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Realidad educativa en Uruguay: "No hay lugar, (no) insista"

Enviado por Mónica Cedrés


  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Conclusiones

Resumen

El presente trabajo analiza un pequeño fragmento de la realidad educativa de nuestro país. Intenta acercarse al fenómeno de la exclusión a partir del análisis de un caso, observando el quehacer de los diferentes actores.

La historia de Juan es sólo el pretexto para incursionar en una realidad social muy compleja, con jóvenes que llegan a la institución educativa, que son bien diferentes a los que estábamos acostumbrados a recibir.

Sin vínculo entre el estudiante y el centro, no hay identidad, ¿cómo generarlo? ¿Cuál es el papel que desempeñamos los docentes?

La confianza que hemos depositado en la educación aquellos que hemos decidido dedicar gran parte de nuestra vida a educar, es lo que nos lleva a redoblar esfuerzos para que todos y cada uno de los adolescentes que ingresan a nuestro Liceo o Utu, tengan las mismas posibilidades. En efecto, nos mueve, la certeza de que una sociedad más justa, es posible.

Palabras Clave: expulsión, (in)justicia social, utopía.

Introducción

En nuestro país, uno de cada seis adolescentes de entre 13 y 17 años no asiste a ningún tipo de centro educativo[1]

La Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por las Naciones Unidas en 1989 y ratificada por Uruguay en 1990, establece que niñas, niños y adolescentes son sujetos de derecho, lo que implica un cambio cultural profundo: no pueden ser vistos ni tratados como seres pasivos a merced de lo que los adultos dispongan, sino que tienen derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo; a un nivel de vida adecuado; a la salud y los servicios sanitarios; a la educación; a la protección frente a la explotación económica y los trabajos peligrosos; a un proceso con garantías cuando se infringe la ley; a no ser separados de sus padres; a no ser discriminados; a preservar su identidad; a la participación; al respeto de sus opiniones; a estar protegidos contra toda forma de violencia física o mental.

Pensar los sistemas educativos desde las niñas, niños y adolescentes, sujetos de derecho y crecientes protagonistas, trastoca fuertemente nuestra perspectiva de adultos. Tener otro punto de partida, implica reconocer que transitan por múltiples espacios; la familia, el barrio, el deporte, la música, la televisión, Internet; y que en todos ellos hay aprendizajes: de valores, de contenidos, de métodos.

"Es también abordar la tarea educativa con sujetos que se van construyendo,

donde el pensar, el sentir y el actuar se integren…

Es interesante constatar que el conflicto que viven muchos adolescentes con

el centro educativo no se manifiesta tanto en un cuestionamiento al sistema

(aunque en el fondo también lo sea) sino más bien que se focaliza en los

vínculos. Allí donde hay docentes que establecen un reracionamiento más

personal, hay más estímulo y disposición para el aprendizaje. Allí donde la

angustia, la frustración, la violencia no puede ser contenida, se dan los

fenómenos de deserción/expulsión que reproducen los proceso de exclusión"

Ferrando, 2006.[2]

Ese adolescente conocedor de sus derechos debe insistir para permanecer en el sistema educativo. Nosotros, los educadores, debemos abrir las puertas, convencidos de que hay lugar

Desarrollo

Esta es la historia de Juan…

Juan vive en Juan Lacaze, o al menos, eso creo. Hace años que Juan abandonó el sistema educativo, o ¿fue el sistema educativo el que lo abandonó?

Si bien avanzó poco en su educación formal, llegó a 2do., fue varios años alumno del Liceo de Juan Lacaze.

Cuando ingresó a 1ero., con 12 años, venía con la "carátula" de la primaria de ser "un niño bravo", con un rendimiento bajo, y ciertas dificultades de expresión oral y escrita. Además, y al pasar, recuerdo se puso en conocimiento al cuerpo docente, de que había perdido a su mamá hacía poco más de un año.

A pesar de lo que podía esperarse, ese primer año transcurrió sin grandes sobresaltos y Juan llegó a 2do. debiendo sólo un par de materias y sin haber presentado grandes problemas de conducta.

Pero llegó 2do., el primer año en 2do., ya que lo cursó tres veces, y Juan empezó a presentar problemas. Se portaba mal, respondía agresivamente, no cumplía con las propuestas y para colmo, se mostraba irrespetuoso y en ocasiones violento con los docentes y algunos compañeros.

Junio: primera reunión de profesores, y sobre Juan, quejas. La adscripta notificó las observaciones que había tenido en esos meses, y expresó que en todas las ocasiones en representación de la familia había venido la abuela, quien manifestaba no comprender cómo Juan tenía esa actitud en el liceo, ya que en su casa era muy bueno y tranquilo.

Con respecto a las calificaciones, casi todas bajas, incluso Historia, porque Juan no estudiaba, no hacía deberes, no participaba… ¿Soluciones al tema Juan? Ninguna.

Empecé a interesarme más en él, a prestar más atención y a dirigirme directamente, interrogándolo. Juan nunca sabía de qué estaba hablando, estaba en

otra, pensando no se en qué, y siempre dibujando: increíbles los dibujos que hacía; hombres con cruces, , calaveras, símbolos.

Estábamos trabajando con la conquista de América, analizando textos sobre el conquistador, y la visión de los indígenas sobre él. Los alumnos debían, como tarea domiciliaria, realizar una redacción contando las características de los conquistadores, el que quería podía realizar un dibujo.

A la clase siguiente Juan había realizado un dibujo hermoso, que contenía todo, absolutamente todo, lo que decían los textos. Los compañeros, espontáneamente, aplaudieron.

Y así continuamos: entre dibujos, ahora relacionados con la clase, Juan empezó a escribir, a atender, a cumplir con todo, o casi todo y a participar en clase. Además comenzó a realizar dibujos, por encargo, a sus compañeros. Y hubo intercambio de autos de fórmula 1, retratos de ídolos musicales o futbolísticos, y tantos otros, por un alfajor, una gaseosa, un refuerzo en el recreo.

Cuando ya iba por su tercer año en 2do. (todos conmigo), le solicité que dibujara un retrato de Artigas para una actividad que realizamos el 19 de Junio; ese cuadro, y a pesar de las resistencias de muchos actores institucionales, Dirección en primer término, está todavía colgado en la Biblioteca liceal.

Volviendo a ese primer año de "encuentro con Juan", en la reunión de Setiembre, en la que había subido Historia de 4 a 7, seguía teniendo casi todas bajas, incluso Dibujo. No pude contenerme y le pregunté a la profesora: "pero, no dibuja bárbaro?". Si, me contestó, "pero hace lo que quiere, y además molesta".

Repitió dos años (salvando, y bien, siempre Historia), y el último, abandonó. Se que incursionó algún tiempo por el nocturno, pero creo, no avanzó mucho y luego se alejó definitivamente del sistema educativo.

Hace un tiempo, una tarde, pasé caminando por la plaza de mi pueblo, vi un grupo de gurises tirado en el pasto con una botella de vino. Yo iba con mi hija adolescente que manifestó "son unos planchas". Allí estaba Juan, levanté mi mano y lo saludé, no sin escuchar el "Ay mamá, no mires!" , y Juan se acercó. Sus ojos chiquitos, rojos. Me dijo que andaba bien, que trabajaba haciendo changas, y que de volver a estudiar ni hablar; olvidé preguntarle si continuaba dibujando (recuerdo que en una reunión con su familia, se les había sugerido la posibilidad de hacer algún curso y que él estaba muy entusiasmado); pero supongo que seguirá dibujando en algún rato libre, si es que los tiene, posiblemente para internarse en un mundo de fantasía, un mundo bien distinto para vivir historias bien diferentes a la suya.

¿Ya es tarde para Juan? ¿Quién es responsable de este presente abrumador y un futuro desalentador? Es el destino, que siendo tan niño le quitó a su madre; es su familia, que más allá de una situación económica crítica, no lo acompañó ni lo guió de acuerdo a valores establecidos como "normales" y "conductas esperables"; es la institución educativa, y por ende, nosotros, los docentes, que no estamos preparados para recibir a jóvenes que no son los que esperábamos, y no generamos el vínculo necesario para que exista identidad entre el estudiante y el centro educativo. Y nuevamente la interrogante, no pudimos mantener dentro del sistema a Juan, y si bien, aunque hubiese sido el único, sería importante y daría inicio a este proyecto; sabemos que hay muchos Juan que no permanecen en la educación formal; y de lograr esa permanencia, ¿sería esto la "salvación" para toda esta subcultura juvenil?; ¿la culminación del ciclo escolar determinaría por sí sola la posibilidad de abrir puertas y darle a Juan una nueva vida?

"Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio" (J. M. Serrat)

Nos encontramos hoy en un Uruguay empobrecido y con grandes desigualdades, a pesar de las políticas implementadas para la educación, muchos uruguayos no pueden disfrutar de los derechos humanos fundamentales, entre los cuales está el derecho a la educación, que se ha convertido en un slogan o un decreto pero no una realidad universalmente consumada. Expresa Paulo Freire:

"La ideología fatalista, inmovilizadora, que anima el discurso liberal anda suelta

en el mundo. Con aires de postmodernidad, insiste en convencernos de que

nada podemos hacer contra la realidad social que, de histórica y cultural, pasa

a ser o a tornarse "casi natural". Frases como "la realidad es justamente así,

¿qué podemos hacer? … expresan bien el fatalismo de esta ideología y su

indiscutible voluntad inmovilizadora. Desde el punto de vista de tal ideología,

sólo hay una salida para la práctica educativa: adaptar al educando a esta

realidad que no puede ser alterada… El libro con el que vuelvo a los lectores

es un decisivo no, a esta ideología que nos niega y humilla como gente"

Freire, 1998.[3]

La educación debe apuntar a un proceso de liberación y a la superación de la injusticia social en todas sus dimensiones. Queremos una educación generadora de conocimiento, es decir, tal la idea de Freire, educar es conocer, es leer el mundo para poder transformarlo, por lo tanto se refiere a una educación liberadora, no como transmisión y extensión sistemática de un saber naturalizado como auténtico. Por ello, será en el diálogo con el otro, en el consenso y en el disenso, en el que se producirá el conocimiento.

"Sin diálogo no puede haber comunicación, y sin comunicación

no hay educación. La educación como práctica de la libertad

supera la contradicción educador – educando y se instaura como

situación gnoseológica en que los sujetos inciden su acto

cognoscente sobre el objeto cognoscible que los mediatiza."

Rodríguez, 2003[4]

Entendemos la práctica educativa como un ejercicio constante a favor de la producción y del desarrollo de autonomía de educadores y educandos:

"Siendo una práctica estrictamente humana, jamás pude entender la educación

como una experiencia fría, sin alma, en la cual los sentimientos y las emociones,

los deseos, los sueños debieran ser reprimidos por una especie de dictadura

racionalista."

Freire, ob. Cit.

Los jóvenes: ¿protagonistas del cambio?

Los jóvenes que llegan a la enseñanza media, son, sin duda, seres que, cada uno a su manera, sueñan con cambiar el mundo. Es inherente a la adolescencia enfrentarse a lo establecido, a aquello que se ha constituido y arraigado de tal modo, que pasa a ocupar el espacio de lo "normal", "lo que debe ser". Son los protagonistas de ese mundo nuevo, que se aleja del de sus mayores, pero que a la vez , reproduce los valores transmitidos por esas generaciones.

Este rol ha sido atribuido a los jóvenes en todas las épocas. Pero este siglo XXI, en el que nos ha tocado vivir y desarrollarnos como educadores de estos nuevos alumnos, nos enfrenta a un nuevo desafío: la velocidad de los cambios, el

cuestionamiento de "verdades incuestionables". Los adolescentes que llegan a nuestros centros educativos no son los que estábamos esperando. Llegan con expectativas a las que muchas veces no damos respuestas. La institución desde su cultura, porta un modelo de ser adolescente que poco tiene que ver con los adolescentes reales que encontramos todos los días.

Las condiciones de vulnerabilidad social en las que viven muchos estudiantes y sus familias, la desintegración social, la crisis de la institución "de peso" que es la familia, producen desencuentros y afectan la posibilidad de generar vínculos. Se crea así un clima institucional de malestar, insatisfacción, improductividad. Al decir de Lucía Garay:

"En el escenario de las escuelas estos efectos se cuelan en el fracaso escolar,

en los trastornos del aprendizaje, en la inadaptación escolar, en el ausentismo

docente, en la apatía… Efectos dramáticamente actuados por los sujetos –

alumnos, docentes, directivos, padres- a los que el discurso escolar ubica en

el lugar de "ser causa de sus fallas"…"

Garay, 1998[5]

Y es en este contexto en el que nos hallamos inmersos en la violencia, una violencia que se gesta afuera y que ingresa a la institución, a veces con golpes, gritos, insultos, peleas, es decir con manifestaciones visibles; y otras veces, una violencia solapada, escondida tras el seudónimo de discriminación, de no aceptar al que no es como uno, ya sea porque se viste de tal o cual manera, porque escucha determinada música, porque se expresa de forma distinta. Esta violencia, es mucho más difícil de percibir, porque si bien en ocasiones es muy visible, en otras se hace casi imperceptible.

Una violencia que se observa entre pares, pero que llega a trascender el ámbito de los alumnos y se instala en los adultos, que quizás, por esto del desencuentro generacional, no pueden, o no podemos entender, nuevas prácticas, tan ajenas a lo "esperable". Por esto y más allá de lo "políticamente correcto" que suena hablar de equidad y de inclusión, muchas veces preferimos, que los diferentes, los que no se adaptan, en fin los que "molestan" se alejen del sistema.

"A diferencia de lo que diariamente podemos escuchar en los ómnibus, cuando

el guarda repite con insistencia: "pasando que hay lugar", el sistema económico dominante ha sido fuertemente expulsivo de importantes sectores de la población,

y a muchos, ni siquiera se los "dejó subir".

Las relaciones económicas se soportan y reproducen a través del sistema político,

de lo cultural, del sistema educativo, generando los fenómenos de fragmentación

y exclusión que conocemos".

Ferrando, 2006[6]

El sistema educativo no da respuestas a las nuevas realidades y por lo tanto se da una profunda crisis en la que las instituciones se sostienen generando nuevas exclusiones:

"Hay varios miles de adolescentes que no estudian ni trabajan, que no se

sienten atraídos por centros educativos con normas, contenidos, lenguajes

muy distantes a sus cotidianeidades, fuertemente pautadas por las estrategias

de sobrevivencia material y afectiva".

Ferrando, ob.cit.

Para muchos de nuestros adolescentes incorporar la cultura escolar lleva a un proceso que determina negar su propia existencia y a menospreciar su propia imagen, hasta el punto de no encontrar otra salida que la transgresión y la violencia. Debe trazarse un camino, que no le niegue a los tantos Juan, la posibilidad de un futuro mejor, por ello es imprescindible que el colectivo, porque la enseñanza es un acto compartido y de colaboración, tome la inclusión como tema prioritario; en los papeles, claro, pero, de una vez, en los hechos.

Fue un pequeño triunfo aislado lograr que el cuadro de Juan quedara en la Biblioteca liceal, no parecía ser él la "figura", el ejemplo, y entonces cómo otorgarle "algo así como un premio"; total, si Juan estaba acostumbrado a no recibir premios jamás, no contaba con María, su mamá, para compartir el galardón, y esto no iba a determinar que Juan cambiara su actitud y comenzara a portarse como se debía; y si para colmo, un premio a un "mal alumno" podía "confundir" a los buenos.

Un triunfo efímero, esto no logró que Juan se mantuviera en el sistema educativo, pero aún recuerdo la sonrisa cuando rodeado de sus compañeros de clase (casi todos tres años más chicos), colgó a Artigas el hall de la Biblioteca.

Pero, cómo salvó Historia, si él dibujaba bien…

No es este el momento en que busco esa respuesta, creo que la conozco desde aquel junio en que decidí darle a Juan una oportunidad, aquella que la vida le había estado negando, y que, lamentablemente, le continúa siendo esquiva.

También a mi me molestaba que estuviera siempre dibujando cosas que no tenían relación con la clase, y en ese momento cuestioné, como nunca antes, mis prácticas. Qué estoy haciendo para que este muchacho, sentado en el primer banco, no me registre. Aclaro que entre nosotros existía una relación amistosa, él no era irrespetuoso, como si lo era con otros colegas, así que supongo que esto facilitó las cosas.

Si la Historia que enseñamos no llega a nuestros alumnos, no les permite una aplicación práctica presente para entender el mundo en el que viven, quizás deberíamos partir de ambiciones menos grandilocuentes y ponernos como objetivo lograr hacer realidad la afirmación de Pierre Vilar:

"La historia debe enseñarnos, en primer lugar, a leer un periódico".

Vilar, 1982[7]

La Historia no es ya "lo que pasó", sino que es la que le da sentido a lo que pasó y, por lo tanto a lo que está pasando ahora. Nosotros, como sucede en nuestra disciplina, necesitamos hacer lo mismo: construir un sentido a nuestras prácticas. Reflexionar sobre aquello que hacemos y sobre lo que no hacemos, iniciar el camino para entender la experiencia y por ende debemos explicitar que nuestras intenciones implican procedimientos no racionales, que operan en la esfera de los afectos.

Cuando Ricoeur plantea su concepto de referencia cruzada construye un puente que salva la enorme distancia que se generó entre nosotros y nuestros mayores que "aprendieron escuchando historias", revaloriza el papel de la narración, como respuesta a unas generaciones a las que se supone "nada sorprende ya".

"La narración apuesta directamente a las emociones y a la vida… La narración

posibilita con naturalidad el cruce de voces… La narración puede ser un

camino adecuado para una enseñanza de la historia, que, sin renunciar a la

enseñanza de conceptos y procedimientos, parta del disfrute de historias

donde se recupere a los sujetos colectivos e individuales, y que nos

permita reconocer y comprender, por contraste, nuestras propias vidas…"

Artagaveytia y Barbero, 2007[8]

Y acudí a contar historias para enseñar Historia. Resultado, efímero, porque Juan abandonó el sistema educativo; pero …

Lo que es posible, lo que puede ser…

Todos queremos cambiar la historia de Juan; el propio Juan, para el que el liceo "ya fue", pero que manifiesta recordar con cariño a muchos profesores y compañeros, y plantea que sus años en la Institución fueron "los mejores", dado que la vida ahora está "brava"[9]. Los profesores, que aunque muchos no recuerden a Juan somos concientes de que la deserción escolar es un problema grave, porque la sociedad toda está en crisis, porque las instituciones flaquean y nos corresponde a nosotros, apuntalar nuestra institución educativa[10]Debemos lograr un modelo educativo capaz de establecer un diálogo intercultural e intergeneracional. Es prioritario generar una convivencia que aporte a la producción, a la educación y a los procesos de enseñanza y aprendizaje de nuestros adolescentes en el marco de sus derechos, generando oportunidades para que:

"…tengan voz e interrumpan sus biografías, aunque provengan de espacios

sociales en los que sus voces estén silenciadas y sus destinos definidos"

Lewkowicz, 2002[11]

Otros actores institucionales, equipo de Dirección, por ejemplo; también se muestran preocupados, en este caso no por Juan, dado que no son los mismos que se oponían a colgar el cuadro de Artigas, e intentan instrumentar estrategias para revertir situaciones de abandono estudiantil[12]Se realizan talleres de sensibilización y problematización; se indaga sobre situaciones familiares, socio económicas de los estudiantes, se contacta a equipos multidisciplinarios; y en ciertos casos hasta se "persigue" a los alumnos a través de llamados telefónicos e intento de acercamiento de la familia a la Institución.[13]

Enseñar desde el respeto por la diversidad llevará a que la exclusión, aunque no deje de existir, al menos sea menor.

Enseñar implica compromiso, enseñar implica la esperanza de transformar más allá de los obstáculos que se presenten. Lo que forma a un ser con esperanza no es tanto la certeza de lo encontrado sino el movilizarse en la búsqueda.

"…la escuela y la docencia (son) lugares estratégicos para una transformación

de la sociedad, apuntando a la concreción real y efectiva de un sistema que

disminuya las brechas sociales desde una intervención y una concepción de

lo cultural que contemple y se enriquezca con el aporte de "otros" para construir,

sentir y vivir, un auténtico nos-otros".

Bruno, 2004.[14]

Seguro no es una tarea fácil, pero podemos compartir la utopía, la resistencia, la confianza y la esperanza.

Conclusiones

Lo acelerado de los cambios de los últimos tiempos, nos legó un mundo casi desconocido. Se configuró una realidad difícil de entender. La forma de trabajar, de relacionarse, de vivir, de sobrevivir, cambió y nos cambió la vida. Cambiaron las familias, cambiaron los barrios, cambiaron las escuelas. Buscar las salidas, las soluciones, es la difícil tarea que se presenta. Sólo cuando estemos dispuestos a escuchar las voces del silencio, y construir el conocimiento desde una perspectiva diferente, con una concepción de horizontalidad en las relaciones humanas, podremos acercarnos a cumplir con esa tarea.

Nada de lo que hacemos en nuestro entorno es inútil o se pierde. Su significado aunque no lo veamos o no lo sepamos, se proyecta en el colectivo y tendrá, más temprano que tarde, su cosecha.

"El presente del pasado es la memoria, el presente del presente es la visión, el presente del futuro es la esperanza."

San Agustín, "Las Confesiones" Libro XI.

 

 

Autor:

Prof. Mónica Cedrés Abella.

Referencias

[1] Datos obtenidos en Revista EnlaCES de la ANEP, Montevideo, Oct. 2006.

[2] Ferrando, J; ?Es que adentro no cabo. Pobreza, exclusi?n y centros educativos?; Revista EnlaCES; Montevideo, Oct. 2006.

[3] Freire, P. ; ?Pedagog?a de la autonom?a?; Madrid; Siglo XXI; 1998.

[4] Rodr?guez, L.; ?Producci?n y transmisi?n del conocimiento en Freire?; Buenos Aires; CLACSO; 2003.

[5] Butelman, I, comp; Garay y otras; ?Pensando las instituciones?; Buenos Aires; Edit. Paid?s; 1998.

[6] Ferrando, J; ?Es que adentro no cabo. Pobreza, exclusi?n y centros educativos?; Revista EnlaCES; Montevideo, Oct. 2006.

[7] Vilar, P.; ?Iniciaci?n al vocabulario del an?lisis hist?rico?; Barcelona; Edit. Cr?tica; 1982.

[8] Artagaveytia, L., Barbero, C.; ?Contar historias para ense?ar Historia?; Montevideo; Edit. Santillana; 2007.

[9] Ver ANEXO: ?Charla con Juan?.

[10] Ver ANEXO: ?Conversando con Docentes de la Instituci?n?.

[11] Lewkowicz, I.; ?Una respuesta ?tica ante la violencia. Comentarios en la Jornada sobre ?tica?; www.estudiolwz.com.ar; 2002.

[12] Ver ANEXO: ?Di?logo con Equipo de Direcci?n?.

[13] Ver ANEXO: ?Consultando a la Profesora Orientadora Pedag?gica?.

[14] Bruno, A. ??C?mo interact?an docentes y alumnos seg?n sus representaciones sobre la escuela y el rol docente en un contexto de crisis??; ponencia presentada en la Conferencia Internacional de Sociolog?a de la Educaci?n; Buenos Aires; 2004. Bibliograf?a Artagaveytia, L., Barbero, C.; ?Contar historias para ense?ar Historia?; Montevideo; Edit. Santillana; 2007. Berger, P., Luckmann, T.; ?Modernidad, pluralismo y crisis de sentido?; Buenos Aires; Paid?s; Bruno, A. ??C?mo interact?an docentes y alumnos seg?n sus representaciones sobre la escuela y el rol docente en un contexto de crisis??; ponencia presentada en la Conferencia Internacional de Sociolog?a de la Educaci?n; Buenos Aires; 2004. Butelman, I, comp; Garay y otras; ?Pensando las instituciones?; Buenos Aires; Edit. Paid?s; 1998. Ferrando, J; ?Es que adentro no cabo. Pobreza, exclusi?n y centros educativos?; Revista EnlaCES; Montevideo, Oct. 2006. Freire, P. ; ?Pedagog?a de la autonom?a?; Madrid; Siglo XXI; 1998. Lewkowicz, I.; ?Una respuesta ?tica ante la violencia. Comentarios en la Jornada sobre ?tica?; www.estudiolwz.com.ar; 2002. Pupko, S.; ?Para repensar el rol docente?; Rodr?guez, L.; ?Producci?n y transmisi?n del conocimiento en Freire?; Buenos Aires; CLACSO; 2003. Vilar, P.; ?Iniciaci?n al vocabulario del an?lisis hist?rico?; Barcelona; Edit. Cr?tica; 1982.

ANEXOS Si bien un trabajo m?s profundo hubiese demandado la realizaci?n de entrevistas realizadas con rigor cient?fico, en este caso se opt? por recabar informaci?n de modo exploratorio. Por tal motivo se detalla a continuaci?n parte de lo dialogado con diferentes actores involucrados en la presente investigaci?n, lo que a pesar de la informalidad, aporta datos interesantes. ?Charla con Juan? Realizada en marzo 2009. M?nica: ?Cu?ntos a?os ten?s? Juan: Cumplo 20 M.: ?Con qui?n viv?s? J.: Con mi abuela, mi padre, dos t?os M.: ?Est?s trabajando? ?D?nde? J.: Hago changas, lo que venga. Ahora estoy laburando con un camionero, cargando y descargando? M.: ?Has pensando en volver a estudiar? J.: NI ah?, el Liceo ya fue M.: ?C?mo record?s los a?os en el Liceo? J.: Fueron los mejores, era otra ?poca, sin preocupaciones, hoy la vida est? brava? M.: ?Ten?s contacto con alg?n compa?ero? J.: Estuve en tantas clases?, pero no M.: ?C?mo record?s a los profesores? J.: Hab?a algunos macanudos, otros no tanto, pero, hab?a que aguantarme a mi! M.: ?Te acord?s que siempre salvaste Historia? J.: (risas) Si,,, vos me regalabas la nota! No hay lugar, (no)insista. M?nica Cedr?s ?Conversando con Docentes de la Instituci?n? Los profesores en general manifestaron estar preocupados por el tema de la exclusi?n y el abandono de los estudiantes, creen que la deserci?n escolar es un problema grave. Creen que este es un momento en que la sociedad toda est? en crisis, porque las instituciones flaquean, y si bien no podemos pedirle a la educaci?n que arregle los problemas sociales, nos corresponde a nosotros, apuntalar nuestra instituci?n educativa. ?Di?logo con Equipo de Direcci?n? Los integrantes del Equipo de Direcci?n responden estar preocupados por el tema; creen que responde a una situaci?n social agravada en los ?ltimos a?os, en la que otras instituciones, como la familia no dan la contenci?n que los chicos necesitan. Manifiestan que desde el Centro se intentan instrumentar estrategias para revertir situaciones de abandono estudiantil. Se realizan talleres de sensibilizaci?n y problematizaci?n; se indaga sobre situaciones familiares, socio econ?micas de los estudiantes, se contacta a equipos multidisciplinarios. ?Consultando a la Profesora Orientadora Pedag?gica? La Docente, es junto a las adscriptas, quien est? m?s cerca de los alumnos, conoce sus situaciones familiares, las problem?ticas por las que est?n pasando. Por ser Profesora de Biolog?a, muchas veces es la persona indicada para dar respuestas relacionadas con la adolescencia, y los estudiantes recurren habitualmente a ella. La Profesora me dice que la deserci?n estudiantil es un tema que le preocupa, que cree se ha visto acrecentada en los ?ltimos a?os. Consultada sobre las medidas que se toman desde la Insituci?n nos dice que se les hace a los chicos un seguimiento importante; se toman recaudos cuandos se observa que alg?n alumno empieza a faltar ?y en ciertos casos se ?persigue? a los alumnos a trav?s de llamados telef?nicos e intento de acercamiento de la familia a la Instituci?n.?

Autor: Prof. M?nica Cedr?s Abella. monicjl_03[arroba]hotmail.com