- Decálogo de la vida
- Plegaria del maestro
- Maestro
- La apatía
- La difícil decisión de ser maestro
- El niño y la escuela
- Carta a mi maestra
- ¿Cómo ser buen profesor?
- "Los siete pecados capitales de los educadores"
- Cualidades de un buen profesor
- Cómo ser un buen docente hoy
- ¿Aceptas cualquier regalo?
- La indisciplina
- Otro decálogo
- La dignidad de ser maestro
- Pensamientos sobre educación
- Reflexiones sobre docencia
- Dos docenas de citas poderosas halladas por allí
- Características del buen maestro
Docente, tú eres un grito de fe porque crees en el hombre; un grito de esperanza porque siembras lo que otros cosecharán; un testimonio de amor porque mueres un poco cada día para que otros vivan plenamente. No dejes de sembrarte con coraje en el surco del corazón humano, y volverás a ser pan en muchas mesas para vivir cuando ya no vivas.
PROGRAMA DE FORTALECIMIENTO PEDAGÓGICO
CON-SENTIDO HUMANO
1. Estímese a sí mismo.
2. Acepte las cosas que no puede cambiar.
3. Acepte a los otros como son.
4. Acéptese con sus limitaciones y con sus fortalezas.
5. Responsabilícese por sus sentimientos y por su comportamiento.
6. Confíe en sus propias capacidades.
7. Enfrente las dificultades haciendo algo.
8. Deje atrás lo que le afectó fuertemente alguna vez.
9. Vea en su trabajo una oportunidad de disfrutar y de desarrollar sus cualidades.
10. Controle sus emociones.
Por HUGO ALMANZA DURAND
Señor, tú pusiste en mis manosuna responsabilidad que no merezco,cultivar la mente del ser que creaste,educarlo, prepararlo para la vida.
Sé que en mi feliz y honrosa tarea
se cumplen todos tus designios;
Que no soy sino tú instrumento
y aun así, a veces, al pensarlo, tiemblo.
Te ruego, Señor, que me ilumines
para estar a la altura de mi destino,
para enseñar bien tus mandamientos
y no olvidar que yo también fui niño.
Hazme recordar siempre que el alumno es la persona más importante de la escuela,
que el mejor ejercicio es el estudio
y el ejemplo, la lección que más enseña.
Quisiera tener la nobleza suficiente
para darle más amor al niño de hogar disuelto,
al minusválido, al huérfano,
al que nació diferente,
y esforzarme más con aquél
de aprendizaje lento.
No dejes, Señor, que me abandonen las fuerzas
cada vez que la adversidad golpee mi morada;
Con tu apoyo me alzaré hidalgo, aunque no pueda, para estar de pie cuando llegue la alborada.
Y por último, dame salud y vida Señor,
para hacer de cada alumno un hombre honesto,
que valore el trabajo, la dignidad y el honor;
¡Ayúdame Dios mío, a ser un buen maestro!
Enseña a los niños a creer en los ideales y que aquellas cosas que no se ven también son realidades.
Diles que el amor no se ve pero se puede sentir, que la música tiene una explicación pero que las melodías salen del corazón.
Enséñales a tener esperanzas, pues todos los días sale el sol.
Enséñales el respeto por las cosas simples y por la naturaleza.
Enséñales a rezar, a cerrar los ojitos y que se imaginen a su ángel guardián que los protege y los guía.
Enséñales todos los días a trabajar en un pequeño proyecto, diferente siempre.
Estimula su creatividad con sus juguetes y con otros juguetes que ellos mismos puedan crear.
Enséñales a sonreír y acarícialos siempre, sean quienes fueran esos niños, porque no sabes en qué pueden convertirse mañana, tal vez sean ellos quienes te den su mano amiga o te nieguen el saludo cuando menos lo esperes. Tal vez sean tu medico, tu amigo, tu asaltante, o tu juez.
Enséñales que la vida es aprender a ser feliz y que la vida nos dará muchas alegrías, pero nosotros debemos darle también un sabor a la vida.
Enséñales que debemos darle un poco de alegría a todas las cosas y que todo lo que llegue a nuestras manos o a nuestra vida, siempre debemos dejarlo mejor de lo que estaba cuando lo encontramos.
Enséñales que todo aquello que tome contacto con nosotros debe siempre mejorar.
Enséñales el valor del respeto, de la fe, de la confianza, enséñales a ser inteligentes y que no desdeñen sus sentimientos, enséñales a amar y que en todo momento sepan que tienen el derecho de vivir y ser cada uno lo que en su vida quiera ser.
Enséñales que cuando sean grandes deben querer y respetar a los futuros niños.
Por Nick J. Bitar O.
Ya sabemos como aparece la apatía. El problema a resolver es qué y cómo hacer para impedir que aparezca. No se trata de "luchar en contra" sino de desplegar estrategias para que no se den las condiciones que puedan generar la apatía y el desinterés en los estudiantes.
Existe también un punto de partida. ¿Por dónde se empieza? El centro de toda la tarea educativa es el estudiante, no es el adulto que enseña. A este enfoque se lo ha denominado "concepción de la educación centrada en el aprendizaje" ¿Cuáles son las necesidades del estudiante? Las respuestas pueden ser muy variadas según desde donde se lo considere: Seguridad (estabilidad del ambiente); Vivir su autonomía (demandas y rechazos); Medios materiales (espacio y objetos de acción); Modelos de acción (mímesis de apropiación); Conocerse y ser reconocido (diferenciación y afirmación de si) etc. También podemos incluir: sentir que lo elegido le es útil, le interesa y que puede ser dueño de eso; hacer algo que le importe personalmente; no sentirse "inquilino" de un programa ajeno; no sentir que adquiere habilidades "para después"; arriesgarse y "usar" lo aprehendido, etc.
¿Cuál es el rol del docente en la situación de aprendizaje? La situación de aprendizaje es social. Los docentes tenemos "socios" en el aprendizaje, no "súbditos". La tarea educativa consiste en organizar las experiencias a través de la comunicación:
Dejar que el estudiante hable y se exprese
Impedir que repita lecciones aprendidas de memoria
Inducirlo a utilizar otras capacidades además de las intelectuales
Promover la expresión de vivencias personales (¿qué observaste? ¿qué sentiste? ¿cómo lo viviste?) y sobre todo sus opiniones (¿qué piensas sobre lo que estamos tratando?)
Procurar que el estudiante establezca con sus compañeros una comunicación "constructiva" y no meramente "informativa"
Sacar a flote las capacidades (trabajar con lo mejor que tiene cada uno)
Crear un clima donde cada uno se sienta valorado
Buscar el modo en que cada alumno triunfe en algo
Presentar a la educación como el desarrollo de capacidades (auto-despliegue) y no como una carrera de obstáculos o de vallas que hay que saltar
Procurar que el estudiante aprehenda a "amarse a sí mismo"
Impulsar el crecimiento de la identidad: potenciar y promover más el SER que el TENER
Procurar que el "estudiante no se coma a la persona"
Acompañar el desarrollo TOTAL de la persona
Cuanto más valorado y aceptado se sienta el estudiante más le ayudará a avanzar en sus aprendizajes. Si el docente logra tener una relación auténtica y transparente, de cálida aceptación, de valoración como persona diferente, donde vea al estudiante tal cual es, probablemente esto ayude al estudiante a experimentar y a comprender aspectos de sí mismo, a emprender y enfrentar mejor los problemas. Sería muy ingenuo por otro lado, esperar y pretender que todo se dé en forma mágica. Es un trabajo arduo y no siempre se perciben los resultados; por eso se ha comparado la tarea del educador con la del jardinero:
"Podemos pensar de nosotros mismos no como maestros, sino como jardineros. Un jardinero no hace crecer flores, él trata de darles lo que cree que les ayudará a crecer y ellas crecerán por sí mismas. La mente de un niño, al igual que una flor, es una cosa viva. No podemos hacerla crecer metiéndole cosas, al igual que no podemos hacer que una flor crezca pegándole hojas y pétalos. Todo lo que podemos hacer es rodear la mente en crecimiento con lo que necesita para crecer y tener fe en que tomará lo que necesita y crecerá" (John Holt)
La difícil decisión de ser maestro
Dialogaba un día un padre con su hijo y le decía éste emocionado:
– Padre, ha llegado el momento de decidir qué quiero ser en la vida; mucho he pensado al respecto, pero es tanto el saber humano que mi decisión difícil se ha vuelto.
El padre al fin, sabio por experiencia, cuestionó entonces a su vástago de la siguiente manera:
– ¿Qué tanto has pensado que te hace dudar?
– Mira padre -respondió el hijo-, he pensado en ser médico, para curar cuerpos o mentes y cuando al fin he aceptado, me doy cuenta que hace mucha falta quien ayude a impartir justicia al débil y desprotegido, entonces prefiero ser abogado. Luego, siento la necesidad de aprender el secreto del arte de la construcción; de sacar de la piedra bruta un hogar confortable para mis semejantes, es cuando decido ser arquitecto o ingeniero; más es tanto el desarrollo científico que prefiero ser investigador o químico o matemático, o me decido por la contaduría o administración, por la física, por el campo, por los animales, por el espacio exterior…
El padre atento, esbozó una sonrisa y dijo con ese tono que tienen los padres cuando amorosamente pueden aconsejar a sus hijos con la sapiencia que dan los años vividos:
– Hijo: médico, abogado, arquitecto, ingeniero, contador, astrofísico… todo ello puedes ser; y lo lograrás en la profesión que tú no has mencionado. Para alcanzarlo deberás conocer y saber mucho; tu mente deberá convertirse en un transporte de la cultura universal; aún así, deberás poner todo tu empeño en el trabajo a realizar en tu campo de acción.
Serás un moldeador de mentes; tú forjarás al médico, al astronauta, al campesino, al constructor, al comerciante, al abogado, al músico. Podrás con esta profesión incubar en los corazones de los individuos los sentimientos de amor, bondad, ilusión, tolerancia, libertad, igualdad y fraternidad. Pero mucho cuidado hijo mío, en ésta no puedes cometer errores ya que podrías crear deformidades que se volvieran en contra de sus propios hermanos, por la generación de una ambición desmedida, tan sólo satisfecha por la material sensación del poder. Tendrás por seguidores a los llamados discípulos, ante ellos te presentarás como figura fiel y como imagen del ejemplo mismo. Te volverás todas y cada una de las profesiones existentes.
Con el tiempo verás tu reflejo en cada una de las figuras que tú formaste; entonces hijo, con toda tu entrega a esta fascinante y noble profesión, podrás con la mente en alto, otear el horizonte en donde mirarás tus obras, sintiendo en ese instante que has cumplido con los pensamientos que hoy enredan tus ideas y te darás cuenta que con tus palabras y actos has fertilizado las semillas que sembraste en tierra fértil y que se han convertido, o lo harán después, en grandes, fuertes y frondosos árboles que acudirán a darte sombra protectora cuando estés a punto de cumplir con el mandato de la Madre Tierra que exige a su descendencia regresar a ella.
Sentirás que tu paso por esta vida no ha sido en vano.
Escucha bien hijo mío, si aceptas esta responsabilidad tan grande sobre tus hombros, decídete por la profesión que llevo con orgullo y que en estas palabras venero tanto. Conviértete en Maestro, hijo mío, y sabrás entonces cuánto has ganado.
El hijo comprendió cuál camino debía seguir; y con el corazón latiendo fuertemente y embargado de gran emoción, se acercó a su padre, Maestro de muchas generaciones y secó las lágrimas de honor que de sus ojos habían brotado. Le besó en la frente y decidió al fin en lo que se convertiría: un Maestro que con su trabajo, rinda reconocimiento a la labor de los grandes Maestros que hubiera tenido. Maestros que a él, lo hubieron forjado. Prof. Martín A. Alcocer González.
D.R.A.
El niño fue a su escuela nueva. Él era muy pequeño y la escuela era bastante grande. Cuando el niño vio que podía ir a su curso caminando directamente desde la puerta de entrada, se sintió feliz, y así la escuela no le parecía tan grande.
Una mañana, en que asistió bien puntual a la escuela, la maestra dijo:-Hoy vamos a hacer un dibujo.
¨ Bien -pensó él.
A él le gustaba dibujar.
Podía dibujar de todo: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos, etc. Tomó su caja de lápices y comenzó a dibujar. Pero la maestra dijo:
-¡Esperen! ¡Aún no comiencen!
Él niño esperó hasta que todos estuviesen listos.
-¡Ahora! -Dijo la maestra- Vamos a dibujar flores.
¨ ¡Bueno! -pensó el niño.
A él le gustaba dibujar flores con lápiz amarillo, naranja, azul, etc. y lo hacía rápidamente.
Pero la maestra dijo:
-¡Esperen! -Yo les mostraré cómo se hacen. ¡Así! -dijo la maestra, y era una flor azul con tallo rojo.
-¡Ahora sí!, dijo la maestra -Ahora pueden comenzar.
El niño miró la flor de la maestra y luego miró la suya. A él le gustaba más su flor que la de la maestra. Pero él no manifestó eso. Simplemente guardó su papel e hizo una flor como la de la maestra. Era azul, con el tallo rojo.
Otro día, estando el niño en el salón con la maestra, ella dijo:
-Hoy vamos a trabajar con plastilina.
¨ ¡Bien! -pensó el niño.
Él podía hacer todo tipo de cosas con plastilina: serpientes y payasos, elefantes y conejos; autos y camiones… Y comenzó a apretar y amasar la bola de plastilina, pero la maestra dijo:
¨ ¡Esperen! No es hora de comenzar. Y él esperó hasta que todos estuviesen listos.
-¡Ahora! -Dijo la maestra- vamos a hacer una serpiente.
¨ Bien, pensó el niño. A él le gustaba hacer serpientes. Y comenzó a hacer unas de diferentes tamaños y formas. Pero la maestra dijo:
-¡Esperen! Yo les mostraré cómo hacer una serpiente larga.
-¡Así! -dijo la maestra. Y les mostró a todos la que ella había hecho
¨ Ahora pueden comenzar.
El niño miró la serpiente de la maestra. Entonces, miró las suyas. A él le gustaban más las suyas que las de la maestra. Pero no reveló eso. Simplemente amasó la plastilina, en una gran bola e hizo una serpiente como la de la maestra. Que era una serpiente larga.
Así luego el niño aprendió a esperar y a observar; y a hacer cosas como la maestra, y luego él no hacía las cosas por sí mismo.
Entonces sucedió que el niño y su familia se mudaron para otra casa, en otra ciudad y el niño tuvo que ir a otra escuela.
Esta escuela nueva era mucho mayor que la primera. Para llegar a su salón, él tenía que subir algunos escalones y seguir por un corredor largo para finalmente llegar a su curso.
Y justamente en el primer día, la maestra dijo:
-Hoy vamos a hacer un dibujo.
¨ Bien -pensó el niño. Y esperó a la maestra para que le dijera cómo hacerlo. Pero ella no dijo nada, apenas andaba por el salón. Cuando se acercó al niño, ella le dijo:
-¿Tú no quieres dibujar?
-Sí -dijo el niño -Pero ¿qué vamos a hacer?
-Yo no sé, hasta que tú lo hagas -dijo la maestra.
-¿Cómo lo haré? -preguntó el niño.
– De la manera que tú quieras. Dijo la maestra.
-¿Y de cualquier color? -preguntó él.
-De cualquier color -dijo la maestra -Si todos hiciesen el mismo dibujo y usasen los mismos colores, ¿cómo podría saber quién hizo qué? ¿Y cuál sería de quién?
-Yo no sé- dijo el niño. Y comenzó a hacer una flor azul, con el tallo rojo.
Hola seño:
Soy aquél que nunca te lleva corregir, ni te entrega la carpeta para que te lleves. Soy aquél que cuando preguntas algo, siempre se queda callado y no llama tu atención. Soy aquél que nunca entiende cuando explicas y te mira serio y después cuando hay que hacer alguna actividad no la hace. Aquél que nunca termina de copiar esos pizarrones llenos y que cuando dictas no se me entiende la letra y no me sirve de nada todo lo que copié. Soy aquél que lee lento, que cuando me haces leer en voz alta (eso sucede muy poco) sufro tanto al notar que todos se cansan y me ayudan respirando profundo.
Yo sé que no puedo ser igual que todos, que te gustaría que fuera diferente, lo noto en tu mirada y tus gestos. Me duele cuando pones cara de "no tiene remedio" o "qué se le va a hacer". Sé que sientes que hay días que molesto en clase y que no sabes qué hacer, para colmo "no estoy para repetir", como le dices a mi mamá. Si supieras que mi día de estudio no termina en la escuela, que al llegar a casa mamá lo primero que hace es preguntarme ansiosa cómo me fue, si terminé todo; y ahí comienzan nuevamente los problemas. Pedir carpetas, copiar todo lo que no hice en clase y hacer los deberes. Me canso mucho. A veces tengo ganas de estar enfermo o que llueva mucho para no ir a la escuela.
Seño, si pudieras darte cuenta que no puedo ser igual a otros, pero que puedo a mi manera. Si pudieras descubrirla, saber que me gusta leer sobre perros, que espero el diario para leer el horóscopo a mi familia, que tengo una gran imaginación, que me gusta la música y bailar, que soy muy responsable y perseverante (sino no haría la carpeta dos veces por día).
Si pudieras descubrir lo que sé sin tener que hacerme un examen, sin pensar que si tengo la carpeta completa o copié todo es que aprendí. Si pudieras darme otro tipo de actividades que me interesarán más, para que yo te pueda demostrar lo que sé.
Espero que puedas ayudarme y pueda aprender mucho, para eso voy a la escuela, si supiera y aprendiera rebien no me haría falta; como le pasa a la compañera de delante que sabe todo y se aburre tanto.
Seño, te quiero mucho, espero que esta carta exprese todas las cosas que he querido decirte y no he podido. Un abrazo.
¿Cómo ser buen profesor?
¿Es posible ser un buen profesor?
Si es simpático, es un confianzudo.
Si es serio, es un amargado.
Si es Joven, es un inexperto.
Si es viejo, está pasado de moda.
Si bebe, es un borracho.
Si no lo hace, es un puritano aburrido.
Si conversa con todos, es un averigua cuentos.
Si no lo hace, es un creído.
Si concede permisos, tiene preferencias.
Si no los concede, es insensible e inhumano.
Si es estricto, no le satisface nada.
Si no lo hace, es un mediocre.
Si exige cumplimiento es un mandón.
Si no lo hace, es un incapaz.
Si busca mejoras, no le gusta nada de lo que hay.
Si no lo hace, es anquilosado e indiferente.OJO: si el niño sobresale, es virtud del niño; si al niño le va mal es culpa del profesor.
Moraleja: Ser Profesor/a requiere:
La sabiduría de SALOMÓN
La Paciencia de JOB
La Sordera de BEETHOVEN
La Sonrisa de GIOCONDA
La Mansedumbre de SAN FRANCISCO
La alegría de HARE KRISMA
La Astucia del ZORRO
La Actividad de una ABEJA
El Valor de un LEÓN.
"DECÁLOGO DEL BUEN DOCENTE"
"Los siete pecados capitales de los educadores"
Por AUGUSTO CURY
1. CORREGIR EN PÚBLICO. Un educador o un padre jamás deberían exponer la equivocación de una persona, por grave que sea, ante los demás. La exposición pública produce humillación, traumas Y complejos, difíciles de ser superados.
2. MANIFESTAR AUTORIDAD CON AGRESIVIDAD.
3. SER EXCESIVAMENTE CRÍTICO OBSTACULIZA LA INFANCIA DEL NIÑO. La peor manera de preparar a los jóvenes para la vida es colocarlos en un invernadero e impedirles equivocarse y sufrir.
4. CASTIGAR CUANDO SE ESTA ENFADADO Y PONER LIMITES SIN DAR EXPLICACIONES. Elogia al joven antes de corregirlo o criticarlo.
5. SER IMPACIENTE Y DESISTIR DE EDUCAR. Los alumnos insoportables son los que ponen a prueba nuestro humanismo.
6. NO CUMPLIR CON LA PALABRA DADA. La confianza es un edificio difícil de construir, fácil de demoler y muy difícil de reconstruir.
7. DESTRUIR LA ESPERANZA Y LOS SUEÑOS. Los maestros, padres, psiquiatras son vendedores de esperanza, mercaderes de sueños. Una persona sólo se suicida cuando sus sueños se evaporan, su esperanza se disipa. Sin sueños no hay aliento emocional. Sin esperanza no hay coraje para vivir.
Cualidades de un buen profesor
Por Nick J. Bitar O.
Para ser un buen educador lo primero es amar la enseñanza, es una profesión muy gratificante, pero puede convertirse en un completo fastidio para aquellas personas que la desarrollan porque es la última salida profesional que tienen, y porque significa un sueldo más o menos fijo.
En las manos de los educadores está el formar a los jóvenes del mañana, contribuir a que sean personas responsables, que respeten a sus semejantes y que adquieran una conciencia de protección hacia lo que les rodea y de rechazo ante las injusticias.
¿Cómo podríamos definir al buen profesor? Particularmente diría que es aquel que tiene las siguientes cualidades: vocación, sensibilidad, capacidad de empatía, autocontrol, autoconfianza, cultura y creatividad.
Un buen profesor debe de conocer las necesidades de sus alumnos, tratar de solventar sus problemas, alegrándose por sus logros y preocupándose por sus necesidades.
El profesor debe mostrarse cercano al alumno, debe ser un mediador, un amigo y un transmisor de información, que no sólo enseña sino que también educa, facilitando lo máximo posible la adquisición del aprendizaje, utilizando recursos variados que cubran las necesidades sensoriales de sus alumnos con habilidades visuales, auditivas y kinestésicas, que atienda a la diversidad y que transmita valores morales a sus estudiantes para hacer posible la convivencia en la sociedad.
El autocontrol es una cualidad de la persona madura y el educador lo requiere más que nadie. Para tener autocontrol hay que conocerse a uno mismo y ejercer una vigilancia diaria sobre nuestras reacciones y actitudes. El descontrol en el maestro confunde al alumno y le da un pésimo ejemplo.
El educador manifiesta además su formación cultural cuando se expresa verbalmente. Una manera correcta de hablar induce a los alumnos a imitarla.
Un profesor debe ser creativo, huir de la monotonía, para motivar y sorprender a sus estudiantes, conseguir que a sus alumnos les guste lo que están aprendiendo, y que tengan interés en saber cada día más es una de sus principales metas.
En cuanto a la formación psicológica y moral de los jóvenes, las actitudes negativas de los docentes pueden provocar: mal ejemplo en cuanto a madurez en el manejo de las relaciones y trastornos emocionales como baja autoestima, estados de ansiedad generalizada, mutismo selectivo, fobia escolar o rechazo a la escuela, mayor tendencia a la indisciplina, conflictos (mala relación ), etc.
Los profesores deben ser personas con vocación para que hagan de sus alumnos, además de personas productivas, personas íntegras y sanas psicológicamente, físicamente y moralmente.
(EL EJEMPLO ES LA MEJOR ENSEÑANZA(
Samuel Arango M.
Publicado el 4 de agosto de 2008, periódico El Colombiano.
Se acabaron los profesores dictadores, que dictan clase. Hoy los profesores son acompañantes respetuosos del proceso de formación de los estudiantes.
El nuevo docente sabe con claridad que su función es formar, no informar. Sabe que Internet conoce más datos que él.
Enseña a sus alumnos a pensar, más que a memorizar. Conoce y respeta a cada uno de sus estudiantes, con sus características y especificidades. No los trata a todos igual.
Les proporciona los elementos para que aprendan a preguntar y a buscar respuestas.
También estudia mucho, lee mucho, más que sus estudiantes. Sabe escuchar tanto como hablar. Se mantiene actualizado en su campo.
Piensa en el futuro permanentemente, pues sus estudiantes se preparan para mañana, no para hoy.
Se siente mejor con el título de maestro que con el de profesor. Mantiene siempre vigente la ética profesional, en sus enseñanzas y en su actividad.
Conoce muy bien que su misión principal es "comprometer" a sus alumnos con el conocimiento.
Se considera psicólogo, médico, educador, consejero, sociólogo, ingeniero de sistemas, pedagogo, nutricionista, abogado, escritor y todo lo demás.
Se preocupa por formar excelentes seres humanos, más que buenos profesionales.
Piensa siempre que su acción desarrolla al estudiante y aporta a la sociedad.
Tiene conciencia de que el mejor y casi único proceso de paz que vale la pena es educar.
Un maestro, si es hombre es también madre y si es mujer es también padre.
Un maestro respeta y enseña y exige respeto. El buen maestro conoce sus limitaciones e ignorancias.
No utiliza la docencia para demostrar poder sobre el estudiante.
Tiene claro que su trabajo tiene sentido mientras existen seres en formación o estudiantes.
No le preocupan las notas, lo mueve que sus estudiantes aprendan a ser, saber y hacer. Se siente orgulloso de ser docente y decente. Un maestro verdadero sabe pedir perdón y perdonar.
Es un enamorado de las tecnologías que le permiten ampliar el mundo del conocimiento a él y a los suyos.
Ser maestro es, en definitiva, el oficio más digno del mundo.
Era un profesor comprometido y estricto, conocido también por sus alumnos como un hombre justo y comprensivo.
Al terminar la clase, ese día de verano, mientras el maestro organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma desafiante le dijo:
"- Profesor, lo que me alegra de haber terminado la clase es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de verle esa cara aburridora". .El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado. El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.-Por supuesto que no. Contestó de nuevo en tono despectivo el muchacho.–Bueno, prosiguió el profesor, cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar.
–No entiendo a qué se refiere. Dijo el alumno confundido.–Muy sencillo -replicó el profesor – tú me estás ofreciendo rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo, y yo, en verdad, prefiero obsequiarme mi propia serenidad. Muchacho -concluyó el profesor en tono gentil- "tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa, yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón pero de mí depende lo que yo cargo en el mío."
"Cada día en todo momento, tú puedes escoger qué emociones o sentimientos quieres poner en tu corazón y lo que elijas lo tendrás hasta que tú decidas cambiarlo"
"Es tan grande la libertad que nos da la vida que hasta tenemos la opción de amargarnos o ser felices"
Por N.J.B.O.
Se consideran actos de indisciplina todas las acciones, palabras, actitudes, gestos y reacciones que contrarían las normas disciplinarias vigentes en un centro de enseñanza, o que representan atentados contra la moral, la autoridad, el orden, el espíritu y las tradiciones de la institución.
No hay duda de que los actos positivos de indisciplina, principalmente cuando son intencionales y frecuentes, son perjudiciales a la moral de un colegio y se oponen frontalmente a los propósitos educativos que son la propia razón de ser de esos establecimientos. Deben, por consiguiente, ser combatidos y eliminados. Pero estos actos de indisciplina son, casi siempre, consecuencias inevitables de condiciones y factores desfavorables que están actuando sobre el psiquismo de los educandos, amenazando desintegrar su personalidad y desajustarlos a la vida escolar. Importa, pues, que se encuentre la atención de los educadores sobre estos factores para eliminarlos o atenuarlos, antes de recurrir a sanciones o medidas punitivas más drásticas.
La falta de conformidad con las normas de disciplina vigentes en los colegios se puede atribuir también, en muchos casos, a la inmadurez de los alumnos: su inteligencia no está todavía en condiciones de comprender las razones más profundas que dictan las normas vigentes; su poca experiencia no les permite aún prever y calcular las consecuencias de todas sus palabras, actos y actitudes; su poca edad no les hace posible todavía desarrollar el control mental necesario para una conducta reglada y satisfactoria. Solamente el tiempo, la experiencia, el ambiente educativo y la aclaración progresiva de los hechos por la comprensión y por la reflexión podrán engendrar en su mente inmadura ese control reflexivo e interior que facilita una conducta consciente y disciplinada. Corresponde a la escuela favorecer y estimular esa progresiva maduración interior de los escolares, sin perjudicar la evolución sana y normal de su personalidad.
Podemos señalar estas normas prácticas de conducta personal del profesor en clase:
a) Cultivar, en relación con los alumnos, una actitud fundamental de interés, comprensión y simpatía. Ser, por encima de todo, humano y razonable para con ellos; no se deben permitir, sin embargo, los excesos de familiaridad ni se debe ser demasiado condescendiente; es necesario ser firme e insistente en las exigencias, pero explicando el porqué de las mismas.
b) Ahondar en la psicología de los alumnos, comprender la psicología de la clase como un todo, por un lado, y la psicología individual de cada uno de sus miembros, por otro. Adaptar los procedimientos de manejo a esa psicología de modo que resulten eficaces y no contraproducentes.
c) Evitar durante las clases hablar de uno mismo, de la vida, méritos o problemas y negocios particulares; no desperdiciar el tiempo de clase en confidencias personales o en asuntos ajenos a la materia.
d) No ser autoritario, arrogante ni arrollador; no manifestar desprecio hacia los alumnos; ser paternalmente firme y emplear la necesaria energía de modo sereno, prudente y digno. Imponer respeto a los alumnos sin humillarlos ni intimidarlos.
e) Cuidar la propia autoridad y no exponerla al desgaste, abusando de ella en incidencias triviales; en tales casos, es mejor recurrir al manejo preventivo o indirecto.
f) Zanjar, sin embargo, de forma tajante y sin titubeos, cualquier movimiento más serio de indisciplina o de desorden colectivo; no dejar navegar el barco hasta que la tempestad estalle.
g) No hacer promesas ni amenazas que después no se podrán o no se querrán cumplir; cuando se haga una advertencia, no deben tolerarse reincidencias. Las sanciones, si son necesarias, deben ser aplicadas sin tardanza y no días o semanas después; pero se debe ser moderado e impersonal en su aplicación.
h) Tratar las infracciones más graves de modo objetivo e impersonal, sin mostrarse ofendido o enojado personalmente. La indisciplina debe ser reprobada como conducta inconveniente y antisocial que habla de los individuos que la practican. No interpretarla como afrenta o desacato a la autoridad personal del profesor. Terminado el incidente, no demostrar resentimiento o intenciones de persecución o venganza; tratar a los alumnos con naturalidad, como si nada hubiera sucedido antes.
i) No reprender nunca a la clase entera por faltas cometidas por algunos alumnos; mucho menos se debe castigar a toda la clase; además de injusto, sería anti-psicológico y contraproducente. Procurar, por el contrario, aislar a los agentes de la indisciplina, contrastando su conducta con la de los demás miembros de la clase. Cuando no se consiga identificarlos, no exigir que los otros los denuncien; invitar a los infractores a presentarse después de la clase para dar explicaciones personales.
j) Hacer comprende a los alumnos que la buena conducta es una exigencia social que debe ser acatada en todas las circunstancias de la vida y que la escuela le da gran importancia.
k) Nunca se ofenda personalmente a los alumnos con apodos despectivos, indirectas sarcásticas, alusiones a defectos físicos o insultos personales. No provocar susceptibilidades ni ofender el sentimiento de dignidad personal o familiar de los alumnos.
En suma, procurar crear y mantener en las clases una atmósfera sana de responsabilidad, interés y calor humano, espíritu de trabajo y amor a los estudios. Por encima de todo se debe ser educador, nunca fiscal ni un perseguidor de los alumnos.
Luis Alves Mattos. Compendio de didáctica general (adaptación) Con la autorización de Editorial Kapelusz.
UN (A) DOCENTE DEBE RECORDAR CUÁN IMPORTANTE ES SU PROFESIÓN. ES POR ELLO QUE LOS APUNTES DISPUESTOS EN ESTE MATERIAL, QUE AHORA ESTÁ EN SUS MANOS, INTENTAN DESPERTAR E INSPIRAR A QUIENES TENGAN LA OPORTUNIDAD DE LEERLOS.
1. Ámate en la medida justa, como un alguien que tiene virtudes pero también tiene defectos; de este modo nunca te sentirás superior a tus alumnos, ni inferior a ellos, sabrás ponerte a su servicio.
2- Admite tus errores, la culpa no siempre la tiene el sistema, o la Institución Educativa.
3. Tú debes ser el cambio que quieres ver en el sistema educativo.
4. Trázate metas muy altas para ti y para tus alumnos, tal vez no logres alcanzarlas todas, pero de seguro tendrás grandes logros, hay que apuntar alto para dar en el blanco.
5. Sé perseverante en el logro de tus metas. Nunca, nunca, nunca te des por vencido.
6. Ten en tu vida un proyecto especial y orienta todas tus energías a lograrlo.
7. Pon mucha amor en tu labor docente, así despertarás en tus alumnos pasión por el saber.
8. Escucha a tus alumnos, siempre tienen algo que decir; no los juzgues antes de tiempo. Escúchalos y encontrarán en ti un apoyo, en muchos casos tú serás su único apoyo, y te lo agradecerán por toda la vida.
9. Habla mucho con los padres de tus alumnos, debes conocer lo que ellos quieren para sus hijos. La educación que les a tus alumnos debe ser una prolongación de la que reciben en casa y en algunos casos tal vez la mejores.
10. Que ellos vean en ti lo que tú exiges de ellos. Tu ejemplo les arrastrará más que tus palabras. Sé auténtico, si no lo eres ellos lo notarán, los jóvenes y niños son difíciles de engañar.
Aquellos que llevan la digna labor de enseñar son los maestros.
Ellos construyen, moldean, cimientan, siembran y conducen los conocimientos fundamentales para el futuro de los niños y adolescentes.
Ser maestro no es nada más cubrir un horario de trabajo, ni cumplir con los contenidos del programa escolar. Es ir más allá, ¡Formar gente provechosa y exitosa!
Ser maestro es pulir, cincelar y diseñar con paciencia y tolerancia las habilidades de cada alumno. Haciendo con ello una obra de arte universal.
La dignidad del maestro es mantener su ética profesional y responsable en bienestar de su propia actitud personal y educativa.
La dignidad del maestro se cultiva, se abona, se alimenta, se enriquece y se valora, con sus propias acciones.
Por su gran valor, la dignidad del maestro se fomenta día a día con el ejemplo innegable.
La dignidad del maestro es un regalo para la sociedad, es un estímulo para las familias, es una bendición para los alumnos ¡Es un triunfo para sí mismo!
Maestro, Maestra: ¡Cuida esa dignidad que tu propia profesión te ha heredado!
¡Sé un buen Maestro(a)¡
Juan Barahona Guillermo.
"El que no sabe es un imbécil. El que sabe y calla es un criminal"
Bertolt Brecht (1898-1956) Dramaturgo y poeta alemán.
"No se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho"
Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.
"Vale más saber alguna cosa de todo, que saberlo todo de una sola cosa"
Blaise Pascal (1623-1662) Científico, filósofo y escritor francés.
"Saber que no se sabe, eso es humildad. Pensar que uno sabe lo que no sabe, eso es enfermedad"
Lao-tsé (570 aC-490 aC) Filósofo chino.
"Quiero saberlo todo. Y siempre me encuentro como antes, triste como la vida y resignado como la sabiduría"
Giovanni Papini (1881-1956) Escritor italiano.
"El grado sumo del saber es contemplar el por qué"
Sócrates (470 AC-399 AC) Filósofo griego.
"Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan ya haberla encontrado"
Napoleon I (1769-1821) Napoleón Bonaparte. Emperador francés.
"La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen"
William Faulkner (1897-1962) Escritor estadounidense.
"El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él"
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