Reseña del libro Jalapa: años treinta y cuarenta del siglo veinte (Visión de un inmigrante campesino)
Enviado por vcordobar
(Visión de un inmigrante campesino)
" … Entonces, la luz de seis operaba de las seis de la tarde a las doce de la noche; la luz de 12 es constante para los textiles de El Dique, La Fama y San Bruno, los baños, las panaderías, las casas. Afuera de las fábricas estaban los transformadores, luz de 220 voltios. Esas eran las luces de Jalapa. Yo recordaba las noches oscuras de Cuauzapotita. ¿Recompensa? ¡Ver las estrellas! (pág. 15) (Negritas mías )
El presente texto es un acercamiento a la obra del Maestro Carlo Antonio Castro; cabe mencionar que sólo me ocuparé de su libro más reciente, el cual tiene doble mérito: a) ser fruto de su labor como docente e investigador, y b) ser la quinta ocasión en que presenta resultados de investigaciones donde se sirve de historias de vida; en este sentido menciona que es una "…. técnica poco empleada … diseñada para enriquecer la pesquisa etnográfica" así como que es un recurso descriptivo de dicha investigación. Por esto la obra que reseño se constituye en un ejemplo de texto antropológico; y consideré que para trabajarlo y presentar los resultados de mi lectura debía hacerlo desde dos perspectivas: a) la presentación de la investigación en sí misma, en cuanto a su estructura y contenido; y b) una pequeña prospectiva en torno su alcance y usos posibles.
Como preámbulo a la primer perspectiva de la reseña creo pertinente presentar las normas para la Historia de Vida a partir de la cita de Criteria for the Life History que se encuentra en el libro Lupe la de Altotonga:
"I. El investigado debe ser visto como ejemplar dentro de un contexto cultural; II. Los móviles orgánicos que se atribuyen a la acción deben ser socialmente significativos; III. Debe reconocerse el papel peculiar que la familia desempeña en el papel de la trasmisión de la cultura; IV. Debe mostrarse el método específico de la transformación de las condiciones orgánicas en el comportamiento social; V. Debe hacerse notar el carácter continuo que la experiencia tiene desde la infancia hasta la edad adulta; VI. Se debe especificar la "situación social", de continuo y cuidadosamente, como factor; VII. Se debe organizar y analizar en busca de concepciones el propio material de la historia de vida"
El trabajo de investigación realizado por el maestro Carlo Antonio atiende estos criterios con el rigor que le caracteriza, logrando una coherencia interna y externa en su texto; además debo comentar que la forma en que se desarrolla la exposición de la investigación hace que las experiencias y procesos, a que se refiere el informante, sean percibidos con una vitalidad notable por medio de una prosa fluida y una cadencia narrativa que dan lugar a una lectura agradable y ágil.
Considero necesario hacer tres observaciones sobre el alcance de la presente reseña y de esta primer lectura de la investigación: 1) no es mi objetivo el hacer un análisis histórico del contexto del informante y de los flujos migratorios por los que se avecindó en Jalapa, aunque sí considero importante señalar que da testimonio de un período de expansión de la zona urbana y consolidación del perfil poblacional de la ciudad; 2) durante la lectura de la obra es necesario poner atención a los traslapes históricos y secuencias de la vida del informante; ya que hay una distancia de más de cincuenta años entre las experiencias narradas y la realización de la investigación; situación que hace que las secuencias, percepciones temporales y reflexiones sobre su vida estén mediadas por experiencias posteriores; 3) también se debe señalar que se pueden identificar ausencias, en el interés del informante, de algunos hechos históricos que seguramente no afectaron su cotidianidad.
Después de estas observaciones, paso al abordaje de la obra en su estructura y contenido; la obra se compone de 52 capítulos breves; en los que, a manera de instantáneas, el informante va exponiendo sus experiencias y sus reflexiones sobre cada etapa de su vida; recordando los diferentes medios en que vivió y se ve cómo sus vivencias se van traslapando al contarlas al investigador; así como el hecho de que broten imágenes que pueden parecer no relacionadas, pero la dinámica de su vida, y el proceso de investigación, dan lugar a la interacción entre momentos y situaciones aparentemente no vinculados. Un buen ejemplo de ello es cuando don Pepe recuerda su lugar de origen y sus tradiciones y nos dice ". . .Y mire también el agua, que es vida, ha venido a juntarse con la muerte y las flores en la plática. Usté dispense si he repetido algo, pero las cosas se cruzan como las palabras. " (Pág. 60) Siguiendo con la narración, el informante menciona constantemente la importancia de la vida familiar. En este sentido resulta significativa la frase: "Entonces se sentía la familia" (pág. 22); y su herencia cultural; reconocida por el recuerdo ejemplar de algunos familiares, algunos gratos y edificantes como el de su tío Baltasar: "Esa era la sangre fría del señor Baltasar, que nunca dijo groserías, nunca. Era un buen ejemplo, pero es difícil seguirlo. Sin embargo, ya cuando uno es mayor se da cuenta de que algo, quizás mucho, le han enseñado hombres como ese" (Pág. 27) Otros desagradables, como cuando tenia tres años, o el de sus breves andanzas en el Distrito Federal:
"¡De mis tres a cuatro años era ese tiempo¡ mis papás me pegaban mucho, muchísimo. ¡Tres veces diarias!: A las ocho de la mañana; a las dos y media de la tarde; a las ocho de la noche. Como a los tres años y seis meses, me quebraron el pie con un otate …" (Pág. 9)
"… Casi contra su voluntá, me dejaron dormir en un rincón, en el suelo, con dos cobijas. El techo era de tablas y lo estuve viendo, con hambre, mucho tiempo, hasta que perdí el sentido.
Al levantarme, le pregunté a la señora:
— ¿Me dejarán dormir otra vez aquí?
— Tu tío es muy delicado y no te lo aseguro" ( Pág. 72)
También recuerda los que le parecieron no pertinentes de seguir; por ser un mal ejemplo; como la anécdota de cuando se enfermó una tía del informante y su tío Heliodoro acepta ir por una curandera, pero que además de no cumplir con el encargo, recurre al engaño para cubrir su irresponsabilidad, relatándolo de la siguiente manera:
"Mi tío subió con tal destino, llevando siete pesos para pagarle a doña Juana su caminata y una botella de agua medicinal que la curandera preparaba . . ., en el camino, se topó con unos amigos, platicó con ellos, … entraron a un changarrito, bebieron y se gastó los siete pesos. ¡fíjese, siete pesos de aquéllos! ¡En aprieto se vio Heliodoro! ¿Qué haré?, pensó afligido. Y se le iluminó la frente. . . . en la Poza Azul llenó Heliodoro de agua las botellas y regresó a Cuauzapotita . . . De tan preocupado, se le había pasado el sabor del trago …" ( Pág. 74)
En estas instantáneas el informante expresa algunas de las experiencias familiares que lo formaron y que se manifiestan en su identidad.
En cuanto a la percepción de su entorno y situación social; encontramos referencias a costumbres y hábitos de los diferentes contextos en que vivió, pero de las que no participó debido a su situación socioeconómica, ya que al aportar su salario al núcleo familiar no le quedaban recursos para adquirir bienes o contratar servicios, como lo cuenta en las siguientes anécdotas:
"Aunque nunca pedí entonces ni he pedido después sus servicios a ningún sastre, recuerdo a tres de los que había en Jalapa, cuando yo era un muchachito. …" ( Pág. 61).
"Cuando yo le hacia ya a la letra, pensaba: – ¡Ojalá tuviera dinero para comprar ese tomo y ese otro!" ( Pág. 36).
" … Yo no disponía de centavos para gastar en eso, sino cuando dispuse dar solo la mitá de lo que ganaba a mi casa; solo entonces, prudentemente, me procuraba algún gusto, de vez en cuando" ( Pág. 39).
Otros ejemplos de estas vivencias se pueden encontrar en los capítulos en que recuerda lo que caracterizaba a la Jalapa de cuando llegó y cómo los encuentros con otras formas de expresión cultural (grupos humanos tales como chinos, gitanos, árabes, españoles, etc. ) le hicieron ver la diversidad de la humanidad y le resultó significativo para respetarla: "… Los chinos se me figuran muy parecidos unos a otros, como con cara de gato. Son canilludos, flaquitos y con habilidá de dar manazos. Es raro verlos descansando: Siempre están ocupados, haciendo algo y son tranquilos." ( Pág. 39). Tiene una anécdota de sorpresa cuando vio por primera vez a una persona de tez obscura y nos cuenta que:
"Pasados mis seis años de edá yo tenía la suerte de haber visto a nuestra gente mexicana del campo, de la ciudá y a los españoles y algunos afrancesados . . . A fines de 1937 vi al primer hombre negro, hombre que me sorprendió y me quedé mirándolo, asombrado de ver teñida su piel, de mirar su cara, sus brazos, apenas pálidas las palmas de las manos y muy blancos sus dientes y los globos de sus ojos. Lo encontré en la calle Primo Verdá. Yo era un muchachito todavía. Me quedé como bobo, viéndolo. Se molestó y me reclamó . . . Y voltié la cabeza. En realidá yo lo estaba admirando … Solo después, pasado el tiempo me enteré de tantos abusos que se cometieron con esa gente traída de tan lejos, . . . " (pp. 63-64).
Nos dice el investigador, en Lupe la de Altotonga, que al hacer una Historia de Vida no se pretende exponer a un solo individuo como el prototipo de un grupo social, sin embargo la vida y las experiencias del informante son típicas de muchas personas contemporáneas al investigado y permiten hacer inferencias de los procesos de formación y las formas de interacción de los momentos que se recuerdan como relevantes. En el caso de don Pepe los momentos importantes se pueden extrapolar a otras personas coetáneas ya que la población campesina recién llegada a la ciudad debió compartir actitudes y situaciones, entre las que se encuentran sus carencias, como se ve en las siguientes citas:
" … Llegamos al callejón aquel, donde ocupamos un cuartito alquilado por una pariente política, Dolores Domínguez, como arrimados." ( Pág. 11).
"Mi familia necesitaba mis brazos. Tuve que ir al campo a traer agua, a limpiar la suciedá de los perros, a cuidar la finquita que mi papá había conseguido en pagos módicos. …" ( Pág. 12).
"¡Hasta los que no íbamos a verlas hablábamos de aquellas peleas de gallos, pues así nos entreteníamos!" ( Pág. 63)
Asimismo, la anécdota de cuando don Pepe empezó a usar zapatos, a los ocho años, cuando trabajaba en una peletería, la narró así:
"¡Qué bueno que ‘tropellamos esto, porque hay cosas que vienen a la cabeza hasta después! Se trata de que el señor Alonso Viar, al asegurarme el trabajo, mandó traer a don Pedro Salazar, el zapatero, que tenia su taller en Arteaga, para que me midiera los pies y me hiciera mis primeros zapatos. ¡Ocho años tenia yo! Bien recuerdo lo que hablaron. Dijo don Veremundo:
- Ahí tiene las pieles, ¿cuál necesita?
Respondió don Pedro:
- Esa oscaria está buena, ¡le haré unos borceguíes!
- ¡Adelante!
Tres días después trajo el calzado. Me quedaron bien esos zapatos. Me sentí muy contento. …." ( Pág. 43).
Considero que los ámbitos laborales y la experiencia de usar zapatos hacen que el informante asuma que el aprendizaje del oficio de zapatero es lo que marca su vida, él lo refiere así:
" . . . ¡y se me cayó el foco de cuarenta! ¡Ah, no se quebró, siguió ardiendo y me alegré! ¡Algo dejaría de pagar! Pero otra noche me adormilé y puse la m
ejilla en el horno caliente, ¡ay mamacita! Ese tipo de trabajo duró cerca de tres años, luego me metí a otras cositas … Busqué trabajo menos trabajoso, . . . " (Pág. 31).
"Viéndolo bien, pude redondear los primeros dieciocho años de mi vida más que con cualquier otro oficio, con lo que aprendí de zapatería." (Pág. 80).
Con la reflexión sobre la importancia en su vida del oficio de zapatero, el informante siente que lo vivido después de los dieciocho años es consecuencia de las experiencias habidas hasta esta edad; empero no dejó de contar algunas anécdotas posteriores a los dieciocho años que permiten conocer más a esta persona y completan su Historia de Vida, por lo que vale la pena leer la obra completa a fin de apreciarla.
b) Alcance y usos posibles de la obra
Como se mencionó líneas arriba, la lectura de Jalapa: años treinta y cuarenta del siglo veinte (Visión de un inmigrante campesino) en cuanto texto antropológico, requirió de hacer una segunda lectura; que dio lugar a percibir el texto como polivalente y visualizarlo como una veta a explorar desde diferentes niveles y planos. Abundando sobre esto, partí de preguntarme: ¿El leer esta historia de vida para qué puede ayudar? y ¿A qué puede aplicarse?.
Y comencé a responderme, pensando que la Historia de Vida, como técnica de investigación, pese a ser un auxiliar significativo y, podríamos decir emblemático, del utillaje etnográfico, es poco empleada entre nosotros. Considero que ésta situación se deriva de las exigencias para el desarrollo de experiencias de investigación, en cuanto a disponibilidad de tiempo de los actores de los procesos formativos y en los niveles de desarrollo de habilidades de los docentes que se inclinan a la investigación. Ambas situaciones se constituyen en limitantes que la hacen poco viable en las experiencias formativas del nivel de licenciatura; por otro lado, la escasez de fuentes de consulta recientes y falta de apoyo para su realización, inciden para limitar el panorama, y es en este sentido que la obra que se reseña aporta elementos para que se realicen experiencias formativas con fines didácticos; quizá de menor alcance, pero que no por ello se deben realizar con menor rigor.
Otra lectura del libro puede ser su empleo para apoyar el estudio del contexto del informante y las dinámicas de los movimientos poblacionales del periodo investigado, contrastando con otras fuentes, tanto documentales, como de primera mano, y así identificar los flujos migratorios a que hice alusión en las primeras líneas de este comentario.
En el mismo sentido, considero la posibilidad de realizar estudios de procesos más recientes, de personas con experiencias de migración más inmediatas y así poder contrastar las condiciones de desarrollo personal y de integración a los nuevos contextos, ya que actualmente el fenómeno migratorio se ha agudizado y reorientado hacia otros destinos, principalmente allende el Río Bravo, dando lugar en algunas localidades a situaciones de abandono casi total de las comunidades rurales.
Otro aspecto a explorar es el de cómo el informante se refiere a su breve escolaridad como una cortapisa que le impuso la situación socioeconómica familiar y la forma en que fue explorando el contexto laboral, hasta el aprendizaje de un oficio, con el que pudo desarrollarse como persona; situación que actualmente se puede contrastar con las nuevas tendencias del mercado laboral, ámbito que está experimentando modificaciones derivadas de nuevos contextos; las políticas laborales; económicas y educativas ( sirvan de ejemplo los sistemas de certificación de competencia laboral basados en propuestas de reconocimiento de saberes y habilidades adquiridas por procesos formativos no formales, es decir, no escolarizados).
Creo que el continuar dando opciones de lectura de esta investigación sería ocioso de mi parte, ya que la comunidad antropológica habrá empezado a visualizar en torno a esto y no sólo en esta disciplina, sino también en otras que requieren de referentes documentales para el acercamiento a procesos formativos de identidades. Creo que este libro puede dar lugar a investigaciones inter y multidisciplinarias.
Como punto final, quiero hacer la más atenta invitación a entrar, y adentrarse, en la lectura de la obra del maestro Carlo Antonio Castro Guevara, quien nos comparte la experiencia de una vida dedicada a la Antropología y su enseñanza.
Las referencias de las otras cuatro incursiones en las historias de vida son:
- "Che Ndu, ejidatario chinanteco", en La Palabra y el Hombre, Vol. II, No. 8, Oct. – Dic. 1958.
- "Lupe la de Altotonga: niñez y adolescencia", publicada en cinco ocasiones:
- En la revista La Palabra y el Hombre, No 24, Oct. –Dic. 1962.
- En el Libro Siluetas mexicanas, Editorial Amate, Jalapa, 1980.
- En la Revista Tramoya, no. 54, ene. – Mar. 1998, U. V. –Rutcers University.
- Como libro por Ediciones Cultura de Veracruz, en 1998.
- En el Tuno, Colegio Preparatorio de Xalapa, No. 19, Ene. –jun. 2002
- "Rosendo, muchacho de Tlachichilco" en La Palabra y el Hombre, Vol. XXIV, No. 41, ene. – mar. 1982.
- "Juan José: Recuerdos de infancia en Tierra Colorada", en México Indígena, No. 5, Instituto Nacional Indigenista, México, 1985.
En menester mencionar que en la obra literaria Los Hombres Verdaderos, Universidad Veracruzana, 1959, 1983, está integrada la historia vital de un tzeltal de los Altos de Chiapas.
Ver Prólogo de la obra.
El autor cita en el prólogo su incursión previa en la técnica de Historias de Vida en el texto "Lupe la de Altotonga: Niñez y adolescencia", para esta reseña se consultó la publicación de Ediciones Cultura de Veracruz . 1998.
CASTRO, Carlo Antonio, op cit pág. 17
El perfil poblacional aludido se ha mantenido, ya que de acuerdo con el XII Censo el 10.6% de la población jalapeña se clasifica como residente en la entidad pero nacida en otro estado o país, sin especificar los procesos de migración en la misma entidad.
Por ejemplo el informante refiere aspectos de cómo vivió la expropiación petrolera; pero no menciona la Segunda Guerra Mundial y la participación de México en ella.
Autor:
Valentín Córdoba Reyes