La escuela ¿educa con libertad?
A veces me pregunto ¿la escuela me educa para hacerme libre? Empezaría por hacer una reflexión sobre la forma en que he sido educado.
Toda mi vida he necesitado de lazarillos para poder caminar. Desde que nací mi madre me educó a partir de prohibiciones. ¡No hagas esto!, ¡No toques ahí!, ¡No te salgas a la calle! Ahora entiendo porque todo niño primero aprende a decir No, y después aprende a decir Si.
Si toda mi vida fue educada a partir del No, entonces ¿Por qué se me dificulta decir no, cuando no quiero hacer o decir algo? La palabra No, encierra una orden. –No vas a la fiesta.
En otras ocasiones, no decimos no por pena o temor a rechazar a un amigo o una persona mayor. –Tómate una copa; –Préstame tu carro. Después de que ocurre una catástrofe, te preguntas ¿Por qué no dije No?
Tenemos que aprender a decir No. La familia debe educar al niño a expresar la palabra No cuando sea necesario. Sin sentir miedo ni culpabilidad. La escuela debe fortalecer esta capacidad de decisión del niño.
En la escuela el alumno no hace nada si el maestro no le dice que hacer. –Hagan la lección de tal página. Respondan a estas preguntas. Luego las exponen. Esas instrucciones empiezan a formar a un alumno fácil de conducir, de manipular. De tal forma que el día que no les digan qué hacer, ese día no hacen nada. No tratamos de decir que no obedezcan al maestro, sino de evitar ir adormilando a la mente, al igual que una persona en estado hipnótico que solo obedece al hipnotista la orden que éste le da.
Cuentan una historia que una maestra de primaria les dijo a sus alumnos: –dibujen una flor. Cuando los alumnos se disponían a dibujarla, les dijo: que sea una Rosa. Hicieron una rosa. Ahora píntenla. Cuando la iban a pintar les dijo: –que sea roja. Ahora cada vez que al alumno se le pide que dibujen una flor, ellos siempre dibujan una rosa roja. Estas acciones coartan la libertad y matan la creatividad del alumno.
¿No vas a estudiar?, ¿No te dejaron tarea? Pregunta la mamá. –No, porque el maestro no me lo indicó, responde el alumno.
Y así educamos a nuestros niños a depender siempre de otro. De tal manera que llegan a estudiar a nivel universitario y de posgrado y siguen con la misma inercia de seguir siendo conducidos por otros. Siguen ocupando lazarillos para poder caminar.
Hacer al niño libre de pensamiento y espíritu. Desarrollar el autodidactismo. Siguen siendo ideales filosóficos que encierra la educación, pero que todavía no se ha podido llegar a este punto. Quizá por el método que el maestro utiliza o por el mismo confort del alumno. O porque el sistema educativo no lo promueve. O porque al gobierno así le conviene tener a un pueblo dormido y conformista. No nos meteremos en profundidades en el afán de encontrar las atribuciones de causalidad. Nos centraremos en el trabajo áulico que realiza el docente y lo más inmediato que le rodea.
¿Se imaginan a un niño haciendo uso de su libertad para leer y estudiar sin que el maestro tenga que mediar o poner límites a su proceso intelectual?
Existe el miedo a ser libre, a tomar decisiones, a hacer uso del libre albedrio. Porque al hacerse libre de tomar decisiones también implica hacerse responsable de sus decisiones, y eso es quizá lo que no desean asumir.
Recuerdo la película Sueño de Fuga (Darabont, F. 1994), en donde un reo salió después de cincuenta años de estar preso. Fue tan grande su libertad que ésta resultó ser aplastante; y el ex convicto decidió quitarse la vida ante tal situación de no poder conducirse en este océano asfixiante de libertad. Él estuvo acostumbrado a pedir permiso para ir al baño, permiso para ir a algún lugar de la prisión. De tal manera que cuando él estuvo libre no hubo una persona que lo condujera ante la libertad agobiante que tenía para disfrutar. Finalmente termina su existencia quitándose la vida por vivir en un mundo que no lo controlara a si mismo.
La libertad de acción no significa hacer el mal o actuar irresponsablemente. Debemos ser libres para actuar y hacer el bien.
Los hedonistas en la antigua Grecia tenían una filosofía de vida: vivir del placer y evitar el displacer o dolor. Hacían todo lo que les generaba placer, como no trabajar, dormir, etc. Pero cayeron en lo absurdo, ya que pudieron hacer cosas buenas que también generan placer. Como cantar, pintar, construir, incluso hay trabajo que genera placer cuando lo haces con vocación y amor. La filosofía también reconoce a la libertad de hacer lo que te genera placer.
El miedo a la libertad de Erich Fromm (1941) nos habla sobre una libertad negativa y una libertad positiva. Define a la libertad negativa como aquella tendiente a la autodestrucción de la humanidad; no es una experiencia placentera por si misma; como el autoritarismo (afán de controlar), destructividad (destruir lo que no puede controlar) y conformidad (aceptar todo como ley divina, limitando pensamientos libres y genuinos) y la libertad positiva es un elemento creativo. Al cual deberíamos de apostar para disfrutar este valor.
La libertad como valor nos la enseña la escuela, cómo la facultad o capacidad del ser humano de actuar o no actuar según su criterio y voluntad. Esta libertad de acción debe ser siempre dentro de lo que marca la ley. Ya que la libertad mía termina donde empieza la libertad del otro.
Pero, ¿Realmente somos libres? En una ocasión se me ocurrió irme a una ciudad que está a cientos de kilómetros de mi casa. Cuando tomé camino, me di cuanta que no soy libre. Me ataba a la responsabilidad de ser esposo, padre de familia, me ataba el compromiso del trabajo. No pude volar haciendo uso de mi libertad.
En otra ocasión andaba de compras en el supermercado, y al ver los pisos tan limpios y brillosos se me antojó quitarme los zapatos para andar descalzo en la tienda. Lo hice. Recuerdo que mi esposa y mi hermana, que me acompañaban, salieron corriendo por un pasillo para alejarse de este loco ocurrente. Cuando me cuestionaron que por qué lo había hecho, les respondí: -porque yo vivo para mi, no para los demás. Además soy libre de hacerlo y mientras mis acciones no agredan o lesionen a otras personas seguiré haciendo lo que me resulte placentero. ¿A poco a ti no se te antoja andar descalza por el súper? –le pregunte a mi hermana. Y me respondió: –Siiiii. Pero no estoy loca como tu.
Yo no soy libre porque estoy atado a mi sistema de creencias, mis principios, que me guían, me conducen, me limitan, me controlan, me dicen que hacer o no hacer. No puedo decir: -No pagaré impuestos. Lo decido porque soy libre de decidir. ¡No! Las leyes norman nuestra conducta. La libertad para tomar decisiones deber ser dentro de en un marco de legalidad.
En la mitología griega, Dédalo y su hijo Ícaro construyeron un laberinto, por órdenes del rey Minos, para encerrar al Minotauro (descendiente de su esposa Pasifae). Era difícil salir del laberinto y para asegurarse que nadie pudiera salir, dejó encerrado a Dédalo e Ícaro. Después de muchos años encerrados, a Dédalo le surge la idea de construir unas alas con plumas de pájaros pegadas con cera de abejas, con las que podían escapar volando. Ícaro al sentirse libre voló tanto que se acercó al sol. El sol derritió la cera, Ícaro cayó al mar y se ahogó. La libertad mal conducida nos lleva a asumir problemas que se originan por no saberla medir y dosificar.
Fernando Savater (1991) en su obra Ética para Amador, cita un pasaje del cuento de la literatura universal, Gargantúa y Pantagruel. En este apartado Gargantúa decide formar una orden más o menos religiosa, en cuya puerta de entrada pone un letrero que dice: "Haz lo que quieras". Pero hacer lo que quieras, era hacer el bien y no el mal, dentro del marco de la moral. No es buscar en lo prohibido, el placer de hacer el mal, de romper las reglas ni de vivir fuera de las leyes. Es una idea mal entendida. Hacer lo que quieras tiene otra connotación dentro de la idea que tenía Gargantúa. Un artista hace lo que quiere. Así Miguel Ángel creó de una roca al David. De ahí nace la creatividad. Un compositor de canciones hace lo que quiere al momento de componer una obra musical.
En una ocasión Mozart le dio una partitura a su amigo Haydn y le dijo –Maestro ¿a qué no puede usted tocar esta pieza? Haydn fue hacia el piano y empezó a tocar, pero llegó el momento que teniendo las manos ocupadas no podía tocar una nota. Me faltan dedos Maestro, exclamó Haydn. Entonces Mozart tocó la obra y al llegar a la nota problemática, agachó la cabeza y la tocó con la nariz. Solo un genio puede hacer lo imposible en la libertad de componer su obra.
De igual manera un maestro hace lo que quiere al momento de dar una clase. Puede pasar una película, hacer un debate, hacer equipos, jugar, cantar, llevar al grupo al museo, todo enfocado a lograr un objetivo de aprendizaje.
Freud explica en la teoría del psicoanálisis que el estado de conciencia del ser humano es regulado por dos fuerzas antagónicas: el Id y el súper yo. El Id es la parte animal que nos impulsa a cometer acciones relacionadas con la sexualidad, es el libido la energía que nos lleva o nos orilla a satisfacer la necesidad de tipo sexual. Sin embargo, este impulso es frenado o controlado por otra fuerza restrictiva como lo es el súper yo. El súper yo son los valores, la moral, la ética, que nos regula la parte animal del impulso o pulsaciones de la vida. Por fortuna esta parte me hace menos libre. Porque no sería bueno que toda persona dejara correr el deseo sexual y lo satisficiera de manera irresponsable.
Entonces ¿la libertad es relativa? Buena pregunta. Si yo digo –Soy Responsable, es porque lo soy. Mis actos hablan por mí. Y en mi trabajo, familia y vecinos pueden decirlo. Pero si digo: –Soy libre. Muchos me podrían cuestionar ¿libre de qué? Si estás casado no puedes ser libre. Si tienes trabajo no puedes ser libre. O sería libre bajo ciertos parámetros o condiciones. Entonces una libertad condicionada se antepone al principio de la propia libertad. Creo que la Estatua de la Libertad debería tener otra enfrente que se llamara la Estatua de la Responsabilidad, porque libertad sin responsabilidad es libertinaje.
En un inicio de nuestra etapa de crecimiento la libertad tiene que ser conducida para que no se desborde. Y de manera gradual enseñar a nuestros hijos a tomar decisiones para formarlos con independencia y que puedan en un futuro tener la libertad de acción, bajo la tutela del mismo padre de familia.
Todos queremos un país libre. Pero, ¿Libre de qué? Si la Carta Magna le marca los derechos y obligaciones. Y desde ese momento lo hace preso de leyes y cláusulas.
Es decir ¿lo que no se prohíbe se puede hacer? –Depende.
Démosle un vistazo a los Diez Mandamientos. Todos son una bola de prohibiciones: No matarás, No desearas la mujer de tu prójimo, etc. Estas son acciones tendientes a normar las conductas de los individuos en sociedad a partir de la religión.
El Derecho Romano conocido como el conjunto de normas que rigen al pueblo para la buena convivencia. Tiene como principio regular las conductas de todos para que se respeten sus derechos y conozcan sus obligaciones.
Entonces, todo lo que esta normado a la vez que prohíbe al otro, respeta mi derecho. Así como a mí me prohíbe para que el otro ejerza su derecho.
Cuando nosotros jugamos ponemos nuestras reglas: -Si la pelota pega en el árbol, no vale. Si te ríes pierdes, el que se va pierde su silla, etc. Esto se hace para normar. Reglamentar para conducirnos en la libertad que nos otorgan estos acuerdos.
Oyendo la canción Ilegal, inmoral o engorda de Roberto Carlos (1977) hay una frase que dice: "Será que lo que a mi me gusta es ilegal, inmoral o engorda", me da sentido que todo lo que se asocia al Gusto tiene algo malo intrínseco, algo pervertido o algo pecaminoso, relacionado a los pecados capitales. Cuando la mejor manera es el deseo de hacer uso de la libertad para darme el gusto, sin caer en lo prohibido, ni en lo ilegal, ni en lo inmoral, ni en lo que afecte mi salud.
El Quijote de la Mancha lo escribió Miguel de Cervantes Saavedra cuando estaba preso. La obra pedagógica del italiano Antonio Gramsci la escribió dentro de la cárcel. Ellos estuvieron presos físicamente, pero su pensamiento y espíritu fueron libres para pasearse por los confines de la literatura. Franz Grillparzer dijo: "Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo".
En la escuela de Celestin Freinet (1976) los niños escribían textos libres, por eso tenían una imprenta en la escuela. El texto libre era una actividad creativa e individual, con los textos que escribían se generaba la revista escolar. En decisión grupal se hacían los planes de trabajo a través de la asamblea de clase. Y los trabajos se mandaban en correspondencia a otras escuelas, para nutrir y mejorar lo realizado. Obviamente todo era conducido, supervisado, guiado con el maestro de grupo. Había libertad en la pedagogía de Freinet, pero vigilada de cerca por el maestro.
¿En la escuela hay libertad de cátedra? La respuesta es ¡No!, hay libertad de método. Porque el maestro debe obedecer el plan y programa de estudio. Puedes enriquecer el programa. Incluso éste es flexible. Pero existe una normatividad que hace que el maestro no se salga de los límites que se imponen en el temario de cada asignatura. La forma de abordarlo hace la diferencia según su estilo, didáctica, experiencia y materiales que utilice para el logro de los aprendizajes esperados.
Puedo concluir que:
La libertad es un valor que me permite tomar decisiones siempre que estas no transgredan el orden, ni las leyes ni el derecho de mis semejantes.
La libertad es el valor más complejo y relativo que existe. Debido a que tengo libertad dentro de los límites que me conceden las normas que dicta la sociedad.
La libertad con límites es una libertad restringida. Es una libertad presa de las leyes.
La libertad en exceso cae en anarquía. Por ello necesita de la conducción de un conocedor, experto o autoridad.
Nadie es libre. Porque es preso de su filosofía de vida, de sus paradigmas, de sus valores, de su ética, de su sistema de creencias; además de las leyes que lo rigen y lo regulan como ciudadano.
El espacio físico te da la libertad de acción. El solar o terreno donde vivo me da la libertad de movilizarme, me da la seguridad de sentirme libre, siempre que sea dentro de los límites que marca el predio.
Nacemos con el libre albedrio de poder decidir sobre lo que yo quiero. Es una libertad de hacer; que debemos explotar para beneficio propio.
La familia debe promover la libertad, siempre que este en sus posibilidades de ofrecerla. Debido a que se prepara al niño a tomar decisiones para el futuro.
La escuela debe ser un espacio que promueva la libertad. Debe formar a un alumno tendiente a ser libre de hacer uso de sus cualidades, capacidades y facultades. El maestro debe ser un facilitador cuyo objetivo es hacer libre de pensamiento, espíritu y acción al alumno para que no dependa de él en el futuro.
El alumno debe sentirse libre y no depender del apoyo del maestro para realizar su quehacer áulico. Hacer pleno uso de su libertad para hacer el bien, para aprender sin límites, para ser constructor de sus propios saberes.
Referencias Bibliográficas
1.- Freinet, Celestín. (1976). Técnicas Freinet de la escuela moderna. México. Ed. Siglo XXI.
2.- Fromm, E. (1941). Miedo a la libertad. Buenos Aires. Ed. Paidos.
3.- Grillparzer, Franz. www.proverbia.net, recuperado el 15 de marzo del 2016.
4.- Roberto Carlos. (1977). Ilegal, inmoral o engorda. Álbum Miscellaneous. Brasil.
5.- Savater, Fernando. (1994). Ética para Amador. Barcelona. Ed. Ariel.
Autor:
Elías González Espinoza.