Asimismo, por vez primera en nuestra historia, se aplican medidas de control estatal en materia de cambios y se considera para el pago de tributos la cotización diaria del billete, determinados montos mínimos para pagar los impuestos en metálico como medio de evitar la emigración de los soles de plata del país. Se establece el tipo de cambio y los montos máximos de las letras de cambio que debe mover el alto comercio, para evitar su concentración. Asimismo, como una forma de reparar la irresponsabilidad de los bancos ante el billete, se les exige entregar al tesoro una indemnización en plata equivalente al valor de los billetes que estaban en circulación al primero de agosto de 1875 y de los emitidos posteriormente hasta el 17 de agosto de 1877 para el recojo del billete fiscal.
Posteriormente, el gobierno de García Calderón recurrirá a la emisión de billetes, lo cual, se hará previo un contrato, un pedido de impresión de 40 millones de soles a los Estados Unidos (en una primera remesa, llegaron 10 725 000 soles y 7 millones fueron capturados por los chilenos).
El billete siguió como el principal medio circulante, acompañado con las monedas febles que todavía circulaban en el interior y las monedas y billetes chilenos. La depreciación sin embargo será menos pronunciada entre 1882 y 1883. Para ese entonces la emisión llego cerca de 120 millones.
Crisis del billete fiscal y el restablecimiento del sistema metálico 1883 – 1888
Al fin de la guerra, nuestra estructura económica y financiera estaba completamente desarticulada, la mayoría de los bancos habían colapsado y el fisco se hallaba en completa bancarrota. En esas condiciones el billete había perdido todo su valor en el exterior.
Las primeras medidas, tanto del Estado como de la banca sobreviviente, se dirigen a convertir sus ingresos y capitales en monedas de plata y se aplican un conjunto de medidas para detener la depreciación del billete, desgraciadamente, sin efectos positivos.
Iglesias al declarar nulos los actos de gobierno que le precedieron, explícitamente la emisión dispuesta por el ex presidente García Calderón, e implanta mecanismos para amortizar los billete. También durante su gobierno, se limita el pago de los impuestos en billetes. También durante su gobierno, se el pago de los impuestos en billetes, particularmente a las aduanas, a fin de convertir sus rentas en soles de plata. Todo este proceso se dio en medio d marchas y contramarchas legales que quitaron eficacia a las medidas, impidiendo detener la depreciación del billete. Algunos incidentes, originados por el repudio de los comerciantes a esos billetes, se agravaron cuando en noviembre de 1887 el señor Aspillaga, Ministro de hacienda, determina su aceptación libre y no de curso forzoso, desconociendo de nuevo el Estado su responsabilidad frente al billete fiscal.
Entretanto, la especulación acelera la ruina del billete. Por una parte, mientras el Estado los recibe en, las arcas fiscales, los bancos y el comercio repudian los pagos de obligaciones con estos o los castigan de tal forman que acentúan su depreciación, por otra parte, las medidas del estado destinadas a determinada un cambio fijo con el sol de plata quedaron inoperantes, motivando el agio y la especulación callejera.
Finalmente el estado termina repudiando al billete, y con ello el rechazo al billete se expreso en diversas protestas de masas. El 21 de diciembre de 1887, el Gobierno de Cáceres dicto un decreto disponiendo la incineración de los billetes y su canje en metálico, para lo cual ordena acelerar la acuñación y dar mayores facilidades a los dueños de pastas para que las reduzcan en la Casa de Moneda. El canje del sol de plata por billetes fijado inicialmente por la caja fiscal en 25 soles sube en pocos días a 35 soles y luego a 79 soles, provocando nuevos disturbios callejeros y rebeliones en provincias como Huánuco, Cerro de Pasco y Moquegua por la lentitud del canje. El desmoronamiento del billete llego a tal dimensión que en una subasta publica, se canjearon 10 millones de soles en billetes por 120 mil soles de plata.
En 1888 se suspendió el canje, se dispuso no recibir billetes en las oficinas públicas y se determino regresar al sistema de moneda metálica regido por la ley de febrero de 1863. Los billetes sin canjear se cambiaron por títulos de la deuda interna, de acuerdo a su valor nominal, dejándose sin amortizar unos 24 millones, según Garland (1908 y según declaración del entonces Ministro de Hacienda, unos 56 millones (Dancuart 1907).
El gobierno de Cáceres implemento un conjunto de reformas, orientadas a dar un marco legal más estable a las actividades comerciales y fiscales. Mientras tanto el debate publico se polarizo en torno a la forma de amortizar la deuda externa, ascendente a 36 millones de libras esterlinas, según cifras de 1876.
Sin tener capacidad de negociación por la critica situación interna y ante la presión de los principales acreedores del país en octubre de 1889 se firman un contrato con la compañía Grace o Donomoughre y Aspillaga, a través del cual, el Perú entrega sus principales recursos económico (guano, tierras, ferrocarriles, aduanas) y asume el compromiso de pagar 33 anualidades por 80 mil libras esterlinas a la Peruvian Corporation, empresa formada para administrar dichos recursos y encargada de la construcción de algunas vías ferroviarias.
Posteriormente, en los años 90, la moneda de plata, acogida como "la tabla de salvación de aquel naufragio de la fortuna publica" empieza también a naufragar, pues mientras la acuñación había empezado a elevarse sustancialmente, el precio internacional de la plata descendió vertiginosamente a la mitad del valor que tuvo en 1873 (de 48 a 24 peniques). Ello viene acompañado, de cierta inestabilidad política y económica, aunque en un contexto de recuperación lenta de nuestras exportaciones.
La baja de la plata y la presión para cambiar el sistema monetario 1885 – 1895 y el patrón de oro 1896 -1914
La baja del precio internacional de la plata desestabilizo la cotización de la moneda en el intercambio externo y genero su depreciación interna. En este contexto de inestabilidad de las exportaciones, se empezó a especular con las letras de cambio expresadas en libras esterlinas. A las importaciones se les obligaba a cancelar en efectivo sus compras y a pagar los fletes y el transporte en libras esterlinas, para compensar el saldo negativo de la Balanza Comercial.
El sol de plata que en las décadas de 1860 y 1870 se habían mantenido en 48 peniques, empezó a bajar gradualmente desde 1880 (oscilo entre los 40 y 36 peniques). En la década de 1890 la caída fue mayor y su cotización estuvo entre 30 y 22 peniques.
La inestabilidad de la moneda nacional produjo un alza del costo de vida en las ciudades, se elevaron los precios de los productos nacionales e importados en 30% y 40 % respecto a 1889. Los salarios y sueldos se mantenían estancados propiciando el surgimiento de expresiones de descontento popular y el repudio al sol de plata.
La controversia mundial sobre la cuestión monetaria llego tardíamente al país en 1892 prologándose hasta 1894. Se inicio un debate intenso, frente al cual el gobierno de aquel entonces no pudo mantenerse al margen:
"Nadie sabe lo que posee pues el valor de las cosas se mide por la moneda y la moneda nuestra no tiene valor, valor estable, no puede servir de unidad para medir el precio de las demás cosas… el gobierno en su condición de protector natural y legal de la fortuna publica y de la particular, no puede permanecer indiferente y estacionario ante la perspectiva de una catástrofe que se aproxima a pasos acelerados.[1]
El problema principal que financista como Payan llevaron al debate público en 1892, se sintetiza, en la pregunta ¿Cómo estabilizar el valor de la plata en relación al oro? El precio real del dinero, en relación al metal que servirá de patrón y respecto a las monedas extranjeras que se usaban en nuestro comercio exterior, suscito apasionadas discusiones.
Para José Payan, lo primero que había que hacer era elevar el precio de la plata limitando su acuñación, la circulación de otras monedas de plata extranjeras, y la prohibición de circulación de la feble boliviana. De algún modo su propuesta exigía un nivel de intervención estatal, en contra de la corriente de la época que consideraba al mercado como el único que podía fijar el valor de la moneda de plata.
Paralelamente, como los ingresos fiscales calculados en plata estaban afectados, el parlamento envió proyectos orientados para limitar la acuñación, como mecanismo transitorio a transformar el sistema monetario, pero no fueron implementados. Solo en 1897 cuando hubo un grave descenso de la plata, se puso en práctica algunas de las medidas sugeridas, orientadas a cambiar el régimen monetario al patrón de oro.
Lo cierto es que hasta 1897 las alternativas de solución fueron diluyéndose ante la presión de los exportadores agrarios y mineros de no intervenir en el cambio de la moneda, dándose lo que el Ministro de Hacienda considero "una lucha ardiente de interés" (Memoria de la Cámara de Comercio de Lima 1894), reflejo también de la confusión existente ante los fenómenos internacionales que escapaban al manejo interno pero que afectaban a toda la economía del país.
Algunos banqueros e importadores como José Payan gerente del banco de Londres y Sudamérica plantearon la devaluación para estabilizar el cambio, lo que favorecía a los sectores exportadores que recibían oro por sus exportaciones y propugnaban la libre acuñación de los soles de plata cuya circulación fue calculada en 5 billones
Los bancos para afrontar retiros, al principio habían estado comprando plata pero con el descenso de los precios del metal, tuvieron significativas pérdidas. Su reacción al igual que los importadores y exportadores, fue comprar oro. En la memoria del banco del Callao de 1892, se calculaba las pérdidas por la baja de la plata en 15 mil libras esterlinas, más otras 4 mil por la conversión en oro de las utilidades del semestre. Para compensar esas pérdidas elevaron el tipo de descuento a los préstamos en plata, del 9% al 12% y 15% y mantuvieron el del oro en 8%.
El problema se agudiza cuando los ahorristas masivamente optan por convertir sus ahorros en libras esterlinas o en otras divisas basadas en el oro. En esas circunstancias, los bancos elevaron el encaje y restringieron el crédito, vía la elevación las tasas de interés, de 12 % a 18%, en los préstamos en soles. Por otra parte algunos importadores y banqueros expresaron su temor por la especulación con las letras de cambio, el valor del sol de plata seguía disminuyendo, mientras la acuñación se mantuvo alta, aproximadamente unos 3.5 millones en promedio anual.
Para corregir esta situación, ya desde 1892 algunos miembros de la elite comercial, financiera y también funcionarios del estado, habían propuesto limitar la acuñación, sin embargo, hacia 1894 se empezó a sugerir el cambio al sistema monetario del oro. Al respecto, en junio de ese año, se dispuso recibir los impuestos en libras esterlinas o en soles al tipo de cambio en 30 peniques. La protesta del comercial y luego la guerra civil impidieron su aplicación, aunque había consenso mundial y nacional para cambiar el sistema monetario. Los que se oponían a ello, resaltaron las dificultades para hacerlo, dada las irregularidades de las finanzas del estado y la falta de crédito interno para asumir la acuñación de oro.
Termina la guerra civil, Piérola como jefe de Estado oriento su política económica a la solución del problema monetario, buscando la estabilidad cambiaria y el orden de las finanzas publicas. Paralelamente se mejora la estructura administrativa del Estado y la infraestructura portuaria y ferroviaria para fomentar las exportaciones.
Durante todo este periodo se inicia una etapa de auge de las exportaciones peruanas principalmente del azúcar, plata cobre, lanas y caucho, la que tendrán un crecimiento sostenido hasta 192, con algunas leves oscilaciones coyunturales. Con este desarrollo surgieron nuevas formas de capitalización en algunas regiones, promoviendo una mayor relación de estas con el mercado mundial. Relacionado con este auge, surgió una importante masa proletaria que trajo cambios significativos en la composición del mercado interno.
a) Se organiza una nueva estructura tributaria
La estructura tributaria del Estado se organizo en base a rubros distintos a los que habían predominado en el siglo XIX. Se eliminaron los impuestos a los indígenas y la contribución personal y se apunto con más fuerza en el comercio exterior (aduanas) ya que la importación cubría entre el 40 y 45% de los ingresos fiscales. La segunda fuente de ingresos fueron los impuestos al consumo de alcohol, tabaco, opio, sal y azúcar que representaban aproximadamente el 30% de los ingresos fiscales. Los impuestos a la exportación, a pesar de la importación económica de este sector, apenas representaron el 10% de los ingresos tributarios, estando exonerada de ellos la minería.
Entre tanto, los impuestos directos a la propiedad y a las utilidades no sumaron mas de un 15% (Anuario Estadístico 1935:410). Domino la concepción que la tributación no debía limitar la inversión. Para la recaudación de los impuestos internos se fundo una entidad recaudadora la que por Decreto de enero de 1896 fue constituida como Sociedad Anónima Recaudadora de Impuestos Fiscales, para la recaudación de impuestos provenientes de alcoholes, tabacos, opio, timbres y otros, cuya administración tuviese a bien encomendarse el Poder Ejecutivo
b) Desenvolvimiento de la deuda pública
El primer préstamo externo del siglo XX se concretó en 1904 con la banca alemana (Deutsche Bank de Berlín) por 600 mil libras, para adquirir elementos navales; el Banco Alemán Transatlántico actuó como agente de la empresa contratante. Más tarde, durante el primer gobierno de Leguía (1909-1912) se incrementó el endeudamiento externo destinado fundamentalmente a gastos militares. En 1909 se concretó un préstamo con banqueros franceses por 1 millón 245 mil libras para gastos bélicos, garantizándolo con el impuesto a la sal. En 1919 el crédito externo había aumentado sustancialmente de representar un 34% de la deuda pública total, se incrementó al 66% alcanzando los 15 millones 982 mil libras peruanas en 1926.
La deuda pública total que había subido entre 1910 y 1913 de 6 millones a 7 millones 600 mil, se incrementó significativamente a 10 millones 500 mil en 1916, por presiones de la deuda interna que constituía el componente principal de la deuda total, hasta ese momento. Esta, al comenzar el siglo XX incluía los vales de la consolidación de la deuda hecha en 1889 y los préstamos para financiar los déficits y gastos extraordinarios del Estado u otras operaciones de crédito, con los bancos, empresas y prestamistas privados. Por otra parte, desde 1897 se cargaba una deuda ascendente a 5 millones de libras. En ella se incluían los títulos de la deuda pública por canje de billetes, los sueldos no pagados a servidores del Estado, préstamos de la guerra del Pacífico, etc. Las rentas de la sal, el tabaco y el alcohol sirvieron para garantizar su pago.
Los bancos y la Compañía Recaudadora de Impuestos actuaron como entidades crediticias del Estado, a cargo de avances en cuenta corriente, préstamos, giros por cuenta de producto. Otras fuentes crediticias fueron Gildemeister y Cía. y la Compañía Peruana de Vapores. Entre 1910 y 1913 el Estado llegó a acuerdos con la Peruvian Steamship Co., para la compra de barcos y recibió préstamos del sindicato Grace.
En cuanto a la composición de la deuda pública interna en 1916 la mitad correspondía a las viejas deudas arrastradas del siglo XIX, el resto agrupaba los préstamos de los bancos y sociedades antes nombradas que fueron adquiridas desde comienzos del siglo. Para su amortización, hubo dificultades entre 1899 y 1903 por un lento crecimiento de las rentas fiscales; más bien, entre ese año y 1913 el servicio e intereses fueron atendidos regularmente. Posteriormente se hace más irregular y su continuo refinanciamiento repercutió disminuyendo su cotización en el mercado de valores.
c) La cuestión monetaria
c.1. El nuevo sistema monetario
En 1895 se inicia un largo debate en el parlamento y en los organismos gremiales de los grupos económicos que se traducirá en un conjunto de normas legales y medidas monetarias que llevarán en 1901 a la implantación de un nuevo sistema metálico basado en el patrón oro y la creación de la libra peruana como nueva unidad monetaria.
Primero se limitó la acuñación de monedas de plata y se desmonetizó parte de ésta, se dispuso que la recaudación de los impuestos de aduana se recogieran en libras esterlinas (con una equivalencia a 10 soles una libra, recargándose los abonos en plata en 5%). Frente a la moneda feble que todavía circulaba en algunos departamentos del interior del país (Piura, Cajamarca y Ayacucho) se promulgó una ley por la cual se procedía a canjear éstas por moneda de plata. Esta tarea fue asumida por el Banco del Callao, participando su gerente Payán en una Junta de Desmonetización de la Plata.
En 1898 se autorizó la acuñación de monedas de oro iguales en ley y peso a la libra esterlina autorizándose también su circulación como libra peruana de oro. Asimismo, se liberó la importación de oro y de libras esterlinas. En ese año, la acuñación de oro fue de 40 mil libras peruanas alcanzando a 176 mil libras con las importaciones de libras esterlinas. Finalmente en 1901, se instauró el nuevo sistema monetario basado en el patrón-oro y se fijó la cotización de la libras peruana en 10 soles.
A diferencia de los periodos anteriores, se inicia uno con abundancia de dinero. Entre 1901 y 1910 la acuñación de oro en la Casa de Moneda, sumó 1,290.000 libras peruanas que agregada a la importación de oro alcanzó 3´953.700 de libras peruanas. Deducidas las exportaciones de oro la cifra alcanzó a unos 3´605.000 libras peruanas. En el siguiente decenio 1911-1920 las cifras, en el mismo orden, fueron, 4´968.760, 6´340.600 y 6´248.600 libras peruanas. Al respecto dirá Dulanto Pinillos (1947): "habían empezado a llegar capitales antes escondidos".
Una balanza comercial favorable y una relativa estabilidad política favorecieron la presencia de oro en el país empezando una etapa de larga estabilidad monetaria, aunque con algunos altibajos por coyunturas internacionales que afectaron la circulación monetaria. Así, en 1902, 1908 y 1913 ciertos fenómenos internacionales afectaron los precios de las exportaciones e importaciones peruanas, se redujo la importación de oro y hay referencias del atesoramiento de éste.
c.2. El tipo de cambio
Entre 1900 y 1912, el tipo de cambio de la libra peruana en relación a la libra esterlina y al dólar se mantuvo en una relación favorable, salvo la coyuntura de 1902 y en 1909 donde la disminución de nuestras exportaciones repercutió en la cotización de la libra peruana. A partir de 1913 y particularmente durante 1914, las letras sobre Londres que hasta ese momento se había cotizado con un descuento pequeño frente a la libra peruana o por lo menos a la par, fueron adquiridas hasta con un 7% de premio desfavorable al Perú. Mientras tanto, la relación con el dólar, cuya cotización promedio era de 4.8 dólar por libra peruana, osciló entre 4.4 y 4.77 en 1914, bajando hasta 4.12 en 1915; todo ello como resultado de la escasez de letras por el descenso de las exportaciones peruanas.
Para responder a esta coyuntura de guerra mundial, representantes del comercio, la banca y las casas comerciales extranjeras se reunieron en 1914, tratando de unificar el tipo de cambio pero fracasaron. Recién en junio de 1915 se suscribió un acuerdo que los comprometía a no vender ni comprar, a un tipo mayor de 8.5% de premio por letra sobre Londres a 90 días vista y a formar, al mismo tiempo, un fondo de letras destinado a ser negociado a particulares y al comercio por menor, cuya venta se encargaría la Bolsa Comercial de Lima (Bolsas Comerciales de Lima, 1916).
A mediados del año 1916 y en la medida en que mejoraban los precios de las exportaciones de un lado y reducidas las importaciones como producto de las oscilaciones en el cambio (4.24 dólar por libra peruana y las letras sobre Londres a 90 días vista con 8% de premio al comenzar el año) nuevamente volvió la libra peruana a una relación favorable en relación con ambas monedas. La cotización del dólar ascendió a 4.92 y las letras sobre Londres se adquirieron hasta con un 6% de descuento.
Nuestra moneda siguió un curso favorable, incluso permitiendo aumentar la importación de oro en gran escala y favoreciendo nuestra balanza metálica. En 1919 la libra peruana llegó a valer hasta 5 dólares y se adquiere las letras sobre Londres hasta con una 20.5% de descuento al finalizar el año.
Hacia 1920 la fuerte depreciación internacional de la libra inglesa hace que nuestra moneda se cotice, en su punto más alto, con un descuento del 29% y, en su punto más bajo, del 14.5%. Este premio de la libra peruana frente a la inglesa, según el cónsul inglés en Lima, se debió a maniobras especulativas de los EEUU. Ello afectó la relación de la libra peruana con el dólar, cotizándose al inicio del año 20 a 4.91 libra peruana y al final del año hasta en 3.92 libra peruana por dólar.
A partir de 1921, empieza un ciclo de oscilaciones violentas de las letras sobre Londres cotizándose desde 14% de descuento hasta 19% de premio. Entre tanto el dólar, después de haber alcanzado un tipo de cambio de $4.91 por libra peruana, subió a $3.14 por libra peruana. La depreciación de la moneda peruana llegó hasta el 30% y produjo una gran perturbación en el comercio internacional del país. Así, de una relativa estabilidad de la libra con una caída temporal y luego una gran mejoría, entramos a un descenso en su valor del que ya no podrá recuperarse y que motivó el abandono lento del patrón-oro. Las tendencias respecto a otras monedas, fueron semejantes a las anotadas, a excepción del marco alemán que empezó su declinación internacional en ese año.
Por su parte, el valor de la moneda de plata-el sol-fijada en 24 peniques respecto al patrón oro luego de la depreciación de los años 90, se mantuvo internamente durante todo el periodo. Más bien, a nivel internacional no ocurrió lo mismo pues. Aunque se mantuvo en ese precio hasta 1912, tuvo una breve tendencia a la alza en 1906- subió su precio internacional a 24.540 peniques por sol y luego una baja en 1908 – 23.674 peniques – para recuperarse luego. La tendencia a la revaluación de 1906, propició el incremento de la exportación de moneda de plata, dado su mayor valor intrínseco y por ello no se expreso en una baja de los precios internos. Igualmente la devaluación de 1908 no repercutió internamente, manteniendo su valor legal.
Luego de su recuperación en 1912 siguió la misma tendencia que la libra, devaluándose en 1914 a 22 peniques. Esta depreciación no sabemos cómo afectó a los precios. Se tiene información que incrementó la movilización social exigiendo salarios más altos. A partir de 1915 hasta 1921 sube nuevamente su precio internacional, oscilando entre 25 y 31 peniques, bajando en 1921 hasta 18 peniques. Durante la primera guerra mundial, el Perú compró plata en barras o acuñada hasta por 6 millones, para resolver la escasez interna. También durante esos años se estableció una serie de controles para limitar la exportación de oro y de plata acuñada.
Si nuestra moneda conservó su mismo valor en relación a la libra esterlina y otras monedas extranjeras en ese tiempo, ello no significó necesariamente mantener el mismo poder de compra. En ese sentido, si bien pudo reflejar algunas alzas en 1902 y 1908 de los artículos importados, el costo de la vida interno no necesariamente siguió las mismas fluctuaciones. En algunos casos las circunstancias internas elevaron los precios internos por encima de los precios internacionales. Para estudiar las características y causas de estas alzas, el Estado auspició la organización de comisiones en 1898, 1904 y 1906, cuyos resultados nos permite descubrir que existen otros factores, distintos a los monetarios, para explicarlos.
Entre tanto en 1905, 1908 y 1912 el país será testigo de fuertes movilizaciones populares contra el costo de las subsistencias, exigiendo aumento de salarios en más del 30%. Billinghurst saldrá elegido presidente luego de haber enarbolado el lema del "pan barato" durante la campaña electoral de 1912. En ese año hubo una tendencia de aumento de la relación entre los precios internos y los externos. Los informes de los cónsules (1977) señalan un incremento del costo de vida en las zonas urbanas, básicamente en los alquileres (suben en 40% y 50% entre 1902 y 1905) y los productos importados. Asimismo se señala el alza de artículos de primera necesidad como el azúcar, cuyo precio se fijaba en forma diferencial en Lima y provincias, siendo en estas más alto que el precio internacional.
Dada la permanencia de la circulación de otras monedas como la feble, tanto en el norte como en el sur del país de fichas y vales que se emitían en las haciendas en pago a los salarios, el parlamento crea comisiones para su estudio en 1906 y en 1908 que llevaron a la dación de varias leyes para prohibir la circulación, lo que nos hace ver que detrás de esa estabilidad monetaria hay una serie de fenómenos monetarios muy complejos y que llevaron a los cónsules a decir, en 1907 "el poder adquisitivo de la moneda hace que los salarios sean engañosos e ilusorios"
Cuando en 1906 se registró una crisis monetaria motivada por la desaparición de la moneda de plata y por el alza internacional del precio de esta (actuaba como moneda fraccionaria y en transacciones de hasta 100 soles) el gobierno en acuerdo con las capas dirigentes, intervino para incrementar su acuñación y prohibir su exportación. Así mismo se exigió a los embarcadores de las pastas de plata, un certificado de procedencia para evitar la fundición de la moneda y su exportación como pasta. En diciembre de se año el Parlamento autorizó al Ejecutivo a acuñar hasta 1 millón 500 mil soles en moneda de plata y monedas de oro de menor denominación como los quintos de oro.
El año 1912 se verá el incremento de la deuda interna, externa y la constante agitación obrera y campesina en diversas regiones del país. Entonces, se vuelve a hablar de escasez de dinero y el gobierno otorga a los bancos la facultad de acuñar monedas "a su solicitud para llenar las exigencias de la circulación monetaria". En 1913 se agrava la situación de la economía nacional por la caída de los precios internacionales de las materias primas.
Durante todo este periodo se puede observar una secuencia de fenómenos monetarios que muestran no solo problemas internos de país, sino también su permeabilidad a los problemas financieros internacionales. Por otra parte, debemos señalar, que a partir de 1912 se observa un incremento de los gastos del Estado vía endeudamiento, vinculado a mayores exigencias sociales y presiones poblacionales.
d) Los bancos
Durante este periodo nace una banca nacional (ver cuadros) con características y desempeño diferente a la que observamos durante el siglo XIX. Aunque todavía se desarrolla en un clima liberal, es objeto de mayores reglamentaciones como aquellas establecidas en el Código de Comercia de 1902, donde se determinaron normas de encaje, cobranzas, prestamos, giros, etc. en 1897, los capitales del Banco de Londres habían ascendido a 1 millón de soles y los otros no alcanzaban los 200 mil soles cada uno.
Su expansión se encuentra relacionada con las coyunturas de estabilidad monetaria y se da paulatinamente hasta 1920 en tres principales momentos. Entre 1897-1910, interrumpido brevemente en 1908 y 1909, se da un primer crecimiento del capital y reservas, así como de los depósitos y colocaciones. En 1914 y 1915 se da una gran caída y luego un proceso de recuperación que se prolonga hasta 1320 (cuadro 15).
A lo largo de estos años, una política prudente los lleva a establecer una tasa de encaje promedio del 30%. A pesar de la estabilidad monetaria comparada con los niveles internacionales, el crédito fue caro. Lima y el norte del Perú concentraron el mayor volumen del crédito, orientados preferentemente a la actividad agrícola y minera, lo que les permitió contar entre sus valores en cartera, diversas propiedades rusticas y urbanas.
Los bancos no fueron los únicos prestatarios de dinero. Las grandes casas comerciales como la Grace, Duncan Fox y Gildemeister, orientaron sus créditos no solo a sus negocios sino también hacia otras empresas y agricultores. También abundaron las casas de empeño que cobraban tasas de interés bien altas (hasta 16%). Su importancia se constata con las cifras de 1907 recogidas por el cónsul británico, por la cual unas treinta de estas prestaron 284,736 libras peruanas, es decir, aproximadamente un 7% de las colocaciones de los bancos.
Los Bancos del Perú y Londres, así como el italiano, abrieron sucursales y expandieron sus actividades a las principales ciudades de provincias; entre tanto, el auge del caucho estimulo la fundación de un banco en Iquitos, el Comercial Bank of Spanish America Ltd. Por otra parte, el Banco Alemán y el del Perú y Londres principalmente, también apoyaron al gobierno en sus necesidades crediticias, en diversas oportunidades desde 1906, actuaron como agentes financieros para los créditos externos.
Permeables a las coyunturas de crisis, establecieron en ellas algunas conductas típicas como el control de sus colocaciones y los pagos en oro, incluso limitaron la renovación de letras, todo ello a pesar de la cantidad de oro que guardaban. En otros momentos, la restricción de las colocaciones sugiere la realización de nuevas grandes inversiones o de operaciones crediticias vinculadas a los servicios urbanos y otras obras públicas. Por ejemplo, en 1910 la Grace y el Banco del Perú y Londres forman una sociedad para financiar el tranvía urbano de Arequipa. También cabe destacar que la adecuación de los bancos al patrón de oro fue paulatina, recién en 1903 acordaron llevar sus cuentas en oro.
La 1ra Guerra Mundial y los efectos sobre el sistema financiero, los cheques circulares 1914 – 1920
El desencadenamiento de la 1ra Guerra Mundial inicialmente repercutió negativamente en toda la economía peruana y en los ingresos del Estado; el vertiginoso incremento del precio del transporte marítimo afecto al comercio exterior en general y restringió las importaciones, en especial de maquinaria. Con el posterior incremento de la demanda por materias primas, el sector exportador entro en una coyuntura muy favorable que se reflejo en la tasa de cambio.
Internamente, las demandas al gobierno civilista para implementar servicios públicos y las protestas ante el incesante costo de vida aumentaron. Esto repercutió en el gobierno, que incremento el gasto público orientándolo a la ampliación de la cobertura internacional de servicios de comunicación y de servicios urbanos. Esto se reflejo en las cifras de gasto fiscal pues, mientras en 1910 el gasto bordeaba los 2.7 millones de libras peruanas, en 1914 se incremento a 4 millones y en 1920 alcanzo los 9 millones de libras peruanas.
Paralelamente, en 1914 hubo una disminución de la recaudación de impuestos sobre todo por la caída de las importaciones (estas bajaron su aporte a los ingresos fiscales a 18%), frente a esto el gobierno redujo algunos gastos públicos y disminuyo el numero de servidores públicos. Entre tanto, en los debates parlamentarios se trato con insistencia la necesidad de reorganizar y tecnificar el sistema tributario con "impuestos racionales".
El gobierno de José Pardo, (1915-16) dictó nuevas normas tributarias gravando las exportaciones de azúcar, algodón, lanas, cueros y, por primera vez los minerales. De esta manera, los impuestos a la exportación pasaron a constituir entre el 23 y 30% de los ingresos fiscales. Igualmente, desde 1916 aumentaron los impuestos a la herencia y al capital y se creó, en 1917, un nuevo impuesto al consumo de los combustibles (petróleo, aceites, gasolina y kerosene).
Como respuesta a las presiones internas contra el alza del costo de vida, el gobierno intervino en 1916 para regular el mercado de subsistencias. Se organizo la venta de azúcar y de sal a precios reglamentados y se determino un porcentaje del área de las haciendas para sembrar productos de pan llevar.
a. Los bancos y la legislación de cheques circulares
Los dos primeros años de la guerra se reflejaron negativamente en el sistema financiero. Así se produjo una fuerte caída del capital de los bancos, un alza de precios de las letras de cambio y sobre todo, una fuerte caída de los depósitos. El cierre del mercado financiero de Londres redujo drásticamente la entrada de oro que empezó a ser retenido en los países centrales. Esto afecto en un comienzo a los importadores que debían sortear sus pagos al contado y a los exportadores que temieron no recibir sus pagos en oro.
Frente a rumores venidos de Chile de una situación de pánico, el Banco Alemán sufrió una corrida de sus ahorristas. Para evitar su generalización y agravamiento, el gobierno protegió a los bancos de un eventual pánico, para lo cual declaro feriado bancario (los días 3, 4 y 5 de agosto de 1916) y dio una moratoria de 30 días para el pago de las deudas comerciales y bancarias. Por otra parte, se prohibió la exportación de oro amonedado y de plata impidiéndose restricciones para evitar la escasez de numerario.
Paralelamente, ante el control del oro por los Estados Unidos, los exportadores fueron acumulando grandes volúmenes de este metal en depósitos en Nueva York y Londres. Al respecto, el Estado dicto un conjunto de disposiciones a fin de garantizar que los bancos mantengan sus capitales y depósitos en el país.
En este contexto y con el acuerdo entre los bancos y el Estado se creó el sistema de billetes llamados "cheques circulares". En agosto de 1914 se da la ley 1968 por la cual se autorizo la emisión de los cheques hasta por 1 millón 100 mil libras peruanas, en el mismo valor representativo de la moneda peruana y garantizada en un 35% en oro y el 75% en valores, títulos y propiedades de los bancos. Ellos debían ser convertidos al mismo valor en oro, al término de la guerra y una Junta de Inspección de Bancos debía controlar la emisión.
Otras leyes como la 1974 y la 1977, del 15 y 16 de setiembre de 1914, aumentaron las garantías y precisaron algunos artículos de la ley anterior. Elevaron la emisión y obligaron a los bancos a prestar al Estado hasta 500 mil libras peruanas en cheques circulares. También se autorizo a los bancos hipotecarios y a las cajas de ahorros a emitir. Paralelamente, para evitar la escasez de moneda fraccionaria, el Estado mando acuñar 4 millones en plata y permitió aumentar la emisión de billetes de pequeña denominación.
Mientras la emisión (ver cuadro 18) y el circulante en manos del público aumentaron paulatinamente, se trato de alentar la importación de oro y se busco aumentar la garantía en oro de la moneda. Para ello se exoneraron los derechos de la importación de dicho metal y los de acuñación y se dio facilidades a los bancos para que importaran oro a través de convenios con el Estado. En 1918 se firmaron otros convenios con casas comerciales como Welsch S.A. y la empresa Cerro de Pasco para importar cospeles de oro de los Estados Unidos equivalente a un quinto.
El interés del Estado por monetizar se reflejo también, en la prohibición de 1917 de emisión vales y cartones por particulares en sustitución del circulante. Igualmente, se persiguió el agio en el canje de los cheques circulares por plata y se determino aumentar su acuñación por cuenta de los particulares.
Los cheques circulares, salvo el recelo inicial, fueron aceptados por su valor nominal durante todos estos años. Incluso en 1919, cuando el Estado procuro aumentar la garantía de oro de los billetes para proceder a su conversión y se planteo iniciar tratos con los Estados Unidos para estimular el regreso del depositado en el Federal Reserve Bank, teniendo un premio sobre la libra esterlina.
La conversión se fue aplazando, la ley 4017 indica: "hasta que se regularice la situación financiera internacional". Mientras tanto, el oro que servía de garantía a la emisión, se mantuvo en cuentas en Nueva York y Londres y en las cajas de los bancos. Se acordó mantenerlo como un alto encaje metálico para garantizar los cheques circulares, mientras no existiese una banca central en el país.
De esta manera, la política de creación de los cheques circulares implantada durante los años de la 1ra Guerra Mundial, constituyo la forma como el Estado y los bancos privados, a través de una Junta de Inspección de Bancos, readecuaron el sistema monetario metálico, en ese momento vigente, con el sistema de moneda fiduciaria, en un periodo en que los países centrales prohibieron la exportación de oro. La política de los bancos y del Estado fue garantizar esta emisión sin perder metálico, evitando la inmovilización del dinero (atesoramiento) y su escasez; esto, en momentos en que el nivel de transacciones externas, exigía movilizar más rápidamente el dinero.
Con ello se dio inicio una etapa de transición que desemboco en la creación del Banco de Reserva del Perú en 1922. En ese momento, este asumió las atribuciones que antes había tenido la Junta de Vigilancia de la emisión fiscal y la responsabilidad sobre los billetes de los bancos y depósito en sus arcas parte del oro que se encontraba en Nueva York y el que tenía los bancos nacionales. En los años que nuestras exportaciones, la cotización de nuestra moneda, empezara a sufrir bruscas fluctuaciones por lo que el Banco de Reserva tuvo que encarar el restablecimiento del equilibrio monetario.
Bibliografía
Libros:
DE LA MONEDA DE PLATA AL PAPEL MONEDA PERÚ
Alfageme Rodríguez Larraín – 1992
APUNTES SOBRE EL PROCESO HISTORICO DE LA MONEDA PERU 1820 – 1920
Hunefeldt Christine – 1993
Revista:
MUSEO NUMISMATICO DEL PERU
Banco Central de Reserva – 2010
Paginas web:
http://museobcr.perucultural.org.pe/inca.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Libra_peruana
[1] Carta del Ministro de Hacienda al Presidente de la Cámara de Comercio de Lima, 4 de Febrero 1893
Autor:
Peralta Salvatierra, José Luis
Cadillo Rodríguez, Dennis
Poma Fernández, Roberto
Saldaña Cotrina, Alex
Aguilar Carvajal, Luis
Rodrigo Huaranca, Andrés
Mamani Cena, Martin
Profesor: Hidalgo Tupia, Manuel
2010
Universidad Nacional Mayor de San Marcos Facultad de Ciencias Contables
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