de gracia salvífica es insostenible.[41]
Como hemos podido comprobar, las evidencias en contra de la regeneración bautismal y el bautismo de infantes son extensamente abrumadoras. Las pruebas refutatorias esbozadas en este trabajo contra tales creencias, nos dan autoridad para exhibirlas como sospechadas falacias religiosas, resultado de inferencias subjetivas y de una exégesis bíblica enteramente sesgada que desvirtúa de forma injusta el significado y valor de la salvación por gracia en Cristo Jesús.
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Autor:
Efrain Lemus
[1] De Andrade, C. C. (2002). In Diccionario Teológico: Con un Suplemento Biográfico de los Grandes Teólogos y Pensadores (p. 64).
[2] Ibid. p. 64.
[3] Ibid. p. 266.
[4] Ibid. p. 266.
[5] Ryrie, C. C. (2003). Teología básica (p. 485).
[6] George N.Collins, M. (2006). SALVACIÓN DE LOS INFANTES. In E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry (Eds.), Diccionario de Teología (p. 553).
[7] Kerr, W. N. (2006). DONATISTAS. In E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry (Eds.), Diccionario de Teología (pp. 192–193).
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[10] Trenchard, E. (1972). Bosquejos de doctrina fundamental (p. 69).
[11] Erickson, M. J. (2008). Teología sistemática. (B. Fernández, Trans., J. Haley, Ed.) (Segunda Edición., p. 1103).
[12] Peisker, A. D. (2009). REGENERACIÓN POR BAUTISMO. In R. S. Taylor, J. K. Grider, W. H. Taylor, & E. R. González (Eds.), E. Aparicio, J. Pacheco, & C. Sarmiento (Trans.), Diccionario Teológico Beacon (p. 584).
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[14] Augustus H. Strong, Systematic Theology (Westwood, N.J.: Revell, 1907), p. 945, citado por Erickson, M. J. (2008) en Teología sistemática. (B. Fernández, Trans., J. Haley, Ed.) (Segunda Edición., p. 1101).
[15] Burt, D. F. (2001). Adornando la Doctrina de Dios, Tito 2:1–3:15 (1a Edición., Vol. 157, p. 191).
[16] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry (p. 1781).
[17] Erickson, M. J. Op. Cit. p. 1103.
[18] Hendriksen, W. (1998). Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Marcos (p. 695).
[19] Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-1997). Comentario bíblico mundo hispano Hechos (1. ed.) (64).
[20] Buswell, J. O., Jr. (1983). Teología sistemática, tomo 3, Jesucristo y el plan de salvación (p. 677).
[21] Ryrie, C. C. (2003). Teología básica (p. 485).
[22] González, J. L. (2003). Historia del cristianismo: Tomo 1 (Vol. 1, p. 115).
[23] Turner, G. A. (2009). BAUTISMO DE NIÑOS—EN CONTRA. In R. S. Taylor, J. K. Grider, W. H. Taylor, & E. R. Conzález (Eds.), E. Aparicio, J. Pacheco, & C. Sarmiento (Trans.), Diccionario Teológico Beacon (p. 88).
[24] Schrag, M. H. (2009). REBAUTISMO. In R. S. Taylor, J. K. Grider, W. H. Taylor, & E. R. González (Eds.), E. Aparicio, J. Pacheco, & C. Sarmiento (Trans.), Diccionario Teológico Beacon (p. 576).
[25] Ritzema, E., Powell, G., Gomez, S. A., & Terranova, J. (Eds.). (2013). 300 citas para predicadores de los reformadores. (S. A. Gomez & J. Terranova, Trans.).
[26] Taylor, R. S. (2009). LIMBO. In J. K. Grider, W. H. Taylor, & E. R. González (Eds.), E. Aparicio, J. Pacheco, & C. Sarmiento (Trans.), Diccionario Teológico Beacon (p. 402).
[27] Ritzema, E., Powell, G., Terranova, J., & Saju, J. P. (Eds.). (2013). 300 citas para predicadores de la iglesia temprana. (J. Terranova & J. P. Saju, Trans.).
[28] Ibíd., p. 67.
[29] Gonza´lez, J. L. Tomo 1 (p. 82).
[30] Espinoza, B. (2014). Bautismo. In J. D. Barry & L. Wentz (Eds.), Diccionario Bíblico Lexham.
[31] Ibíd.
[32] Hunt, J. (2009). Viéndonos como Dios nos ve (pp. 105–106).
[33] Espinoza, B. Op. Cit.
[34] González, J. L. Tomo 1 Op. Cit. p. 115.
[35] Espinoza, B. Op. Cit.
[36] Erickson, M. J., Op. Cit. p. 1109.
[37] Ryrie, C. C. Op. Cit. p. 487.
[38] Yoccou, R. C. (1992). Comentario bíblico del continente nuevo: Hechos I (p. 91).
[39] Kistemaker, S. J. (2007). Comentario al Nuevo Testamento: Hechos (p. 427).
[40] Duffield, G. P., & Van Cleave, N. M. (2006). Fundamentos de Teología Pentecostal (p. 473).
[41] Erickson, M. J. Op. Cit. pp. 1104–1105.
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